Barroco - Otros barrocos - Alonso López Pinciano: Filosofía antigua poética XIII, 1595


Epístola treze y vltima

De los actores y representantes.Parte por mis ocupaciones, señor don Gabriel, parte por me parecer que a la plática poética auía dado fin el discurso y razonamiento de las seys especies menores, dexé de[pág.513] visitar vnos días la casa de Fadrique con propósito de lo hazer con mi comodidad, porque su conuersación es tal, que merece ser codiciada de todos. Dió la vna hora después de la del comer al tiempo que vino al Pinci[ano] vn recado, de parte de Fad[rique], diziendo que Vgo era venido, y que tenían los dos determinado yr aq[ue]lla tarde a vna representación, que tuuiesse por bien ser tercero con ellos.

[Frag. 1.]

El Pinc[iano] no respondió, mas, tomando la capa, se fué a los co[m]pañeros, a los quales dixo el Pinciano: Por cierto, señores, que, según se emplea de mal el tiempo ordinariame[n]te, yo, a lo menos que no será éste el más mal empleado, porque, al fin, en el teatro nos enseñan muchas cosas de que somos ignora[n]tes, que, como nos las dan con voz viua, hazen más impressió[n] que si en casa se leyeran.

Assí es, respo[n]dió Fad[rique], que, si las acciones son las que deuen, pueden y deuen ser oydas de qualquier varó[n], mas la naturaleza peruersa las va adulterando, de manera que, de honesto, haze deshonesto.

Dicho esto, preguntó: ¿A dó vamos: q[ue] en el de la Cruz se representa la Iphigenia. Y en el del Príncipe, vna comedia?

Vgo dixo: Muy amigo soy yo de vna tragedia.

El Pinciano: Yo, de vna comedia.

Y Fadrique: Pues echen suertes a dó yremos, que yo a todo me acomodo.

No, sino sente[n]ciadlo vos, dixo el Pinciano a Fadrique, y lo mismo Vgo.

Y Fadrique: Pues, assí es, vamos al que está más cerca.

Ya en esta sazón llegauan al monesterio de la Sanctíssima Trinidad, porque se auían baxado de la cal·le de las Vrosas y subido la de los Relatores.

El Pinciano dixo entonces: Más cerca están vuestras mercedes de la tragedia.

Esto dicho, se fueron a la calle de la Cruz; y, entrados en el [pág. 514] teatro y sentados, Fadrique, como de repente y al parecer fuera de propósito, dixo: Verdaderamente la Poesía es como la Medicina, que la theórica della y conte[m]plación es vna cosa nobilíssima; mas la práctica pierde mucho de la nobleza. ¿Qué cosa más alta que escudriñar los secretos de la naturaleza? Que la arte médica contempla no sólo la philosophía del hombre, mas, para el hombre, considera la médica materia que dizen, la qual comprehende a todos los animales, a todas las plantas, yeruas, frutos y flores; y agora entra con la consideració[n] en las entrañas de la tierra, de a do saca las virtudes de los metales; agora se alça a las aguas y considera la de los pezes; y, no contenta con esto, penetra en los ayres, súbese al cielo, y, para aprouechar al hombre, toma prestada de la astrológica doctrina la más noble parte, el mouimiento del cielo, el orto y occaso de las estrellas más principales; y, en suma, es la Medicina vn archiuo, no dixe bien, chrysol ado[n]de se apura la pura y fina philosophía. Esto tiene su contemplación, ésta es la flor de la medicina theórica, mas el estiércol de la práctica, dígalo el señor Vgo que lo prueua.

Vgo se rió y dixo: Y, si fuesse pulla, q[ue] no valga. Ya yo sé que aprendí vn arte más trabajosa de lo que yo quisiera y menos estimada de lo que merece. ¿Pero a qué propósito ha sido toda esta arenga?

Y Fadrique: Yo lo diré después, que aun no he acabado; y digo assimismo de la Poesía que, siendo su theórica vna parte tan principal, que toca a aquella que es sobrenatural, llamada Philosophía prima o Metaphysica, su práctica es tan poco tenida y estimada.

El Pinciano dixo: Por cierto el señor Fadr[pág.515] [ique] tiene razón, que el día de oy los poetas prácticos son en tan poco tenidos, que apenas ay hombre que guste que se lo llamen, sino que, como malhechores, andan en conuentículos secretos por no perder su autoridad.

Fadrique dixo: Ni vos, señor Pinciano, me auéys entendido. Lo que digo es que la Poética es arte noble y principal, mas la acción della en teatro no tiene nobleza alguna.

¡Mirad, dixo el Pinciano, de qué nos haze nueuos el señor Fadrique! Ay quien diga que los actores son gente infame y tanto, que no les deuían dar el Sanctíssimo Sacramento, como está decretado y ordenado por los sacros Cánones: ansí lo oy dezir a vn padre predicador.

Fadrique se rió mucho y dixo después: El padre predicador tenía mejor voluntad que entendimiento, y él erró co[n] especie de acertar. Es la verdad que cierta manera de representantes son viles y infames, que, como agora los zarabandistas, con mouimientos torpes y deshonestos incitauan antiguame[n]te a la torpeza y deshonestidad, a los quales los latinos dieron nombre de histriones, y de los quales se dize estar prohibidos de recebir el Sanctíssimo Sacrame[n]to de la Eucharistía; mas los representantes que los latinos dixeron actores, como los trágicos y cómicos, ¿por qué han de ser tenidos por infames? ¿qué razón puede auer para vn disparate como ésso? Pregunto: si la medicina es arte aprouada y si la justicia es necessaria, ¿por qué el boticario y alguazil, que son executores de la medicina y justicia, serán infames? Ni aun el verdugo es infame por lo que es executar el mandato real. Pues, si la poesía es la que auemos dicho, obra honesta [pág. 516] y vtil en el mundo, ¿por qué el que la pone en execución será vil y infame? ¡Vos no veys que es vn disparate? No digo yo q[ue] el oficio del actor es tan aprouado como otros que, al fin, tiene algo de lo seruil y adulatorio, pero digo q[ue] ni es infame ni vil, mas, en cierta manera, necessario; y, si no, mirad a la Sancta Madre Iglesia que dize en vna Antíphona a Nuestra Señora: «Delante desta Virgen, gozos espessos con ca[n]tares y representaciones…»

El Pinciano dixo entonces: Los cantares y representaciones q[ue] la Iglesia pide son muy buenos y vtiles.

Y luego Fadrique: ¿Pues digo yo que en los teatros los traygan malos y dañosos? Traygan los actores lo que está dicho que deuen hazer los poetas, y serán muy vtiles a la República.

Vos, señor Fadr[ique], dixo Vgo, auéys dicho vna cosa que si todos la, aprouassen, auría más representantes de los que ay y más ociosos de lo que sería razón.

Fadrique respondió: También podría auer moderación en esso; y lo que voy a dezir no se entienda q[ue] es reprehensión a la república, sino co[n]sejo para los actores principales de las co[m]pañías, los quales andan perdidos y rematados por no se entender y traer en sus co[m]pañías vn exército de gastadores sin necessidad; que co[n] siete y ocho personas se puede representar la mejor tragedia o comedia del mundo, y el·los traen, en cada co[m]pañía, catorze o diez y seys, los quales les come[n] quanto ellos suda[n] y trabajan, de manera q[ue] los actores principales ganarían más.

Vgo dixo: Y auría menos hombres ocupados en esse ministerio que podrían ocuparse y ser de prouecho en otro, q[ue] aunque este oficio del representar no sea malo, si basta[n] quatro hombres ¿para qué se han de ocupar ocho?

El [pág. 517] Pinciano dixo ento[n]ces: Y aun a los que vienen a las comedias sería de prouecho, porque les bajarían el estipendio.

Esso es lo de menos, dixo Fad[rique], y lo más importante lo que dixo el señor Vgo.

Y el Pin[ciano] luego: Bien estoy con la mengua del número de los representantes, mas ¿cómo se formarán dos exércitos dellos en los teatros con siete o ocho personas?

Fa[drique] se rió y dixo: Para vna cosa como éssa, sacar vna dozena o dos de los que están más cerca mirando.

Y Vgo dixo al P[inciano]: ¿No os acordáys q[ue] auemos acusado por impropias las acciones a do se representan batallas delante del pueblo, y q[ue] diximos q[ue] las tales eran sujetos heroycos y no trágicos?

Ya me acuerdo, respo[n]dió el P[inciano], mas ¡si los poetas los hazen assí!

Fadrique respondió: No las reciban los actores; con lo qual a sí será[n] prouechosos y maestros a los necios poetas.

Dicho, callaron por vn rato los compañeros, y después dixo Fad[rique]: Muy despacio vienen oy los oyentes para ser nueua la acción que oy se ha de representar y nunca en la Corte representada.

El P[inciano] dió la causa diziendo: y no sin razón, porq[ue] Buratín ha combidado oy a su boltear, possible porque se mira con la vista, y no verisímil, por la dificultad de las cosas que haze.

Fadrique dixo: Poco deue de auer que esse hombre vino, pues no ha llegado a mis orejas, pero pregunto: ¿qué es lo que haze?

El P[inciano] respondió: No se puede dezir todo, mas diré vna parte. Encima de vna soga tirante anda de pies. ¿Q[ué] digo? Anda vnas vezes sobre chapines, otras, sobre vnos za[n]cos más altos q[ue] vna tercia. ¡Poco digo! Dança sobre la soga y, haziendo las que dizen cabriolas en el ayre, torna a caer de pies sobre ella como si fuera vna sala muy llana y espaciosa.

Con todo, quanto dize el [pág. 518] Pinc[iano], dixo Vgo, no es causa basta[n]te la dicha para q[ue] vn, bue[n] espíritu se vaya a ver essas obras y dexe las sabrosas y p[ro]uechosas del teatro, q[ue], al fin, la representació[n] entretiene más largo tie[m]po y sie[m]pre el hombre saca algú[n] auiso para sus negocios.

Gustos son, dixo el P[inciano], pues, si a mí me diera[n] a escoger, bie[n] sé lo q[ue] eligiera.

Vos eligiérades muy mal, respo[n]dió V[go].

Y F[adrique] se entrepuso dizie[n]do: Yo quiero ser juez desta causa agora, y, especialme[n]te, q[ue] sé esta questión estar derramada ya entre algunos q[ue] ha[n] visto lo vno y lo otro; todas las cosas del mu[n]do fuero[n] sugetas al ho[m]bre co[n] razó[n], por el vso de razón en q[ue] a las cosas terrenales todo el ho[m]bre se aue[n]taja, de do se vee clarame[n]te q[ue] la obra guíada por la del ente[n]dimie[n]to es de más perfeció[n] q[ue] no la q[ue] lo es por los mie[m]bros.

El P[inciano] dixo: Aquí no ay acció[n] hecha por el ho[m]bre q[ue] no sea hecha por el vno y otro eficie[n]te, porq[ue] el ho[m]bre es vna ju[n]ta de ánima y cuerpo, y las acciones, dize el Phil[ósopho], son de los supuestos o co[m]puestos d[e] materia y forma.

Ya lo veo, respo[n]dió F[adrique], q[ue] no la ánima anda, ni come, ni beue, ni discurre, co[n]sulta y elige, sino el ho[m]bre, q[ue] es dezir, ánima y cuerpo vnidos, anda[n], come[n], beue[n], discurre[n], consulta[n] y elige[n]; mas, porq[ue] vnas destas acciones tiene[n] mucho de lo espiritual, y otras, d[e] lo corporal, dezimos a vnas obras de facultad espiritual, y a otras, de corporal; y en esto no aya dificultad, ni ta[m]poco la aya, por la razó[n] ya dicha, q[ue] las operaciones d[e]l ánima no sea[n] más altas y principales q[ue] las d[e]l cuerpo; lo qual supuesto, digo q[ue] las acciones dramáticas y d[e] representantes tiene[n] mucho más d[e] lo sutil y espiritual q[ue] no las d[e] los bolteadores; y, en qua[n]to a este particular, so[n] las obras d[e] aq[ué]llos de más lustre y primor q[ue] no la[s] déstos(59); pero puede la obra corporal por la excele[n]cia a1çarse[pág. 519] tanto, q[ue] iguale y sobrepuje a algunas espirituales, por ser baxas y comunes y no tener cosa de lo peregrino y nueuo. Ya me auéys ente[n]dido; passemos adela[n]te.

Dicho esto, a F[adrique] pareció q[ue] el P[inciano] no lo auía acabado de ente[n]der, por él auerse q[ue]dado como pe[n]satiuo, y p[ro]siguió dizie[n]do: Digo q[ue] las obras de los actores y representa[n]tes, en general, son más nobles qua[n]to al eficie[n]te, porq[ue] tiene[n] más de lo intelectual; pero lo de estos bolteadores, en particular, lo son más por la excele[n]cia d[e] lo q[ue] co[n] el cuerpo haze[n], como, en la verdad, sería más digna y más ilustre la hazaña de vn particular soldado, si fuesse excele[n]te, q[ue] no la co[n]sultació[n] d[e] vn capitá[n] ordinario; assí q[ue] la raridad y extremació[n], por assí dezir, de la acció[n], aunq[ue] grosera y corporal, la alça sobre la espiritual en breues razones. Lo q[ue] desta plática sie[n]to es q[ue] los bolteadores sobrepuja[n] y ve[n]ce[n] a los ordinarios y comunes represe[n]tantes por la excele[n]cia de su acció[n], mas q[ue] la obra de suyo vtil y más honesta es la de la representació[n] por las causas alegadas.

Sí, dize el P[inciano], si todo fuesse vero lo q[ue] el pa[n]dero dize y los farsantes sie[m]pre obrasse[n] co[n] el ente[n]dimie[n]to, mas yo los veo obrar co[n] el cuerpo y sin bue[n] juyzio muchas vezes y co[n]trarios al juyzio bueno.

Esso será, respo[n]dió Vg[o], qua[n]do representan algú[n] loco, en la qual sazón obran con el ente[n]dimie[n]to, y en la qual obra quiçá es menester mayor primor q[ue] en las demás.

No digo esso, dixo el P[inciano] sino quando hazen officio de histriones, y co[n] mouimie[n]tos y palabras lasciuas y deshonestas quiere[n] deleytar a los teatros.

Vg[o] respo[n]dió: Quie[n] esso hiziere, echarle de la tierra y embiarle al mar, o, a lo menos, priuarle d[e] su patria.

Bie[n] me parece, respo[n]dió el P[inciano], y después añadió: Si tuuiera autoridad en la administración de la [pág. 520] República, yo proueyera de vn comisario que viera todas las representaciones antes que salieran en plaça pública, el qual examinara las buenas costu[m]bres dellas.

Dicho, se quedaron todos callando por espacio, después del qual Fadrique dixo: Para otras cosas más importantes, aunque éssa lo es, fuera co[n]ueniente el comissario que pedís, porque yo oyo muchas vezes representaciones que ofenden a la buena política, y, en lugar de enseñar, estragan al oyente y le emponçoñan.

El Pinciano dixo: ¡O, cómo el señor Fadrique fuera vn sujeto muy apropiado para oficio semejante! Porque, al·lende que ha escrito en materia de política, sabe muy bien la de economía, y assí supiera muy bien juzgar las especies de poética dramáticas mejor que los demás.

Vgo se sonrió diziendo: Mejor estuuiera a la persona q[ue] dezís ponerla en cosas más graues q[ue] no en las q[ue] agora dezimos.

República y amigos.

F[adrique] se entrepuso a las razones de los dos con éstas: Yo sé que nacimos los hombres, no sólo para nosotros, sino para la República y para los amigos; a causa de lo qual me hallarán en todo lo que me huuiere[n] menester, que yo sé no me ma[n]daran cosa que a mí honor menoscabe.

Assí Vgo dezía quando començaron a templar los instrumentos dentro y quando al teatro, por entre vnas cortinas, sacó la cabeça y parte de los hombros vno de los actores, con hábito de pastor, el zamarro con listas doradas, y vna caperuça muy galana, y vn cuello muy grande con la lechugilla muy tiessa, que deuía tener vna libra de almidó[n].

[Frag. 2.]Visto por el Pinc[iano], dixo: ¿Qué tiene que ver vn pastor con tragedia?

Fadriq[ue] dixo: La consequencia de la fábula puede traer muy a cuento pastores, y aun [pág. 521] pescadores; pastores en la acción harto graue, q[ue] fué épica, lleuaron a Sinón ante el rey Príamo.

Otra cosa, dixo V[go], auía más que considerar en el ho[m]bre, digo en su hábito: el pellico tan galano y caperuça que no vsan los pastores y parece falta de buena imitación, y, más que todo, la contradize aquel cuello tan ancho como vn harnero, y cada abanillo tan gra[n]de como la mano d[e]l mortero q[ue] los hizo o majadero q[ue] los trae.

Inconuenie[n]tes son éstos, dixo F[adrique], y el postrero mayor, quanto es menos verisímil y fuera de razón que vn pastor traya aquello, pero todos estos son accidentales, y mie[n]tras no llegan a los más principales y de mayor momento, se puede dissimular y sufrir mejor.

¡Pues cómo!, dixo el P[inciano], ¿accidental es el ornato al actor y a la acción?

Ornato necessario.

No digo tal, dixo F[adrique], sino que el ornato es essencial, mas estas faltas en el ornato no lo son, porque fuera possible q[ue] vn pastor se pusiera galano vn día de fiesta o en alguna boda; el ornato, digo otra vez, assí del theatro como de las personas, es essencial, casi tanto como el mouimiento y ademán que los latinos dizen vulto y gesto.

El P[inciano] dixo: ¿Qué cosa es esto de vulto, gesto y ademán?

Y luego F[adrique] riendo: Yo os lo diré; en sie[n]do muerto el enfermo, no tiene que hazer más el médico.

V[go] dixo: -Buena está la baya.

Ademán necessario.

No, dixo F[adrique], sino de veras, porque luego lo entrega a los clérigos para q[ue] hagan su officio; assí, ni más ni menos, en hazie[n]do el poeta el poema actiuo, luego lo entrega a los actores para que hagan su oficio; de manera que, como muerto el enfermo, espira el officio del médico y empieça el del clérigo, hecho el poema actiuo, espira el oficio del poeta y comiença el del actor, el qual está diuidido en las dos partes dichas, en el or[pág. 522]nato o en el gesto y ademán; y, si no lo entendéys agora, escuchad: ornato se dize la compostura del teatro y de la persona, y ademán, aquel mouimiento que haze el actor con el cuerpo, pies, braços, ojos y boca quando habla, y aun quando calla algunas vezes.

Pues esso, dixo el P[inciano], cosa es digna de ser sabida, porque, aunque ella no es poesía, es cosa anexa a ella, y al médico no le estará mal saber de botica.

Fadrique dixo: Vos queréys dezir que por la razón que en los días passados os auemos dado algunos auisos de la Poética, estamos obligados a proseguir los de la acción y representación; que sea en hora buena; diga el señor Vgo lo que sabe, que yo diré lo que supiere.

Vgo dixo: Lo que sé, presto es dicho. En lo que es ornato tocante a la acción se deue considerar la persona, el tiempo y el lugar que del género y sexo no ay que aduertir .En la persona, después de considerado el estado, se deue considerar la edad, porque claro está que otro ornato y atauío o vestido conuiene al príncipe que al sieruo, y otro, al moço que al anciano; para lo qual es muy importante la segunda consideración del tiempo, porque vn ornato y atauío pide agora la España y differente el de agora mil años; por esta causa conuiene mucho escudriñar las historias que dan luz de los tiempos en los trajes; assimismo se deue tener noticia de las regiones, que en cada vna suele hauer vso diferente de vestir, de manera que el actor deue hazer este escrutinio y diligencia dicha, porq[ue] el poeta, las más vezes, no hace cuenta desto, como quie[n] escriue el poema para q[ue] sea leydo más q[ue] para q[ue] sea representado, y dexa las partes q[ue] atien[pág. 523] de[n] a la acción al actor, cuyo officio es representar; de a do se infiere que el buen actor, especial el q[ue] es cabeça, deue saber mucha fábula y historia mucha para que, según la distincién, dé el tiempo, dé el ornato a las personas de su acción. Ornato también es necessario, conueniente para el teatro mismo y máchina necessaria, la qual deue ser según la calidad del poema: si pastoral, aya seluas; si ciudadano, casas; y assí, según las demás diferencias, tenga el ornato diuerso; y en las máchinas deue tener mucho primor, porque ay vnas q[ue] conuienen para vn milagro, y otras, para otro diferente; y tienen sus diferencias según las personas, porque el ángel ha de parecer que buela, y el santo, que anda por el ayre, los pies juntos, el vno y el otro que descienden de alto, y el demonio, que sube de abaxo.

Aquí dixo el Pinciano: ¿Y si fuere de los que se quedaron en el ayre? ¿No será razón que se pinten como que suben, sino como que baxan?

V[go] se rió y F[adrique] dixo sonriendo: Bien está; y bien sé lo que me digo, que, diziendo demonio, se entiende por el más principal, el qual está más ho[n]do; y prosiguió diziendo: En suma, vea el actor y estudie las especies que ay de máchinas y artificios para que milagrosamente se aparezca súbito alguna persona: o terrestre, por arte mágica, o diuina, sin ella. Y esto sea dicho breuemente en lo q[ue] al ornato toca. Es ta[m]bién la música parte del ornato, en la qual se deue considerar que, especialmente en las tragedias, nunca se aparte de ella misma, sino que vaya cantando cosas al mismo propósito, para que la acción vaya más substanciada.

El P[inciano] dixo: ¿Pues esso no lo haze el poeta? Digo lo que se ha de cantar.

F[adrique] [pág. 524] dixo: Agora lo más ordinario es que la música es interposició[n] del actor y no hechura del poeta; no solía ser assí; pero con todos hablo, con actores y poetas; q[ue] no pongan cantilenas extraordinarias de la fábula, que el ponella fué reprehendido de Aristó[teles], en sus Poéticos, con muy justa razón, porque quita[n] la verisimilitud y a vezes la doctrina, como lo hizo Agathón, que començó a poner estas canciones o cantos extraordinarios en sus fábulas. Guarde verisimilitud el actor quanto pudiere en su acción; q[ue] poco aprouecha al poeta trabajar(60) si el actor le estraga lo bueno que haze, y podrá el poeta dezir lo que Plauto: «Si Pelio haze mi comedia Epídico, que es la que yo más estimo, me parecerá mala». Como quien dice: «Pelio estraga a las representaciones todas». Esto he dicho del ornato.

Digo ya de los ademanes y mouimientos, los quales son al actor más intrínsecos y essenciales quanto más muestra las entrañas del poema. Dicho, prosiguió: En manos del actor está la vida del poema, de tal manera que muchas acciones malas, por el buen actor, son buenas, y muchas buenas, malas por actor malo. Esto significó el poeta epigramático quando dixo:

[Frag. 3.]

El libro que aora lees, Fidentino,

Tú lo lees y entiendes de manera

Que dexa de ser mío y se haze tuyo.

Y, si queréys examinar bien vn poema dramático, escudriñadle fuera de la representación, porq[ue] el actor bueno, de mala obra, hará buena, y al contrario, el malo, de buena, mala; co[n]uiene, pues, que el actor mire la persona que va a imitar y de tal manera se [pág. 525] transforme en ella, que a todos parezca no imitación, sino propiedad, porque, si va imitando a vna persona trágica y graue, y él se rye, muy mal hará lo q[ue] prete[n]de el poeta, q[ue] es el mouer, y, en lugar de mouer a lloro y lágrimas, mouerá su contrario(61), la risa.

Pues, dixo el P[inciano], no es malo el trueco si, en vez de lla[n]to, nos da placer.

Y V[go]: Essa es la risa sardónica o la q[ue] dezimos del conejo que le está[n] assando y muestra los dientes como si se riesse. Rauían los oyentes con aquel hecho del actor, y el reyr no es entonces señal de deleyte que reciben de la acción, sino de la mofa y burla que del actor hazen: mueua a sí primero, conuiene, como auemos dicho, el que huuiere de mouer a otro.

Aquí dixo el P[inciano]: Passo, que tengo vna duda. Ohí dezir que, para el mouer de la risa co[n] palabra picante y mordaz era mucho más apto el que la dezía, queda[n]do dissimulado sin mouerse punto; y, según esto, parece q[ue] será bien que el trágico mueua a llanto sin llorar él.

El argumento, dixo F[adrique], es fuerte, y no sabría yo qué responder a él sino q[ue] aquello se entiende solamente con los cómicos; y, aunque hay para esto otra respuesta, es muy metaphísica y no será bie[n] entendida, porque yo no me sabré declarar. Muy bien está encarecido lo que deue hazer el actor por el señor V[go], el qual prosiguió: Bien podría traer yo agora, y a propósito diferente, la historia del mimo del otro día que tripudió y danzó ante César en el teatro romano; el qual, después de auer hecho su tripudio muy bien, fué mandado que dexasse el tablado para otras fiestas que estauan aprestadas; él no lo escuchó, antes començó con más furia a tripudiar y a contrahazer; ya está dicho: vn loco; como si lo fuera, holgaua[n] de le ha[pág. 526]zer anchura, y, puesto en su grada, daua muchos moxicones a los que estauan a su lado, de manera que el furioso en la imitación pareció a todos verdadero.

Fadrique dixo riendo: Quiçá lo estaua de veras; que vn mimo no está dos dedos de loco, y más, encendida la sangre con el mouimiento que auía vsado; y vos alabáys por virtud lo que fué vicio.

Vgo dixo: Como quiera que sea, o loco o cuerdo, él imitó galaname[n]te, tripudió y dió harto que reyr al pueblo todo, saluo a los que alcançó co[n] los tripudios. Y éste baste por exemplo general de lo mucho que importa que el actor haga su officio con mucho primor y muy de veras; que, pues nos lleuan nuestros dineros de veras y nos hazen esperar aquí dos horas, razón es que hagan sus acciones con muchas veras; los quales solían hazer de tal manera los actores griegos y latinos, que los oradores antiguos aprendían de ellos, para, en el tiempo de sus oraciones públicas, mouer los affectos y ademanes con el mouimiento del cuerpo, piernas, braços, ojos, boca y cabeça, porque, según el affecto que se pretende, es diferente el mouimiento que enseña la misma naturaleza y costumbre; y, en suma, assí como el poeta con su concepto declara la cosa, y con la palabra, el concepto, el actor, con el mouimiento de su persona, deue declarar y manifestar y dar fuerça a la palabra del poeta.

Los oradores discípulos de los representantes.

El Pinciano dixo: A mí paresce muy bien lo que dezís, y desseara yo harto ver algunas reglas dello.

Ademán de pies.

Fadrique respondió: No es menester más regla que seguir la naturaleza de los hombres a quien se imita, los quales vemos mueuen diferentemente los pies, las manos, la [pág. 527] boca, los ojos y la cabeça, según la passión de que están ocupados; que el tímido retira los pies, y el osado acomete, y el que tropieza passa adelante con su voluntad; y assí, discurriendo por las personas y edades y regiones, hal·laréys gran distancia en el mouimiento de los pies, el qual se deue imitar en el teatro, porque las personas graues y trágicas se mueuen muy lentamente; las comunes y cómicas, con más ligereza; los viejos, más pesadamente; los moços, menos, y los niños no saben estar quedos. Y en las prouincias también ay gran diferencia, porque los septentrionales son tardos; los franceses, demasiado ligeros, y los españoles y italiados moderados. Y esto digo como exemplos del mouimie[n]to de los pies; y en el de las manos es de aduertir la misma presteza y tardanza en las edades y regiones, y, más allende, la variedad de los affectos: acerca de lo qual se considera que, o se mueue vna mano sola, o ambas, que la sola deue ser la derecha, que la siniestra no hará buena imitación, porque los hombres son diestros, o casi todos, y assí conuiene que el representante siniestro sea diestro en el teatro. Digo, pues, en, general que mire el actor la persona que va imitar; si es graue, puede jugar de mano, según y cómo es lo q[ue] trata; porq[ue], si está desapassionado, puede mouer la mano con bla[n]dura, agora alçándola, agora declinándola, agora mouié[n]dola al vno y al otro lado; y, si está indignado, la mouerá más desordenadame[n]te, apartando el dedo vezino al pulgar, llamado índize, de los demás, como quie[n] amenaça; y, si enseña o narra, podrá ajuntar al dedo dicho el medio y pulgar [pág. 528], los quales, a tiempos, apartará y ajuntará; y el índice solo extendido y los demás hecho puño, allado hazia el hombro derecho, es señal de afirmación y seguro de alguna cosa. El mouimiento de la mano se haze honestamente y según la, naturaleza, come[n]zando de la siniestra

Ademán de manos.

Ademán de dedos.

y declinando hazia abaxo, y, después, alzándola hazia el lado diestro, y, quando reprehendemos a nosotros mismos de alguna cosa q[ue] auemos hecho, la mano hueca aplicamos al pecho; pero aduierto que el actor delante del mayor no le está bien jugar de mano razonando, porque es mala crianza; estando apassionado puede, porque la passión ciega razón; y en esto se mire y considere la naturaleza común, como en todo lo demás; las manos ambas se ayuntan algunas vezes para ciertos affectos, porque, qua[n]do abominamos de alguna cosa, ponemos en la palma de la mano siniestra la parte contraria, que dizen empeyne, de la diestra, y las apartamos con desdén; suplicamos y adoramos con las manos juntas y alçadas; con los braços cruzados se significará humildad; el labio muerde el q[ue] está muy apassionado de cólera, y el q[ue] está alegre, dexa apartar el vno del otro labio vn poco; y en el ojo se vee vn marauilloso mouimiento, porque, siendo vn miembro tan pequeño, da solo él señales de ira, odio, venganza, amor, miedo, tristeza, alegría, aspereza y bla[n]dura; y, assí como, el ojo sigue al affecto, los párpados y cejas sigue[n] al ojo; sirue el sobrecejo caydo al ojo triste y el leuantado, al alegre; el párpado abierto immouible, a la alienación y éxtasi y a la saña. En la cabeça toda junta ay también sus mouimie[n]tos, como el mouella al vno y otro lado para negar, y el declinalla, para afirmar [pág. 529], y la perseuerancia en estar declinada para la significación de vergüença. Digo otra vez que estos dichos sean vnos exemplos pocos de lo mucho que ay que considerar en esta parte, que son casi infinitos. Y para abreuiar esta materia co[n] vna red barredera: el actor esté desuelado en mirar los mouimientos que con las partes del cuerpo hazen los hombres en sus conuersaciones, dares y tomares y passiones del alma; assí seguirá a la naturaleza, a la qual sigue toda arte, y ésta, más que ninguna, digo la poética, de la qual los actores son los executores.

Ademán de ojo.

Ademán de cabeça.

[Frag. 4.]

Esto dicho, calló F[adrique] y V[go] dixo: Harto auía que dezir en la obligación del actor para ser el que deue, y harto también que murmurar de algunos q[ue] son negligentes, mas el señor F[adrique] dixo su doctrina en género por no cansarse a sí mismo.

El Pinciano dixo: Si no dixérades assí, yo respondiera que la plática que da descanso al cansado, no cansa, y que lo que cansa es el esperar tanto a que salga[n] estos actores.

V[go] dixo: No hay que tratar sino que el mejor entretenimie[n]to de todos. es la conuersació[n] del señor F[adrique]. Mas, dexada aparte, no es malo el entretenimiento q[ue] aquí se goza con muchas y varias cosas: con ver ta[n]ta gente vnida; con ver echar vn lienço de alto a abaxo, al patio digo, con vn ñudo pequeño y el ver al frutero o confitero que, deshaziendo el ñudo pequeño de metal, haze otro mayor de la fruta q[ue] le piden, y, arrojándolo por alto, da tal vez en la boca a alguno q[ue], fuera de su voluntad, muerde la fruta sobre el lienço; pues, las renzillas sobre este banco es mío, y este asiento fué puesto por mi criado, y las prueuas y testimonios dello; y el ver, quando [pág. 530] vno atrauiessa el teatro para yr a su asiento, como le dan el grado de licencia do con más de mil aes. ¿Pues qué, cuando a la parte de las damas anda[n] los moxicones sobre los asientos, y alguna vez sobre los zelos? ¿Pues qué, quando llueuen sin nublado sobre los que están debaxo dellas?

F[adrique] dixo: Todas essas cosas que dezís son por cierto de mucho entretenimiento, mas el mayor del mundo es el emplear el hombre el tiempo en lo que es de su gusto, y ay personas que no gustan de las cosas que dezís; y prosiguió diziendo: En tie[m]po de los romanos, en otras partes, y mejor en Roma, auía vn teatro ta[n] espacioso, q[ue] en él cabía el pueblo todo, y tenía cada vno, según su calidad, el asiento diputado y señalado, y ta[n] artificioso. que entraua y salía a su lugar, a todas horas, el que quería; y, si el teatro presente fuera desta forma, muchos dexaran el entretenimiento q[ue] dezís y estuuieran goçando de otros fuera del teatro, de manera que vinieran más tarde, al tiempo conueniente.

Assí dezía F[adrique] quando entró el choro de la música y cantó vn romance muy al propósito de lo que auía de tratar, que era la tragedia de Eurípides con episodios nueuos, mostró la música, con algunos exe[m]plos, el poder y la poca co[n]stancia de la Fortuna. Y, co[n] esto, dexó el tablado y entró en él la persona. de la Fortuna, vna dama q[ue], en vez de pies, tenía dos ruedas y las alas en las manos, la qual hizo el prólogo.

Entróse y dixo el P[inciano]: Bueno ha estado el argumento de la obra, y bien pintó a la Fortuna el que la hizo.

V[go] dixo: ¿Qué argumento? Este no ha sido sino el prólogo trágico, q[ue] dize solamente lo passado que es necessario para entender lo venidero; q[ue] el argumento lo passado dize y lo porve[pág. 531]nir, y contiene, en suma, toda la acción.

Verdad, dixo F[adrique], que los poetas nunca suele[n] hazer los argume[n]tos de los poemas; otros que después se quieren hazer sus intérpretes lo hazen con más curiosidad, que el poeta deue proceder con tanta claridad en su obra, que no sea menester que él se interprete; y aun, si fuesse possible, sería bien que se escussasse el prólogo, el quál sólo dize lo antes passado.

Esso, dixo el P[inciano], no me parece muy dificultoso, que muchas acciones veo yo sin los que dizen narratiuos.

F[adrique] dixo: Prólogos tiene[n] los más de los poemas, sino que son disfraçados, especialmente en las acciones trágicas, a do, en la misma acción, van prologando las personas della; que ansí lo hazían siempre los antiguos poetas, como antes de agora está dicho qua[n]do se trató del prólogo.

Y aun las acciones épicas le tienen también disfraçado, dixo V[go].

Y F[adrique]: El prólogo épico es lo mismo q[ue] es la proposición, como ya está dicho y autorizado co[n] el Philósopho; el qual, no como otros, dize lo passado, sino, en cierta manera, lo porvenir, prometie[n]do el poeta lo q[ue] ha de ca[n]tar en ade1a[n]te. Todo esto es ya tocado; no nos embaraçemos en cosas escusadas. Otras consideraciones ay en esta entrada de más susta[n]cia; y es la vna, de la figura que la hizo, la qual haze a la acción con poco verisímil, nacido del poco vso, o, por mejor dezir, abuso de introduzir espectáculos semejantes; y, a lo que más me arrimo, es a la razón, porque induzir personas inanimadas en la acción, especialmente del poema actiuo, es cosa poco razonable. Tal es la Fortuna, al presente autora del prólogo.

Dixo Vgo entonces: Verdad sea que la cosa es digna de consideración, por[pág. 532]que, en las acciones comunes épicas que no tiene[n] tanta necessidad de la verisimilitud se puede permitir, y au[n] son buenas tales personas fingidas; mas, en las actiuas adonde la cosa parece delante de los ojos, no es permitido. Con todo esso, lo han vsado algunos poetas cómicos; q[ue] Plauto, en el Trinumio, trae a la Luxuria q[ue] habla a su hija la Pobreza, y, en la Aulularia, al genio Lar o Angel de guarda, y, en la Cistellaria, al Socorro, y, en el Rude[n]te, al Arcturo, y Aristóphanes, en el Pluto, a la Riq[ue]za y Pobreza.

F[adrique]: Está bie[n], pero essas personas están fuera de la acción, porque está[n] en el prólogo cómico, y assí se pueden dissimular las de Plauto; especialmente en Aristóphanes, que sale[n] las personas fingidas, Riqueza y Pobreza, en medio de la acción, no hallo dificultad, porque entre los antiguos era la riqueza tenida por Dios.

Pinc[iano]: Holgara mucho, como me auéys dado exemplo desto en comedias, me le diérades en tragedias, como es la q[ue] al presente se representa.

F[adrique]: No me acuerdo; y soy de parecer que, como en lo demás esté la fábula bie[n] formada, por esso no dexa de ser aprouada y alabada, que, como dize Horacio, quando lo mucho es bueno, no me enoxan algunas pocas ma[n]chas; mas, antes, no se deuen algunas dezir manchas por salir del camino ordinario, pues algunas vezes se sale con hermosura del arte, y no todos los preceptos de estados y políticas están en las historias, ni tampoco todos los de la Poética se veen experimentados en las acciones; assí que no es suficiente causa para culpar alguna acción el dezir: «no lo vsó Homero, no Virgilio, no Eurípides, no Sóphocles».

Esto diziendo, entró en el teatro Clitemnestra co[n] su hija Iphigenia [pág. 533] como q[ue] auía desembarcado en Aulide, y con grande aparato entraron madre y hija, a caual·lo en sus acaneas hazia donde Agamenón estaua, que era en el tablado.

V[go] dixo, luego que lo vió: ¿Para q[ué] seyscientos mulos en Clitemnestra?

Y F[adrique]: ¿Mas para qué Clitemnestra en seyscientos mulos?

El vno y otro lo rieron mucho; el P[inciano] solo no ryó; porque no lo entendió, quiso preguntar, y, por no disturbar la acció[n], cessó y lo dexó con propósito de lo hazer después. La obra se acabó, y no pareció mal el fin q[ue] tuuo, aunque no fué trágico; y quedó el P[inciano] no sin gran duda del fin de la tragedia; si fuesse o no necessario que fuesse trágico y triste, o alegre y placentero, como lo fué el desta tragedia. La representació[n] se acabó tarde, por ser larga, y, desseoso cada vno de los compañeros tres acudir a sus obligaciones, luego que fué rematada, se apartaron.

El P[inciano] dessea boluer a se ver con alguno dellos para saber, en particular, esto de los mulos y Clitemnestra, más él los buscará y saldrá, Dios mediante, de la duda lo más qué pueda breue; y de todo os dará auiso como siempre lo haze y deue. Fecha, quatro días antes de las Calendas de Setiembre. Vale.

Respuesta de don Gabriel a la epístola treze y vltima del Pinciano.

Ya yo estaua, amigo Pinciano, fuera de pensar recebir letra vuestra en lo que toca a la materia especulatiua de la Poética por auer venido a las vltimas especies della; y assí no esperaua más q[ue] algo de la prática (ya me entendéys: algunos capítulos de vuestra épica, a quien dezís q[ue] auéys de dar no[m]bre El Pelayo), quando recebí otra vuestra que ta[m] [pág. 534]bién tiene de lo theórico y contemplación poética, por quanto es anexa a ella la acció[n] de los actores, de los quales hablaron los compañeros, y, especialmente, F[adrique] no rudamente.

[Frag. 1.]

Contiene el primero de quatro fragmentos que tiene, que, au[n]que la acción poética sea mucho más digna que la dramática y representatiua, con todo, no deuen ser tenidos por viles los actores, los, quales son instrumentos del género del poema dicho actiuo, y, por ta[n]to, son necessarios en el mundo, siendo los que deuen, y en el número que conuiene, y en el tiempo que es razón.

[Frag. 2.]

Está bien assí, como lo contenido en el 2 fragmento: que el actor deue ser curioso en la imitación del ornato en el tiempo, lugar y personas, según el tiempo, lugar y personas que el poeta finge; y que de las máchinas y anexos a ellas la co[n]ueniencia y proporción sea muy obseruada.

[Frag. 3.]

En el 3, el gesto y mouimiento que el actor deue guardar en su acción y los ademanes propios. En el 4 se tocan las personas sin cuerpo y alma, que algunos dizen casi personas; todo lo qual me parece a propósito: y no tengo que dezir más de que pues vos me auéys escrito muchas cosas nueuas y buenas os quiero agora escriuir qué sean estos seyscie[n]tos mulos en Clitemnestra que os tienen suspe[n]so. Para lo qual deuéys aduertir la epístola primera del libro 3 de Cicerón, adonde él mismo escriue a Mario las fiestas que Roma hizo en el segundo consulado de Pompeyo, que Tulio apoca y desprecia, a fin que Mario no esté enuidioso de los que a ellas se hallaron. Dize, pues, Marco Tulio a Marco Mario desta manera(62): «Los juegos no tuuieron la mitad de lo que suelen y deuen tener, los aparatos demasia[pág. 535]dos quitaua[n] todo gusto, los quales yo sé dexaras tú de buena voluntad, porq[ue] ¿qué gusto pueden dar seyscientos mulos en Clitemnestra, o dentro el cauallo de Troya tres mil vasos? ¿Qué muchos ho[m]bres armados, a pie y a cauallo, en vna pelea? Confiesso que al vulgo daua admiración, pero a ti yo sé que no diera gusto alguno».

[Frag. 4.]

Estas son las palabras de Cicerón, y dellas podéys entender lo que F[adrique] y V[go] quisieron dezir: que para qué fin tanto aparato en tragedia. Mas desto ya se trató abundantemente en la épica, y como tales aparatos sólo son buenos para el oydo, no para el ojo, y, por el consiguiente, son malos para las tragedias, si no es que se digan en teatro como ya acontecidos. En la épica se pueden poner justamente, porque, aunque sean demasiados, como dize Horacio, no mueuen ta[n]to quanto los que son sujetos a la vista de todo esto que digo vos me auéys ensenado mucho; quiero dezir que, quando se muestra alguna cosa que de marauillosa tenga falta de verisimilitud, esta falta es menos entrada por el oydo que por el ojo. Horacio lo enseñó assí a todos, y F[adrique] a vos, y vos a mí, por vuestras epístolas. No sé cómo se os fué de la memoria; mejor conuiene la tengáys de los preceptos de F[adrique] y V[go] si auéys de acabar la épica que dezís tenéys començada; de quie[n], si licito me es, os pido vn cuaderno para ver cómo hazéys la imitación y cómo formáys el metro, en las quales dos cosas está puesta la essencia poética a mi parecer, y au[n] al de vuestro F[adrique]. Fecha, después de las Calendas de Setiembre vn día. Vale.

LAVS DEO

Epístola quarta

{c}De las diferencias de poemas{/c}.

Domingo siguiente al iueues q[ue] recibí la vuestra, que fuero[n] Nonas de Mayo, apenas di fin a la comida de mediodía, que luego no passé a casa de F[adrique], adonde hallé ya razonando a los dos philopoetas sobre ciertas enemistades de las gentes de algunos pueblos de España, las quales ellos dezía[n] diferencias.

El P[inciano] lo ente[n]dió y come[n]çó dizie[n]do: Dexemos, por vida mía, la conuersación destas diferencias que no traen al mundo más que daño y confusión, y tratemos de las de las artes que traen prouecho y difinición de la cosa que ellas tratan.

F[adrique] mudó la plática y dixo: Verdaderamente el P[inciano] está paladeado con la miel de [pág. 125] las parnaseas auejas, y quiere gustar más d[e]l dulcíssimo licor, y que, pues se trató ya de la poética essencia, se trate de las difere[n]cias della.

El P[inciano] quitó el bonete y dixo a F[adrique]: Yo os beso las manos por la merced, que yo soy el que dezís; y desseo gra[n]demente pues me auéys dado la difinición y causas de la poética saber lo que en orden lógico y de razón se sigue, digo, las especies o difere[n]cias dellas.

[Frag. 1.]

F[adrique] rogó a Vgo prosiguiesse, y Vgo començó assí: Repetir co[n]uiene otra vez la difinición de la cosa para mejor sacar las diferencias della. Fué, pues, difinido el poema diziendo que «era imitación en lenguaje», la qual difinición es dada por el género y materia sujeta, como quando dezimos que la tranquilidad es llanura del mar. Supuesto lo qual, digo que los poemas toman sus difere[n]cias de la diuersidad del género, que es la imitación; y que el poema es vn compuesto de alma y cuerpo. Assí que la imitación o la fábula, que todo es vno, es la ánima, y el lenguaje, el cuerpo. Torno, pues, a mi negocio y digo de la ánima poética, imitación y fábula primeramente, y después diré de la materia sujeta, que es el lenguaje, con lo qual estará puesto fin a toda esta arte; y lo que oy no se acabe quedará para otro día.

De la ánima poética.Fábula, según dotrina de Aristóteles en sus Poéticos, es imitación de la obra, no la obra misma, sino vna semejança della; y como el retratador es más perfecto qua[n]to más haze semejante el retrato a la cosa retratada, assí lo será el poeta quanto la obra hiziera más verisímil. Supuesto lo qual, como manifiesto por lo que antes diximos, digo assí de las diferencias de los poemas q[ue] legítimamente se toman de la parte [pág. 126] essencial, que es la ánima, las quales son quatro: Epica, Trágica, Cómica y Dithirámbica.

Fadrique dixo entonces: Más que quatro especies de poemas ay, y aun de doze también.

Y Vgo: Ya lo entiendo. Vos, señor Fadrique, sabéys mejor que yo lo que diré, mas, porque si aquí ay alguno que no lo sepa, digo que, como las reglas principales de Aritmética son quatro, sumar, restar, multiplicar y partir, y ay otras muchas que a éstas como a cabeças se reduzen, assí las especies de poemas principales son quatro, a las quales las demás todas se reduzen.

El Pinciano dixo entonces: Sepa yo, si soys seruidos, qué cosas son estos poemas.

Y Fadrique: Bien me paresce que se den algunas descripciones por donde sean conocidos, y en tanto que llega la razón de las difiniciones legítimas y verdaderas, que sera quando de ellas en particular se trate.

Y Vgo començó assí: La Tragedia es vna acción representatiua, lamentable, de personas ilustres, como la Hécuba de Eurípides; la Epica o Heroyca es vn montón de Tragedias, como la Iliada de Homero, y Eneyda de Virgilio; la Comedia es vna acción representativa, alegre y regocijada entre personas comunes; y la Dithirámbica es vn poema breue, a do juntamente se canta, tañe y dança, como se dize de Dauid delante de el arca de el Testamento.

Fadrique dixo: Bien he leydo que Dauid tañesse y dançasse, mas no que cantasse; y assí soy de parescer que la Dithirámbica se dará mejor a entender por aquel poema suzio y deshonesto que dizen zarabanda, en el qual se tañe, dança y canta juntamente.

Vgo respondió: Está assí muy bien dicho, que yo no me auía [pág. 127] acordado de traer el tal exemplo. Y, pues las quatro diferencias principales de la poética están ya dichas, crassa Minerua, como dizen, passemos adelante.

Fadrique dixo: No; tened punto, que vays muy de priessa, y declaradnos de qué modo saca Aristóteles essas especies quatro de poética, que, a mi parescer, es obra artificiosa y digna de su ingenio.

[Frag.] 2.

Vgo respondió que no sabía si se acordaría bien, mas que, confiado en su ayuda, començaría; y començó a dezir desta manera: Toma la poética, quanto al ánima o fábula, diferencias de las quales constituye sus especies según las diferentes imitaciones. Y, aunque Aristóteles saca estas diferencias por tres caminos diferentes, al cabo todos tres caminos vienen a rematar en vno mismo digo en sacar las mismas quatro especies de poemas dichas desta manera: del género de la imitación, de la cosa imitada y del modo de imitar diuerso. Para el género de la imitación diuerso es de considerar que, entre los muchos géneros que ay de imitación, la poesía se aprouecha de tres especialmente: el vno es del propio y essencial suyo, que es el lenguaje; el otro, de la imitación música; y el otro, de la imitación tripudiante, que así se dize la que se haze baylando y dançando.

El Pinciano dixo aquí: Yo no entiendo bien esta cosa.

Y Vgo luego: No es muy dificultosa. Dicho es ya que el poema es imitació[n] en lenguaje, y que el hazerse la imitación co[n] el lenguaje diferencia y distingue a la poética de las demás imitaciones; y digo agora q[ue] [pág. 128] vnas de otras diferencias poéticas se distingue[n], porque vnas tienen solamente la imitación hecha con le[n]guaje, como es la Epica; tal es la Iliada y Eneida, en las quales no se administra otra imitación sino es la que el poeta haze con su lengua; otras no sólo son imitaciones en lenguaje y plática, pero se aprouechan en diuersos tiempos de la imitación música y de la tripudiante; tales son la tragedia y la comedia, en las quales continuamente se veen los otros dos ya dichos géneros, de la imitació[n].

F[adrique] dixo entonces: Pues yo sé ado[n]de dize Aristóteles que la representación no tiene essencia en la tragedia; y si ésta no se representa, tampoco tiene música y tripudio, como la épica.

Claro está, dixo Vgo, que el poema que en papel está, no tañe ni dança, mas verdaderamente que las actiones trágicas y cómicas se dizen actiuas porq[ue] tienen su perfeción en la actió[n] y representación, y las q[ue], leydas y en papel no mueuen, representadas mueuen grandemente.

Esto, dixo el P[inciano], que Vgo dize es tanta verdad, que ninguna cosa más; y es tan cierto, que tengo yo en mi casa vn libro de comedias muy buenas, y nunca me acuerdo dél, mas, en viendo los rótulos de Cisneros y Gáluez, me pierdo por los oyr, y mientras estoy en el teatro ni el invierno me enfría ni el estío me da calor.

Yo estoy co[n]te[n]to, dixo F[adrique]. Y luego a Vgo: Vos, señor, nos auéys dicho de la especie de la poética dicha épica, la qual sólo tiene imitació[n] en le[n]guaje, y también de las otras dos especies, trágica y cómica, que la hazen con lenguaje, música y tripudio en diferentes tiempos, porque a vezes se habla, a vezes se tañe, a vezes se dança y bayla en ellas; resta que digáys de la otra especie quarta que falta.

Vgo res[pág. 129]pondió: Digo de la dithirámbica, que es imitación en lenguaje, con música y tripudio, no apartadas las imitaciones tres, sino vnidas y a vn mismo tiempo, como lo vemos en los zarabandistas. Y desta manera toma Aristóteles sus quatro diferencias, según los diuersos géneros de imitar; y, aunque alguno pudiera dezir que no son las poéticas diferencias más que tres, porque la trágica y cómica cae[n] debaxo de vn género, no ha lugar; que la cómica y la trágica son en otras cosas tan diferentes como luego se verá, y que se distinguen como blanco y negro.

Proseguid, dixo Fadrique, y con vuestro proseguir se borrará essa difficultad, q[ue] el intento del Philósopho fué sacar sus quatro especies por tres vías diferentes, y, al cabo, hallaréys que lo haze como lo pretende.

Dicho esto, Vgo prosiguió por el género diuerso de imitar diziendo: Assí como está dicho se sacan las diferencias; y por la diuersa cosa imitada desta manera: Algunos poetas imitan a mejores que en aquellos tiempos fueron, como la épica y la trágica, las cuales son imitaciones de varones grauíssimos quales nunca fueron; y esto, por suadir a los principes q[ue] sean como aquéllos, o, a lo menos, los imiten y parezcan en algo, ya que no en todo. Assí dezía vn amigo mío, estudiante en tiempo passado, que estudiaua para Papa, y por lo menos se quedaría co[n] el Arçobispado de Toledo.

Fadrique rió mucho el dicho y dixo: La razón es conueniente y justa, porque el poema épico o trágico que imitara a peores hiziera vn gran daño en el mundo (que, por exemplo de la liuiandad de los passados, se quisieran guiar los príncipes presentes y venideros); y como dize el prouerbio que a exemplo dél [pág. 130] se mueue toda la gente, y a exemplo de los passados príncipes, sin duda alguna, se mouerán los venideros. Assí que vnos imitan a mejores, como los ya dichos trágicos y épicos, y otros, como los cómicos, a contrarios; y esto, de la segunda diferencia que de la cosa imitada se toma. Sea, pues, la otra diferencia, la que agora imita a mejores, agora a peores, que por otro nombre fué dicha dithirámbica; assí dize el Philósopho en sus Poéticos que Timotheo, dithirámbico, fingió a los persas mejores de lo que ellos eran, y Filogenio, peores.

Esta dithirámbica, dixo el Pinciano, cada día la veo yo mil vezes hecha con sólo el lenguaje; porque me llego a vna parte y oyo dezir de vn ministro mucho bien, tanto que no cabe en él; y me llego a otra después, adonde de él mismo oyo dezir muy al contrario; y verdaderamente que ni lo bueno ni lo malo le toca tanto como aquellos que dél hablaron significan.

Cada vno, dixo Vgo, cue[n]ta de la feria como le va en ella, y especialmente quando es poco prudente y dexa lleuar su lengua del amor o del odio. Mas ésta es ya otra materia; boluamos a la nuestra. Dicho auemos cómo las quatro especies de poética se sacan del género diuerso de imitar, y de la cosa diuersa q[ue] es imitada; resta dezir de la otra vía por do[n]de las mismas diferencias se consiguen, que fué del modo diuerso de imitación.

El P[inciano] dixo entonces: Con licencia, señor Vgo, ¿qué es la causa por que auiendo hecho mención de imitación de mejores y peores, no la hazéys de yguales? ¿Por ventura entre mejores y peores se comprehenden los yguales?

Vgo respondió: Bien pudiera passar éssa por respuesta, mas yo soy de parecer que pocas vezes los poetas pintan [pág. 131] a los hombres yguales como ellos fueron; y esto por mayor imitación, la qual antes fué significada por vos, quando poco ha dixistes que cada día víades dithirámbicas o imitaciones de mejores y peores, y pocas vezes de yguales. Y esta respuesta aprueuo: que si los hombres por vicio natural que tienen, y aun los históricos, por la causa misma, jamás dizen o escriuen alguna cosa ygual a lo que ella fué, sino que siempre añaden alguna cosa o de malo o de bueno, ¿por qué los poetas, que son imitadores de estos tales, como en las demás cosas, no los imitarán en éstas? Añado que, si el poeta pintase yguales como los hombres son, carescerían del mouer o admiración, la qual es vna parte importantíssima para vno de los fines de la poética, digo, para el deleyte.

Dicho esto, añadió: Y vamos ya a la vía tercera, con que Aristóteles saca sus diferencias quatro, la qual es la postrera y por la qual, no sin razón, los escritores poéticos han oluidado a las demás, haziendo sólo de ella caudal como de más principal y que mejor enseña su intento.

Frag. 3.

De la tercera manera de imitar diuersa, que dizen diuerso modo de imitación, se sacan las quatro mismas especies assí; porque vnos poetas imitan hablando siempre ellos mismos, como está visto en la dithirámbica o zarabanda; otras vezes nunca ellos razonan por sus personas, sino por agenas y interlocutoras, como en los diálogos, tragedias y comedias; otras vezes los poetas razonan por personas propias suyas a vezes, a veces por agenas, como en las épicas se vee. A [pág. 132] esta vltima especie llaman poema común porq[ue] participa del vno y del otro; al segundo llama[n] actiuo, porque en la acción o representación tiene mucho de su eficacia; a la primera dizen enarratiua, porque el poeta se lo dize todo como narrando.

El P[inciano] dixo entonces.: Porque veáys que tengo atención a lo que dezís, os pido que me deys vn exemplo del poema que al principio hizistes primero y agora postrero; digo del enarratiuo, porque la dithirámbica no me parece que se vsa ya, y a la zarabanda no la quiero admitir a exemplo de poemas por ser tan vil y suzio, y digno de destierro.

Fadrique dixo: El Pinciano tiene mucha justicia; désele otro exemplo del poema enarratiuo o enunciatiuo, que ambos términos le suelen dar.

Vgo respondió: Las obras de Lucrecio, Empédocles y los tres libros de las Geórgicas de Virgilio, y las Sierpes de Nicandro philósopho, y los demás semejantes.

Fadrique replicó diziendo assí: Exemplos de poemas pide el Pinciano, que todos los que agora dezís no lo son, porque carecen del alma poética y del género, que es la imitación, y no tienen más que el cuerpo.

Vgo dixo: Pues sean los líricos poemas, los quales paresce auer sucedido en vez de la dithirámbica.

Ni éssos, respondió Fadrique, porque muchos dellos carecen de imitación, o, por mejor dezir, los más; y los que la tienen, no se reduzen al poema enarratiuo, sino al común, adonde a vezes habla el poeta y a vezes otra persona introduzida; quales son las de Horacio, lira tercera del libro tercero, y quarta de el quarto y quinta de el Epodo; y aquella del Petrarcha que comiença:Que’ll antico mio dolce empio signore.y algunas [pág. 133] de Iacobo Sanazaro. Menester es buscar exemplos nueuos de el poema enarratiuo, que éssos no son bastantes.

Dicho esto, Vgo se quedó rato pensando. Fadrique vió lo que hazía Vgo, y que andava con la reminiscencia en busca de algún exemplo, y le dixo lo que Progne a Tereo: «dentro tienes lo que buscas». Todas las descripciones largas que no fueron ni son ciertas y verdaderas, son poemas enarratiuos perfectos, porque tienen la ánima, que es la imitación de aquélla que no es ni fué, mas es verisímil que fuesse. Tal es la descripción de vuestro Parayso, la, qual es vna imitación verisímil de la cosa que no consta ser assí; y está en metros que dezimos terceros.

El Pinciano dixo entonces: Suplícoos, señores, sepa yo esta cosa para que más perfectamente pueda entender qué cosa es este poema enarratiuo.

Fadrique rogó a Vgo dixesse su Parayso, y Vgo dixo: La descripción es larga, y podrá ser que se me aya ydo de la memoria; diré lo que en ella tengo. Dixo assí:[Pág. 134] Al claro estremo del templado Oriente

En medio de ambos Polos, encubierto

A todos por vn honbre inobediente,

Se alarga y tiende vn soberano huerto,

Tan alçado del húmido Neptuno,

Que al tiempo de Noé fuera buen puerto.

No ay Inuierno ni Estío aquí importuno,

Ni el seco Otoño agosta su verdura,

Siempre el Verano dura, el tiempo es vno.

En el Mayo la fruta es bien madura,

En el Deziembre está de flores lleno,

La fruta y flor en todo tiempo dura.

Iamás produxo acá cielo sereno

Con artífice industria, y fértil tierra

Plantas quantas contiene el sitio ameno,

Aunque es llano y campio, abraça y cierra:

Todo fruto sabroso al gusto humano

Que da el áspero monte y fría sierra.

No es aquí necessaria humana mano

Que las escaue, pode, riegue, enxiera;

El sol tan solamente es hortelano.

No nace la naranja, no la pera

Con escudete o púa, como aquellas

Que enxiere acá la rústica manera.

El tiempo limador no haze en ellas,

No las gasta, no agosta ni enflaqueze,

En verde juventud siempre están bellas.

[Pág. 135] Ni el verde almendro ante el moral florece

Ni ante la fuerte palma victoriosa

El laurel victorioso se enuejece.

La rubia, blanca y encarnada rosa,

El sanguino clauel y azul violeta,

El alelís de flor varia y hermosa,

El cándido jazmín, cana mosqueta,

El lirio al ver y el que al oler gustoso,

Y del agudo nardo la espigueta,

La odora juncia y bel junco oloroso,

Narciso en açafrán y leche tinto,

Vn tiempo jouen por su mal hermoso,

Y aquel que antes fué Ayaz, ahora jacinto

A quien deue la palma justamente

El de Ithaca, Dulic, Same y Zacinto,

Figuras son que el poeta finge y miente.

Fué el secreto vergel y en él, las flores

Primero que no Aiaz, Narciso y fuente.

Estos y otros suauíssimos olores

Que mi memoria con industria oluida,

En olores distintos y en colores,

Ygualan a la vid en larga vida,

Y ésta al prudente amigo de poblado,

Cuya flor nunca fué del hielo herida;

Y el moral, al que a Palas fué sagrado,

Indicio antiguo de la paz humana,

Bien mientras se possee en poco estimado;

Y el oliuo a la palma soberana

[Pág. 136] Que mucho más resiste a la más graue

Y menos a la carga más liuiana.

No tiene rama alguna el huerto suaue

Que embidia tenga y de natura quexa,

Del corto o del biuir largo se alabe,

Corren y correrán a la pareja

Del passado principio al fin futuro,

Que breue ante los ojos se apareja.

Todo árbor del mal todo está seguro,

Y más que en el mundo pesce en agua clara

De toda enfermedad biue en seguro.

El lotho azul y verde, planta rara,

De suauíssimo olor y gusto estremo

Por quien hijos se oluida y muger chara,

Que a la compaña del astuto Nemo

Su patria hizo dexar, tomar la agena,

Si a mí no engaña aquel que a Poliphemo;

La vid cuyo vigor el lauro enfrena,

El lauro que al poeta da corona

Y quita la arma al cielo quando atruena;

Y el, que arroja su flor y la abandona

Al vario Hebrero y de paués desnudo

Pone en manos del loco su persona;

Y aquél de quien exemplo tomar pudo,

Digo, el moral que ampara el negro fruto

Antes gran tiempo con hojoso escudo;

El pino, amigo del terreno enjuto,

[Pág. 137] Enemigo de púa y coronilla,

De escudete, barreno y de cañuto,

Encino, abeto, roble y la quadrilla

Que en la montaña crece, y frío pedrisco,

Y al hombre apacentó en la edad senzilla,

El auellano, albérchigo y perisco,

Blanco y negro, ciruelo y negro endrino,

Cereço y guindo, amigo de arenisco;

Y aquél, en más preciado y de más dino

Que su padre, el durazno, y el cidoño

De rústica progenie hijo indino;

El áspero serual, roxo madroño,

Con la planta que flor jamás derrama

Y da un fruto al Estío, otro al Otoño;

Y aquella de Idumea noble rama

Que a la palma semeja, el fruto al dedo,

Por ello el dátil palma ella se llama;

El granado, que es dulce, y el azedo,

El níspero de tercio y quinto huesso,

A quien el cuerdo come no sin miedo;

El pero y el suauíssimo camuesso,

El mançano, ora grande, ora pequeño,

Y el que el olio nos da su grano espesso;

El peral, grato al gusto, y el cermeño,

El nogal, cuya sombra es de gran daño,

Especial si se entrega el hombre al sueño;

El cornudo algarrobo y el castaño,

Que su rayz a la montaña arrima,

Do la falta del pan suple cada año;

[Pág. 138] Y aquel de quien naranja, cidra, lima,

El limón, la zuamboa y toronja pende

El tiempo que passo de más estima,

Y otras que enfermedad y tiempo ofende

En otros, no las daña en este suelo,

Plantándolas Dios, El mismo las defiende

Libres de nublo, niebla, viento y hielo,

De bochorno, langosta, hormiga, coco,

Pulgón, oruga y de escarauajuelo,

Libres de muerde, huye y tajamoco,

Y de otros que al mazizo ramo hueco

Y al hortelano sabio bueluen loco.

Reboluedor gusano ni reseco,

Telaraña, carcoma, estrepadura,

Jamás al verde tronco hizieron seco.

No de animal dañoso mordedura

Dañosa fué jamás, qual amaranta,

Eterna de continuo y verde dura.

Nunca jamás se vió en la estanza santa

Fiera alguna, o doméstica alimaña

Que mordiendo estragasse alguna planta.

Ni planta tan odiosa y tan estraña

Que al hombre dañe ofenda y contradiga,

Como acá contradize, ofende y daña,

Ni maléuola rama y enemiga,

Enferma en gusto, infausta en el agüero,

Toda benéuola es alegre amiga.

No crece el ramo aquí que fué primero

Horca, soga y cuchillo al delincuente,

[Pág.139]Llámanle caña y es muy más que azero.

Con su liquor al Sócrate innocente,

Mientra de dioses se rye la muchedumbre,

Quitó la vida la atheniense gente.

¡O siglo vano! ¡Antigua esta costumbre,

Quál dañosas, punir las obras buenas,

a los buenos poner en seruidumbre!

Matas tus sabios, ¡o cruel Athenas!

tú, Ierulalém, a tus Prophetas

Apedreas, afierras y condenas.

Fléchanse el día presente estas saetas,

Si abres la vista y miras ojo atento,

No ay que buscar historias ni poetas.

No se siente tampoco en este assiento

El culandro mortal, ni apio risueño

Que risa y lloro engendra en vn momento;

Ni aquellas yeruas que del torpe sueño

Toman el nombre y dan el çumo frío,

Frío y dañoso más que el frío velheño;

Ni aqueste que locura y desuarío

Produze en quien le come o quien le beue

Y del celebro lleno haze vacío;

Ni el texo, al biuir largo, al matar breue,

Temido mas que con causa justa y reta

Que no el hierro pessado y fuego leue,

A nadie su malicia está secreta,

Muerte su sombra flechas su madera

Da, y su liquor, veneno a la saeta;

Ni la yerua que dizen ballestera,

[Pág. 140] Que al que prende la sangre, en presto buelo

Le haze vaya a pisar la otra ribera.

No produze tampoco el fértil suelo

Mandrágoras ni acónitos mortales,

Ni el que mata en un día, ni el napelo,

No mortíferos hongos, ni otros tales,

No el phárico cruel y adelfa amarga

Que imita a los laureles y rosales.Dicho esto, Vgo reparó vn tanto, como quien quería passar adelante y procuraua reminiscencia de lo que auía de dezir, y, no le viniendo ella, dixo: Yo no me acuerdo del resto, y aun esto está mal acabado.

Y F[adrique]: Lo mejor se os oluida; que aquellas descripciones de los quatro ríos, que de vno nacen por ocultos canales, me parece están bien pintadas. Y aunque la del río cuyo nacimiento era a la falda de vna cuesta, diuiso en muchos arroyos, que a poco espacio juntos hazían el corriente marauilloso, y la otra, del que salía por entre vnas peñas de manera que parecían sudar copiosamente,

y cuyo sudor se conuertía allí en el río segundo, me fueron muy agradables, pero especialmente me agradaron las otras dos descripciones de los otros dos ríos. El vno de los quales tenía su nacimiento con profundo silencio, y el otro, con vna harmonía muy sabrosa. Nacía el río callado en vn prado lleno de mil géneros de flores y muy espacioso, el qual después se estrechaua y al remate daua la alta corriente olorosa y con gran silencio. Y el vltimo brotaua de vn caxcajal de piedras de mil colores hermosíssimas, dixeras vnas ser dia[pág. 141]mantes, otras rubíes, otras saphiros, otras granates, y en suma, auía allí de todas suertes de piedras preciosas. La agua salía saltando de lo baxo, y, al subir, mouía las piedras, las quales, cayendo vnas sobre otras, hazía[n] vna harmonía soberana. Assí, señor Pinc[iano], lo podéys imaginar, sino que estaua mejor en el papel de Vgo que no en mi lengua.

El Pinciano dixo: Yo estoy contento, mas pregunto: ¿Por qué llamáys poesía perfecta a esta descripción priuada de toda imitación?

Vgo respondió preguntando assí: Dezidme, señor compadre, si en el Parayso verdadero está como yo lo pinté.

El Pinciano respondió: Pienso que sí.

Y Vgo: Pues yo pienso que no; porque ni lo ví ni lo ley, sino imaginando como me pareció razonable; y, según esto, imitación ha sido la mía, y, por el ta[n]to, poema perfecto; perfecto, digo, qua[n]to a las dos cosas, metro y imitación.

Está bien, dixo el Pinciano, pero yo no veo imitada acción alguna, affecto ni costumbre humana.

Aquí tomó la mano Fadrique y dixo: Mouido se ha la questión, y no nueua, si el poeta perfecto deue imitar acción personal, acerca de lo qual diré mi parecer; con que el que sintiere otra cosa, me contradiga.

Ambos dixeron que lo harían. Y Fadrique luego: Dicho auemos que el poema es imitación en le[n]guaje, y qual el pintor de heruajes es pintor como el de figuras, ni más ni menos el poeta que pinta y descriue las otras cosas, es ta[m]bién poeta como el que imita affectos, acciones y costumbres humanas; y tan fina poesía es la descripción del puerto que Virgilio en el primero de su Eneida haze, y la que, en el segundo, de las dos serpientes que se enlaçan al Laacón, co[pág. 142]mo la acción de Eneas quando a Turno dió muerte; de manera que, en razón de poema, tan imitación es la primera como la segunda, y la segunda y las dos como la tercera. Y assí no me parece se deue dudar de aquí adelante en este particular. Mas, assí como en los hombres ay vnas acciones más illustres que otras, en los poemas las ay también; entre las quales ternán más primor los que imitan cosas biuas que no muertas; y los que remedan acciones humanas que no brutales; y los que remedan acciones brutales que no los que cosas inanimadas, si en lo demás son yguales. Assí que las descripciones de tiempos, lugares, palacios, bosques y semeja[n]tes, como sean con imitación y verisimilitud, serán poemas; y no lo será[n] si de imitación carece[n], que el q[ue] descriuiese a Aranjuez o al Escurial assí como están, en metro, no haría poema, sino escriuir vna historia en metro, y assí no seria hazaña mucha; porque la obra principal no está en dezir la verdad de la cosa, sino en fingirla que sea verisímil y llegada a la razón; por cuya causa, y porque el poeta trata más la vniuersalidad, dize el Philósopho en sus Poéticos que mucho más excelente es la poética que la historia; y yo añado que porque el poeta es inuentor de lo que nadie imaginó, y el historiador no haze más que trasladar lo q[ue] otros han escrito.

Esto dicho por F[adrique], Vg[o] y el Pin[ciano] a vna començaron a hablar, y a vna dexaron la plática para dar lugar el vno al otro.

F[adrique] dixo entonces: Sin duda que yo he menester escudarme co[n] solicitud, pues tantos se me reuelan. Con dos juntos dizen q[ue] Hércules no basta; vno a vno los quiero; y sea Vg[o] el primero.

Y Vg[o]: Por obedecer digo que mi propósito [pág. 143] no es co[n]tradezir a vuestra sentencia dada, mas co[n]firmarla diziendo: q[ue] en cierta manera es más del poeta la imitació[n] de las cosas sin ánima que no de las animadas, porque a éstas se atreue muchas vezes el histórico, y a aquéllas, nunca.

No me parece mal, respondió F[adrique], aunq[ue] en qua[n]to a la imitación del historiador podía dezir alguno que la toma prestada del poeta por más deleytar. Sentid como querays, que todo me parece bien. Y si desta questión queréys entera resolució[n], averiguad primero quál es más noble scie[n]cia, la que enseña Philosophía natural o la que la moral, que desta resolución nacerá essotra; porque el que imita a personas, casi sie[m]pre pretende la moral, y el que a cosas naturales, la natural. Y diga el Pi[nciano] lo q[ue] quería.

Yo, señor, dixo el P[inciano], ni quiero argüyr co[n]tra vuestra sente[n]cia ni ta[m]poco co[n]firmarla, ni au[n] tocar en esse pu[n]to de la imitació[n], sino pregu[n]tar: ¿Q[ué] entendéys por lo q[ue] aueys dicho que el poeta se exercita en lo vniuersal, y el histórico en lo particular?

Ya lo digo, respondió F[adrique], el blanco adonde tiran las saetas es muy pequeño; y lo que no es bla[n]co, es tan gra[n]de como todo el mu[n]do, assí, la verdad está en pu[n]to y la me[n]tira es todo lo q[ue] no es este punto de verdad. ¿Auéysme ente[n]dido? Q[ue] el historiador va atado a la sola verdad, y el poeta, como antes se dixo, puede yr de acá y por acullá, vniuersal y libreme[n]te, como no repugne a las fábulas recebidas ni a la verisimilitud.

¿Y quál sería mayor delicto, pregu[n]tó el P[inciano], pecar el poeta en co[n]tradezir a las fábulas recebidas o en apartarse de la verisimilitud?

