Edad Media - Lírica culta - Marqués de Santillana: Proemio a Proverbios, 1441


Comienza el prohemio de los proverbios del Marqués
Serenísimo e bienaventurado prínçipe, dize el maestro de aquellos que saben en el su libro, primero capítulo de las “Éthicas”: “toda arte, doctrina e deliberaçión es a fin de alguna cosa”; el qual testo pensé traer a la vuestra noble memoria por mostrar e notificar a la Vuestra alteza las presentes moralidades e versos de doctrina, dirigidos o differidos a aquélla, non sin causa ayan seýdo, commo algunas vezes por el muy illustre, poderoso, magnífico e muy virtuoso señor rrey Don Johan segundo, padre vuestro, me fue mandado los acabasse. E aun esto non es negado por ellos, commo todavía su doctrina o castigos sea assí commo fablando padre con fijos. E de haverlo assí fecho Salamón, manifiesto paresçe en el su libro de los “Proverbios”, la entençión del qual me plogo seguir e quisse que assí fuese, por quanto si los buenos consejos o amonestamientos se deven comunicar a los próximos, más e más a los fijos; e assí mesmo porqu’el fijo antes deve resçebir el consejo del padre que de ningund otro.
E por quanto esta pequeñuela obra me cuydo contenga en sí algunos provechosos metros aconpañados de buenos exemplos, de los quales non dubdo que la Vuestra Exçelençia e alto ingenio non caresca, pero dubdando que por ventura algunos d’ellos vos fuessen innotos, commo sean escriptos en muchos e diversos libros e la terneza de la vuestra hedad non aya dado tanto logar al estudio de aquéllos, pensé de fazer algunas breves glosas o comentos, señalándovos los dichos libros e aun capítulos. Porque assí como dixo Leonardo de Areçio en una epístola suya al mu magnífico ya dicho señor rrey, en la qual le recuenta los muy altos e grandes fechos de los enperadores de Roma, naturales de vuestra España, diziéndolos gelos traýa a memoria porque, si a la Su Alteza eran conosçidos, lo quería conplazer, e si innotos, de aquéllos e por enxenplo d’ellos, a alteza de virtud e a desseo de muy grandes cosas, lo amonestassen.
Por ventura, illustre e muy bienaventurado Prínçipe, algunos podrían ser ante la vuestra Exçelençia, a la presentaçión de aquestos versos, que pudiessen dezir o dixessen que bastasse solamente al prínçipe o al cavallero entender en governar o rregir bien sus tierras, e quendo al caso verná deffenderlas o por gloria suya conquerir o ganar otras, e ser las tales cosas superfluas e vanas. A los quales Salamón ha respondido en el libro antedicho de los sus “Proverbios”, onde dize: “la sçiençia e la doctrina los locos la menospreçiaron”. Pero a más abondamiento digo que ¿cómmo puede regir a otro el que a ssí mesmo non rige?, ¿nin cómmo se regirá nin governará aquel que non sabe nin ha visto las governaçiones e regimientos de los bien regidos e governados? Ca para qualquier prática mucho es neçessaria la theórica, e para la theórica la prática. E por çierto, de los tienpos aun non cuydo yo que sea el peor despendido aquel en que se buscan o inquiren las vidas e muertes de los virtuosos varones, assí commo de los Catos, de los Sçipiones; e de los xristianos, los godos, los doze Pares; de los ebreos, los machabeos. E aun si a Vuestra Exçelencia plaze que tanto non nos alexemos de las vuestras regiones e tierras, del Çid Ruy Días e del conde Fernán Gonçales e d ela vuestra Andaluzía. Nin cale que olvidemos al rrey de gloriosa memoria don Enrique, vuestro quarto avuelo, commo las ymágenes de aquéllos o de los tales, assí commo dize Séneca en una epístola suya a Luçilio sienpre deven ser ante vuestros ojos.
Ca çiertamente, bienaventurado Prínçipe, assí commo yo este otro día escrevía a un amigo mío: “la sçiençia non enbota el fierro de la lança, ni faze floxa la espada en la mano del cavallero”. Nin, si queremos passar por la “Segunda Década” de Tito Libio, fallaremos que Anibal dexasse la passada de los Alpes, que son entre las Galias e Vxonia, nin la del Ruédano, que es el Ros, nin después las çercas de Capoa e de Taranto e de Nola, nin el sitio de los paulares de Roma, a donde se falla haver perdido él un ojo, por guyr e parartarse de los trabajos corporales, tanpoco de las lluvias, nieves e vientos; commo Catón de follar las trabajosas Sirtes de Libia, que se llama Ethiopía o mar arenoso, por los grandes calores, ynçendios e desmoderados fuegos; nin por temor de los poçoñosos aspios, nonbrados sepes, paroras, çerestas, nin todos los otros linages de poçoñosas sierpes, lo qual todo contrastava e resistía la su espada invicta; nin las roncas e soberviosas ondas del mar ayrado, nin las prenosticaçiones vistas, assí de la garça bolar en alto, commo de la corneja passearse presurosamente por la arena; nin después de las señales que eran vistas en la luna, las quales todas eran amonestaçiones del pobrezillo barquero, inpedieron la passada del Çésar Antonio; nin al mesmo Çésar enpacharon el passo las fuertes avenidas del río Rubicón; nin fizo a Ypomedon la fondura del río Esopo contra Tebas. Mas antes creería, bienaventurado Prínçipe, que las tales cosas porvoquen a los omnes a toda virtud, esfuerço e fortaleza, e ajuzgar qu’el dolor non sea el soberano mal, nin el deleyte el mayor bien, assí que commo Tulio lo dize en el prólogo de su primero libro “De Offiçios”. Mas todas estas cosas creería e determino ser assí commo un estímulo o espuelas atrayentes e provocantes a los omnes a toda virtud.