Esto pregu[n]tado, Vgo se llegó hazia la oreja de F[adrique] y por las primeras y las postreras sílabas pareció le dezía a vezes: «Estos ignorantes pregu[n]tan cosas q[ue] [pág. 144] atajan a los que más saben». Y en voz algo más alta tornó diziendo: A mi parece que la verisimilitud es lo mas intrínseco de la imitación, y, aunque Aristóteles no dezide esta questión, se deue tener que lo verisímil es lo más importante.

Fadrique dixo: Está muy bien lo dicho; mas aduertid si el mandar el Philósopho que no se alteren las fábulas recebidas es a fin que se guarde la verisimilitud, de manera que debaxo de vno se incluya lo otro. Yo, a lo menos, diría que sí, porque si Virgilio no fuera fundando su fábula sobre la de Homero tan recebida, Virgilio no fuera tan creydo como hombre que trahía cosas fuera de lo verisímil. Deste aplomo de vnas fábulas con otras se hablará qua[n]do de la Fábula agora esto baste, y passemos adelante, que auemos hecho larga digressión de las difere[n]cias de poemas, las quales son nuestro principal intento.

Frag. 4.

El Pinciano dixo luego: Ya yo estoy en que son quatro las especies principales de los poemas y que se sacan por tres caminos diferentes, por el género diferente de imitación, y por la diuersidad de la cosa imitada y por el distinto modo de imitar. Y sé también que la forma más vsada y más común de sacarlas es la vltima, que del diuerso modo de remedar trata;, y, en suma, estoy contento quanto a las diferencias y especies que del ánima sacan;, mas no estoy satisfecho del todo porque yo veo q[ue] del metro ha[n] tomado muchos poetas el nombre y la diferencia, y se dizen poetas exámetros, elegíacos y otros assí.

Marauilla fuera, dixo Vgo, no auer aquí algún estropieço con el metro, mas, en la verdad, éste no es el lugar propio de tratar de la parte q[ue] [pág. 145] él en la Poética tiene, porque las differencias de las cosas siempre se toman y deuen tomar de la parte más essencial. Digo, pues, q[ue] delante de la imitación no tiene ser alguno el metro, ni le toca el poner differencias a los poemas, sino que sea la fábula con él como Duero con Pisuerga, quando a la puente de Simancas se juntan, que Pisuerga dexa el nombre a Duero y no viue más de ay adelante. Assí q [ue] los poemas todos que gozan de imitación es fuerça que tomen el nombre della y dexen el del metro, porque mediante la imitación se distingue[n] de los demás poemas.

Essas, dize F[adrique], palabras son d[e], Aris[tóteles] en sus Poéticos, o, por mejor dezir, sente[n]cia es essa suya, aunque con diferentes palabras; la qual confirma con el común modo de hablar, diziendo a los que haze[n] metros sin imitación, no poetas, sino exámetros o élegos, o otro nombre según el metro; y que a las obras de los tales no pusieron las gentes nombres de poemas según la ánima y essencia, la qual no tenía[n], sino del cuerpo o materia sujeta, digo el metro, y, según éste era diferente, le dieron diferente nombre. Y assí Empédocles. que escriuió Philosophía natural y historia en metro, no fué dicho poeta, sino exámetro. o, si ya mas quereys, escritor exámetro, añadiendo la diferencia poco essencial del metro, lo qual no dizen a Homero, cuya obra está llena de imitación, sino poeta simplemente, y si diferencia le quieren añadir alguna, dirán heroyco a su poema, según la persona imitada, y común, según el modo de imitar; y según el género, le dirán poema que con sólo la lengua imita.

Otro exemplo, dixo el Pinc[iano], quisiera yo, señor Fadrique, que fuera por vos traydo en co[n]firmación desta do[pág. 146]trina, y no el de la heroyca que dezís, a la qual el Philósopho dize Epopeya y agora los modernos Epica; y estos nombres dos están tomados de Epos, que quiere dezir verso exámetro o heroyco; y, por el tanto, parece el tal poema, no obstante que es toda imitación, recebir con el nombre su diferencia y especie del metro y materia sujeta, auiendo menospreciado a la que del ánima y imitación deuía tomar.

Vg[o] dixo entonces: Lo mismo casi fuera si truxera exemplo de la trágica y de la cómica, las quales, aunque no toman el nombre del metro, tampoco le toman de la imitación; por la trágica tomó el nombre del cuero y de las hezes, y la cómica, de los barrios por donde andauan los que la representauan; y, al fin, no son nombres de género de imitación. A todo lo qual respondo que Aristóteles vsó de los nombres que él halló en su tiempo vsados, y que si los huuiera de poner de nueuo, fueran sacados de la imitación sola, como de la parte más essencial; y que el Philósopho no aprouó el vso que las gentes tenían en llamar exámetros o elegiacos, según los metros, a los que con imitación los escriuían, antes quisiera él que les dieran nombre según la imitación. Esto verá el que atentamente leyere sus Poéticos, en los quales permite que el autor de los exámetros o élegos, y de otros metros sin imitación, sea dicho exámetro y élego, mas no que sea llamado poeta simplemente, sino con añadidura de exámetro y élego; y assí de los demás, como poco antes dixe de Empédocles; por lo qual los que sin imitación hazen metros, prudentíssimamente por algunos son llamados, no poetas, sino [pág. 147] metrificadores. Esto confirma Aristóteles, y por otras maneras, y porque en todos sus Poéticos no ay mención de doctrina en metros, como que ellos para la poética imitación no fuessen necessarios, antes en cierta manera, como antes está dicho, repugnantes. Después verná tiempo que desta cosa se trate más a lo largo, y que agora mi intento no ha sido otro que excluyrla como parte que no tiene essencia alguna para asignar las diferencias y hazer las especies poéticas, como ni tampoco la tuuo en la difinición.

Ya yo veo, dixo Fadrique, lo que dezís, y que estáys todauía muy colérico contra el metro, más de lo que es razón; que, aunque él no tenga essencia en la poética y dél no se saquen las diferencias legítimas, al fin es obra de ingenio versátil y furioso, qual para la poética diximos necessario. Y estoy con recelo, según vuestra cólera, que otro día no me le echéys del todo de la poética.

Los metros, dixo Vgo, que no contienen imitación, echados están muchos años ha de la razó[n] de poética, assí como las imitaciones en lenguaje dentro della; y esto por lo que el otro día dixe que la imitación y el metro se compadecen, a causa de estar contrario el vno de otro.

Fadrique dixo riendo: También la ánima humana y cuerpo son en discordia y pugnan infinitas vezes, mas no dexan de cohabitar juntos; y yo he visto muchos casados muy discordes y cohabitar también, y aun dar fruto al mundo no escaso. Vemos a la imitación con el metro junta, y que parece bien. y no me parece se deue de contradezir este casamiento, pues, en la verdad, presta fruto, que es el deleyte, para que la [pág. 148] doctrina mejor escuchada sea.

Dicho, luego dixo Vg[o]: Vos, señor Fadr[ique], sabéys mejor que yo la poca parte que en la poética el metro tiene, aunque más digáys; y si no, ajústame esta doctrina con la verdad y razón; si las diferencias de los poemas se sacan de los géneros diuersos y personas y diuersos modos de imitación, ¿cómo será poema el que della careciere? ¿Cómo será especie de otra cosa la que estuuiere debaxo de su género? ¿Por ventura queréys que vno sea caballo y no animal? Mas se os entiende que no esso. Y, pues esta materia del metro se ha dexado para otro día, entonces se tratará.

Fad[rique] dixo: La materia y el arte de hazer los metros es la que conuiene se dexe para otro día; mas esta de agora que toca en las diferencias de los poemas, naturales deste lugar y no de otro alguno; y, por mi vida, q[ue] quien tantos metros, y no malos, ha hecho, no es razó[n] esté oy ta[n] áspero co[n]tra ellos. Es la porfía en las disputas necessaria hasta aueriguar la cosa; y assí digo y porfío que, pues todos los poetas, o casi todos, vsan el metro, será razón darle algún lugar, o algún rincón siquiera, en la Poética.

Por cierto, respondió Vgo, yo no lo hallo; si la Poética consiste en imitación, echad fuera la imitación, y entre el metro en hora buena. Esto dixo Vgo, no sin cólera.

Fad[rique] respondió: No sería yo el primero que lo huuiera hecho; algunos escritores lo hizieron y muchos lectores lo creyeron y creen.

A esto dixo Vgo: Pues creedlo vos, señor Fadrique, si tan amante soys del metro.

Fadr[ique] se rió mucho de ver a Vgo tan enojado, que le huuiese dicho necio sin entender lo que dezía, y respondió, riendo también: Digo q[ue] nunca crey en essa doctrina, y, si la crey algún [pág. 149] tiempo, que reniego della.

Dicho, cayó, como dizen, Vgo en lo que auía dicho, y, después de auer pedido perdón a Fad[rique], dixo: Si al que haze metros por los hacer llamamos poeta, escriuiendo la cosa como ella es, ¿qué diferencia aurá del poeta al histórico? Ninguna; y será tan bueno Pedro como su amo, y terná vn mismo no[m]bre el que se halla la cosa hecha y el que anda alambicando su cerebro para la hazer y deleytar y enseñar al mundo.

Ya lo veo, dixo Fadr[ique], que tenéys mucha razón; mas, con todo esso, es justo, por lo que antes dixe, que el metro tenga algún lugar en la Poética.

Vgo replicó: Ya al principio se le dió más de lo q[ue] el metro merece.

Y, queriendo passar adelante, el Pinc[iano] se entrepuso dizie[n]do: A lo menos, no se deue negar el lugar de la materia sujeta; porque si lo es el lenguaje, también lo será el metro.

Ni aun esso tampoco, dixo Vgo, admito; q[ue] sería hazer al metro necessario para la Poética; lo qual ni Arist[óteles] hizo, ni aun graue varón alguno; y sería que ni los Diálogos de Platón, ni las Fábulas de Esopo, ni las Milesias, ni la Historia d[e] Ethiopía y otras assí, fueran poemas; y sería que ni la Vlysea de Homero, que anda en prosa, ni Quinto Calabro, ni otros infinitos lo fuessen.

Fadr[ique] dixo entonces: Vos, señor Vgo, auéys apretado harto y bien este negocio el día passado y agora más; y, con todo esto, me auéys de co[n]ceder al metro el lugar que todos los varones doctos le dan, que es ornato de la Poética y deleyte del oyente.

Esso, dixo Vgo, en hora buena; y añado que pude dar diferencias en las obras que carecen de imitación, mas se entienda que no es ornato del poema; porque el poema tiene alma y cuerpo, y la alma, que es la imitación [pág. 150], no es dél adornada, antes desfigurada: será ornato del lenguaje o sujeto poético. Y quede assentado ya que la imitación en prosa es vn poema sin atauío, pero viuo y verdadero, y la escritura sin imitación, en metro, es vn cuerpo muerto adornado.

Fadrique dixo: No me parece mal, y hágase, por vida mía, vna red varredera y que abrace a peces gra[n]des y pequeños y a muertos y viuos, para que el Pinciano sepa, y todos sepamos, las especies que, viuas o, muertas, quedan de Poética sobre las ya dichas quatro.

Vgo dixo ento[n]ces: De los poemas diximos ya que vnos son enarratiuos o enunciatiuos, adonde el poeta se lo dize todo; otros, actiuos, adonde todo es dicho por agena persona del poeta; y otros, comunes, adonde a tiempos habla el poeta, y a tiempos otra persona por él introduzida de la manera que antes diximos. Agora, passando adelante, subdiuidamos estos géneros en sus especies; y, hablando del primero, que fué enunciatiuo, digo que es vno con imitación; otro, sin ella. El que es con imitación, o es dithirámbico, o descriptorio de alguna cosa ya está dicho qué sean estas descripciones y qué cosa es la dithirámbica, o es sin imitación; y éste se diuide en tres especies: en angéltico, q[ue] escriue sente[n]cias, como las d[e] Michael Verino; y en didascálico, a do se enseñan artes y disciplinas especialmente, como el de Empédocles, Lucrecio y Nicandro; y en histórico, como si la Historia de Erodoto o otra alguna le pusieran en metro, sin fábula ni imitación, o como la Pharsalia de Lucano, que tiene muy poca o casi ninguna. Y esto, del enunciatiuo o enarratiuo.

Poema enu[n]ciatiuo perfecto.

Poema enu[n]ciatiuo muerto.
Poema actiuo siempre es viuo.

Vamos al segu[n]do, que fué el actiuo; el qual siempre tiene perfec[pág. 151]ción de ánima y imitació[n], mas no sie[m]pre de metro; porq[ue] ay vnos poemas actiuos q[ue] andan acompañados con el número contino, como las tragedias; otros nu[n]ca le tiene[n], como los diálogos; otros a vezes está[n] sin él, a vezes co[n] él, como las comedias, a las quales formaro[n] los antiguos co[n] metro disfraçado, y al presente las vemos en Castilla co[n] metros, y sin ellos, en Italia. Y esto del género actiuo y segundo. Digo del vltimo y común, q[ue] siempre es viuo, como el heroyco, del qual se sabe quál sea, y q[ue] trata de gra[n]des y altos varones.

Poema común siempre es viuo.
Aquí cessó vn ta[n]to Vgo, y, visto por F[adrique], dixo: Vos, señor, prometistes abraçar a todos los poemas y dezir de las especies dellos en particular. y ni lo vno ni lo otro auéys cumplido. Pregu[n]to: ¿debaxo de q[ué] género se co[m]prehe[n]den las Epístolas de Ouidio? Y ta[m]bién pregunto: ¿por qué auéys dexado ta[n]tas especies de poemas como quedan? ¿Por q[ué] al lírico, al satírico, al pastoral, y por q[ué] a otros muchos q[ue] no me acuerdo, los quales no están inclusos en vuestra diuisión?

Vg[o] respondió: Yo empre[n]do camino de otro ninguno andado; y esto por huyr de los q[ue] otros errando abrieron; y assí, señor F[adrique], os suplico q[ue] preguntándome me ayudéys a responder, porq[ue] verdaderamente estas entradas en vías nueuas son dificultosas, y más las salidas. Y, respo[n]diendo a la primera duda, de las Epístolas de Ouidio, digo q[ue] yo las reduzco al poema comú[n] y a la heroyca; y tomo, por lenguaje del poeta, la inscripció[n] de la Epístola, y la Epístola toda por le[n]guaje d[e] la p[er]sona induzida por el poeta; como en la Epísto[la] de Penélope dize la inscripció[n]: Penél[ope] a Vlyses; ésta, pues, digo yo q[ue] es la plática del autor, y lo demás, d[e] Penél[ope], la qual es induzida por el autor. Assí queda la Epíst[ola] debaxo del poema comú[n][pág. 152] y de la heroyca.

Epístolas de Ouidio se reduzen a la heroyca.Fad[rique] dixo: No me parece malo. Veamos la segu[n]da dificultad, q[ue] tiene mucho de su parte.

Frag. 5.

Y Vgo a esto: Confiesso que se me oluidó hazer vna distinción y diuisión al principio; y es que de los poemas, vnos son regulares y puestos siempre debaxo de vn mismo modo de escritura, como antes hemos dicho de la dithirámbica y descripciones, que están debaxo del enarratiuo, y como los diálogos, cómicas y tragedias, que están debaxo del actiuo, y como la heroyca, que está debaxo del común. Otros ay irregulares y extrauagantes, los quales, agora están debaxo deste modo, agora de aquél; tales son los líricos, de los quales más están debaxo del enarratiuo, a do todo lo habla el poeta, y algunos, debaxo del común, y aun yo los he visto alguna vez debaxo del actiuo, en las representaciones adonde canta y tañe y otro responde. Exemplos del enarratiuo no son menester, que está lleno Horacio y Píndaro. Del comú[n], Horacio en la Ode 3 del 3, 4 del 4, 5 del Epodo que antes referimos. De los pastorales digo lo mismo, que vna vez se hallan enarratiuos, como en la Egloga 4 y 10 de Virgilio; otras, en actiuo, con el mismo Virgilio, Egloga 1, 3, 5, 9; y otras, en el común, como en la 2, 6, 7 y 8. Y esto respondo a lo del Poema lírico y pastoral. A lo del satírico digo: que no ay dificultad alguna, porque si habláys de la sátira antigua griega, ella es poema actiuo y lo mismo que la comedia; si de la moderna y latina, el poema enarratiuo comúnmente, y en el, qual sie[m]pre suele hablar el poeta reprehendiendo a quien le parece.

Poemas regulares y irregulares.

El Pinc[iano] dixo entonces: Y si vn poeta satírico quisiesse introduzir en la suya otras perso[pág. 153]nas o quitar la suya del todo, ¿podría?

F[adrique] respondió: ¿Quién duda? Vgo habla según lo que hasta agora halla más general; y, si mucho escudriñásemos las lecciones satíricas latinas, pienso que en ellas hallaríamos de todos poemas, digo, enarratiuos, quales son los satíricos ordinarios, y actiuos y comunes, aunq[ue] raros. Y lo que en estos poemas se deue tener es lo que Vgo muy bien ha dicho, que los tales son extrauagantes y que se reduzirán al modo de imitación enarratiua y actiua y común, si tienen imitación; y, si no la tienen, al modo enarratiuo solamente; porq[ue] éste es capaz de imitación y no imitación, lo qual los otros dos modos no son, y a quienes, como está dicho, necessariamente conuiene el remedar.

El P[inciano] dixo: A mí paresce auer entendido este negocio: que los poemas vnos son regulares y que sie[m]pre guardan vn modo de imitar y remedar, como la Dithirámbica, que siempre es enarratiua, y la Comedia y Tragedia, siempre actiua, y la Heroyca, siempre común; y que ay otros que, por no guardar orden, dezís extrauagantes, los quales agora del vno, agora son del otro, agora del otro modo, quales del lírico y pastoral está prouado, y del satírico auéys significado y me agradó mucho, mas holgaría saber de otras especies de poemas, si las ay, lo que sentís en particular.

Lírico. Pastoral. Satírico.
Vgo dixo ento[n]ces: ¡Y cómo si las ay! Ay poemas y aún poemillas. Y, dicho esto, echó mano al seno y, sacando vn papel, dixo: Este escrito hize esta mañana para cierto efecto, y aquí están todas las especies que yo he podido recoger, y aun los nombres diferentes que de poemas hallo. Dicho, empeçó a leer y dezir desta manera: Ay Mimos, los quales son especies de poemas actiuos, porque [pág. 154] en ellos el poeta dize lo que quiere por agena persona, o con persona de vn ciudadano, o de vn sieruo, o de quien le parece. Y estos mimos no son, a mi parecer, otro que vna persona de comedia que se ha alçado con nombre de mimo, porque son más imitantes que los demás poemas. Ay Apólogos, los quales son poemas comunes; tales se veen las fábulas que dize[n] de Esopo, en las quales agora habla el poeta, agora otra persona introduzida por el poeta. Ay Epigramas, que, como la lírica y pastoral, son extrauagantes, porque muchas vezes son del modo enarratiuo y no pocas del actiuo, adonde pregunta vna persona y otra responde, y tambié[n] los deue de auer del común, aunque yo no me acuerdo.

Mimo.
Apológos.
Epigramas.Aquí cessó vn poco Vgo, y F[adrique] dixo: Vos, señor compañero, auéys diuidido al poema por el modo diuerso prudentemente y, después de auer hecho mención de los quatro poemas principales y fuente de todos los demás (digo Heroyca, Trágica, Cómica y Dithirámbica), auéys hablado de otras seys menos principales, dichas Pastoral, Satírica, Lírica, Mimo, Apólogo, Epigrama; y resta que digáys de los poemas o poemillas, que son muchos a mi parecer, y haréys vna gran cosa, no digo en traellos en la memoria, sino en traellos en esse papel según son muchos.

Vgo dixo: Yo he cogido los que buenamente puede; si alguno se me ha huydo de la memoria, la vuestra buena me le traerá. Atención: que doy principio a lo que mandáys. Y digo, primero, de las Rapsodias, que en verdad no son especies, sino pedaços de otro poema; assí los antiguos dieron nombre a los libros en que fué diuidida la Iliada y Vlysea de Homero, el [pág. 155] qual se les dió como que eran pedaços de la obra principal, y porque, como los fueron hallando y ju[n]tando, los yuan cosiendo: que el nombre de rapsodia quiere dezir costura de cantos. Sigue el Centón, el qual no es otra cosa que vna juntura de metros sacados de partes diferentes del poema que varíen el sentido del que en su lugar propio tenía[n], como si vna persona de los versos de Virgilio tomara vno de vna parte, otro de otra, y otros de otras, y, mezclando los de las Eglogas a los de las Geórgicas, y éstos a los de la Eneyda, hiziera algún tratadillo, cuyos versos fueran aplicados a cosa diferente de la que Virgilio los aplicó. Desta manera fué el que Aristóteles dixo Hippocentauro de Cheremón, en sus Poéticos, y el que compuso vn Matrón, poeta, de los versos homéricos, de quien se escriue que juntó grande número y le aplicó a la cozina. Este poema se reduzirá, según razón, al poema común, como el principal de donde manó lo era, que es la Heroyca.

Rapsodia.
Centón.Este poema, dixo F[adrique], oydo le he yo traer, mas no entre los Centones, sino entre las Parodias.

Parodia.

Y el Pinciano: Si yo supiera qué cosa es Parodia, entendiera lo que dize Vgo.

El qual tornó a tomar la mano y empeçó assí: La Parodia no es otra cosa que vn poema que a otro contrahaze, especialmente aplicando las cosas de veras y graues a las de burlas. Y assí confiesso que el poema de Matrón, el qual aplicó los metros de Homero graues a las burlas de la cozina, tiene mucho de la Parodia; mas si estos versos, como yo imagino, fueron tomados vno de acá y otra de acullá, y juntados de partes diferentes, también será Centón.

Mezcla de Centón y Parodia.
El Pinciano dixo entonces: No nos detengamos en esto, q[ue] [pág. 156] yo lo entiendo ya y esta fiesta a mí se me haze.

Vgo se sonrió y dixo: Ay también poemas dichos Synthetas y Hypocrematas, los quales son especies de Dithirámbica, o, por mejor dezir, la Dithirámbica misma. Ay Grifos que dizen, difíciles mucho de ser entendidos, cuya dificultad no nasce de los vocablos, los quales so[n] claros, sino del labyrintho y enredo dellos. Ay Enigmas, cuya dificultad nasce de los vocablos peregrinos o contrariedad de los propios, en los quales Enigmas no retiene[n] los peregrinos su propia significación, sino q[ue] la truecan y mudan de manera que son desconocidos. Ay también este no[m]bre Scholio, el qual no significa otra cosa que canción hecha en vanquete, o ca[n]tada antes, y si alguna vez Plutarco dixo, al Grifo, Scholio fué por razón de auer sido solenizado en comida pública. Y, en suma, para abreuiar, digo de los demás Poemas que restan, que, o se aplican a dioses, o a hombres. Los que a dioses, fueron dichos Hymnos, de los quales, vnos contenían las alabanças dellos; otros con la alabança los inuocauan, y por esto fueron dichos inuocatorios; y aun estos eran diuididos en otras especies que agora no hazen al caso. Digamos de los poemas aplicados a los hombres, los quales, o eran en alabança dellos, o en vituperio, o en nascimientos, o en bodas, o en partidas, o en tornadas de alguna persona amada, o eran para actos miserables y tristes. De todos yré haziendo mención, según el orden dado. Digo, pues, de los primeros, que se hazían en alabança de hombres, que, si los tales poemas co[n]tenían solamente la alabança de la virtud de algunos, se dezían Loores; y si demás del loor de la virtud, por el poema persuadían a los oyentes la estimació[n] [pág. 157] del ho[m]bre, se llama poema encomiástico; si la alaba[n]ça era de algú[n] acto militar y victorioso, tenían no[m]bre Peá[n], el qual, si en vanquete se cantaua, era llamado Scholio, y si en victorias y fiestas, juegos, luchas, carreras, era dicho Epinicio: tales fueron los más de Pindato.

Grifos.

Enigmas.

Scholio.
Hymnos.

Loores.

Encomiástico.

Peán.

Scholio.

Epinicio.

Panegíricos.

Panegíricos se dixero[n] los poemas que en alabança de otro y concurso de gentes eran cantados; y los que en honor de sus maestros hazían los discípulos, eran Pedeuterios llamados. Y esto, de los poemas en alabança de hombres. Digo de los que en vituperio se hazían; de los quales los que contenían vituperio simplemente, eran Iambos; los que maldiciones mezcladas con vituperios, Diras; y el poema adonde el autor de Iambo o Dira se retrataba de lo dicho, era el llamado Palinodia. A los poemas todos q[ue] en nacimientos se hazía[n], dieron nombre Genethliacos, y dellos no sé que huuiesse más que vna especie. De los que se hazía[n] a los matrimonios, dichos Esponsales, auía muchas más especies, porque eran los dichos en alabança de los nouios llamados Hymeneos; y Ilarodos, los que se cantauan a las bodas, los quales era[n] algo lasciuos; y Ionios, los q[ue] lo eran más (aunq[ue] estos poemas fuera de las bodas también se cantauan, como agora la zarabanda); otros, cuyo nombre oluidé, se cantauan a los nouios, quando yban a sello, lasciuos también mucho. Y los que después de habello (que eran vnos coloquios entre la dama y galán muy ridículos y no muy honestos) dichos Oaristos. Los que se hazían a partidas y tornadas de amigos eran assimismo muchos, porque según a lo que yuan los ausentes, y las tierras y marcas que auía[n] de passar y otras cosas, assí les dauan los nombres. Los Elegos y miserables [pág. 158] poemas fueron también no pocos, porque los que se hazían a suuersiones de patrias, llamauan Threnos o lamentaciones; los que a muerte, fueron dichos primero Elegías, mas ya este nombre de especie de tristeza se hizo género, y significa a todo poema lutuoso y triste, como son las que en Castilla dezimos Endechas (házense a destierros, absencias, disfauores de amor y golpes de fortuna), y los poemas que a muertes se aplica[n], han tomado otro nombre, dicho Epicedio; y si el muerto auía de ser quemado q[ue] assí lo vsaua[n] en algunas tierras dezían al poema Nehemía; y si enterrado, Epitafio; Pare[n]talias o Inferias, los q[ue] se ca[n]taua[n] a los aniuersarios; Monodia, qua[n]do alguno solía llorar en el teatro alguna muerte; y Epodo, vna breue ca[n]ción q[ue] al remate de otras se hazía, la qual se vsaua, no en poemas tristes solame[n]te sino en muchos de los líricos; y assí dixo Horacio al vltimo libro de sus líricos Epodo, y assí digo yo a los remates de las ca[n]ciones q[ue] se rematan co[n] vn pedaço de la misma ca[n]ció[n] Y éste ta[m]bié[n] sea por oy el remate y Epodo de la nuestra.

Pedeuterios.

Iámbicos

Diras.

Palinodia.

Genethliacos

Hymeneos.

Ionios.

Oaristos.

Elegos.

Threnos.

Elegías.

Endechas.

Epicedio.

Nehemia. Epitahio. Parentalias. Inferias. Monodias. Epodo.

Bien está assí, dixo F[adrique].

Y el Pinciano: Rebién. Mas hame uenido a la memoria que aun faltan otras especies, o, si más queréys, sobra[n] de las que aquí son dichas; digo, la dicha Emblema y la dicha Empresa, y el llamado Hieroglyfico, tan vsado de los egipcios.

F[adrique] dixo: Yo quiero respo[n]der a la objeción, porque, como sé menos, acabaré más presto, y tengo cierto negocio que hazer. Digo, pues, que, en la verdad, la Emblema y la Empresa son ficciones co[n] lenguaje, y q[ue] se pueden permitir entre los poemas; mas el Hieroglyfico, q[ue] sólo tiene pintura y ficció[n] sin le[n]guaje, no sé yo por q[ué] lo sea, q[ue] el tal no es otra cosa que vna pintura de animales especialme[n]te, por los [pág. 159] quales los egypcios antiguos mostraua[n] sus conceptos; como si para significar simplicidad pintássemos vna paloma, y para la astucia, vna serpiente o raposa, y para la ira, vn cisne, porque en esto tenían los egypcios gran prude[n]cia, que, sabiendo las naturalezas de los animales, dauan a ente[n]der los vicios o virtudes o calidades q[ue] quería[n] por ellas; esto antes que supiessen letras para escriuir; assí que éste no es tanto poema, quanto vna metáphora de vna cosa en otra. La Emblema es poema por la razón sobredicha; la qual diría yo ser vna especie de epigrama didascálico, porque enseña doctrina moral casi sie[m]pre, y podría natural, o lo q[ue] más quisiere el dueño; el qual no está atado a doctrina alguna; solamente se ata el autor d[e] la Emblema a poner ánima y cuerpo en ella (cuerpo es la pintura, y ánima, la letra q[ue] es sobrepuesta, por la qual es ente[n]dida y declarada); átase ta[m]bié[n] a no ser ta[n] claro, q[ue] todos le entie[n]da[n], ni ta[n] escuro, q[ue] de todos sea mal ente[n]dido; ha de mostrar su concepto como entre vidriera; átase ta[m]bié[n] la Emblema a no tratar cosa particular, porq[ue] en tal caso sería Empresa, la qual dista de aq[ué]lla en poco más q[ue] lo dicho, digo, en q[ue] la Empresa mira a respecto particular sie[m]pre, y es ta[n]to, verdad, q[ue] de las Empresas viejas se haze[n] muchas vezes las armas nueuas. Y porq[ue] en estas cosas ay libros q[ue] más largame[n]te lo escriue[n], cesso desta plática, q[ue] no es ta[n]to de n[uest]ro propósito. Y dema[n]do lice[n]cia.

Hyeroglyfico.Emblema.

Empresa.V[go] dixo: De mí la tenéys y para me ma[n]dar.

Y el P[inciano]: De mí ta[m]bié[n] la tiene el señor F[adrique], mas no para se yr por agora, porq[ue] me ha de dar parecer sobre vna Empresa, la qual he imaginado.

Veamos, dixero[n] F[adrique] y Vgo.

Y el P[inciano] luego: Bie[n] puede parecer, y es ésta: Yo pongo en vn escudo vn niño pintado, sin ojos y sin [pág. 160] pies y manos, y en la timbre, a Iúpiter; y dize la letra a la orla del escudo: Domino illuminatio mea, etc fortitudo mea, quem timebo.

Por cierto, dixo F[adrique], la Empresa es bien piadosa y religiosa.

Y el P[inciano], algo mesurado, replicó: Más quiero q[ue] esso, y más me auéys de dar.

Y F[adrique], sonriendo, dixo: Yo os he dado lo vuestro y no deuo más, porque está contra leyes de las Empresas buenas y perfectas; las quales, entre otras co[n]diciones, no han de ser muy claras, como se dixo de la Emblema, y han de ser de vista alegre y de buena aparencia, y no han de tener figura de hombres, y aún que el mote no sea muy largo; y la q[ue] agora vos auéys dado, es muy clara, y tiene poca vista, y está con imagen de hombre, y es largo el mote o letra; y si q[ue]réys vn exemplo de las Empresas adornadas con todas sus co[n]diciones, digo, yd a la posada del Conde Ioannes Cheueniler, Embaxador del Emperador; el qual, ju[n]to al Escudo de sus armas, tiene vna discreta y virtuosa Empresa y que, como dizen, no le falta heuilleta.

El P[inciano] rogó a F[adrique] le escusasse aquella jornada, y F[adrique] dixo: En hora buena. El cuerpo de la Empresa es vna donzella, que en la mano derecha tiene vna corona de laurel, y en la siniestra, vna, palma; y dize la ánima o la letra: Máxima fui.

El Pinciano se quedó vn poco pensatiuo y dixo: No lo entie[n]do.

Vgo luego: Yo sí.

Y el P[inciano] replicó: Agora digo que la Empresa es buena, porque es clara a los discretos y escura a los que no lo son.

Sí, dixo Vgo, porque, presupuesto que la victoria es pintada con semejante cuerpo, la ánima es diuina, la qual enseña que la victoria mayor es vencer el hombre a sí mismo; que lo que del mote y ánima se dize deuerse tomar de alguna letra antigua y auténtica, no siento que sea [pág. 161] necessario. Digo, pues, que la Empresa es bella y clara; y si fué escura, no por falta de lumbre suya, sino de otra; y si no tuuiera figura humana, de la qual deue carecer la Empresa, según la doctrina que poco ha recibí del señor Fa[drique] fuera co[n]sumada.

F[adrique] respondió: Yo la aprendí assí, y assí la enseñé y assí la ratifico para lo qual es de aduertir que esta figura no es realmente de mujer, y que la Victoria a quie[n] significa, ni es hembra, ni macho, ni persona, sino casi persona que dize[n]; porque no lo siendo, se pinta como tal, y alegóricamente significa aquello para que fué inuentada. Estas figuras tales, aunque estén en forma humana, porque realmente no la tienen, son tenidas por no humanas, y, por el tanto, se alauan por buenas las Empresas que las tienen, si por otra parte no lo desmerecen.

Vgo dixo: Ya me acuerdo de la vna que se atribuye a Garci Sánchez de Badajoz, la qual ha sido muy loada y la qual es con cuerpo casi persona, como dize el señor F[adrique]. Era el dicho vna figura masculina humana muy fea, co[n] cuernos como cabró[n] y vñas como leó[n], puesto en llamas; dezía la letra: Más penado y más perdido y menos arrepentido.

El P[inciano] dixo entonces: La inuención es aguda, mas la vista del cuerpo no me agrada; más agradable al ojo es la de la doncella del Conde.

F[adrique] respo[n]dió: Y aun prouechosa al ánimo; porque, junto con ser de mucho ingenio, enseña doctrina moral y diuina, fruto que en las Empresas no suelen dar todos árboles.

Vos, señor F[adrique], dixo Vgo, estáys más aficionado a la tierra estraña que a la propia. ¿Por qué, me dezí, no auéys hecho recuerdo de vuestro compatriota que escriuió en esta materia, y por q[ué] no auéys traydo alguna de sus Empresas por exemplo?

F[adrique] quedó [pág. 162] vn poco pensatiuo, y luego dixo: Yo, señores, tengo vn poco de ocupación. Dicho, los compañeros se alçaron y le dexaron solo. El P[inciano] se fué a la posada y trasladó lo oydo. En esta fecha, vn día después de las Nonas de Mayo. Vale.

Respuesta de Don Gabriel a la Epístola Quarta del Pinciano

[Frag. 1.]

Como quiera, que sea, fué en esta materia, como en todas las demás philosóphicas, extremado el Philósopho, que, después de la definición, en el primer fragmento repetida, da sus diferencias cumplidísimamente; y en ello Aristóteles paresce que, adiuinando lo poco en que los Príncipes auían de estimar la Poética, quiso hazer della tanta estimación, que no satisfecha con saber sus diferencias y especies por vno ni dos caminos, se aprouechó del tercero. Honrar deue todo el mundo a Aristóteles, pero más que otros estudiosos, los poetas se lo deuen, que a los passados enseñó, y a los presentes y venideros amaestró, y a todos desculpó, si alguna vez en sus escritos no salieren tales.

[Frag. 2.]

Tiene el segundo fragmento la dedución de las diferencias en general, y en particular la de las dos primeras, que son: el género diuerso de imitar y la cosa imitada, acerca de lo qual tengo vna duda, causada de la doctrina del Philósopho, que dize assí: «Agora, porque aquellos que imitan, o imitan a personas que hagan alguna cosa, y las personas o son buenas o malas». Destas palabras se podría pensar que el Philósopho quiere q[ue] no sea poema el q[ue] no tuuiere [pág. 163] imitación de persona; por otra parte, acerca de la diferencia que de la imitación se toma, parece, por dezir imitación de cosa, que no se obliga a persona, sino que bastará que sea imitación de cosa qualquiera, como sea en lenguaje, para que tenga nombre de poema.

[Frag. 3.]

Leyendo, pues, este pedaço segundo quedé algo confuso; y después ley el tercero, adonde está la diferencia que del diuerso modo de imitar se toma, adonde salí de la confusión; y, en la verdad, me pareció q[ue] es más perfecta la imitación de acció[n] personal, pero que, en razón de poema, lo es el que imita la cosa sin ánima, como vn te[m]plo, un palacio, vn teatro, qual el que imita a vn escaramuçar de exército; y me parece a mí que el Philósopho, guardado el mejor bocado para la postre, que aprouó más esa vltima manera de sacar las poéticas diferencias; y que, suadidos desto que digo, los escritores que después sucedieron, se aprouecharon más dellas que de las dos primeras. Acerca de la quarta diuisión, digo que es tan cierto lo q[ue] en ella ley, q[ue] me ha venido a la memoria co[m]parar la Poética a vna empanada repulgada, hecha de pa [n], carne y hiemas de hueuos; y q[ue] la carne es la imitación; el pan, el lenguaje, y el repulgo, el metro, y las hiemas q[ue] entre la carne ponerse suelen, son la allegoría, la qual es como el tuétano o meollo de la imitació[n] y fábula. La co[m]paración es de cozina, pero con quie[n] declaro mi conceto. Estoy, digo, bie[n] en q[ue] el metro sea el repulgo de la empanada, a la qual da ornato, y no ser alguno; y no me parece mal la diuisió[n] d[e]l poema en muerto y biuo, y q[ue] el biuo sea el q[ue] dezís digo, el q[ue] tiene imitación y muerto el q[ue] sin remedar tuuiere metro. Estoy bie[n] en la diuisió[n] del poema en regular y yrregu[pág. 164]lar, y, vltimamente, en la general diuisión q[ue] me embiáys Y declaración de las especies todas de poemas. Algunas cosillas tenía que preguntar que me escrupulan, mas, por ser cosas de importancia no mucha, me parece las disimular y dilatar para quando, Dios mediante, nos veamos.

[Frag. 4.]

[Frag. 5.]

Lo del quinto está bien, aunque holgara se alargaran más los co[m]pañeros y pusieran más particularmente la essencia de los Hieroglyficos, Emblemas y Empresas. F[adrique] lo dexa por le parecer plática sin propósito, y a mí me parece que otras muchas cosas están escritas en el mundo con menos. A quien da[n], no escoge; yo me contento y satisfago con lo que me da[n]: y a vos agradezco mucho el ser instrume[n]to de mi recibo. Vale. Fecha, quatro días antes de los Idus de mayo.

Epístola quinta

De la fábula.Cvatro días después que la vuestra recebí, señor don Gabriel, que fué domingo, vn día antes de los Idus de mayo, el P[inciano] se llegó a la ventana de su Posada por escuchar si en la de F[adrique] auía algú[n] ruydo de conuersación, y, aunq[ue] no le oyó, parecié[n]dole hora de le auer, dexó la ve[n]tana y caminó al lugar acostumbrado, ado[n]de halló a los dos co[m]pañeros en plática de vnas nueuas poco razonables.

El P[inciano] los saludó, y se assentó, y empeçó a escuchar, y au[n] en el·lo se cansó, de manera que dixo: Dexemos, señores, por vida mía, las historias mentirosas, y tratemos de las fábulas verdaderas; començé a comer desta vianda sin gana, y estoy ya que me comeré, como dizen, vn pobre con sus llagas.

F[adrique] se sonrió y dixo. Ya lo entie[n]do; a la poe[pág. 165]sía queréys decir; que harto pobre y llagada anda por el mundo.

Sea como dezís, respondió el P[inciano], como yo sea escuchado; que, si por nueuas lo auéys, yo ta[m]bién las traygo agora, y son que he leydo vn pedazo de los Poéticos de Aristóteles.

Dicho esto, calló; y poco después Vgo. medio riendo, y, puestos los ojos en el semblante de Fadrique, habló assí: Pues dessa manera el P[inciano] nos podrá enseñar la plática que de la Poética en orden sigue.

El P[inciano] preguntó: ¿Qué es la que sigue?

[Frag. 1.]

F[adrique] respondió: Siguiendo el orde[n] resolutiuo, como hasta aquí, sucede tratar de la fábula; porque, si el poema es fábula y imitación en lenguaje, auiendo hablado del poema como todo y de sus especies en general, resta el hablar de las partes del poema, que son fábula y lenguaje; y siendo, como es, la fábula parte más essencial, a ella se deue el principio desta plática.

Otro orden, dixo Vgo, pensaua yo seguir; y es hablar de las especies de poema en particular, pero me parece mucho mejor el orden que dezís, y que primero se trate todo lo general y después ve[n]gamos a lo particular. Auemos hablado del poema y de sus especies en género; hablar conuiene de las partes essenciales del poema generalmente ta[m]bién; las quales, como está dicho, son: fábula, que es ánima y parte essencial, y lenguaje, que es materia sujetiua en quie[n]. Ea, pues, señor P[inciano], come[n]çad de la fábula, que, pues auéys leydo al Philósopho, y sabréys el todo en la fábrica della, que los demás escritores muy poco ha[n] añadido a lo essencial que él escriuió.

¿Añadido?, dixo Fadrique. ¡Ni au[n] atreuido!

Vgo respondió: Ya lo veo, y esso es dezir que me atreueré yo mucho si lo trato. Pues valga lo q[ue] valiere, q[ue] yo me tengo de atreuer esta vez, confiado en vuestra [pág. 166] ayuda. Ya sé que sigo camino de nadie andado, sino del Philósopho, y que él dexó en esta parte muchos estropieços y muchos passos vacíos, mas a los atreuidos ayuda la fortuna. Y, començando en el nombre de Dios, digo que la fábula es imitación de la obra. Imitación ha de ser, porque las ficiones que no tienen imitación y verisimilitud, no son fábulas, sino disparates, como algunas de las que antiguamente llamaron Milesias, agora libros de cauallerías, los quales tienen acaescimientos fuera de toda buena imitación y semejança a verdad. Ha de ser, digo, imitació[n] de obra y no ha de ser la obra misma; por esta causa Lucrecio y Lucano y otros assí que no contienen fábulas, no son poetas, digo, porque no imita[n] en sus escritos a la cosa, sino escriuen a la cosa como ella fué, o es, o será.

Fábula, imitación de la obra.

El P[inciano] dixo entonces: Pues yo ley en Arist[óteles] q[ue] el poeta escriue la cosa, o como pudo aco[n]tecer, o como en la verdad aconteció.

F[adrique] se sonrió y dixo: No es malo el argumento; bien muestra el co[m]pañero con las obras lo q[ue] con palabras dixo, y que ha visto los Poéticos del Philósopho.

Y Vgo luego: Esse argumento no es de los muy eficaces; ni aun es menester para su soltura más que leer al mismo que dió el fundamento de la argumentación, el qual dize que puede muy bie[n] vn poeta escreuir verdades y quedar poeta.

El P[inciano] replicó: Esse es vn enigma que yo no entiendo. Vos dezís que el poema ha de ser imitación de la verdad, y que no ha de ser la verdad misma, y vos dezís que puede ser la misma verdad; menester es que venga Edipo a desatar estos enigmas.

Aquí está, dixo Vgo. Atended y entenderéys. Y os torno a dezir que son palabras de Aristóteles. Imaginad [pág. 167] que vn autor compone vn volumen, en España, de obra y acción que en el tiempo que ella haze y finge suceda realmente en la Persia o en la India. Pregunto: ¿Cómo diréys a tal obra: historia o poema?

El P[inciano] estuuo vn poco pensando, y, visto por Vgo que no respondía, dixo: Claro está que, si él la fingió y escriuió lo que imaginó, que la obra será poema, no obstante que aco[n]tezca en este mismo tiempo; assí como habla mentira el que habla de cosa sin sabella, aunque realme[n]te sea verdad, porque da la cosa por verdadera que él no sabe que lo sea; y, en suma, el tal dize contrarias palabras a lo que su entendimiento tiene, que por otro nombre dizen mentir. De aquí consta que vna misma acción y acaescimiento puede ser fábula y historia; como lo sería la sobredicha, que el que la escriuiese en la España, sería poeta, y el que en la India, o adonde aconteció, histórico.

Fadrique dixo: El·lo está muy bien interpretado, y no ay que altercar sobre este negocio más, porque la prestancia de la Poética sobre la Historia en esso consiste: que el poeta escriue lo que inuenta y el historiador se lo halla guisado. Assí que la Poética haze la cosa y la cría de nueuo en el mundo, y, por tanto, le dieron el nombre griego que en castellano quiere dezir hazedora, como poeta, hazedor, nombre que a Dios solamente dieron los antiguos; mas la Historia no nos da la cosa, sino sólo el lenguaje y disposición de él.

El Pinciano dixo: Pues Fadrique viene en esta doctrina, yo estoy en el·la, y digo que me paresce bien, y co[n]fiesso q[ue] me paresce de Aris[tóteles]. Mas, co[n] todo esto, soy mal satisfecho acerca desde punto de la fábula, porque veo yo muchos poetas legítimos escriuir en [pág. 168] sus poemas historias fíníssimas, no acaso, sino de industria, y que las dan por tales; y si no, mirad a Homero, especialmente en la Iliada, adonde toca no pocas historias griegas; y a Virgilio en su Eneyda, adonde toca muy muchas latinas; mas, ¿qué necessidad tengo yo de traer estas autoridades, esta[n]do por mi parte Aristóteles? El qual manda que ciertas especies de poemas tengan historias antiguas, y aun significa que las que no se fundan en ellas digo en historias serán de poca perfectión.

Baste, baste, dixo Vgo, que todo esso tiene su respuesta y vos la ternéys con satisfación, si acaso me escucháys lo q[ue] voy a dezir. Ay tres maneras de fábulas: vnas, que todas son fición pura, de manera que fundame[n]to y fábrica todo es imaginación, tales son las Milesias y libros de cauallerías; otras ay que sobre vna mentira y fició[n] funda[n] vna verdad, como las de Esopo, dichas apologéticas, las quales, debaxo de vna hablilla, muestran vn consejo muy fino y verdadero; otras ay que sobre vna verdad fabrican mil ficiones, tales son las trágicas y épicas, las quales siempre, o casi siempre, se fundan en alguna historia, mas de forma que la historia es poca en respecto y comparación de la fábula; y assí de la mayor parte toma la denominació[n] la obra que de la vna y otra se haze.

F[adrique] añadió: Por esso cuentan a Lucano entre los históricos, el qual, aunque tiene fábulas, son pocas en respecto de las historias. Y Vgo ha concluydo muy doctamente q[ue] la fábula ha de ser imitación de la obra, y que, aunque el poeta escriua la verdad, si él no la sabía, será poeta, y que puede muy bien el poeta tocar historias, lo qual le es necessario en ciertas especies de poemas. Y, pues, esto de cómo la fábula es [pág. 169] imitación de la obra está llano, passemos adelante.

[Frag.] 2

Vgo prosiguió diziendo: Después de auer declarado qué cosa sea fábula en general, resta hazer vna declaración del no[m]bre fábula, por quitar adelante ocasiones de equiuocación.

Bien me parece, dixo Pinciano, que todo es necessario, y me admiro cómo, siguiendo la buena y perfecta lógica, no diuidís primero al equíuoco que deys la difinición dél.

Vgo respondió: No es equíuoco el nombre que igualmente abraça, y con razón genérica, a vna, dos o más cosas como fábula, la qual contiene debaxo de sí, y con vna razón misma, al que dezimos argumento y al que llamamos episodio y a la junta del vno y otro, que es la poética imitación toda.

Argumento. Episodio.

Aquí cessó Vgo, y Fad[rique] dixo: Declaraos vn poco más, señor Vgo, que no estáys bien manifiesto.

Y luego Vgo començó assí: Ay en la fábula y se dize fábula como por analogía lo que es fábula y por otro nombre se llama el argumento; y ay en la fábula lo que es fábula y se dize fábula co[n] nombre genérico y con más especial, episodio; ay en la fábula lo que es fábula y se dize fábula, que es el compuesto del argumento y del episodio.

Dixo Fad[rique] entonces: Mirad, señor Vgo, que ay muchos poemas que no tienen más que el argumento y del todo carecen de episodios.

Assí es la verdad, respondió Vgo, mas yo no he dicho que toda fábula tiene episodios. Agora lo digo; que las principales que son épica, trágica y cómica, necessariamente los deuen tener; aquélla largos, y éstas dos vltimas, breues; essotros poemas son estrechos, y para su cumplimiento les basta fábula sola. Aduierto q[ue] quando digo fábula, solamente entiendo [pág. 170] el argumento que por otro nombre dize hipóthesi, o cuerpo de fábula, y quando episodio, entiendo las añadiduras de la fábula, que se pueden poner y quitar sin que la acción esté sobrada o manca, y quando dixere la fábula toda, entiendo argumento y episodios juntamente.

Argumento: qué sea; qué cosa sea Episodio.

Yo entiendo, dixo el Pinciano, los vocablos, y ente[n]deré de oy más lo que por ellos dezís; mas la cosa no la puedo bien entender.

Fadrique rogó a Vgo traxesse algún exe[m]plo, y Vgo dixo: El q[ue] Aristóteles trae de la Vlysea de Homero en sus Poéticos; el qual dize que el argumento de aquel poema es de vn ho[m]bre que, peregrinando muchos años, guardado de Neptuno sólo, padeció en las cosas de su casa, de suerte que los pretendientes a su muger le comían la hazienda, y a la vida del hijo aparejauan asechanças; el qual peregrino vino a su tierra después de grandes tempestades, y dándose a conocer a los suyos, se ayuntó con ellos, y, quedando él saluo, destruyó a sus enemigos. Veys el propio de la fábula, y los demás que la Vlysea contiene, son episodios. Estas son palabras del Philósopho mismo, adonde, por el vocablo propio, distingue a la fábula del episodio, como que lo que es contenido en este argumento sea propio y necessario, y lo que es fuera dél, que son los episodios, no lo sean, sino que se pueden quitar y poner y variar según la voluntad del poeta.

El Pinciano dixo entonces: ¡Pues cómo! ¿Homero no pudiera hazer fábula de Vlyses de otra manera?

Vgo respondió: Bien pudiera Homero imitar a otra acción, mas no a esta que auemos referido, y, a mi parecer, el autor del dicho poema era necessario que lleuase tal discurso en la fá[pág. 171]bula, so pena que, o la hiziera mal acostumbrada, o poco deleytosa, o todo junto; pero pudiera bien quitar los episodios y poner otros que quiça fuessen de más verisimilitud y aun deleyte.

Fadrique dixo: Como quiera que sea, o fuesse la mejor fábula del poeta, o no lo fuesse, la intención dél fué dar aquel principio y fin a la fábula, en lo qual consiste la hipóthesi y argumento essencial. Mas, si yo me acuerdo, otro exemplo trae el Philósopho no malo, porque es de acción trágica y de episodios breues y que diuersos poetas la tocaron, por cuya diuersidad se declara más lo que la fábula tiene propio y lo que no; y aun también cómo se deue entender la sentencia de Aristóteles por la qual manda que las fábulas recebidas no se alteren.

Ya lo entiendo, respondió Vgo, éssa es la Iphigenia, sobre la qual poetaron Eurípides y Polydes muy de otra manera; mas no en lo propio de la fábula y argumento, el qual, según el Philósopho, en sus Poéticos, fué desta manera: Siendo vna doncella a punto de ser degollada en sacrificio, fué desaparecida de aquellos que la querían sacrificar y lleuada a vna región remota a ser sacerdotissa; en la qual región era costumbre sacrificar los estrangeros que allí aportauan. Sucedió, pues, que, después de algunos días, arribó a aquella tierra vn hermano de la donzella sacerdotissa, el qual fué presso y lleuado, según la costumbre que allí auía, a que fuesse sacrificado por mano de la hermana, y al tiempo que le querían sacrificar se conocieron los hermanos, que fué causa de [pág. 172] la saluación del hermano. Este es el argumento y propio de la fábula de la Iphigenia, y éste es el q[ue] no se deue alterar en manera alguna y que, como auemos dicho, es significado con nombre de fábula propiamente y como por analogía. Assí que las fábulas manda el Philósopho que no se alteren, q[ue] es dezir, los argumentos de las fábulas recebidas: mas puédense alterar los episodios, como se veen legítimamente alterados en Eurípides y Polydes, los quales con diuersos ñudos y reconocimientos y episodios, ataron y desataron y cumplieron la misma fábula sobredicha, de la qual auía vna noticia comú[n] y recebida de todos; y adelante se offrecerá la plática de la Tragedia, ado[n]de se dirá más destas tragedias, y dello resultará más claro lo q[ue] dicho tengo.

Aquí dixo el Pinciano: Tan grande me parece la fábula de la Iphigenia como la de la Vlysea, y la de la Iphigenia se comprehende en muy pequeño libro, y la Vlysea en 24.

Fadr[ique] respo[n]dió: El Philósopho dize que las fábulas todas de su principio salen pequeñas, y que el hazerse grandes o chicas después, está en los episodios; los quales tienen muy grandes las épicas, como muy chicos las trágicas y cómicas.

Vgo confirmó entonces diziendo: Esso es ansí; y yo lo auía significado antes, aunque no tan bien como Fadr[ique].

Dexemos de cortesías digo, dixo el Pinciano, y sepa yo algo más destos episodios, para que mejor los distinga de la fábula.

Qué sea Episodio.

Sabida q[ué] sea la fábula, dixo Vgo, presto es sabido qué sea el episodio, el qual es todo lo demás que no es fábula. Episodio, digo, es vn emplasto que se pega y despega a la fábula sin quedar pegado algo dél.

Fadr[ique] se rió mucho, y Vgo prosiguió [pág. 173] diziendo: Sí, que el buen emplasto tiene estas co[n]diciones, y el buen episodio también; el qual se añade a la fábula y se puede quitar, quedando ella entera en su propio y essencial, y se puede añadir otro y otros, según que el autor diesse gusto. Y si esta comparación no os agrada, escuchad otra, y quiça será más enojosa al oydo y más buena al entendimiento. Y haced cuenta que la fábula toda es vn vientre o menudo, y que el argumento es aquel·la tela mantecosa, dicha entresijo, de donde están asidos los intestinos, y que éstos son los episodios, los quales se van enredando con la fábula como los intestinos con la tela.

Fad[rique] se tornó a reyr y dixo: Si no fuérades médico castellano, no truxérades essas comparaciones. Y, buelto al Pinciano: Vos, señor, pensad que la fábula es vna rosa abierta, y que el peçón y cabeçuela es la fábula, y las hojas son los episodios que la ensanchan y florecen; y assí, como las hojas penden de la cabeçuela, deuen pender los episodios de la fábula.

Vgo se rió y dixo: Si no fuera Fad[rique] valenciano, no truxera comparación de rosas; no lo digo porque no es mejor que las mías, mas que todos auemos hecho nuestra persona en la comedia. Digo, en suma, que los episodios son aquellas acciones, las quales au[n] que son tan fuera de la fábula, que se pueden quitar della quedando perfecta deuen ser tan aplicados a ella, que parezcan vna misma cosa; y como se suele dezir de las guarniciones o faxas bien puestas, que parecen auer nacido con la ropa guarnecida.

Aquí dixo el Pinc[iano]: Yo también quiero dar mi semeja[n]te en esta co[n]uersación, por ver si la entie[n]do como ella es; y me parece a mí q[ue] los episodios son los montes, lagos y arboledas que por ornato y [pág. 174] sin necessidad los pintores fingen(24) alderredor de aq[ue]llo q[ue] es principal en su intención, como alrededor de vna ciudad, de vn castillo, o de vn exército que camina.

Fadrique respondió entonces: La co[m]paración es muy a propósito, saluo que los episodios poéticos no sólo traen ornato, mas vtil y prouechosa doctrina.

Yo he entendido ya, a mi parecer, dixo el Pinciano, esto de los episodios; digo qué cosa sean, mas no entiendo q[ue] deuan estar tan asidos y cosidos como queréys suadir. Veo yo que los entremeses, según vuestra difinición, son episodios; y tan fuera de la fábula algunas vezes, q[ue] ninguna cosa más.

Entremeses.

Sátiros.

Fad[rique] dixo: Y aun los Sátiros que los antiguos solían vsar en las tragedias para adulçar la melancolía dellas, eran también muy fuera de fábula. Eran estos Sátiros vnos mo[n]struos co[n] pies de cabras y frente cornuda, los quales salían, fuera de todo propósito de la tragedia, a solicitar las nimphas con canastillos de fruta.

Vgo respondió assí: Yo hablo de las acciones perfectas y de artificio, del qual éstas carecen en esto; aunque en las tragedias, por la causa que da Fad[rique], se pueden disimular, digo, porque en la tragedia no se consiente, ni en las fábulas, ni en los episodios, deleyte de risa y passatiempo, y assí es bueno entrexerir algo fuera de la fábula que entretenga y dé passatiempo. Mas en las comedias, a do la risa es lo principal que se ha de buscar, fuera de la doctrina, es justo que los episodios ridículos parezcan vna misma cosa con la fábula; y esto vemos practicado en las comedias de Aristóphanes y Terencio y las demás antiguas y modernas italianas. Con todo esso, digo que algunos entremeses, aunque la [pág. 175] trayda carece de arte, ellos no carecen de deleyte; y como sean verisímiles y ridículos, se pueden y deuen disimular. Y esto baste quanto a la declaración del argumento y del episodio. Vamos a la fábula toda, que es compuesta destos dos.

[Frag.] 3

Perdido auemos el orden resolutiuo, y, poco a poco, auemos venido al compositiuo; pues, auiendo hablado de las partes de la fábula, agora somos para hablar de toda ella. De la qual haremos tres consideraciones: la vna, de las partes sustanciales en que se diuide; y la otra, de las condiciones della; y la otra, de las quantitatiuas en que se parte. Digamos, pues, de cada vna en su lugar, y primero, de las partes sustanciales. Digo, pues, que la fábula o es simple o compuesta; simple se dize la que no tiene agniciones ni peripecias; y compuesta la que, o tiene agniciones, o peripecias, o todo junto. Simple fábula será como la Ilíada de Homero, y compuesta, como la Vlysea y la Eneyda de Virgilio.

Fábula: o es simple o co[m]puesto.

Aquí dixo Fadrique: Necessario será que Vgo se declare algo más, para que mejor sea entendido, y nos diga qué cosa es agnición y qué peripecia. Que yo sé que no enojará el escucharlo al Pinciano.

El qual díxo: ¡O, cómo soys discreto, señor Fadrique, y adivináys los pensamientos!

Agnición.

Dicho, calló, y Vgo prosiguió, diziendo: Agnición o reconocimiento se dize vna noticia súbita y repentina de alguna cosa, por la qual venimos en grande amor o en grande odio de otro; y peripecia se dize vna mudança súbita de la cosa en contrario estado que antes era. Exemplo del reconocimiento sea, en la Iphigenia [pág. 176] antes dicha, quando, estando para ser sacrificado Orestes, dixo ciertas palabras con que de Iphigenia su hermana fué reconocido; y exemplo de la peripecia sea lo que después del reconocimiento sucedió, que fué la libertad de Orestes, que tenía puesto el cuchillo a la garganta. Ay dos especies de peripecias: la vna, que passa del mal en bien, como esta que auemos referido; y la otra, al contrario, de bien en mal, qual se puede ver en los más de los trágicos antiguos.

Peripecia. El Pinciano dixo: Yo sé quie[n], a las acciones que tienen el fin feliz, quita el nombre de tragedias perfectas, y, qua[n]to al fin, dize que son puras cómicas; mas ya veo que este lenguaje no es deste lugar.

Vgo respondió: Vos, señor Pinc[iano], lo auéys dicho todo; y assí no tengo yo que dezir más de lo dicho; y es que la acción cómica siempre tiene la peripecia al fin, que passa de infeliz a feliz; y la trágica, en lo general, al contrario, passa de feliz en infeliz estado, mas no que sea tan contino, que alguna vez no suceda lo contrario, sin que se pierda la essencia de la tragedia, lo qual otro día se tocará más a lo extenso. Vamos a las agniciones y reconocimientos, en los quales ay también passo de infeliz a feliz, y déste a aquél. Del primero sea exemplo Virgilio en el primero de la Eneyda, ado[n]de fué reconocido de la reyna Dido con gran deleyte y gusto; y de lo segundo sea exemplo el mismo Virgilio, el qual, en el libro segundo, cue[n]ta que el griego Androgeo, estando en la assolación de Troya, vino a encontrarse con los de Eneas con ignorancia, y, después que reconoció ser sus enemigos, con gran pesar se retiró de la refriega, o, a lo [pág. 177] menos, se quiso retirar.

Aquí dixo Fad[rique]: Alguno huuiera que dexara essas vuestras diferencias de peripecias y agniciones dichas, por estar inclusas en las difiniciones mismas; pero no importa mucho como la verdad se entienda, la qual es el fin de las artes intelectuales. Mas importará mucho que sepamos los modos q[ue] de agniciones se hallan, las quales enseña el Philósopho no sin mucho primor; antes parece que en ellas tuuo grandíssima vigilancia, como cosa a la fábula muy importante, especialmente a la trágica, épica y cómica, que verdaderamente no parece ay deleyte en la acción adonde no se hallan algunas agniciones.

Vg[o] dixo a Fad[rique]: Vos, señor F[adrique], que tan bien sabéys el interés de la agnición, sabréys mejor la doctrina della, y assí, si no os desagrada, holgaría en lo escuchar.

F[adrique] respondió que por agora tenía más gana de oyr que de hablar, y Vgo habló desta manera: El Philósopho, en sus Poéticos, dize ay quatro especies de reconocimientos o noticias súbitas: la vna, menos artificiosa y más acostu[m]brada entre poetas, por ser más fácil, se haze y exercita con señales, las quales o son interiores (como cicatrices y lunares), o exteriores (como escripturas, anillos y collares); y la segunda especie es también poco artificiosa, y que es hecha del poeta, porque éste, dize, inuenta, para que el reconocimiento se haga, palabras que no son nacidas de la fábula misma, sino desuiadas y desasidas della; la tercera es por la memoria hecha; la quarta, por silogismo o discurso, en las quales dos especies se haze el reconocimie[n]to. En la primera, acordándose de alguna cosa que a la persona mueua a llanto o alegría, en la segunda [pág. 178], discutie[n]do de vna en otra razó[n] hasta venir en conocimie[n]to d[e] lo q[ue] está presente. Mas, si no os da pesadu[m]bre, quiero yo deziros vna imaginació[n] q[ue] me ha sobreuenido pa[ra] poner en mas método, a mi parecer, esta doctrina del Philósopho, la qual quedará más clara con sus exemplos.

F[adrique] dixo que dixesse, y el P[inciano] que recibiría merced, y Vgo començó assí: La noticia y reconocimiento, o se adquiere por medio del discurso del entendimiento, o por medio de la memoria, o de la voluntad; y la que por medio del discurso, es de dos maneras: o por medio del verdadero o del falso, de los oyentes,o del teatro, que, como dize Arist[óteles], todo es vno; digo, pues, q[ue] el reconocimiento que se adquiere mediante el verdadero discurso es qua[n]do de vna razón por otra razó[n] se viene súbitame[n]te en la noticia de la persona conocida. Exemplo déste sea la tragedia de Eschilo dicha Coéforo, en la qual fué reconocido Orestes de su hermana Electra.

La agnició[n] se suministra por las tres potencias del alma.

Agnició[n] por el entendimiento.

El P[inciano] dixo: Yo no sé el caso de essa fábula, y, por lo entender mejor, holgaría mucho el saberlo.

Vgo respondió: Presto es sabido. Electra, hija de Agamemnón, aco[m]pañada de algunas de sus siruientas, yua al sepulcro de su padre con ofrenda para aplacar a los dioses infernales, y en la vía vió vna cabellera por la qual discurrió que su hermano Orestes era venido desta forma: «Esta cabellera es semejante a la mía; mi hermano Orestes tenía el cabello al mío semeja[n]te; luego este cabello es de mi hermano Orestes; luego Orestes, mi hermano, está en esta tierra». Otro exemplo pone también Arist[óteles] del discurso verdadero, el qual fué de Polides, sophista, en la tragedia Iphigenia.

El Pinc[iano] dixo entonces: ¿Esse l·lamáys discurso verdadero? Mas lo pudiera [pág. 179] ser, que en las caras y en las hablas y en la letra con dificultad se halla vno que a otro parezca, pero en los cabellos ay muchos que tengan semejança.

F[adrique] respo[n]dió: Bien está, q[ue] deuían tener alguna particularidad más q[ue] otros los cabellos d[e] Electra y Orestes.

Y luego V[go]: Assí es el verdadero disso. Y del falso digo que, por no parecer, la tragedia del Falso Mensajero de Vlyses, la qual trae por exe[m]plo el Philósopho, tiene alguna dificultad en quie[n] los come[n]tadores andan varios, alambicando sus celebros por se auentajar en sus pareceres. El mío diré, que es vno de ellos, y es éste: que algún hombre viniesse ante Penélope, mujer de VIyses, diziendo que él era Vlyses; y que, si lo quería aueriguar bien, le truxessen su arco era este arco de tal condición, que ninguno otro sino Vlyses le sabía armar, y que él le armaría y desarmaría; y que la gente del teatro y Penélope quedasse con sola esta promessa satisfecha de que él era Vlyses, y, sin hazer más prueua, fuesse recebido por tal en casa de Penélope.

El Pinciano dixo entonces: Mirad, señor Vgo, que yo he oydo tratar este punto, y Aristóteles no dize que fuesse discurso falso de Penélope, sino del teatro, digo, de los oyentes; y en este exemplo tambien parece auer sido engañada la mujer de Vlyses.

Fadrique dixo: Otro lo auía sido más, que era Vlyses, si en su casa y en su lugar era recebido otro huésped. Esto dixo riendo, y, después, con seueridad: No dize mal el Pinciano, y me parece a mí que será exemplo dado bueno, si entendemos y imaginamos que el teatro sólo fué el engaño, y que el reconocimiento tuuo respecto a los oye[n]tes y no a Penélope, la qual co[n]uiene imaginar [pág. 180] que dissimuló por le castigar después. Con todo esto, dexo a aluedrío de cada vno siga su parecer, que la tragedia fué del Falso Mensajero, y la agnición, por discurso falso y engañoso; y assí no es mucho si nos engañamos en nuestros discursos. Y prosiga Vg[o] en la segunda pote[n]cia de la ánima, pues de la primera está dicho lo que basta.

Agnició[n] por memoria.

Por medio de la memoria, dixo Vg[o], se haze el reconocimiento en otras dos maneras: porq[ue], o la memoria procede de la vista, como el q[ue], viendo la figura de la persona q[ue] amaua, suspiró, y por el suspiro causado de la memoria fué reconocido; o la memoria procede del oydo, como a Vlyses, el qual, estando con Alcinoo, rey de los Pheaces, lloró por la memoria, y por el llanto fué reconocido de el Rey.

El Pin[ciano] dixo entonces: ¿Cómo passó esso?

Y Vgo dixo: Homero lo cuenta en su Odisea, y dize que, siendo Vlyses con el Rey Alcinoo, en vn ba[n]quete sobre mesa, Demodoco, músico, ca[n]tó la entrada del cauallo en Troya y cómo entre los primeros fué Vlyses; el qual, luego que lo oyó, empeçó a distilar lágrimas inuolu[n]tarias, y las inuolu[n]tarias lágrimas a dar noticia de su persona; y assí fué reconocido del rey Alcinoo y de la demás gente que con él era. Desta forma, por la memoria que se viene en reconocimiento de alguna persona; y por medio de la voluntad en dos maneras tambié[n]: o que la persona que ha de ser reconocida, quiere serlo expressamente, como a Vlyses le aconteció con su ama y con sus pastores, a los quales dixo: «Yo soy Vlyses», y, dizie[n]do, les mostró señales por las quales fuesse dellos reconocido; o dissimulada y fingidamente, como en la tragedia de Iphigenia, que al tiempo que Iphigenia quería sacrificar a Orestes [pág. 181], Orestes dixo palabras industriosas por donde fué reconocido della, sin que se imaginasse auerlas dicho con tal fin y propósito. Y a éste dize Aristóteles modo de reconocimie[n]to fingido del poeta, porque el poeta finge que la persona que ha de ser reconocida dize fingidamente palabras por do[n]de lo sea, sin que se entienda auer tal prete[n]dido.

Agnició[n] por medio de la voluntad. El P[inciano] dixo entonces: Mucho holgara de saber por exemplo esso que me dezís más particularmente.

Y respo[n]dió Vg[o]: Me agrada. Eurípides a la vna de sus Iphigenias pone fin con que Iphigenia, hija de Agamemnón, estando para ser sacrificada, fué lleuada a ser sacerdotissa de Diana en la Táurica, región regida por el rey Thoante, a do era costumbre sacrificar a la diosa dicha los estrangeros q[ue] a aquella tierra aportauan. Esto de querer sacrificarla vino a noticia de Orestes, su hermano, mas no adónde ella fuesse lleuada; lo dicho está en la Iphibenia primera; y en la segu[n]da dize el mismo poeta que Orestes arribó a aquella región y fué presso y lleuado para ser sacrificado; y en el camino supo por vna carta q[ue] su hermana Iphigenia era la sacerdotissa de Diana y la que auía de hazer el sacrificio de su persona. Orestes, dissimulado, permitió ser lleuado a la ara, adonde estando ya para ser sacrificado, voluntaria y artificiosamente se manifestó diziendo: «¡O, hados iniquos, mi hermana Iphigenia murió sacrificada, y yo ta[m]bién muero sacrificado!». Destas palabras resultó el reconocimie[n]to suyo, y la vida salua juntame[n]te, como está dicho.

Aquí dixo el P[inciano]: Me parece estar antes traydo exemplo de la Iphigenia, en la primera especie de reconocimiento q[ue] habla en el discurso.

Vg[o] dixo: No le truxe yo, sino el Philósopho [pág. 182], y éste ta[m]bié[n] trae el mismo. Y es de aduertir q[ue] el exe[m]plo q[ue] se tocó en el discurso y ente[n]dimiento, fué de la Iphigenia de Polide sophista, y el que se tocó en la volu[n]tad, fué de Eurípides, y q[ue] pudiero[n] bie[n] los poetas disentir en la forma del reconocimiento y mudar especie, como, en la verdad, lo hizieron, y assí lo da a entender el Philósopho.

Aquí cessó Vgo, y Fadrique dixo: ¿Por qué vos, señor Vgo, no auéys dicho quál forma de reconocimie[n]to es mejor, y quál menos artificiosa para que sepamos quál se deue seguir?

Vgo respondió: Quál se deua seguir, no lo sé yo; porque la conseque[n]cia de las cosas trae muchas vezes más a cuento la menos artificiosa; mas diré quál tiene más arte y es más agradable, y esto, sin mudar vna cosa de lo que el Philósopho enseña. Digo que el reconocimiento que toca a la vltima potencia, q[ue] es la voluntad, es menos artificioso y aun deleytoso; y el q[ue] toca al de la memoria es más deleytoso que ninguno otro; y q[ue] el que toca al discurso y ente[n]dimiento es más artificioso. Assí me parece a mí; no sé yo q[ué] le parece al señor F[adrique].

Fadr[ique] dixo: No mal. Y me parece bien, porq[ue] se acabe esta materia de los reconocimientos, con que digáys q[ue] los buenos reconocimientos, de qualquier especie q[ue] sean, deuen estar sembrados por la misma fábula, para q[ue] sin máchina ni milagro sea desatada; sino q[ue] ella, de suyo, sin viole[n]cia ni fuerça alguna, se desmarañe y manifieste al pueblo.

V[go] dixo: Ya está dicho por vos; y assí no te[n]go q[ue] dezir más q[ue] aprouar y prouar vuestra sente[n]cia con la Historia de Heliodoro, la qual para mí es vna galana fábula, y en quie[n] el poeta sembró por toda ella la simiente del reconocimiento de Cariclea, primero, co[n] las escrituras, después, con [pág. 183] las joyas, y, después, co[n] las señales del cuerpo; de todas las quales vino vltimame[n]te el reconocimie[n]to y soltura de ñudo ta[n] gracioso y agradable, q[ue] ninguno más. Y, aunq[ue] la forma del reconocimie[n]to toca al menos artificioso, q[ue] es al d[e] la volu[n]tad, mas el poeta fué tan agudo, y le hizo tan artificioso, que iguala a los demás, porq[ue] no hizo a Cariclea manifestadora de sí misma, sino a Sisimithres, que era el que la auía criado.

Frag. 4. Tres condiciones de la fábula.

Dicho esto, dixo Vgo: Dicha la esse[n]cia y diuisió[n] d[e] la fábula en especies genericas q[ue] las especies son ta[n]tas como fué dicho d[e] los poetas resta saber de las condiciones dellas; las quales son tres pares co[n]trarios, porq[ue] la fábula deue ser: vna y varia, perturbadora y quietadora de los ánimos, y admirable y verisímil. Digamos, pues, del par primero, q[ue] co[n]tiene la unidad y variedad de la fábula.

Primera condició[n] vnidad y variedad.

Vnidad de la fábula.

Acerca de lo primero, digo: q[ue] la fábula, en dotrina de Aris[tóteles], es como vn animal perfecto y acabado, el qual ha d[e] ser vno y simple, porq[ue] el q[ue] no lo fuera, sería mo[n]struoso; como si digamos vn leó[n]: si tiene todas sus partes de leó[n], cabeça, pecho, vientre y lo demás, es vn simple y perfeto; y si por ve[n]tura tuuiesse el pecho o otro mie[m]bro qualquiera de otro qualquier animal, no se dirá vno y simple, y q[ue] co[n]sta de vna sola naturaleza, sino mo[n]struo, porq[ue] tiene más naturalezas.

Fad[rique] dixo: Declaraos vn poco más.

Y el P[inciano]: No es menester; yo lo entie[n]do. Lo q[ue] quiere dezir Arist[óteles] es q[ue] los episodios digan con el argume[n]to, como antes fué dicho.

Vg[o] dixo: Yo agora no hablo sino según q[ue] antes signifiqué, ente[n]die[n]do por la fábula el solo argume[n]to de la obra; q[ue] de la vnidad y herma[n]dad entre el episodio y la fábula ya está dicho. Digo, pues, q[ue] la fábula-argume[n]to ha d[e] ser vna acció[n].

F[adrique] replicó: Ta[m]bié[n] es menester declarar esta vnidad [pág. 184] de cosas y cómo ha de ser vna acción sola, porque veo yo muchas fábulas y entre ellas cuento las de Terencio, que son buenas, y tienen doblada la acció[n].

Vgo dixo: Bien puede tener, no sólo argume[n]to, pero la fábula toda, diuersas acciones, mas que sea la vna principal, como en el animal vemos que tiene muchos miembros y el coraçón es el principal principio y fuente de todos; a los quales él con su natural calor alimenta; confiesso en las fábulas de Terencio y otras que no ay tanta simplicidad y vnidad como Aris[tóteles] quiere, mas, en la verdad, aunque faltan en esta parte, son buenas.

El P[inciano] dixo: Yo no entiendo bien esta nuestra plática, y holgaría mucho saberla por algún exemplo.

Vgo respo[n]dió: Es muy fácil si auéys leydo a Terencio, y si no, leedle y hallaréys q[ue] la Hecira y el Phormió[n] son vna acció[n], y las demás, Andria, digo, Eunucho, Heauto[n]timorumenos y Adelfos son acción doble.

Yo lo entiendo ya, dixo el Pinc[iano]; de modo que llamáys acción vnica a do se trata de vna persona y de vna obra, como en la Hecira y Phormión, q[ue] sólo se trata de vna boda de vna persona; y acción doble dezís adonde se tratan dos acciones y de personas diferentes, como en las demás comedias tere[n]cianas, en las quales se veen dobles enamorados y, después, dobles las bodas.

Allá va, dixo Fad[rique] a Vgo.

Y Vgo luego: No porque sea de vna persona, es acción vnica y sencilla; que de vna misma persona se pueden hazer veynte tragedias, si la sucedieron acciones dignas dellas, como se vee en la Iphigenia primera y segunda de Eurípides, que, por ser dos acciones differentes, el poeta hizo dos Iphigenias; la vna, de quando a ella la querían [pág. 185] sacrificar, y la otra, de quando ella quiso sacrificar al hermano.

Todo ello está bie[n], dixo F[adrique], mas falta dezir si esta acción desta persona ha de ser de tal manera que la tal acción sólo dependa de la tal persona.

V[go] respondió: En las acciones heroycas pensaría yo q[ue] conue[n]dría fuesse vnica la acción, de modo que sólo mirasse a vna persona, como lo vemos en la Ilíada, Vlysea, Eneyda y en las d[e] más épicas graues; mas en las trágicas no entiendo que sea necessario, como se vee, por exemplo, de la tragedia Philotetes, ado[n]de para la expugnació[n] de Troya era Pyrrho la principal persona, mas no que pudiesse obrar la tal acción sin Philotetes.

F[adrique] dixo entonces: Vos, señor V[go], auéys hablado con la experiencia, mas, siguiendo yo a la arte y sciencia, digo que, aunque es más perfectión que la acción se atribuya a vn solo varón, con todo esso, se puede permitir en la heroyca que el tal varón tenga otra persona sin quien no pueda executar su acción.

¡O, señor, dixo Vgo, que quien quiere engrandezer a vn príncipe y le haze cabeça de la acción que pretende, no es razó[n] dalle coadjutores, porque en cierta manera le haze afrenta! Y si los dieren, no necessarios, como lo fué Philotetes en esta tragedia, sino uolu[n]tarios, y que él pueda despedir y recebir a los que se le antojare.

F[adrique] dixo: No quiero porfiar. Passad adela[n]te.

No, dixo el P[inciano], sino estemos quedos y sepa yo el porqué se condenan las fábulas dobles, si pueden ser prouechosas y deleytosas, como las de Terencio, las quatro digo.

Vgo dilató vn poco la respuesta, como que la pensaua. F[adrique] dixo: No sé si auéys bien entendido qué sea fábula doble; es el término del Philósopho, y por el exe[m]plo q[ue] traéys me parece desconocéys la cosa. Digo, pues [pág. 186], que de las fábulas, vnas son simples, y otras, co[m]puestas de agniciones y peripecias, como está ya dicho; y las co[m]puestas son las mejores en qua[n]to a esto; y digo más: que las fábulas son simples y son dobles; q[ue] es dezir, no ay en ellas más q[ue] vn tránsito de felicidad a infelicidad o al co[n]trario, como se vee en la Hécuba y en la Iphigenia; y estas fábulas simples so[n] trágicas y so[n] mejores q[ue] las dobles, en las quales ay dos trá[n]sitos, como se vee en la Eneyda, q[ue] Turno passa de felicidad a infelicidad, y Eneas, al co[n]trario; y esta especie de fábulas, como después se ente[n]derá mejor, es buena para la Épica. Mas, boluie[n]do a la duda del P[inciano], digo que tengamos cierto y por sin duda alguna la arte se fundó en la naturaleza, y que aquella fábula será más artificiosa que más deleytare y más enseñare con más simplicidad, porque, según el mismo Philósopho, en vano se aplican muchos modos para vna acción; si vno solo basta para enseñar y deleytar en vn poema, ¿para qué se aplicarán muchos? Y vltra: ¿no veys que es mas artificioso, y, por el consiguiente, más grato sobre vn solo argumento y fundamento de vna fábula fundar vn poema bastante en la grandeza y magnitud que no asir de muchos argumentos, que esto parece argüyr falta de inuención? ¿Quánto será más digno de loor el que sobre vna sola sentencia dixere vna hora razones bien ordenadas o el que sobre dos o más sentencias? ¿Quál muestra más inuención y quál más facundia?

Y el P[inciano]: Luego se tocará esse punto, que agora estoy bien satisfecho desta cosa, porque veo yo en essas represe[n]taciones ordinarias dos y tres y quatro casamientos en vna.

Vgo respondió: Y aún más que Bachilleres en Artes de vna vez se hazen en Al[pág. 187]calá de Henares, y aunque los oyentes se quedan graduados en artes, conforme al refrán…

Y Fadrique: Tan asnos como antes, queréys dezir, y dezís muy bien, porque de la muchedumbre de enamoramientos que en vna fábula se representan nace tanta confusión, que ni los oyentes lo entienden, ni los actores lo entendieron, ni los poetas supieron lo que hizieron. Sobre vna sola acción se ha de fundar el poema y sobre vn argume[n]to, el qual, como está dicho, de su nacimie[n]to es breue, y co[n] la frequencia y gra[n]deza o gra[n]de freque[n]cia ju[n]tamente de los episodios artificiosos se deue traer la fábula toda a justa grandeza.

El P[inciano] preguntó assí: ¿Quál es la grandeza justa de la fábula toda? Que de los argumentos ya yo sé que son muy breues.

V[go] respondió: Sobre esse fundame[n]to vos mismo podéys colegir q[ue] las fábulas de poemas incapaces de episodios todas son muy breues, y assí no ay q[ue] hablar de su gra[n]deza. Y, hablando de los principales poemas q[ue] recibe[n] episodios, digo de su magnitud y grandeza siguiendo la alegoría del animal, como el mismo Arist[óteles] la sigue en sus Poéticos que, assí como el animal muy pequeño no deleyta, porque no se puede bien distinguir la proporción de los miembros, y como el que fuere tan gra[n]de como vn monte tampoco deleytaría, porque no se podrían comprehender bien los miembros dél, assí la fábula muy pequeña y la muy grande pierden su fin en el deleyte y gusto que deuen dar al oyente. De manera que la fábula ha de ser grande, q[ue] distinga sus partes y las entregue claras, y no ta[n]to, q[ue] las partes del animal se pierda[n] de vista; y si queréys que hable más claro y con palabras de el mismo Philósopho: «la buena fábula [pág. 188], quanto a la magnitud y grandeza, es la que más se alarga hasta que toda ella venga a ser manifiesta». Por alargarse da a entender que no ha de ser corta, para que tenga claridad en sus partes, y, por el se venir súbito a manifestar, da a entender que no ha de ser tan grande, que por la grandeza sea incomprensible.

No ay más que dezir, dixo F[adrique].

Y el P[inciano]: Yo tengo más que oyr, y es: ¿Qué fábulas éstas sean?

Vgo respondió, algo enojado, preguntando al Pinciano: ¿Ya no está dicho que las que son capaces de episodios, quales son las trágicas, cómicas y épicas?

Ay os espero, replicó el P[inciano]. ¿Pues por qué las trágicas y cómicas son tan cortas en comparación de las épicas? ¿Por ventura está este negocio de las fábulas en el vso también como las demás cosas?

No, dixo F[adrique], no está sino en razón. Y, aunque la diera mejor que yo Vgo, quiero agora dezir la mía. Las fábulas trágicas y cómicas bien se pudieran estender tanto como las épicas, quanto al volumen del·las; que aquí está la Celestina, que es muy larga, y también ley yo otra que dizen La Madre de Parmeno, la qual era mucho más. Pero como estos tales poemas son hechos principalmente para ser representados, siendo largos, no lo pueden ser representado[s], digo(25) y pierde[n] mucho de su sal. De manera que la fábula actiua y representatiua no vendría a ser manifiesta a los oyentes en el teatro súbito; porq[ue] se tardaría en representar, de manera que antes q[ue] ella fuesse acabada, lo fuesse la paciencia del oyente. Conuiene, pues, que la trágica y cómica tengan vna jvsta grandeza, qua[n]to baste a entretener y no cansar al auditorio, que será espacio de tres horas, antes que más, menos.

El P[inciano] replicó diziendo: ¡Esso se podría remediar co[n] par[pág. 189]tilla en dos o tres representaciones! Que assí lo he visto en estos teatros, primera y segunda y tercera parte de comedias.

¿Qué es esso? ¡O, qué gentil remedio! dixo Vgo. Animal perfecto, dize el Philósopho, que ha de ser la fábula, no inséctil o ceñido, el que, hecho pedaços, biue como las culebras y lagartijas. ¿Vos no veys que, si ella es vna acción sola, como deue, quedará manco el poema y sin gusto alguno, y que tendría fin en el teatro la representación en el medio y en la mayor perturbación della? ¿Y que este animal queda visto imperfectamente y no del todo? Será, digo, desabridíssima la tal representación, y si alguna déstas han agradado, es porque se representan debaxo de diuersas acciones, de manera que la acción primera fué animal perfecto y la segunda, otro perfecto animal. Esto se declarará mejor quando se declaren las partes quantitatiuas de la fábula, adonde se hablará del ñudo y la soltura. Agora cierro lo dicho de la vnidad, grandeza y perfectión de la fábula.

Menester es, dixo el P[inciano], abrir otro poco, y que por la abertura entre luz por donde yo vea el tiempo en que estas acciones se deuen hazer, y si tienen término o no. Yo me declaro: si importa que la obra dellas se finja ser hecha en largo o breue espacio de tiempo, porque veo yo a las épicas sin alguno, y las trágicas también algunas vezes.

Vgo se rió y dixo: Y aun en las cómicas en essos teatros tambié[n]. La cosa es desta manera: que la épica no tiene cierto término, porque los episodios son muy largos y el poema muy largo hablo en general y en su naturaleza, mas la trágica no deue tener más término que vn día. Lo mismo entiendo yo de la cómica.

El Pinciano dixo: La razón espero.

Y [pág. 190] Vgo: Ella es ésta: deleytan y duelen más las obras deleytosas y dolorosas súbitamente venidas; y assí como el fin del poeta es deleytar, tiene necessidad quanto sea posible, dar breue tiempo a la acción deleytosa, porque quanto se va dilatando el tiempo della, se va agua[n]do más el deleyte, y de otro modo, ni las acciones ni las peripecias perturban lo que deuieran.

El P[inciano] dixo: Yo lo he entendido.

Y Fadrique: Essa es la razón de la doctrina del Philósopho; mas me parece mucho el rigor, y no mal lo que algunos modernos han dicho y antiguos practicado; que la comedia se pueda representar como que la acción del·la aya acontecido en tres días, y la de la tragedia, en cinco, a lo más largo. Y de aquí se puede colegir quáles son los poemas a do nasce vn niño, y cresce, y tiene barbas, y se casa, y tiene hijos y nietos, lo qual en la épica, aunque no tiene término, es ridículo, ¿qué será en las actiuas que le tienen tan breue? Y esto basta de la vnidad de la fábula. La otra parte, co[n]traria al parecer, que es la variedad, resta, y resta poco al que sabe que la naturaleza se goza con la variedad de las cosas, y que este animal fábula será tanto más deleytoso, quanta más variedad de pinturas y colores en él se vieren.

De la variedad de la fábula.Todo está dicho, dixo Vgo, y yo no tengo más que decir acerca de la variedad sino que nos acordemos de Virgilio con quánto deleyte varía su poema, el qual, entre otras cosas, de tal suerte varía las muertes que, aunque son infinitas, vna jamás parece a otra. ¿Qué diré de la variedad de las oraciones y de lo demás de el summo Poeta, el qual propongo para ser imitado? Vamos a la segunda condición: que ha de ser perturbadora y [pág. 191] quietadora. Perturbació[n], dize el Philósopho, es vna acción llena de alegría o tristeza; y assí toda buena fábula deue perturbar y alborotar al ánimo por dos maneras: por espanto y conmiseración, como las épicas y trágicas; por alegría y risa, como las cómicas y ditirámbicas. Y deue también quietar al ánimo, porque, después destas perturbaciones, el oyente ha de quedar enseñado en la doctrina de las cosas que quitan la vna y la otra perturbación. Y porque esta materia de perturbar tendrá su lugar propio en otro lugar, no digo más del·la.

De la 2 condición de la fábula.

Fadrique dixo: Dize muy bien Vgo, que la plática de la perturbación triste viene mejor en la tragedia, y de la alegre, en la comedia, para las quales se quede; y acábese la condición tercera, que fué de la admiración y verisimilitud que ha de tener la fábula buena.

El Pinciano dixo entonces: Ya dixe que he leydo a Aristóteles estos días, y me paresce, si bien me acuerdo, que esto de la perturbación es por él tratado en consequencia de la tragedia, y adelante dize: «Traté de las partes essenciales de la tragedia, agora he de hablar de las que tocan a la cantidad».

Fadrique respondió: Es assí lo que dezís, mas aduertid que lo mismo podréys argüyr de los reconocimientos y peripecias, porque éstas y la perturbación andan acompañados a vna, y a vna trata de ellas el Philósopho en essa parte; y lo mejor que a mí paresce es que perturbación, reconoscimiento y peripecia son partes essenciales, como Aristóteles significa, a la tragedia, pero genéricas y no específicas, como si dixéssemos: el sentir es [pág. 192] essencial al hombre, mas genérico y que compete a los demás animales. Digo, pues, que la perturbación, reconocimiento y peripecia son tratados del Philósopho en materia de tragedia, como partes essenciales della genéricas, mas que tambié[n] lo son a la épica y a la comedia. Y vos, ¿no veys essas fábulas cómo todas son llenas de perturbación, reconocimientos y peripecias? ¿y que la perturbación es acción llena de alegría o de tristeza? ¿y que la alegría más compete a la comedia que a otra acción alguna fabulosa, aunque alguna vez se halle en la épica y trágica?

El P[inciano] dixo: Estoy satisfecho.

Frag. 5.

Y Vgo luego: Vamos a la tercera condición de la fábula, que es: ha de ser admirable y verisímil. Ha de ser admirable, porque los poemas que no traen admiración, no mueuen cosa alguna, y son como sueños fríos algunas vezes. Esta doctrina enseña Galeno, q[ue] en el tercero Del vso de las partes dize assí: «La poética musa, entre otros ornamentos y arreos que tiene, el principal es el milagro y marauilla; por lo qual parece que el poema que no es prodigioso es de ningún ser».

3. Condició[n]F[adrique] dixo: No vengo en esso, señor Vgo, que, au[n]que el poema no sea admirable, con sola la imitación deleyta mucho. Y si no, mirad a vn ho[m]bre que haze alguna cosa ordinaria y común: mirad cómo vno está en su propio officio gana[n]do su vida a hazer buñuelos, y ¿qué haréys si le veys? Nada, y ni os mouerá más que si nada fuese visto por vos; y mirad que vn representante en el teatro pone sus tréuedes, y en ellas, la sartén, y que enciende la lumbre, y empuña la pasta, y échala en la sartén, saca el buñuelo, cómese vnos, vende otros, ¿por ventura podréys tener la risa? Claro es que os reyréys y holgaréys co[n] [pág. 193] sola la imitación; assí que ésta es de tanto deleyte, que basta mouer a risa y passatiempo; y lo mismo es en las acciones trágicas.

Vgo dixo entonces: Essa imitación común tiene también su admiración; y claro está que los que se ríen del·lo, se admiran de la imitación tan a gusto. Mas no hablo desta admiración solamente, sino de otra causada de algún acaecimiento nueuo y raro; porque esta nouedad haze mucho para el deleyte, que, aunque como auéys dicho, y muy bien, sola la imitación le trahía, mas quando es de cosa no oyda, ni vista, admira mucho más y deleyta. Y assí soy de parecer que el poeta sea en la inuención nueuo y raro; en la historia, admirable; y en la fábula, prodigioso y espantoso; porque la cosa nueua deleyta, y la admirable, más, y más la prodigiosa y espantosa; y el que no tuuiere ingenio furioso harto y inue[n]tiuo, añada a lo inuentado, que la añadidura también tiene inuención en cierta forma; y como ay hombres que sin arrimo andan mal, mas arrimados a arrimo, por ligero que sea, andan bien, assí ay ingenios que de suyo no son muy inuentiuos, mas arrimados a las inuenciones de otros, añaden cosas más que medianas. Y esto es lo que yo siento ay que dezir en esto de la admiración y del poema admirable.

El Pinciano dixo: Vos, señor Vgo, andáys ta[n] breue en vuestra plática, que la hazéys escura; no seáys auariento de cosa tan barata como son palabras, y dezid más, y ensanchad esse dicho para que quede más manifiesto.

Fadriq[ue] respondió: Por cierto, lo essencial de la admiración está dicho a mi parecer, aunque el señor Vgo lo pudiera estender vn poco más, añadiendo a lo que dixo ser [pág. 194] inuención de ingenio versátil y furioso, que la facultad inuentiva es de la parte que discurre, como Aristóteles enseña. Mas ésta y otras semejantes cosas no son de mucha essencia.

Para lo que al presente se trata quisiera yo, dixo el Pinciano, que me dixeran ¿cómo inuentaré alguna fábula o trágica o cómica?

Yo lo diré, dixo Vgo. Imaginad vna acción nueua y rara y que sea deleytosa; y si de vna vez no se haze bien, bolued otra, y otra, quitando y poniendo en el ente[n]dimiento y discurso que, sin falta alguna, al cabo de poco tiempo, auréys hallado lo que buscáys. Esta acción es la fábula, que después podéys ensanchar con otros acaecimientos, endereçados a la acción principal (a los quales diximos episodios). Y si no queréys trabajar tanto como esto, preguntad a qualquier hombre que aya llegado a veynte y cinco años el discurso de su vida, que él os dará materia para otras tantas comedias; y leed las historias, que qualquiera os dará para otras tantas tragedias, añadiendo y quitando de la verdad lo que os pareciere conuenir, porque el deleyte sea mayor. Y empeçad, que yo os prometo que, si començáys, q[ue] os comáys las manos tras esta scie[n]cia; y no os acobardéys, q[ue] el me[n]tir es la cosa más fácil que ay en el mundo.

Pincia[no]: Mas el mentir con arte es muy dificultoso.

Vgo: Sí es, mas perdiendo se enseñan las gentes a jugar; y vos, haziendo disparates, os enseñaréys a poetar, que ninguno nació enseñado.

Agora bien, dixo el Pinc[iano], entender querría la theórica y la parte contemplatiua desta philosophía. Pregunto: ¿Esa admiración q[ue] dezís ser tan necessaria, diuídese en especies o es sola vna?

Vg[o] dixo: Sí; tres especies ay de admiraciones [pág. 195], porque vnas son ni alegres ni tristes, como el buelo de Pegaso; otras, trágicas y tristes, como la muerte de Príamo y desuentura de Hécuba; otras son ridículas, como las burlas entre Mercurio y Sosia.

Fadrique, riendo, dixo: ¿Y por qué no dezís la de Iúpiter y Amphitrión?

Y riendo respo[n]dió Vgo: Porque éssas son burlas muy pesadas. Y después: Dicho auemos de la admiración; resta dezir de la verisimilitud.

Verisimilitud.

Yo lo deseo mucho, dixo el Pinc[iano], porque parece que tienen contradición lo admirable y lo verisímil.

Vgo respondió: Sí; esta cosa de fábula tiene mucho que co[n]siderar, y en el·la se veen muchos ñudos, porque ha de ser la fábula admirable, como está dicho; y verisímil, como se dirá agora; y ha de ser vna, como rato antes dixe; y ha de ser varia, como después poco; y con esto y de ser vna, ha de ser dos, y tres, y quatro, y aun cinco.

El Pinciano dixo: Yo me veo a la puente de los asnos, y con tantas dificultades que, si no tuviera tan buenas guías para el camino que resta, pienso que tornara a andar el camino andado y dexara lo de adelante.

Agora bien, dixo Fadrique, vos podéys enseñar a todos; mas, con licencia del señor Vgo, yo quiero poner el fundamento a esta fábrica de la verisimilitud, y digo que es tan necessaria, que, adonde falta ella, falta el ánima de la poética y forma, porque el que no haze acción verisímil, a nadie imita. Assí que el poeta de tal manera deue ser admirable, que no salga de los términos de la semejança a verdad.

Yo lo entiendo bien, dixo el Pinciano, mas para entenderlo mejor quiero traer a Horacio, el qual, en su Arte, no pone límite alguno, mas antes dize que los pintores y poetas tienen facultad [pág. 196] de atreuerse a quanto quieran finjir y machinar.

Vgo dixo entonces: Bolued la hoja, y hallaréys la respuesta, o, por mejor dezir, bolued el ojo a la hoja dos dedos más abaxo; veréys que dize la forma que en esto se deue guardar, y es: que no se ayunten imposibles, ni aues a sierpes, ni corderos a tigres; lo qual fué también el introito a su obra, diziendo que de tal modo ha de ser la licción, que no dé que reyr de imposible, que es dezir, de necia; porque si vn pintor, debaxo de vna cabeça de vna dama, pintase vn cuello de cauallo, y debaxo déste, vn cuerpo de aue, y éste rematasse con cola de algún pescado, no se podrían las gentes contener de risa.

Pues, señor, dixo el Pinc[iano], yo he visto pinturas de éssas y aun poemas. ¿Y vos no veys cómo Virgilio pinta a Atlante?

Fadr[ique] dixo: Essas son pinturas alegóricas y significatiuas de cosas, y no son de las que agora se tratan, que son de las q[ue] no tienen alegoría alguna, sino que, por causar admiración, algunos poetas pintan pinturas y disparates ridículos y ajenos de toda imitación. Torno, y digo que aquellos vocablos que declaran la naturaleza de Atlante son metaphóricos: la cabeça significa cumbre del monte, el pecho, la baxada; y assí, de lo demás. De a do se colige no ser aquella descripción fabulosa, sino histórica y verdadera, y que no tienen los pintores y poetas más licencia de se estender en sus ficciones de quanto se alarga el término de la verisimilitud.

Yo entiendo, dixo el Pinc[iano], muy bien lo que dezís, mas no cómo sea que muchos poetas y muy graues han dexado a la verisimilitud que pregonáys, y, teniendo por más essencial de la poética la admiración que no [pág. 197] la verisimilitud, han escrito cosas prodigiosas fuera de toda verdad. Y, porque no se me oluide, pregunto: ¿Qué semejança a verdad tiene Homero, quando en su Vlysea dize que los bueyes del Sol hechos pedaços y en los asadores bramaua[n] al fuego? ¿Y en su Ilíada, que el río Simoes peleaua contra Aquiles? ¿Y qué también Virgilio, quando dize que las naues de Eneas, quemadas, se conuirtieron en nimphas? Y vn número sin número, quales vemos en Ovidio y otros.

Vgo dixo: A esta objeción respondiera Plutarcho, y aun Aristóteles, que la alegoría es la causa basta[n]te para lo poder hazer.

Y Fadr[ique] se entrepuso diziendo: El que leyere los papeles de Palefato, terná andado mucho en este camino, porq[ue] este autor declara las tales alegorías. Dicho esto, prosiguió así: Supuesto que el poeta deue guardar verisimilitud en todo, la deue guardar también en la religión, ley y seta que en aquel tiempo y en aquella región se vsaua. Digo que Homero, Virgilio y los demás no hizieron agrauio a la imitación, mas fuéronla conseruando con mucha perfección en general, porque en el tiempo que ellos escriuieron, el Sol era tenido por Dios y Cibele por diosa, y los ríos y fue[n]tes, dioses juzgados por su perpetuydad. Y assí no ay que marauillar si por milagro del dios Sol sus bueyes bramauan en los assadores, y si por Príamo el dios Simoes peleaba, y si por la madre Berecinthia las naues de Eneas fueron hechas nimphas, la madera de las quales se auía cortado del mo[n]te de la dicha diosa; y si miráys la proposición de la obra de Ovidio, hallaréys que dize:

[pág. 198] En cuerpos nueuos las trocadas formas,

Encomienço a cantar; vosotros, dioses,

Que fuisteys en mudarlas, dadme ayuda.

Assí que, conforme a aquel·los tiempos, Homero, Virgilio y los demás prosiguieron muy bien su imitación, y en ella la verisimilitud, la qual agora en nuestros tie[m]pos se guardará siguie[n]do nuestra religión en los poemas.

Dixo el P[inciano]: Pregunto, por vida mía: ¿de dónde nace que la religión de los antiguos ge[n]tiles no nos ofende al leerla, y si los cristianos la vsan en sus poemas, nos ofenden grandemente, pues sabemos que aquellas acciones no tuuieron verisimilitud alguna entonces, como ni agora la tienen? ¿Y tan clara y desuergonçada fué la mentira de aquellos antiguos, que della ellos no tuuiero[n] duda?

F[adrique] dixo: Muchas disculpas pueden tener para lo q[ue] dezís, y de las disculpas les nace el no ofender a los lectores; y, dexadas las demás aparte, sea vna: q[ue] acerca del vulgo aquella religió[n] tenía verdad en la letra, y acerca de los sabios, en alegoría. Y porque entonces los poetas escriuieron cosas verisímiles en su falsa religión no enfadan agora ni enojan a los lectores: lo qual harían los cristianos poetas, porque dirían mentiras muy descaradas, si siguiessen la tal religión.

Vgo dixo: Es tan necessaria la verisimilitud en doctrina de Aristóteles, que el poeta deue dexar lo possible no verisímil, y seguir lo verisímil, au[n]que impossible.

El Pinciano se rió y dixo: ¿Qué algarauía es ésta? ¿Que el poeta ha de seguir en su fábula lo impossible verisímil, y no lo possible y no verisímil?

Y Vgo: Sí; porq[ue] no es muy difícil que vna cosa sea possible y no verisímil.

Y [pág. 199] Fadrique preguntó al Pinciano. ¿Es verisímil que vn hombre dance puesto de pies en vna soga tirante y haga de las que dize[n] cabriolas?

Oydo lo he dezir, dixo el P[inciano], mas no parece verdad.

Y V[go]: Pues yo lo he visto.

Y Fa[drique] Pues, si lo auéys visto, possible es. Assí q[ue], essa obra no es verisímil, mas es possible; y au[n] acontece ser necessario y no verisímil (hablo co[n] las gentes quales son comúnmente y aun co[n] quien se trata generalmente). ¿Todavía parece que dudáys? Pues torno a pregu[n]tar: ¿El sol es possible q[ue] sea mayor que la tierra?

P[inciano]: Y aun necessario, si los mathemáticos enseñan verdad.

F[adrique]: Pues haced vn poema actiuo o común desso; veréys cómo se ryen las ge[n]tes, lleuadas de la incredulidad y falta de verisimilitud para con ellas. ¿Veys cómo ay cosa possible y no verisímil? Y que sea vna cosa impossible y verisímil, podéys ver en la tragedia de Edipo, el qual habla como que Edipo no supiesse quién huuiesse muerto a su padre, y, por lo que antes de la tragedia se sabía, era impossible que no supiesse auerle él muerto. Assí fué la verdad y assí Aristóteles lo dize en sus Poéticos a este mismo propósito. Y si queréys otros exemplos más claros, mirad a la República de Platón, la qual es muy verisímil al parecer ordinario, y si vn poco la exprimís, la hallaréys impossible. Y, en lo possible y no verisímil, imaginad que en vn teatro se haze vna representación de que, yendo tres hombres a matar a vn Rey, súbito se quedaron muertos. Possible fué que el vno muriesse súbito, y que el otro, y el otro, mas no parece verisímil que en aquella sazón todos muriessen de repente; y assí quedaría la acción fría, no más que por falta [pág. 200] del verisímil, en el qual pecado caen los que desatan el ñudo de las acciones con máchina; y es de aduertir que, aunque en toda especie de fábula es la verisimilitud necessaria, pero mucho más en las dramáticas y representatiuas, las quales mueuen mucho más al ánimo, porque entra su imitación por el ojo, y, por ser acción sujeta a la vista, la falta es mucho manifiesta más que no en aquellas especies de fábulas q[ue] entra[n] por el oydo o lectura, como son las comunes; assí q[ue] especialmente es menester la semejança a verdad en las dichas fábulas actiuas, porque el bramar los bueyes del Sol y otras cosas semejantes parecen bien dichas en el poema común, pero, representadas en teatro, parecieran muy mal, que ni los bueyes se pudieran poner bien en los assadores, ni pudieran bramar.La máchina quita a la verisimilitud, y más, al fin.

Fadr[ique] dixo: Bramaran más a mi parecer los oyentes de dolor de ver vna acción tan fuera de toda imitación, o, a lo menos bramara Horacio, si presente se hallara, que dize:

No conuiene Medea despedace

Delante del teatro sus hijuelos;

Ni delante del pueblo, Atreo tueste

Las entrañas del hijo de Thieste.

Calló Fadrique y dixo el Pinciano: Pues yo leo muchas vezes en fábulas actiuas, trágicas y cómicas muchas acciones agenas de toda verisimilitud, y no de qualquier autor, sino de muy graues, como Eurípides, Sóphocles, Aristófanes, Plauto y Terencio.

Ay se me caya la capa, dixo V[go], mas veamos en qué parte y cómo.

El Pin[ciano] respondió: Fá[pág. 201]cil es dezirlas yo y confessarlas vos. Pregunto: quando los actores en el teatro representan a las dos de la tarde vna acción como es hecha a las dos de la noche, ¿qué semejança a verdad tiene la tal obra, pues los actores dizen que es de noche y los oyentes están mirando al sol? ¿A quién creerán más los muchos oyentes: a los pocos representantes que dizen ser de noche, o a sus ojos que veen el día claro? Y vltra desto: quando vn representante se persina al entrar al tablado, como si saliesse de su casa, y a tres passos llama a otra que se finge más de ciento de la suya, ¿qué verisimilitud tiene? Y quando vn actor está con otros razonando al oydo, como en secreto, y da las bozes q[ue] las oye[n] las mujeres que está[n] más remotas, ¿qué verisimilitud tiene? Yo confiesso que no lo alcanço.

Vgo dixo: Argumentos son éstos hartos, y harto fuertes y que no tiene[n] respuesta fácil a mi parecer; y veo que dezís la verdad y que los poetas hizieron bien; y veo que la verisimilitud se deue guardar y que no se guarda. Yo pido término para responder.

Fadr[ique] dixo entonces: En tanto que llega el parecer pe[n]sado del amigo, quiero yo dar el mío repentino. Para lo qual pregunto si la acción se puede hazer sin estos defectos. Parece que no. Y más pregunto: si parecen bien essos actos, aunque no verisímiles. Paréceme que sí. ¿Qué resta? Que pues no puede ser de otra manera y la acción es deleytosa, la tal fábula no sea condenada, ni el autor tenido en menos. Y como generalmente las faltas suelen estar en los artífices y no en las artes, al contrario, algunas vezes suele estar la obra con alguna imperfección, no por falta del poeta, sino de la misma arte; la qual[pág. 202], assí como todas las demás, tiene sus fragilidades y impotencias.

Ya lo veo, dixo el Pinciano, que por esto antiguos hizieron y fingieron sanos y enteros a todos los dioses, excepto a vno que entre ellos era artífice, el qual era coxo.

Sí, respondió Fadriq[ue], todas las artes son coxas; assí ésta, en la qual no se pudo hazer la acción de otra manera que perdiendo la verisimilitud, y assí el autor queda disculpado. De los pecados voluntarios me libre Dios, que de los forçosos no ay tanta culpa. Mas quiero agora vn poco reforçar el argumento contra la verisimilitud por otro camino. ¿Para qué efecto, y con qué necessidad los poetas actiuos y representatiuos, trágicos y cómicos, traen al teatro personas que nunca lo fueron, ni aun tuuieron cuerpo, como la luxuria, pobreza, arcturo y otros assí? Ninguna cosa tan fuera de semejança de verdad, y ninguna más fácilmente se podría escusar.Personas sin cuerpo.

Vg[o] dixo ento[n]ces: Cosas son éssas de Aristóphanes y Plauto, cómicos, a los quales yo no tengo obligación de responder; y no porque no sean graues varones, sino porque yo estoy hablando de fábula, y essas inuenciones todas están fuera dellas, digo, en los prólogos.

Fadrique dixo entonces: Sí; yo estoy contento por agora con la respuesta; que si estas ficciones son fuera de la fábula, aunque te[n]gan alguna impropiedad, se puede dissimular.

Y después Vgo: Esto sea dicho en lo generalísimo de la verisimilitud imitante; y en lo especial se deue aduertir, para que de la vista no se pierda, la persona, tiempo y lugar en que la acción se obra. En la persona, el género, si es varón o si es hembra; y en el varón, la edad y estado de vida, de lo qual Horacio [pág. 203] escriuió y assí no tengo para qué referirlo. Sólo en el estado aduierto de Arist[óteles] que los sieruos siempre en general [pág. 204] son malos, y assí se deuen pintar para que la imitació[n] sea perfecta; y en el género, que las he[m]bras son flacas y no se deuen pintar fuertes.

El P[inciano] dixo: ¿Pues cómo es esso que Quinto Calabro pinta a Pe[n]thesilea, y Virgilio a Camila fortíssimas guerreras, y yo lo veo cada día en essos teatros?

V[go] respondió luego: A esso primero está respondido: que las cosas que no parece[n] en representación no son tan manifiestas, y por esso no mueuen tanto; y assí se estienden las fábulas de los poetas comunes a cosas más difíciles. Mas a lo segundo q[ue] dezís de los teatros, no sabré responder sino q[ue] no se yo q[ue] trágicos antiguos lo ayan hecho, como tam[m]poco representado exércitos de hombres en los teatros, por la gra[n]de dificultad y desemejança a verdad.

Estoy co[n]tento, dixo el P[inciano], mas no me acuerdo de aquello que Horacio acerca de las edades dize.

A lo qual Vg[o]: No es mi intento cansar co[n] lo q[ue] está dicho, mas por os complacer digo q[ue] dize: «el niño naturalmente ser inclinado a juegos de niños y que presto se aira y presto se desenoja; y que el mayor gusta andar a caual·lo y yr a caça, es fácil a todo vicio y difícil al recibir reprehe[n]sió[n], poco próuido y muy p[ró]digo; el ya mayor sigue ama[n]do las riq[ue]zas, busca amistades y ho[n]ras, es algo más tardío en su resolució[n] y determinació[n]; el vicio es amigo más d[e] riq[ue]za y más d[e] guardarla, todo qua[n]to haze es co[n] remisió[n] y flojedad, y, al fin, todo lo obra co[n] pereza, si no es el guardar los dineros; cada edad sigue su estado y ni al niño está bie[n] ser muy reposado, ni al viejo d[e]masiadame[n]te azogado y agudo». Esto sea d[i]cho en general y en especial; y quien las causas desto quisiere, búsquelas en los philósophos naturales; nuestro designo agora no es más que yr tocando las cosas ligeramente, y assí conuiene que en lo demás mire el poeta a quien pinta, y siga siempre, como es dicho, a la naturaleza de la cosa, y, en suma, al verisímil y buen decoro, que por otro nombre se dirá perfecta imitación; ésta se deue guardar siempre, y, en ella, la edad, fortuna, estado, nación, hábito, instrumento y los dos adjuntos principales, que son tie[m]po y lugar.

Dicho, calló Vgo y los compañeros ta[m]bién por vn rato, al fin del qual Fadrique dixo assí: Todo, por cierto, me parece muy bien, mas quiero poner vna duda contra ello, no por mí, sino por nuestro compañero el Pinciano. Virgilio no guardó imitación en el tiempo y lugar, y luego: o Virgilio no supo lo que se hizo o vos no lo que dezís.

Co[n]fiesso, dixo Vgo, q[ue] me sacáys las palabras de la manera que a los hombres que no tienen gana de reñir se sacan las armas, que es prouocándolos con injuria. Y pues es assí, yo quiero sacar las armas mías, no más que para reparar; y en hora buena jugad la espada a dos manos, que yo espero el golpe.

Fadrique dixo: Pues escuchad en el libro primero de la Eneyda a Virgilio, que no guardó el lugar en dos cosas: la vna, en la descripción del puerto que haze, porque no ay tal puerto en África, sino en la España, y dízese Carthagena; la otra, en la caça de los cieruos que en la África afirma, la qual no los cría, según Plinio. Esto es en lugar; y en el tie[m]po, ya se sabe quánto antes que Eneas fué la Reina Dido, y Virgilio junta vn tiempo con otro, como se vee manifiestame[n]te desde el principio del prime[pág. 205]ro hasta el fin del quarto.

Calló F[adrique] y V[go] dixo: Reparo a los dos golpes con dos escudos, y no malos, y aun pudiera co[n] muchos más, pero basten éstos; el vno es Platón y el otro Aristóteles, que dizen que el fabular es natural a la Poética; lo qual está ya tan prouado, que no ay que gastar tiempo en el·lo; supuesto lo qual, digo que el poeta no se obliga a escriuir verdad, sino verisimilitud, quiero decir possibilidad en la obra, y todas essas cosas que dezís, la tienen, porque fué possible auer puerto en la África semejante en algo, ya que no en todo, al que descriue Virgilio, y al poeta lícito le es alterar la Historia como está dicho y no la fábula.

Sí, dixo Fadrique, mas no en la Geografía y Cosmografía, ni tampoco en la Natural Historia; y assí verdaderamente lo que yo entiendo es que en estos dos lugares, aunque lo parece, no está contradicha la verisimilitud, porque pudo ser auer puerto y puertos semejantes, auerlos el tiempo escondido, como otras muchas cosas. Y lo mismo digo de los cieruos de África, q[ue] pudo ser en algún nauío lleuado algunos y auer produzido y criado al tie[m]po q[ue] fué Eneas en aquellas riberas. Y como quiera que sea, queda el precepto de verisimilitud inuiolable. Y, en lo que toca a lo de Dido y Eneas, ya está respo[n]dido que puede muy bien el poeta en los tiempos, como se le antoja, alterar las historias que no son naturales.

El Pinciano dixo entonces: ¿Por qué puede el poema alterar en la historia del tiempo, y no en la del lugar y en la natural?

Vgo respondió: Porque el tiempo passado no es euide[n]te a la vista del hombre como es el lugar, que éste queda y aquél desuanece. Y en lo que toca a la Natural Historia es [pág. 206] mal hecho escriuir mala doctrina y falsa: y assí no conuiene que el poeta la altere, porque lo natural es perpetuo. Alguna vez se le permite por deleytar con algún prodigio: y con esto, si os parece, hago pausa a la parte de la verisimilitud.

El Pinciano dixo: Sea en hora buena, aunque me quede con alguna duda en lo que toca a la verisimilitud de las edades, porque los viejos todos no son, como vos dezís, auaros, indeterminados y espaciosos. Veo yo en las comedias algunos pródigos determinados, y más que vnos niños, ligeros en las acciones corporales y aun espirituales, que no parecen mal; y según esto que veo y vuestra doctrina, parecen estas imitaciones malas y fuera de la verisimilitud.

Vgo dixo: No es tan fuera della como dezís; porq[ue] realmente ay algunos viejos, aunque pocos, de essa condición; y a éstos imitan los cómicos y de éssos guardan la verisimilitud. Lo que dixe o quise dezir es que, según la naturaleza y comúnmente, los viejos son de las dichas calidades, y q[ue] en cosas graues conuiene q[ue] el viejo se pinte guardoso, indeterminado y espacioso, porque es la comú[n] y natural acció[n] suya, mas en cosas de burlas y de passatie[m]po está muy bien pintar a vn viejo de la manera q[ue] dezís auer visto, determinado, colérico y aun enamorado, si queréys, por dar más causa de reyr y más sal a la comedia. Assí q[ue] si quiero pintar la cosa graue, como ella es, pintaré la senetud en vn ho[m]bre graue, reposado, pereçoso en su determinación, que assí son naturalmente los viejos, mas si la quisiere pintar ridícula y de pasatiempo, pintaréla en vn hombre súbito y colérico, el qual dé que reyr con la demasiada desproporción. Assí que esta acción [pág. 207] súbita del viejo es verisímil y no verisímil, verisímil a la naturaleza particular de algunos viejos y no verisímil a la vniuersal; y, por ser condición particular de alguno, no está fuera de la verisimilitud, como lo son las acciones que del todo carecen della y que ni son ni pueden ser (como sería pintar un ciprés en medio de la mar, y vn delfín, en medio de vn monte). Y acábesse de cerrar esta cláusula de la verisimilitud con q[ue] el poeta la deue guardar en el género, en la edad y con el hábito y estado de la persona; y assimismo en el lugar y tiempo de la manera dicha, y en lo demás.

[Frag. 6]

Assí dixo Vgo y prosiguió diziendo: Dicho de las partes essenciales y co[n]diciones de la fábula, resta dezir de las partes quantitatiuas (quiero dezir que diuiden su quantidad), acerca de la qual digo q[ue] la fábula ha de ser vna, y dos, y tres, y quatro, y cinco, como está dicho. Y no es mucho inconueniente que vna cosa sea muchas debaxo de diferentes consideraciones: que la fábula se considera como cuerda y tiene ñudo y soltura, y tiene principio, medio y fin, y comie[n]ça a apretar, y aprieta, y aprieta hasta y hasta q[ue] más no puede (assí como el q[ue] en el potro atormentan, q[ue], apretado assí, o confiessa o no confiessa, como quiera se le afloxa el garrote). Assí q[ue], según estas tres co[n]sideraciones, es la fábula 1, 2, 3, 4, 5. Vamos a la primera, q[ue] es el ñudo y soltura. Ñudo en la fábula se dize aq[ue]lla acción q[ue] va perturbá[n]dose más y más hasta el tiempo del afloxar, el qual se dize soltura. De lo dicho consta q[ue] el ñudo no tiene lugar cierto, sino que él está embeuido en la fábula toda, y que no se puede dezir aquí está, porque él se comiença a añudar [pág. 208] al principio y va procediendo siempre más y más hasta el tiempo de desañudar.

En la quantidad de la fábula. 5. Consideraciones.Ñudo y soltura.

El Pinc[iano] dixo: Pues yo he visto muchas vezes en los teatros fábulas q[ue] aprietan el ñudo vn poco y le tornan a afloxar, y le tornan a apretar y tornan a afloxar, y no parece mal.

Fadr[ique] dixo: Y aun Virgilio vsó esso mismo en el quarto de su Eneyda y aun en otras partes ta[m]bién, porque el ñudo de la Eneyda va atado y perturbado por Iuno, y en el quarto libro veréys que afloxa el·la misma. A esto podrá responder el señor Vgo que para apretar más después, como a la verdad apretó al tiempo de la entrada de Eneas en Italia, mas no me parece suficiente respuesta, saluo sino dixéssemos que en la épica, porque es poema largo, es lícito afloxar vn poco a tiempos.

Esso digo, dixo Vgo, y que parece impossible en obras tan largas yr siempre apretando sin quebrar, mas en las breues, como son dramáticas, trágicas y cómicas, no conuienen altibaxos, digo, ni apretar ni afloxar, sino yr contino estrechando más y más para la peripecia principal que se aguarda al fin; y tanto es mayor después el deleyte en la soltura, quanto más el ñudo fué estrecho y porfiado.

El Pinciano dixo luego: La historia de Heliodoro épica es, mas, si bien se mira, ata[n]do va siempre, y nunca jamás desata hasta el fin. Dígolo, porque no contradize ser épica y ir atando siempre más y más.

Fadrique dixo: Don del sol es Heliodoro, y en esso del ñudo y soltar nadie le hizo ventaja, y, en lo demás, casi nadie. Hablo de la fábula, y assí, co[n]forme a la doctrina de Aristóteles, en toda acción conuiene yr apretando y estrechando este ñudo, y, conforme a lo que auéys dicho, especialmente [pág. 209] en las acciones dramáticas y representatiuas, que todo se guarda hasta el tiempo de la soltura, para lo qual deue quedar siempre vn cabo de donde asir, que, con mucha presteza tirado, deshaga el ñudo súbitamente, como suelen hazer gitanos, porque ay en esto del añudar y soltar algunos errores, allende de lo dicho; y algunos atan tan floxamente y desatan tan pereçosamente, q[ue] se pierde el deleyte todo de la acción: otros desatan co[n] presteza y bien, pero apretaron mal; otros aprietan bien el ñudo, y de tal manera se descuydan, que pierden el cabo por donde era el desatar, y se hallan tan apretados, que tienen necessidad de socorro diuino, el qual suele venir y dar mucha frialdad a la acción. Para atar el ñudo lícito es el socorro diuino, para desatarle parece muy mal y es mucha falta de artificio; porque el passo más deleytoso de la fábula es el desañudar, y, trayendo socorro del cielo, no queda la acción ta[n] verisímil como quando humanas manos lo obra[n].

Eurípides.

Vg[o] dixo(26): ¿Pues qué me dezís de la Iphigenia de Eurípides, q[ue] remata con que Diana la quitó de ser sacrificada y dexó en su lugar vna cierua?

Fadr[ique] dixo: En esso no guardó perfección. Assí la razó[n] lo enseña, y assí Horacio dize que no venga dios alguno a desatar estos ñudos, confirmando la sentencia de Arist[óteles], que manda que ni por la imaginación venga máchina al desañudar de la fábula. Esto es desta manera.

Aquí dixo el Pinciano: No lo entiendo.

Máchina mala para desañudar.

Vgo dixo: Yo os lo diré. Hazíanse en aquel tiempo máchinas artificiosas en que venían algunos dioses a los teatros y tablados, y Arist[óteles] dió el nombre del artificio en que venía a la persona, que era el dios, y para dezir lo q[ue] [pág. 210] Horacio «no venga dios», dixo el Philósopho no ve[n]ga máchina», como que no viniendo ésta, no verná dios. Desta manera ha de ser dos la fábula, q[ue] ha de ser ñudo y soltura.

F[adrique] dixo: El sumo Poeta, al principio del 10 de la Eneyda, en el concilio de los dioses artificiossíssimame[n]te obró lo q[ue] enseñáys agora; de manera q[ue], aunq[ue] él no dexara acabada la obra, era fuerça q[ue] el q[ue] la acabara, huyera de toda máchina, por[que] dize Iúpiter y promete q[ue] será vno a todos ygual, y con esto significa q[ue] al soltar del ñudo no será parcial.

Vg[o] respondió: Muy bien; y, prosiguie[n]do, vamos a ver cómo la fábula ha de ser tres: principio, medio y fin. Del fin, ya se ha dicho q[ue] es desañudar; del medio, gran parte, q[ue] es el añudar y atar; del principio ay q[ue] dezir dos palabras no más, q[ue] no comie[n]ce de do[n]de quiera, sino de alguna cosa insigne y muy vezina a la acción. Assí començó Eneas de la te[m]pestad q[ue] fué vezina a la primera parte de la acció[n], q[ue] era la partida de Troya; esto enseña Horacio qua[n]do dize: el q[ue] huuiere d[e] escriuir la guerra de Troya, no comie[n]ce d[e] los hueuos d[e] Leda; tales principios y exordios tales son co[n]denados ta[m]bién mucho en la Rhetórica y co[n] mucha razó[n]; de do se verá el yerro q[ue] antes diximos de los q[ue] trae[n] en la acció[n] vn niño en faxas, q[ue] ha d[e] ser principal autor d[e]lla; mas desto es dicho ya basta[n]teme[n]te; vamos a la fábula cómo ha de ser, q[ue] co[n] esto se dará fin a lo propuesto, y lo q[ue] más quedare, se q[ue]dará pa[ra] otro día.

F[adrique] dixo(27): Siguie[n]do como seguís orden de compendio, poco o nada quedará que dezir en lo general de la fábula a q[ue] os obligastes.

Quatro partes de la fábula.

V[go] dixo: En 4 partes se diuide la fábula, segú[n] los efectos que mueue: la primera dize[n] prótasis, porq[ue] es vn principio de mouimie[n]to de la acció[n]; a la 2, tarasis, porq[ue] [pág. 211] aquel mouimie[n]to va creciendo y turbá[n]dose; la 3, catástasis, en la qual la turbació[n] está en la cu[m]bre; y a estas tres partes dize[n] ñudo, porq[ue] como se va turba[n]do la acción, se va añudando el ñudo; a la 4 dizen catástrofe, y ésta es lo mismo q[ue] la soltura. Assí que el ñudo tiene tres partes y la soltura, la otra.

El P[inciano] dixo: Paréceme auer bien ente[n]dido esta cosa, pero co[n] exemplo lo entendiera mejor.

Por cierto, dixo Vg[o], no sé q[ué] exemplo os dé; tantos se me ofrecen. ¿Queréysle en trágica, épica, cómica? Sea en la épica, porque es lo más difícil.

No, dixo F[adrique], mejor será que vn día veamos vna acción, o cómica o trágica, y por ella se declarará mucho mejor esto, adonde lo veremos co[n] los ojos.

Bie[n] me parece, dixo Vgo. q[ue] si la acció[n] no fuere tá[n] turbada como co[n]uiene, el señor F[adrique] quitará lo q[ue] sobrare y añadirá lo q[ue] faltare, y, aunq[ue] la acción sea mala, quedará la doctrina buena. Y doy el remate a esta ca[n]ción co[n] q[ue] la fábula puede errar en dos maneras: la vna, essencialmente, y la otra, accidentalmente; essencialmente yerra quando falta en la ficción misma, como en las partes ya dichas, toca[n]tes a la imitación. Otra manera es qua[n]do yerra en la doctrina, como en este exe[m]plo. Es de Arist[óteles]. Si vn pintor pintasse bien vn cauallo en sus miembros y disposición, como que mouía a vna pie y braço izquierdo, diríase del tal que acertó en lo essencial, que era la pintura de los miembros, y erró en la accide[n]tal, q[ue] era el mouimiento del cauallo, por[que] los quadrúpedos se mueue[n] co[n] mano derecha y pie izquierdo adela[n]te, y, después, co[n] mano izquierda y pie d[e]recho, y ésta es la scie[n]cia, q[ue] no es d[e] arte poética, sino d[e] la filosofía natural, q[ue] enseña q[ue] toda cosa pesada va hazia abaxo, y q[ue] si el cauallo se mouiesse co[n] pie y [pág. 212] mano de vn lado a vna, se caería en tierra al punto por falta del sustento; mas si se mueue como es dicho, q[ue]da el cuerpo como sobre horquilla, y assí se puede mouer sin caer.

El Pinciano dixo entonces: ¿Pues cómo, señor Vgo? ¿No auéys dicho q[ue] el intento principal del poeta es la doctrina?

Assí es la verdad, dixo Vgo, mas mirad q[ue] la forma es más principal que el fin, quando no son vna misma cosa, y la forma de la Poética es la imitación, y el fin, la doctrina, como es dicho.

Fadrique dixo: Yo quiero, para que este labirinto sea más manifiesto, enredarle más, y argumento assí: la imitación se suele perder por causa de la alegoría; luego al poeta es más necessaria la doctrina que la imitación.

El Pinciano dixo: Yo, señores, no entiendo esso, y es necessario, primero que adelante passe, salga yo deste labirinto.

Fadrique respondió: Vos, señor Pinciano, ¿no os acordáys de la alegoría del lenguaje que es vn montón de vocablos, los quales conspiran en significación de otra diuersa cosa que suelen significar? Pues la alegoría que agora dezimos, no es conspiración de vocablos, sino muy diferente; que la alegoría que antes diximos consiste en palabras, y la que agora, está en las cosas, y como la primera alegoría es quando van significando a otras, la segunda, quando vnas cosas a otras enseñan. De la alegoría primera sea exemplo Cicerón ad Herennium: «Si los mastines desuellan al ganado, ¿qué harán los lobos?» Adonde ni mastín significa a mastín, ni lobo significa a lobo, sino que mastín quiere dezir el juez y gouernador bueno, y lobo el malo, iniquo y auaro.

El Pinciano dixo: Ahora bien; ya por lo passado entiendo yo qué sea la [pág. 213] alegoría primera, y no he menester más exemplo. De la segu[n]da me dad vno vuestro.

Fadrique dixo: A mí place; y será muy breue, mas por el qual se entienda esta doctrina muy bien. Alegoría segunda y principal es dicha la significació[n] produzida de otra cosa, la qual es secreta y escondida al vulgo, y manifiesta sólo a los hombres doctos; desta manera fabularon los philósophos antiguos que del matrimonio de Neptuno y Cibele nacieron los gigantes; ésta es la letra, y la significación della que por otro nombre es dicha alegoría es que la tierra ju[n]ta con el agua produze grandemente: tales son Neptuno y Cibele y que, si no se ayuntan, los frutos de la tierra quedan estériles.

El Pinciano se dió vna palmada en el pecho y dixo; Yo entiendo esto de la alegoría, y por vna doctrina semejante no me parece mal que se pierda la imitación.

Fadrique dixo: Pues ¿qué diréys de las alegorías morales de Esopo? Las quales, aunque carecen de verisimilitud y imitación, son muy prouechosas y doctrinadoras de las gentes.

Callaron los dos y Vgo dixo: La vna y otra philosophía y la poética andan juntas y tan vnidas, que ninguna cosa más. Assí es menester hazer vna distinción desta manera: que el poeta q[ue] guarda la imitación y verisimilitud, guarda más la perfeción poética; y el que, dexando ésta, va tras la alegoría guarda más la philosóphica doctrina; y assí digo de Homero y de los demás, q[ue], si alguna vez por la alegoría dexaron la imitació[n], lo hizieron como philósophos y no como poetas, como lo hizo Esopo con otros que han escrito apólogos, cuyas narraciones son disparates y fríuolas, pero las alegorías muy vtiles y necessarias.

El Pin[pág. 214]ciano dixo: ¿Y el que guardasse la imitación y la alegoría?

V[go] respondió: Essa sería miel sobre hojuelas, y en esso está el primor todo y la perfección de la arte: que las épicas, trágicas y cómicas llenas están destas alegorías finas, de quienes las narraciones son verisímiles y imitaciones deleytosas.

Fadriq[ue] se sonrió y dixo: Estoy contento.

Y el Pinciano: Yo no osaua boluer a tocar en la verisimilitud por no cansar, pero, pues la plática la ha tornado, no tengo de yr co[n] vna carga que me pesa mucho; y es la causa de mi dificultad el Philósopho, el qual enseña que el poeta ha de escriuir la cosa verisímil, y si ha de ser verisímil, no deue ser verdadera, a cuya causa es bien que vaya fuera todo género de historia; digo, en suma, que las narraciones que son verdaderas no son verisímiles.

Vgo respondió: El Philósopho dize que el poeta deue escriuir la cosa como fué verisímil que aconteciesse, o como fué necessario; y este necessario comprehende a la historia.

Fadrique replicó: Perdonadme; que yo entiendo esse necessario de otra manera.

El Pinciano le rogó se declarasse, y Fadrique dixo: Fácil es entender; en caso que el poeta fabulasse y fingiesse auer auido vn eclipse de sol en cierta ocasión, y dixesse que la luna obscureció a la tierra, poniéndose entre ésta y el sol, lo primero (que es auer auido eclipse de sol en la sazón dicha), es verisímil, porque pudo ser, y no verdadero, porque fué fingido. Esto supuesto, digo, que es necessario que la luna se pusiesse entre el sol y la tierra, porque de otra suerte no se eclipsara el sol.

Vgo dixo: Yo estoy contento. El qual prosiguió di[pág. 215]ziendo: El campo de la Poética es inmenso, dize Ouidio, y a ninguna historia es obligado; que es dezir: el poeta no es obligado a la verdad más de quanto le parece que conuiene para la verisimilitud; lo qual especialmente vsan los trágicos y épicos prudentíssimamente en general para hazer su narración más verisímil, y con algunas verdades como rafas tener firme la tapiería de sus ficciones. Todo esto se haze para el fin que está dicho, que es el deleyte y la doctrina. Assí que los poemas que sobre historia toman su fundamento son como vna tela cuya vrdimbre es la historia, y la trama es la imitación y fábula. Este hilo de trama va con la historia texiendo su tela, y es de tal modo, que el poeta puede tomar de la historia lo que se le antojare y dexar lo que le pareciere, como no sea más la historia que la fábula, porque en tal caso será el poema imperfecto y falto de la imitación, la qual da el nombre. Lucano tiene algunas imitaciones fabulosas, y, por ser más la historia que la fábula, es numerado entre los históricos, como antes de agora está tocado. Y esto baste; que si alguna vez se hablare de la épica o trágica, se acabará del todo esta materia.

Para mí, dixo Fadrique, acabada está en lo essencial y general del·la.

Dicho, pidió licencia para entrarse en su estudio y los compañeros se alçaron de la tabla, a los quales dixo Fadr[ique]: Esto se ha dicho de la figura: otro día diremos de la tabla adonde se ha de pintar, y otro, de los colores.

Dicho, se entró en su apartamiento, y los huéspedes se fueron a la escalera, baxando [pág. 216] por la qual dixo el Pinciano: Yo no entiendo esto desta figura, tabla y colores.

Vgo respo[n]dió: Metáphoras son del Philósopho, el qual dize en sus Poéticos que el poema es vna tabla formada de figuras y colores, y que la fábula es la figura, y el metro, los colores.

Yo lo entiendo, respondió el Pinciano, y me agrado de la semejança y de la metáphora.

Vgo dixo: Pues más os agradaréys, si os digo lo que sobre esto el Philósopho enseña, y es: que como es más fácil el mezclar bien los colores para la pintura que no el hazer la figura perfecta y acabada, assí más fácilme[n]te se hallarán hombres que sepan hazer bien metros que no poetas que bien sepan formar las fábulas.

Yo lo prueuo, dixo el Pinciano, cada día en essos teatros; y essa doctrina es digna de su autor, el qual siempre fué siguiendo a naturaleza en sus co[n]templaciones.

Dicho, se apartó el vno y otro, y el Pinciano se fué a la posada, ado[n]de luego hizo memoria de lo q[ue] auía oydo para os lo escriuir el día siguie[n]te. Vale. Fecha, ocho días antes de las Calendas de Iunio.Respuesta de don Gabriel a la epístola quinta del Pinciano

[Frag. 1.]

Yo he leydo a algunos escritores d[e] Poética, assí comentadores como autores de por sí, mas en ninguno he visto orden semejante al q[ue] en el processo desta materia me embiáys, ni aun el mismo Arist[óteles], q[ue], a mi parecer, guardó más puridad. Es cierto que toda la doctrina, o casi toda, es nacida de la fuente de su sabiduría, pero de tal forma la dan vuestros compañeros que parece [pág. 217] nueua. Todo lo aprueuo, y alábolos en la cosa imitación y fábula que trataron, como también en hablar primero della como da forma, y, después, del le[n]guaje como materia sujetiua. Mas en esto les doy pocas gracias, porque las tengo ya dadas a quien se deuen, que es a Aristóteles, el qual, por esse mismo camino, nos dexó su doctrina poética. Con todo estoy bien, y con la declaración de la essencia poética y cómo puede ser vna cosa historia y fábula juntamente; y assimismo de los tres fundamentos de los poemas estoy muy agradado, con todo lo demás.

[Frag. 2.]

La doctrina del segundo fragmento es del Philósopho, y assí no tengo que dezir más della, pues con esto solo la alabo. La diuisión de la fábula, en fábula propiame[n]te dicha y en episodio, está muy buena, porque sin ella está la doctrina poética co[n]fusa. La que también se haze en simple y compuesta me parece muy bien, aunque va algo diferente de la del Philósopho, el qual no diuide la fábula en general en estos dos miembros, sino la especial que tiene nombre trágico.

[Frag. 3.]

Las diuisiones también de las agniciones, que en el fragme[n]to tercero están, son peregrinas y nueuas, aunque no las agniciones, porque todas son sacadas del manantial del Philósopho; en aquella especialmente de la Iphigenia, que Polides sophista y Eurípides vsaron, parece alguna dificultad, si no es que me digáys q[ue] vn mismo reconocimiento debaxo de diferentes consideraciones puede estar en diferentes potencias. Y en lo que toca a la mejoría de los reconocimientos no veo tanta distinción como quisiera; porque vn mismo recono[pág. 218]cimiento puede estar en la voluntad y en la memoria; como sería en la Iphigenia de Eurípides, a do se entiende que Orestes voluntariamente se quiso dar a reconocer, y la memoria de lo que dixo, truxo a la hermana Iphigenia en su reconocimiento; bien sé que me responderán que dicho lo simple, es también dicho lo compuesto, y no me parece mal.

[Frag. 4.]

Viene el quarto frag[mento] y, luego, el q[ue] sigue. En el quarto hallo que considerar que la admiración es de mucha importancia para el poema, porque, en la verdad, es causa grande del deleyte; y de aquí nace que los hombres deste siglo sean tan mentirosos; los quales por poner admiración dirán que vieron bolar vn buey. Acuérdome de vna gracia que acerca desta materia escriue Ouidio en sus Metamorfoses assí: auía descrito la casa de la Fama; deste palacio salen a vezes cosas que, qua[n]do a él tornan, de trocadas no son conocidas; como quien dize: sucede dezir vn hombre vna nueua, la qual se ve muda[n]do y alterando de lengua en lengua, que quando torna al primer autor no la conoce. A mí, a lo menos, assí me ha sucedido. Todo este trucco y mentira hazen los hombres a fin de adular con la admiración, mas es menester que ésta tenga verisimilitud, porque, quando carece della, la admiración de la cosa se conuierte en risa; de manera que no se admira la nueua, sino escarnécese, y es burlado del oyente el dueño que la truxo. Verisimilitud es menester que tenga la fábula para lo que es deleytar, como para el enseñar basta que tenga alegoría, qual la tiene[n] los poemas mythológicos o apologéticos, el príncipe de los quales fué Esopo [pág. 219]. En la quinta parte veo las tres condiciones de la fábula, contrarias en cierto modo, porque ha de ser vna y varia, perturbadora y sosegadora, admirable y verisímil. Trátanse en este lugar las dos primeras bien, por cierto, a mi parecer; y assí yo no sé qué dudar acerca dellas, como ni tampoco de la tercera.

[Frag. 5.]

En el fragmento quinto trata de la admiración y verisimilitud; y assí no tengo que escriuir acerca desto sino vna confirmación de todas las partes, y especial de la vltima, en la qual no hallo qué considerar.

[Frag. 6.]

En la sexta parte, del ñudo y la soltura, estoy muy bien con todo y con que la perfección y estrechura deste ñudo y súbita soltura (en las quales está mucho del deleyte) compete más a las acciones dramáticas y representatiuas que no a otras algunas; tienen éstas los episodios breues y pueden atar más estrechamente y desatar más breuemente. Vale. Fecha, tres días antes de las Calendas de Iunio.

Epístola sexta

{c}Del poético lenguaje{/c}. Un día solo, señor don Gabriel, se puso entre la carta vltima y quinta que os escriuí y conuersación sexta de los philopoetas, porque el miércoles la dí al mensajero y el iueues siguiente embió a llamar Fabrique al Pinciano, el qual le hal×ló con Vgo, y a quien, después de auer saludado, pidió Fad[rique] cierta diligencia en vn negocio que Vg[o] tenía, porque su justicia fuesse vista con breuedad. Y, auién[pág. 220]dole dicho el juez y escriuano ante quien passaua, dixo el Pinciano: Si para el despacho del pleyto basta la amistad del escriuano, todo está hecho; porque el que lo es desta causa, professa ser grande amigo mío, y aun dessea ser mi pariente.

Todo está dicho, dixo Vgo, porque yo conozco al juez y sé dél que es hombre docto, justo y diligente en despachar.

Dicho assí, se concertó que el Pinciano hiziesse la diligencia prometida. Lo qual hecho, estuuieron los tres amigos en silencio vn rato, al fin del qual empeçó el Pinc[iano] a dezir: Todo este mundo es lleno de interés, y, como yo sea vno de los que le habitan, también le quiero para esta diligencia que prometí.

Fadrique dixo: Yo soy el que tomé a cargo este fauor que se concedió al señor Vgo, y, assí, quedo con el cargo de satisfacer, si puedo.

El Pincia[no] dixo: Sí podéys, y muy bien, lo vno, porque tenéys hazienda para satisfazer, y lo otro, porque vuestra mano es liberal en hazer merced; y assí digo que, en cambio de la obra prometida por mí, quiero la tabla o lie[n]ço d[e] la figura del otro día; palabras quiero, mas q[ue] sean poéticas, porque oyo hablar deste lenguaje poético tan diferentemente, que no sé quién acierta ni quié[n] yerra.

[Frag. 1.]

Fadrique dixo, riéndose vn poco: ¡Ah! ¡Ah! Yo asseguro que quiere saber el Pinciano: ¿por qué dize el Philósopho, en el tercero de los Rhetóricos, «otro es el lenguaje del orador, y otro, el del poeta»? ¿Y con qué bula dixo Virgilio «Gaza», pero «Magalia» y «Mapalia», siendo vocablos estranjeros y de otras naciones fuera de la latina que él professó? Y saber: ¿con qué priuilegio llaman los poetas a «las alas» «remos», y a «los remos» «pies»; «copa de Marte» al «es[pág. 221]cudo», y «el escudo de Baco» a «la copa»? ¿Y qué algarauía es la de Virgilio quando, para significar la nauegación dificultosa, dize:

Luchan en tardío mármor las rapadas

llama[n]do al «mar», «mármor», y a «los remos», «rapadas»? ¿Y por q[ué] dize[n] «la bla[n]ca nieue», «el retorcido coho[m]bro», cosa ta[n] cierta, q[ue], de cierta, parece necedad el dezirla? ¿Y por q[ué] inue[n]ta[n] los vocablos q[ue] jamás su región ni otra alguna antes auía vsado? ¿Y por q[ué], de los ya vsados y antiguos vocablos, hazen nueuas composiciones? ¿Y por qué, en suma, quitan y ponen letras, alargan y abreuian las sílabas, y, alguna vez, cortan un vocablo y, entre la cabeça y los pies, pone[n] tantas saba[n]dijas, que no se sabe si aquellos pies son de aquella cabeça, y otras cosas assí desta manera?

Esso pido, dixo el Pinciano, porque no acabo de entender esta gerigonça; veo que vno dize: «este vocablo es poético»; otro, «que no»; otros, «aunque se puede permitir en Poética, pero no en toda especie».

Fadrique respondió: Yo soy el que recebí la cortesía del Pinciano y yo le quiero pagar la deuda.

Y Vgo: Yo, señor, os agradezco mucho las buenas palabras, q[ue], en la verdad, yo soy el deudor obligado a la paga.

Fadrique respondió: Pues, como fiador, quiero hazer la paga.

Y el Pinciano, riendo: ¡Mas qué de pagadores hallo a esta mi deuda! ¡Como es la paga en palabras, no me marauillo! Pues sea quien fuere el pagador, comience la deuda a ser pagada, y empiece yo a saber algo de lo que desseo por vuestra gracia.

Fadrique dixo: Obligado me auéys a que no siga el orden començado con auerlo dexado a mi gracia; porq[ue] este orden del Philósopho es vn ta[n]to [pág. 222] breue, y, por breue, escuro; ni tampoco seguiré el de los demás escritores, porque fuero[n] muy largos; vn otro camino andaré de nadie hasta agora pisado.

Como caya en el chiste a estas conjugaciones, dixo el Pinc[iano], deste lenguaje poético, seguid el que os pareciere.

Vgo dixo: Ya yo desseo tanto como qualquiera este orden nueuo, porque pienso ha de ser tal, que todos le deuamos seguir. Y, verdaderamente, que el escuchar con traça nueua la cosa es como oyrla de nueuo.

Frag. 2.

F[adrique] dixo entonces: A vos, señor Vgo, nada será nueuo en esta materia, como quien la tiene tan arada y ta[n] trillada; mas yo comienço. Si digamos oració[n], le[n]guaje o plática poética, todo es vno; digo, pues, q[ue] la oració[n] toda co[n]sta d[e] 5 partes: de letras, sylabas, vocablos, frasis, géneros, por otro no[m]bre, estilos y caracteres. De las letras, qua[n]to a la Poética toca, no ay q[ue] considerar más q[ue] el sonido dellas, lo demás búsquese entre los gramáticos. El sonido d[e] las letras co[n]sidera el poeta pa[ra] la oració[n] sonora. Entre las letras, especialme[n]te las vocales, ay algunas d[e] mucho y gra[n]de sonido, qual es la a y o; y otras, de peq[ue]ño, como la i y la u; y vna, de mediano, qual la e. Los vocablos d[e] letras vocales sonoras haze[n] gra[n] sonido, como apóstol, vándalo; y, sí se ayuntan a consonantes sonoras, haránle mayor, como pámpano, bomba, romanos; y, con esta co[n]sideración, me parece auer cumplido quanto a la plática de las letras por agora; quien más quisiere, lea los Poéticos de Arist[óteles], que allí lo hal×lará. La segunda parte de la oración que nos uiene en orden es la sylaba, de la qual terné tan poco que hablar, quanto tuuieron mucho los antiguos, los quales nos dexaron llenos los libros desta materia.

Dicho, el P[inciano] dixo: ¿Por ve[n]tu[pág. 223]ra no tenemos los españoles nuestras sylabas largas y breues, como todos los demás? ¿Por qué causa suenan vnos versos bien con onze sylabas y con ocho, y otros, con las mismas, mal? ¿Por qué, sino por las luengas y breues que se truecan, aunq[ue], en la verdad, nosotros no las distingamos? Pero aylas, como se prueua por la experiencia.