Bienaventurado prínçipe, podría ser que algunos, los quales por aventura se fallan más prestos a las reprehensiones e a redargüir e emendar que a fazer nin ordenar, dixessen yo haver tomado todo o la mayor parte d’estos Proverbios de las doctrinas e amonestamientos de otros, assí commo de Platón, de Aristótiles, de Sócrates, de Virgilio, de Ovidio, de Terençio e de otros philósophos e poetas, lo qual yo non contradiría, antes me plaze que assí se crea e sea entendido. Pero éstos que dicho he, de otros lo tomaron, e los otros de otros, e los otros de aquellos que por luenga vida e sotil inquisiçión alcançaran las esperiençias e causas de las cosas. E assí mesmo podrían dezir haver en esta obra algunos consonantes repetidos, assí commo si passasse por falta de poco conosçimiento e inadvertençia; los quales creería non haver leýdo las Reglas del trobar, escriptas e hordenadas por Remón Vidal de Besaduc,, omne assaz entendido en las artes liberales e grand trobador; nin la Continuaçión del trobar fecha por Jofre de Fox, monge negro; nin del mallorquí llamado Berenguel de Noya; nin creo que ayan visto las leyes del Consistorio de la gaya doctrina que por luengos tienpos se tovo en el Colegio de Tolosa, por auctoridad e permissión del rrey de Françia. Lo qual todo non costriñe nin apremia a ningund dictador e conponedor que en rímico estillo después de veynte coplas, dexe repetiçión de consonantes allí o en los logares donde bien le viniere e el caso o la razón lo neçessitare, commo ya lo tal pueda ser más dicho libro o tractado que dezir nin cançión, balada, rondel, nin virolay, guardando el cuento de las sílabas e las últimas e penúltimas e en algunos logares las antepenúltimas, los yerros de los diptongos e las vocales en aquellos logares donde se pertenesçen.
Pues bienaventurado Prínçipe, tornando a nuestro propósito, Sçipión Africano, el qual hovo este nonbre por quanto conquistó toda o la mayor parte de África, solía dezir, assí commo Tulio lo testifica en el dicho libro “ De offiçios”, que nunca era menos ocçioso que quando estava ocçioso, nin menos solo que quando estava solo. La qual razón demuestra que en el ocçio pensava en los negoçios e en la soledad se informava de las cosas passadas, assí de las malas para las aborresçer o fuyr d’ellas commo de las buenas para se aplicar a ellas o las fazer a ssí familiares. Del César se falla que todas las cosas en el día passava que de notar fuessen las escrevía en la noche metrificadas e en tan alto e elevado estilo que después de su vida apenas los muy entendidos los entendían. Pues David, Salamón, rreyes de Israel, quánta fue la su exçelencia e sabiduría bien es notorio e manifiesto. E assí, deviniendo a los rreyes presentes, ¿qual sería tan alta sentençia de Claudiano, de Quintiliano, de Tullio, de Séneca que esconderse podiesse a los serenísimos prínçipes e de inmortal e muy gloriosa fama, el señor rrey, padre vuestro, la señora rreyna, vuestra madre, el señor rrey de Aragón vuestro tío? En los quales mirando e acatando, assí commo en un claro espejo e diáffano biril, en los convenientes tienpos la Vuestra Exçelençia deve entender e darse a oýr e leer las buenas doctrinas, los porvechosos enxiemplos e útiles narraçiones. E en conclusión, bienaventurado Prínçipe, con quanta devoçión yo puedo, suplico a Vuestra Exçelençia que las corrupçiones e deffectos de la presente ínfima e pequeñuela obra la qual assí commo mandado de aquel que mandarme puede, es a saber el señor rey, progenitor vuestro, e como súbdito, siervo e fiel vassallo suyo, de parte de aquél vos presento quiera tollerar; e si algo y o fallesco, de lo qual non dubdo, lo quiera suplir e conportar. Cuya magnífica persona e rreal estado en uno con los bienaventurados prínçipes e señores, el señor rrey, padre vuestro, e la señora rreyna, vuestra madre, la Santa Trinidad por luengos tiempos prósperos e bienaventurados dexe bivir e prinçipar, e después de la luenga e gloriosa vida suya, rregnar e imperar, assí commo el ammor paternal de aquellos lo dessea e la Vuestra Magnifiçençia lo meresçe.

[Fuente: Marqués de Santillana, Obras completas, Planeta, 1988, pp.216-222.]

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Datos Bio-bibliográficos

Marqués de Santillana

(1398-1458)

Bibliografía escogida:

Obras completas, Planeta, 1988.
Poesías completas, Castalia, 1999.

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Otras artes poéticas del autor:

Más información en la wikipedia: Marqués de Santillana

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