Ahora bien, dixo Fadrique, esta plática de sylabas largas y breues solamente pertenece al metro; y ya auemos dicho que éste no es forçoso para la poética, y, assí, será escusado tocar más esta materia, de la qual yo no alcanço sino lo dicho, y es: que no alcanço a distinguir las sylabas breues de las largas. Passemos adela[n]te, a cosa q[ue] mejor podamos palpar, q[ue] fué la 3 en nuestro discurso; digo del vocablo, qua[n]to viene a la consideración poética; acerca de lo qual es de aduertir lo q[ue] dize Aris[tóteles]: q[ue], como no podemos traer las cosas a las escuelas, vsamos de los no[m]bres en vez d[e] las cosas mismas, porq[ue] el no[mbre] es image[n] del co[n]cepto, como éste d[e] la cosa, q[ue] es dezir: no puedo llevar camino largo a mi mujer y hijos conmigo, llevo vna tabla o lienço q[ue] me los enseñe y haga presentes, y, assí como el pintor q[ue] ha visto y revisto bie[n] a la figura, la retrata mucho mejor q[ue] el q[ue] jamás la ha conocido, assí el poeta q[ue] supiere bie[n] la naturaleza d[e] la cosa que trata, la sabrá mejor co[n]cebir co[n] el ente[n]dimie[n]to, y, segú[n] la imagen del co[n]cepto, darla el vocablo. Esto es lo q[ue] Horacio enseña, en su Epís[tola] ad Pisones, dizie[n]do: «el principio y fue[n]te d[e] bie[n] pintar es saber la cosa bie[n] sabida; ésta te enseñará[n] las cartas d[e] Sócrates, y, luego q[ue] las sepas, volu[n]tarias se te entregará[n] las palabras co[n]uenientes pa[ra] la dezir».

V[go] dixo: A muchos vemos q[ue] saben la cosa bien sabida, y no d[e]clararla, porq[ue] no tienen natural bueno [pág. 224].

El P[inciano] replicó: Esto d[e]l natural bueno para hablar, no entiendo bien, porq[ue] oyo dezir q[ue] el lenguaje todo es artificial, y que los sordos de su nacimiento son mudos, porque no pueden ser enseñados. ¿No os parece, señor?

Fadrique respondió: Passe adelante.

Y Vgo: No passe, sino es por impertinente; porque, a mi parecer, la habla y el lenguaje es natural y no artificial, a lo qual me mueue la Historia de Herodoto; ella nos enseña la lengua natural al hombre ser la phrigia, porque lo primero que los niños dizen es axo, que, en lengua phrigia, significa pan. Y es cosa verisímil que, pues todos los niños piden el sustento humano por vn mismo vocablo, que la lengua que vsa de tal, sea natural a todos.

Fadrique respondió: Traslado a la lengua caldea, en la qual habló nuestro primer padre Adám, y de la qual se escriue q[ue] tiene mayor perfecció[n] que todas, y es de creer que, pues Dios vió que todas sus obras eran buenas, que al hombre acompañó de su principio la mejor lengua de todas; y añado que Adám fué sapientíssimo y dió nombre a las cosas, según su más essencial, y, por el tanto, la lengua que él habló fué la más perfecta.

El Pinciano dixo: ¡Oh, cómo me parecen bien estas razones! Y que, sin duda alguna, la de Adá[m] deue ser la natural a todo el mu[n]do y que, en cosa tan importante, no tuuo naturaleza algún descuydo.

Dicho, callaron vn poco, y, después, dixo Fadrique: Es el lenguaje tan importante, que ay quien diga el ser la difere[n]cia mayor q[ue] el ho[m]bre distingue de los demás animales, porque ellos todos tienen su manera de razón (llamémosle instinto o como queráys, que, realme[n]te, ellos tienen su sombra de discurso).

¿De manera, dixo Pin[pág. 225] [ciano], que la diferencia más intrínseca al hombre es ser hablador que racional? Pues conozco a algunos que, según esso, son muy hombres, y no tenidos en mucho.

Fadrique se rió y dixo: No tanto como esso; porque la risa a ningún animal acontece sino al hombre, y con más razón pudiera hazer la diferencia del hombre que no la habla. Yo hablé ponderando la importancia désta, no que le dé las partes primeras en la essencia del hombre; y, como quiera q[ue] ella sea instrumento del concepto, y éste, hechura de la razón, resta que la razó[n] sea la cosa más intrínseca al hombre y más propia; que los brutos, o no tienen razón ni discurso, o es diferente en especie del de el hombre.

¿Qué dezís?, dixo Vgo. ¿Que no ay discurso en los animales? Pues yo sé adonde dize mi Galeno que le tienen, y aun el más rudo de todos, que es el asno; mas, con todo, estoy en lo que Fadrique ha dicho. Boluiendo al propósito del lenguaje natural y artificial, me parece auer oydo vna clara contradicción en esto: que si la habla es artificial, según está significado, ¿cómo será natural a todos la caldea?

Fadrique se sonrió y dixo: Yo hasta agora no he hablado con mi lengua, sino con las agenas; y no dixe que la caldea era natural, sino trúxelo en contradición de lo que Herodoto dize de la phrigia; y lo vno y lo otro traygo agora en confirmación de mi opinión, que, en cierta forma, siente ser las lenguas artificiales y no naturales; porque, si no es natural la phrigia, ni la caldea, ni la egypcia, ni se halla otra que pretenda serlo, resta que el hablar es todo artificial.

Vgo se encaxquetó la gorra y dixo: Prueuo que no, y demos caso que dos mudos, marido y mujer, pasa[pág. 226]ron a las Indias de Poniente con vn par de criados, y que aportan a vna isla desierta, y que los criados mueren, y el×los se quedan solos, apacentándose de yeruas, peces y hueuos de aues brauas, y también que ellos tienen tres o quatro hijos. Pregunto si los hijos hablarán o no.

El caso, dixo Fadrique, es difícil, pero possible, y somos obligados a le conceder; respondo que sí.

Y Vgo: ¿Luego estos muchachos hablarán sin maestro y sin arte? ¿Luego, naturalmente?

Parece, dixo el Pin[ciano].

Y Fa[drique]: Y es assí; mas pregunto: sí a otros aco[n]teciesse en Islas de Levante lo mismo que a los dichos en las de Ponie[n]te sucedió, si los hijos de los vnos y de los otros hablarían vna lengua misma.

Yo creo, dixo Vgo, que sí.

Y yo creo que no, Fad[rique] dixo.

Y el Pin[ciano]: Yo estoy en duda, porque Fadr[ique] contradize; que, si callara, allegárame, sin duda alguna, a la opinión de Vgo.

Fadr[ique] se quedó vn poco callando y sonriendo, y dize después: Ahora bien, no os quiero tener más suspensos; respondedme; mas dexad, que yo me responderé por abreuiar. Y esto, con la condición de amigos: que, quando no dixesse lo que satisfaze, sea yo auisado. Soy ho[m]bre y me suelo engañar muchas vezes. Pregu[n]to, pues: ¿la palabra no se forma primero en el ente[n]dimiento del inuentor? Sí. ¿Y después la lengua le da vna voz, imagen y semejança de lo que el entendimiento concibe de la cosa? Sí. ¿Y el concepto será diferente, según el diferente juyzio del hombre? Assí es. Luego los moçuelos de Poniente, si concibieron diferentemente la cosa, cada vnos harán su vocablo a su propósito, y dél vsará cada familia de las dichas, porque en ella se conformarían luego los hombres que se fueron produziendo, a causa que [pág. 227] los vocablos tienen su significación por consentimiento común dellos.

Yo no lo entiendo bien, dixo el Pinc[iano].

Y F[adrique]: Digo assí: que en vna mançana se considera el olor, sabor, color, figura, peso y otras muchas cosas, y que la familia del mudo de la India Oriental la daría el vocablo según el color, y otro, según el sabor, y assí, de los demás, por el diferente concepto que formarían de la mançana. Ay más variedad en los ente[n]dimientos humanos que en los gestos, vozes y letras; de lo qual resulta que ninguna lengua es natural en particular, sino que, assí como el hablar en general es al hombre natural, el hablar lengua particular es artificial.

El Pinciano dixo entonces: Agora acabo de entender lo que he visto en mis hijos quando comiençan a hablar, que, no sabiendo o no pudiendo pronunciar los nuestros, traen otros vocablos a las cosas, compuestos por ellos; y no todos los niños vsan los mismos, sino diferentes; de lo qual se vee claro la opinión de Fadr[ique]: que, según el concepto diferente, haría diferentes vocablos el de Leuante que el de Poniente.

Los oyentes dixeron: ¡Bien!

Y luego Fadr[ique]: Vamos adelante, que no era éste el propósito de Vgo; otra cosa es lo que al principio, se trató por él, que era del lenguaje natural, o, por mejor dezir, del natural que cada vno tiene para hablar; que vnos lo tienen muy bueno, y otros, no tanto (y todos saben los vocablos igualmente), lo qual nace de la buena o mala disposició[n] dellos o de saberlos traspassar de su significación en otra por semejanças o imágenes. Dexo aparte el artificio que acerca desta materia ay, porq[ue], assí como el gramático enseña a hablar llana y conuenientemente [pág. 228], sin gazafatón, como dizen, la Historia pide, allende desta congruencia y conveniencia, algún ornato; la Rhetórica, lo vno y lo otro, y, más, los afectos y costumbres; digo que a la Rhetórica pertenece el mouer afectos y exprimir costumbres, y a la Poética pertenece todo, y, más, el lenguaje peregrino. Confiesso que éste muchas vezes se ajusta mal con el congruo; y, con esto, baste de las sylabas y le[n]guaje en común.

Frag. 3.

Vamos a lo restante. Aunq[ue] el vocablo, q[ue], como está dicho, deue ser image[n] y semeja[n]ça d[e] la cosa, a todas las partes de la oración co[m]prehende, quiero qu[e] por él se entienda agora el nombre y el verbo solamente, porque el×los son los más principales della. Comienço, pues, la diuisión, y digo que todo vocablo, o es simple o co[m]puesto. Simple es el que se diuide en partes significatiuas, como hombre, que hom nada significa, y bre, que significa nada; compuesto es el que en partes significativas se diuide, como protomédico, q[ue] quiere dezir proto, primero, y médico, al médico, y, junto, quiere decir médico primero; o, pongamos por exemplo este nombre boquirroto, compuesto de boca y roto, que guarda con gran perfección la regla de los compuestos; los quales, como enseña Arist[óteles], no han de venir enteros en la composición, sino algo trocados, o, a lo menos, alguno de ellos; esto es de la primera diuisión del vocablo; el qual, segunda vez, se diuide en propio y peregrino; propio es el que guarda las letras, acento y significación común a todos y en vso de todos, como pan, comunmente a todos pan; y león al león en Castilla significa, y tiene las letras propias suyas.

El Pin[ciano] dixo: A mí haze dificultad essa declara[pág. 229]ción de vocablo propio, porque yo veo algunos que lo son, y no son comunes a todos; que los vocablos de cosas deshonestas y baxas son propios, porque no son traydos de agenos lugares, y no son comunes y en vso a todos, porque ninguna persona graue y principal dize jamás vocablo que te[n]ga alguna deshonestidad y fealdad y, por huyr dél mil leguas, dize la cosa por circunloquios y rodeos que apenas es entendido.

Fadr[ique] dixo: Ellos hazen muy propiame[n]te en huyr del vocablo propio en tal sazón, como la que dezís, y assí digo que no trato de essos vocablos, cuya fealdad los haze impropios; digo y hablo de aquellos que se pueden dezir delante de todas gentes.

Vgo dixo: Muy al contrario andáys de los philósophos estoycos, los quales dezían que las cosas se dixessen por sus nombres.

Opiniones son, replicó F[adrique], y, dexa[n]do la de Zenón y abraçándome con la de Cicerón, digo q[ue] la vergüe[n]ça en las palabras es tan importante, que deue el hombre seguirla en todo caso; y más los poetas generalmente, y especialmente los que imitan a buenos, deuen huyr la sombra del vocablo malo propio y feo, porque harán imitación fea si assí no lo hazen; que, como está dicho, los buenos y nobles nunca ponen en su lengua vocablos que no sean muy castos y limpios. Y esto baste del vocablo propio. Vamos al peregrino, que es su contrario. Vocablo peregrino se dize el que es fuera de vso, el qual, o es desvsado o peregrino del todo, como el vocablo arábigo o griego al fra[n]cés, o el vascongado y fra[n]cés al alemán o a Castilla; qual si, o hablando, o escriuiendo, dixéssemos ahora vtracuydança; al castellano sera peregrino del todo, porque nunca fué [pág. 230] en Castilla vsado, y será propio al francés, porque es dél vsado; o es peregrino del todo, porque es inuentado del autor, como si algún latino al río Pisuerga, por su inuención, le dixera Pisoraca; o es peregrino no del todo, sino que el vocablo de suyo es propio y dexa de serlo por algún accide[n]te, mudándosse de lo que antes era. Passa el vocablo y se muda en otro, o según su cuerpo, o según su alma llamo el cuerpo las letras y sylabas de que es compuesto, y digo alma a su significación. Por todas estas diuisiones del peregrino vocablo yré con orden discurriendo, y assí es menester atención, que empieça ya el poético lenguaje, mal ente[n]dido de muchos. Digo, pues, otra vez que los vocablos peregrinos del todo son en dos maneras: q[ue], o son hechos, o son traydos de otra lengua. Hechos se dizen aquel×los que inuentó el poeta de su cabeça, al qual más que a otro alguno toca el inuentar el vocablo, como también la inuención de la cosa, y, por lo vno como por lo otro, es dicho poeta. Para esta inuención es menester mucha autoridad, porque no diga alguno al inuentor lo que Marcial a Emiliano por estas palabras:

Si tú dizes Pistilo al cozinero,

Díme por qué razón, caro Emiliano,

Dezir no le podré yo Taratala.

Conuiene, digo q[ue] el inuentor de algú[n] vocablo nunca oydo en su lengua ni en otra alguna sea de mucha autoridad, y ta[m]bién conuiene que tenga mucha el que truxere la segunda especie de vocablos forasteros y peregrinos del todo, y que sean tray[pág. 231]dos de naciones bien habladas, qual si, del lenguaje latino, italiano y aun francés, hiziéssemos alguno castellano, como, en la verdad se han introduzido muchos de poco tiempo a esta parte, y se van introduziendo. Assí el latino lo hazía del griego, como Horacio dize en la Epístola ad Pisones, aprouando el tal vso; a do enseña q[ue] el vocablo no se trayga assí como está en la otra lengua, sino q[ue] se mude algo. Y esto baste del vocablo que Arist[óteles] dize hecho y del que él también llamó forastero. Dexo aparte que, destos vocablos forasteros traydos, vnos son traydos de más lexos, otros de más cerca, como si dixéssemos el castellano; o le trae del latino, o francés, o del portugués, o andaluz, o del aragonés, q[ue] esto no es muy importante agora; y vamos a las otras dos especies de vocablos peregrinos, dichos assí porque, siendo propios en la misma lengua, son mudados en el cuerpo o en el ánima. Y, primero, sea nuestra plática de la mudança del cuerpo o materia de que son hechos, digo, letras y sylabas.

Aquí dixo el Pin[ciano]: Por cierto yo no entiendo esto de la mudança del cuerpo, porque, si el vocablo es imagen de la cosa que significa, ¿cómo la ha de significar con el cuerpo? ¿Por ve[n]tura es dançante que, por el cuerpo, significa cosas varias?

Fadrique dixo: En materia muy honda nos entramos y, para abreuiar el negocio, digo: que las letras y sylabas significan muy grande pedaço, como verá el que leyere a Platón en el Cratilo o De la Buena Razón de los nombres. Y ¿por qué pensáys que los poetas añaden, quitan y muda[n] sylabas y letras?

Ya yo sé, dixo el Pinciano, que no lo hazen por el metro, sino por vsar le[n]guaje nueuo y peregrino [pág. 232], que assí lo oy dezir antes de agora.

Bien está, dixo Fadriq[ue], mas ni por solo esso, sino por dar al vocablo el sonido que les parece co[n]uenir a lo q[ue] dizen y hazer más perfecta imagen de la cosa para mofar y escarnecer.

Yo lo he visto en Marcial, dixo Vgo.

Iuan de Mena.

Para magnificar y engrandecer, yo en Virgilio, dixo Fad[rique]; y después: múdanse en el cuerpo y materia de muchas maneras los vocablos: o posponiendo lo que se deue proponer, como «ta[n]ta de parte» por «de tanta parte», o poniendo algún vocablo o vocablos en medio del vocablo, como si dixesse vno «elegante habla mente» por «habla elegantemente». Este vso no es recebido entre Italianos y Españoles, como lo fué entre Griegos y Latinos. Múdase en cuerpo añadiendo letra, sylaba, o quitándola, y esto al medio, principio, fin del vocablo, o poniendo vna en lugar de otra, todas las quales mudanças tienen en el griego su nombre propio. Y múdase en la sylaba, alargándola o abreuiándola, como auemos dicho, lo qual no toca a nosotros los Españoles, que, assí como los Italianos, no conocemos esta diferencia, en el tiempo de la sylaba, que tiene por nombre larga o breue, la qual poco ha tocamos. Y, esto sea dicho breuemente en lo que pertenece al vocablo que de pronto es hecho peregrino, por razón de la mudança dél en su cuerpo, que son letras y sylabas, según ya está referido. Resta agora hablemos de la otra especie de vocablo propio, hecho peregrino por ser mudado y trocado, no en cuerpo, sino en su ánima, digo, no en sus letras, sino en su significación, la qual toma de varias maneras, y a las maneras dixero[n] tropos los antiguos escritores. Materia [pág. 233] era ésta común al rhetórico como al poeta, quanto digo a los tropos, mas, porque muchas más vsan los poetas y co[n] modos diuersos y más afectacio[n]es, será bie[n] dezir algo dellos.

No, sino forçoso, dixo Vg[o], porque es tan diferente el vso entre poetas y rhetóricos, que parece mudar especie.

Bien encarecido está, dixo Fadrique, y luego se haga como dezís.

[Frag.] 4.

Dexa vn vocablo su significación propia y passa en otra por siete tropos o modos metaphóricos, los quales hermosean a la oración y la dan luz de la manera q[ue] vn velo sutilísimo a vna imagen, y vna vedriera a vna ca[n]dela; son, pues, los tropos metaphóricos, en doctrina del Philósopho: metáphora, sinédoche, metonymia, catáchresis, metalepsis, ironía, hypérbole. Primero d[e] la primera, y luego, de las demás. De la metáphora es de aduertir que, en vna significación, significa qualquier traslación de no[m]bre propio en agena significación; assí Arist[óteles] la trata algunas vezes en sus Rhetóricos, y, assí, no sólo comprehende a la que particularme[n]te se dize metáphora, sino a los demás vocablos q[ue], de propios, se hazen peregrinos, sinédoche, metonymia y los demás que diximos tropos y ser siete. Tómasse la metáphora más particularmente, como Arist[óteles] en sus Poéticos, y como al presente la entendemos, por la especie primera de los tropos que dizen los Rhetóricos, la qual es más vsada y con menos enfado freque[n]tada; hermosea la oración sobre todos los tropos y figuras rethóricas y poéticas. Es, pues, metáphora traspasso de vn vocablo a significar otra cosa diferente de aquella a que fué inuentada, por semejança que la vna tiene con la otra [pág. 234]. Por este exemplo sera mas manifiesto: «duro» significa propiamente la cosa que resiste al que la toca, y metaphóricamente dezimos «duro» al mochacho desobediente, porque resiste al orden que se le da. Assí que el nombre «duro», quando se da al mochacho, dexa su significación en cierta forma y passa a significar otra que es semejante a la que de suyo y propiamente significa. Désta dize Marco Tulio que fué inuentada, o para ornato de la oración, o por necessidad y falta de vocablo propio. Quatro especies de metáphoras pone Arist[óteles] en sus Poéticos, las quales quiero, primero, seguir. Dize, pues, el Philósopho que el vocablo se traspassa a significar otra cosa de aquella para que fué hecho de quatro modos: que, o se traslada el nombre del género a la especie, como se dize a vn hombre rústico que «es vn animal», adonde «animal», que es género, significa al hombre, que es la especie; o de la especie al género, como el que dize: «rosas produze la primauera», queriendo dar a entender que produze «flores»; a do «la rosa», que es especie de flor, passa a significar al género, que es la flor; o de la especie a la especie, como se dize al hombre brauo «león», que el nombre «león», especie diferente del hombre, passa a significar el hombre; la especie vltima y quarta se dize analogía, porque passa el vocablo a significar otra cosa, y el vocablo de la otra torna a significar la cosa d[e]l vocablo primero; desta manera dezimos, a la poesía, pintura, y a la pintura, poesía; y al escudo, copa, y escudo a la copa; assí que en esta especie quarta se doblan las metáphoras siempre, o, a lo menos, se pueden doblar.
Metáphoras.

Dicho esto por Fadrique, dixo Vgo: Pues, aunque no las puso Arist[óteles] [pág. 235], otras especies ay de metáphoras, siguie[n]do essa misma diuisión suya; assí que parece auer estado el Philósopho algún tanto corto.
Fadrique respondió: Ya os entiendo, porque ay traslación y traspasso de vn género a otro, y del género al indiuiduo, y déste a la especie, y de vn indiuiduo a otro, pero es de aduertir que estas traslaciones y traspassos, todos se contienen dentro de las ya dichas, y que algunas tienen su lugar en algunos de los tropos, como en la antonomasia se vee que el indiuiduo de «Roma» es significado de la especie, que es ciudad; y, en suma, de las quatro ya dichas especies primeras se saca el modo de las demás todas; cada vna de las quales recibe, según su fuerça y eficacia, de otras quatro diferencias; porq[ue], o se pone la acción de persona animada para acción de otra persona, animada también, como se dize al ho[m]bre «que gruñe», lo qual es de lechones; o se pone cosa sin ánima por otra sin ánima, como «la harmonía de las virtudes es sabrosa», que «harmonía» se pone por «consona[n]cia», y la vna y la otra son sin ánima; o se pone cosa sin ánima por animada, como dezimos «rayo» a vn león o a vn hombre airado; o, al contrario, como se dize «cabeça del monte» a la cumbre, y que «muerden las palabras»; y en esta vltima manera de metáphora se hal×la mucha más fuerça y eficacia. Vsan desta figura los rhetóricos recatadamente, y los poetas, atreuida y licenciosamente; o humillándose mucho por vna figura dicha tapinosis, o alçándose demasiado y variando de otros modos; porque el poeta llama «pastor» al rey, y a los remos, «alas», y toma las metáphoras de más lexos que [pág. 236] el orador no osaría. Y esto es por la afectación, la qual anda muy acompañada por la poética, y, especialmente, con la que está en número de sylabas atada, que dezimos metro: mas aduierto que las metáphoras muy remotas son escuras y tiene[n] necessidad de declararse co[n] esta partícula «como», qual si dixéssemos, para dezir «quebróse la espada delicada», «quebró la arma vedriada», no diríamos bien como diziendo: «la arma como vidrio». Y esto se ha dicho breuemente en quanto al vso de la metáphora, aunque esto se podría consentir en la Poética.

Sinédoche.

Vamos a la segunda especie de los vocablos peregrinos, que, siendo propios, passan en otra cosa su significación, dicho sinédoche, el qual tropo especialmente fué de los Rhetóricos inuentado, assí como otros, por la variedad de la oración y lenguaje. Dél se vsa quando se toma la parte por el todo, como quando dezimos «proa» a la naue; o el todo por la parte, como qua[n]do dezimos «naue» a la proa. Este tropo tiene ocho especies, las quales dexo, porque están llenos los Rethóricos dellas; sólo aduierto que, assí como de la metáphora, vsa de la sinédoche más licenciosamente el poeta, porque se atreue a llamar «fuente» al agua, que el orador no [se] atreuiera.

Metonymia.

Sigue la metonymia, por el qual el vocablo que significa la causa se da al efecto, como quando se dize el vino «Baco» y el pa[n] «Ceres», porque Baco y Ceres fueron los autores del vino y pan; o quando el nombre del efecto se da a la causa, como quando dezimos a vn hombre «es la misma simpleza», y desta manera se dize «triste» el temor, y «amarilla», la muerte; y vltimamente se exercita quando por la causa contenida se pone la que contiene, co[pág. 237]mo quien dice: la «España fuerte» por «los españoles fuertes»; en este tropo se estiende la licencia poética hasta poner al dueño de la cosa por la cosa misma, como si vno dixesse: «llevóse a Iuan al río» por dezir «llevó el río la heredad de Iuan». También se reduze a esta figura quando la señal se pone por la persona, como si por dezir en este tiempo «que comieron con el Rey los caualleros de la Orde[n] del Vel×locino de oro» dixéssemos «comiero[n] con el Rey los Tusones», la qual forma sería más lícita al poeta, como la dicha antes.

El Pin[ciano] dixo entonces: Sin duda alguna que no deuían de ser poetas aquellos dema[n]dadores de mi tierra, que, si lo fueran, no les sucediera la desgracia que les sucedió.

Fadrique sonrió diziendo: Sepámoslo todos, por vida mía, si es possible.

De gracia, respondió el Pinciano. Agora diez años, poco más o menos, vi sacar a açotar quatro hombres, no más de porque vsaron esta figura; y, si fueran poetas, digo que no los açotaran, porque lo que se haze con licencia, no merece castigo, y los poetas tiénenla, como dezís, para alargarse en el vso de las figuras. Fué el caso que auía, entre otros dema[n]dadores, quatro; el vno de los quales trahía la imagen de Nuestra Señora; el otro, de Santa Ana; el otro, de San Roque, y el otro, la demanda de la lámpara del Santíssimo Sacramento, y, todos a vna mesa y a escote, comían juntos y beuían hasta matar la sed, y, algunas vezes, el seso. Beuiero[n] vn día tan alegremente y el vino les alçó tanto el espíritu, que les hizo atreuer al vso y licencia poética, diziendo el vno: «Yo brindo a San Roque», por dezir «al que tiene la imagen de San Roque». Otro: «Yo brindo a la lámpara». Otro: «Beua Santa Ana»; y assí, con gran re[pág. 238]gozijo, passaron aquella tarde, en la qual los prendieron; y, como después de los nublados sale el sol, a ellos, después del sol salido, el día siguiente, descargó vn nublado de açotes sobre las espaldas.

Assí dixo el Pinciano y, después, de auer reydo vn poco los co[m]pañeros el cuento, dixo F[adrique]: Por cierto q[ue] les costó muy caro el vso y modo peregrino de hablar, y fueron necios en ya que no se pudieron llamar a la corona de laurel no acudir a la de los pá[m]panos, y dezir que el vino lo auía hecho.

Catáchresis.

Vgo tornó a reyr, y después dixo Fadrique: Sigue la catáchresis, por otro nombre abusión, la qual es quando se pone vn vocablo por otro que a él es propinquo, como quando dezimos: «la fuerça es breue» por dezir «poca», y «la calentura grande» por dezir «ardiente». Ay quien dize que ésta sólo se vsa quando falta vocablo para dezir la cosa y se toma el próximo: como si vno dixesse al q[ue] mató a su madre «parricida». q[ue] quiere dezir el que mató a su padre; y esto, porq[ue] no ay vocablo que lo signifique, mas tengo por mejor lo q[ue] está dicho, y que, sin esta fuerça, se pueden vsar las catáchresis, y sin ellas las veo yo en Virgilio. Désta también vsan los poetas con atreuimiento, como fué aq[ue]lla de Virgilio, en el sexto de la Eneyda: «Yuan escuros en la sola noche», a do el vocablo «solo» está puesto por «escuro», y «escuro», por «solo», los quales son vsados en este lugar sin necessidad alguna.

Metalepsis.

Sigue la metalepsis; en quien passa el vocablo a significar otra cosa por medio de otras significaciones, q[ue] algunas vezes vienen a ser tres; como Virgilio vsa en el vocablo «arista», q[ue] quiere dezir la raspa de la espiga, la qual passa a significar lo mismo que año, por medio de espiga y estío, y el estío en el año; este modo [pág. 239] es todo poético y que el orador no puede dél vsar en manera alguna.

Ironía.

Sigue la ironía, la qual es quando por vn nombre queremos significar la cosa co[n]traria de lo que él propiame[n]te significa, como para dezir q[ue] vno es profano, le dezimos «el santo». En este modo de hablar es igual el orador y el poeta, mas no en el séptimo, dicho hypérbole, el qual es ta[n]to más licencioso a los poetas q[ue] oradores qua[n]to, el poeta deue ser más afectado que el orador, porque a éste le es lícito dezir: «cabello más q[ue] el sol», «más que el fuego resplandecientes armas», «ligero más que el cierço», y otros desta manera se vsan para poner admiración, la qual anda más acompañada con el poema que con la historia ni oratoria. Destos siete modos dichos passa vn vocablo a significar otra cosa de lo q[ue] él propiamente significa, a cuya causa los griegos los dixeron tropos. Assí F[adrique].

Hypérbole.

Y luego Vg[o]: Pues algunos tropos os auéys dexado, si yo no me engaño.

Fadrique dixo: Y no por oluido, sino de industria. Ya os entiendo, por la antonomasia, onomatopeya, alegoría, períphrasis y hypérbaton lo dezís; los quales, o están dichos, o no pertenescen a los tropos.

Antonomasia.

La antonomasia fué dicha quando se trató de la metáphora, que, siendo de especie, el vocablo passa en el indiuiduo, como se ve quando dezimos «ciudad» a Roma; que el no[m]bre «ciudad», el qual es especie, se da al indiuiduo «Roma» por la nobleza que tiene, como antes diximos; y como diziendo «rey», el qual es nombre de especie, se deue entender en este tiempo el de España, qualquiera que sea, o Pedro, o Iuan, o Philippe. Y, si más queréys, l×lamad synécdoque a la antonomasia o hazed lo que os pareciere [pág. 240], que el indiuiduo parte es de la especie, pero, por la excelencia, es bien que retenga el nombre que tiene.

Onomatopeya.

La onomatopeya se dixo qua[n]do se trató de los vocablos peregrinos hechos, porque es hecho y inuentado del poeta, o de otro; que el vso de los ya inuentados, ni es tropo, ni figura, ni es nada, como si dixéssemos «susurra[n] las auejas». Y, si queréys dezir que es algo, y que es figura a qualquiera que la vsare, sea en hora buena. Passo adelante y digo q[ue], ni la alegoría, ni períphrasis pertenecen a los tropos, porque no son vn vocablo, sino vna junta de vocablos, y assí es razón q[ue] no se pongan entre los tropos, sino entre las figuras; que la alegoría es junta de metáphoras, y la períphrasis, vna difinició[n] o descripción de la cosa, y assí es razón que no se pongan entre los tropos, sino entre las figuras que se hazen de la composición de los vocablos.

Hypérbató[n].

El hypérbaton es dicho quando se trató del vocablo peregrino quanto al cuerpo, porque en el cuerpo parece su modo diferente, como se vee en el exe[m]plo dicho «elega[n]te habla me[n]te», el qual modo de hablar lícito fué a los griegos mucho, y aun a los latinos, como se vee en Virgilio, en sus Geórgicas, habla[n]do del Septentrión. A los italianos ni españoles no es lícito, y sería figura muy ridícula, quanto más a los históricos y oradores.

Calló Fadriq[ue] y dixo Vgo: Aunque se pudiera replicar algo en vuestra doctrina por ser nueua, no quiero por agora sino preguntar: ¿Por qué ocasión, auiendo tocado las especies todas de vocablos peregrinos de Arist[óteles], os auéys dexado la que él dize ornato? ¿Por ventura porque no pone el Philósopho exemplo dél, como de todos los demás? ¿Y es menos claro q[ue] los demás todos?

Fa[drique] respondió: En la verdad, señor Vgo, a mí se me fué de la memoria, y aun holgara que vos a ella no le truxérades por las razones que auéys dicho de la dificultad dél; la qual se manifiesta en la variedad de interpretaciones que graues varones, come[n]tadores deste lugar, le dan.

Ahora, por vida mía, dixo Vgo, ¿no os parece bien lo que algunos dize[n] del ornato, que es el vocablo synónimo que significa lo mismo que el otro y otro a quien se ayunta? Como es dezir «discrimen», «riesgo» y «peligro»; y como quien dixesse «el ánimo», «espíritu» y «alma», que es todo vna misma cosa y orna mucho a la oración y la entretiene.

No me parece mal, dixo Fadriq[ue], y más que esta forma de ornato, según doctrina del Philósopho, en el tercero de sus Rhetóricos, es muy anexa a la Poética, aunq[ue], según mi opinión… Assí dezía Fadrique y cessó, dexa[n]do su plática empeçada.

Vg[o] y el Pin[ciano] a vna le rogaron que la acabasse, y Fadr[ique], como forçado, empeçó assí: Estos que dezís synónymos, permitidos son tanto al orador como al poeta, y aún más. Otro ornato sé yo que vsado, ofende al orador y hermosea al poeta; éste es el que dezimos epítheto, por cuyo vso demasiado Aristóteles, en el libro tercero de sus Rhetóricos a Theodecte, reprehende a Alcidamante, orador: «Ha[n] de ser, dize, los epíthetos como salsa al orador, y como vianda al poeta».

También, dixo Vgo, le reprehende por el vso de los vocablos compuestos.

Y con razón, respondió Fadrique, porque assí éstos, como aquéllos, son más propios al poeta; y no me diga el Pinciano que el vocablo compuesto pudo ser el ornato del Philósopho, pues es tan propio al poeta, que Arist[óteles] ya auía tratado del compuesto, y [pág. 242] el compuesto no merece nombre de ornato por lo poco que orna. Confiesso que engra[n]dece a la oración, mas no la hermosea y atauía como nuestro epítheto.

Ya entiendo, dixo Vg[o], lo que dezís, mas, a dezir verdad, no me satisfaze; porque, en las demás especies q[ue] de Arist[óteles] pone, es éste contenido y no auía para qué ponerle de nueuo; q[ue] el epítheto puede ser vocablo propio, y peregrino, y forastero, y hecho, y alterado con adición y abstracción de letras y sylabas, y padecer todo lo demás que Arist[óteles] en esse lugar enseña, por lo qual no me parece conueniente que tal aya sido el ánimo suyo en este lugar.

Fadr[ique] dixo entonces: Yo confiesso lo que dezís, pero deuéys aduertir q[ue], allende de essas afecciones que el epítheto padece, comunes a todos los demás vocablos, padece otras aparte, las quales, siendo anexas a la Poética sola, la ornan mucho; y es la vna el mucho vso dellos, el qual, como está dicho de Arist[óteles], sería vicioso a la oratoria, y a la poética es ornato, assí, en el número y en qua[n]tidad, difiere el vso de los epíthetos entre orador y poeta; y en la qualidad difiere también mucho. Pregunto: ¿qué orador se atreuiera a dezir «la bla[n]ca leche»? Arist[óteles] dize q[ue] ninguno, y, por el consiguiente, «la nieue fría» y «retorcido cohombro». ¿No veys como con razón se dize ornato el epítheto, porq[ue], no siendo especie de los demás vocablos peregrinos, trae ornato a la oración poética?

Vgo dixo ento[n]ces: No hay duda del ornato que el epítheto da a la poesía, ni tampoco le ay que en essas dos maneras, en cantidad y en qualidad, ella le recibe, como tampoco no la ternía yo ya de que en estas dos maneras no es co[n]tenido entre los demás vocablos peregrinos [pág. 243] del Philósopho; y, especialme[n]te, me inclino a que sea dicho ornato por la qualidad, digo, quando se pone al substantiuo declarando la condición que él tiene por propia; a esto me suade el Philósopho, q[ue], en sus Rhetóricos, dize ornato a la palabra apropiada, o, por mejor dezir, a la palabra ornada dize apropiada; y, si os agrada dezirla ociosa por manifiesta, sea en hora buena: como «blanca leche»; de modo que el vocablo propio y apropiado viene a se hazer peregrino, vsándole adonde se pudiera dexar por manifiesto; y assí me parece que deuemos estar satisfechos en este punto; pero no lo estoy en lo que dize Fadrique del mucho vso del×los, porque yo no he oydo condenar a algunas oraciones poéticas por demasiadas en el vso de los epíthetos.

Fadrique entonces dixo: Si vn hombre come muchos pollos de vna vez, recebirá daño en su salud; todo quiere vna honesta medianía. Dicho está ya otras vezes como la oración poética quiere vn poco de afectación, y, por esa razón, admite más freque[n]cia de epíthetos, mas de manera que no sean molestos y enojosos, como lo sería el poeta que, a cada substantiuo, echase dos o tres adjetivos y epíthetos. Es menester, digo, vna medianía, y, si son buenos y bien traydos, se puede echar a cada substantivo vno, y, alguna vez, vn par; mas el que ordinariame[n]te echasse dos o tres, haría vna orac[i]ón, no ornada, sino ho[n]gosa y fea, como el que dixesse assí: «la dulce, alegre y agradable primauera al hombre triste, melancólico y desabrido le es de gran gusto, contentamiento y regalo». Esta frasi y frequencia de epítheto sería muy enoxosa. Ha de tener, como digo [pág. 244], en la quantidad discreta, discreción, y moderación en el número de las sylabas; porq[ue] los que son muy largos, enoja[n] y caben mal en los metros, como «Co[n]stantinopolitano». Esto es en la quantidad, mas en la qualidad es menester que haga[n] algo, que trabaje[n] y no sean puestos para sólo sustener el pie q[ue] se va a caer de enfermo y mal co[m]puesto. Los apropiados, como son «blanca leche», «elada nieue», también añaden alguna acción y eficacia; son buenos los que publican alguna naturaleza secreta de alguna cosa, porque no sólo ornan los tales, pero adoctrinan y enseñan. Acerca también del lugar ado[n]de el epítheto deue estar, algunos hazen sus co[n]sideraciones, como es que el epítheto se antepo[n]ga al substa[n]tiuo y que el metro no haga fin en él. Buenas son, pero no essenciales, y lo que es essencial es lo que tengo dicho; que, teniéndolo, aunque se posponga, no importa; ni tampoco, aunque el metro remate en él, es indicio, de cierto, de metro forçado, porq[ue] lo vemos en Virgilio y no es menester más autoridad.

Vgo dixo entonces: Parece, señor Fadrique, q[ue] days a entender que todos los epíthetos son adjetiuos, y no lo son.

Fadrique dixo: A lo menos, los que más orna[n], que ya veo que tan adjetiuo es dezir «hombres de ciudad» como «ciudadanos». Estas son cosas q[ue] hazen poco a nuestro negocio, y baste, si os parece, lo dicho de los epíthetos. Si más queréys, leed a Aristóteles, en el lugar sobredicho del tercero de los Rhetóricos ad Theodect[um], y a Francisco Nigro, y a otros que os dirán más.

El Pinciano dixo entonces: Parece que el maestro está estomagado desta salsa.

Sí estoy, dixo Fadriq[ue]. Passemos ya de lo simple a lo compuesto, y, pues de [pág. 245] los vocablos está hablado medianamente, empecemos a tocar la oración, la qual está compuesta de los vocablos.

[Frag.] 5.

Dicho auemos de las letras, sylabas y vocablos como parte que componen la oración; agora resta dezir de la quantidad, qualidad y grados della.

De la quantidad digo, primero, vniuersalme[n]te; que, según ella, es el poema, o oración breue, como vna epigrama, o larga, como vna épica; y en este modo ay muchas diferencias, pero, tomando a la oración más particularme[n]te, digo que se diuide en período o cláusula, en colo o en mie[m]bro, en coma o en semicírculo desta manera: que, de adonde comie[n]ça adonde acaba la sentencia, se dize cláusula o período; y se nota y señala con vn punto abaxo de la letra. Adonde no se acaba período, ay vn descanso notable, se dize colo o miembro; y nótasse con dos puntos pequeños a la letra vltima, vno arriba y otro abaxo; adonde ay vn desca[n]sillo breue, se dize coma o semicírculo, y nótasse con vn circulillo abaxo de la vltima letra. Quiero dexir vn exemplo para que sea esto más fácil, y sea éste: «Es vtil y necessaria la arte que enseña a la gente virtud». Al «vtil», hay vn descansillo; a «la arte», vn descanso mayor; a «virtud», le ay perfecto y acabado. De manera q[ue], justamente, se dirá período a do está esta «virtud», y se porná colo adonde «arte», y coma, adonde el «vtil». Entre los escritores ha auido algunos que han querido poner número en los vocablos que ha de tener el período, pero, en la verdad, no se puede hazer, porque se halla cláusula de ochenta vocablos, y que passa; y que en vna letra se encierra, como se vee en Virgilio la vna y la otra. La muy lar[pág. 246]ga, en el quarto de sus Geórgicas, hablando de las enfermedades de las abejas, adonde, floreciendo, amplifica la oración dentro de vna cláusula muy largamente. La breuíssima se vee en el quarto de la Eneyda, adonde dize Dido a Eneas que se vaya, por esta letra I, en la qual comiença y acaba la sentencia, cláusula o período. Y baste esto desta materia de quantidad, la qual es común a la oración toda.

Vamos a la qualidad que se dize frasis. Frasis se dize la oración que es propia, impropia, clara o escura, patria o peregrina, cortesana o rústica; y assí de otras muchas maneras, como después se verá; de modo que la dicha frasis es como qualidad y condición de la oración.

El Pinciano dixo: Mucho he holgado en auer l×legado a este punto, porque he oydo dezir que la buena frasi deue ser enmendada y clara y ornada; y la frasi poética me parece muy contraria; y que no sea enmendada está claro, porque la frasi emendada es la que es cortesana y limada. La poética está llena de inmundicias y de moho, porq[ue] suele vsar vocablos que de rancios y malos, eran ya oluidados, y de groserías grandes. ¿Qué mayor, si vn cortesano por dezir «pa[n]» dixesse «pana», añadiéndole vna letra, o quitándola, o trasponié[n]dola de la manera que está dicho? Pues quien co[n]tara los solecismos de los griegos, y aun de los latinos, gran contador auía de ser, y aun los de algunos italianos graues y castellanos. Y, si la frasi está llena de barbarismos y solecismos es emendada, no sé yo qué cosa sea enmendada oración. Pues la segunda condición de la buena frasi, que es ser clara, mirad cómo lo será, que, allende q[ue] es la poética peregrina y de vocablos peregrinos y escuros [pág. 247], el metro mismo la escurece, y aun los autores, de industria, afectan escuridad muchas vezes. ¿No auéys oydo lo que el Rey Philippo segundo de España respondió a vn su criado que fauorecía a vn médico, el qual auía vuelto en verso los Aphorismos de Hypócrates?

No, dixo Fadrique.

Y el Pinciano: Ya lo digo: «que los Aphorismos de Hypócrates en prosa están escuros, y en verso lo serían más». Dicho, por cierto, prudentíssimo, porque ordinariamente los poetas andan buscando vocablos para no ser entendidos. Y esto, en lo que toca a la claridad; en lo que toca al ornato, no tengo que dezir sino que la dama que fuere rústica y negra, como la plática que fuesse grosera y escura, mal podrá ser atauiada, y, si lo fuere, le luzirá poco el atavío.

¡Por vida mía!, dixo Vgo, que ha estado galante el Pin[ciano] y, con licencia de Fad[rique], tengo de respo[n]der a los argumentos.

Y luego F[adrique]: Vos, señor V[go], podéys proseguir mejor q[ue] nadie; y, por daros gusto y desca[n]sar yo vn poco, lo co[n]sentiré de buena gana.

Dicho, Vg[o] començó desta manera: Bien parece q[ue] el P[inciano] es algo flaco d[e] memoria, pues no se acuerda de las difere[n]cias q[ue], al principio desta plática, oy se pusieron entre las 4 facultades a quienes toca el hablar.

El P[inciano] resp[ondió]: Bie[n] me acordé, mas no lo ente[n]dí bien, y agora quiero acabarlo d[e] ente[n]der y ser respo[n]dido a mis objeciones.

A esto res[pondió] V[go]: Assí será; y p[ro]siguió dizie[n]do: Bie[n] pudiera yo respo[n]der a todas 3 dificultades co[n] sola vna pregu[n]ta, q[ue] fuera si Vir[gilio] auía sido eme[n]dado, claro y ornado en su frasi. Mas no quiero co[n] ta[n]ta breuedad rebatir a las dificultades y objeciones, y, porq[ue] aya lugar d[e] d[e]clararme más, habla[n]do, primero, d[e] la oració[n] y frasi poética, digo deue ser peregrina, q[ue] es compuesta [pág. 248] de los vocablos ya dichos peregrinos, mezclados con los propios. Y, con esto, deue ser emendado, digo, no en respecto de la oratoria, sino en respecto de la poética, la qual demanda, como está dicho, la frasi más afectada y peregrina. De manera que, como dize Quintiliano y Aristóteles enseña, la frasi que en la oratoria fuesse fea, es hermosa y eme[n]dada en la poética. Assí que las que fueren señales muy feas en la oratoria, serán lunares muy hermosos en la poética. Confiesso que tiene necessidad de la templança y prude[n]cia esta mezcla de vocablos propios y muchos de los peregrinos metaphóricos para que la frasi poética sea la que deue, porque de tal manera se podría hazer la mezcla, q[ue] quedasse muy fea y abominable, no sólo no emendada. Tenga, pues, la frasi poética muchos vocablos propios y, de los peregrinos metaphóricos, más, de los forasteros, hechos y absoletos, digo, de los ya oluidados y de los alterados en el cuerpo, sean muy pocos. De los demás alterados en el ánima, dichos tropos, medianamente, y co[n] mucha variedad dellos, porque no cansen; y assí quedará la oración y frasi poética no sólo no bárbara, pero eme[n]dada y muy agradable con la nouedad q[ue] trae consigo. Desto mismo que acabo de dezir resultará también la claridad de la oración, la qual dicha claridad dize Aristóteles q[ue] es la principal virtud de la oración, porque, siendo pocos, los forasteros vocablos y los hechos y absoletos no serán parte para escurecerla; que los demás vocablos peregrinos no la hazen escura, si son bien traydos, pues ni las alteraciones de los vocablos en el cuerpo ni en el ánima suele[n] hazer escuridad, antes las methápho[pág. 249]ras, cuyo vso es más necessario y más orna y menos cansa, aclaran mucho la oración.

El Pinciano dixo entonces: No sé lo que me dezís; ello está bie[n] dicho, mas yo no lo entiendo; y, aunque más me digáys, veo a poetas escuríssimos y que es menester intérprete que los declare; y, si no, mirad a Iuan de Mena, que, para sus Trezientas, fué menester el Comendador Griego, y, para su Coronación, él mismo; y aun apenas se dexa entender. Pues ¿qué diré del Petrarcha en aquella canción:

Ma non uo’piú cantar com’io soleua

y que en los Triumphos no ay quien le entienda? Assí lo dizen todos.

No todos, dixo Vgo, algunos ay que, sin comentos, entenderán essas lecciones q[ue] vos dezís escuras. Mas, hablando de todo y respo[n]diendo a cada parte, digo q[ue] ay tres maneras de escuridad, las dos son artificiosas y virtuosas, y la tercera, mala y ruda. La primera de las artificiosas es qua[n]do vn poeta, de industria, no quiere ser entendido de todos, y esto lo suele hazer por guardar el indiuiduo, como, dize[n] los italianos; que si el Petrarca hablara claro en aquella canción que dezís, y Mingo Rebulgo en su égloga, pudiera ser que no le co[n]seruaran, y que ni el Papa ni el Rey de aquel×los tiempos los libraran de la muerte. Y a quien pareciere mal esta escuridad, parecerá bien vna grande temeridad. La otra escuridad artificiosa es causada de la mucha lección y erudición, en la qual no tiene culpa el poeta, sino el lector, que, por ser falto dellas, dexa de le entender el poema. Los Triu[m]phos del Petrarcha y otros muchos poemas son claríssimos a los hombres doctos y leydos; perdó[pág. 250]neme el Pinciano, y lea, y entenderá; y no culpe de escuro al aposento que está muy claro, mas culpe a su vista, que la tiene ofuscada. Estas son las maneras de escuridad artificiosas que suelen vsar los poetas. La tercera escuridad es mala y viciosa, que nunca buen poeta vsó, la qual nace por falta de ingenio de inuención o de elocución, digo, porque trae conceptos intrincados y difíciles, o dispone, o, por mejor dezir, confunde los vocablos de manera que no se dexa entender la oración. Otra manera ay de escuridad muy artificiosa, mas ésta no es propia de la poesía, porque es común también a los libros sagrados y como alma de la letra, la qual es dicha alegórica o sentido alegórico. Y esto es lo que ay que responder acerca de la claridad y escuridad poética.

A la tercera objeción de la oración ornata, está respondido con estas dos respuestas ya dichas, porque, si la dama está bien affeytada y figurada y es blanca, claro es que la hermoseará más el ornato, el qual es hecho de los vocablos peregrinos, y más, de las figuras y schemas, que los rhetóricos dizen, cuya materia no es deste lugar. Bien veo que ay mucho más que dezir de las frasis, pero me parece que verná luego coyuntura para tratar dellas más en su lugar.

Fadrique dixo: Está muy bien.

Y el Pinciano, a Fadrique: Vuestra aprouación desseaua, que, aunque Vgo es muy docto, con todo, veo que el mundo todo está diuidido en opiniones a causa de la fragilidad de las artes y de los professores; y, quando dos se conforman, parece que tiene la cosa más certidumbre y firmeza.

Assí es la verdad, dixo Fadr[ique].

Y luego Vgo: Compuesto auemos a esta dama y ora[pág. 251]ción poética desde su principio, dándola sus partes menores, que fueron letras y sylabas, y, después, mayores, dichas vocablos; y estos miembros juntos la han hecho y dado nombre de frasis. Auémosla, después de echa en borrón, limado y figurado y puesto en lugar claro, que de todos sea vista ornada y atauiada con los vocablos peregrinos, figuras y schemas; resta el poner esta señora en su lugar conueniente.

El Pinciano dixo: Apenas, señor Fadrique, os entiendo lo que dezís, sino es que ya que auéys compuesto a los vocablos de las letras y sylabas, y a la frasi y oración, de los vocablos propios y peregrinos, resta el dezir de los estilos, géneros y characteres de dezir, y esto más lo saco por discurso que no por vuestras palabras.

Fadrique dixo entonces: Esso mismo.

Acudió Vgo y dixo: Punto que desseaua yo harto por la mucha variedad y dificultad que en esta materia veo, salida del nombre griego adron.

[Frag.] 6.

Fadrique respondió: Diré mi parecer, y, si fuere el vuestro, me holgaré. En tres órdenes repartió la romana República a su pueblo, imitando a los buenos repúblicos griegos. Al vn orden llamó patricio, por el qual eran entendidos los magistrados, cónsules y senadores y los que tenían debaxo de su mandato a la república toda y en ella exercitauan la arte que manda y domina, dicha imperatoria. A este orden o estado de gente, que fué el más alto, otro estaua opuesto, el qual era dicho el estado plebeyo; tenía éste a los mechánicos todos y a los jornaleros, y, al fin, a los hombres que con sus braços sustentauan su vida; entre [pág. 252] éstos y aquéllos mediaua el orden equestre, q[ue] era como participio o partícipe de ambos, el qual, ni tan alto se alcança como el patricio, ni tan baxo inclinaua como el co[n]trario mechánico. Si a nuestra república española lo queremos aplicar, diremos que el estado patricio es el de la gente más granada y noble, como son títulos, y aun algunas casas que de muchos atrás tienen, sin título, mucho lustre y nobleza; y será el estado plebeyo el mismo que acerca de los romanos y griegos; en el mediano no querría poner exe[m]plo por no ser odioso, mas no seré, que, por poner exemplo de algunos, no pongo ni quito a todos; digo que el estado medio ocupan los hidalgos que viuen de su renta breue, y los ciudadanos y escuderos dichos, y los hombres de letras y armas constituydos en dignidad; digo, en las letras, los grados, y, en las armas, los oficios, como son capitanes, alférez, sargentos, q[ue] los maestres de campo ya tocan el estado más alto. Largo exordio he hecho y que, sin escurecer, me pudiera escusar, pero no hará daño el saber esto.

Y, prosiguiendo, digo: q[ue], siendo como es la Poética imitación en lenguaje, es necessario que imite a alguno destos tres estados, o al patricio y alto, o al plebeyo y baxo, o al equestre y mediano. Y assí quiera dezir vuestro adron crecido, lleno, maduro, gruesso, aumentado, robusto, grande, firme, ancho, perfecto, mucho, copioso, abundante, no haze al caso; lo que haze y importa es que se entie[n]da que este estilo es con el que se imitan personas principales, como las dichas patricias, y q[ue] quiere dezir estilo adron estilo imitador de personas reales, príncipes y grandes señores; con lo qual queda [pág. 253] también declarado el orden y estilo contrario al adron, que el griego dixo lepton y vnos traduze[n] chico; otros, baxo; otros, delgado; otros, sutil, y assí de otras maneras semejantes. Lo recto es juez de sí y de lo obliquo; y assí, auiendo dicho del adron, es dicho del contrario y del medio estilo, pero, para que nos entendamos, será menester demos algún nombre al estilo patricio, y llamarémosle alto, y, al plebeyo, baxo, y, al equestre, mediano; y, si queréys que los estilos sean sólo dos, alto y baxo, y que el medio no haga miembro por sí, por ser vna mezcla de ambos, sea como os pareciere.

Estoy muy bien, dixo Vgo, con lo dicho, porque, de aquí adelante, no nos equiuoquemos, mas, aunque el nombre es conocido y la cosa dél significada, yo, que no he tratado ta[n] particularmente con reyes, príncipes y señores grandes, no puedo distinguir y diferenciar bien estos lenguajes suyos de los del vulgo. Veamos, pues, en qué consiste el lenguaje y esta frasi de hablar alto; veamos las condiciones que ha de tener, y, por vn camino, me haced sabidor de dos cosas: la vna, qué cosa sea estilo alto, y la otra, el estilo que los príncipes y reyes vsan, que todo es vno.

Está bien dicho, dixo Fadrique, mas conuiene que tengáys en la memoria lo que tantas vezes auemos dicho de la afectación poética, porque no me digáys después: «no hablan assí los reyes, príncipes ni patricios».

Yo lo tengo en la memoria, dixo Vgo, y no está en lo que pensáys mi duda, sino en otra cosa diferente, que es si el ser estilo alto o patricio, como dezís, está en las personas de que se habla, o en las figuras con que se habla; porque vnos dizen estilo alto el que habla de personas gra[pág. 254]ues; otros, al que va figurado y que tiene lenguaje peregrino; otros dizen que, no cada vno destos de por sí, sino ambos juntos; y, verdaderamente, no sé averiguar hasta agora esta cosa.

El Pinciano dixo: Menos sabré yo, a quien es algarauía la poética y la desseo saber. Es verdad que, siendo estudiante gramático, aprendí vnos principios de Rhetórica, y me quedó, de entonces, que no acabé de entender esta materia.

Fadrique dixo: Pues yo respo[n]deré preguntando lo mejor q[ue] sepa. Y pregu[n]to primero: si vno dixesse a otro: «hombre vinoso, soys vn cuero y os beberé en dos gorgorotadas», digo: ¿esta frasi es figurada?

Y mucho, dixo Vgo, porque tiene tantas figuras quantas palabras; que «cuero» es metonymia; «beberé», metáphora; y «gorgorotadas», onomatopeya.

Pregunto, dixo Fad[rique]: ¿es alto estilo?

Y Vgo y el P[inciano]: No, sino baxo, porq[ue] essa imitación no es de personas graues, sino de plebeyas, y de las más sórdidas.

Luego, dixo F[adrique], no está en ser figurado el le[n]guaje ser alto; mas pregunto: aquellas palabras tan magníficas de la Eneyda en el séptimo, que dizen:

Tú también, o Cayeta, ama de Eneas,

Diste con tu morir eterna fama

a las riberas nuestras…Pregunto, digo si es estilo alto y si tiene figuras algunas.

Vgo dixo: Son de estilo alto, y no tienen figuras; ya lo veo que auéys prouado muy bien que no está el estilo alto en la muchedumbre de las figuras, ni el baxo, en la propiedad dellas; que estilo alto era el que trataua de personas altas y graues, como reyes, cónsules y patricios.

[Pág. 255] Fadr[ique] dixo: También tengo de responder a esso co[n] otra pregunta. Pregu[n]to: ¿Podría ser que vn hombre hablasse mal de vn gran varón y con baxeza y q[ue], en vez de ensalçarle, le vituperasse?

Vgo dixo: Muy bien, que de Alpino poeta se dize que degol×ló a Memnón, hijo de la Aurora, porque escriuió dél baxamente y con estilo plebeyo.

Mas pregu[n]to, dixo F[adrique]: ¿La Batrachomyomachia de Homero está escrita en alto o en baxo estilo?

En alto, dixo Vg[o].

Y luego F[adrique]: ¿Pues qué personas se introduze[n] allí principales? ¿Por ve[n]tura las ranas y los ratones, que allí tienen las primeras partes, son heroycas? No. ¿Pues quién hizo el alto estilo? Claro está que otra cosa diferente de las personas.

Y aun de esso me marauillo yo, respo[n]dió V[go], q[ue] las personas son pequeñas, y las palabras, baxas, y no sé de a dó le viene la grandeza, supuesto que las figuras no son suficiente causa para mayor estilo.

Fad[rique] dixo: Esso de las palabras baxas no entie[n]do.

Y Vg[o]: Yo me declaro, y digo q[ue], aunq[ue] la Batrachomyomachia tiene muchas palabras gra[n]des, tiene ta[m]bié[n] muchas baxas, como physignato, q[ue] quiere dezir hinchacarrillos, psicharpax, robador de migas, traga pa[n], lame muelas, traga alegría, lame platos, caua. q[ue]sos, come ollas y lame colas, come puerros, morador de cieno y otros muchos semeja[n]tes que Homero da a las ranas y a los ratones, los quales tiene[n] nada de lo gra[n]de.

F[adrique] se sonrió y dixo: Ello está bien dicho, y mal ente[n]dido; porq[ue] d[e] la plática passada se sacó q[ue] los vocablos peregrinos tiene[n] gra[n]deza; assí lo dize Aris[tóteles] en sus Poéticos, y aun en sus Rhetóricos, y una especie dellos so[n] los co[m]puestos, los quales trae[n] consigo gra[n]deza por la admiració[n], como admiració[n] por la nouedad; acerca de lo qual Homero, como en lo demás [pág. 256], fué diuino, que, queriendo escriuir altamente de sujeto tan baxo, se alçó con la freque[n]cia de los vocablos compuestos en las cosas más humildes y baxas; de manera que las cosas baxas se leuantan en alto estilo con vocablos grandes, los quales lo pueden ser, o por su propia significación, como diximos del principio del séptimo de la Eneyda, o por lo inusitado, nueuo y peregrino. Quáles sean essos vocablos, está ya dicho antes de agora de sentencia del Philósopho, y, si no, aduertid en Iuan de Mena que la grandeza que tiene de estilo principalmente le nace de los dichos vocablos, en los quales es muy frequente.

Aquí dixo el Pinciano: Yo pensaua que la grandeza le venía de aquel metro tan sonoro, por no dezir hinchado.

Vos dezís bien, dixo Fadrique, que el metro es grande en esta parte, mas mirad en la Coronación suya, escrita en metro pequeño y corto, y hallaréysle en el×la tan alto, que no se alcança a ver, y fué menester que él mismo se mostrasse a los ojos para poder ser visto; nacióle la grandeza de los peregrinos vocablos, y en esto no ay que dudar.

Vgo dixo: Pues yo sé a do el poeta sobredicho demanda perdón al oyente por auer alargado vna i en el nombre máchina, la qual, de suyo, es breue.

Mejor dixérades, dixo Fadrique, en auer quitado el ace[n]to de la a primera y puéstole en la i; y en essa materia ay vna questión: si Iua[n] de Mena habló o no habló todo lo que escriuió con arte o con sola naturaleza, no es deste lugar; algún día de espacio haremos juyzio de nuestros poetas y entonces se averiguará mejor esta causa. En tanto, digo que Iuan de Mena debió de seguir, en este lugar, el parecer de Marcial, el qual quiere [pág. 257] que las musas sean no tan lice[n]ciosas, y Iuan de Mena lo fué mucho, de manera que vsa de estilo alto, pero muy licencioso, y, no pidiendo perdón de mil vocablos enteros que mudó, le pide de vna letra que trocó el acento.

En esto de los vocablos, dixo Vgo, oy yo dezir que no están vsados dél ta[n] licenciosamente como parece agora, porque en su tiempo era en vso el tal lenguaje.

Fadrique dixo: Esso fuera hazerle mucho agrauio, porque, si la grandeza del estilo que tiene, la tiene del vocablo peregrino, y entonces no lo era, síguesse que él no habló en estilo alto. Verdaderamente, fué Mena peregrino en su lenguaje, y, en su tie[m]po, nunca vsado; y, si no, mirad a otros que quando él escriuieron, los quales vsaron como agora los presentes; no digo bien, mirad a él mismo en las obras de Virtud y Vicios y en su Comento que hizo a la Coronació[n], y hallaréys lo que digo ser assí; veréys, digo, quán diferente es vno del otro lenguaje y que el de las Trezientas y el de Coronación es peregrino en comparación del que él mismo habló en el metro de Virtud y Vicios y en la prosa de la Coronació[n]; no se ha trocado tanto la lengua castellana en ta[n] poco tiempo. Y, aunque las tierras, assí como los árbores las hojas, mudan y renueuan los vocablos, no con presteza tanta, que, del tiempo del rey do[n] Iuan el Segundo a este nuestro, no son ciento y cinquenta años cumplidos, y éstos son muy pocos para tan grande mudança en la materia de que hablamos.

Assí dixo Fadrique. Y luego el Pinciano a Vgo: Estemos, por vida mía, satisfechos con las razones de Fadrique, y, passando adelante, digo q[ue] ya yo he visto la grandeza del estilo en vocablos [pág. 258] propios, digo en los que, siendo simples, son grandes, como dezís del séptimo de la Eneyda, y en los q[ue] son grandes por composición, de los quales me dizen q[ue] está Homero lleno, mas de los demás vocablos peregrinos no la veo, y assí recebiría gran gusto en lo oyr.

Fadrique dixo: En el quarto de la Eneyda hallaréys vn lugar, entre otros, adonde leuanta el poeta la cosa que, de suyo, es humilde y baxa, con esta suerte de vocablos. Dize, pues, habla[n]do de las hormigas:Trauiessa el esquadrón negro los campos,

Y, por la angosta calle, entre la senda,

Se ocupa en allegar junto a la presa;

Parte la lleua encima de sus ombros

Y arroja en la honda trox los grandes trigos;

Parte está sobre estando a las esquadras,

Y pune con rigor al negligente,

Hierue la vía assí, y, en ella, la obra.Veys como el poeta es grande en cosa pequeña por la freque[n]cia de las figuras o tropos, que son aquí en dos especies: o metáphoras, o sinécdoches. ¿No veys que llama a la juntilla de las hormigas, «esquadrón», «calle» a la sendilla angosta, y, al ceuillo, «presa»? Y antes auía dicho «robar» al recoger el grano, y «casa» a la cueueçuela. ¿No veys, digo, la gra[n]deza en las metáphoras y en las sinécdoches? ¿No veys que dize al ombro, «ombros», y, al campo, «campos», y, a los granos, «grandes trigos»?

Yo lo entiendo, dixo el P[inciano], porque veo q[ue] los señores, por grandeza, suelen vsar de alguna de estas figuras o tropos en sus prouisiones, y aun en sus co[n]uersaciones, y, siendo vno solo [pág. 259] y del número singular, dizen «nos» y «la nuestra merced» y «mandamos» y cosas semejantes, mas, quando la cosa es del número plural y se pone en singular, que lo suelen hazer los heroycos, ¡cómo se engra[n]dece la oración!

Antes parece que se humilla, Fad[rique] respondió.

El P[inciano] dize: Lo que Virgilio dixo del cauallo troyano:

Al cauallino vientre de hombre armado

los enemigos griegos rellenaron.[Frag.] 7.

Adonde por dezir «de hombres armados», dixo «de hombre armado», y dize que esta frasi antes humilla a la oración que la leuanta. No a mis orejas.

Ni a las mías, dixo Vgo, ni a las de Aristóteles. ¿No veys que, por ser manera de hablar peregrina el dar el número singular al plural, leuanta la oración? Quanto más que basta auerlo hecho Virgilio, que, para mí, no es menester más autoridad.

¡O, dixo el Pin[ciano], el más feliz de quantos han escrito, si todos son de vuestra opinión! Mas desseo saber desta magestad virgiliana ¿por q[ué] razón dize, en el segu[n]do de su Eneyda, a vna abertura tan gra[n]de como en la puerta del palacio de Príamo se hizo, por qué, digo, la dixo ve[n]tana?

Y Fadrique: ¡Por vida mía! Pregunto: ¿Quál os suena ahí mejor: «ventana» o abertura»?

El Pinciano respondió: «Ventana», por cierto, mas, no sé el porqué; y me parece que me agrado de lo que es malo.

Vgo se sonrió, y dixo después: ¿Vos, señor, no veys que es vocablo peregrino y nueua manera de hablar llamar a vna grande abertura «ventana»? ¿Y que también el epítheto «grande» que está sobre ella engrandece la oración? No hay que dificultar en esso sino que los vocablos dichos peregrinos [pág. 260] alçan mucho a la oración, y las figuras que tocan al cuerpo del vocablo, todas, y las más, de las q[ue] miran y pertenecen al ánima.

Por cierto, dixo el Pinciano, yo entendía que los poetas, forçados del verso y no voluntarios, vsaban de essas licencias.

Y Vgo replicó como enoxado: Vos, señor Pinc[iano], pensáys auer entendido estas pláticas, y no es assí, pues las llamáys licencias; llamadlas como Aristóteles, y diréyslas grandezas; y llamadlas como dize la razón, y diréyslas magestad. Pregunto: ¿los oradores, que muchas vezes vsan dellas, házenlo forçados o por leuantar su estilo y deleytar con lo peregrino? Y, si vos no auéys considerado lo dicho bien, considerad lo que agora os diré del tercero de la Eneyda, al principio, hablando Eneas de la partida del pueblo troyano, por estas palabras:

Dexé llorando de mi patria cara

Las riberas, dexé también los puertos,

Y los campos dexé donde fué Troya.

Mirad esto, y mirad lo demás de Virgilio en esta materia, y hallaréys que no vsó desta frasis como licenciado, mas como doctíssimo doctor; y en cosa tan aueriguada no me parece q[ue] ay que dificultar; mas aylo en otra, tocante a los estilos, que a mí la haze grande, y es si el poeta deue vsar de lenguaje peregrino, y éste es alto. Siempre el poético lenguaje deue ser alto, y assí la Poética no tiene necessidad de multiplicar los géneros o estilos de hablar, como lo haze el orador. Conuiene, pues, en la Poética aya vn solo estilo, común a todos los poemas, y éste sea el grande. Y, por el consiguiente [pág. 261], ¿debe ser reprehendido el que vsó de todos tres el alto, en la Eneyda; el baxo, en las Bucólicas; el mediano, en las Geórgicas como quiera que deuía escriuir todas sus obras en el mayor estilo?

Duda es ésta, dixo Fadrique, no pequeña del todo, y que la objeción es sacada de la doctrina de Aristóteles en sus Poéticos y confirmada en sus Rethóricos, el qual dize assí: «La oración oratoria sea acomodada, y no sea más alta ni más baxa de lo que pide la cosa; a la oración poética acaso no conuiene que sea humilde, sino desacomodada y desproporcionada». Que fué dezir supuesto lo antes por él enseñado en sus Poéticos: «deue la Poética tener alto lenguaje y peregrino, y el poeta, alçarse en las acciones de personas humildes y baxas, mas no abaxarle». Lo qual, prosiguiendo, confirma algo más abaxo desta manera: «Hazen clara a la oración los vocablos propios; álçanla y ornanla las cosas que en la Poética diximos; los vocablos desusados la hazen graue, porque aquello que nos acontece en ver a personas forasteras, nos sucede en oyr la nouedad de las palabras, las quales, con la nouedad, son admirables y, con la admiración, grandes. Por esto cómodamente se vsan tales modos de hablar en el metro, en quien, assí las cosas como las personas, se fingen excelentes, mas en la prosa es menor la causa, y assí deue ser menor la oración, porq[ue], si en ella el hombre humilde hablasse altamente, sería indecoroso, lo qual, como es dicho, no lo sería en la poética». Estas son palabras de Aristóteles, y que el sieruo en la oratoria, ni por pensamiento, hable alto lenguaje, el qual en la poética puede. Yo, a dezir la verdad, todas las vezes q[ue] en las representaciones [pág. 262] oyo a sieruos, o a pastores, o a otro género qualquiera baxo, dezir palabras altas y razones bien fundadas, confiesso que me deleyto y hallo por experiencia lo que Aristóteles enseña.
En el metro las cosas y personas más escel[n]tes y cómo.

El Pinciano dixo: Aquí os tengo. ¿No veys lo que auéys dicho? Que en el metro es conueniente el peregrino le[n]guaje, por lo qual days a entender que la poética anda sie[m]pre con el metro.

Fadr[ique] dixo: Lo más común, a lo menos, como ya está dicho; y assí, en los poemas sin metro, no es tan necessario el alto lenguaje y peregrino, como lo vemos en Heliodoro y otros; los quales no fueron muy altos en el lenguaje, ni peregrinos, y especialmente, en la grandeza q[ue] del cuerpo se toma.

¡Yo no sé, dixo el P[inciano], qué grandeza sentís en quitar y poner sylabas, que los poetas métricos hazen por la comodidad del verso!

Vgo se rió mucho, y Fa[drique] dixo: catechizado estáys; vos no os acordáys que los buenos poetas no vsan destas alteraciones de vocablos por el verso, que con mudarle de otra manera, quedaría hecho, sino por la grandeza. La nouedad y alteración del vocablo hazen, como he dicho, al lenguaje peregrino y alto, y ésta, y no otra, es la razón.

El Pinc[iano] replicó: Yo he oydo dezir muchas veces: «esta letra fué añadida y quitada por causa del verso».

Y Fa[drique]: Dezís muy bien; y esse «por causa» quiere dezir, en el bue[n] poeta, «por discreción», y, en el malo, «por ignora[n]cia».

¿Pues cómo, dixo el P[inciano], sabré yo distinguir la discreció[n] de la ignorancia, si dos poetas, vno bueno y otro malo, por dezir «traza» dizen «trazo», muda[n]do la a en o?

Yo os lo diré, respo[n]dió F[adrique]. ¿Cómo conoceréys vos si vn dançante a quien se le cae la capa del ombro, haze artificiosa la cayda o no?

Y el P[inciano]: Esso es muy fácil: en [pág. 263] el boluerla a coger. Porq[ue] el dança[n]te que dexa caer la capa de industria, con industria la coge, mas aq[ue]l a quien de turbado se le cae, no acierta a cogerla bien.

Bien auéys dicho, dixo Fad[rique], mirad lo demás del poema, y veréys si el poeta fué diestro o no, y, si lo fué, llamad a la alteración del vocablo gra[n]deza, y, si no, llamadla licencia, y no de otra manera; porq[ue] no es razón que lo que está hecho con arte y industria, tenga no[m]bre de licencia. Y, como sería impropiedad que a vn ho[m]bre le digan: «tiene licencia de seguir la virtud», sie[n]do necessario q[ue] siga virtud, assí es impropiedad q[ue] digan «el poeta tuuo licencia de alterar el vocablo», siendo necessario q[ue], aquí o allí, le alterasse, conforme a la arte poética.

Nueuas cosas oyo, dixo el P[inciano], y q[ue], si no las dixera vn varó[n] tan graue como vos, apenas las creyera.

Fa[drique]: Yo sí creyera, aunque no me las huuiera enseñado Arist[óteles], porque sigo este aluedrío, y me parece bien por la experie[n]cia que tengo de la lección de los poetas. Boluiendo, pues, al punto, digo que la plática peregrina, por nueua, es grande, y, por admirable, deleytosa: y que, a la poética que está en prosa, no conuiene el vocablo alterado en el cuerpo; y, a la que en metro, co[n]uiene[n] todas alteraciones a sus tiempos, de manera que engrandezcan a la oración y no la escurezca[n], y, aunq[ue] cierta manera co[n]tradiga a la perfecta imitació[n], digo, co[n]forme a doctrina del Philósopho, q[ue] no desco[n]uiene en todo género de personas el peregrino le[n]guaje, y q[ue] el sieruo no parece mal hable en le[n]guaje alto, y a la pastorcilla le parece bie[n]; mas no por esto co[n]denó Arist[óteles], ni yo co[n]deno, a los q[ue], siguie[n]do el rigor d[e] la poética forma, guardare[n] la perfecta imitació[n], como lo hizo el sumo poeta latino, el qual fué tan [pág. 264] primo que, guardando la puridad de la imitación, fué tan deleytosíssimo en su oración, y supo vsar de tal manera de las figuras baxas en lo baxo, como de las altas en lo alto; y, si no, mirad essas Bucólicas quán agradables son en su le[n]guaje humilde.

Desto dicho se colige que el quisiere hablar en alto le[n]guaje en las cosas baxas, será deleytoso por el lenguaje más que por la imitación, y el que quisiere hablar lenguaje más baxo por la imitación, podrá hazerlo; que esto mismo significa el Philósopho, en el lugar sobredicho, quando dixo: «A la oración poética acaso no conuiene que sea baxo el lenguaje»; como si dixera: «acaso no es necessario», porque puede y no puede vsar el poeta del alto en cosas humildes, como está por mí dicho antes y Aristóteles dixo después desto. Y, si me bueluen a preguntar quál tengo por mejor: seguir la imitación o el deleyte del lenguaje, estoy en duda.

Yo no, dixo el Pinciano, que se siga todo junto, pues lo hizo Virgilio en sus Églogas.

Y Vgo dixo ento[n]ces riendo: El Pinciano me ha parecido a vn moçuelo que, pregu[n]tado de su madre, quál quería más: hueuos o torreznos, respondió que todo rebuelto. ¿Quién podrá, y quién como Virgilio sabrá guardar la perfección de la imitación, hermosura de lenguaje y gracia del metro? Y assí dize bien el P[inciano]: que el que pudiere, lo imite.

Dicho, calló, y F[adrique] prosiguió diziendo: Dexados los loores de que, en todo lo demás, es digno el sumo poeta, digo: q[ue] es dignísimo en la parte que agora se trata de los estilos y lenguajes, de los quales vsó tan altamente y con claridad tanta, que admira.

Esso, dixo el Pinciano, no sé cómo pueda ser, porque la alteza nace de lo [pág. 265] peregrino, y, desto, la escuridad. No digo que Virgilio no fué alto, ni digo que fué escuro, sino digo que no sé en qué esto se va, y tengo muy gran desseo de lo entender.

Fadrique respondió: Algo dello se tocó al principio con alguna generalidad, quando dezíamos que el poeta, para ser claro y peregrino, auía de ser escaso en los vocablos peregrinos, y liberal, en los metaphóricos, porque los alterados en el cuerpo pocas vezes hazen escuridad y no se vsan tanto como los metaphóricos. Déstos es la dificultad en Virgilio: que, siendo tantos en él y muchas vezes muy remotos, causen la oración tan clara y abierta.

Esso mismo también, dixo Vgo, y Fadrique: dizen los gramáticos que, de lo que precede y de lo que se sigue, se saca la claridad de la cosa, y assí vemos en Virgilio metáphoras altíssimas y remotas, las quales desta manera son entendidas del mundo todo. Y sea exemplo, qua[n]do de lo que precede se saca lo por venir, el que se vee en el octauo de la Eneyda, adonde dize de Caco:

Vomita por la boca espesso humo,

La casa embuelue de tiniebla ciega,

Arrebata la vista de los ojos

Y mezcla claro a escuro en noche humosa.

¿Quién, pregunto, entendiera la altíssima algarauía del vltimo verso que no estuuiera apercebido con el primero? Este sea exemplo, quando lo que se sigue se manifiesta por lo passado; y, al contrario, sea el del libro décimo:

Al hombre sucedió duro sossiego,

Vn sueño le ocupó de frío hierro

Y te cerró las lumbres para siempre.

[Pág. 266] ¿No veys cómo lo postrero declara lo primero? ¿Veys aquí el artificio del sumo poeta, para q[ue], subiendo más alto q[ue] las nubes, fuesse visto de todos? Pero quiero q[ue] aduirtáys otro primor no menor, y es q[ue], siguie[n]do la buena disposició[n], deuía p[ro]ceder de menor a mayor en el género d[e] dezir, y assí lo hizo en el todo y por todo, como parece por este exe[m]plo q[ue], aunq[ue] tiene el fin y vltimo verso más claro, no dexa de ser más alto; lo qual hizo aprouechá[n]dose, no d[e] los metaphóricos q[ue] trae[n] escuridad, sino d[e] los q[ue] son claros co[n] gra[n]deza, y, de claros, conuertidos en propios. Porq[ue] llamar a los ojos «lu[m]bres» es muy ordinario, como «noche eterna» a la muerte, y cerrar es vocablo propio; de manera q[ue] alçó el estilo co[n] vocablos gra[n]des, sie[n]do casi propios; assí acertó en la declaració[n] y no erró en la disposición, como se vee por el verso vltimo:

Y le cerró las lumbres para siempre.

Cuyo estilo es muy heroyco y gra[n]de co[n] claridad. Soy, digo, del parecer de V[go] y q[ue] el P[inciano] aco[n]seja muy bie[n]: q[ue] el dechado sea Virg[ilio], y más, q[ue] se reciba[n] en la poética los 3 géneros d[e] dezir assí como él los vsó.

Dicho, calló vn poco, y dixo el P[inciano]: Ya, ya he ente[n]dido a mi parecer esto del estilo alto, y q[ue] consiste especialme[n]te en la gra[n]deza de las palabras, o propias, o peregrinas. Resta q[ue] yo entie[n]da d[e]l baxo, co[n]trario a él, las co[n]diciones y calidades.

Y F[adrique] dixo: Casi está ya dicho. Estilo baxo será el contrario q[ue] tuuiere las palabras propias y comunes, y q[ue], si vsare d[e] algunas figuras, sean tomadas de cosas humildes y baxas, como por exe[m]plo se vee en Virg[ilio] en la Egloga 3, q[ue], después de auer dos pastores ca[n]tado vn rato, dixo otro tercero:

Cerrad, moçuelos, luego los arroyos,

Harto han beuido ya los frescos prados.

[Pág. 267] Esto, para dezir: cessad del canto, q[ue] harto auéys cantado; el qual lenguaje es lleno de metáphoras humildes y conuenientes a la cosa; por lo qual el decoro se conseruó y el deleyte se aumentó. Desto semejante hallaremos mucho en las Bucólicas virgilianas.

Ya auemos dicho del alto y baxo estilo, y del moderado no hay que dezir más de que es vna mezcla déste y de aquél, en el qual los vocablos propios y peregrinos andan muy moderados, y, especialmente, de algunos tiene menos mucho q[ue] el alto, porq[ue] no co[n]siente ta[n]to los co[m]puestos, ni los q[ue] se muda[n] en su cuerpo, y, menos, a los estra[n]geros. Estas son las naturalezas de los tres géneros, a los quales co[n]siguen otras no diferencias, sino qualidades: a la gra[n]deza d[e]l estilo es sie[m]pre anexa la dignidad y sonido de las palabras y casi sie[m]pre la grauedad y veheme[n]cia de la oración.

Estos términos, dixo el P[inciano], no entie[n]do bie[n].

Y luego F[adrique]: Dignidad en la palabra es q[ue] la palabra q[ue] sigue al estilo alto deue ser digna de ser oyda de altas personas, y sin vergüença parecer delante dellas, como el no[m]bre de fama, virtud, puridad, grandeza y otros assí, q[ue] son infinitos. Y por el contrario exe[m]plo será más claro lo q[ue] dixe, digo, q[ue] no es palabra digna de parecer dela[n]te de reyes: bacín, estiércol, cogote, colodrillo, ni aun jarro.

El P[inciano] dixo: ¿Pues si algú[n] criado q[ue] con el Rey habla tiene necessidad de dezir «jarro», o algú[n] poeta de escriuirle en su poema?

F[adrique] respo[n]dió: Busque otro vocablo y diga «vaso» por «jarro»; o, si no, vse de algún circu[n]loquio, y ansí en los semeja[n]tes, para los quales las períphrasis son especialme[n]te.

Esto de la dignidad, dixo el P[inciano], entie[n]do ya, mas d[e]l sonido no, porq[ue] toda palabra se haze por repercusió[n] del ayre en la garga[n]ta y es necessario q[ue] [pág. 268] toda palabra tenga su sonido.

F[adrique] respo[n]dió: Vos dezís la verdad, mas sonido quiere dezir aquí perfecció[n] en él, de manera que no sea delgado como el de los vocablos que tienen muchas letras tenues y delgadas, digo la y, l, n, como se vee en este vocablo: títyre; ni tampoco muy gonfas, que tengan muchas m con b y p, como en éste: bomba; mas que tengan las palabras vn sonido conueniente, no delgado ni hongoso. Esto se prueua en el sumo poeta con artificio sumo; y esto, de la dignidad y sonido.

De la grauedad poco ay que dezir, sino aduertir cómo hablan las personas graues, cuyas palabras son pocas y pesadas. De manera que el estilo será alto que guardare esta forma en su lenguaje. Alguna vez el poeta heroyco por deleytar sale desta grauedad y persimonia de palabras, a la qual salida llaman florecer; pienso yo que porque como las flores deleytan la vista y no son de fruto notable, assí que el poeta deleyta sin cosa q[ue] sea essencial a lo q[ue] se pretende. Exemplos desto se veen en Virgilio, algunos muy elegantes.

La vehemencia también y eficacia de palabras es anexa al estilo grande sie[m]pre, sino es qua[n]do vsa de algunas descripciones, en las quales no la puede vsar como en las demás acciones.

Dicho auemos de los anexos del alto estilo; digamos de los del baxo, al qual conuiene la tenuydad y humildad, como se vee en las Églogas de Virgilio. Y a esta humildad son anexas simplicidad que no sea artificiosa, y propiedad que no dé peregrinas palabras.

Vgo dixo entonces: Pues en las Bucólicas virgilianas ay algunas frasis peregrinas y figuradas.

Ya lo veo, respondió Fadrique, y, por ta[n]to, no dixe que era essencial la propiedad [pág. 269], sino anexa, porque algunas vezes la pierde por deleytar más, y en la pérdida deuéys aduertir lo que antes dixe, que de tal manera deleyta con las figuras, que no leuanta la oración, porque las toma de cosas humildes y humildemente vsa dellas. Y, en suma, guarda la imitación y decoro con todo rigor.

Resta dezir d[e]l estilo moderado o mediano, el qual tiene por essencial el ser voluble y redo[n]do, porque, como es mezclado del costero, que es del alto, y del baxo, que es llano, viénese a hazer redondo y fácil para rodar. Y es de aduertir que, como es medio y partícipe del vno y del otro, se acomoda a todas figuras, assí a las altas como a las baxas, y, en suma, es como dizen del hijo de la madrastra que todos le daua[n], y assí en él cabe más ornato q[ue] no en los demás estilos, porque el alto no co[n]siente sino figuras altas, y el baxo, baxas; y él recibe a las vnas y a las otras, y, en suma, puede florecer más y más vezes. De lo qual nace el ornato mayor y mayor deleyte, quanto a la oración y lenguaje toca.

Esto del florecer, dixo el Pinciano, no entiendo del todo y desseo saber qué cosa sea más enteramente.

Vgo dixo: No es otra cosa florecer la oración que ensancharla con palabras no necessarias a la essencia y sustancia de lo q[ue] se trata por dar deleyte y gusto al oyente. Es, en suma, vn ornato que se puede poner y quitar, sin que la verdad de la cosa padezca injuria. De manera que semeja la tal oración a las plantas floridas, cuya flor es deleytosa: o se pierda cayda o comida de las abejas, no se estraga el fruto y fin q[ue] naturaleza pretende. Exemplo de lo dicho sea Virgilio, en el séptimo de su Eneyda, a do descriue el Tíbre floridamente en estilo alto assí:

[Pág. 270] Mira del mar Eneas a un gran bosque,

Por el medio del qual el río Tíbre,

Con amena corriente y curso raudo,

va rebolcando la bermeja arena

Y rompe en la cerúlea agua sus ondas.

Mil páxaros diuersos en colores,

Que tienen por morada a las riberas,

Bolando en derredor, por alto y baxo,

Llenan los ayres de harmonía blanda.

Esto es florecer, que bastaua al poeta, para declaración de lo que principalmente pretendía, dezir assí:

Mira del mar Eneas a un gran bosque,

Por el medio del qual hiende el río Tíbre.

Tal es el lenguaje que dizen florido, el qual es común a todos tres estilos, como está dicho, pero más anexo al mediano.

Yo estoy contento, dixo el Pinciano, mas mucho holgara ver en Virgilio exemplo de oración florida y no florida acerca de vna cosa misma.

En hora buena, respondió Fadrique, y sea en la descripción de la noche, el qual, en el segundo de la Eneyda, dize así:

En tanto se rebuelue el alto cielo

Y la noche camina al grande Océano.

Esto sin flor, y vn poco florido será, en el libro mismo, desta forma:

El tiempo era vezino en que empeçaua

El sossiego primero a los mortales,

Y la quietud, gran premio de los dioses,

Agradable ocupaba a los sentidos [pág. 271].

Y, si dezís que ésta no es flor, será floridíssimo, en el quarto, hablando de lo mismo assí:

Era la noche, y los cansados cuerpos

Gozauan en las tierras dulce sueño,

Las seluas y los bosques sossegauan,

Sossegauan también los crueles mares,

En el camino medio yuan los astros,

Las campañas y bestias son callando,

Y las pintadas aues en silencio,

Quanto habita en el líquido Neptuno

Y quanto en las ojosas matas mora,

Entregado era ya al hondo reposo,

Y, en la callada noche, a cuerpo y alma

Afloxan el trabajo y los cuydados.

Basta, dixo el Pinciano, ya he acabado de ente[n]der la flor.

Y Fadrique después: Esto se ha dicho con breuedad del poético lenguaje, y, pues auernos acabado la plática con el sueño, pongámosle del todo en la oración poética, que, para la generalidad que professamos, basta lo dicho. Alguna vez acaso se hablará más particularmente desta materia, si acaso fuere que hablemos de las particulares especies de la poética, las quales siguen sus particulares estilos y vocablos; porq[ue], como a la heroyca gra[n]deza son a propósito los vocablos peregrinos forasteros, para la lírica y las demás no lo son, en las quales tiene mucha fuerça la sente[n]cia de Marcial de la seueridad que de las Musas latinas dixo.

Dicho assí, Fadrique se alçó vn poco para poner bien la ropa y, entendiendo los co[m]pañeros q[ue] era aquello señal de despidiente, se alçaron también y se despidieron [pág. 272].

Frag. 7.

El Pinciano y Vgo se fueron hablando, y a Vgo dixo el Pinciano: Mucho me pesa de no me auer acordado antes de cierta pregunta, cuyo lugar es después del lenguaje, y es la materia de los que dizen conceptos.

Vgo dixo entonces: Esso que dezís del concepto ya perdió su razón, porque antes de agora era su lugar, antes, digo, del lenguaje, porq[ue] primero es el concebir la noticia de la cosa que el dezirla; y los que hablan antes que tengan della noticia entera, no escapan de ignorantes. ¿Pero q[ue] es lo que saber queréys? Podrá ser que yo os prepare para que mejor entendáys lo que Fadrique os enseñará después.

Yo, dixo el Pinciano, con poco me contentaré, no más de con saber lo que ay que saber en esta cosa.

Vgo respondió: Con otro tanto estuuiera yo harto contento. No lo tengo, y assí no os lo podré dar, mas daré lo que se me alcança de buena voluntad.

El Pinciano: Lo acepto.

Concepto.

Y Vgo dixo assí: Concepto se dize vna imagen que de la cosa el entendimiento forma dentro de sí; por lo qual, el que quisiere alcançar concepto bueno, deue entender la cosa muy bien entendida. No sé más que dezir, ni aun dize más Horacio, el qual assí, en su Epístola ad Pisones:

De hazer buen poema la sciencia es la fuente:

Daránte el saber socráticas hojas,

Y luego a la cosa muy bien entendida

Palabras iguales vernán voluntarias.

De manera que, sabida bien la cosa, vienen voluntariamente las palabras, mas esto ya está dicho; lo que de nueuo es que Horacio no haze me[n]ción [pág. 273] del concepto, y, porque éste no es otra cosa q[ue] la cosa, bien o mal ente[n]dida, por esto luego passó a las palabras; assí que Horacio no dió más doctrina del co[n]cepto, y, si vos queréys que yo os la dé, no sé el cómo, que los conceptos no caben en número y las especies son infinitas, y del infinito no ay sciencia. Muchos escritores han reduzido las cosas y las palabras a número cierto, mas ninguno a reduzir los conceptos se ha atreuido, y con razón, porque de las cosas y palabras mírase euidentemente el número, mas no de los conceptos. Y, si lo queréys prouar por experiencia, dad a cien poetas o oradores que digan sobre vna misma cosa y veréys la mucha variedad que en los conceptos del×lo miráys.

Ya yo entiendo, dixo el Pinciano, lo que dezís, mas no lo que pretendo y es: saber por qué Ouidio es alabado de conceptuoso y q[ue] tiene muchos conceptos, y Virgilio, que fué la prima del mundo, no lo es tanto.

Vgo lo rió mucho y dixo riendo: ¡O, si estuuiera aquí Fadrique que me ayudara a reyr, que yo no puedo tanto! No fué, no, Virgilio faltó en los conceptos, sino sumo en todo. Y, porque mejor me entendáys, digo que ay tres especies de conceptos: vna, de graues; otra, de agudos: otra, de circumflexos y ni graues ni agudos; y, si más queréys, medianos, que del vno y del otro son hechos. Concepto graue se dize la noticia que el hombre de la cosa concibe, quando es magnífica y alta. Con este género de concepto fué hecha la Ilíada de Homero y la Eneida de Virgilio y aun la Batrachomyomachia del poeta griego; de los quales poemas, la Ilíada y Eneyda hablaro[n] altíssimame[n]te de lo alto, y la Batrachomyomachia, altamente [pág. 274] de lo baxo. En este género también fué el Encomion Musce de Luciano, adonde, como él mismo dize, el autor hizo, de mosca, elefante; y también conceptos agudos y philosóphicos, porque son muy sutiles y entre personas no tan altas; tales fueron los de Mingo Rebulgo, el qual, con agudas alegorías, abaxando la majestad real, la púrpura conuirtió en sayal; la corona, en caperuça, y el cetro, en cayado. Y, en suma, el concepto graue es aquel que el ente[n]dimiento forma de la cosa mayor que ella es, y el agudo, el q[ue] le forma muchas vezes menor, pero más sutil y delicado.

El Pinciano dixo entonces: Yo no entiendo esta algarauía. ¿De manera que la heroyca no consiente conceptos agudos?

Vgo dixo: Grandes, sí, pero agudos muy pocos. Y, si queréys saber la causa, acordaos que la épica es imitación de príncipes y señores grandes; y mirad que los príncipes y señores grandes hablan co[n] grauedad, y simplicidad alta; y mirad la gente menor quán aguda es en sus conceptos y dichos, que, assí como hienden el pelo, hienden la oreja con la agudeza dellos.

Iuuen.

El Pinciano dixo: Ya me parece que lo voy entendiendo, y me acuerdo del poeta que dixo del greguezillo hambriento: buela ta[n]to, que suben sus ingenios hasta el cielo.

Sat.

Sí, dixo Vgo, que la necessidad es grande maestra de agudezas y sutilezas, mas los príncipes grandes que no son della estimulados ni inquietados, no tienen para qué inuentar estos primores, sino mandar con llaneza y simplicidad, que son compañeras de la verdad. Y aduertid que el poema heroyco deue ser en lenguaje peregrino, y que el concepto agudo en tal lenguaje haría enigmas, como lo fueron las [pág. 275] de Mingo Rebulgo, que, sin comento, se pueden mal entender. Y con esto, si os parece, se remate esta nuestra plática de los conceptos.

El Pinciano dixo entonces: Si, mas no auéys respondido a la objeción de Virgilio y sus conceptos.

Vgo respondió: Vos, señor Pinciano, auéys tenido en esta nuestra plática concepto de grande en ser senzillo, mas no en lo demás; porque, juntamente con ser senzillo, tiene vn poco de lo rústico, y los gra[n]des príncipes tienen con la senzillez mucho de lo urbano y cortés.

El Pinciano respondió que no le entendía. Y Vgo: Fácil soy de ser entendido. Si Virgilio escriuió con suma perfección heroyca y imitó a príncipes y semideos, claro es que no tenía para qué vsar de conceptos agudos, sino graues y seueros, vrbanos y cortesanos. Siga, pues co[n]uiene, cada poeta su aduocación, y ni el trágico ni el épico tengan co[n]ceptos muy agudos, ni el cómico o lírico o epigramático, graues, sino q[ue], assí como en las palabras, sea en los co[n]ceptos imitador de todo género de persona.

El P[inciano] dixo: Yo lo entie[n]do ya, y os lo agradezco, y os perdono el auerme llamado rústico, q[ue] el auerme sacado d[e] vna ignora[n]cia es más q[ue] toda injuria.

Dicho, se apartó el vno del otro co[m]pañero co[n] gra[n]de regozijo, auié[n]dose emplaçado para el primer día de audie[n]cia, digo, de fiesta, ante Fadr[rique]. Fecha, 4 días antes de las Calendas de Iunio. Vale.

Respuesta de do[n] Gabriel a la epístola sexta del Pin[ciano].
De las passadas y presente epístola, señor Pinciano, coligiera qualquiera, si no es muy rudo, la perfección de la Poética del fin, porque es el deleyte vtil y felicidad humana; de la materia de que [pág. 276] trata, porque es quanto ay y no ay; y de la materia sugeta en quien se funda su forma, que es el lenguaje, el qual deue ser el más alto de las artes todas; todas las quales tienen su estilo y género de dezir acomodado y particular. Mas la Poética, assí como trata del vniuersal, es también vniuersal en todos tres géneros; y, si alguno tiene particular, es el más alto y peregrino de todas las disciplinas, y, en suma, en el género baxo ha de ser mediana; en el mediano, alta, y en alto, altíssima; y, si quisiere, puede ser siempre altíssima. Y assí me parece bien el que dixo que la Gramática tiene por fin a la con[n]gruencia; la Rhetórica, a la persuassión, y la Poética, al deleyte.

Acerca desto y acerca de lo demás digo que vays creciendo en número de fragmentos y en hojas de papel, en lo qual vuestros co[m]pañeros guardaron muy bien la imitación, porque, como auían de tratar de palabras y valen baratas, fueron largos en lo que vale barato y tan fácilmente dan los hombres.

[Frag. 1.]

Siete párrafos me embiáys; el primero de los quales solamente contiene vna proposición de lo que adelante se ha de tratar, que es el poético lenguaje. El segundo, començando de sus primeros principios, contiene la consideración de las cinco cosas necessarias al bien hablar, que son: letras, sylabas, vocablos, frasis y estilos. En todo lo qual no veo que añadir o quitar; y en lo de las sylabas oyo dezir a muchos philopoetas que nuestra lengua las tiene largas y breues, assí como las tiene el griego y el latino, cuyas razones me suadiero[n] vn tiempo, y, después que la vuestra ley, estoy muy desengañado, y hallo que la consideración de las sylabas es muy necessaria a la cosa poé[pág. 277]tica nuestra, mas no en quanto son largas o breues, sino en quanto el número y acento. De manera que el que quisiere hazer metros, no tiene q[ue] gastar su tiempo en la qua[n]tidad de sylabas, sino en la colocación del acento y ca[n]tidad discreta dellas. Materia es ésta que auéys de tocar más despacio necessariamente, si proseguís esta plática, y assí no tengo que hablar por agora, mas que remitirlo todo a lo que en la vuestra leyere, especialmente si es sentencia de Fadrique, cuyo parecer me es Platón.

[Frag. 2.]

[Frag. 3.]

La diuisión de los vocablos que a la Poética son conuenientes me ha deleytado co[n] su nouedad; el Philósopho la haze, mas no me parece comprehende tanto como la vuestra. Sólo aduierto q[ue] la materia de los vocablos compuestos pudiera no mudar lugar, y quedarse en el mismo que Aristóteles la puso. Yo assí lo hiziera, a lo menos, y es justo, en quanto sea possible, no se desarmar de varón ta[n] graue, mas no me resueluo en ello hasta que me escriuáys el motiuo por que se hizo la tal mudança, bien q[ue] a la essencia de la cosa no sea de essencia alguna que esté allí o q[ue] esté aquí.

[Frag. 4.]

Prosíguese, en el quarto, la nueua diuisión, y, por nueua, agradable, especialmente quando trae alguna doctrina nueua o compendio de la vieja. La mudança que dezís de alma en los vocablos y la que dezís de el cuerpo es buena, a mi parecer, y la abraço mientra que no hallo otra lección que más clara y más breueme[n]te me lo diga, aduirtie[n]do lo de Horacio: que el vso sea con uergüença y no demasiado.

[Frag. 5.]

En lo que toca a la diuisión de la oración en período, colo y coma, no tengo que responder, porque, siguiendo, como seguís, la doctrina común, yo también soy ami[pág. 278]go de seguir comunidad en la doctrina co[n] vuestros compañeros. En las frasis auía más q[ue] dificultar: si han de ser claras o escuras en la Poética. Bien me parece que tengan de lo vno y de lo otro; que sean vn poco escuras al vulgo y claras a los doctos, que, de aquella escuridad, la grandeza, y desta claridad nace la suauidad a la oración; pero como todas las especies de poemas no buscan necessariame[n]te alteza en el lenguaje, vengo en la distinción que Fadrique haze, y la aprueuo, y seguiré en lo que se me ofreciere de aquí adelante, y assimismo en lo demás del ornato y elegancia de la oración.

No contradigo el orden y processo en la plática de la plática, mas me parece que Cicerón siguió este orden, que los géneros son tres, assí como dezís, y que cada vno dellos se diuide, como especies, en largo, breue, mediano y florido. Diréysme q[ue], según la cantidad y que según la calidad, tiene las diuisiones mismas que de las frasis son dichas. Sea en hora buena, y sea también que ay algunas calidades q[ue] no son especies, porque no tienen contrariedad, sino afectos de la oración, como, de la heroyca, la grandeza, belleza y esplendor; y, de la trágica, la grandeza y grauedad. Ya lo tengo entendido.

[Frag. 6.]

En la sexta parte me agradó mucho la declaración de los géneros o estilos de dezir, y estoy satisfecho, lo que no solía estar antes de agora por la misma co[n]fusión, y especialmente me agradé de lo que ley acerca de las licencias poéticas, por auer encontrado mi co[n]cepto con vuestro Fadrique, y, realme[n]te, es assí como él dize; que, sin las Mudança, truecos, adiciones y menguas de sylabas q[ue] la trágica y heroyca y las demás especies de poemas vsan, queda [pág. 279] muy baxa la oración muchas veces y con ella se ensalça y sublima.

[Frag. 7.]

A la séptima y ultima parte, que toca de los conceptos de la cosa, respondo que vuestro compañero ha andado vn poco corto, porque ay mucho más que dezir. Veo que se decupla con la dificultad de los poner en número cierto, mas, con todo, entiendo del ingenio de Fadrique q[ue], si ahí se hallara, hablara en ello con vn poco más de cuidado y nos dixe Ra algunas cosas nueua, sutiles y vtil es, y que fuera de parecer que, como el metro no parece mal a todo género de gentes, aunque contradiga a la buena imitación, assí el concepto agudo en qualquiera estado o estilo parece bien, y da mucho deleyte y gusto. Con todo esto, agradezco a Vgo, que, como fuente, y a vos, que, como vaso, me embiáys doctrina de que gusto. Fecha, en las Calendas de Iunio. Vale.Epístola séptima

Del metro.Por vuestro seruicio y mi prouecho, señor don Gabriel, el día siguiente que la passada os escriuí, se passó el Pinciano a casa de Fadrique a la hora acostumbrada; parlaron de cosas varias y no tocaro[n] en la Poética, porque Vgo era ausente. Y, visto se tardaua más de lo que solía, el P[inciano] preguntó por él a F[adrique], el qual respondió q[ue] auía ydo a negociar ciertos recados que para su pleyto co[n]uenían. Después de auer assí respo[n]dido F[adrique] al P[inciano], le preguntó el porqué lo dezía, q[ue] si le faltaua algo de la materia passada.

[Frag. 1.]

P[inciano]: Sí; que auía visto la figura en la tabla, pero sin colores; y quisiera mucho oyr algo [pág. 280] dellos a Vgo, porque, al fin, es poeta prático, y estas menudencias son sabidas mejor de los que exercitan la prática que no de los que la theórica(32).

Y F[adrique]: Vos auéys dicho muy bien, que, si va a dezir la verdad, jamás hize metros castellanos, y, aunque he leydo algunos papeles que dellos están escritos, no me satisfazen bien.

Pinc[iano]: Vos solo, Fadr[ique], soys extraño, ni las fábulas nuestras os satisfazen, ni el metro os contenta; o vos soys mal acondicionado, o no sé qué me diga.

Fadrique: En lo que toca a lo principal, que es la fábula, no me descontentaron a mí jamás vuestros escritores, porque nunca hizieron caudal, ni mención della; no sé yo la causa. Y, en lo que al metro, es verdad que no me satisfaze la arte que enseñan, mas son opiniones de hombres, y lo que yo aborrezco, es amado, de otros. Assí q[ue] no condeno yo las métricas artes q[ue] hasta agora están escriptas, sino digo vna verdad, y es que a mí no satisfaze[n].

Pinciano: ¿Pues cómo quisiérades vos que fuera el processo della?

Fadrique: Acá es vna imaginación mía, hasta agora no vista: ha de parecer muy nueua, y por eso cal·lo.

El Pinciano dixo: A los amigos aun los pensamientos se puede[n] descubrir, y me hazéys agrauio en guardar tanto vna cosa que yo tanto desseo.

Con condición, respondió Fadrique, que lo guardéys secreto para vos, comienço y digo: Que no tiene el metro tan poca parte en la Poética como dixo Vgo, sino que me parece que el vso de lo que suelen los que quieren endereçar algún palo torcido, que le tuercen a la parte contraria: esta opinión de que la poética consiste en el metro era torcida y quiso, por la endereçar, torcerla a la contraria parte [pág. 281], haziendo al metro de ninguna sustancia en la poética. Agora que no está aquí, diré lo que siento, y es: que me parece que el metro es la materia sugetiua en quie[n] la poética se sugeta perfecta, digo, y verdadera y todas las imitaciones en le[n]guaje y plática q[ue] carecen del metro, tienen vn no sé q[ué] menos de lo que les conuiene; no digo que no ay poesía en prosa, mas digo que la fina siempre siguió al metro y, aunque ay algunos poemas buenos sin él, no tienen aquella perfección que con él tuuieran.

Esso digo, dixo el Pinciano, es bueno, y siempre fuy de esse parecer, sino que Vgo es tan riguroso lógico, que no ay quien le espere. Sí; que bien sabemos el poder que Virgilio da a los versos, y que dize que pueden traer del cielo a la luna, y no vemos también que aquella grandeza de estilo alto está muy a propósito al metro y que en el real propheta se vee bien claro. Pregunto: ¿Qué propheta habló con aquella grandeza que él y con aquella frequencia de figuras? Ninguno; porque los demás no escriuieron ni prophetaron en lenguaje numeroso y métrico.

Vos auéys, dixo Fadrique, magnificado bien el metro, y él lo merece: que, si es bueno, es vna gallarda cosa y suauíssima por cierto, a lo menos, a mis orejas. Y, si huuiera yo de escriuir poesía, la escriuiera en metro, sin falta alguna, especial si no fuera comedia.

El Pinciano dixo: ¿Pues qué?, ¿no parecen bien las comedias en verso?

No parecen mal, dixo Fadrique, mas tan bien parecen en prosa como en metro, y fuérame a lo más fácil.

A dezir la verdad, dixo el Pinziano, como los argumentos y casos de las comedias son tan ordinarios, no parecieran mal en común manera de hablar, porq[ue] [pág. 282] assí se hiziera[n] más verisímiles, pero ¿por q[ué] los poetas griegos y latinos cómicos vsaron de los metros?

Fad[rique] respondió No todos; que algunos vsaron prosa, y el día de oy la Vsa los italianos con harta propiedad, allende de que, si miramos los metros de las comedias antiguas, son tales que parecen prosa, mas, con todo esso, digo que cada vno puede hazer lo que quisiere en este particular sin cometer yerro alguno. Y, boluiendo al començado propósito, digo que el metro es vna parte del número poético, porque, como diximos, la imitación se haze con tres géneros: con lengua, harmonía y número; y este número comprehende al tripudio y al metro, y el vno y el otro se obligan a cierto número, éste de sylabas o de pies, y aquél, de passos. Y, porque el metro se sugeta en la lengua y oración, podremos dezir que el metro es vna oración numerosa.

Prosa numerosa.

Apenas acabó Fad[rique] esto, quando el Pin[ciano] dixo: No me contento, señor, con esta definición que days, porque la prosa también se obliga al número.

Si ella es la que deue, F[adrique] dixo, dezís bien y habláys mal, porq[ue] habláys sin tie[m]po, y, si me diérades lugar, yo acabara mi difinición. Y, toma[n]do la cosa de más atrás, digo q[ue] toda oración necessariamente, o sea prosa o metro, o buena o mala, ha de ser numerosa y tener número cierto, porq[ue], no le tenie[n]do, procederá en infinito, mas la buena oración deue tener número tal, q[ue] venga[n] sus comas co[n] los puntos, haziendo vnos co[m]pases y remates agradables a los oydos; de manera q[ue] vna cosa es oración numerosa; otra cosa, oració[n] de número bueno y co[n]certado. A este número se allega otro q[ue] le ata y ordena más estrecha y suaueme[n]te, el qual dize[n] metro, porq[ue] no sólo tiene [pág. 283] número co[n]certado, mas co[n]certado, determinado y particular en pies y sylabas q[ue] le haze ser metro.

El P[inciano] dixo: ¿Pie y metro no es todo vno?

[Frag.] 2.

F[adrique] respo[n]dió: Vos auéys dicho muy bie[n], y me auéys auisado, porq[ue] yo yua a la poesía y metro latino; y, pues vos pregu[n]táys del castel·lano, hablo d[e]l castellano, y digo: que el metro, al presente en Castilla vsado, es vna juntura de sylabas en número cierto y determinado.

Metro.El Pinciano dixo: ¿Pues cómo, señor, no hazéys mención en el metro de los pies? Que con pies también andan los poemas castellanos.

Fadrique respondió: Metro, pie y verso en castellano no es todo vno, lo que no es en el griego y latino, en los quales el pie es parte del metro. Assí, que, si vna vez dixere lo vno o lo otro, sea entendido por vna misma cosa, porque el metro se dize por la medida, y verso, porque en él se truecan los vocablos de vna parte en otra al hazerle, y pie, porque con él y sobre él anda la rima. Y, supuesta la difinición de la cosa, resta digamos la diuisión, la qual tiene el metro castellano en dos partes: o en castellano antiguo o en castellano moderno, nueuamente a Castilla traydo, que, por otro nombre, dezimos metro italiano. Digamos, pues, del castellano viejo y propio, el qual se divide en quatro especies comúnmente, porque la vna especie de metros tiene quatro sylabas, y a ésta dizen pie quebrado, como «contemplando» en la Copla primera de don Iorge Manrique, que comiença assí:Quatro especies de metros castellanos.

Recuerde el alma dormida,

Auiue el seso y despierte,

Contemplando.

Tiene la segunda especie seys sylabas, como:

No lloréys, mi madre.

La tercera de ocho, como:

Después que por este suelo.

La quarta de doze, como:

[pág. 284] Al muy prepotente don Iuan el Segundo.

En las tres primeras especies de metro dichas no ay primor alguno, porque, cayan como cayeren, si el acento está en penúltima, auiendo ocho sílabas, o seys, o quatro, sonará como metro muy bueno y concertado; mas es de aduertir que, quando el acento se pone en la ultima sylaba, ésta vale por dos, de manera que en tal sazón el pie quebrado ha de tener tres sylabas no más, y assí, en los demás, porq[ue], si les dan sus sylabas enteras, con el acento en la ultima no sonarán. Lo que he dicho destos versos castel·lanos menores, digo del mayor de a doze sylabas; y digo también de los que después diré italianos, que la vltima sylaba acentuada vale por dos. Destos sobredichos metros de a seys y ocho sylabas enteras, como tengo dicho, si el acento tiene en la penúltima, como quiera que caya, sonará muy bien, y no tiene más primor; mas, si le tuuieren en la ultima o antepenúltima, no sonarán como deuen, como en éste:

Amad a Dios de coraçón.

y en éste:

Vos soys un hombre próspero.

Yo pensé, dixo el Pinciano, que tenían más primor los metros que el que auéys dicho.

Y Fadrique: Pues no tienen más éstos destas tres especies que acabo de dezir, ni yo la siento. Las demás que restan, tienen algún primor, pero, con todo, no llegan al de los griegos y latinos, porque los nuestros carece[n] de sylabas largas y breues. De aquí pienso que nació en ellos el vsar de las figuras que los latinos dixeron «similiter desinente», que nosotros llamamos consonante, para que con ellas se supliesse la falta de primor que nuestros versos tienen en compa[pág. 285]ración de los latinos.

¿Pues cómo, dixo el Pinciano, los castellanos no tenemos sylabas largas y breues? Me parece a mí que algún verso de arte mayor y de los italianos suena bien con onze sylabas, y otro que tiene onze también, suena mal, y esto claro es que está en algo.

Claro está, dixo Fadrique, mas no en lo que pensáys; que los castellanos no conocemos largas ni breues para el metro, ni aun creo que las pronunciamos con distinción.

El Pinciano preguntó si los italianos tienen en sus metros sylabas largas y cortas.

Fadrique respo[n]dió: Tampoco, como nosotros, las conocen en quanto al distinguir el metro del que no lo es, mas conócenlas en la prosa y en el metro para la pronunciación, porque quando quiere[n] hazer vna sylaba larga, abren la boca de vn palmo y echan el aliento entero, y, quando breue, pronuncian con la boca poco abierta, y que el aliento no passa de la garganta afuera, al parecer. Nosotros no tenemos estas pronunciaciones, y assí no hazemos estas diferencias tales, sino que a todas las sylabas casi pronunciamos con igual aliento y abrir de boca, como sean de vnas mismas letras. Y, por esta causa, tenemos tantos equíuocos en nuestra lengua castellana, q[ue], si los supiéramos diferenciar con su pronu[n]ciación diferente, alargando a la vna y abreuiando a la otra sylaba, como lo hace el griego, latino, italiano, y aun algunos estranjeros, no huuiera tanta abundancia dellos, ni nuestra le[n]gua estuuiera tan pobre. Mas esto es ya materia difere[n]te de nuestro intento començado.

Metro de arte mayor.

Auemos dicho de las tres especies de metros castel·lanos menores; digamos de la quarta, que es mayor, en la qual ay vn poco [pág. 286] más de primor, porque no sólo ha de tener sus sylabas, que son doze, mas ha de quebrar con el ace[n]to en ciertas partes, y, no quebra[n]do, no es metro. Esta quiebra de acento conuiene tambien a los metros italianos en diuersas partes, especialmente a los pies y versos enteros, porque tiene otros que son como medio quebrados; de todos los quales después se hará mención más espaciosa. Torno, pues, al metro castellano de doce sylabas; a éste diría yo verso o metro heroyco de mejor gana y con más justa razón q[ue] no al italiano endecasylabo suelto que se ha alçado con nombre de verso heroyco. Entre los italianos, que lo sea en hora buena, pues que ellos no tienen verso mayor y de más sonido, mas nosotros, que le tenemos mayor y de más sonido y más correspondiente al exámetro, razón sera que no quitemos a la nuestra el nombre de heroyco, por le dar a la nació[n] estrangera italiana, a la qual confiesso mucho primor en todo, y, en la Poética, mucho estudio, mas no mayoridad en este género de metro.

Ya desseo, dixo el P[inciano], oyros vn exemplo deste metro de vos tan alabado.

F[adrique]: En él fueron hechas las Trezientas de Iuan de Mena.

P[inciano]: Esse verso es dicho arte mayor.

F[adrique] Y le dieron nombre conueniente a su grandeza. ¿Vos no veys el ruydo y sonido que va haziendo en su pronunciación ta[n] grande y heroyco?¿Qué verso ay, fuera del exámetro, como éste:

Al muy prepote[n]te do[n] Iuan el Segu[n]do.

Ninguno, por cierto; ni entre griegos ni entre latinos. Este, pues, deue de oy más de nosotros, a lo menos ser dicho heroyco; el qual, como dicho tengo, consta de doze sylabas y que quiebra con el acento en tres partes: la vna, en quinta sylaba; y la otra [pág. 287], en octaua; y la otra, en vndécima, como lo veréys en el exemplo dicho:

Al muy prepoten-te do[n] Iuan-el Segu[n]do.

Y aduierto lo q[ue] antes de los ace[n]tos en las vltimas: q[ue] valen las sylabas vltimas acentuadas por dos, de manera q[ue], si el ace[n]to está en la ultima del verso de arte mayor o heroyco, se co[n]tará con 11 sylabas no más, y esto quede dicho de una vez para todos los metros castellanos y italianos.

¿Y essa quiebra q[ue] dezís, pregu[n]tó el P[inciano], con el acento en la 5, 8, 11, son forçosas para el metro?

Sí, respo[n]dió F[adrique], para el bueno, perfecto y sonoro, y de tal manera que, en dexando de quebrar, no sonará. Y, si no, deshaced el metro de arte mayor de manera que pierda el orden de las quiebras y se quede en el número mismo de las sylabas, y veréys cómo pierde el sonido, como si dixéssemos:

A don Iuan el Segundo, el muy prepotente,

el qual contiene las mismas doce sylabas, y, porque quiebra con acento fuera de la quinta, digo en la sexta, suena mal. Y esto siento ay que considerar en quanto al metro antiguo castellano, el qual, assí como el italiano, sólo consta de números de sylabas y números de acentos en ciertas partes señalados, y según estos números se diferencia el castellano de castellanos, y de italianos ta[m]bién.

Aquí dixo el Pinciano: Vos, señor, desterráys la qua[n]tidad de las sylabas, digo, las largas y breues, y verdaderame[n]te que éssa es doctrina peregrina.

Fadrique: No a los italianos, a lo menos, los quales confiessan ingenuamente que para sus metros no Vsa de la dicha quantidad.

P[inciano]: ¿Por qué?

F[adrique]: No lo sé, lo que dize[n] sé, y sé que es engaño pensar que porq[ue] el acento esté en vna sylaba, por esso es luenga. Y [pág. 288] mirad los griegos, que muy ordinariamente pone[n] el acento(33) en las sylabas breues, y los latinos, que, en vna dicción o vocablo que tiene tres sylabas largas, no pone[n] el acento más que en la vna dellas y tienen vocablos de tres sylabas solas todas breues, mas con sus acentos en vna, assí que es muy diferente la quantidad de la sylaba y el acento della. Los castellanos, como he dicho, a la pronunciación que yo veo y alcanço, abreuian las sylabas todas, y assí nunca las alargan, sino para burlar o escarnecer, que ento[n]ces abren la boca de vn geme y echa[n] toda la voz fuera della, y mientra hazen esto, gastan los dos tiempos que pide la sylaba larga. Y, pues los italianos no conoce[n] sylabas largas ni breues en los metros, no las conozcamos nosotros en los nuestros ni en los suyos, sino contentémonos con lo dicho de los acentos; que esto nos basta para la enseñança de la doctrina más clara y más breue.

Yo estoy satisfecho, dixo el Pinciano, y me parece muy bien lo que dezís por el presente, y os suplico prosigáys en la parte métrica.

Dixo. Y luego Fad[rique]: Dicho auemos de las especies de metros que Castil·la antiguamente vsó; agora digamos de las que vsa nueuamente, traydas de los italianos, los quales pienso yo terná[n] esta materia de rima puesta en orden, como aquel·los que en las otras siempre tuuieron mucha vigila[n]cia y solicitud mucha, y me holgara auer encontrado con alguno que la huuiesse escrito, pero buscadle, que a él me remito.

El Pinciano dixo: Y en tanto ¿no tengo yo de saber algo?

Metros italianos.

Y Fadrique: Lo que tengo, os daré, pues tanta gana tenéys de lo recebir. Y digo que del metro italiano hallo tres modos: el vno es de siete [pág. 289] sylabas, que responde a nuestro quebrado, porque nunca se halla que con otros de su linaje haga esta[n]za de por sí, y continuamente anda mezclado con otros enteros, con quienes haze muchas y varias especies de estanzas (assí los italianos dizen las q[ue] nosotros coplas). El otro es el endecasylabo o de 11 sylabas, con el qual el de siete se ayunta muchas veces, como con el castellano de a ocho se ayunta el de quatro sylabas en la copla que dizen de pie quebrado. El tercero y vltimo verso es de a doce sylabas, que por otro no[m]bre llaman esdrújulo, a mi parecer porque parece que resvala la sylaba ultima. En los metros italianos, digo otra vez, corre lo q[ue] auemos dicho de los acentos en las vltimas puestos, que hazen a las vltimas sylabas valer por dos.

Exe[m]plo del quebrado de siete sylabas sea el Petrarcha, en el primer verso de su ca[n]ción que empieça:

Criare, fresche e dolci acque,

Oue le belle membra.

En esta especie de metro no sé que aya mas co[n]sideración que del número de las sylabas, assí como diximos de los castellanos de arte menor (digo de los de a quatro, seys y ocho sylabas). En la segu[n]da especie de metro, que era el endecasylabo o de once sylabas, ay más consideración, porque se deue atender a los acentos, los quales tienen en la sexta y en la décima, como [pág. 290] se verá con exemplo en este metro del Petrarcha, traduzido, digo:

Vos que escucháys en metros el sonido.

El qual quiebra en la sexta y en la décima, como se ve pronunciando assí:

Vos que escucháys en me-tros el soni-do.

Puede también esta especie quebrar en la quarta sylaba con el acento, con que quiebra también en la octaua y décima, y se hazen desta suerte vnos metros muy facetos y galanos, como aquel del Petrarcha:

¡O, fortuna-do que tan cla-Ra trom-pa!

Y ésta es la naturaleza del endecasylabo, que, no quebrando con el acento en las formas q[ue] auemos dicho, no sonará por manera alguna bien. Y, si lo queréys prouar, desatad los metros dichos y veréys lo que passa, y el mal sonido que a la oreja prestan, y que, desatado el primero assí:

Vos que en metros el sonido escucháys.

aunque tiene las onze sylabas, no suena, porque no haze las quiebras con el acento como deue, en la sexta y décima sylaba, o en quarta, octaua y décima, sino házelas en tercera y séptima y décima; assí que toda la sustancia deste metro endecasylabo no está sólo en las onze sylabas, sino también en las quiebras dichas con el acento. Lo mismo veremos en la otra especie de metro que quiebra en quarta y octaua, y, mudando el acento, pierde el sonido, como sería si dixéssemos [pág. 291]:

¡O, fortuna-do que tan-clara trompa!

El qual parece mucho al castellano de arte mayor, y lo es verdaderamente en el sonido, aunque le falta vna sylaba para la perfección del, y sería del todo perfecto si se le antepusiesse vna sylaba, de modo que viniera a quebrar en quinta la primera vez, y la segunda en octaua, como si dixéssemos:

¡O, tu fortuna-do que tan-clara trom-pa!

Mas es tanto lo que haze el sonido en estos nuestros versos castellanos que, quando éste ay, no importa vna sylaba más o menos, lo qual no consiente el metro griego o latino, sino que, aunque más sonido tenga, si no consta de los pies q[ue] el metro requiere según es, no vale nada.

El Pinciano dixo: ¡Por vida mía! Vos dezís cosas nueua y, por el tanto, gustosas para mí mucho, y aun creo para qualquiera que dessee saber esta materia, porq[ue] hasta agora nos andáuamos quebrando la cabeça en esto de los metros; yo, a lo menos, andaua como ciego sin luz, y auéys alumbrado, no a mí solo, mas a todos los nuestros, y aun podría ser que los italianos sacassen de vuestras consideraciones algunas cosas dignas de consideración.

No sé, dixo Fadrique; yo no he leydo lo que el·los han escrito en esta materia, ni puedo juzgar; y podría ser que ellos la huuiessen llegado más al cabo, como yo lo tengo creydo, y también que no huuiessen llegado a esto, como vos significáys. Mas, dexado esto a vna parte, que no importa, vamos a lo que importa, que es la especie tercera del metro italiano, el qual es dicho esdrújulo y es de doze sylabas, vna más que el endecasylabo, y igual al de arte mayor.

El Pinciano dixo: Mucho me huelgo de que ayáis dicho essa semejança, porque, tras ella, ha de venir a razón la diferencia.

Fadrique respondió: Si vos no me lo acordáredes, pudiera ser se me fuera de la memoria. La diferencia está en que el arte mayor quiebra con el acento en quinta y octaua y vndécima sylaba, como está dicho, y digo otra vez por [pág. 292] exemplo déste:

Tus casos fala-ces fortu-na canta-mos.

Y el esdrújulo quiebra en sexta y décima, qual el endecasylabo, como:

¡O mando! ¡O palo real-triste y solí-cito!

En el qual veréys, si le desatáys, lo mismo que en los demás metros desatados auemos visto, que, co[n] la mudança del acento, pierde el sonido, y no por otra causa alguna. Y esto baste de los metros castellanos y italianos comunes.

Metros nuevos.(34)

Calló vn poco Fadrique y dixo el Pinciano: ¿Pues cómo? ¿Ay otras especies de metros?

Fadrique respondió: Sí, yo sé algunos que no son conocidos ni se Vsa, y otros q[ue] no son conocidos y se Vsa, como el pentesylabo o de cinco sylabas, el qual corresponde al adonio-dímetro latino, tal es en latín:

Terruit urbem,

que es el quarto de la Ode 21 de Horacio, del libro primero, el qual, buelto en romance, dirá:

Dió espanto-a Roma.

Esta es una especie de metro que nunca anda sino compuesta con otra, digo en castellano. Mas dexemos esto, que no haze agora tanto al caso, y vamos al otro metro extrauagante, el qual es nonisylabo o de nueue sylabas, y también, como el quinto, es desvsado, sino en la composición, de manera que con él y con otro se haze vn metro solo.

El Pinciano dixo: Vos, señor Fadrique, dezís marauillas, pero a mí increybles, porque, si el menor metro es quadrisylabo y se junta con este nosísylabo, harán trece sylabas, y tal metro no le conozco yo.

Fadrique se sonrió y dixo: Pues yo os diré mayores marauillas: que ay ta[m]bié[n] metro de diez [pág. 293] sylabas, el qual es como los dos sobredichos de cinco y nueue, que, como algunas preposiciones, sólo se hallan en composición; y dezís bien que el nonisylabo, ayuntado al menor metro, hará treze sylabas. Exemplo de nonisylabo sea éste:

Señores de toda la tierra.

Y del decasylabo:

Súbito corte el tímido cieruo.

No me negaréys que éstos no tienen agradable juntura de sylabas, y, por el tanto, numeroso sonido, el qual haze al metro.

Parece, dixo Pinciano.

Y Fadrique: Todauía está el P[inciano] vn tanto incrédulo en que aya o pueda auer metro que tenga más sylabas que onze o doze; pues es menester que escuchéys lo mucho para que creáys lo poco; puede auer metros de treze, catorze, quinze, diez y seys y diez y siete sylabas.

El Pinciano quedó mudo gra[n] rato y mudo también Fadrique, y, rato después, assí rompió el silencio:Frag. 3.

Parece el raro nadante en piélago grande.

Y mucho en la guerra sufre con sólido pecho.

A Dido Phenisa prestan implácido sueño.

Atruenan los polos, ya los ayres relámpagos orden.

Con hórrido estrépito féruido bate el Italo campo.

Al tiempo que estos versos está Fadrique dizie[n]do, entró Vgo, y, oydos por él, dixo en alta voz: ¡Sa[n]to Dios!, ¿qué oyo? Paréceme auer oydo a Virgilio en lengua castel·lana.

Vos auéys dicho bien, dixo Fadrique, que todos estos son exámetros de Virgi[pág. 294]lio: el primero de los quales tiene treze; el segundo, catorce; el tercero, quince; el cuarto, diez y seys, y el quinto, diez y siete sylabas.

Vgo admirado, rogó a Fadrique tornasse sobre aquellos metros y dixesse de qué parte los sacó del poeta, y lo demás que para la enseñança de aquella nueua doctrina conuenía; que, a su parecer, no se podían reduzir los metros latinos, ni passarlos en romance, por el defecto de las luengas sylabas y breues de que los castellanos carecen.

Fadrique dixo a Vgo: Si huuiérades venido poco ante, os fuera manifiesto más lo que he dicho y cómo el romance no tiene sylabas luengas ni breues, pero pregunto: ¿El latino no tiene versos muchos, los quales tienen muy bue[n] sonido y no aquellas sylabas q[ue] deuen tener? Como si dixéssemos, por exemplo, al exámetro: ¿quá[n]tos auéys visto de muy buen sonido y que no constan como deuen?

Vgo respondió: Muchos.

Y luego Fadrique: Pues acordaos de lo que auéys dicho: que el italiano y el español no tienen con[n]sideración más que del sonido bueno, el qual procede de la buena disposición de los acentos.

Vgo respondió que él lo sabía.

Y Fadrique: Pues hagamos vna cosa: consideremos en los versos latinos el número de las sylabas que tienen, y las partes adonde ponen su acento, y haremos sus versos n[uest]ros.

Vgo replicó aquí: Bien está, señor, si los metros latinos tuuiessen número determinado de sylabas. ¿No veys(35) q[ue], como la sylaba luenga vale por dos, q[ue], vnas vezes la misma especie de metro tiene más y menos sylabas, como el exámetro, el qual, si consta de cinco espondeos, tiene treze sylabas: si de dáctilos, diez y siete?

Fa[drique] dixo [pág. 295]: Vos, señor Vgo, auéys dudado muy bien por cierto, pero, si yo os mostrasse claro q[ue] el exámetro se puede reduzir al castellano y italiano, ¿quedaréys conte[n]to?

Vgo respondió: Y loco de conte[n]to, porque tal cosa jamás ohí.

Pues escuchad, respondió Fadriq[ue]. Vos auéys dicho muy bien q[ue] el exámetro de cinco espondeos tiene treze sylabas, y el de cinco dáctilos, diez y siete; y, según esto, los exámetros intermedios ternán el número de sylabas próximo al vno o al otro, según participare de los dáctilos o espondeos; de manera que el que fuere de cinco espondeos y vn dáctilo, terná treze sylabas; el que tuuiere quatro espondeos y dos dáctilos, catorze; el que tres dáctilos y tres espo[n]deos, diez y seys; el que cinco dáctilos y vn espondeo, diez y siete.

Assí es, respondió Vg[o].

Y Fadrique: Pues háganse los metros nuestros de treze, catorze, quinze, diez y seys y diez y siete, y dadles sus acentos en sus lugares co[n]uenientes, y hallaréys tantas especies de exámetros en vuestra lengua castellana vos, y los demás, en las suyas.

Vgo dixo: Dadles vos, y hal·ladlos vos.

Y Fadrique: Que me plaze. Y primero tomo por exemplo a aquel exámetro de cinco espondeos, del primero de la Eneyda, que tiene:

Apparent rari nantes in gurgite vasto.

Y hágole metro desta manera:

Parece el raro nadante en piélago grande.

Y tomemos al que tiene quatro espondeos y dos dáctilos, como el del primero de la Eneyda, que dize:

Multa quoque et bello passus, dum conderet vrbe[m] [pág. 296].

Que dirá en nuestra lengua assí:

Mucho en lid bélica sufre con sólido pecho.

(No importa sean o no perfectamente traduzidos los metros.)

Vamos al que tiene tantos espondeos como dáctilos, y sea aquél del quarto de la Eneyda:

Verbaq[ue], nec placida[m] membris dat cura quietem.

El qual será nuestro assí:

La dama tristíssima recibe implácido sueño.

Del de quatro dáctilos y dos espondeos sea exe[m]plo el del primero de la Eneyda, que dize assí:

Intonuere poli et crebris micat ignibus aether(36).

El qual se hará nuestro assí:

Atruenan los polos, ya los ayres relámpagos arden.

Exemplo del dáctilo quinto sea aquel del libro octauo de la Eneyda, que dize assí:

Quadrupedante putrem sonitu quatit, ungula ca[m]pu[m].

Que, buelto, dirá assí:

Con hórrido strépito féruido bate el Italo campo.

Vgo dixo: ¡O, qué altíssimo sonido! ¡Y cómo a mis orejas son los versos marauillosamente agradables! ¡Por vida mía, que los digáys juntos otra vez!

Según esso, respondió Fadrique, no será fastidiosa la repetición dellos:

Parece el raro nadante en piélago grande.

Mucho en lid béllica sufre con sólido pecho.

La dama tristíssima recibe implácido sueño.

Atruenan los polos, ya los ayres relá[m]pagos arden

Con hórrido estrépito férvido bate el Italo ca[m]po.

¡Por vida mía!, dixo el Pinciano; los versos son ga[pág. 297]lanos, y que, si yo huuiera de escriuir algún poema heroyco, me parece q[ue] me abraçara con este género de metro, y me quitara desta burlería de los co[n]sonantes.

Fadrique se quedó pensando un poco, y dixo después: Si el volumen que escriuiérades fuera breue, como el de Museo en los amores de Leandro y Hero, no digo nada; mas, si fuera vna épica larga, digo que fuera grande cosa.

Vgo preguntó entonces: ¿Pues por qué?

Y Fadrique: Porque, como ya está tan recebida la octaua y la consonancia en ella para la heroyca, el que en otro metro escriuiesse, parece que se pone a peligro de no agradar y de perder su trabajo, y la pérdida sería tanto mayor, quanto la obra lo fuesse.

Dicho assí, prosiguió diziendo el Pinciano: Pongo que vos quisiérades emprender alguna obra en estos metros que a los exámetros responden: ¿cómo los auéys de hazer? Porque, aunq[ue] la natural vena haría mucho, mucho haría la arte, y, si della carecéys, gastaréys mucho más tiempo en los co[m]poner.

Ya yo sé, dixo el Pinciano, q[ue] la naturaleza haze hábil al hombre, y la arte da facilidad. Y, si sabéys otra más de lo que auéys dicho del número de las sylabas, me haréys gracia della.

Vgo dixo entonces al Pinciano: Mas pedidlo todo hecho y acabado. Harto ha dicho el señor Fadrique, y tan nueuo, q[ue] a mí me admira, y estoy corrido en cierta manera que, auiendo hojeado los naturales y estrangeros que desta materia poética han escrito, no aya topado con alguno que semejante materia me aya enseñado.

Fadrique se sonrió y dixo: Pues yo, aunque no sé hacer metros, sé lo dicho, y sé más, que sé la compostura dellos; la qual me costó algunos pe[n]sa[pág. 298]mientos, de quienes saqué lo que ya empieço. Y, supuesto que son cinco las especies de los exámetros, como ya está referido, digo de la primera, la qual tiene en el latino cinco espondeos y vn dáctilo y, en todos, 13 sylabas, y sylabas 13 en nuestro romance, cuyo exemplo fué:

Parece el raro nadante en piélago grande.

Aduierto, pues, q[ue] este tal tiene 5 sylabas en la quiebra primera, q[ue] es dezir, es vn verso pentesylabo, el qual, a la quarta sylaba, quiebra con el acento y descansa en la quinta, y el resto es vn verso de copla castellana, dicho octisylabo, que tiene ocho sylabas, como ya está dicho; de manera que del octisylabo y pe[n]tesylabo se hazen las treze sylabas q[ue] componen al heroyco de cinco espondeos, descansando en el pentesylabo desta manera:

Parece el raro-nadante en piélago grande.

Vgo dixo: Mirad, señor Fadr[ique], que, si añadís vna sylaba al octisylabo y fuesse nonisylabo, haría no mal sonido y más conforme al latín.

Vos dezís la verdad, dixo Fadrique, y sería tal:

Parecen raros-nadantes en piélago grande.

Y en ello el exámetro y el arte mayor castel·lano conforman mucho, porque el vno y el otro recibe algunas sylabas sin perder sonido, lo qual los demás versos no suelen hazer.

Vgo dixo: Bien está; lo dicho es del de cinco espondeos; veamos el siguiente, que tiene catorze sylabas de suyo en latín, y no se puede tener más ni menos.

Tal es, dixo Fadrique, el que tiene quatro espondeos y dos dáctilos, como el dicho ya assí:

[pág. 299] Multa quoque bello et bello passus, dum co[n]deret vrbe[m].

Y mucho en la guerra-sufre con sólido pecho.

El qual consta del metro exylabo o de seys sylabas, en el qual descansa después de auer rompido con el acento en la quinta, y, después, passa adelante con el octisylabo; y con él remata su sonido de la forma dicha. Fué la tercera especie la que tiene tantos dáctylos quantos espondeos, y haze quince sylabas desta manera:

Verbaque, nec placidam me[m]bris dat cura quietem.

A Dido Phenisa-prestan un implácido sueño.

Este consta: del primero, de seys sylabas, y el vltimo, de nueue; y éste y los demás todos se puede[n] reduzir, quitando o poniendo algunas sylabas, que, como no sean menos de treze ni más de diez y siete, acentuados en su lugar, sonarán.

Era la quarta especie del que tiene diez y seys sylabas, en quatro dáctilos y dos espondeos, como el ya dicho:

Intonuere poli [et] micat crebris ignibus aether.

Atruenan los polos-ya los ayres relámpagos arde[n].

El qual descansa en el exylabo, y acaba con el metro decasylabo. El vltimo, que es el dactylico, tiene diez y siete sylabas, el qual consta de metro eptisylabo esdrujulado y de otro de diez sylabas, como:

Con hórrido estrépito féruido bate el Italo campo.

A do es de considerar que, en vez de los dáctylos, se vsurpan los esdrújulos. Y esto es lo q[ue] yo, en breue [pág. 300], siento de la reducción del exámetro y trasplantación en el castellano. Y del pentámetro, entended lo mismo; por exemplo, deste verso ouidiano:

Dulcis amor patriae, dulce uidere suos.

Que, buelto en romance, dirá assí:

Dulce el mirar la patria, dulce el mirar los suyos.

Del qual pentámetro aurá tantas especies, quantas ay de pies en la primera parte hasta la cesura; porque, desde allí hasta el fin, todos los pentámetros son iguales; los quales han de tener, por fuerça, ni más ni menos que siete sylabas, seys de dos dáctylos y vna de la cesura, mas los dos pies primeros pueden ser dáctylos y espondeos, y pueden ser vno dáctylo y otro espo[n]deo; y assí podrá tener siete sylabas, como la segua[n]da parte del metro, la qual, como es dicho, tiene seys sylabas de dos dáctylos, y vna, de la cesura. Desta manera terná todo el verso catorze sylabas y sonará de la forma sobredicha, el qual sea exemplo de todos dáctylos, y puede tener treze sylabas, siendo vno dáctylo y otro espo[n]deo, como se verá en este pentámetro de Marco Ierónimo Vida:

Concipiet dulcem pectore laetitiam.

Que, buelto en castellano y con las sylabas mismas, dirá:

Dentro en las entrañas concebirá alegría.

Y, si ambos son espondeos, terná no más que doze sylabas; cinco, al primer descanso, quatro, de los espondeos, y vna, de la cesura, como en este metro del mismo, en el lugar mismo.

Et messes condi in horrea uiua suas.

El qual tiene dos espondeos, que, con la cesura [pág. 301], haze cinco sylabas, y que, buelto en romance, dirá assí:

Y miesses guarda en sus graneros fértiles.

La composición de las quales especies se haze desta manera: que el que tiene todos dáctilos catorze sylabas, se hará de dos eptisylabos; y el que treze sylabas y tres dáctilos, se forma del exylabo y eptisylabo, y el que tiene doze sylabas y dos espo[n]deos, con[n]stará del metro pentesylabo y eptisylabo. Assí en el exámetro y pentámetro se haze la redución, y assí en las demás especies de metros se verá, atendiendo al número de las sylabas y a los ace[n]tos adonde rompen.

Holgara, dixo Vgo, ver vn sáphico de los que dizen pe[n]támetros dícolos.

Yo os daré, dixo F[adrique], por exemplo vn endecasylabo dessos q[ue] pedís, mas entended que en romance no ay dícolos, ni los demás que dezís, sino el descanso del metro y rompimiento del acento, como en esta Oda se verá, digo en su traslación:

Iam sa-tis ter-ris niuis-atque-dirae

Grandi-nis mi-sit Pater, et ru-bente

Dexte-ra sa-cras iacu-latus-arces,

Terruit urbem.

Digo, pues, que en la traslación deuen quedar, como es dicho, las onze sylabas que tiene como endecasylabo, que es el metro, y guardar el acento desta manera:

Assaz en las tierras-de nieue y granizo

Llouió el soberano-Alá y, con la diestra

Rubia hiriendo-a los sacros palacios,

Dió espanto a Roma.

[Pág. 302]Dicho esto, dixo Vgo: Paréceme que oyo a los metros de arte mayor.

Fadrique respondió: Algo se parecen, especial los endecasylabos (porque los de arte mayor, vnos, tienen onze sylabas; otros, doze); estos que agora damos trasladados todos son endecasylabos; y, assí como dellos auéys visto hecha la traducción, se puede de los jámbicos y de las demás especies todas de metros.

Claro está, dixo Vgo, que, pues se ha hecho de los difíciles, mejor se podrá hazer de los más fáciles.

Y Fadriq[ue]: Ya estoy vn poco cansado, y os ruego, señor Vgo, prosigáys en la cosa de las junturas de metros que en Castilla dizen coplas y, en Italia, estanzas.

Frag. 4. De las coplas; primero de las castellanas.

Diré lo que supiere, dixo Vgo. Copla o estanza quiere dezir ayuntamiento o juntura, como que en ellas se ayuntan los metros con alguna consonancia correspondiente a ciertos lugares, porque el castel·lano no conoce compostura de metros y ayuntamientos sin alguna consonancia. Y, hablando, primero, de los primeros de quatro sylabas, dichos quebrados, digo que ellos, por sí, no suelen hazer coplas sino ayuntados a los enteros suyos, que son a los de ocho sylabas, como se vee en las de don Iorge Ma[n]rique q[ue] empieça[n].

Recuerde el alma dormida.

En las quales coplas, dichas de pie quebrado, no conozco regla concertada, porque vnos quiebran de vna manera, otros, de otra, según al autor se le antoja; y vnos responde[n] de vna, y otros, de otra manera con la consonancia. Pudiera ser que, haziendo experiencia en el Cancionero General, se sacara alguna regla más cierta, mas a mí me parece el trabajo mucho, y el prouecho, poco; y assí, hasta agora [pág. 303], me contento con lo dicho. Esta que sigo es vía nueua y jamás de otro andada que yo sepa; después se puede perficionar, que fácil es añadir a lo inuentado. Los que más supieren, podrá[n] proseguir, si es que lo que agora digo algún día se pusiere en papel. Y esto, en el metro quebrado de quatro sylabas. En el de seys también veo diuersas maneras de juntas o de coplas: la vna es en forma de romance viejo, como éste:

Luego que naciera,

Nací desdichada,

Los hados mostraron

Estrella enojada.

El qual consona y responde con la consonancia o assonancia del segundo al quarto, y assí va por los pares respondiendo hasta el fin. Otra manera tiene también de consonancia este metro de seys sylabas, en la qual responde segundo con primero, y quarto con tercero, y assí van respondiendo los pares a los nones, hasta el fin, como es el que comiença:

De las Nueve-Villas

salieron dos niñas

De Villalumbroso.

Con ellas un moço.

Ay también en este género de metro los que dizen motes, y ay en ellos coplas de tan diferentes maneras, que apenas se pueden reduzir en orden cierto; de lo qual se saca que cada vno puede arbitrar como mejor le parec[i]era(37), por ser de las coplas irregulares, como dicen los italianos.

El Pinciano dixo luego: Esso no entiendo.

Composturas regulares y irregulares.

Y Vgo: Yo os lo diré. Ay vnas junturas de metros regulares que siempre guardan orden perpetuo, como la octaua rima que ellos dixeron y nosotros dezimos [pág. 304]: la qual siempre ha guardado su orden, como después mejor veremos; y, otras que nunca guardan orden, como las canciones y madrigales, que cada vno las haze como se le antoja. Ay otras mezcladas que, en general, guardan siempre vn orden cierto, como el soneto en tener catorze pies, pero no tan cierto y perpetuo que alguna vez no passe co[n] algún épodo de dos o tres versos. Digo, pues, que nuestras coplas, assí las quebradas como las de pies de seys sylabas, son irregulares, que no guardan orden cierto. Vamos a las coplas de los metros de a ocho sylabas, de los quales podremos dezir lo mismo que de las dichas: que, en sí, no tienen número cierto de metros, ni orden concertado en las asonancias, porque los ay que dizen motes, de dos, tres y quatro metros, y, en éstos, diuersidad de co[n]sonancias. Ay ta[m]bién las que dezimos coplas hechas a los motes, que en los metros no tienen número cierto, ni cierto modo en la consonancia, como en los de seys sylabas se dixo. Ay también las que son coplas sueltas de motes, en las quales tambié[n] se aduierte la misma irregularidad, y en las quales el orden es que carecen dél por la mucha variedad dellos, como las que verá el que viere al Cancionero General. A mí me agradan aquellas dos maneras que vsó Iuan de Mena en la Coronació[n]: la primera, en la primera copla, y la segunda, en la segunda; y agrádanme assí en el número de los metros, que son cinco, como en la co[n]sonancia, porque me haze bue[n] sonido. A otros agradarán otras de otra manera, que hartas ay en que escoger para el que quisiere metrificar. Y esto baste, dicho con suma breuedad, que para vna persona discreta basta el [pág. 305] tocar los puntos. Y, para acabar con nuestros castel·lanos, digamos del mayor, más artificioso y más sonoro de quantos ay y huuo, excepto el exámetro. Digamos, digo, de la juntura dél, que de su persona ya se trató lo necessario; digo, pues, que el metro heroyco de arte mayor se ayunta con sus compañeros en consonancia alguna continuamente, porque yo nunca le he visto suelto.

Dixo el Pinciano: Pues ¿por qué, si este metro es tan señalado como dezís, no podría andar suelto, como lo haze el exámetro y endecasylabo que los italianos dizen heroyco quando es suelto?

Esso, dixo Vgo, yo no os sabré dezir más de lo dicho, que assí lo veo en vso; que, a dezir lo que siento, mucho mejor parecería suelto y sin consonancia alguna para algunas especies de poemas; que, aunque no fuesse tan suaue, a lo menos, ternía más de grandeza; mas toda arte, y más la Poética, anda tras el deleyte. Y, boluiendo a mi negocio, digo que yo veo a este metro ayuntado con otros sus compañeros, siempre en consonancia de tres maneras: o hecha la juntura y copla de quatro en quatro versos, o de cinco en cinco, o de ocho en ocho. Y se podría también hazer juntura de tres en tres muy bien, y no me acuerdo bien si la he visto, mas paréceme q[ue] la más general es la de ocho, como las de Iuan de Mena, en cuyas consonancias veo ta[m]bién irregularidad, y que vnos consonan de vna manera, y otros, de otra; porque en la primera copla consona tercero con primero y quarto, y quinto y octauo con segu[n]do, y los dos seys y siete, atados entre sí y sueltos de los demás. Y ay otros que no guardan este orden en la co[n]sonancia, como aquella que empieça [pág. 306]:

Compostura de arte mayor.Tus casos falaces…

Y la otra:

Por ende, vosotras…

En las quales sigue la consonancia este orden: que primero, quarto, quinto y octauo se responden como en soneto se dirá, y segu[n]do y tercero, entre sí y sueltos de los demás; lo mismo hazen sexto y séptimo; digo, en suma, q[ue] estas juntas o coplas tienen regularidad en el número, q[ue] todas son de ocho pies, mas no en la consonancia, si ya no dixessemos q[ue] la regla es que guarde vno de los dos dichos órdenes, que en tal caso quedaría por orde[n] y regla la diuisió[n] dicha y no me parecería mal. En lo q[ue] toca a las coplas de a tres, de a quatro y cinco metros de arte mayor, ay variedad de consonancias, mas en las de a cinco a mí parece[n] bien las que consonan con primero, tercero y quinto, y, con el segu[n]do, el quarto; y en las de a quatro pies las que consonan quarto co[n] primero, y tercero con segundo; y en las de a tres me agrada vaya el primero suelto y los dos atados; otros aurá q[ue] gusten de otro orden en el consonar; cada vno elija lo que mejor le estuuiere, que, en cosas irregulares como éstas, todo hombre es libre y puede seguir su libre aluedrío. Y esto baste con breuedad de lo castellano; vamos a lo italiano.

Digo, pues, que digan estanzas, digan rimas los italianos las que los castellanos dezimos coplas, no importa cosa alguna, como se entie[n]da lo q[ue] ellas son, que son junturas de metros.

El Pinc[iano] dixo: ¿Pues cómo? ¿No dezís lo que de las coplas castellanas dixistes: que eran junturas de metros, los quales, a ciertos lugares, se responden con la final?

Yo, dixo Fad[rique], no dixe [pág. 307] tal: final quiere dezir la vltima sylaba, y ésta no basta para hazer la co[n]sonancia, porque alguna vez ha de auer dos sylabas semejantes, y alguna vez, tres, para que consuene vn nombre con otro; y, aunque ésta sea vna digressión, será tan breue, que sirua de paréntesis, en quien entenderéys la sustancia de la consonancia, la qual está en que, desde el acento de la dicción o vocablo, corresponda a la otra en las mismas letras y acento; de manera que, si el acento está en la vltima sylaba, no es menester más semejança de vna dicción a otra para la consonancia que la vltima sylaba, como se vee en estos: vestí, comí; amor, dolor, los quales son co[n]sonantes; pero, si el acento está en vna sylaba antes, dicha penúltima, desde allí han de ser semejantes en las letras todos los vocablos que huuieren de consonar, como se vee en estos: vida, vnida; muerte, suerte.

El P[inciano] añadió: Y canto y sancto.

Y luego Fad[rique] Esso no; que ellos, en rigor, no son consona[n]tes, porque, aunque tienen el acento, como dezimos, en la penúltima, mas no tienen las mismas letras el vn vocablo que el otro; sancto tiene vna mas, porque tiene vna c antes de la t, y assí no son consonantes en manera alguna, sino assona[n]tes; y, si vos alguna vez los auéys visto consonar en poetas graues, será cometiendo la figura dicha síncopa, que es quita[n]do la c del santo. Y, prosiguiendo con mi razón, digo que si el acento está en la antepenúltima, de allí también deue empeçar la semejança en las letras, de modo que no falte vna tilde, ni sobre, como se vee en los vocablos autores de los esdrújulos: válido, cálido; tímido, frígido; lícito, solícito; sándalo, escándalo; débiles, flébiles, hábiles, lábiles. Y aquí tenga [pág. 308] fin la paréntesis.

Y, boluiendo en nuestra plática començada, respondo a vuestra dificultad, y digo: q[ue] los castellanos nu[n]ca hiziero[n] juntas de metros sin consonancias, y los italianos, sí: y, por esto, a las coplas de los castellanos añadí la consonancia que en las estanzas italianas he dexado. Todo será más claro en la diuisión que agora sucederá a la difinición, de la qual digo assí: q[ue] el metro italiano se ata con otro y haze estanza y rima de dos maneras: o sin consonancia o con ella; sin consonancia, como el verso suelto, endecasylabo o de onze sylabas, al qual llaman heroyco, pienso que por esta razón de yr suelto, assí como el exámetro, y porque para los italianos tiene más sonido que otra especie de metro (y digo por la vna y la otra cosa juntamente, porque cada cosa, por sí, no bastara a mi parecer); que al metro endecasylabo, atado con consonancia, no le dizen heroyco, ni tampoco los demás metros latinos, fuera del exámetro, tienen co[n]sonancia, que todos carecen della.

Rimas italianas regulares y irregulares.

El Pinciano dixo: Yo pensara que le llamauan heroyco al suelto endecasylabo, porque, conforme a vuestra doctrina, la consona[n]cia es ornato, y la heroyca no le busca tanto.

Fadrique respondió: No me parece mal. Y luego prosiguió diziendo: Vsase también, aunq[ue] yo no lo he visto, entre los italianos soltar a los esdrújulos; y, a la verdad, en Castilla se podían desatar mejor por la falta de vocablos para tal metro conuenientes. Estas especies de estanzas y junturas de metro hallo yo que no sean atadas a consonancia por ley alguna.

El Pinciano dixo: Pues yo me acuerdo de otra que llaman sestina, la qual no se ata a otros consonantes.

¿Esso, dixo Fadrique [pág. 309], llamáys soltar? La mayor atadura es de quantas ay, porque se ata, no a semejança, sino a identidad y a disposición artificiosa; mas no es tiempo de tratar esta materia.

Antes, sí, dixo el Pinciano, q[ue] después podrá ser se nos oluide.

Y Fadrique: Pues no tengo que dezir de su orden más del dicho, que es primo y artificioso, y no tengo de hazer lo que está hecho: id a alguna de essas Artes Poéticas que andan en romance, y hallaréys el orden que tienen las sestinas y qué composturas; las quales son tan largas, que no caben en mi memoria; y, si queréys que hable más claro, no quiero gastar el tiempo para dar exemplo dellas; baste dezir que la sestina es vna compostura de metros endecasylabos de seys en seys pies ordenados, sin consonancia alguna, y es vna de las rimas más regulares que ay, porq[ue] ha de tener 39 pies repartidos en 6 esta[n]zas y media. Los nombres finales de los metros para más perfección ha[n] de tener dos sylabas, y aun ay quien diga que han de ser sustantiuos, lo qual no hallo yo en todas las del Petrarcha; en el épodo o media estanza, que tiene tres versos, deuen estar puestos cada dos de los nombres finales, y no sé más; y, si lo sé, no lo puedo dezir, que por 4 o 6 reales hallaréys vn libro que os lo diga más de espacio.

El Pinciano dixo entonces: Vos, señor Fadrique, soys extraño: q[ue] a los otros no dolió el escriuir, y a vos os duele el hablar.

Fadrique respondió: Los otros escritores hizieron bien en gastar el papel en lo que no estaua escrito, y yo haría mal si, en lo que está hablado, gasto palabras.

Ahora bien, dixo el Pinciano, no os quiero mejor; passemos adelante.

Y luego Fadr[ique]: Ya está dicho de los metros sueltos; vamos a los [pág. 310] que, atados con co[n]sonancia, hazen su juntura. Déstos digo lo que antes de los castellanos; que vnos son regulares; y otros, irregulares; y otros, mezclados: y, pues los exemplos dellos están ya dichos, no ay [que] detenernos(38), sino otra vez diuidir y dezir q[ue] los regulares o son sestinas, o tercetos, o octauas rimas; las quales han guardado siempre vn perpetuo orden: y los irregulares son ca[n]ciones, madrigales, ballatas: y los comunes o mezclados son como sonetos y quartetos (los quales andan a vezes aparte de los sonetos, como los seruentesios de las octauas). Veys aquí quanto os puedo dezir desta materia, y no sé más.

El Pinciano dixo: Vos. señor, me auéys dado mucho, a mi parecer, y yo lo he tratado sin mazcar.

Y Vgo: ¿Pues qué? ¿Queréys que os diga yo agora por exemplo todo lo que en compendio os he dicho? Esso sería hazer vn comentario a Plinio: porque, si después de aueros dicho de las rimas regulares y de las mezcladas, os dixesse de las especies irregulares que hasta agora se ha[n] vsado, y las que se podrían inuentar, poco dixe del comento de Plinio, ¡sería encerrar la mar dentro de vn grano de tabaco!

No, dixo el Pinciano, quiero yo lo impossible, que es lo particular, mas si quisiera no me dixérades lo general de essas especies de estanzas que auéys diuidido.

Aora, pues, dixo Vgo, abridme las orejas, porque, si digo la verdad, esta materia me amoyna, y mirad que no lo diré más que vna vez.

Ni os preguntaré, dixo el Pinciano, palabra, aunq[ue] tenga alguna duda.

Para duda, dixo Vgo, yo os doy licencia, como no sea causada por falta de atención; y agora quiero la te[n]gáys, no porque importe la doctrina, sino por no dezir dos vezes lo que vna [pág. 311] vez digo de mala gana. Digo, pues, de las rimas regulares que contino guardan vn orden concertado, que es la primera la sestina, de la qual ya dixe más de lo que pensé y os remito al Petrarcha.

Sestina.

El Pinciano dixo luego: Muchas cosas leo yo que no entiendo, y podría ser ésta vna dellas; y, si vos agora me dezís el orden que la sestina tiene, yo la entenderé mejor quando la vea escrita.

Vgo dixo: Como no sea dar exemplo della, porque sería muy largo, os quiero hazer este seruicio, y, añadiendo a lo dicho, digo q[ue] la primera estanza tiene los versos sueltos de la manera ya dicha, y, después, en las demás, se repiten los nombres finales mismos, assí que [en] la segunda estanza se pone el nombre vltimo(39) de la primera en el primero verso: y en el segu[n]do, el primero de la primera esta[n]za; y en el tercero, el quinto; y en el quarto, el segundo; y en el quinto, el quarto; y en el sexto, el tercero; y las demás siguen este orde[n], co[n]tinuando la vltima a la penúltima hasta el épodo, que cierra de la manera antes dicha. El terceto quiere dezir tres pies, y es equíuoco, porque significa a los q[ue], de tres en tres, cierran el soneto; y desta manera se co[n]sidera como parte; y significa ta[m]bién la estanza q[ue] se dize tercetos, los quales son todos endecasylabos, como la sestina, pero difiere[n] en otras muchas cosas della, porq[ue] van de 3 en 3 eslauonados, de manera q[ue] al 1 responde el 3; el 4 al 2; y el 5 va suelto: el 6 respo[n]de al 4; y el 7 al 5; y el 8 va suelto; de manera que, cada terceto o tres pies, va vno suelto de los antepassados, con el qual se va encadenando la compostura, de la manera que se vee en Los Triumphos del Petrarcha; y, assí como el principio no tiene más que vna consonancia [pág. 312], el fin también queda con sola otra, digo el principio y fin del capítulo, que assí dizen esta forma de estanza; la qual es muchas vezes muy larga, y que llega a sesenta tercetos y más; y la qual no deue multiplicar la consonancia, sino que todos los co[n]sonantes deuen ser diferentes. El que dizen vnos ouillejo otros, cadena, es vna forma de estanza en la qual el quebrado italiano responde con la co[n]sonancia a la final dicción del metro entero. Octauas son las que, siendo de ocho pies y endecasylabos, como las ya dichas especies todas, co[n]cierta[n] tercero con primero, quarto con segundo, quinto co[n] tercero, sexto con quarto, y los vltimos dos, sueltos de los demás, se atan entre sí con consonancia. Esta forma de esta[n]za y el ouillejo o cadena no fué vsada del Petrarcha, a do se colige que fueron después dél inuentados. El que dizen seruentesio no es más que los primeros quatro pies de la esta[n]za que dizen octaua. La que dizen lira, en la verdad, es vna especie de canción, mas ya algunos la ponen como cosa apartada y como difere[n]te especie de las regulares, la qual consta de número cierto de pies, que son cinco. El primero es quebrado; el 2, entero; el 3, quebrado y responde al primero; el 4, quebrado y responde al segundo; el 5, entero y respo[n]de al quarto y segundo. De exe[m]plos están llenos los poetas. Y esto, de las rimas regulares.

Terceto.Cadena.

Octauas.

Seruentesio.

Lira.

Las irregulares todas, o las más dellas, constan de pies enteros y quebrados juntamente mezclados. De las canciones ay un número sin fin; los quales dexo porq[ue] no se puede poner orden cierto en sus consonancias, ni en el número tampoco, como ni en las ballatas y madrigales, que ni éstas ni aquéllas tie[pág. 313]nen cierto número de verso.

Batallas. Madrigales.

Ya yo sé, dixo Pin[ciano], que se diferencian las canciones de los madrigales y ballatas, mas no sé en qué éstas de aquél·las.

Vgo respondió: La lira, ballatas y madrigales todos son vna especie de canciones, y, assí como éstas puede[n] ser hechas al aluedrío del poeta, lo pueden ser essotras composiciones, saluo lo que sabéys que el madrigal y ballata andan a solas y no acompañadas como las canciones, las quales, como diximos de los tercetos, no se deuen encontrar con las consonancias, especial en las estanzas enteras, que el épodo bien se puede encontrar con la estanza entera en la consonancia.

Canciones.

Assí es verdad, dixo Fadrique, que yo he visto en el Petrarcha esse encuentro que dezís del épodo y estanza, mas no de vna estanza con otra; y, por huyr deste encuentro, partió el Petrarcha en las canciones dichas las tres Sorellas, la primera de las quales empieça:

Perche la uita è breue.

Las quales se encuentran co[n] la co[n]sonancia, porq[ue] la segunda estanza de la canción primera se encuentra con la tercera estanza de la canción segunda, y la primera estanza de la segunda canción con la quinta estanza de la canción vltima; y podría ser que hiziesse también el Petrarcha essa diuisión por no cansar con canción tan larga; y harto larga ha sido la nuestra en materia poco graue. Restaua[n] las rimas mezcladas, que eran los sonetos y los quartetos, que tambié[n] son especie de rimas aparte del soneto. Digo que, en general, los sonetos guardan vn orden, consonando quarto, quinto y octauo al primero, y tercero, sexto y séptimo al segundo primero [pág. 314]. Algunas vezes acontece seguir el orden de la octaua hasta el sexto pie, y, después, los dos segu[n]dos pies, dexando el orden de la octaua misma en el fin, seguir a la misma en el principio, digo, consonando par con par, y impar con impar; los tercetos del soneto son tan irregulares como las canciones. Del quarteto, especie de rima de por sí, no tengo que dezir sino que sigue el orde[n] del soneto, y assí alguna vez será quarteto de soneto común y ordinario, y alguna, del extraordinario, que responde a la octaua en las co[n]sonancias, que por otros nombres diximos seruentesio. Con los tercetos, sestinas, octauas, ouillejos, serue[n]tesios, quartetos, endecasylabos siempre, y las demás rimas italianas se puede[n] mezclar los quebrados, y con el soneto, qua[n]do tiene más de los catorze pies; porque en los demás q[ue] yo llamo épodo, puede quebrar vno o dos, o los que quisiere. Y esto baste por agora de los metros, q[ue] para mí es vna cosa muy cansada, porq[ue] hablo con miedo en ellos y puede ser q[ue] se me oluiden algunas especies dellos o de las rimas y estanzas.

Sonetos.

Quartetos.[Frag.] 5.

Calló después desto buen rato Vgo y el Pinci[ano], de manera que parecía no auer más q[ue] enseñar ni que preguntar en aq[uel·la] conuersación, y, después de vn gran rato, dixo el Pinc[iano] assí: Yo os veo, señor Vgo, ta[n] mal con esta plática, que me acobardo de os preguntar otro poco q[ue] me resta, mas otro día estaréys de mejor humor y recibiré la merced.

Vgo le dixo riendo: Pregu[n]tad lo q[ue] queréys q[ue], como no sea punto tan escusado como el passado, no me será enojoso y, por mucho q[ue] lo sea, digo q[ue] lo tengo por bien.

Entonces el Pin[ciano] dixo: Bésoos, señor, las manos por la merced. Y después: Lo q[ue] me ha venido al pe[n]samie[n] [pág. 315]to es saber q[ué] género de metro es mejor para la épica; no digo bien, que el metro ya sé q[ue] es bueno para ella, el de arte mayor y el suelto italiano; ¿por q[ué] el de arte mayor es más heroyco q[ue] ninguno, y el italiano tiene el no[m]bre de heroyco?

Metros de heroyca.

Vgo respondió: Y aun en esso q[ue] teneys por cierto, ay q[ue] dificultar, porq[ue], aunq[ue] el metro de arte mayor es mas sonoro y verdaderame[n]te mejor para la heroyca, está ya ta[n] fuera de vso, q[ue] no sé sí agradaría tanto; y el q[ue] llamamos heroyco italiano, como está tan falto de consona[n]cias y respondencias, no tiene aquella suauidad y el deleyte que las rimas, y assí soy de parecer que los endecasylabos italianos, atados a respo[n]dencias de ocho en ocho, son los mejores, después de los de arte mayor, los quales mejores fuera[n], si fueran más en vso.

En suma, dixo el P[inciano], a vos parece que la arte mayor, y el verso heroyco que dizen italiano, y las octauas son buenas para las épicas y epopeyas; mas q[ue] tenéys por mejores las octauas, y aun yo las veo más en vso para cosas graues q[ue] no otras rimas algunas. ¿Y, al fin, la Poética, como los trajes, está puesta en vso?

Vg[o] luego: ¿Pues no auemos dicho q[ue] el metro es ornato desta dama poética? Y el ornato está muy puesto en el vso, el qual sigue a la naturaleza muchas vezes. Digo q[ue] muy buena rima es la octaua para la especie de fábula q[ue] pregu[n]táys; y si yo huuiera de escriuir fábula heroyca, aunq[ue] estoy aficionado a las rimas de mi patria, creo q[ue], por esta vez, las dexara para seguir las estra[n]geras; d[e] modo q[ue] la octaua solame[n]te queda perfecta, co[n]sumada y buena para la épica, a mi juizio. Y es d[e] aduertir q[ue] no es lícito al poeta épico vsar d[e] otro género d[e] metro sino el en q[ue] vna vez come[n]çó, co[n]forme a la doctrina d[e]l Phil[ósopho] y costu[m]bre d[e] [pág. 316] poetas antiguos, a quienes no fué lícito poner otro género de metros en la heroyca.

El Pinciano dixo: Pues las Bucólicas y Geórgicas también, como la Eneyda, están escritas en exámetros.

Ahora bien dixo Fadrique, éssas son otras quinientas. No ha dicho Vgo que la heroyca sola consiente exámetros, ni tampoco dixo que sola quiere octauas y q[ue] no es lícito en la heroyca de exámetros poner metros que no lo sean.

El Pinciano dixo: Y si algún heroyco, entre los endecasylabos de las octauas, pusiesse algún esdrújulo, ¿sería error?

Fadrique dixo: Como fuesse vno, entre muchos de vn libro, no sería mucho error, que antes estos desuíos pequeños y raros hermosean a la oración, haziendo el metro peregrino, y se deuían dezir lunares antes que faltas; que en la heroyca de Virgilio se hallarán algunos que no sean exámetros, aunq[ue] muy pocos, como digo.

¿Y si fuesse de arte mayor, preguntó el Pinciano, el que se mezclasse al endecasylabo?

Fadrique: Esso no tanto, porque es diuersidad mayor, a do no sólo el metro muda especie, mas patria y todo. Y, si mucho me apretáys, diré q[ue] tambié[n] se puede permitir de la manera dicha que sean muy pocos y raros; y, pues se admiten los vocablos estra[n]geros, también se pueden admitir los versos, especialmente que tienen tanta semejança, mas lo mejor es seguir la tela con vn mismo hilo de metro.

Metros de trágica.

Calló aquí Fadrique y, poco después, dixo: ¿No preguntáys de la trágica algo? Deuéyslo de saber.

No, dixo Pinciano, sino que no os quiero cansar.

Y luego Fadrique: La trágica consiente todo género de coplas y metros y estanzas.

¿Cómo?, dixo [pág. 317] el Pinciano. ¿Que co[n]siente redondillas castellanas enteras, quebradas, y arte mayor? ¿También los metros y rimas italianas?

F[adrique] respo[n]dió: Quien dize todo, nada excluye. Mas es de aduertir q[ue] conuiene a las personas trágicas y principales darles metros y rimas mayores, y, a las menores, menores; y las mayores son las que constan de arte mayor o endecasylabos, y, pues el vso ha echado esta copla de arte mayor, echémosla también de la trágica; y, recogiendo más la generalidad dicha, digo q[ue], excepta arte mayor y quebrados castellanos, todas las demás estanzas son buenas para la trágica.

Al fin, dixo el Pinciano, vos echáys della la arte mayor y quebrados.

Aquí pensó vn poco Fadrique y dixo: Sí, para el cuerpo de la tragedia: y permitiríale fuera della, porque en el prólogo no parecería mal la arte mayor hablo al vso de los prólogos de agora y no parecería mal el quebrado castellano en el choro, si aconteciesse a llorar y lame[n]tar una miseria. Y esto, del metro de la tragedia. Y de la comedia misma digo que recibe toda suerte de metros qual la tragedia, mas no conuiene contenga muchos de los endecasylabos, ni tampoco canciones; por[que], como las personas son baxas, no está bie[n] vsen de metros altos muchos; y en lo de las canciones digo no conuienen, porque son rimas muy fuera del común vso de hablar, y la comedia déuese aplicar mucho al vso común. De aquí nace que los antiguos vsaron mucho los jambos, y a nosotros nos estarán bien las redondillas; y, si alguno quisiere hazer comedias en prosa, no les condenaré por ello, porque, en la verdad, las hará verisímiles más, aunque menos deleytosas. Yo, a lo menos, soy [pág. 318] tan aficionado a la buena imitación, que por ella oluidaré de buena gana el deleyte del metro; y desto ya está hablado antes de agora.

Metros de comedia.

Metros de dithirá[m]bica

Del metro y rimas para la dithirámbica o lírica resta dezir, y con esto auremos acabado lo q[ue] toca a las quatro especies de poética mayores. De la dithirá[m]bica poco ay q[ue] dezir, porque ésta ya se perdió, mas de lo que está escrito se saca que era el metro muy tumultuoso y hinchado por la copia de vocablos co[m]puestos que vsaua; y, dexado esto aparte, hablemos de la que fué substituyda en su lugar, dicha lírica, para la qual son buenos los metros castellanos de seys y ocho sylabas, quebrados o enteros. Son también buenas todas las especies de canciones, mas especial las italianas me parece que son a este propósito, porque ordinariamente van siguiendo el co[n]cepto en más que vna ni dos estanzas.

Metros de lírica.El Pinc[iano]: Pues las ballatas dichas también siguen más que vna estanza, y, como son para baylar, podrían ser para cantar, y aun los madrigales también alguna vez.

Fad[rique] dixo: Essas son ca[n]ciones rústicas, y las líricas tiene[n] más primor y nobleza, y de manera q[ue] casi se avezinan a la grandeza trágica.

Metros de sátira.

Calló un poco F[adrique], y después dixo el P[inciano]: ¿Para la sátira q[ué] metros son buenos?

F[adrique] respo[n]dió: Ningunos.

Tres vezes se lo pregu[n]tó el P[inciano] y F[adrique] respo[n]dió: Ningunos.

Ahora bien, dixo el P[inciano], yo os entiendo; vos queréys dezir q[ue] no conuiene se diga mal de nadie.

F[adrique] respo[n]dió: Vos me auéys interpretado más piadosamente y menos agudame[n]te q[ue] yo lo entiendo. Sabréys que quiero dezir que el metro fué vna inue[n]ción para deleytar, y es ta[n]to el deleyte q[ue] las gentes reciben con el oyr faltas de sus próximos, q[ue] no es menester salsa de versos para [pág. 319] comer de buena gana el ma[n]jar de la murmuración; de manera q[ue] ésta es vna hermosura q[ue] no ha menester afeyte, o fealdad tan agradable que no es menester hermosearla. Y, dexada aparte esta plática, q[ue] sabe algo a satírica, digo q[ue], si yo huuiera de escriuirla, la escriuiera en tercetos, los quales me parece[n] más a propósito.

Mirad, dixo el P[inciano], que las he visto buenas en redondillas.

Y, aunque sea[n] en redondas, dixo F[adrique], quadrarán a toda oreja, y darán quadratura de círculo. Y passemos a las coplas que para los mimos vienen a propósito, las quales diría yo que son las redondillas; y assí los zarauandistas, q[ue] el día de oy tienen mucho de los mimos, las vsan: y también es su metro de le[n]guaje más común y plebeyo, el qual los mimos imitaua[n], assí como los cómicos, q[ue] a ellos era[n] muy semeja[n]tes, como antes diximos. Pa[ra] bucólica es bueno el terceto, y ay quie[n] aya vsado la octaua, y au[n] entrepuesto ca[n]ciones a tercetos; digo q[ue] el terceto me parece mejor mucho.

Metros de mimos.

Metros de bucólicos.

Mirad, señor, dixo el P[inciano], q[ue] el Sanazaro vsó las ca[n]ciones en su Archadia.

Y luego F[adrique]: Mirad, señor, q[ue] no era razona[n]do, como lo haze[n] los bucólicos sino ca[n]tando, como lo haze[n] los líricos.

¿De manera, dixo el P[inciano], q[ue] os parece el terceto bueno pa[ra] la bucólica, y las demás rimas no?

Metros de elegías.

Assí es, dixo F[adrique], y mirad q[ue] se me oluida dezir de las redo[n]dillas y bucólicas, que ay vna bucólica en ellas hecha muy ilustre, y anda con no[m]bre de Mingo Rebulgo. Para las elegías son buenos los tercetos.

Yo los he visto, dixo el P[inciano], en ca[n]ciones.

Y luego F[adrique]: Y yo ta[m]bié[n], mas verdaderame[n]te parece[n] mejor en este género d[e] metro, y parece no mal en el castellano de 6 sylabas, en el qual algunos dize[n] el metro d[e] las endechas, porq[ue] en él se canta[n]. Y, si buscamos algú[n] [pág. 320] metro que responda al elegíaco latino, exámetro y pentámetro, no estoy mal en la copla castellana de ocho, con su quebrado, la qual parece quebrar de la manera que el exámetro y pentámetro, aunque no es tan sonoro. Exemplo sean las coplas de don Iorge Manrique.

Metros de apólogos.

De los apólogos resta que digamos, los quales no están escritos en metros gran parte, sino en prosa, porque los autores dellos atie[n]den más a lo essencial, que es la doctrina, que al deleyte. Y desto ya está dicho antes de agora, y, si versos para ellos se han de vsar, a mí parecen bien las octauas, si el apólogo es algo largo, y, si es breue, bastará vn soneto, el qual también podrá seruir al epigrama, si el concepto es largo; de manera que el soneto seruirá bien al apólogo y al epigrama, si aquésta es larga y aquél es corto; y, si la epigrama tiene el concepto breue, como es lo más ordinario, se puede poner en vn seruentesio, o en quarteto, o en vn madrigal, y, si es breue, en vna redo[n]dilla de quatro pies. Al fin: como fuesse el concepto, se deue escoger la rima; si largo, largo; si breue, breue; si mediano, mediano; tal es la octaua y tal fué el concepto que vn poeta formó de dos niños hermanos muy hermosos, el vno de los quales era varón, y el otro, hembra; ésta, falta del ojo siniestro, y aquél, del diestro; el poeta latino puso el concepto en dos distintos exámetros y pentámetros, los quales, puestos en vna octaua, suenan assí:

Metros de epigrama.

Falto es Achón del diestro, y del siniestro

Ojo Leonela está, su hermana bella;

Y a buen juyzio de pintor maestro,

Hermosíssimo es él, bellísima ella.

[pág. 321] Niño bello a quien falta el ojo diestro,

Da essotro con que vees a la donzella,

Y quedaréys el uno y otro luego,

Ella, Venus hermosa, y tú, Amor ciego.

Mucho mejor está en latín, pero, exemplo de lo que digo, basta assí. Y, si preguntáys que por q[ué] traygo exemplo deste poema y no de los demás, digo que lo hago por dezir el concepto agudo, que, a mi parecer, lo fué. Y, tornando al començado propósito, digo que las rimas deuen ser según la especie de la Poética, y diferentes los versos, como está dicho. Mas ay vna generalidad que conuiene a toda especie de metro y es que consiente toda sinalefa, si no es de la m; y admite sinéresis mucho más que el castellano, italiano, que el latino y griego, y a vezes no sólo dos, mas tres vocales se hazen vna sola. Es de aduertir assimismo que el metro ha de ser libre, no forçado, sonoroso y igual, y que se deue hazer en tiempo y limar en tiempo; declárome y digo: que el metro se debe hacer con furor y eme[n]dar sin él.

Esto dicho por Vgo, al Pin[ciano] vino de su casa vn recado de parte de cierta persona q[ue] le buscaua, el qual se despidió de Fadr[ique] y Vgo, después de los auer dado gracias de la doctrina recebida. El Pinciano negoció con el que buscaua con mucha priessa y aun con falta de atención, porque el negocio era no de mucha importancia y porq[ue] le diuertía el miedo de perder de su memoria lo q[ue] auía oydo.

Acabado con el negociante, tomó la pluma, señor do[n] Gabriel, para os hazer participa[n]te de lo q[ue] auéys leydo, si es q[ue] soléys leer los papeles con orde[n]. Fecha, vn día después de las Nonas de Iunio. Vale.

[Pág. 322]

Respuesta de don Gabriel a la epístola séptima del Pinciano.

[Frag. 1.]

Cayó en este lugar de pies, señor Pinciano, el tratado que recebí del metro, porque, auiendo hablado de la materia sugetiua de la poética, que es el lenguaje, restaua hablar del metro en quien el lenguaje poético se sugeta; y me agradó q[ue] no estuuiesse Vgo en essa primera conuersación, porq[ue] co[n] su rigor nos desterrará el metro; y me parece bie[n] lo que Fad[rique] siente dél: q[ue] es importa[n]te en la poética mucho por las razones q[ue] él trae. Pero, en lo que toca al vso dél en las comedias, disiento en alguna manera, y, siendo de parecer que la comedia y la apologética no parecen mal en prosa y que justamente se deuen en ella recebir, afirmo q[ue] la vna y la otra y todas las demás especies de la poética están con más perfección en el metro, y que es más el deleyte que éste trae que no disgusto la falta de imitación.

[Frag. 2.]

Contiene el segundo fragmento que el ser del metro castellano y italiano está en el número cierto de sylabas ace[n]tuadas en ciertas partes, de lo qual tenía yo alguna noticia, y agora hize la prueua; de manera que no hallo dificultad, ni pequeña. La diuisión de los metros, assí castellanos como italianos, me parece bien; los q[ue] dezís de nueue y diez sylabas son vn poco durillos en su sonido, mas no de manera que se esconda el número y ace[n]to, que son autores del metro. Otra vez tornáys a fundar que no ay sylabas lue[n]gas ni breues en nuestros metros: con razón de oy más se desterrarán, y en su lugar quedarán los ace[n]tos que Fadrique pone.

[Frag. 3.]

En [pág. 323] el tercero se conuierten y truecan los metros latinos en castel·lanos; el qual trueco a mí me ha sido dos vezes agradable, y, con la nouedad y con el primor, cosa nueua y que nadie hasta agora, que yo sepa, ha puesto en imprenta ni aun en práctica. Y, en lo que toca a la duda de si serán bien recebidos en Castilla, digo que yo no la tengo, y que serán bien recebidos a mi parecer, porque son hermosos quanto se pueden imaginar; y tengo de emprender vna Elegía con el exámetro y pentámetro, con lo qual acabaré de aueriguar si mi opinión es mala o buena; que, quando no sea como espero y no parezcan tan bien como pienso, se perderá poco tie[m]po en hazerla, por ser, como es, poema breue.

[Frag. 4.]

El quarto no me enseña cosa alguna de nueuo, porq[ue] en la doctrina del metro solame[n]te ésta ha sido la parte que han tocado los escritores, a los quales añade vuestro Vgo algo, aunque poco, a lo que yo sabía. Con todo esto, agradezco en él vuestra diligencia, y en los tres primeros alabo la inue[n]ción nueua y doctrina nunca escrita de otro alguno. Déuese alaba[n]ça a todo buen inue[n]tor, como premio a todo buen escritor, que honra y premio son los que sustienen las artes y las defienden de la cayda. Fecha, dos días antes de los Idus de Iunio. Vale.
Epístola octava

De la tragedia y sus diferencias.(40)

A cinco días, señor don Gabriel, después de os auer escrito la passada, me ví co[n] los amigos, y el gra[n] desseo q[ue] de verme con ellos tenía maduró a mi yda antes de tie[m]po, porque estauan comiendo los dos, F[adrique] y Vg[o] [pág. 324], y no al fin de la comida, sino a poco más que vn tercio, callando y aun tristes hasta acabarla. Su silencio triste me causó triste silencio, y, callado, quedé medroso de dar con mi plática pesadumbre; mas Fadrique, con su mucha cortesía, me animó co[n] manifestar la causa diziendo: Está el señor Vgo muy triste porque ha recebido carta de su tierra, que su mujer queda fatigada de vna enfermedad, y, tanto, que teme sea muerta; pero estas cosas siempre se añaden más de lo que deurían.Vgo dixo co[n] harta pesadumbre: Y aun muchas veces se menguan y hazen enfermo al que ya es muerto; mas esto no puede ser, que el mensajero me lo huuiera dicho, porque era yo menester en mi casa, de manera que se hiziera mucho agrauio a mis cosas si de la muerte no fuera auisado. Siento mucho el no estar presente en su enfermedad, porque la conozco su complesión como quien ha que la cura más de quinze años, y me huuiera partido luego al pu[n]to, sino que, según el género de la enfermedad y estado en que quedó, o está sana o enterrada. Y, diziendo esto, hizo vnos mouimie[n]tos llorosos con los labios, y los ojos començaron a destilar a gran priessa.Agora bien, dixo Fadrique, señor Vgo, yo espero en Dios que essa señora estará buena; y, si esto sucede, haurá sido sin tiempo vuestra sentimiento; es justo dar a las cosas su tiempo y sazón continuamente, y agora es de que se trate vn poco de la materia poética. Y, pues se han tocado ya las cosas generales, se venga a las especiales, que a vos assentará vuestro estómago esta conuersación, y al Pinciano yo sé no le estomagará.

[Frag. 1.]

Vg[o] dixo, algo más ale[n]tado: Aquí estoy para todo lo que fuere de gusto.[pág. 325] Y luego Fadrique: Pues esto lo será a mí, y vea el Pinciano de qué especie quiere se trate primeramente, como sea de las quatro cardinales y principales.A quien dan, no escoge, dixo el Pinciano. Y después: Vgo puede dar la que quisiere.Pues si a mi elección queda, dixo Vgo, gusto que se trate la tragedia, aunque se quite a la épica su antigüedad.Gana tiene de llorar, dixo Fadrique. Pues sea en hora buena, y comience; que yo he visto a vezes en las tragedias personas de passatiempo.Esse, dixo Vgo, terné con mucha dificultad, y, pues a mí se me ha dado cargo de dar principio a esta plática, digo de la tragedia q[ue] agora se ha dicho assí, porque tragos, q[ue] significa el cabrón, era premio de ve[n]cedor en tal poema, o por trigas o hezes de azeyte, con las quales los representantes del tal poema se vntaua[n] su cara en vez de máscara. Su principio, como el de todas las cosas, fué pequeño, breue y mal ornado; que en aquel tiempo no entraban a le representar sino dos o tres personas, y, auiendo co[n] mucha breuedad enseñado lo que quería el poeta, dexauan el lugar de la representación. Nació de la épica la tragedia y tomó la narración de las personas solamente, dexando la del poeta; lo qual hiziero[n] los trágicos por mouernos los ánimos, que, como dize Horacio, más perezosamente incitan a las orejas las cosas oydas que no las vistas. Andaua también la dithirámbica con sus imitaciones saltaderas en este tiempo no poco frequentada, y mucho más fauorecida por el regozijo y entretenimiento, ansí del tripudio como de la música y el metro. Los philósophos y poetas trágicos de aquellos tiempos entendieron que su poema era poco [pág. 326] escuchado por la seueridad y tristeza dél, y ansí acordaron de adulçarla con mezcla de la que toda era miel.Fadrique dixo entonces: Mejor dixera el señor Vgo vino.Rióse el Pinciano, mas no Vgo, y con su mesura trágica prosiguió diziendo: El trágico tomó de la épica, como dixe, la narratiua, y de la dithirámbica, el tripudio y música, aunque de diferente modo, porque la trágica se aplicó cada parte por sí, apartado, digo, el tripudio por sí, y la música por sí, y el metro o lenguaje por sí. Del agro de la trágica y del dulce de la dithirámbica restó vna mezcla agreduce, y la más deleytosa y sabrosa de quantas ay, si es hecha como deue.El Pinciano dixo: Esso señor no entiendo, porque nunca oy tragedia que no saliesse con mil pesadumbres del·la; y, quando veo los rótulos que la publican, huyo de los teatros como si fueran mis enemigos, y no lo son mucho.Fadrique dixo entonces al Pinciano: Aduertid, señor oyente, lo que Vgo dixo: «si es como deue», y dize muy bien.Dicho, calló, y Vgo, buelto a su razonamiento, dixo: No agora me parece bien la tragedia, porque tengo el ánimo triste; siempre fuy desta opinión, y seré, aunque me venga nueua de la salud de mi mujer, que es la que al presente me podría alegrar. Quedó con lo dicho la trágica acción tan rica, que venció a la épica en tres cosas: tripudio música y aparato; y a la dithirámbica, en grauedad y deleyte juntamente, porque tenía el que daua la dithirámbica con el número y harmonía, y el que la épica, con la conmiseración y compassión. Faltaua a la trágica representación el deleyte y gusto que dan la cosas de risa y passatiempo, el qual vsauan ya [pág. 327] las imitaciones cómicas; y por tener de todo, tomó después algo de lo ridículo y gracioso, y, entre acto y acto, a vezes engería los dichos sátiros podremos dezir entremeses, porque entrauan algunos hombres en figuras de sátiros o faunos a requebrar y solicitar a las siluestres nimphas, entre los quales passauan actos ridículos y de passatiempo. Esta, pues, era la forma de la tragedia antigua; ansí començó y ansí llegó hasta el tiempo de Aristóteles, que la difinió perfecta y consumada desta manera: «Tragedia es imitación de acción graue y perfecta y de grandeza conueniente en oración suaue, la qual contiene en sí las tres formas de imitación, cada vna de por sí, hecha para la limpiar las passiones del alma, no por enarración, sino por medio de misericordia y miedo». Será necessario que va[ya]mos interpretando(41) cada vno destos miembros de por sí. Y digo que el primero, que es ser imitación, está ya bien declarado, y acerca dél, al presente, no ay más que considerar de que la imitación, juntamente con la acción, digo, imitación de acción, es género desta difinición, y todo lo restante es la diferencia, porque, como está dicho, a toda especie poética perfecta conuiene el ser imitación de acción u obra, que todo es vno.
Epístola Nona

De la comedia.

[Frag. 1.]

En esta Corte, señor don Gabriel, ay vn rumor de cierto caso acontecido dentro della; ensaliendo la fama, os la embiaré; en tanto que llega lo más cierto, os hago sabidor de vn certíssimo, y es: que, assí como fué‘el concierto, vuestro Pinciano se passó al combite con Fadrique y Vgo, el qual [pág. 372] aun no era llegado, a cuya causa Fadrique rogó al Pinciano tuuiesse a bien esperar vn poco, el qual respondió: Vos, señor Fadrique, pedís perdón de la merced que recibo, porque amo yo a Vgo mucho. parte por ser de vos amado, parte, porque él lo merece y parte también por lo que con su comunicación interesso.

Fadrique dixo: Por mi parte os beso las manos, pero yo estoy cuydoso y aun apesarado en ver que tarda tanto; temo no aya venido la nueua péssima tras la mala, y que aya tenido noticia cierta de la muerte de su mujer, q[ue] Dios guarde, si viue.

A esta sazó[n] pisaua ya Vgo en el umbral de la sala y, respondiendo como ecco, dixo: ¡Viue!

Lo qual diziendo, dió vn tropeçón tal, que faltó poco que no cayesse, y, como solemos dezir, muerto de risa, Fadrique dixo: ¡Sea para bien, señor Vgo! Ya soy cierto, por lo que veo, que vuestra mujer tiene salud, mas ¿de qué, por vida mía, es la risa? Y assentaos primero.

Vgo se assentó, y luego dixo: No es caso para reyr todos, sino para los que professamos la facultad solamente.

Fadriq[ue] dixo: ¿Qué? ¡Por vida mía! Que la medicina en razón está fundada, y, aunque yo no la estudio como vos, podrá ser ente[n]der la cosa.

Vgo se tornó a reyr de gana, y después dixo assí: Entraua mi mujer en el sexto día de su enfermedad y dióla vn gran frío sin ocasión alguna, y poco después començó a desuariar con mil modos de locuras y desuaríos muy donosos. Vista esta novedad, embiaron a llamar al médico que la curaua; el médico, muy turbado, començó a raparla la cabeça, ponerla defensiuos, echar ventosas, las quales no se dexó ella faxar, dizie[n]do mil gracias desuariadas, que a muchos de los estantes hazían [pág. 373] reyr y, al médico, turbar más; el qual dezía que si él tuuiera la contrayerba, o la piedra bezar, o vna otra conserua de jacinto que se hazía en la Corte, él la diera sana, pero que, ansí, ella estaua puesta en peligro y que Dios la socorriesse, que El que la hizo de nada, la podía dar vida; y por abreuiar: la dexó en estado tal, a su parecer, que a la mañana no la visitó corno q[ue] era muerta. Embió a vn su criado a q[ue] oliesse lo que passaua, y sabido q[ue] no estaua la puerta barrida, fué a la visitar, y halló, por relación, cómo la auía venido vn sudor copioso, y, visto que estaua libre de calentura, dixo: «Mejor está algo, pero verdaderame[n]te que estos males son traydores, y que no ay que fiar, y tengo miedo que al catorzeno no llegue la execució[n] de la amenaça que nos dió el sexto». Assí dixo Vgo, y boluió a se reyr con vna grande gana más que nunca y tan desco[m]puestamente, que pensaron que estaua fuera de sí.

El Pinciano dixo entre sí: ¡Por vida mía, que este ho[m]bre deue ya estar arrepentido de auer sentido tanto la muerte de su mujer, y, ansí, agora se huelga co[n] las amenaças que a su vida della amenazan!

Y después: Ahora bien, señor Vgo, sepamos qué es la risa.

Vgo dixo: ¿No dixe ya que no es para todos? Y será menester leeros vna lección de medicina para que lo entendáys; mas vn buen entendimiento todo lo que es puesto en razón alcança: deuéys saber que aquel frío y aquel desuarío suele venir naturalmente a los que tienen la enfermedad que mi mujer tenía; y naturalmente al frío y desuarío suele venir vn sudor, y quedar buenos repentinamente los enfermos.

Calló Vgo y dixo el Pinciano: Pues todauía se pregunta q[ue] de qué os reys.

[Página 374.] Y luego Vgo: ¿Vos, señor, no lo veys? Si el frío y desuario vinieron naturalmente, como mensageros del sudor y de la salud, ¿de qué se alborotaua el médico?, ¿por qué desauciua [a] la enferma?, ¿y para qué raparla la cabeça, ponerla defensiuos y echarla ventosas?(46)

Ya lo entendemos, dixo Fadr[ique] y os reys con mucha razón. Mas ¿sabéys q[ué] me parece? Q[ue] el médico era el q[ue] desatinaua, y q[ue] a él le auían de echar las ventosas, rapar la cabeça y poner defensiuos.

Está muy bien dicho, dixo Vgo, muerto de risa; y a los temores que pone, respondo que no los creo.

A esso, respondió el Pinciano, no era menester responder, que bastaua auer errado en lo primero para tener por cierto que ansí lo haría en lo segundo.

Fadrique dixo: No ha sido mal ante de comida ésta; y, según el prólogo, pienso que auemos de tener oy comedia; y, pues nos queda harto tiempo para razonar, comamos a la veneciana oy.

Dicho, dieron fin a la plática y principio a la comida. Los tres combidados comieron muy a su sabor y sin hablar palabra en todo lo que fué comida. Y, dadas las gracias y alçando los manteles, dixo Fadrique: Por cierto, que le deue mucho el señor Vgo a la señora su mujer, que gran tristeza ha sentido con su mal y alegría grande con su bien; pero ella lo deue merecer todo, que le querrá mucho.

Mucho y cómo, respondió Vgo. Yo diré qué tanto, si me days licencia a que lo diga.

Y aun os lo rogamos, dixo Fadrique.

[Frag. 2.]

Y Vgo: Desta manera: anduue aficionado a mi mujer quatro años, y ella me miraua de la manera que vna donzella honesta honestamente puede mirar a vn hombre que la mira con ojos de casamiento: y, a mi parecer, si la [pág. 375] honestidad la diera lugar, me mostrara más el amor. Assí viuimos este tiempo, ella esperando y yo desesperando, hasta que vino la boda que dió fin a sus esperanças y mis desesperaciones, mas no al amor, que antes éste quedó tan entero como quanto más, y como agora que no lo puedo más encarecer. Era, en aquel tiempo, la ordinaria plática de mi mujer, en ofreciéndose la de la muerte, que al vno y otro desseaua diesse fin vna misma hora, y que fuesse después de tan largos años, que nos sacassen nuestros hijos en esporti l·los al sol; y, en suma, todas nuestras pláticas eran llenas de vn amor sin medida. Sucedió, pues, que, estando en la cumbre destos nuestros bienquereres, fuy yo a ser médico a vna aldea, y conmigo, mi mujer preñada en los mayores meses. Estaua ella tierna de auer dexado las casas de sus padres, y tierna también ella esperando el día trabaxoso de su parto; mas me juraua que todo aquello no estimaua en cosa alguna, y q[ue] qualquier trabajo le sería muy ligero, como no fuesse el carecer de mí; que ser mía impossible el poderlo tolerar. Entre otras vezes q[ue] esta plática. se ofreció, fué vna noche, después de cena, al tiempo q[ue] me llamaron para yr a visitar a vn enfermo, ho[m]bre de los granados del pueblo. Yo fuy, y el mal fué de manera, que me fué necessario el detenerme algú[n] rato en le hazer remedios. En ta[n]to, se alborotó el cielo, turbó el ayre. y a la cerrada noche acabó de cerrar vn nublado muy espesso, y el mismo, a abrirse por muchas partes, asordando a los oydos co[n] truenos, y cega[n]do las vistas con relá[m]pagos; mi pobre mujer, tierna por la edad, tierna por la ausencia de su madre y tierna por mi ausencia, y en vna casa ta’n grande, q[ue] en el patio [pág. 376] della se solían correr toros, estaua tan tierna, digo, que poco faltó que no pariesse antes del tie[m]po natural. Tenía vna moça q[ue] la seruía, y no osaua embiarme a llamar ni aun embiar a llamar a alguna vezina por no quedar del todo sola. Al fin, ella encendió vna vela a Nuestra Señora de Monserrato, y, tomando el rosario en las manos, se quedó dormida. Ya en esta sazón auía yo cumplido con mi officio en la otra casa, y, viniendo a hazerle en la mía y a alegrar a mi mujer, entré por la cámara, e l·la despertó y, assentada súbito en la cama, llena de saña, dixo: «¿Esta es vida? ¿Esta es vida? ¡Los diablos me lleve[n], si me tengo de casar más con médico en todos los días de mi vida!»

Ansí dixo Vgo, y el Pinciano con Fadrique quedaron grandemente descompuestos de risa del amor de la rezién casada.

Y dixo Fadrique: Por cierto, señor Vgo, está bien encarecido el mucho amor que vuestra mujer os tiene, pero a esse tiempo ella no querría compañía con vos en la muerte, sino que vos os fuésedes por vuestra parte y primero.

Ansí me parece, dixo Vgo, que por tanto he contado mi historia.

El Pinciano dixo: Lo passado, ha passado muy deleytoso, y yo desseo que lo que resta me sea vtil, y se trate de algo de la materia empeçada.

Muy bien es, respondió. Fadrique. Y, visto que Vgo callaua, dixo: Ea, señor Vgo, pues ayer nos hezistes llorar con vuestra trágica, razón será q[ue] nos hagáys oy reyr co[n] vuestra comedia, que esta materia es razón oy se toque, ansí por la alegría que todos tenemos, como porque el prólogo ha sido cómico; y más que, pues a la épica no se le dió el primer lugar en las especies poéticas, es razón que no se le dé el segundo, sino que, hecha [pág. 377] vn Toledo en Cortes, de enojada no quiera assentarse sino en el vltimo lugar.

Vgo dixo: Essa razón me arma muy mucho, y, con ella, todas las demás, y ansí doy principio a mi comedia.

[Frag.] 2

Agora, como dize Aristóteles, los inuentores de la comedia por negligencia sean ignotos, agora, como algunos sienten, ayan sido Phormis o Epicarmo(47), ella fué dicha deste no[m]bre «como», griego, que en castellano quiere dezir «barrio», porque sus autores andauan, de barrio en barrio, tomando las figuras q[ue] se les antojaua y haziendo personas y co[n]diciones de aquellos cuyas figuras se vestían, pintando al hombre vano, hablador, lisongero, glotón, y, a los demás, viciosos, según lo eran, y aún algo más feame[n]te; porque la comedia es imitación de peores q[ue] ellos eran, como diximos de la tragedia q[ue] o era de mejores. Esto se hazía al principio, tomando no sólo los vestidos y co[n]diciones de los q[ue] eran imitados, pero ta[m]bién los no[m]bres mismos. Las leyes justas moderaron esta demasía y ordenaron q[ue] ningú[n] cómico traxesse a la acción no[m]bre particular de ho[m]bre alguno por los escándalos q[ue] dello resultauan, y como, hecha la ley, se inue[n]ta la malicia, la inue[n]taron algunos poetas ponie[n]do en sus escritos los propios nombres de los que querían reprehender fuera de las acciones y representaciones: a este poema dixeron sátira, el qual, quitados los no[m]bres, era entonces vn sancto poema y del qual no es agora tie[m]po. Otros poetas cómicos no buscaron malicia co[n]tra las leyes, sino. obedeciéndolas, siguieron sus poemas de la manera que oy se vsan, descriuiendo y representando, no al indiuiduo, sino a la especie de los hombres malos y viciosos, sin poner nom[pág. 378]bre alguno ni aun seña por donde fuessen conocidos, porque la seña vale tanto como el nombre. Es de saber que, como la tragedia fué vn retrato de Eráclito, la comedia lo es de Demócrito; y, ansí como la tragedia con lástimas agenas sacaua lágrimas a los oyentes, las comedias con cosas de passatiempo sacan entretenimiento y risa; y ansí ésta como aquél·la, llorando y riendo, enseña a los ho[m]bres prudencia y valor, porque la tragedia con sus compassiones enseña valor para sufrir, y la comedia co[n] sus risas, prudencia para se gobernar el hombre en su familia. Por esto algunos difinen a la comedia deste modo: «Comedia es fábula que, enseñando afectos particulares, manifiesta lo vtil y dañoso a la vida humana». Ay quien la difine a mi parecer mejor, y dize que la comedia es poema actiuo negocioso, cuyo estilo es popular y fin alegre».

Conueniencia entre la comedia y la tragedia

Difiniciones de la comedia.Fadrique dixo: Buena me parece por cierto la difinición, pero mirad, por vuestra vida, si es mala ésta: «comedia es imitación actiua hecha para limpiar el ánimo de las passiones por medio del deleyte y risa». La qual tiene todo lo que las demás difiniciones, y enseña la repugnancia y contrariedad que con la tragedia tiene más manifiestamente.

El Pinciano dixo: A mí parece bien.

Y Vgo: A mí, también.

Y Fadrique: Adelante.

Vgo respondió pregu[n]tando: ¿Quién adelante? Vos, señor, auéys dado la difinición aprouada de los que aquí estamos, y es razón prosigáys, porq[ue] lo que se ha de dezir, ha de ser sobre la interpretación della, y vos que la days, soys obligado a la interpretar.

Pláceme, dixo Fadrique, y luego assí: Imitación es actiua la comedia; por actiua, se difere[n]cia del poema épico y dithirámbico; y, por medio de [pág. 379] deleyte y risa, se distingue y diferencia de la épica y de la tragedia.

Por cierto, dixo el Pinciano, vos auéys hecho vna breue diferencia entre la tragedia y la comedia, porque están los libros llenos de mil maneras de difere[n]cias entre essas dos acciones.

Si basta vna, dixo Fadrique, ¿para q[ué] tantas?

Y Vgo: Bien dize el señor Fadrique. Sí basta; mas no puedo pensar, digo, creer que tantos como han escrito, ayan ignorado lo que vos sabéys; y te[n]go sospecha que no en valde hizieron mención de tantas diferencias, y q[ue], visto que ni vna, ni otra, ni otra no bastaua sola por sí, fueron añadiendo más y más diferencias para que la vniuersalidad, en que las vnas faltauan, supliesse en las otras.

Fadrique: No lo entendía yo assí, sino que, aunque qualquiera de las diferencias basta para la distinción, por más superabundancia se pone otra y otra; pero veamos qué diferencias son las comunes, y, si todas no fueren comprendidas en esta mi difinición, yo auré errado.

Difere[n]cias entre trágica y cómica.

Esso desseo, dixo Vgo, que las oyáys, para que me respondáys a algunas dificultades que se me ofrezcan. Es la primera de las diferencias que entre la tragedia y comedia se ponen que la tragedia ha de tener personas graues, y la comedia, comunes, y es la segunda que la tragedia tiene grandes temores llenos de peligro, y la comedia, no; la tercera, la tragedia tiene tristes y lamentables fines; la comedia, no; la quarta, en la tragedia, quietos principios y turbados fines; la comedia, al contrario; la quinta, que en la tragedia se enseña la vida que se deue huyr, y en la comedia, la que se deue seguir [pág. 380]; la sexta, que la tragedia se funda en historia, y la comedia, es toda fábula, de manera que ni aun el nombre es lícito poner de persona alguna, como ya se dixo antes; la séptima, que la tragedia quiere y demanda estilo alto, y la comedia, baxo; y aun otras muchas más que no me acuerdo ponen los escritores, y ansí me admiro que vos, con sola esta palabra «por medio de passatiempo y risa», queráys diferenciar a la comedia de la tragedia.

Yo digo, dixo Fadrique, lo que entiendo desta plática; vos, argumentad lo que os pareciere, que para mi muy poco hazen las autoridades no fundadas en razón; mas, porque no os canséys, siguiendo el orden començado vuestro, digo: A la primera, que ella es la misma diferencia que la mía, porque las personas graues ryen poco, que el reyrse mucho es de comunes; y, diziendo «por medio de passatiempo y risa», es dezir que las personas de las comedias no han de ser graues ni grandes.

Vgo dixo entonces: ¿Pues q[ué] me dezís del Amphitryón de Plauto? ¿No son harto graues aq[ue]l·las personas, pues contiene reyes y aun dioses? ¿Y las comedias togatas y trabeatas no eran de ge[n]te patricia y graue?

Fadrique dixo: El Amphitryón de Plauto q[ue] dezís, no es pura comedia, porque el mismo Mercurio, prologando, la dize tragicomedia por la mezcla que tiene de las personas graues y de lo ridículo; de las togatas y trabeatas podemos dezir lo mismo, que no son puras comedias y que tienen olor de lo trágico.

Vgo replicó: Mirad lo que dezís, señor Fadrique, que tienen todas las partes de vuestra difinición, porque son imitaciones actiuas hechas para deleyte y risa.

Assí es la verdad, respondió Fadrique, mas co[n]siderad que [pág. 381] no tienen lo ridículo que a vna pura comedia conuiene, y que faltan burlas muchas y palabras de donayre mucho en essas acciones por guardar el decoro a los dioses, reyes y personas principales, a los quales es desconueniente la plática que engendra risa. A la segunda diferencia no ay que responder, que es la mía del todo, porque, si la tragedia está llena de temores y peligros, no podrá críar passatiempo y risa, sino lástima y compassión: la comedia que no los tiene, puede y es apta para hazer la risa y passatiempo que auemos dicho.

El Pinciano dixo entonces: Por cierto, señor, yo he visto en comedias muy finas y puras muchos temores, llantos y aun muertes.

Y Fadrique entonces: Ansí yo también, mas pregunto: ¿essos temores, llantos y muertes son para mouer a compassión o para hazer reyr?

Vgo se quedó vn poco pensatiuo, y Fadrique prosiguió diziendo: Para reyr son todos essos, no para llorar; y, si vos dellos no os reys, mereceys que se ryan de vos. ¿Qué cosa más de reyr que ver a vn moço, desollado de vna ramera, lamentarse que le ha chupado su hazienda y salud? ¿Y qué cosa más de reyr que ver otro tonto enamorado llorar la ausencia de su dama? ¿Y qué más que ver a la dama llorar de zelos a su amante? ¿Y qué más de reyr de ver los enredos de vna alcahueta o rufián marañados para engañar al vno y al otro? ¿Y q[ué] más de reyr de veer a vn sieruo malicioso lleno de temor y miedo que le han de apalear por algún embuste que hizo? ¿Y q[ué] más de reyr que veer a vn enamorado suspirando, la noche de Enero, en la calle y sazón elada, por la que está durmiendo a buen sueño y, si despierta, se está riendo dél? Si desto no os reys [pág. 382] que merecéys, digo otra vez, se ryan de vos.

Con todo quanto me dezís, dixo el Pinciano, veo yo que lloran los actores mismos en las comedias, y aun algunos oyentes, y veo también muertes en algunas dellas.

Y Fadrique Sí, algunos oyentes ay tan blandos de carona, que lloran en comedias; y los que, siendo de buen juyzio y espíritu, lloran, teniendo conmiseración y lástima, será por ser la acción más trágica y triste de lo que conuenía para la comedia. Ansí que los tales sentimientos, o son por demasiado sentido del oyente, o porque el poeta, dexando de guardar la perfección cómica, resualó en la trágica; porque, ansí como el deleyte de la compassión sólo toca al de la tragedia, el de la risa es propio de la comedia, como está dicho. Y la diferencia que ay de los temores trágicos a los cómicos es que aquéstos se quedan en los mismos actores y represe[n]ta[n]tes solos, y aquéllos passan de los representantes en los oyentes; y ansí las muertes trágicas son lastimosas, mas las de la comedia, si alguna ay, son de gusto y passatiempo, porque en ellas mueren personas que sobran en el mundo, como es vna vieja zizañadora, vn viejo auaro, vn rufián o vna alcahueta.

Fadrique cal·ló y Vgo dixo: No ay que dudar.

Y el Pinciano: Ya no tengo duda, porque el maestro me ha sacado della.

[Frag. 3.]

Y luego Fadrique: Es la tercera, que la tragedia tiene tristes y lamentables fines, y la comedia, alegres, la qual no sólo no contradize, mas confirma a mi diferencia, y es también vna con ella.

Vgo dixo entonces: Pues las tragedias también suelen tener alegres fines.

Fadriq[ue] respondió: Sí, mas no la comedia tristes [pág. 383] jamás.

Vgo replicó: Pues, si la vna y la otra tienen alegres fines, ¿en qué se diferenciarán?

Yo lo diré, dixo Fadrique. En que sí la tragedia alguna vez, que son pocas, viene a rematar en tales remates, tiene primero mil miserias, llantos y tristezas de los actores y representantes y mil temores y compassiones de los oyentes, como antes, hablando de la tragedia, se dixo; mas la comedia viene a fines alegres por medio de mil gustos y passatiempos de los oyentes, porque, aunque en los actores aya turbaciones y quexas, no passan, como he dicho, en los oye[n]tes, sino q[ue] de la perturbació[n] del actor se fina el oyente de risa.

El Pinciano dixo: ¿De manera que el fin alegre o triste no diferencia y distingue a la tragedia o comedia?

Y Fadrique: No, porque la Iphigenia a do ella auía de ser sacrificada; ni la otra adonde’ella auía de ser sacrificadora y sacerdotissa; ni otras algunas, de las que llaman simples, tienen fin triste; ni las demás de las que dizen dobles, adonde ay acciones de dos: la vna, principal, y la otra, menos principal, en las quales el vno es ve[n]cido y muerto y el otro queda, no sólo viuo, mas ve[n]cedor, como lo son muchas de las épicas trágicas; y desto no es agora lugar.

El P[inciano] replicó diziendo: Yo no entie[n]do bien esta cosa, porque, si no me engaño, los días passados dixistes q[ue] la tragedia auía mezclado a su acción los dichos sátiros Para aguar la melancholía y dar risa a los oyentes.

Fadrique respo[n]dió: Bien está, q[ue] essas acciones era[n] episódicas y fuera de la essencia de la fábula; q[ue], en la verdad, la tragedia no co[n]sie[n]te la alegría en lo general. La 4 difere[n]cia dezía q[ue] ay gran quietud, al principio, en la tragedia y, después, gra[n] perturbació[n]; y en la comedia, al co[n]trario: perturbación al [pág. 384] principio y quietud al fin; la qual diferencia no es cierta siempre, mas, antes, ansí la vna como la otra fábula deue, al principio, yrse perturbando poco a poco, y creciendo más la perturbación, y añudándose más la cosa, hasta la parte que fué dicha catástrophe y soltura; en el añudamiento y perturbación de la qual fábula está la diferencia essencial y importante, dicha tantas vezes, de lo ridículo y espantoso y miserable, porque en la tragedia va creciendo la perturbación temerosa y misericordiosa, y en la comedia la perturbación llena de risa en los oyentes. Esta sola es la diferencia essencial; que el fin ser alegre o triste, no lo es, como es prouado por ambas Iphigenias. La quinta tampoco es diferencia verdadera, mas, antes, parece contraria al juyzio del Philósopho, el qual dize que la tragedia es imitación de mejores, y la comedia, de peores. Y dello se colige que en la tragedia ha[n] de enseñar la vida que se deue seguir, y la comedia la que se deue huyr. Lo que yo siento es que la vna y la otra puede enseñar lo vno y lo otro. Ni la sexta diferencia(48) es cierta siempre, porque la Flor de Agathó[n], alabada de Aristóteles, y la Historia de Heliodoro, ta[n] loada de todos, no tuuieron fundamento en verdad alguna. La séptima que la tragedia(49) es hecha en alto estilo, y la comedia, en baxo, no es diferencia nueua, porque es anexo el estilo a la persona q[ue] habla: que, si en la comedia es persona común, y en la tragedia, graue, como es dicho, claro está que el désta ha de ser estilo graue, y el de aquélla, humilde; y, si es en las paliatas y togatas, también será el estilo graue, como el de la trágica por ser graues las personas destas especies de comedia, como después [pág. 385] veremos. Veys todas estas diferencias y que todas son inciertas, sino son aquellas que tocan en ridículo y gustoso y donoso, por sólo el qual se diferencia la comedia de la tragedia.

Ridículo, diferencia entre tragedia y comedia

Vgo dixo, entonces: Pues yo sé de vna diferencia cierta, diferencia que se os ha caydo de la memoria, que es de los chapines y çuecos.

El Pinciano se rió como de cosa nueua y dixo: ¿Qué es esso de çuecos y chapines?

Coturnos, çuecos(50) y planipedia.

Fadrique respondió: Yo os lo diré. De tres formas y maneras salían al teatro los actores antiguos y representantes: o en chapines altos, que dezían coturnos, o en mulillas, que dezían çuecos, o a pie llano, que dezían planipedia. Los coturnos y chapines altos vsauan los trágicos en las personas trágicas y graues; las mulillas y çuecos, en los cómicos y ciudadanos, y la planipedia, a pie llano, los dichos mimos, ya se sabe quié[n] éstos son. Y, si las matronas nuestras se han alçado con los chapines, y las moças de seruicio, con las mulillas, y apenas se halla vn hombre que pise llano, ¿para qué queréys que haga mención de lo q[ue] ya no es en vso a los poemas actiuos?

Vgo y el Pinciano se rieron mucho y dixero[n] que estaua muy bien respondido y que en la verdad lo ridículo era sólo lo que totalmente distinguía al vn poema del otro.

De manera, dixo el Pinciano, que, ansí como la trágica tiene por fin el enseñar por medio de miedo y misericordia, la comedia enseña por medio de pasatiempo y risa.

Esto dicho, el Pinciano calló vn poco, y, visto aquel punto se quedaua por llano. prosiguió diziendo: Ahora, pues, señor Fadrique, el señor Vgo nos dió tanto que l·lorar ayer con sus miedos y compassiones y muertes trágicas, trayendo en consecuencia las [pág. 386] personas y las maneras para mouer a miedo y co[m]passión al oyente , razón sera que en lo ridículo o risueño se toque algo; y q[ue], pues ayer lloramos tanto, no se passe oy el reyr en breue, y, al fin, se trate algo de la risa, porque soy aficionado a comedias y amo saber dellas más, y más este punto, como más essencial.

Fadrique respondió: Por cierto, señor, vos me quereys poner en vna dificultad no pequeña; no es la materia del reyr como la del llorar; que ésta es cifrada, y aquélla, esparcida y difusa, y las cosas que mueven a llanto se reduzen fácilmente a número cierto, mas las que a risa, no tienen número de muchas que son.

Bien está, dixo Vgo, q[ue], si vos queréys, todauía nos diréys más de lo q[ue] nosotros alcançamos.

Y Fadrique: Pudiera ser que no, mas, porque no me tengáys por mal co[m]pañero y estraño huésped, os quiero obedecer. Y, dexando lo vrbano dicho y, lo venusto, que ansí dize[n] los dichos y hechos cortesanos y discretos y agudos que no produzen risa, tratemos de solos aquellos que la crían y fueron dichos salados de algunos porque, ansí como lo salado da sed, éstos la dan de escuchar, y a mi fastidio de dezir cosa, que esta materia de la risa es fundada en torpeça y fealdad, y ansí será fuerça que yo sea en ello feo y torpe.

[Frag. 4.]

En cosa tan conocida como esta de la risa no me parece que ay que definir más de que la risa es risa. Ansí como la definició[n] es clara, la diuisión es escura. Haré lo que pudiere para reduzirla en orden co[n]ueniente. Digo, pues, que la vniuersal naturaleza, justa en todo, dió pocas asas y lugares de adonde se tome el miedo y misericordia, llanto y tristeza, y dió muchos de adonde se tome la risa, la qual es [pág. 387] contraria del todo a los ya dichos. Y esto fué hecho con suma prouidencia para que las muchas y breues causas de reyr se pudiessen aparejar con las pocas y largas de llorar, ansí que, si el llanto es largo en la vida humana y la risa es breue, las causas y ocasiones de reyr son muchas, y las de llorar, no tantas. Son muchos, digo, los motiuos y muchos los lugares, porque la risa está fundada en vn no sé qué de torpe y lo qual ay en el mundo más que otra cosa alguna. Sea, pues, el fundamento principal que la risa tiene su assiento en fealdad y torpeza.

La torpeza es fundame[n]to de la risa.

El Pinciano dixo entonces: Yo lo he ansí oydo dezir de Atistóteles, en sus Poéticos, y de Cicerón, en el segu[n]do De oratore, mas no lo entiendo bien, porque me parece que me río muchas veces de cosas que no tienen parte en lo feo y torpe.

Fadrique dixo: Hablaremos de essas cosas después que por exemplos ayamos fundado nuestra proposición: conuiene saber: que, lo ridículo está en lo feo. Digo ansí: que, como las más cosas del mundo se reduzen a obras y palabras, ansí tambié[n] la risa se reduze a palabras y obras. De las obras ridículas trae por exemplo Aristóteles trae la cara torzida de alguna persona: y es ansí la verdad, que, como vn rostro hermoso mueue a admiración, vno muy feo mueue a risa. Y éste basta, por exemplo, de las obras ridículas, las quales son muchas, y que se pueden mal poner en orden y concierto, porque todas las que son disparatadas y necias, como no vengan en daño notable de alguno, son ridículas; que, quando traen consigo daño notable, venze la compassión a lo ridículo y piérdese del todo la risa [pág. 388] y ansí vn cuerpo o vn rostro naturalmente feo y co[n]trahecho causa risa, lo que no haze causado por enfermedad, porque entra la co[m]passión del dolor y no consiente entrada a la risa. Esto mismo acontece quando vn hombre da vna cayda, que, si se hizo daño notable a su persona, nadie ay tan maligno que se ría, pero si el caydo se alla sin daño, ¿quién aurá que se pueda contener la risa?

Yo, no, a lo menos, dixo Vgo; que vn día me llamaron para visitar vn Grande de estos reynos que auía caydo de vn cauallo yendo a caça, y, visto que el daño no era de momento, fué tanta la risa q[ue] me vino de sólo acordarme de la cayda del señor, que, no pudiéndome contener, me puse detrás de las cortinas de la cama.

El Pinciano dixo entonce s: Confiesso que yo también padezco essa enfermedad, y me agrado que sea común a todos, mas pregunto: ¿qué torpe o qué feo ay en vna cayda?

Fadrique preguntó al Pinciano: Pregunto: ¿ay algún hombre o mujer que cayga hermosamente? Si la cayda es sin culpa del que cae, trae co[n]sigo fealdad en el cuerpo y descompostura dél, y sí cae por culpa suya y falta de auiso, lo qual es más ordinario, allende de la fealdad del cuerpo. trae otra del alma, que es la ignorancia.

Yo quiero, dixo el Pinciano, apretar más este negocio. ¿Qué ignorancia huuo en el señor q[ue] cayó, si el cauallo era vn demonio? ¿Y qué fealdad huuo en la cayda?

Vgo: ¡Si estaba seys leguas del caydo!

Fadrique se puso a pensar vn poco y dixo después: Fealdad fué del que cayó, sin hazerse daño notable, auer tenido miedo mucho y alboroto al tiempo del caer, y este pauor que sin porqué se presupone, es fealdad. Y, si esto queréys más cla[pág. 389]ro, imaginad vn hombre que huye de otro que le arroja naranjas de piedra, y otro que huye del que le arroja naranjas de cera, llenas de azaar, y veréys que, del primero que huye co[n] razón, tenemos compassión, y del segu[n]do nos reymos por el engaño que padece: y no me digáys que yo también, sí cayera, tuuiera antes del caer miedo, y, con este, después que viera el poco daño, me riera del miedo que tuue sin porqué, según lo que sucedió. Olor de fealdad y torpeza ha de auer necessariamente en la cosa ridícula.

Pregu[n]to, dixo Pinciano, ¿qué obra fea huuo en esto que diré, lo qual causo mucha risa? Estaua vn labrador encima de vn pollino, comiendo vn pastel, y dos estudiantes se pusieron en medio: el vno de los quales le preguntó cierta cosa, y, en tanto que el labrador respo[n]dió al vno, el otro le sacó la carne del pastel sutilmente, y se la metió en vna escarcela que trahía; el labrador passó adelante dos o tres passos y quando vió la cáxcara sin meollo, se quedó mirando al cielo, como que algún páxaro se la huuiera lleuado. El robador y, encubridor se fuero[n] de risa finados, y finados de risa lo vieron los circunstantes, y los estudiantes se tragaron su carne a medias.

Cuento es ridículo ésse, dixo Fadrique, y mucho, porque tiene lo feo doblado: fealdad de parte del labrador, que fué la ignora[n]cia, y fealdad de parte de los estudiantes, que fué picardía. Y, si co[n]sideráys ate[n]tamente en todos estos hechos ridículos, hallaréys lo mismo; y es tan verdad esto, que muchas cosas que de suyo no son ridículas, se hazen tales por la fealdad sola del lugar de donde salen; y si no, aduertid en la ventosidad, que, si sale por la boca del hombre, no ay hom [pág.390]bre que se ría jamás, pero, sí por la parte contraria, ¿quién ay que no se mueua a risa, especialmente en tiempo y en sazón?

Vgo dixo: Sí, harto reydo fué el caso de Boscán ante su dama, al qual salió un suspiro, sin licencia de su dueño, por la dicha parte, y dió tanto que reyr, que ay opiniones por aquel solo suspiro auer sido Boscán más famoso que por los metros que hizo.

De otro, dixo Fadriq[ue], me acuerdo yo harto reydo y más prouechoso.

Y el Piniciano: Si fuere pulla, que no valga.

No, dixo Fadriq[ue]. Fué el caso que eran vnos representa[n]tes hazie[n]do vna comedia en casa de vn gran señor destos reynos, adonde estauan muchos señores titulados y no titulados con sus mujeres, que auían sido combidados por el señor de la casa; sucedió, pues, que salió vn entremés, y en él, vn rufián muy brauato, cuyas brauezas vinieron a término que vn pajezillo le quitó la espada, y le hizo poner de rodillas en el suelo y, alça[n]do la espada desnuda en alto, le dixo q[ue] se confessasse. Al tie[m]po q[ue] esto oyó el brauo espadachín, soltósele vna ventosidad por la parte inferior que atronó el aposento; el vno y otro representante se entraron atajados, sin más hablar, y la gente quedó descompuesta de risa, y que agora no acaba. Después de auer pasado vna ola della, embió el señor de la casa a saber si auía sido hecho aquel sonido con algún artificio, y el que fué, halló al autor de la comedia riñendo con el de la ventosidad por lo q[ue] había hecho; él se disculpaua diziendo q[ue] aquellas cosas no eran en manos de las gentes y que fué obra d[e]l miedo, forçada y no uolu[n]taria. El señor supo esto y diziendo: «representante q[ue] sabe hazer tan bien su persona en la comedia, justo es q[ue] sea remu[pág. 391]nerado luego», y le embió vna gra[n]de taça dorada co[n] vn recado muy donoso, y fué: q[ue] él le embiaua aquel vaso por[que], de aquí adelante, no los diesse a beuer en el otro. Todos los demás señores, querie[n]do imitar al dueño de la casa, le embiaron sus joyas, y, aunq[ue] la comedia fué muy graciosa y ridícula, no tanto como en la hazaña del brauato.

No me tenéys mas q[ue] dezir, dixo el P[inciano], veo q[ue] es ansí lo que dezís: y me acuerdo de vna melecina del Conde de Benaue[n]te y del doctor Villalobos y d[e] Mari-García q[ue] dió mucho q[ue] reyr, y el día de oy le da; y hallo, por mi cuenta, ser la causa q[ue], como dezís, la risa está fundada en lo feo y torpe.

Y Vgo dixo: Ta[m]bién me acuerdo yo, no de oydas, sino de vistas, vna co[n]firmación no pequeña al propósito, mas quierola dexar para otro tie[m]po.

Fad[rique] le rogó la dixesse. Vg[o] dixo: Presto es dicha. Yo visité a vn cauallero del hábito de Sa[n]tiago, persona graue en su co[n]dición y graue en su edad, porq[ue] tenía setenta años y más. Era su enfermedad vn dolor d[e] hijada, para el qual le ordené vna melecina. El dixo que en su vida la auía recebido y q[ue] le diesse otro remedio, q[ue] aquél era escusado: yo le dixe que no sabía otro que fuesse más cierto y seguro, y que se le quedaua escrito, que la necessidad le diría lo que hauía de hazer; en esto me fuy y boluí a la tarde a le visitar, al qual hallé riendo descompuestamente, q[ue] yo me admiré y dixe: «Buena señal es quando el enfermo ríe». El me respondió riendo: «Pues yo os prometo q[ue] el dolor es poco menor, mas, después q[ue] me acuerdo de la manera q[ue] me puse para echarme la melecina, yo no soy mío ni poderoso para resistir la risa». Y, dicho, comiença a reyr de nueuo.

Exe[m]plo es ésse, dixo F[adrique], harto al propósito d[e] lo q[ue] se va habla[n]do [pág. 392]. Y, si queréys más confirmación, fingid que quatro ho[m]bres están en conuersación; de los quales, el vno, tesorero de algún señor, el otro, médico, y los otros dos, gentiles hombres; y que al vno del·los le traen vna carta y que, leyda, parece de poca importancia, y assí lo entienden todos; si el tesorero a quien se dió, dize della: «éssa será buena para hazer receptas», será dicho gracioso por la metáphora, porque su intento era dezir que «para pólizas». Y, si se diera al médico y dixera: «éssa será buena para pólizas», ta[m]bién el dicho tenía de lo agradable por la misma metáphora, y no tuuiera ridículo, porq[ue] no tenía algo de lo feo. Pero, si el vno de los gentiles hombres dixera: mejor será para biznaga», sin duda fuera ridículo por lo feo. Y si el otro dixera: «buena será para el bote de todas las conseruas», fuera más ridículo por el primor mayor en mayor fealdad, por la proporción que ay del seruidor al bote, y por la desproporción que tiene lo que contiene a la conserua. Quede, en suma, assentado que tanto es vna cosa ridícula, quanto participa de torpeza y fealdad en cierta forma, agora sea en obras, agora en palabras. Y, por esta ocasión, también son las acciones trágicas más conuenientes a reyes que no las cómicas, a los quales se saca mal la risa, ni con garabatos, especialmente en actos públicos. Y aduierto que, como diximos en la trágica, el que quiere mouer lágrimas, si no lo sabe hazer, mueue a vómito. Resumiendo, pues, la cosa, digo: que la materia de la risa está en obras y palabras, y que las obras son como las palabras, en las quales ay alguna fealdad y torpeza. Las obras se pueden mal [pág. 393]reducir a orden cierto, sino al general y vniuersal que está dicho, y es: que la obra fea, necia o disparatada, en cierta sazón y conyuntura, es produzidora de la risa, como la de vn hombre apassionado del miedo, que, por escaparse, se pone debaxo de vna albarda; y otro, estimulado de la ira, que arroja el copo de estopa al que dessea matar; y del enamorado que anda sin juyzio; y del auaro que saca el dinero de la tierra con grande afán y, después, voluntario le sepulta y entierra. Obras son también las imitaciones hechas con cuerpo, ojos, boca, manos, contrahaziendo a alguno, como los mimos y representantes hacen, los quales suelen tener mucho de lo ridículo. Déstos y otros semejantes se pueden tomar los lugares de la risa, en quanto a las obras; y, en quanto a las palabras, es de aduertir q[ue] el que dice la palabra ridícula, deue quedar mesurado para hazerla más risueña; y que de las palabras, vnas son vrbanas y discretas, que, sin perjuyzio de nadie notable, dan materia de risa; y esta especie es tal, que puede parecer delante de reyes. Las demás, que nacen de la dicazidad y murmuración y fealdad y torpeza de palabras, son malas, y ansí se guarde el cómico della en todo caso de acciones delante de reyes y príncipes grandes, los quales aborrecen naturalme[n]te a toda fealdad.

Mas exemplos de risa en obras.

Risa en palabras.El Pinciano preguntó: ¿Pues aquel suspiro del representante medroso no pareció mal?

Lugares de risa se toma[n] de la oratoria.

Con todo esso, dixo Fadrique, no lo tengo por seguro ante semejante teatro, porque pudiera oler mal. Y, viniendo a lo principal de lo ridículo, que consiste en palabras, digo que se pueden mejor reduzir en orden, y que de la arte de bien dezir puede tomar la suya [pág.394] el cómico para él hazer reyr, y se puede aprouechar, según el tiempo y sazón que al poeta mejor pareciere. De la oratoria materia, que es la questión, tomará el poeta cómico lugar para su risa, si finge alguna q[ue] sea disparatada, ridícula y necia, qual fué la de los dos litigantes que gastaron su hazienda sobre por quien auía cantado el cuquillo; y qual fué también la del marido y la mujer que, auiendo acabado de poner vnos oliuos, començaron a poner dificultad a qué precio auían de vender las oliuas. Y éstos baste[n] por exemplo de la questión, aduirtiendo que la questión ridícula quiere nacer siempre de algún disparate de opinión.

De la questión. De las partes de la oratoria. De la inve[n]ción y lugares de argumentos. De la difinición.

De las partes de la oratoria se toman también argumentos de risa; y, ansí como los rhetóricos sacan sus argumentos para suadir, pueden los cómicos sacarlas para mouer a risa de los mismos lugares que la inuención da. De la difinición sea exemplo el que difinió a la mujer diziendo: «La mujer es sarna del espíritu del hombre, queriendo dezir que, como la sarna trae inquietud al cuerpo, la mujer trae en dessassossiego al alma del hombre. De la etymología se sacarán también modos de reyr de dos maneras: o por el sentido propio, o por el contrario, por el propio, como dezir que la mujer tomó nombre de muerte y no de muelle; y, por el contrario sentido, como dezir q[ue] al Iurista dizen letrado, como al negro, Iuan Blanco. De la participación o diuisión, como la que respondió Galua a vno que le pidió prestada vna capa aguadera, al qual respondió: «Si no llueve, no te es necessaria; y, si llueve, la auré yo menester», la qual sería más ridícula si fuesse más [pág. 395] fea, como de vno que, recibiendo olor malo, dixo: «o es mierda o assan torreznos»

De la etymología.

De la división.

Vgo dixo: Acójome en essa partición a los torreznos.

De los conjugatos.

Y Fadrique prosiguió diziendo: De los conjugatos se tomará aquello de Ouidio: «con oro tiene el hombre honra; del oro le viene el ser temido: por oro es amado de las damas; y, al fin, reyna el oro; éste es siglo de oro que no el passado». Del argumento de menor a mayor exemplo el cuento que se dize entre el Cardenal Fray Francisco Ximénez y vn litigante, el qual tenía vn pleito ante el Vicario de Alcalá, y, sospechando que estaua inclinado a la parte contraria, pidió al Cardenal diesse vn otro Juez con el Vicario para que mejor se declarasse su justicia. El Arçobispo le dixo que de adó[n]de quería que le traxesse Acompañado a su Vicario, y esto, co[n] vn poco de cólera. El litigante dixo: «Señor, de Madrid se puede traer». Y, luego, con más cólera le dixo el Cardenal assí: «¿Qué hombre puede auer en Madrid que pueda ser Acompañado de mi Juez?» Aquí el litigante se encolerizó y dixo: «¡Cuerpo de Dios conmigo! ¿Pudo dar Tordelaguna a vn hombre para Arçobispo de Toledo, y Madrid no puede darle para Aco[m]pañado, del Vicario de Alcalá?» Este exemplo baste del argumento de menor a mayor, el qual es de la especie de los agudos y discretos, y del argumento de mayor a menor será vno de los rudos y simples: fué vn hombre a la plaça vna mañana a coger trastejadores para su casa y, teniendo noticia que eran vnos de aquel officio, se llegó a ellos y les dixo: «Hermanos, ¿aurá aquí alguno de vosotros que sepa trastejar vna casa?» El [pág. 396] vno dellos respondió: «¿Y cómo? Agora hombre ay aquí que ha trastexado en Salamanca». Y argumento del contrario, como el dicho de Vasco Fernández, portugués, y de vn criado del Rey Católico, y fué que, en la guerra de Granada, Vasco Ferná[n]dez fué con su cauallo corriendo, y, entrando en Granada, clauó con su puñal vn escrito en vna puerta, el qual dezía: «Aquí llegó Vasco Fernández». El ya dicho criado del Rey tomó otro cauallo y, auiendo entrado en Granada más adelante, clauó otro escrito que dezía: «Aquí no llegó Vasco Fernández». Y del diuerso, el dicho del predicador portugués en el sermón de la victoria de Aljuuarrota, el qual, estando en la narración de la postura de los esquadrones. dixo: «Estauan los christianos de la vna parte del río, y los castellanos, de la otra». Y del disímil, como lo dixo don Diego de Mendoza de vn Cardenal Legado al Emperador el qual Cardenal era muy pequeño y muy gordo, y dixo don Diego: «q[ue] más parecía chichón q[ue] cardenal». Y deste disímil, y del símil, juga[n]do del equívoco, se harán mil formas de mouer a risa, y, especialmente, en castellano, porq[ue] abunda de, más equíuocas q[ue] otra alguna. nación, ansí como el griego de metaphóricos: en el símil se pueden poner todos los que dezimos apodos, los quales, por tomarse de muchas partes, son también innúmeros;

Del menor a mayor.Del mayor a menor.

Del contrario.

Del diuerso.

Del disímil y del símil.

Apodos de varias maneras.

porque el apodo se puede tomar del espíritu, como se dize al inquieto que tiene el espíritu de azogue; y del cuerpo se puede tomar de la grandeza, como el que dixo, de vn hombre largo, que era bueno para portero, que podría emplaçar por las ventanas, y de vn hombre menudico, que parecía passa de Corintho, y de. chico y [pág. 397] y gordo, como el q[ue] diximos del Cardenal poco ha; y de la figura, como el q[ue] vno dixo de vn ho[m]bre delgado, chico y moreno, que parecía euilleta de cobre. Y del argumento que de las señales se toma puede ser exemplo el de vn hombre q[ue], quexá[n]dose a vn capitán que le auían despojado vnos soldados de su compañía, fué preguntado del capitán si lleuaua el jubón que entonces traía vestido al tie[m]po que le despojaron; el hombre dixo sí, y el capitán respondió: «No eran de mi compañía, que, a serlo, no os le dexaran». Y en los adjuntos lugar y tiempo se pueden hazer y se hazen razones ridículas, ansí como en razón de las personas; en razó[n] de lugar fué gracioso vn mayordomo de vn cauallero pobre que, dando, cuenta a su señor del gasto de aquel día, entre otras partidas, tenía vna que dezía: «de quitar el estiércol de la caual·leriza y la barba de su merced, tres reales». Y, si queréys del lugar otro más ridículo, por ser más feo, sea el de vna dama, la qual tenía vna grieta pequeña en vn labio, y a la qual dixo vn gentil ho[m]bre q[ue] la saliua dél, con su labio puesta, le sería de gran provecho; la dama respondió: «esse remedio oyle yo alabar más para las almorranas, y vna negra mía las tiene» Esto en el lugar, y en el tiempo, vn cuento de vn canónigo y vn su criado, y fué: que, estando el canónigo en Flandes, el criado, que estaua en España, escriuió assí: «Señor, el macho está muy malo; el albeytar le manda sangrar; vea vuestra merced lo que manda». En razón también de tiempo se puede poner por exemplo el dicho de vn gentil hombre que, auiendo suplicado al Rey cierta cosa, y el Rey negándosela, le fué a besar las manos y se las besó [pág. 398] por la merced que le auía hecho. El Rey entendió que el hombre auía mal entendido la respuesta y le dixo: «¿Por qué me besáys la mano?» El gentil hombre respondió: «Porque Vuestra Magestad me despachó presto».

De las señales.

De los adjuntos.

Lugar.

Tiempo.

Esse caso, dixo Vgo, más que de lo ridículo, tiene de lo faceto y discreto.

De persona.

Fadr[ique] dixo: Ansí es la verdad, porque tiene poco de lo torpe y feo. Y, en razón de persona, como el cuento vulgar de vna mujer aldeana que mandó una gallina al cura, el qual se fué por su casa dissimulado, y, viendo que no estaua allí, por no boluer otra vez, le tomó la mejor que halló; a la mujer se lo dixo después vna niña, y la mujer luego exclamó diziendo: «¡Válame Dios! Infinitas vezes, y de veras, ofrecí al diablo aquella gallina, y nunca se la lleuó; y vna vez que se la ofrecí burlando al cura, se la lleuó al punto». Esto en la inuención. Y, en lo que toca a la disposición, se halla también mucho de lo ridículo, especial con ignorancia; tal fué la de vno que, rogando a vn señor vna cosa, le dixo: «Hágalo vuestra señoría, por amor de Dios y mío y de la señora condesa, que es más que todo». O de otro que, jurando, dixo: «¡Voto a Dios! Perdóneme Sancto Toribio», aunque este dicho se podría reduzir a vno de los schemas dicho licencia: y perdonadme, señor Pinciano, que os canso con cuentos viejos y, por tanto, desabridos.

De la disposición.

El Pinciano dixo: Bueno está esso, señor Fadrique, aunque bobo, no tanto que entienda andáys mal en referir cuentos viejos; sé que los traéys para exemplo, y sé que para este efecto ellos son los mejores.

Vgo dixo: Bien dicho.

Elocución.

Y Fadrique: Passemos adelante a la otra parte de la oratoria que se dice elocución, porque hermosea [pág. 399] a la oración con sales y flores nueuas(51). Y primero de los que dizen tropos, después, de las llamadas figuras de palabras y de las figuras de sentencias o schemas, porque todas estas cosas sin número darán lugares para nuestro intento. Entre los tropos se toma de la metáphora por necia y por discreta; sería ridícula metáphora, por necia, si alguno dixesse al mar «perplexo» por «confuso»; y sería discreta, como la que dixo vn señor por dos escuderos viejos, que, por el mes de enero, después de auer cenado, estauan murmurando dél y l·lorando el tiempo passado con lágrimas viuas, por quienes dixo el señor: «jamas vi por Nauidad llorar las vides, si no es agora». Y desta figura son infinitas las gracias que están escriptas, y infinitas las que se pueden yr sacando cada día.

Tropos.

MetáphoraVgo dixo entonces: Alguno dudará si lo que auéys dicho esté debaxo de metáphora o de equíuoco, porque tan común es llorar las vides como llorar el hombre. Y, si ha de ser tropo, deue, ser modo de hablar no común.

Fadrique dixo: Vos, señor Vgo, al fin dáys por vides a aquellos buenos hombres, y, si ellos estuuieran aquí, responderían sin falta alguna.

Yo lo entiendo ya, dixo Vgo, que quando el llorar no sea metáphora, lo es la vid.

Luego Fadrique prosiguió diziendo: El equíuoco nació de metaphórico, y vos me days ocasión de hablar dél con hazer llorar al equíuoco; y digo lo dicho: que dél se toman infinitas maneras de gracias, mas bastará traer vna o dos por exemplo. Y sea el primero el de Augusto, que, de vn su sieruo poco fiel, dixo: «Fulano, mi sieruo, es tan priuado mío, que para él no ay cosa cerrada en mi palacio» [pág. 400]. Son también especies de metáphoras los refranes, en los quales puede auer mucho de lo ridículo. Sigue en orden la alegoría, la qual es junta de metáphoras, y de la qual sea exemplo Cicerón, que dixo de Celio, orador, que tenía mejor siniestra q[ue] diestra, porque sabía, mejor acusar que defender. Esta tampoco es muy ridícula, porque tiene poco de lo feo y torpe, que, ado[n]de no ay dicazidad, digo, murmuración o fealdad de palabra o ignorancia y simpleza, el dicho agudo queda vrbano y cortesano, mas poco ridículo. Pero, si d[e] alegoría queréys exe[m]plo más risueño, sea este: vn estudiante yua en vil rocín muy, flaco y largo, y vn mercader le preguntó a cómo daua la vara; el estudiante, boluiendo la mano a la cola del rocín y alçandola dixo: «Entrad en la tienda». Y en el hipérbaton, como otra vez, en otra ocasión. diximos «elegante habla mente» por «habla elegantemente». Sea exemplo de la émphasis lo que dixo Lucio Acio: «nauío co[n] hierro», «cortó la piedra de amolar. Y de la hipérbole, el que para engrandecer la grandeza de vn aluañil dixo que podía desde el suelo trastexar las más altas torres; y deste género son las me[n]tiras ridículas, como los que dizen fieros. Esta hipérbole se haze más ridícula quando el que quiere exagerar la cosa, la disminuye, y más, acerca de alguna cosa torpe, como fué la del predicador que en vn sermón de la adúltera, afeando el adulterio, dixo que más quisiera pecar con dos vírgenes que con vna casada. Y de la perífrasi sea exe[m]plo la monja melindrosa que, por no dezir turmas con su vocablo, las dixo por vn circunloquio tan feo, q[ue] yo no me atreuo a le dezir; y assí se hallarán en los demás que dezimos tropos [pág. 401] lugares no poco s para sacar risa, que por no dilatar dexo.

Alegoría. Hipérbaton.

Emphasis.

Hipérbole.

Perífrasi.

Figuras.

Vamos, pues, a las figuras, de las quales digo q[ue] vnas tocan al cuerpo del vocablo; otras, al alma; las que al cuerpo, o le añaden, o le quitan; otras ponen o mudan (de la forma que a otro propósito se dixo): mudando, como si alguno por dezir «tanto» dixesse «tonto»; añadiendo, como por dezir «lengua latina», dezir «lengua latrina»; y por dezir «latina», dezir «latinaxa». Y de aquí se pueden sacar innumerables figuras hechas, o artificiosa, o simplemente. En las que tocan al ánima del vocablo se hal·lan también lugares para la risa, porque se hallarán en la repetición, conuersión o complexión y co[n]duplicación, bien que yo no me acuerdo. Y en la sinonymia, como la que conmigo vsó vn mi criado estudiante, el qual siempre que me acompañaua, lleuaua debaxo del braço los Oficios de Tulio, y vn día por leer yo en ellos vn poco le pregunté si trahía a Ciceró[n], y él me respondió: «No, señor, no traygo sino a Tulio». Y en la traducción, sea la respuesta de vn criado del Rey, al qual auía[n] dado vna posada mala, y, entre otras faltas que tenía, era no tener caualleriza; el mal aposentado se fué al aposentador y le pidió otra posada. El aposentador le pregu[n]tó q[ué] falta tenía la q[ue] le auía[n] dado. El criado del Rey le respondió: «Vna muy gra[n]de, q[ue] toda es establo y no tiene establo». Y, si queréys otro exe[m]plo, sea lo q[ue] vn cortesano respondió, que, diziéndole: «Fulano murmura de vos delante de todos», dixo «más quiero esse hombre murmure de mí dela[n]te de todos, que no que todos me murmuren delante dél». Ansimismo se hallarán en las conjunciones, difiniciones y precisiones(52), y en las anominaciones, ilusiones y jue[pág. 402]gos del vocablo, como si vno por dezir «alguazil» dixesse «guadamecil» de industria y con ignorancia; y por dezir «acanea», dixesse «cananea». Y, en las figuras que tienen assiento en me[n]gua de palabras, tiene ta[m]bién assiento y no malo la risa, Déstas suelen vsar los cómicos en personas turbadas, especialme[n]te en las de los simples que en España se suelen imitar; los quales, mientras comiençan muchas sente[n]cias y acaban ninguna, haze[n] mil precisiones muy graciosas.

Sinonymia.

Traduzión.
Vgo dixo: Essos son vnos personajes que suelen más deleytar que quantos salen a las comedias.

Y Fadrique: Ansí es la verdad, y con mucha razón, porque es vna persona la del simple en la qual cabe ignorancia, y cabe malicia, y, cabe también lasciuia rústica y grosera; y, al fin, es capaz de todas tres especies ridículas, porque, como persona ignorante, le está bien el preguntar, responder y discurrir necedades; y, como necia, le están bie[n] las palabras lasciuas, rústicas y grosseras; y, en la verdad, por le estar bien toda fealdad, es la persona más apta para la comedia de todas las demás, en cuya inuención se han auentajado los Españoles a Griegos y Latinos y a los demás: todos los quales vsaron, de sieruos en sus comedias para el fin de la risa, y a los quales faltaua alguna y algunas especies de lo ridículo, porque. o no tenían más que la dicazidad, o la lasciuia, y, qua[n]do mucho, las dos juntas, de manera que carecían de la ignorancia simple, la qual es autora grande de la risa.

Schemas.

Ay también en los schemas o figuras d[e] sentencias mucho de lo ridículo; todas las interrogaciones o pregu[n]tas necias lo son, como la que vn moço de veynte y quatro años que preguntó q[ue] de qué se hazía la madera. Este sea exemplo de [pág. 403] pregunta necia. Y, de la discreta, sea la pregu[n]ta que hizo vn soldado pequeño de cuerpo que, riñendo con otro gra[n]de y me[m]brudo, de palabra en palabra, resualó en la obra, y, jugando de antuuiada, dió vn bofetón al co[n]trario, y, queriendo echar mano a las armas, fueron despartidos por entonces, mas, después hechos amigos por el capitán, como el q[ue] fué cargado, no se pudo descargar co[n] obras, descargáuase con palabras, quexándose en todas partes que, fauorecido de su capitá[n], vn hombre, sin manos, se le huuiesse atreuido; y vna vez lo dixo en parte q[ue] lo oyó el q[ue] le hirió, el qual pregu[n]tó: «¿Y quando os di el bofetón tenía yo manos?» En las respuestas ay también mucho de lo ridículo por necias y por discretas. Por necia sea exemplo el q[ue], preguntado cómo se comía vn panal de miel, respo[n]dió, con ignorancia, q[ue] asado y cozido. Y de discreta sea la respuesta de Iulia, hija de Augusto, la qual era ta[n] desembuelta, q[ue] en vn banquete se le pudo pregu[n]tar por q[ué] causa la mujer, estando preñada, consentía el ayuntamie[n]to del macho, y las alimañas, no: ella respondió: «porque son alimañas». Ay también mucha sal en la mezcla de pregunta necia y respuesta discreta; tales fuero[n] las d[e] Tirio Máximo y Carpathio, los quales auían oydo vna representación juntos y juntos salieron del teatro, y, después della, al salir, preguntó Tirio a Carpathio si auía visto la representación. Carpathio respondió: «No, que estuue con los representantes jugando a la pelota». En las respuestas disimuladas ay tambié[n].mucho lugar de risa, y en las disparatadas; exemplo de las disimuladas sea vn ladrón famoso que, preguntándole vn alcalde en gerigonça, respondió: «Yo, señor, [pág. 404] nunca aprendí latín, y de la disparatada sea la de Cicerón, al qual dixo vno: «¿Qué haré, señor, desdichado de mí, que mi mujer se me ha ahorcado en mi huerto?» Cicerón respondió: «Yo os lo diré; dadme vna postura de esse árbol para plantarla en el mío».

Interrogaciones.
Respuestas.

El Pinciano dixo: No me parece esso tanto disparate como malicia de Ciceró[n].

Fadrique respondió: No malicia, por amor de mí, que M[arco] T[ulio] habló burlando y, por gracia y para diuertir al hombre de su pena. Ay también respuestas retorsiuas muy donosas, muchas y muy varias, que, por no cansar, passo, poniendo por exemplo la de Cicerón a Vidio Curio, el qual tenía siempre costumbre de quitarse los años de su edad; y en, vna co[n]uersación se quitó tantos, que le dixo Cicerón: «Luego, quando abogamos tú y yo juntos, no eras tú nacido». Y en las prosopopeyas ay también mucha simiente de risa, como se dize que, estando comiendo ciertos cauaballeros vnos peces a la mesa de vn gran señor, el señor mismo los repartió con su mano y dió vno pequeño a vn hidalgo, el qual, escozido de la ho[n]ra, o del prouecho, o de todo junto, puso el pez a su oydo. El señor le preguntó qué hazía, y el hidalgo dixo: «Señor, mi padre murió en el río de a do se sacó este pez, y preguntáuale yo si conoció a mi padre quando se ahogó; y dezíame el pez que no, porque era él entonces muy chiquito». Y en la ironía, como en la de Augusto César, que, auiendo despedido a vn soldado por invtil, el soldado le dixo: «¿Qué, señor, diré a mi padre quando esté delante dél?» Al qual dixo el César: «Dile tú que no te agradé yo». Y en la llamada concessión ay mucho ridículo, como se vió, en Salamanca, entre dos opo[pág.405]sitores, el vno de los quales para mejor suadir su negocio dixo a los votos, después de la lección leyda- «No ay, señores, discípulo que sea mayor que el maestro, y fulano, mi contrario, ha sido oyente mío muchos días». Passó esto assí, y el contrario, al día siguiente, respondiendo a la objeción, dixo assí: «Yo, señores, concedo que no ay maestro que no sepa más que su discípulo, y que yo lo fuy de mi opositor, el qual, en nueue lecciones que, para se hazer bachil·ler, leyó a mí y a otros amigos, nos declaró y enseñó los libros De Arte amandi». Esta fué a mi parecer vna graciosa concessión. Y no lo fué menos la del padre prior de no sé qué monesterio.

Prosopopeyas.Ironía.

Concessión.

Calló Fadrique y el Pinciano le rogó la dixesse.

A Fadrique se le hizo pesadumbre y dixo Vgo: Pues yo la quiero dezir, que a los limpios todo es limpio. Reprehendía vn prior a vn su súbdito y nueuo predicador que en vn sermón de las vírgenes auía estado demasiadame[n]te virginal, porque hizo en él muchos apóstrofes a ellas, diziendo que las amaua, y las quería, y que de ellas era muy deuoto, y que desseaua viuir y morir con ellas y cosas desta manera, dichas más con simplicidad que con deshonesto celo. Mas no bastó su buena voluntad a q[ue] los oyentes no murmurassen, y la murmuración no viniesse a las orejas del prelado, el qual dixo después al predicador que, de allí adelante mirasse cómo hablaua en aquella materia, y le dió las razones. El predicador se indignó de verse reprehe[n]dido y dixo colérico: «Pues bien, padre nuestro, ¿ay más q[ue] dezir? Digo otra vez q[ue] amo a las vírgenes y que vírgenes las quiero». El padre superior respondió con mucha flema: «Yo también, mas no las pido a voces y en [pág. 4o6] el púlpito».

Fadrique dixo entonces: De los exemplos no es necessaria la verdad; y assí éste sea vno dellos, q[ue], en mi opinió[n], todos los religiosos son muy buenos y muy castos y dignos de estimación mucha; yo, a lo menos, confiesso de mí que, en viendo a vno cubierto de su vestidura regular, aunque sea el más ignorante motilón, le tengo vn respeto muy grande por lo mucho de bueno que debaxo de aquel hábito contemplo.

El Pinciano dixo: El q[ue] otra cosa pensasse, pecaría mortalme[n]te.

Y Vgo: Y el q[ue] por la boca lo echasse, sería digno de vn gran castigo.

Deprecació[n].

Fadrique prosiguió dizie[n]do: Y en la deprecación ay también de lo risueño, como se vió en vna de vn hombre cuya mujer andaua en casa más que a medias; el qual, siendo junto con vnos médicos en conuersación, escuchó vna disputa y questión sobre por qué causa naturaleza criaua leche en los pechos de algunos hombres, y auiendo respondido vno de los médicos que la naturaleza no hazía cosa en balde, y que sin duda criaua en los pechos de los hombres la leche para algún fin, y que, a su parecer, era para que el hombre a vna necessidad sustentásse a los hijos con su leche, esto oydo por el hombre susodicho, dixo desta manera: «Señores, por amor de Dios, os ruego habléys passo, q[ue], si las mugeres alcançan a saber esto, nos harán criar nuestros hijos siempre, y, alguna vez, los agenos».

Aquí dixo Vgo: Mirad, señores, que la sal de esse dicho no está tanto en la deprecación quanto en el dicho o concepto, porque, sin deprecación alguna, fuera el dicho muy gracioso.

Muchos dichos, dixo Fadrique, ay ridículos que no están en figura rhetórica alguna, sino que lo son por el [pág. 407] concepto y sentencia solamente, pero tengo por bien reduzir a figura los que pueden ser reduzidos como quiera que sea.

Y el Pinciano: Mucho quisiera yo saber esto de los conceptos ridículos, porque, a mi gusto, agradan más los que cobran la gracia por la sentencia que no por la palabra.

Por cierto, respondió Fadrique, y aun yo os lo quisiera dezir por saberlo, mas esto de los conceptos, como lo de las obras que al principio diximos, carece de orden para ser enseñado; y sólo sé dezir que el concepto que tuuiesse y exprimiesse algo de feo de la manera q[ue] está dicha, será ridículo. Esta es vna materia tan derramada, que no siento quien la aya recogido más, ni aun tanto como lo que auéys oydo; y os hago saber q[ue] aun en estas partes de la Retórica ay dificultad de dar orden entero, porque las figuras, en doctrina de Cicerón, son infinitas, y de lo infinito no ay sciencia. Assí, pues, se sacan y hallan los lugares de la risa en la questión, y assí también, en las partes de la oratoria.

De las partes de la oración.

Digo, breue, de las de la oración: el exordio suele ser ridículo por necio, de la manera q[ue] fué el de vn vasallo q[ue], hablando al Rey, començó la plática diziendo «assí como la asna de Balán»...; començó, digo. y acabó, porque de turbado no supo más que dezirlo tres o quatro vezes.

Esso, dixo Vgo, fué ridículo mucho; yo lo concedo por razón del exordio, que dezir el hombre vna necedad, súfrese, mas, en las primeras palabras, que deue[n] ser más premeditadas es causa que la sea mucho mayor.

Este, dixo Fadriq[ue], fué ridículo por necio, y ridículo por discreto el exordio q[ue] luego hizo su co[m]pañero al Rey, dizie[n]do, assí: «luego, señor, q[ue] le vi come[n]çar por asno, ente[n]dí q[ue] auía de caer [pág. 408], lo que ante Vuestra Magestad nos ha traydo es esto y esto…». y assí discurrió en lo demás, no ridícula, mas admirablemente. En las refutaciones se halla[n] también lugares de risa no pocos, ni poco graciosos. Y sea exemplo vna de Augusto a vn mal soldado, dicho Pomponio, el qual se quexaua a sus amigos y no amigos del César, que, auiéndole seruido, no le hazía la merced que sus seruicios, a su parecer, merecían. Este se fué vn día ante el Emperador y le dixo razones muy flacas por donde le deuía hazer mercedes, y añadió diziendo que, por seruirle, le auían dado vna gran cuchil·lada, en la cara. El César respondió: «Quando otra vez huyéredes, no boluáys la cara atrás». Y, dexadas las retorsiones de Aristipo y las respuestas a las tácitas objeciones de Dionisio el Tirano, digo de la que

Refutaciones.Aquí dixo el Pinciano: De buena gana escuchara yo las que dexáis, si no recibiera vuestra persona algún enfado.

Vgo se entrepuso diziendo: Hasse de dar gusto al amigo en lo que justo pide, y luego prosiguió desta manera: Tuuo Aristipo, philósopho, muy graciosas refutaciones, entre las quales fué vna que, sie[n]do acusado que huuiesse dado quatro reales por vna perdiz para su comida, lo qual no estaua bien a vn philósopho professor de virtud y templança, respondió: que, antes, era muy propio del philósopho no estimar el dinero. Esta sea vna de las muchas retorsiones de Aristipo; y otra de Dionysio sea q[ue], auiendo despojado de vna barba larga q[ue] de oro mazizo tenía el dios Esculapio, dixo que su padre no tenía barba y que no era razón la tuuiesse el hijo.

Basta, dixo Fadrique, y prosiguió diziendo assí: Es también graciosa manera de refutar negando vna cosa dicha y [pág. 409] añadie[n]do otra peor desta manera: quexáuasse Domicia Romana de Iunio Baso que huuiesse dicho della que, de escasa y apocada vendía los çapatos viejos de sus siruientes, y Iunio la aplacó dizie[n]do: «Nunca yo tal he dicho, señora; lo que yo dixe es q[ue] los co[m]práuades viejos para os los calçar».

El cue[n]to rieron mucho los co[m]pañeros y dixo el Pin[ciano] riendo: Buena manera, por cierto, de amansar la ira es ésta.

Y F[adrique]: En la especie de aduersar y refutar, afirmando y confirmando, fué assí: que vn médico sabio, pero colérico demasiadamente, y, por ello, muy notado, seruía a vn señor, assistiéndole a comidas y cenas (quiero dezir que le era criado, como los demás); y, yendo vna mañana a la comida de su señor, tuuo palabras co[n] vn su criado en la sala, tan altas, que llegaron a oydos dél, y, alborotado, dixo a sus criados que mirassen qué alboroto era aquí; vno de los quales respondió q[ue] no era nada, y que era el médico que reñía con su criado. El señor dissimuló y prosiguió en su comida, la qual auía empeçado; el médico entró, hizo su salutación y pússose en el lugar que solía; calló el médico y calló el señor y callaron todos gran rato; después del qual, dixo el señor al médico assí: «Muchos médicos he conocido en esta tierra, y, entre otros, a vno, el qual era muy buen letrado discreto, de buen parecer, y, en suma, os parecéys a él todo lo possible, sino que el otro era muy colérico».

Y Fadrique luego en breues palabras cifró lo que auía, reduziendo la risa a conceptos, palabras y obras, con lo qual hizo fin.

Vgo dixo: Pues no auemos bien acabado estos lugares de tomar la risa, porque, aunque es assí que son los tres dichos generales, conceptos, palabras [pág. 410] y obras, no auemos hecho memoria de vna diferencia de risa llamada passiua, la qual es de las más graciosas de todas.

Risa passiua.

¿Qué es esto de passiua?, preguntó el Pinciano.

Y luego respondió Fadrique: Bien dize Vgo; risa passiua se dize quando la risa se conuierte en burla del que pretende que otro sea el reydo y burlado. Desta especie se veen algunas en el Cortesano y en otros libros; y désta me acuerdo auer leydo que vn orador estaua orando contra vn homicida, el qual, en el fin de la oración, sacó ensangretado el estoque co[n] que auía hecho el homicidio diziendo: «Con éste, con éste se hizo el crimen». Estaua el orador de la parte contraria presente, y, por conuertir la compassión en risa, se alçó y, las manos en la cabeça, se fué huyendo y clamando q[ue] le guardassen. Resultó de aquí que no sucedió lo q[ue] él pretendió, q[ue] era que fuesse reydo su aduersario, sino q[ue] el reydo y escarnecido fué él mismo, de manera que, pensando ser persona actiua en la risa, fué passiua. Esta especie de risa passiua puede ser rústica, como ésta, y industriosa, como muchas vezes la suelen vsar los hombres que dizen de plazer, los quales hazen mil descuydos artificiosos para que ellos sean los reydos, y éste es exemplo que en las obras consiste; pienso que, si hiziesse memoria, me acordaría de algunos q[ue] en las palabras consisten.

Vgo dixo ento[n]ces: Aquel de Octauiano César con Marcio está en palabras.

Esse, respondió Fadr[ique], dudo yo si fué de los passiuos solamente, y me parece a mí que fué vna mezcla del actiuo y del passiuo.

Sepa yo, dixo el Pin[ciano], esse del César.

Y F[adrique]: En hora buena, Tenía Octauio, entre otros, vn seruidor, dicho Marcio; éste, pedía al César mercedes a menudo, y el [pág. 411] César nunca se las hazía por ser injustas sus peticiones. Sucedió, pues, que en ocasión que el Marcio era presente. con vn papel en la mano, para le demandar cierta merced, vn otro se entrepuso, suplicándole vna gracia. Octauiano le escuchó, y, visto no demandaua lo justo, le respondió: «Vos, amigo, no os canseys en mas razones: q[ue] no tengo de hazer lo q[ue] pedís, como ni tampoco haré lo q[ue] Marcio me quiere demandar». Fué el dicho reydo por dos causas, por la necedad de Marcio y por la escasez del César.

[Frag. 5.] Especies cómicas.

Dicho esto, cessó vn poco Fadrique y después prosiguió diziendo: Digamos ya de las cómicas especies. Y digo assí: que la comedia, o es paliata, o togata, que es dezir, o es griega, o latina. La griega fué diuidida en tres especies: cómica, satírica y mímica; la latina o romana en quatro: pretextata, trabeata, tabernaria y atelana. Acerca de lo qual es de aduertir que, assí como la tragedia se distingue de la comedia principalmente por la grandeza y memoria de las personas, la comedia haze sus diferencias por la mayoría y pequeñez del·las; que la griega, dicha cómica, era vna comedia entre la gente más granada del pueblo, digo q[ue] en ella se imitaua la gente más principal. La satírica remedaua a la de estado ni gra[n]de ni chico, sino mediano; como la mímica, sólo contrahazía a la más baxa plebe; en ella se imitauan palabras y obras de hombres baxos y soeces, lasciuos, suzios y deshonestos. La romana comedia por el semejante sacó sus diferencias, porq[ue] la pretextata era imitación de gente patricia y generosa; la que imitaua a la ge[n]te eq[ue]stre y mediana, se llamaua trabeata; la q[ue] al comú[n] del pueblo y vulgo, tabernaria; y la [pág. 412] q[ue] a las personas viles, como la mímica griega, era dicha atelana. Esto es lo que, en suma, siento de las especies cómicas, digo, de la comedia y partes della essenciales. Y en lo que toca a las quantitauas, es de saber que la comedia, como la tragedia, son vna cosa misma, porque, assí como ésta, tiene principio, medio y fin, ñudo y soltura, prótasis, epítasis, catástasis y catástrophe, y, en ellas, actos cinco y lo demás que es dicho.

La comedia se divide según la cantidad.

Vgo dixo entonces: Paréceme, señor Fadrique, que vays huyendo de lo dificultoso, porque no hazéys mención de las primeras partes en que la tragedia se diuidió según su cantidad, que son: prólogo, episodio, éxodo y choro. ¿Por ventura es porque el choro no es consequente a la poética cómica?

Esso, respondió Fadrique, fué assí vn tiempo, como en la tragedia si bien me acuerdo, se trató, mas, desde el Philósopho hasta estos tiempos, y aun antes ya la comedia rescebía choro, lo qual se colige claramente del mismo Philósopho, que, en el capítulo segu[n]do del tercero de sus Poéticos, haze mención del choro trágico y del cómico. Y, en la verdad. las dichas partes prólogo, episodio, éxodo y choro se me fueron de la memoria: y me afirmo en q[ue] también la cómica como la trágica las tiene; mas se deue considerar, quanto al prólogo, que la comedia le tiene siempre afuera de la acción, lo qual no conuiene a la trágica, porq[ue], auiendo ésta de ser acción grauíssima, marauillosa y fuera de lo que ordinario se vee en el mundo, no conuiene entrar prologando antes, sino simuladamente yr haziendo la zanja a la obra misma dentro della; y en esto conuiene con la épica, como después se verá. En el choro ay que considerar que el [pág. 413] trágico tuuo tres partes, digo, tres acciones: la vna era lamentar, y ésta se hazía co[n] la multitud; la otra, razonar, y ésta se obraua hablando vn solo actor o representante en vez de la multitud; y la tercera era cantar, no vno, ni muchos, sino dos, tres o quatro, de lo qual se colige que la comedia solamente recebió del choro la vna parte o acción, que fué la música. De lo qual resulta que la tragedia no tuuo prólogo afuera de la acción, y que la comedia no tuuo choro perfecto; mas esta materia, especial la del prólogo, se tocará adelante, si venimos a la épica algún día.

El Pinciano dixo entonces: Está muy bien, mas yo no se que cosa sea prólogo en la poética; en la oratoria ya yo sé, como el otro día se dixo, que es vn seminario de la oración y vn lugar adonde está cifrado todo lo que la oración contiene.

Fadrique respondió: Si por seminario se entiende lo que acabáys de dezir que es vna recapitulación y suma de la cosa toda, esso es dar a entender que es lo mismo que el argumento; mas, si como yo entiendo, por seminario se entiende vna oración en la cual por lo passado se da luz a lo poruenir, éste es verdaderamente prólogo; y déste vsan los escritores comúnmente antes de las obras, y déste vsa el cómico en vna de las especies que de prólogo tiene: el qual prólogo cómico fué diuidido en quatro maneras. Ay vn prólogo que es dicho comendatiuo, porque en él la fábula o el autor es alabado; y ay prólogo relatiuo, adonde el poeta da gracias al pueblo o habla contra algún aduersario. Ayle también argumentatiuo, que es el que diximos daua luz por lo passado a lo poruenir. Y ay prólogo, de todos mezclado, q[ue] no tiene [pág. 414] nombre, y se podría llamar prólogo mixto.

Dicho está ya de la essencia, especies y partes de la comedia; resta dezir vn poco de las condiciones della; que yo acabaré con suma breuedad, porque me deys el plaudite; que he sido el huésped, tengo que mantener la conuersación hasta el fin, pues sé cierto que no os enoja.

Vgo y el Pinciano acometiero[n] palabras de cumplimie[n]to, y Fadrique dixo: No ay para que gastemos el tiempo mal gastado, que yo sé lo q[ue] sé y quisiera más saber lo que no sé; y, después, prosiguió diziendo: La fábula cómica ha de tener cinco actos, como poco ha diximos, y en lo qual conuiene con la trágica. La segunda es también común a las acciones dramáticas, y es: q[ue] cada persona no salga más que cinco vezes al teatro en toda la acció[n], q[ue] viene a ser, en cada acto, vna vez. Y desta manera quedan las entradas tan mezcladas, q[ue] ningún actor da molestia con su freque[n]cia: dexo aparte la persona dicha prostática, la qual no suele salir más que vna vez a dar materia a lo que adelante se ha de dezir, y hazer. Sea la tercera condición q[ue] en la scena no salgan de tres personas arriba, y si saliesse la quarta, esté muda, y, como dize Horacio, no trabaje en hablar; y esto, con mucha razón, porque, en auiendo plática de más dé tres, nace vna confusión molestíssima. La quarta: quando saliere alguna imitación de músicos a dar música, no aya más que vna persona fuera de los músicos, y, si huuiere alguna otra, esté como azechando para algú[n] fin. La quinta, que toda acción se finja ser hecha dentro de tres días. En todas las quales condiciones conuiene con la tragedia.

Vgo dixo aquí: Pues el Philósopho no da más que vn día de término a la [pág. 415] tragedia.

Fadrique se sonrió y dixo: Ahora bien: los hombres de aquel·los tiempos andauan más listos y agudos en el camino de la virtud; y assí el tiempo que entonces bastó, agora no basta. Bien me parece lo que algunos han escrito; que la tragedia te[n]ga cinco días de término, y la comedia, tres, confesando que quanto menos el plazo fuere, terná más de perfección, como no contrauenga a la verisimilitud, la qual es todo de la poética imitación, y más de la cómica que de otra alguna. Y con esto se dé fin a nuestra comedia.

Vgo y el Pinciano dieron el plaudite. dando vnas grandes y regozijadas palmadas, ya en esta sazón declinaua el sol. Fadrique pidió su capa y el Pinciano se despidió de los compañeros con mucha alegría. Fecha, en las Calendas de Iulio. Vale.

Respuesta de don Gabriel a la epístola nouena del Pinciano.

[Frag. 1]

Si trágico fué el prólogo, señor amigo, de la tragedia, el de la comedia fué cómico: de manera que a mí dió gran risa el caso entre Vgo y su mujer, el qual tuuo fin tan diferente de lo que prometió, que de trágico y graue se hizo alegre y ridículo. Son estas ostentaciones muy al propósito para la risa, y me admiro cómo entre las figuras ridículas no fué puesta. Esto breuemente, porq[ue] no es deste lugar; serálo el dezir que vuestra epístola me fué muy agradable con la salud de la mujer de Vgo, que soy rezién casado y quiero mucho a mi mujer, y más cada día, y tengo gran lástima de los casados antiguos que pierden sus honestas compañías, pérdida que es mayor quanto más largo el ñudo [pág. 416] matrimonial; y esto, acerca del primero fragme[n]to.

[Frag. 2.]

De vuestra letra contiene el segundo al principio y a los inuentores de la comedia, la qual define y se difere[n]cia de los demás poemas con el ridículo especialmente. Pero quiero aduertir que, aunq[ue] el ridículo es diferencia muy intrínseca a la cómica, se entiende que deue caer con el género, que es imitación actiua; que vemos algunas imitaciones ridículas, quales son algunas de las satíricas, y no pertenece[n] a la cómica, porque, o son enarratiuas, o comunes. Exemplo de lo que digo veréys en las sátiras de Horacio, el qual mofa escarneciendo y burlando con mucho de lo ridículo. La definición que el Philósopho de la comedia dexó es muy buena también, y me marauillo cómo no se aprouecharon della los compañeros; pero, sí bien se aduierte, la vna y la otra son casi vna cosa misma. La essencia de la tragedia está muy bien excluyda por el ridículo solo; y assí, de oy más, me parece se ponga silencio a la multiplicación de palabras no necessarias. En este segundo fragmento se tocaron también las dos primeras de las siete diferencias entre ella y la comedia.

[Frag. 3.]

Y en el tercero se prosiguen las cinco restantes, y no sé qué añadir como ni qué quitar, lo qual suelo yo hazer de mejor gana, porque amo a la breuedad lacónica.

[Frag. 4.]

El quarto contiene la materia ridícula y, por el tanto, torpe. Yo quisiera que ella se tocara co[n] vn poco de modestia; mas a los limpios todo es limpio, y todo os lo perdono, y au[n] lo agradezco, no por el deleyte que en la lectura recebí, sino por la doctrina que apre[n]do. Vna cosa no puedo callar, y es [pág.417] que vuestro F[adrique] me parece tiene espíritu muy cómico, si ya no lo fué ta[n]to por agasajar a los huéspedes; a esto me arrimo más, que los hombres vrbanos y corteses buscan todas las vías con que deleytar a sus huéspedes como sean honestas, y éstas se deuen contar entre las que no lo son. La diuisió[n] del ridículo en obras y palabras, y la de las palabras especialmente, está más copiosa que otras que he visto. Cicerón tocó esta materia, en el segu[n]do libro De Oratore ad Q. Fratrem; pero, pues Quintiliano, que después le sucedió, no es tan copioso como vuestro Fadrique, a Fadrique me allego por agora en esta parte, y aun en las demás me allegaré; tanta es su opinión para conmigo.

[Frag. 5.]

Contiene el quinto y vltimo párrafo las especies, de la comedia, assí las que fueron acerca de los griegos como las que a los romanos fueron en vso: Tiene también las condiciones, algunas de las quales, por ser comunes a todas las dramáticas, fueron puestas en la epístola vuestra que de la tragedia recebí, como también otras que a la parte de la cantidad della tocan. Todo está bien dicho y bien escrito; yo os ruego no os canséys en lo que yo recibo tanto gusto y cortesía.

Fecha, dos días antes de las Nonas de Iulio. Vale.

[Frag. 2.] Difinición de la tragedia.

El Pinciano dixo entonces: ¿Qué dezís, señor Vgo, aquí acción?Yo lo diré, respondió Vgo. Pregunto: ¿Aquella obra que se va haziendo en la representación o leyendo fuera della, passó como se representa o escriue? No. Pues el imitar a aquella obra que no fué y pudiera ser, llamo yo imitación de acción.Fa[drique] dixo: Poco ay que dificultar en esso [pág. 328] del género. Adela[n]te. Passemos a las diferencias, porque son ta[n]tas, que será marauilla si no las tenemos entre nosotros, V[go] y yo.Y Vg[o] luego: Pocas aurá q[ue] sea[n] de importancia entre dos que tan amigos tienen los ánimos, allende de q[ue] ya sabe el señor Fadrique que todos le reconocemos por maestro; y, dexados cumplimientos, digo: que el primer miembro de la diferencia es «graue»: algunos dizen virtuoso, mas no me parece bien, que el ser virtuoso no diferencia a vn poema de otro (todos lo son: a lo menos, lo deuen ser), saluo si no quisieran poner el nombre virtuoso ju[n]to co[n] lo de más adela[n]te; paréceme mejor la antes dicha interpretación del vocablo griego «graue».Y a mí también, dixo Fad[rique].Dicho, prosiguió Vgo: De los dos miembros que siguen, que son «perfecta y de grandeza co[n]ueniente», poco agora tenemos que dezir pues, quando se trató de la fábula en general, se tocaron estos dos puntos, y se mostró cómo la fábula ha de ser perfecta y acabada, no diuidida en dos, y que deue tener vna grandeza moderada: y el cómo sigue «en oración suaue» (aquí dizen algunos que sonaría mejor, pues el griego da lugar, «oración sazonada o adobada») no reparo, que tan metaphórico es vn vocablo como otro, y tanto el vno como el otro da a entender lo que quiere dezir, que es, que la oración sea hermosa y ornada y sin aspereza.Tampoco reparo en esso, dixo Fadrique, aunque mas me satisfiziera el nombre jucundo o agradable, porque, al·lende de que viene muy bien con el vocablo griego, viene no mal al propósito. Pero no importa mucho, como se entienda q[ue] el Philósopho quiso dezir figurado, y, especialmente, el metaphórico, porque, hablando [pág. 329] de las frasis, él mismo, en sus Poéticos, dize que las metáphoras son más a propósito para la trágica. Passemos adelante.Vgo obedeció y dixo luego: La quinta parte, que dize «con las tres formas de imitación juntas», es clara y declarada ya qua[n]do de las diferencias de la poética en general se trató, adonde se tocó de la manera q[ue] el tripudio y música entrauan en la dithirámbica y trágica, y q[ue] en aquélla era[n] juntas, a vn mismo tie[m]po, todas tres especies de imitación, y, en ésta, juntas, mas en difere[n]tes tiempos. Es la sexta «para limpiar las passiones del ánimo», y es el fin este vniuersal de la poética, a la qual vniuersal obra particulariza con el instrumento; porqué ninguna especie de poética vsa de miedo y misericordia para quietar los ánimos como la trágica, q[ue], aunque en el quietar los ánimos conuiene con la épica, pero ésta no obra tanto esta acción como la trágica, la qual, poniendo personas viuas delante, mueue mucho más a miedo y co[m]passión, y, por la causa misma, quieta mucho más.El Pinciano dixo entonces: Desseo saber qué cosa sea passiones del alma o del ánimo.Vgo luego respo[n]dió algo enfadado: Esta materia se tocó al principio; y assí digo, en breue, q[ue] es el ánimo capaz de passiones (por otro nombre, afectos) y es de virtudes. Virtudes se dizen condiciones o hábitos, por las quales vn hombre es vn buen varón; y las passiones son vnas disposiciones que perturban al hombre, por las quales ni es malo ni bueno, porque son naturales y inuoluntarias: virtudes son como humilde y piadoso, templado, manso, liberal, casto, diligente y otras cosas desta forma; passiones y afectos o per[pág. 330]turbaciones del alma son: ira, miedo, tristeza, co[m]passión y otras ansí. A éstas dixo Galeno enfermedades del ánimo, y aun hizo vn libro de su cura. Y esto es lo que, en breue, se puede al presente dezir de las passiones dichas, a las quales, como digo, la trágica limpia, más q[ue] otra especie de poética, por medio de miedo y misericordia.Fadrique dixo entonces: Tened punto, que me haze dificultad lo q[ue] auéys dicho. Yo confiesso, como dezís, que, por causa de la acción viua, en la representación tiene más eficacia y mueue más mucho la tragedia que no la épica, mas aduertid que, según doctrina de Aristóteles y según la verdad, la tragedia tiene su essencia fuera de la representación; y es manifiesto, porque essas tragedias de Sóphocles, Eurípides y Séneca y las demás que andan por ahí escritas en papel, en él son tragedias como en el theatro.Vgo dixo entonces: Ello es ansí, mas, al fin, tienen aquella aptitud para la representación, y, por el consiguiente, para el mouer más que no la épica. Y, si os pareciere que por aquí no se diferencia bien la épica y la trágica, diferéncianse por el término enarración, como que quiera dezir Aristóteles: «la épica como la trágica limpian las perturbaciones del ánimo, mas la épica házelo como poema común, enarratiuo parte y parte actiuo, y la trágica como poema puro actiuo que no tiene mezcla alguna de lo enarratiuo».Mejor estoy con esso, dixo Fadrique.Y luego, el Pinciano: Essas parece[n] muchas honduras para mí, sobre las quales bolueremos otro día, porque se me ha ofrecido otra dificultad, que deue de ser más fácil, y es: que cómo vna ac[pág. 331]ción puede quitar las perturbaciones del ánimo por medio de otras perturbaciones. Y desseo saber qué son essas perturbaciones que la tragedia limpia.Vgo: Todas.Pinciano: ¿Y al miedo y compassión?Vgo: Las primeras.Pinciano: Pues ahí está mi mayor dificultad. ¿Cómo con temor y misericordia se quita la misericordia y el temor? ¿Por ventura es esta acción de clauo que, con vno, se saca el otro, o de sacamolero que, con vn dolor, quita otro?Esso mismo, dixo Vgo, porque, con el ver vn Príamo, y vna Ecuba, y vn Héctor, y vn Vlyses tan fatigados de la fortuna, viene el hombre en temor no le acontezca[n] semejantes cosas y desastres; y, aunque por la compassión de mirarlas co[n] sus ojos en otros se compadece y teme, esta[n]do presente la tal acción, mas, después, pierde el miedo y temor con la experiencia del auer mirado tan horre[n]dos actos, y haze reflexión en el ánimo; de manera q[ue], alabando y magnificando al que fué osado y sufrido, y vituperando al que fué cobarde y pusilánime, queda hecho mucho más fuerte q[ue] antes; y de aquí luego sucede el librarse de la conmiseracion, porque la persona que es fuerte para en su casa, también lo será en la agena, y de la agena miseria no sentirá compassió[n] tanta. Esto se prueua en el sexo femenino, el qual, como es débil y enfermo para sufrir, lo es también para resistir a la co[m]passión.Y el P[inciano] ento[n]ces: Pues yo auía oydo dezir q[ue] era virtud gra[n]de el ser vna persona co[m]passiua.F[adrique] respo[n]dió: Si lo dexa de ser por falta de sentir, falta es muy grande, mas de la manera q[ue] Vgo dize, es muy gran prudencia, y aun virtud acquisita, necessaríssima para los hombres y mu[pág. 332]geres, porque de la ternura y compassión demasiada vemos muchos inconuenientes, y de la fortaleza, en esta forma, ningunos o pocos.Si, señor, Vgo dixo, que el rey muy tierno, y el juez muy muelle, y el padre familias muy blando harán vna política y vna economía muy tierna, muelle y bla[n]da; y aun el hombre que en las cosas de su cuerpo fuere assí, será vn hombre muelle, mal héctico y acostumbrado. Entero y no muy compasiuo co[n]uiene sea el hombre; y esta entereza se gana con la tragedia, como dicho tengo, particularmente más que en la épica ni histórica, por causa de la acción.Fadrique dixo: Vos, señor Vgo, auéys traydo la difinición de la tragedia del mismo Philósopho en sus Poéticos, sin añadir ni quitar cosa, la qual es buena por cierto, mas veamos si la podemos recoger vn poco más, porque es virtud de la difinición ser breue si haze su oficio, que es dar la essencia y distinguir al definito de las demás cosas que están debaxo de su género. Y, si esta que agora diré l
o haze ansí, razón será que no sea menospreciada: «Tragedia dixera yo que es imitación actiua de acción graue, hecha para limpiar los ánimos de perturbaciones por medio de misericordia y miedo». Por actiua se diferencia de la épica y dithirámbica; y por ser acción graue, de la cómica, y, especialme[n]te, por la vltima, que es limpiar los ánimos de miedo y misericordia por medio de misericordia y miedo.Otra más breue difinición de la tragedia.

Co[n] esto estoy mejor, dixo Vgo, porque ay algunas acciones graues, las quales son comedias, como las dichas togatas y trabeatas, adonde tenían las principales partes las personas principales y patricias [pág. 333]. Y prosiguió diziendo: Bien pudiera yo dexar esta plática al señor Fadrique, como quien tan bien la entiende, pero tengo de obedecer.

[Frag. 3.]

Dicha la etymología y la essencia de la tragedia, sigue en orden el dezir de su diuisión en especies, y, dexada la primera en simple y compuesta, q[ue], como fábula, tiene, porque puede tener y no tener agniciones y peripecias, digo que de la tragedia ay dos especies, y que, o es pathética o morata.

Dos especies de tragedia.

Fadrique dixo entonces: A lo menos, no seguís el orden de Aristóteles en la diuisión de la tragedia en especies.Y Vgo: Ni aun el número tampoco; él se fué por allá, y yo, por acá, y no nos contradiremos en lo importante.Fadrique se rió mucho y dixo: Ya os entiendo; vos auéys querido huyr vnos passos pantanosos que están en el camino peripatético, y auéys hecho muy cuerdamente, porque, si va a dezir la verdad, no me atreuiera yo a los passar.Vgo dixo: Pues tengo compañeros en mi miseria, quiero hablar más claro. El Philósopho haze quatro especies de trágicas: compuesta, patética, morata y la que él dize de los infernales, y otros, simple; y yo no lo entiendo, porque en otra parte dize que la Ilíada es pathética y simple, y la Vlysea, compuesta y morata, y, según esto, confunde las especies vnas con otras. Y ansí me ha parecido se diuidan las fábulas, generalmente, en simples y compuestas, de las quales, como entonces se dixo, la compuesta tiene agniciones y peripecias, y la simple, no; y que cada vna déstas, siendo trágica, puede ser pathética o morata. Tampoco entiendo la especie quarta que de tragedia haze, porque los exemplos q[ue] pone son pathéticos [pág. 334], y, por el consequente, el·las serán pathéticas.Fadrique dixo: Los códices están muy perturbados y mal dispuestas las razones por negligencia de los que le sucedieron. Y ésta aya sido la digressión acabada, y bolued a vuestro negocio.Digo, pues, dixo Vgo, que ansí la simple como la compuesta tragedia puede ser, o pathética, o morata; pathética es aquella que está llena de miedos y miseria, como es la Ecuba de Eurípides y como se entiende que fué el Aiaz de Esquilo, en las quales con tristeza y llanto era la oración toda, y en todo el pueblo causaron llanto y tristeza. Morata se dize la que contiene y enseña costumbres, como aquella que de Peleo fué dicha, éste fué vn varón de mucha virtud, o qual la de Séneca, llamada Hypólito, el qual fué insigne en la castidad. Será mejor la tragedia q[ue], siendo compuesta de agniciones y peripecias, fuere pathética, porque el deleyte viene a la tragedia de la compassión del oyente, y no le podrá tener si el agente no parece estar muy apassionado: por la qual causa deuen las tragedias mudarse de felicidad en infelicidad, que el fin de la soltura de la fábula es el que más mueue. La segunda especie, dicha morata o bien acostumbrada, aunque es de más vtilidad, no de tanto deleyte trágico, porque la persona que tiene la acción en las partes principales, o es buena, o mala; si es buena la persona, para ser mo[pág. 335]rata la acción y que enseñe buenas costumbres, ha de passar de infelicidad a felicidad, y, passando assí, carece la acción del fin espantoso y misericordioso; carece, al fin, de la compassión, la qual es tan importante a la tragedia como vemos en su difinición; y, si es la persona mala, para ser morata y bien acostumbrada la fábula, al contrario, passará de felicidad en infelicidad, la qual acción traerá deleyte con la vengança y con la justicia, mas no con la miseración tan necessaria a la pathética.El Pinciano dixo entonces: Pues si no ha de ser buena ni mala la persona de la tragedia, ¿cómo ha de ser?Vgo dixo: Aristóteles dize que ni buena ni mala por las razones que él enseña y yo he dicho: que sea, quiere, vna persona que no sea buena, porq[ue] ser vn bueno perseguido hasta el fin enoja al oyente, y, aguada la conmiseracion con el enojo, queda aguado el deleyte de la acción fuera de que es hazer a la fábula mal acostumbrada; que no sea, quiere, la persona mala ni buena, por la dicha razón, sino que sea de tal condición, que por algún error aya caydo en alguna desuentura y miseria especial, y, ya que no sea cayda por error, a lo menos, quanto a sus costumbres, no merezca la muerte. Es, pues, la mejor tragedia la pathética, porque más cumple con la obligación del mouer a conmiseración, y, si tiene el fin desastrado y miserable, es la mejor. Será en el segundo lugar de bondad la tragedia cuya persona, o ni buena ni mala, o buena, passando por muchas miserias, después venga a tener vn fin alegre y placentero, mas ésta tal terná vn poco de olor de comedia quanto al fin; tal fué la vna y la otra Iphigenia; en la vna de las quales estaua Iphigenia para ser sacrificada, y Diana la arrebató del altar y puso en su lugar vna cierua; y la otra, ya que tenía a su hermano Orestes puesto para le sacrificar, le reconoce y libra del sacrificio y de la muerte. Déstas significa Aristóteles lo que yo he dicho: q[ue] no son puras tragedias, como no lo son [pág. 336] las pathéticas dichas mezcladas con la cómica. Y más dize: «que los poetas se dan mucho a esta especie de tragedias de industria, por deleytar más a los oyentes».

Fin de la tragedia principal: enseñar y no deleytar

Aquí dixo el Pinciano: ¿Luego más deleyta la acción que tiene buen fin?Vgo respondió: Si es qual la que yo digo, sí: mas no la viene el deleyte de la misericordia y compassión, el qual es propio de la trágica y por esto dize el Philósopho después: «que los tales trágicos que buscan el deleyte, en su acció[n], en el fin della, no son puros trágicos».Fadrique dixo: Esto a mí haze vna gran dificultad, y es: si esta especie de acción trágica que dezís mezclada de cómica puede ser bien acostumbrada, y que enseñe mejores costumbres, y la más deleytosa de todas, ¿por qué no será la mejor de todas?; que la poesía para enseñar y deleytar se hizo, y parece que será mejor el poema que más deleytare y enseñare.Más alcança que no esso el señor Fadrique, dixo Vgo; esse género de acción trágica deleyta más, conffiesso, mas enseña menos; porque, aunque enseña con ser bien acostumbrada, no suade ni fuerça como la pathética, que tiene el fin desastrado; porque, quando el hombre se halla en trabajos, no se acuerda de lo que lphigenia y Orestes passaron, sino del fin en que las dos Iphigenias tuuieron, que fué bueno: mas, quando se acuerda de vn Edipo y Hércule[s] Oetheo(42), tórnase el hombre muy consolado en sus miserias, porque vee co[n] los ojos que, aunque las suyas son grandes, no lo son tanto como las de Hércules Oetheo y Edipo, y ansí queda más fuerte para sufrir más y más trabajos y desuenturas. Y, como sea el fin de la tragedia limpiar el ánimo de passiones, házese más lim[pág. 337]pio con las acciones que tuuieron mal fin y desastrado; que, como dicho es, con la frecuencia de ver tales acciones, queda el hombre enseñado a perder el miedo y la demasiada compassión. Esto se vee claro en los condenados a muerte; que, si alguno lo es en pueblo pequeño, no vsado a ver ajusticiar hombres, al tiempo que le l·leuan por las calles y el pregonero va publicando la causa de su muerte, los hombres se enternecen, lloran los viejos, plañen las mujeres y aun gimen los niños viendo lamentar a sus madres: mas, si la tal justicia se executa en vna gran ciudad, adonde muchas vezes se executa la tal justicia, no haze más mouimiento el ajusticiado ni el pregonero en la gente que si no fuesse cosa de momento. Y desto es la causa la costumbre que la gente tiene de ver semejantes cosas, la qual les tiene ya enseñados a perder el miedo y la misericordia.Dixo el Pinciano: Como los sacristanes que tienen perdida la reuerencia a los altares.Fadrique se quedó pensatiuo vn poco y después dixo: A mí me parece bien la respuesta de Vgo, y aun la comparación de Pinciano es semejante en parte, no del todo, porque los vsados a ver justicias pierden el miedo con la prudencia q[ue] han ganado, y los sacristanes con la ignorancia quitan al altar el respeto deuido.Prosiguió Vgo y dixo: Fué el Philósopho en esta parte, como en las demás, grande y diuino maestro, el qual primero que otro ninguno puso en arte perfecta las obras de naturaleza. Muertes quiere que aya en la tragedia y, para que más mueuan, que sean en el remate dellas: y que la persona o personas sean grandes [pág. 338] príncipes: y que no sean malos ni buenos, para que, sin hazer la acción mal acostumbrada, críen y impriman gran miedo y compassión, como lo hizo la Ilíada de Homero: que la Vlysea, por no tener el fin trágico, dize que es mezcla de trágica y cómica: trágica, por la persona que tenía en la acción las primeras partes, que era Vlyses, y por las miserias q[ue] passó, y cómica porque faltó el mucho miedo y fin funesto.Aquí dixo el Pinciano: Yo no entiendo esto de «ni buenos ni malos», porque, si la trágica es imitación de mejores, ¿cómo será de ni malos ni buenos?No es mala la duda, dixo Fadrique.Y luego Vgo: Yo no entiendo por imitación de mejores mejoría en las costumbres, sino en estado de vida.Fadrique aprouó y siguió diziendo: Interpretación es éssa muy buena y llegada a razón, y más, que es sacada de la doctrina del Philósopho en las definiciones que de la trágica y cómica da. La de la trágica poco ha que aquí fué manifiesta, y la de la cómica lo será después. Digo, pues, de la tragedia que es acción graue, o, si más queréys, imitación de acción graue, adonde nos da a entender que la persona de la tal acción deue ser graue, no que deua ser mala ni buena, según sus costumbres. Y vamos a la difinición de la comedia, que ésta nos dará más luz de lo que andamos a buscar. Dize, pues, el Philósopho: «La comedia, como diximos, es imitación de peores y no según todo género de vicio, sino según el vicio que es ridículo y mueue a risa, de manera que comedia es imitación del ridículo, y tragedia del graue». ¿No veys las oposiciones manifiestas, y que el Philósopho [pág. 339] por buenos y malos entiende aquí las personas, o graues, o ridículas?No ay que dificultar, dixo el Pinciano, mas desseo yo saber: ¿por qué vsó destos términos y no de los propios?Vgo respondió: A mi parecer es porque las personas graues y principales son mejores en las costumbres, y las comunes y baxas, peores.Aquí dixo Fadrique a Vgo: Esso será a vuestro parecer, mas no al mío, porque soy cierto el Philósopho habló en esto con la propiedad y rigor que él suele ordinariamente vsar y deue todo maestro. Y, para que se entienda lo que digo ser assí, pregunto: ¿Qué quiere dezir (digo en palabras propias y no metaphóricas) qua[n]do vn hombre dize a otro que «es mejor que él» y quando se dize «fulano es de buena cepa»? ¿Por ventura quiere dezir en costumbres o en nobleza de sangre y grauedad de antepassados?Claro está, dixo el Pinciano, que quiere dezir lo postrero, y que es en palabras propias y sin tropo o figura alguna.Vgo dixo que él estaua contento y que agradecía a su trabajo la interpretación de la cosa, y la declaración del nombre bueno y malo, al ingenio de Fadrique.Y Vgo, prosiguiendo, dixo: Torno a mi propósito; digo que la perfecta tragedia deue con la conmiseración dar su deleyte, el qual será más quanto la lástima será mayor y más larga, y que la que en el fin fuere lastimosa, guardará más la perfección trágica en quanto a este punto. Y, si Aristóteles en alguna parte dize que la mejor tragedia es la que tiene el fin feliz, se entienda quanto al deleyte, no quanto a la puridad trágica.[Pág. 340] Aquí dixo el Pinciano: Yo lo entiendo bien; vos queréys dezir que, aunque deleyta más el fin feliz, pero que aquel deleyte no es puro trágico, porque no viene de la co[m]pasión; mas procurad, por vida mía, que sepa yo algo de aquesta compassión, sobre cuyo fundame[n]to nuestra tragedia se labra; y, si os seruís, me hazed participa[n]te de lo que ay que considerar en estas passiones y afectos de misericordia y lástima.Vgo reparó vn poco y, visto que no salía Fadrique a la passada, dixo: Diré muy poco, en respecto de lo que los oyentes míos saben, mas tengo de obedecer y responder a lo preguntado; y digo, tomando la cosa de vn poco atrás, que en esta materia ay que considerar tres cosas. La vna: ¿qué personas son buenas para la compassión? La segunda: ¿que cosas sean las que la hazen? La tercera y vltima: ¿de qué manera se ha de auer el poeta para enxendrar compassión en el oyente? Las personas de la compassión, o son actiuas que la hazen, o pasiuas que la padecen. De las actiuas está ya dicho que las conuenientes para ella son personas graues, las quales naturalmente mueuen más a co[m]passión, quanto de más alto estado vienen a mayor miseria: y las personas que son conocidas de todos por las Historias antiguas y poemas, será[n] más a propósito: lo vno, porque, como conocidas, haze[n] más co[m]passión y lo otro, porque, como públicas, hazen más fee y verisimilitud en la acción.

Del mouer a co[m]pasión.

Personas de compasión.

Fadrique dixo: Pues la Flor de Agathón alabada es del Philósopho, no obstante que tuuo los nombres fingidos.Vgo respondió: No sé yo que por esso la alabe Arist[óteles]; puede ser vna fábula buena y perfecta en vnas cosas, y, en otras, no ta[n]to; y en esto lo dexó de [pág. 341] ser la Flor de Agathó[n]. Otra objeción tenia mas fuerte esta mi sentencia, y es la Historia de Heliodoro, la qual es fingida toda hasta los no[m]bres y es de los poemas mejores que ha auido en el mundo.Fadrique dixo: No es grande essa dificultad; q[ue] Theágenes no era tan gran príncipe que se deuiera tener el nombre suyo en memoria y fama (bien que decendiente de Pirrho): y Chariclea, heredera del reyno de Ethiopía, era de quien acá y en la Grecia auía poca noticia, y, con fingir Reyna y Princesa de tierras ignotas, cumplió con la verisimilitud el poeta, porque nadie podría dezir que en Ethiopía no huuo rey Hydaspes, ni reyna Persina. Mas, si vn poeta fingiesse vna acción para representar en la Corte de España, en la qual Oronte, rey godo, tuuiesse las partes primeras, los ho[m]bres que de Historia saben, se reyrían, porque nu[n]ca tal rey ha auido en España; en Persia o Ethiopía se pudiera representar acaso, que no sabían tanto de las cosas de España.Vgo dixo: Conozco que yo no auía penetrado essa respuesta y me agrada mucho. Y prosiguió diziendo: Sea la tercera co[n]dición de las personas actiuas y efectiuas de compasión: que sea la persona ni buena ni mala para la especie pathética dicha, que sea buena para la morata y acabe en fin feliz, y sea mala para la morata que remate en desastrado fin. Y porque desto está ya dicha la causa, passo adelante, a las personas pasiuas, digo las aparejadas para en ella se imprimir la compassión y las que son agenas de toda piedad y misericordia. Los hombres desconfiados y como desesperados y que se juzgan infelices, y los contrarios a éstos, que, estando en felicidad confiados, les parece [pág. 342] auer echado clauo a fortuna, como dizen, no son capazes de compassió[n]: aquéllos, porque les parece que su mal es mayor que otro ninguno y su passión propia venze a la compassión agena, y ésto[s], porque les parece a ellos(43) que no les puede acaecer semejante desuentura como la que veen, leen o oyen que la causa más propinqua de la compassión es el acuerdo y memoria de que la tal miseria puede acontecer a él o a alguno de los suyos próximos en parentesco o amistad. Son buenos para recebir misericordia los medios entre estos dos extremos: que ni estén en desconfiança de desuentura, ni en uentura confidada; y, al fin, no son buenos para esta compassión los que están asidos de otra passión propia, como los iracundos, ínuidos y tímidos.El Pinciano dixo entonces: Esso de los que están ocupados del temor no entiendo, porque, si la tragedia es acción llena de temor y compassión, parece que los tímidos han de ser más compasiuos.Vgo dixo: Confiesso contradición, al parecer, mas no, a la verdad, porque no entiendo en vn mismo, sino en diferente tiempo, de manera que, agora el oyente esté atemorizado, agora misericordioso; y ansí no se contradize Aristóteles, el qual es autor de lo vno y de lo otro en sus Poéticos y Rhetóricos.Fadrique dixo entonces: Bien estoy yo con esso, y muy mejor con que lo vno y lo otro, temor y compassión, se hallen juntos, como en la verdad se pueden hallar mezclados y yo los perciuo en muchas acciones trágicas, y lo perciuirá quien atentamente lo considerare, no que sean temor y compassión excessiuos, porque esto es impossible, mas que el miedo sea excessiuo, y la [pág. 343] compassión, no tanto. Y, al contrario, como si vn hombre fuesse muerto delante de vos indignamente, claro está que juntamente sentiríades temor que aquel matador no haga lo mismo en vos, y sentiríades también co[m]passión del muerto: y claro está que, si el homicida os fuesse a matar, luego crecería en vos el miedo y la compassión menguaría, de modo que ninguna centella quedasse della.El Pinciano dixo: Está muy bien dicho, a mi parecer; yo, a lo menos, ansí lo prueuo y aprueuo. Mas vna dificultad me queda: que en estas acciones verdaderas yo no sólo no siento deleyte, mas muy grande pesar, aunque jamas aya sido el muerto de mí conocido; y confiesso que, quando lo oyo dezir, no recibo disgusto, como también, quando lo veo representar, confiesso que recibo deleyte.Vos auéys tocado, dixo Fadrique, vna materia vn poco honda, y aun hedionda; dezís verdad, y lo que dezís es cosa natural; mas la causa dello no os la quiero dezir por agora, sino contentaos con saber que, si recibís pesar quando veys la muerte presente verdadera, es porque teméys la vuestra más viuamente, y, quando la oys por relación o en tragedias, no la teméys, porque está ausente.El Pinciano dixo entonces: No es esso lo que busco ya, sino el porqué da deleyte la muerte agena.Esse es, dixo Fadrique, el cieno que yo os dezía. No os sé dezir más de que nuestra naturaleza mala no piensa que es dichosa sino quando vee a otro en gran miseria; de manera que el deleyte viene en esta acción por la presencia de la compassión y ausencia del miedo: y nosotros auemos hecho vna larga disgres[pág. 344]sión de lo principal, que era de las personas aptas y ineptas a la compassión.Vgo dixo: De las ineptas no sé yo que reste alguna, porque vna que auía, q[ue] era la de los ho[m]bres q[ue] a todos juzgan malos, como se dize de Thimón, philósopho, ya está dicha; y ansí solo resta por dezir que los hombres prude[n]tes y los flacos, como los viejos y los sabios, porq[ue] luego discurren del ageno mal en el propio, y las mugeres, como flacas, son muy aparejadas para recebir este afecto de compassión. Ansí queda acabada esta primera parte que toca a las personas actiuas y passiuas.El Pinciano dixo luego: Yo no entiendo bien esta materia, porque agora poco ha, y los días passados tratando desta vtilidad de la poética, me dixistes, por exemplo, de la tragedia, que quita los miedos y compassiones y haze prudentes a los hombres y experimentados para que, de ay adelante, no sean perturbados destas passiones; agora dezís que los prudentes son aparejados para recebir estas perturbaciones de miedo y misericordia, y, especial, la desta misericordia.Fadrique dixo: No es mala la dificultad, y, aunq[ue] a mí me la ha hecho otras vezes, y he hallado por respuesta q[ue] los prude[n]tes, como dize Aristót[eles], en sus Rhetóricos, son muy aparejados para recebir el presente afecto de la co[n]miseración, pero que, en passando, no sólo no queda hecho daño, mas prouecho y experiencia para oluidarle más presto, el qual es acto de prudencia acquisita para la dicha experiencia; y, al contrario, el hombre que désta carece, no sólo recibe el afecto de la compasión, pero se le viste y haze dél vn hábito que no se le puede desnudar.Vgo dixo entonces: Para el mayor argumento del mu[n]do basta [pág. 345] una soltura, si es buena, y esta del señor Fadrique lo es.El Pinciano respondió como el ecco y dixo: Lo es.

De las cosas que mueue[n] a co[m]pasión.

Y Vgo luego: Supuesto que la conmiseración y compassión es vna tristeza del mal presente en persona que no lo merece, digo acerca de lo segundo: que son miserables y mueuen a compassión todas aquellas acciones que hazen la dicha tristeza, las quales todas co[n]tar será muy dificultoso, como muchas dellas muy fácil; y tales son las muertes, los peligros della próximos, tra[n]ces de fortuna en los bienes que del·la tienen nombre, afrentas, falta de amigos, destierros, ausencias de bienquerientes para no los ver jamás, males recebidos de parte que bienes prometía, y los bienes presentes muy desseados, quanto el gozarlos es prohibido; y en estas desuenturas y las demás ay vn cierto término y medio, porque, quando la desuentura es suma y en cosa próxima, piérdese la conmiseración y compassión, y, en su lugar, queda vn hombre alienado, como se dize de Amasi, que, viendo lleuar a su hijo a la muerte, no lloró: mas, si las causas son menos graues y conjuntas, engendran lloro, como del mismo se dize que lloró viendo pedir limosna a vn su amigo, [al] que le auía visto en próspera fortuna(44). Ayuda también al mouimiento de la compassión el género, porque más mueue a misericordia la miseria de vna muger que no la de vn hombre; ayuda la edad, porque más mueuen los niños y viejos que los de media edad: ayuda la costu[m]bre, porque más mueue el bueno que no el malo y el indiferente; haze también la dignidad y estado de vida, porque más mueue, como está dicho, vn príncipe que vn popular, y más vn religioso que vn se[pág. 346]glar. Y esto, de la segu[n]da parte, que tocaua a las cosas que mueuen a compassión y la ayudan. Añádese a esta tercera el modo de mouer a compassión, y con esto quedará acabada esta materia; acerca de la qual aduierto al trágico que mire lo que haze quando se pone en vn acto semejante, porque no ay medio del lloro a la risa, y entienda que si no haze llorar, ha de hazer reyr, que es la mayor imperfección que se puede imaginar ni pensar, y, al fin, hará comedia de tragedia.El modo de mouer a co[m]pasión.

¿Esse halláys por inconueniente?, dixo el Pinciano. Esse mal me hagan.Y Fadrique luego: Harto inconueniente es errar el hombre de su intento, quanto más que la tal acción no quedaría comedia del todo, sino vna tragedia muy desabrida, porque aquel solo acto ridículo no bastaua a hazer alegre a la acción toda, y bastaría hazerla toda desazonada.Assí es la cosa, dixo Vgo, y ansí la significa Quintiliano, y ansí de Arist[óteles] se colige manifiestamente. Conuiene, pues, que el poeta que quiere mouer aqueste afecto misericordioso, tenga la dicha cuenta, y para esto se aproueche de lo que dicho está en las personas y en las cosas miserables; y más, en el modo q[ue], ya breue, digo, y es, que, segú[n] la sazón y ocasión, diga el poeta en voz miserable la miseria vehementemente; y añádala con las presentes fatigas, y esto no sólo con palabras, sino con las obras; y aprouéchese de algunas señales del autor de su daño; y diga algunas palabras, si ha de morir hablando con las señales mismas, como lo hizo Dido a la espada de Eneas; y vse de otras assí semejantes, las quales tienen la eficacia de sacar lágrimas, y aduierto q[ue] sea muy breue el poeta en esta sazón [pág. 347], porque la lágrima se seca con presteza, y, si la acción no pausa estando el ojo húmido, queda muy fría. Y esto se ha dicho breuemente de la co[n]miseración poética; de la oratoria hallará más el que leyere a Quintiliano, porque hallará modos para mouer a misericordia el actor, diferentes de las q[ue] vsa el reo.El Pinciano dixo: Vos auéys dicho general de la miseria que haze misericordia, mas no en especial de la vltima y mayor de todas, que es la muerte; veo que de las muertes, vnas se executan, otras, no; y de las vnas y de las otras desseo saber quál acometimiento y quál género de muerte es el que más conuiene a la trágica acción.

Géneros de muerte y quál más miserable.

Vgo respondió: Yo me auía oluidado. Cosa es ésta digna de memoria, acerca de la qual, supuesto que la trágica perfecta deue tener acontecimientos de muertes o muertes por manos agenas o propias, tratando de los agenos acometimientos, digo: q[ue] el que va a dar muerte a otro, o sabe a quien va dar muerte, o no lo sabe; si sabiendo a quien va a matar, no le mata, es acción q[ue] ni es de arte ni de deleyte alguno, sino vna frialdad muy gra[n]de; mas si sabe a quien va a matar y le mata, es acción trágica y no de las más deleytosas. Y, si el que va a matar ignora quién sea aquel a quien va a matar y no le mata después, porque viene en su conocimiento, como Iphigenia vino en reconocimiento de Orestes, tiene mucho de lo deleytoso y poco de lo trágico; mas si mata al que no conoce, siendo pariente o bienquerie[n]te, como padre, hermano o hijo, enamorado, será esta acción la más trágica y au[n] deleytosa de todas. Tal fué la de Edipo. Ansí q[ue] la acción adonde ay acometimiento de muerte en[pág. 348]tre personas que se conocen, si no sucede la muerte, es fría y sin arte alguna; y aquella adonde auía noticia de partes y mata el vno al otro, tiene algo más de artificioso, especialmente si el que ha de morir vsa de algunas palabras dignas de compassión, como hizo Turno con Eneas, las quales palabras artificiosas hizieron artificioso el género de muerte que de suyo no lo era. Será, en tercero grado, buena la acción tercera, adonde acomete el vno a matar ignorante, y, al tiempo del hecho, conoce al q[ue] ha de ser muerto, y dexa de executar la muerte por ser hermano, padre, hijo, o parie[n]te próximo, o gran amigo. La cuarta especie de acometimiento, adonde con ignorancia mata vno a otro alguno de los sobredichos, es la más perfecta acción trágica, porque trae más conmiseración que otra alguna, aunque no trae tanto deleyte como la tercera. Muertes, l·lantos y miserias ha de tener la tragedia fina y perfecta, lo qual auía, aunque no por preceptos, enseñado, antes que Aristóteles, Eurípides, a quien vn Rey, dicho Archelao, mandó que dél hiziesse vna tragedia, y Eurípides le respondió q[ue] nunca Dios permitiesse tanto mal a su persona.Pues Eurípides, dixo el Pinciano, alguna hizo que no tuuo mal fin, y, como hizo la Iphigenia que le tuuo bueno, pudiera hazer otra de Archelao.Fadrique dixo: No le ahorcaron, mas tuuo la soga a la garganta y auía subido al vltimo escalón.Vgo dixo: Esso mismo; y, para esse buen fin que tuuo la Iphigenia, ¡quántas miserias y desuenturas y tormentos de coraçón passaron Agamenón, Clite[m]nestra y la misma Iphigenia! ¡Qué clauos en el alma el padre! ¡Qué cuchillos en las entrañas la madre! ¡Qué [pág. 349] miserables llantos! Mirad bien, señor Pinciano, que, aunque no acabó en mal, sino en bien, fué por caminos tan pesados el buen sucesso, que Eurípides no quisiera que el rey Archelao le diera materia para tragedia. Muertes han de tener las finas tragedias y puras, y las que son mezcladas con la cómica, han de tener terrores y espantos y calamidades en el medio y fin de la acción hasta la catástrophe y soltura del ñudo, y entonces han de venir el deleyte cómico y fin próspero a la que le ha de tener.

Fadrique dixo entonces: Verdad; y tanto, que el Philósopho condena a los poetas que, siendo trágicos, traen en sus acciones prodigios sin calamidad y miseria; de manera que fábula y episodios han de ser llenos de calamidades y desuenturas, y es de tal manera, que, de las maneras que ay de acometimientos miserables y mortales, el que mata al amigo es mucho más trágico.[Frag. 4.]

Abundantemente está ya hablado de la essencia trágica y sus diferencias, y, en consequencia desto, de las personas conuenientes para la tragedia, y de las especies también de muertes que más o menos miseración y terror imprimen a los oyentes, y como toda tragedia ha de estar llena de terrores y lástimas, agora sea pathética, agora morata, sino que de la pathética han de ser mayores y han de acabar con fin trágico y miserable si ha de ser bien trágica. Y, al fin, está tocada ya la parte de la essencia trágica: agora resta que se diuida en partes. Dicho esto, calló Fadrique.Vgo esperó vn poco a ver si Fadrique prosiguiera y, visto que no, començó desta manera: Dos diuisiones padece en sí cada vna de las especies trágicas: la vna, según su [pág. 350] calidad, y de la otra, según su cantidad. De la vna y la otra diré, y, puesto fin a las dos, se porná fin a nuestra materia trágica. Según su calidad, se diuide la tragedia en seys partes: en fábula, costumbres, lenguaje, sentencia, música y aparato. Destas dos vltimas partes, que son aparato y música, poco tenemos que dezir, porque tocan más a la representación y representantes que no a la poesía y poeta. Digamos, pues, de las demás, y, primero, de la fábula, de la qual parte dize el Philósopho que es tan necessaria en la tragedia, que, adonde ella falta, falta la tragedia. Y está claro, porque, no siendo fábula, no será imitación; y, no siendo poema, no será tragedia.

Seys partes de la tragedia.

Fábula.

El Pinciano dixo: ¿Pues qué será una acción, en metro hecha, a do se representasse, assí como aconteció, la muerte del rey don Pedro o las de Marco Antonio y Cleopatra, que son mejores sugetos para tragedia?Vgo respondió: ¿Assí como ellas y sus mismas circunstancias passaron?El Pinciano respondió: Sí.Y Fadrique: Ay no ay que dificultar; éssa no será tragedia.Y Vgo: ¿Cómo la ha de ser, si es historia la tal acción, y la tragedia ha de ser fábula? Que sería dar dos contradictorias justamente verdaderas.¿Pues qué será?, dixo el Pinciano.Y Fad[rique]: Será representació[n] de vna historia.Vgo prosiguió diziendo: Diferencia va de la vna a la otra; q[ue] la histórica narración no le costó trabajo alguno al autor, y, como antes fué dicho, si fuera tragedia, auía de auer ala[m]bicado su celebro para narrar o escriuir vna cosa que, siendo mentira, pareciesse ver dad, y que, junto con esto, traxesse a los oyentes gra[n]de admiración. ¿Ya no diximos el otro día q[ue] el primor ma[pág. 351]yor del poema era la fábula, y no lo prouamos por el Philósopho quando se habló della? Y, si queréys las formales palabras, son éstas: «Vemos que fácilmente los hombres hazen metros buenos y no vemos q[ue] aciertan a hazer buenas fábulas». Torno al propósito, y digo, con el Philósopho, q[ue] el poeta trágico no deue estar ligado a las fábulas vulgares, sino fingir y inuentar otras de nueuo, q[ue] en esto está el mayor primor; y, si sobre las antiguas quiere fundar la suya, sea de modo q[ue], mudándolas, varíe, porque tanto hará officio mejor de poeta.

Más fácil es hazer buenos metros que fábulas buenas.

El Pin[ciano] dixo: Pues este día passado traxistes vos, señor Vgo, de Arist[óteles] que el poeta no deue alterar las fábulas recebidas. Yo, por fábulas recebidas, entiendo las antiguas que son públicas y notorias, como la de Píramo y Tysbe, q[ue] murieron volu[n]tarios en vna espada espetados.Fadr[ique] dixo: No es malo el argumento. También ha mostrado el Pin[ciano] que tiene memoria.Sí, dixo el P[inciano], si como yo la tuue la tuuiera el señor Vgo, no se huuiera contradicho tan manifiestamente.Fadrique se sonrió. Vgo mesurado dixo: Vos, señor Pinciano, auéys tocado vna questión no nueua, y vna dificultad de otros dificultada, y es: ¿en qué manera se deuen conseruar las fábulas antiguas y en q[ué] es lícito alterarlas? Acerca de lo qual repetir co[n]uiene co[n] breuedad lo que antes más espaciosamente está dicho, y es: q[ue] el poeta q[ue] se pone a escriuir trágica, o toma argume[n]to nueuo, y déste no es la questión, porq[ue] en éste no podrá alterar sie[n]do nueuo, ni seguir a otro, o toma argume[n]to antiguo y de otros tomado, y desta fábula es la dificultad.Perdonadme, dixo el P[inciano], si os soy molesto co[n] interrumpir vuestra plática, y dezirme quál de essos argume[n]tos es el mejor.

Vg[o] [pág. 352] dixo: el nueuo y de otro ninguno tomado, como poco antes dixe.Ansí es verdad que lo dixistes, dixo el Pinciano, y de auerlo dicho nació mi duda, porque auéys también dicho que la buena acción trágica ha de tener fundame[n]to en cosas antiguas, y esto parece contradición.Vos, señor Pinciano, dixo Vgo, me auéys puesto los argumentos doblados, y, antes q[ue] el vno desate, me cargáys con otro. Respo[n]do a este vltimo, primero, q[ue] es assí: q[ue] yo he dicho, de autoridad del Philósopho, q[ue] los no[m]bres de algunos Príncipes y Reyes antiguos se deuen poner en las tragedias nueuas, mas no que las acciones eran necessarias, sino que el poeta puede variar en ellas, como ya digo, respondiendo al argumento primero: claro está que las acciones de las tragedias antiguas se deuen alterar, porque, si no las alterasse el poeta en algo, ¿qué de nueuo escriue? Sería hazer lo hecho o, por mejor dezir, nada; mas, ¿en q[ué] ha de ser la nouedad y alteración? Aquí la dificultad, porque algunos que dize[n] que las tragedias se pueden alterar en todo lo que es el ñudo dellas, mas que la soltura ha de quedar siempre immudable y estable; otros dizen lo contrario, y es: que el ñudo especialmente se debe alterar, y lo demás, no. Y, dexadas estas opiniones aparte, digo que me parece mejor otra tercera, la qual no se ata a ñudo ni soltura; y soy de parecer q[ue] no se deue alterar la fábula en aquel·la acción que está recebida públicamente; y esto, agora sea en el ñudo y agora en la soltura, como en los dos exe[m]plos que el Philósopho pone en Orestes y Clitemnestra, y Alcmeón y Erífile; de las quales tragedias las acciones principales (que son: que Orestes mató a Clitemnestra, y Alcmeón[pág. 353], a Erífile), no se deuen de alterar; y con esto respondo a la vna y otra duda.Estoy bien, dixo Fadrique, en la negatiua del señor Vgo, y que no conuiene que el ñudo sea vno mismo en la fábula vieja y nueua, porque el ñudo se va haziendo y atando de la fábula y episodios, y ocupa más de las tres partes de la acción, y aun más de los quatro actos de cinco que son; y, si el ñudo se conseruasse en la fábula nueua como en la vieja, sería ninguna o casi ninguna la inuención del poeta; y estoy también en que no es necessario que, siendo el ñudo diuerso de la nueua y antigua acción, la soltura sea la misma, porque en vna misma fábula, dicha Iphigenia, desañudaron Eurípides y Polide(45) con diferentes agniciones, según refiere Aristóteles en sus Poéticos y no fueron dél reprehendidos; y, por lo que en este mismo texto Aristóteles refiere, soy de parecer que, como él mismo dize, en alguna manera se alteren las fábulas recebidas.El Pinciano dixo entonces: Yo no entiendo vuestra plática; acabáys de dezir que se pueden alterar en el ñudo y en la soltura, y éssa es la fábula toda, y agora que no se deuen alterar. ¡Cosas oyo nueuas!Vgo dixo: Y aun yo también.Y Fadrique luego: Y oiréys cada día que añadir a las cosas inuentadas no es de hazer muy dificultoso. Y, para que mejor yo sea entendido, pregunto: ¿Qué cosa es fábula? ¿y qué episodio? Dicho está ya que fábula es aquella acción breuísima que es contenida en el argumento, q[ue], por otro nombre, en este lugar, Aristóteles dize lo vniuersal del cuerpo de la fábula; y episodio, aquellas acciones que la van aumentando y ensanchando, como antes se dixo, qua[n]do se trató de las partes [pág. 354] de la fábula. Ahora pues, dize Aristóteles, si alguno quisiere hazer alguna fábula de nueuo sobre sugeto y acción antigua, que, si la tal fábula está recebida que es dezir, sea de varón graue, en ninguna manera el poeta nueuo la altere. Ansí que los episodios que ocupan, de diez partes, las nueue de la acción, puede los alterar, mas la fábula, que es el argumento y breuíssima parte de la acción, no debe recebir alteración por vía alguna. Y, para que esto sea más claro, quiero traer el exemplo mismo que Aristóteles trae de la Iphigenia, cuya fábula o argumento es éste: vna virgen, lleuada a ser sacrificada, fué arrebatada inuisiblemente de los ojos de aquellos que la lleuauan al sacrificio, y hecha sacerdotissa en vna tierra de la qual era costumbre y ley que qualquier estrangero que a ella aportasse fuesse sacrificado. Sucedió, en este tiempo, que vn hermano de la sacerdotissa, arribado en aquella parte, fué preso y lleuado al sacrificio. La sacerdotissa, su hermana, le conoció, de la manera que dixo Eurípides o de la que Polyde, sophista, de la qual agnición o reconocimiento resultó la salud de ambos. Y no fué menester, dize Aristóteles, dezir cómo el hermano aquí vino: si traydo por algú[n] dios, o por alguna otra causa, con la manifestación de lo qual sería salir fuera del universal. Ni tampoco era menester dezir el fin a que él venía, porque sería cosa fuera de la misma fábula. Veys adonde Aristóteles da a entender que ni Eurípides ni Polyde salieron de aquello que fué fábula, mas que salieron en los episodios y en la soltura, porque vsaron de diuersas agniciones y conocimientos, de los quales sólo puso el Philósopho el de Eurípides [pág. 355]; y yo no sé más desta materia.

Cómo se ha[n] de alterar y no alterar las fábulas recebidas.
Al Pinciano pareció no mal y a Vgo muy bien la distinción, assí por nueua como porque no hal·laua objeció[n] que la poner, por ser fundada tan en la doctrina de Arist[óteles]. Después, dixo Vgo: ¿De manera que, si vn poeta quisiera hazer otra Vlysea, auía de poner y expresar peregrinación de Vlyses por muchos años?, ¿y que fué guardado y amparado de alguna deidad?, ¿y que en tanto padecía su casa en su hazienda, que se la comían agenos, y sus hijos, asechanças?, ¿y a dó se manifestó, primero, a alguno de los suyos, y, ajuntado con ellos, se huuo de suerte que él quedó saluo y sus enemigos quedaron destruydos?Sí, dixo Fadrique, todo esso era co[n]ueniente poner, y aun necessario, para no alterar la fábula de vn tan graue varón como fué Homero, y tan recebida de todo el mundo; y harto espacio le quedará al poeta en que se pueda ensanchar, que el argumento necessario es breue, y los episodios de la épica, muy largos.El Pinciano dixo: Pues Aristóteles dize que el argumento de la Vlysea es largo.Y Fadrique: En otra parte auía dicho que las fábulas todas nacen breues de su natural y se aumentan con los episodios; y lo que ahí quiso dezir el Philósopho es no que el argumento es largo en la Vlysea, sino que la materia es larga para el poeta, porque en tantos años de peregrinación se pueden engerir muchos y muy largos episodios. Dicho me parece q[ue] está buen rato de la primera parte de la tragedia, que era la fábula trágica; bien se podría passar adelante.Vgo prosiguió diziendo: Las costumbres viene[n] [pág. 356] en el segu[n]do lugar.

[Frag. 5.]

Y el P[inciano]: Mejor, a mi juyzio, estuuieran en el primero

Costumbre, segu[n]da parte de fábula trágica.

Esso no, dixo F[adrique], porque en la materia q[ue] agora se trata es la fábula preside[n]ta, y de manera q[ue] ella puede estar sin costumbre, mas no la costu[m]bre sin ella, digo en el poema, q[ue], fuera dél, bien puede estar la vna sin la otra.Esso no entiendo bie[n], dixo el Pin[ciano].Y luego Fa[drique]: La costumbre no dize de suyo acción, porque puede vn hombre tener costumbre de robar y no robar dexándola de executar; y puede vn hombre tener costu[m]bre de ser fiel y el aparejo hazerle ladrón, que sería tener acción y no costumbre, mas en el poema, en el qual la acción es forçosa, no puede acontecer q[ue] la costumbre esté sin ella, mas puede ser q[ue] la acción esté sin costu[m]bre, quiero decir, que no enseñe costumbres de las personas en las fábulas contenidas.Yo, dixo el Pinciano, me agrado de entenderlo, porque antes entendía que el poema podía no enseñar costumbres a los oyentes, y esto era contrario a lo que yo auía concebido de las passadas conversaciones.No, dixo Fadrique, mas digo que la fábula puede estar sin enseñar costumbres de otros; y esto verá claramente quien leyere al Philósopho en este punto, el qual dize ansí, hablando del presente poema: «De ninguna manera puede estar la tragedia sin acció[n], mas, sin costumbre, puede; muchas tragedias de las nueuas carecen dellas y muchos poetas ay déstos, como de pintores, entre los quales Polygnoto fué vn gran pintor de las costumbres, y Zeuxis no las tiene en su pintura». Quede, pues, la costumbre en el lugar que Aristóteles la puso, que es el segu[n]do, y Vgo prosiga su plática començada.Passo adelante, dixo Vgo, y digo que no quiero definir a la cos[pág. 357]tumbre por no hazer a la difinició[n] más oscura que el difinito; mas entro diziendo de las condiciones que Aristóteles escribe, que son quatro: la primera, que sea buena, y la segunda…

Co[n]diciones de la costu[m]bre: quatro.

Aquí dixo Fadrique: Tened vn poco y en lo bueno descansemos más tiempo. ¿Qué ente[n]déys por buena costumbre?Vgo respondió: La que Aristóteles: que sea honesta, loable y virtuosa, que es la que deue enseñar el poeta, poniendo al bueno galardón, y, al malo, castigo, como en la fábula trágica morata diximos. Y buena costumbre es también que la persona en la tragedia enseña con sus palabras honestas y graues, y con los hechos honestos y justos; yo, debaxo de buena costumbre, entiendo todo esto; vos, entended lo que os pareciere.Lo postrero, dixo Fadrique, me agrada más. Passa adelante.Y luego Vgo: La segunda condición es que sea conueniente, porque no sólo es menester que sea la costumbre buena, mas que sea conueniente, porque la fortaleza y ánimo es bueno, mas en la muger es desconueniente, y la fidelidad es costu[m]bre buena, mas en el esclauo es desproporcionada. Y, ansí conuiene, para que la costumbre sea en tales conueniente, que el sieruo se pinte siempre astuto por la necessidad, traydor por el miedo, infiel por la sugeción; y a la muger, flaca por su naturaleza, y tímida por su flaqueza, y, por el temor, engañosa. Para hazer admiración se podrían pintar, assí sieruos como mugeres, al contrario, especial en la épica, mas agora yo hablo en las acciones dramáticas y que se representan, en las quales es menester mayor la verisimilitud, como está dicho antes. Y el porqué es la condición tercera: que sea semejante a la per[pág. 358]sona que representa, por la qual semejança dixo Horacio, en su Arte: «Sea Medea feroz; llorosa, Ino; pérfido, Ixión, y Orestes, triste». La quarta: que sea constante, como el Horacio mismo enseña diziendo: «que, si alguno quisiere introduzir alguna persona de nueuo y nueua, mire cómo la comiença en sus costumbres, y en ellas prosiga siempre hasta el fin constante y firme». Y esto, porque acontece naturalmente que el hombre contino sigue la naturaleza de su costumbre.¿Qué me dezís, dixo el Pinciano, de los vacíos enamorados, los quales nunca tienen firmeza en cosa, y agora quieren esto, agora hazen lo otro, y mudan más especies en su voluntad que Protheo en su persona? ¿Por ventura hanse de fingir constantes los que no lo son?Vgo dixo: Toda passión grande turba al ánimo, de manera que, a vezes, no sabe lo que se pretende el dueño, y, en tal estado, la firmeza y constancia es no tener ninguna, porque, como el hombre está perturbado con la esperança, el temor, la ira y los demás afectos, es impossible tener el ánimo en su lugar; y ansí a los tales el natural mouimiento es la inconstancia, y el poeta la guardará en ellos y los hará consta[n]tes en la mudança y firmes en la variedad.Está bien dicho, dixo Fadrique, mas yo más presto me eximiera de la objeción diziendo: que essos actos de los hombres apassionados son afectos, y agora de las costumbres era nuestra plática o disputa.

Lenguaje, tercera parte de la trágica.

Vgo respondió: Atajo fuera ésse sin trabajo; y prosiguió diziendo: La tercera parte de la tragedia era la oración o lenguaje, acerca del qual no tengo más que dezir de que ha de ser como el mismo Aristóteles dixo: jocundo; y yo añado: estilo [pág. 359] alto.Y, visto el Pinciano que Vgo pausó, dixo: ¿Pues no dezís si esta dicción o lenguaje ha de ser suelto o atado con número de sylabas?Vgo respondió: En la tragedia, sí; assí lo quiere el Philósopho manifiestamente en sus Poéticos; y viene a razón, porq[ue], si la oración ha de ser jocunda, la métrica lo es; y verdaderamente que esta acción trágica tiene necessidad de todas estas salsas para comerla, q[ue], aunq[ue] trae deleyte con la conmiseración, va muy aguada con el·la misma y con el temor y espanto q[ue] enge[n]dra. Metrífica ha de ser la acción trágica, y aun particularmente dize della Aristóteles que no se ata a especie particular de metro.Pues yo sé donde dize, dixo Fadrique, que dexó los jambos octonarios y tomó los exámetros.Y yo también, respondió Vgo, que fué en sus Poéticos, a do, por guardar el decoro de la grauedad, perdió la verisimilitud del lenguaje, que los jambos aparejados era[n] para la plática verisímil. Dixe esto porque entendáys que me acuerdo del lugar; y, respondiendo a vuestra duda, digo que el Philósopho no dize ahí que fueron todos los metros jambos antes, y, después, exámetros; antes yo entiendo que por la mayor parte; y ansí no me parecen mal los trágicos de nuestros tiempos que mezcla[n] toda especie de metros, y aun los graues, quales son los endecasylabos, y los de arte mayor podrían en diferentes estanzas; la qual variedad es conforme a la práctica y vemos en Eurípides, Séneca y los demás trágicos griegos y latinos. Sigue en orden la parte quarta y vltima que toca al poeta, que es la sentencia, la qual no aquí quiere dezir solame[n]te aquella oración que enseña lo que en la vida [pág. 360] acontece, o conuiene que acontezca, sino aquel sentimiento del alma por el qual se mueue a recebir los efectos y passiones della; y, como las costumbres pertenecen a la elección del ánima, ansí las passiones, a la sentencia della. El tratado desta materia viene más al rhetórico que al poeta, y assí conuiene se busque en la Rhetórica. Sentencia, parte quarta de la tragedia.

Fadrique dixo entonces: Ansí lo dize Aristóteles en sus Poéticos y ansí él mismo lo trata en sus Rhetóricos ad Theodecten; mas pregunto: ¿cómo dezís que el mouer afectos toca al rhetórico y no veys que el poema que no mueue no vale cosa alguna, y que es vna cosa desalmada y muerta?Vgo dixo entonces: Peor mucho es la Rhetórica, que no es ella la muerta, quando en esta parte falta, sino homicida de la honra y de la vida, porque está la honra y vida puesta en manos de vn orador, las quales haze saluas muchas vezes con solos los afectos bien mouidos y impressos.Fadriq[ue] dixo. Está muy bien respondido, y yo estoy contento, y mi réplica siruió de anzuelo para pescaros estas razones, y que el Pinciano gozasse algo de la pesca, porque, aunque es grande el primor que trae a la poética la parte de mouer afectos, a causa de seguir mucho a la verisimilitud, pero, en la verdad, más se pierde o gana en el moverlas mal o bien en la Rhetórica que en la Poética; y assí me parece que el que esta parte quisiere, acuda, como dezís, a la Rhetórica y allí lo hallará.El Pinciano dixo: Yo no entiendo bien essa cosa, y me parece que Aristóteles anda jugando a essotro lo sabe: si el mouer de los afectos de la Poética remite a la Rhetórica, y el mouer de la conmiseración de la Rhetórica a su [pág. 361] Poética, parece que se anda jugando y burlando de nosotros.Vgo dixo: No tanto como esso, señor Pinciano; que, si Aristóteles remitió de la Rhetórica a la Poética el tratado de los afectos y passiones, lo hizo muy bien por las razones dichas, y porque remite la materia en general. Mas a la Poética de Rhetórica no remite el tratado de afectos en general, sino sólo la conmiseración, de la qual deuía tratar particularmente el poeta en la tragedia; porque el deleyte q[ue] de tal acció[n] se recibe, nace de la conmiseracion y compassión, y ansí trató della buen pedaço, hablando en el vocablo con[n]miseración y tratando del sugeto conueniente para la tragedia y de las especies de muertes. Y, aunque algunos quieren prouar que Aristóteles escriuió más libros de los que parecen acerca de la Poética suya, por causa de la remisión que haze de la Rhetórica a los Poéticos, en esto de la conmiseración (como que en la Poética que agora ay suya no hablasse assaz della) no tiene[n] razón, porq[ue] Arist[óteles] trató en sus Poéticos suficientemente de la co[n]miseración y lástimas. Y, si desta parte huuiera de hablar más, lo deuiera de hazer hablando de la trágica, la qual y la épica dexó acabadas del todo, según el epílogo de sus Poéticos manifiestamente da a entender. Y, si el Philósopho en sus Rhetóricos trató de conmiseración más particularmente en algunos puntos della, fué quando a la Poética no pertenecían. Y con esto doy fin a las quatro partes de la tragedia según sus qualidades, pues las otras dos, que eran música y aparato, tocan a los actores, y, si alguna vez se hiziese del·los mención, se tocará esta materia.Fadrique dixo: ¡Sea en hora buena, señor Vgo! [Pág. 362] Huys de los espectáculos y la música: ya os entiendo. Passa adelante, que yo espero acabéys esta parte con mucho regozijo otro día antes de muchos.

[Frag. 6.]

Y Vgo luego: Dichas las partes de la tragedia segú[n] su calidad, resta el dezirlas según su cantidad. La fábula trágica actiua se diuide en quatro partes, conforme a la doctrina de Aristóteles: prólogo, episodio, éxodo, chórico. Por este orden lo escriue el Philósopho, el qual no guardaré yo, a fin de hazerme más claro, para lo qual es necessario començar a dezir del choro. Choro fué, acerca de los antiguos, dicho la junta de los actores y representantes en la qual vna hablaua en vez de todas ju[n]tas o todas ju[n]tas ca[n]taua[n] o llorauan. Este choro fué diuidido en tres partes: en párodo, estásimo y como; y es de aduertir q[ue] no todas eran siempre necessarias, sino q[ue] vna vez se seruía el choro de vna, y otra, de otra. Párodo se dezía la entrada primera, adonde se refería la ocasión de la venida del choro; y estásimo, quando éste estaua junto co[n]tando alguna miseria sucedida, llamóse assí porque hablaba o cantaua en metros estantes y graues, y jambos o espondeos, huyendo siempre de los leues, quales son anapestos y trocheos, como se dezía quando el choro lamentaua algún caso graue. Esto es dicho del choro y de sus partes. Y del prólogo digo q[ue] es assí llamada aquella parte de la tragedia que es puesta ante la entrada del choro.

Artes de tragedia según la cantidad.

Choro trágica.

Prólogo trágico.

Mirad, señor Vgo, dixo Pinciano, lo que dezís; que el prólogo, según doctrina de Quintiliano, está sembrado y esparcido por la oración toda y no tiene lugar propio.Bien duda el Pinciano, ayudó luego diziendo Fadrique.Vgo [pág. 363] respondió: Duda bien, pero con vna distinción pie[n]so quitarle la duda. Y, dexado aparte a Quintiliano, el qual, o habló de su prólogo oratorio, o del argumentatiuo de la comedia, digo que, como el Philósopho enseña, en el tercero de sus Rhetóricos ad Theodecten, prólogo en la poética es lo mismo que exordio en la oratoria; y el vno y el otro tiene[n] oficio de declarar en breue la causa final a quie[n] la plática se endereça; y, en suma, según el vocablo mismo suena y da a entender, prólogo es aquella parte que primera se ofrece en el poema; la qual, o no presta alguna luz a lo futuro de la acción, o la presta de manera que por ella es entendida la acción que sin ella fuera escura; el que no da luz alguna, es siempre cómico, y el que la da, puede ser cómico y puede ser trágico. El cómico que da luz, se dize argumentatiuo, a diferencia de los otros cómicos que arriba dixe no dar de sí alguna claridad: y este tal es contino puesto fuera de la acción, lo qual no haze el prólogo trágico, que, siendo puesto, de la manera que fué dicho, antes que el resto de la acción y dando por lo passado luz a lo porvenir, está siempre asido con la acción misma, de forma que no se puede desmembrar sin quedar manca la fábula. Déste, pues, habla Aristóteles, y déste digo yo que está puesto delante del choro y del párodo, si es que le ay. Y esta descripción del trágico prólogo no puede conuenir al cómico en manera alguna.Esso desseo saber, dixo el Pinciano, porque aquella especie del choro que canta, yo la veo del prólogo en las comedias nuestras y no parece mal.Vgo respondió: Auéys dicho muy bien y no ay que responder a essa dificultad, sino [pág. 364] distinguir y dezir que el choro que canta puede estar en la comedia, mas no el que habla por vna sola persona, o el que llora por todas juntas, y es la razón porque aquel que canta no tiene más significación que el ornato, mas aquel ado[n]de habla vno en lugar de muchos y adonde muchos lloran, tiene alegoría y significación de pueblo ju[n]to y política, a cuya doctrina, según antes diximos, se endereçó la trágica y no la cómica. Bien sé que otro interpreta ésta de otra forma, mas yo me hallo mejor con lo dicho.El choro, dixo Fadrique, fué recebido de la cómica y dado del magistrado mucho después que ella tuuo su principio; y estoy bien en q[ue] fuesse el de la música con números y personas más dignas, porque el que no era tan numeroso y digno yo pienso auer casi començado con la comedia misma; y esto baste, que ha sido digressión al choro del prólogo.

Episodio.

Vgo dixo: Viene la tercera parte, que era el episodio, el qual en la trágica tiene su lugar entre choro y choro, que es dezir entre las músicas, y es también dezir que ni el prólogo ni el éxodo tienen algo del episodio.No del todo, replicó el Pinciano, que, si tengo buen acuerdo, quando se trató de la fábula entendí que el episodio se puede mezclar al prólogo muy bien, assí como lo haze con el choro mismo.No dificulta mal, dixo Fadrique, el Pinciano, y, si se quiere aprouechar de las descripciones que del episodio entonces se dieron, hará más fuerte su argumento.Sí, señor, respondió el Pinciano, que las hojas de las rosas están por todas partes asidas a su peçón, y los intestinos al entresijo, y las faxas a toda la ropa cercan y guarnecen.Yo, a lo menos, dixo Fadrique, assí lo veo en [pág. 365] muchos poemas, y más clarame[n]te, en los trágicos, adonde se miran mezclados a los prólogos y éxodos muchos episodios.Vgo preguntó si auía más que argüyr. El Pin[ciano] respondió que no.

Otras diuisiones de la tragedia según la cantidad.

Y Vgo, luego desta manera: Yo concedo, señores, lo que el vno y el otro auéys dicho; mas, si soys seruidos, aduertid q[ue] yo hablo agora del episodio trágico, no cómico ni épico; y, si os parece mejor que, aunq[ue] en el prólogo y éxodo puede auer episodio mezclado, que pierda el nombre de episodio por causa de la mezcla, ved lo que os parece.Fadrique dixo entonces: Con esso estoy bien; que, assí como en presencia del sol se escurecen las centellas, los episodios pierden su luz y nombre quando con el prólogo y éxodo están vnidos, porque el argumento y fábula principal en el éxodo y prólogo vniuersal se contienen, y la fábula y argumento son lo essencial del poema, como antes diximos no vna vez. Cesse, pues, el nombre de episodio delante del prólogo y éxodo por las dichas causas: y, quando éstos faltan, que es entre las cantinelas y choros, díganse las ficciones y fábulas episodios en hora buena.El Pinciano dixo: En hora buena.Y después Vgo, no descontento, passó adelante diziendo: Dicho auemos de las tres partes que a la trágica diuiden: choro, prólogo y episodio. Resta dezir del éxodo si huuiera qué, mas yo no siento aya más que dezir de lo dicho, que es la vltima parte de la acción, después de la qual no ay más música.Dixo el Pinciano: No ay choro queréys dezir.Y Vgo: No, porq[ue] podría rematar la acción el choro sin música, y este remate es la vltima parte del éxodo. Assí la fábula trágica se diuide según su cantidad primerame[n]te; y segundo, en partes dichas: prótasis, epítasis, catástasis, catástrophe. Recibe también otra diuisión en la qual comunica con la comedia, que es hecha en cinco actos. De modo que la tragedia recibe, segú[n] su cantidad, tres maneras de diuisiones: la vna, como tragedia, propia, en prólogo, episodio, éxodo y chórico; la otra, común, como especie de fábula, que es en otras quatro: prótasis, epítasis, catástasis, catástrophe: y la otra, en la qual comunica también con la comedia, que es en cinco actos, que se dizen las porciones mayores en que se diuide la fábula actiua para ser representada. Sirue esta vltima diuisión, que es entre acto y acto, para dos cosas: la vna, para variar la acción, y la otra, para que passe algún tiempo entre el fin del vn acto y principio del otro. Algunos ha[n] dificultado el porqué ha[n] de ser cinco los actos y no más ni menos. Otros dan otras causas, mas yo soy de parecer que los que hizieron cinco actos, siguieron la alegoría de Aristóteles, el qual dize que la fábula es animal perfecto y parece que es razón que tenga cinco sentidos, conforme a los quales diuidieron los actos. Cada vno puede sentir como quisiere, que la cosa es de no mucha essencia; y, haziendo vna comparación entre los cinco actos y las quatro partes en que la fábula se diuide, me parece que el primer acto y la prótasis es todo vno; y la epítasis y catástasis contienen al segundo, tercero y quarto [pág. 367] acto; y que la catástrophe y el quinto acto es todo casi vno, ansí como el acto primero y la prótasis. Y, haziendo co[m]paración de las partes de la tragedia y de los actos, será que el prólogo es la prótasis y el primer acto; y la epítasis y catástasis, el segundo, tercero y quarto acto; y el éxodo y catástrophe y el acto quinto vna cosa misma o poco más o menos. Otras diuisiones tiene[n] las fábulas actiuas en partes menores, dichas escenas, las quales son vnas acciones breues, a do, entrados vnos, salen otros, y algunas vezes queda alguno de la escena passada y da principio a la venidera; en las quales se deue considerar que no conuiene salgan más de tres personas, y, si saliere[n] más, que estén callando las demás fuera de tres, porque entre tres puede auer razonamiento conueniente, y, en passando deste número, se confunde de manera que se dexa entender mal la fábula; y también es de aduertir que los antiguos trágicos, en tiempo que salían con alguna música, en scena digo, no admitían más que una persona con ella, y, si otra estaua en el teatro, era como escondida; pienso yo que lo hazían para dar verisimilitud mejor, y aun ta[m]bién para aconsejar que el que va a dar músicas a las damas, basta que haga mal, sin que lleue testigos de la liuiandad del que la da y de las que la escuchan. Y con esto sea el fin a esta tragedia, si, señores, os parece.El Pinciano dixo entonces: Sea en hora buena, pero no sé qué auía oydo dezir de prólogos comendaticios y argumentatiuos, y otras especies dellos, do[n]de parece que auéys andado muy breue en vuestra plática.Fadrique dixo: Sí, breue ha andado y compendioso, y en esso de los prólogos que dezís no es este tiempo, porque Vgo ha tratado del prólogo trágico, el qual es parte de la fábula trágica, y los prólogos que vos dezís, no son partes de la fábula y acción, y son prólogos cómicos, como ya está significado, y verná mejor dezir dellos en otra sazón, si alguna vez se tratare de [pág. 368] la otra especie de la poética dicha comedia. Pero pudiera Vgo dezir de algunas cosas y condiciones que tiene la tragedia, necessarias para la acción y aun, sin ella como es: que el choro no tiene número de gente determinado, y que las cosas que no se puede[n] representar bien, no salgan en scena, sino q[ue] finja[n] estar hechas o hazerse de[n]tro.Vgo dixo: Todo esso es assí, aunque esta vltima condición dicha está en la verisimilitud, que para este fin fué ordenada; y otras condiciones tiene también; mas, porq[ue] no son propias a la trágica, sino comunes a ella y a la cómica, las dexo para otra sazón, si viniere de tratar de la comedia, a do se dirán las diferencias entre estos dos poemas tan reñidas, aduirtiendo que a la trágica es anexa la grandeza con simplicidad, como a la lírica el ornato, el qual recibe la trágica en el choro y no en lo demás de la acción; esto digo hablando del decoro, porque el ornato siempre agrada.Yo estoy contento, dixo el Pinciano.Y Fadrique: Y yo lo estaré si, como estáys presentes, venís mañana a comer conmigo.Yo acepto, dixo el Pinciano.Luego. Vgo dilató la respuesta por vn poco, mas, al fin, dió el sí, y con esto se partió cada vno a su posada.El Pinciano, señor do[n] Gabriel, estaua esperando a vn hombre de essa tierra que le combidó a escriuiros, y luego, antes de vna hora, le despachó con la presente. Mañana ternán los philopoetas fiesta de quatro capas; beberán alegremente y con esto podrá ser que, al olor de Mester Bacho, acudan las Musas. Fecha, doze días antes de las Calendas de Iulio. Vale [pág. 369].Respuesta de don Gabriel a la epístola octaua del Pinciano.Veo, señor amigo, en esta vltima q[ue] me auéys escrito, pintado el animal perfecto que dize Aristóteles como exemplo de la tragedia, de la qual principalmente se aprouecha el Philósopho, y aun Horacio, para su Poética. Pienso yo que, por ser este poema perfecto sobre todos los demás desta materia, que es grauíssimo y simplicíssimo, y, juntamente con esto, añuda más fuerte y desata más breue que no la épica, su madre; y, en suma, es vn animal que muestra al ojo más presto las figuras y mie[m]bros. En seys me le embiáys partido.

[Frag. 1.]

El primero contiene la etymología y principio de la tragedia, y la diferencia entre ellos y la dithirámbica, y assimismo el porqué consintió en los sátiros liuianos siendo poema graue.

[Frag. 2.]

El segundo tiene su difinición assí larga como Aristóteles la escriuió, y me parece bien la del Philósopho y bien la de Fadrique, el qual a la de Aristóteles reforma la longitud. No me atreueré a dezir quál sea la mejor, porque ambas son descripciones, y de vna cosa puede auer muchas que sea[n] buenas; confiesso que la claridad y breuedad es alabada en la descripción, assí como en la difinición.

[Frag. 3.]

En el tercero me embiáys las especies de la tragedia co[n] diuisión nueua, aunq[ue] sacada del Philósopho: no me parece mal; porq[ue], en la verdad, como fábula, puede ser simple y co[m]puesta, y, como tragedia, no puede ser más q[ue] pathética o morata, que las de los infernales a mi parecer, o son moratas, o pathéti[pág. 370]cas. De pathéticas sea exemplo Virgilio, en los niños rezién nacidos y en los mayores que muriero[n] por algún falso testimonio: assí q[ue] los infernales innocentes, como los que acabamos de dezir y semejantes, pertenecen a la pathética, y los q[ue] juntamente padecen, a la morata.Acerca de la pathética, la qual es la especie más trágica, se tocaron muchos puntos y buenos sobre la conmiseración, assí de la naturaleza della como de las cosas que la hazen, y de las personas conuenientes que la engendran, y el estilo que deuen guardar los poetas en la tal conmiseración, poetas digo, porque la conmiseración de los rhetóricos va por otro camino algo desuiada. Contiene también este mismo fragmento las especies de acometimientos y, de las muertes, quál sea la mejor para la tragedia; y aquí se ve[n]tila la questión y lleva al cabo del fin trágico, y si es mejor la acción que remata en muerte o la que se desañuda librando della al que ya estaua con el cuchillo a la garganta. La distinción y soltura deste ñudo me parece bien por cierto, porque, diziendo vna verdad que todos experimentamos, se concilia el Philósopho consigo mismo.

[Frag. 4.]

En el quarto se diuide la tragedia, según su calidad, en las seys partes, assí como Aristóteles lo hizo: fábula, costumbres, lenguaje, sentencia, música, ornato. Trátase en ella de la fábula como de parte más principal y calidad essencial más que otra alguna; trátase también que el buen poeta deue ser inuentor della, y que, si sobre alguna inuentada poetare, la deue variar de manera que la moderna no parezca a la antigua, si no es en aquellas cosas que son recebidas de las gentes vniuersalmen[pág. 371]te, como sería la de Hércules, que murió quemado en el monte Oeta, y la de Iphigenia, q[ue] fué librada de la muerte por la dea Diana. Y, en suma, que el poeta deue dexar el argumento de la fábula antigua viuo y entero, de lo qual se saca que no está la conseruación de las fábulas recebidas que Aristóteles encarga en guardar el modo al ñudo ni a la soltura antigua; todo lo qual prueua también vuestra carta, que no tiene necessidad de agena confirmación.

[Frag. 5.]

El quinto fragmento contiene las otras tres partes a la tragedia intrínsecas, que son: costumbres, lenguaje, sentencia; y de todas tres, buenas consideraciones.

[Frag. 6.]

Y el sexto, las partes qua[n]titatiuas de la tragedia, q[ue] son: prólogo, episodio, éxodo y choro, las quales todas son del Philósopho; de todas se habla bien, y, especialmente, me agrada en la distinción de los prólogos trágicos y cómicos y de los oratorios. Fecha, cinco días antes de las Calendas de Iulio. Vale.
Epístola décima

{c}De la especie de poética dicha dithirámbica{/c}. Aunque, señor don Gabriel, el Pinc[iano] fué a casa de Fad[rique] algunos días para acabar la materia come[n]çada, no a tiempo q[ue] se pudiesse proseguir, porque el tercero, que [pág. 418] era Vgo, no venía quando el Pinciano, ni el Pinciano quando Vgo; en suma, éste y aquél se vieron vn día en san Hierónymo, después de auer oydo missa, y aquél dixo a éste que cómo se auía escondido tantos días.

Vgo respo[n]dió: Antes parece, señor Pinciano, que, como ya soys maestro, no auéys menester más doctrina poética; pues yo os sé dezir que aun sabe más Fadrique, y que podréys aprender dél cosas nueuas.

Por cierto, dixo el Pinciano, esso sé yo por experiencia; y sabed que le he visitado estos días, y, aunque no auemos tocado en la poética, en otras muchas cosas me parece admirable; yo estoy empeñado y desseo grandemente que se prosiga la materia començada. Suplícoos me digáys a qué hora nos veremos a pelear en el campo acostumbrado.

Yo, dixo Vgo, con él tengo de comer oy, porque me ha combidado a vna música para pos de la comida.

Esto dicho, el vno y el otro caminaron juntos a la calle de Fadrique, en cuya casa entró Vgo, ansí como el Pinciano en la suya; el qual se assentó a tabla a la hora acostumbrada, y el oydo atento a la ventana por escuchar si entraban las olas del ayre sacudido con las cuerdas. El Pinciano dio fin al pasto y, alçado, puso vn palillo entre los dientes y los pechos a la ventana por escuchar con más atención. Y, visto la música no le combidaua, acordó de la yr a buscar, y fué a casa de Fadrique, mas, hal×lando la puerta cerrada, dió vuelta a su posada quando acaso Fadrique se puso a la ventana, y, viendo al Pinciano las espaldas le preguntó el porqué se boluía. El Pinciano se lo manifestó, y Fadrique le respondió que para él no auía puerta cerrada.

El Pinciano se entró [pág. 419] en casa de Fadrique y vió vna moça de buen talle y a vna vieja de feo y péssimo, que con los dos auían comido. La moça se inclinó hazia el vn lado del suelo, y alçó vna vihuela, y començó a cantar, y, cantando, acabó vno y otro romance viejo tan bien, que el Pinciano quedó a ella honestamente aficionado; que hasta entonces parecían las mujeres, la vna, vna sancta Mónica, y la otra, vna sancta Anastasia, pero poco después descubrieron la hilaza, como dizen, que la que parecía antes Anastasia, se trocó en Sathanás, y la Mónica en Demónica fué conuertida; porque se levantó la vna y la otra de la mesa, y la moça, con su vihuela dançando y cantando, y la vieja, con vna guitarra cantando y dançando, dixeron de aquellas suzias bocas mil porquerías, esforçándolas con los instrumentos y mouimientos de sus cuerpos poco castos. Tal fué la dissolución, que los tres hombres, que solos eran, estauan corridos y afrentados. Las dos se cansaron de hazer mucho después que los tres de mirar.

Fuéronse al fin y dixo Fadrique: El vino que beuieron era bueno, y hízoseles vinagre y hanme ofendido con el aliento; no me entrarán más aquí estas mugeres. Ahora bien, señores, ágüese este disgusto con algún entretenimiento honesto y de letras, que, verdaderamente, éste sólo es el que no cansa.

[Frag. 1.]

El Pinciano dixo: La ropa está cortada, no es menester más que yr cosiendo. La comedia se acabó el otro día; véase quién sigue por sus antigüedades.

Supuesto que Toledo, digo la épica, quiere hablar en postrer lugar, dixo Vgo, sigue la que nos prosiguió agora.

¿Quien?, dixo el [pág. 420] Pinciano.¿Esta poesía de estas mujeres?

Vgo: Sí.

Pinciano: ¿Esta es la zarabanda que dizen?

Fadrique: Llamadla vos zarabanda o dithiramba, que ello es assí como Vgo lo dize, porque la t y la h juntas en el griego suenan lo mismo que nuestra z.

Pinciano: Según esso, todo es vna cosa, y en nombre, dithiramba y zarabanda.

Yo pienso que sí, dixo Fadrique, y que el vocablo se ha corrompido; y que sea el nombre mismo, ya lo veys por la semejança que tienen; y que sea la cosa, ya lo vistes por lo que hizieron aquellas donzellas, como su madre quando las parió. ¿Vos no vistes cómo juntamente, imitando aquellos torpes actos y mouimientos feos, a vna cantauan, tañían y dançaban?

Sí, dixo el Pinciano, ya me acuerdo que se dixo del poema actiuo que tenía tres maneras de imitación: lenguaje, digo, música y tripudio, pero diuersas y apartadas; y que la dithirámbica las tenía juntas, ¿mas qué tiene que ver la cosa de la dithirámbica a la de la zarabanda? Que aquélla era hecha en honor de Baco y antigua, y ésta, nueua y que de muy pocos años acá ha ensuziado la tierra.

Fadrique dixo: ¿Vos no auéys oydo dezir mezclar a lo sacro lo profano?

Y aun sé, dixo el Pinciano. que por justíssimas leyes está vedado.

Y Fadrique: Pues esso es esto. Y, porque os diga lo que entiendo deste negocio, escuchad. Entre los furores que diximos el otro día humanos, que Platón dixo diuinos, co[n]tamos dos, el de Baco y Venus. Reynó en aquel tiempo passado Baco y sole[m]nizáuanle los poetas; agora reyna Venus y las poetisas la celebran. Y, hablando más de veras, digo que en la verdad esta zaraba[n]da es la dithiramba antigua, la qual es[pág. 421]taua oluidada, porque ya el dios Baco no se veneraua en parte alguna, y, en lugar della, quedó la lírica. Los indios del Poniente gentiles pudieran hazer como gentiles veneración a Baco, mas no tenían el instrumento, que era el vino, y ansí todos se dieron a celebrar la Venus lasciua; y lo que los gentiles griegos hazían a Baco, hazen éstos a Venus con las tres imitaciones: canto, música y dança juntamente. Esso mismo haze[n] los de Ethiopía, si queréys mirar en ello, en essos choros y danças; y éstos, a mi parecer, traxeron a este mundo la zarabanda, a la qual ansí l×lamaron algunos hombres leydos de la dithiramba; y esso fué el principio della.Etymología de zarabanda.

[Frag. 2.]

Aquí dixo el Pinciano: Por qué razón a la dithiramba digan zarabanda, me parece, auer ente[n]dido bien, pero por qué la dithiramba se diga assí, o no lo he oydo, o se me ha ydo de la memoria.

Baco nació dos vezes.

Fadrique dixo: La dithirámbica tuuo nombre de Baco, porque salió al mundo por dos puertas, según los poetas escriuen: y dixéronla assí porque especialmente fué esta obra hecha para loores del dios Baco, la qual cantauan sus sacerdotes, tañendo y dançando, y la qual también contiene su doctrina moral.

El Pinciano: Assí co[n]uiene dezir para excluir a estas zarabandas.

Vgo dixo: En razón de poema, tan dithirámbico es el malo como el bueno, y agora en general se habla.

Ansí es la verdad, respondió Fadrique, y yo agora no trato sino de su primera inuención, para qué fué, que el auer degenerado no haze a nuestro propósito; digo, pues, que ella fué inuentada para alabar a los buenos, y, como dixo Archíloco, el que alaba al bueno, vitupera al [pág. 422] malo; y yo añado que el que haze lo vno y lo otro, enseña buenas costumbres, y que la dithirámbica las enseña desta manera dicha, y, especialme[n]te, que ella, de su principio, fué imitación de mejores, aunque después (el día, passado se trató) lo fué también de peores, como Aristóteles dixo del Philoxeno, dithirámbico, que a los persas auía imitado peores que ellos eran; mas ésta ya es otra materia. Vamos a la propia de la dithirámbica la qual no es otra cosa que vna imitación narratiua hecha con música y tripudio juntamente y a vna, por lo qual se diferencia del actiuo poema, como antes está dicho, y de la épica, porque ésta es común poema.Difinición de dithirámbica.

El Pinciano dixo: Por lo que he oydo, dithirámbica, zarabanda y lírica todo es vna misma cosa.

En lo essencial, que es la forma dicha de la imitación con los tres géneros, no ay duda alguna, respondió Fadrique, sino que todas los piden o co[n]sienten; mas diferencianse en la materia de que tratan, porque la dithirá[m]bica trata de los loores de Baco, y la zarabanda, de los exercicios de Venus, y la lírica dexa a los dioses y trata de cosas acá menos leuantadas; y si trata de dioses, no particularmente para los alabar, porque los poemas hechos para esto fueron llamados hymnos; ansí que los hymnos fueron hechos para honor de los dioses en general, y la dithiramba, en honor de Baco, y la zarabanda mezcló lo sagrado de Baco a lo profano de Venus; y la lírica trata otras cosas varias humanas, las cuales son su materia, ansí como amores, rencillas, combites, contiendas, votos, exhortaciones, alabanças de la templança y de he[pág. 423]chos dignos, o canciones, pretensiones, negocios y cosas desta manera; y esto con menos ruydo de vocablos compuestos y más sentencias que la dithirámbica, la qual requiere vn lenguaje lleno de vocablos compuestos, hinchado y inconstante y, al fin, como dize un cierto autor, todo vino.

Sugetos de lírica.

Vgo dixo: De la materia lírica he yo leydo que está en número cierto diuidida, y que es dozeno.

Ahora bien, dixo Fadrique, entiéndase lo essencial de la cosa que importa; y, sí yo me dexare alguna parte, añadidla vos, y, si no, dexadla. Y esto es lo mejor, contentándoos con que la lírica puede tener diferencias según la materia, y que podrían yrse añadiendo cada día según las cosas van variando.

El Pinciano dixo: Yo, señores, tengo el entendimiento vn tanto confuso, y, desseando no caer en confusión, me proueo quanto puedo en la distinción de los vocablos; y aunque está dada harto grande, pero pareceríame mayor, pues la lírica comprehende a tantas cosas, y la dithirámbica, a vna sola que incluyamos a ésta debaxo de aquélla y que, puestas en oluido la dithiramba y la zarabanda, quando se ofreciere hablar de nuestro poema presente, le demos nombre de lírica.

Vgo respondió: Dos inconuenientes hallo yo para esso que dezís: el vno está ya tocado antes, y es: que algunos poemas líricos son comunes, y el dithirámbico deue ser enarratiuo o enunciatiuo solamente, el otro es que la dithirámbica es imitante necessariamente, y en la lira se hallan muchas que no tienen imitación.

Substitúyese la lírica en lugar de la dithirámbica.

Fadrique dixo ento[n]ces: A la primera dificultad antes tocada respondo lo que antes fué respondido qua[n]do se tocó; y a la segunda digo [pág. 424] que la lira imita[n]te será poema perfecto, y la que caereciere de imitación, será imperfecto, como antes está dicho. Y me parece bien el parecer del Pinciano, siquiera porque el nombre de dithiramba o zarabanda no suene más en nuestras orejas; y, con la cosa fea y indigna, se destierre el nombre indigno; y sean, de oy más quatro las primeras y principales especies de la Poética: épica, trágica, cómica y lírica; y sea la dithirámbica vna especie de lírica y la más atreuida, hinchada y perturbada, con la qual se diferencia de las demás especies líricas; y ella de oy más se diga lírica phrigia, la qual, como dize Aristóteles, era muy perturbadora; y las demás se digan líricas dóricas, las quales carecían de ta[n]ta perturbación; y diferénciese también en que ésta no requiere tripudio necessario y aquélla, sí. Y, si queréys, también podréys, poner diferencia en el metro y vocablos compuestos.

Vgo dixo: Lo q[ue] auéys dicho de lo phrigio y dórico confirma Aristóteles en el vltimo de sus Poéticos.

[Frag. 3]

Y, auiendo callado vn poco, començó assí: Sea, pues, la lírica imitación aquella que es hecha para ser cantada; y, esto supuesto, passemos adelante a las diferencias dél, sí algunas tiene.

El Pinciano dixo: No entiendo lo primero que dezís, y me parece que andáys corto en la difinición o descripción de la lírica, porque, si ella queda en lugar de la dithirámbica, no sólo ha de ser para ser cantado sino metro para ser tañido y dançado.

Fadrique respondió: Vos, señor Pinciano, no consideráys que el ser cantado dice ser metro; y que los poetas suelen dezir: «quiero cantar» por dezir «quiero dezir en metro»; y que también para ser cantado dize la [pág. 425] música con que el poema se exercita.

Está bien, dixo el Pinciano, ya me acuerdo auer oydo esta doctrina, y en hora buena sea que por cantado se «entienda el metro y música; mas ¿por qué dexáys el para ser dançado? Pues la lírica ta[m]bién goza deste género tercero de imitación, según vuestra doctrina.

Vgo respondió: Debaxo de la música se comprehende también el tripudio y la dança; ansí lo quieren algunos autores.

Fadrique lo confirmó diziendo: Y con razón; que este mouimiento numeroso está subordinado a la música por dos vías: la vna, porque el dançar sin son es lo que dize el refrán: «dançar sin son que es vn disparate»; la otra, porque el tripudio es como sombra del cuerpo de la música, cuyos afectos y mouimientos sigue contino.

Estoy contento, dixo el Pinciano; y, pues la lírica tomó nombre de instrume[n]to músico, sepa yo, si no os enoja, qué estilo se sigue en estas dos partes de que, después del lenguaje, consta; y primero, cómo la música mueue afectos en la lírica, porque yo entendía que los quietaua y sosegaua, poniendo paz entre el hombre y sus passiones.

Ansí lo haze, dixo Fadrique, la ordinaria música, mas aquella de que se sirue el poeta, no sólo para esse fin, mas para otro y otro, es dél recebida. Y, para que esto se entienda más de rayz, es de aduertir que la poesía mezcló la arte música a la suya por dos causas: la vna, para el deleytar, y la otra, para enseñar; que, si bien nos acordamos, éstos fueron, son y deuen ser los fines de la poética. Y, dexada la parte q[ue] al deleyte toca, por ser ta[n] manifiesta, digo de la q[ue] a la doctrina, a la qual enseña en dos maneras la música; o perturbando o no perturbando. La lírica enseña [pág. 426] perturbando quando canta renzillas, questiones, dificultades y cosas semejantes, como la tragedia con sus temores y misericordias; que, qual ésta con sus misericordias y temores aplaca las passiones y enseña costumbres, assí aquélla con sus renzillas, questiones y dificultades, esto es, perturbando, como hazían los dithirámbicos especialmente, aunque de otro modo.

La música quieta y perturba al ánimo.

El Pinciano: Yo no entiendo bien esta perturbación.

Y Vgo luego: Poco ay que entender; decid que vn músico os taña cosa triste, y veréys cómo os entristecéys; y decid que sea alegre, y veréys cómo os alegráys.

En los problemas.

Sí, dixo el Pinc[iano], como lo que Arist[óteles] dize del vino y de la melancholía, que hazen mucho a las costumbres naturales; ansí la música, la qual, si coge a vn hombre triste, le haze más, y, sí alegre, mucho más le alegra.

Fadr[ique] luego: No dize esso Vgo, sino que ay especie de música q[ue] entristece al alegre y al triste alegra. Y, para exemplo de lo que el sonido haze, aduertid en la trompeta del Iueues Santo y de los disciplinantes. ¿Qué hombre aurá tan regozijado a quien no priue de alegría aq[ue]l sonido tristíssimo? ¿Y ta[m]bién a quién no regozija vna trompeta de vn juego de cañas? ¿Y a quién no alborota y enciende en ira la trompeta en la guerra quando dize: Cierra, cierra? ¿Y a quién no mueue a sangre y muertes el atambor quando suena: Arma, arma? No digo q[ue] éstos sean instrumentos músicos verdaderos, mas q[ue] por éstos se entienda lo que los verdaderos hazen; y, si, no, decid que os tañan con vna vihuela, con que la tro[m]peta, al ¡cierra! y a la ¡arma!, y veréys quánto os perturba. Y, si más clarame[n]te queréys ver la eficazia del sonido, aduertid lo que haze vn cauallo quando escucha [pág.427] vna trompeta militar, y veréys que él mismo se enciende en ira de manera que arde por la carrera y encuentro.

Aquí dixo el Pinciano sonriendo. Baste esto de la parte perturbadora de la música poética, que basta a la música andar con tal compañía para alborotar los ánimos de las gentes; y, si soys seruido, se trate algo de la que quieta y pacífica.

Fadrique respondió: No es mi propósito traer las cosas fuera dél; y ansí, dexadas las difiniciones y diuisiones de la música, digo q[ue] ella perturba, como está dicho, y quieta y sosiega, como agora se dirá; la música sosiega y quieta perturbando, Como también es dicho; y quieta y sosiega sin perturbación, como lo hizo aquel músico q[ue] apaciguó las guerras ciuiles entre los lacedemonios.

Esse, dixo el Pinc[iano], oy dezir q[ue] lo auía hecho con la lengua, y todo como lo hizo Orfeo, que, torna[n]do domésticas a las ge[n]tes brauas, las reduxo a ciuilidad y policía.

Ansí es, dixo Fadr[ique], y no es mi intento dezir que lo hizo sola la música, sino que ayudó gran parte a la poética para essa hazaña; ansí lo hizo aquel músico q[ue] dexó Agamenón en su casa para aplacar a su muger el ardor lasciuo que sentía en ella; el qual músico, tañendo y dançando metros en alabança de las matronas honestas, tuuo en pie la honestidad de la reyna mientra él viuió y, en muriendo él, murió la honestidad della. Y, por dar fin a nuestra plática, pregunto lo que es más notorio que todo esto: ¿Quando tañía y cantaua Dauid ante Saúl, no arrojaua la perturbación q[ue] el demonio le hazía, con la música y canto? Prouado está bastantemente, a mí parecer, el deleyte y perturbación y quietud que la música haze, y que aquellas dos partes, de la [pág. 428] perturbación y quietud son tomadas del poeta para enseñar, como la primera, del deleyte para deleytar.

El Pinciano dixo: Todo lo he muy bien entendido, mas no cómo enseñauan los sacerdotes de Baco a los hombres con el metro músico y el tripudio.

Vgo dixo: Los sacerdotes bacanales no eran los poetas, sino los que los imitauan, los quales con. el metro enseñauan y con la música, como está dicho; aunque confiesso que esto del enseñar más toca a las demás especies de lírica que no a la dithirámbica, como el perturbar más a ésta q[ue] no a aquéllas, ansí por el metro y música como por el tripudio, que le era más natural, el qual ayuda grandemente a la perturbación.

El Pinciano dixo: En sabiendo yo cómo perturba el tripudio, me parece que auré entendido esta cosa mejor.

Fadrique respondió sonriendo: Yo he leydo que perturba no sólo al dueño, mas a las personas vezinas; y que vn tripudiante o dançante salió al teatro romano por mandado del César, y, después de auer dançado y saltado lo bastante, le mandaron salir del tablado. El estaua tan alienado que, no queriendo volu[n]tario, salió forçado, y, por el camino que yua a su assiento, yua tripudiando y dando muy buenos golpes con pies y manos a los circunstantes, y, aun puesto en su propio lugar, no se podía contener, que a los que junto eran sentados no alcançasse daño del tripudio y aun del manudio.

Vgo se rió mucho y dixo: Esso es tomar la cosa muy literalmente; y, tomándola más hondamente, en la verdad el tripudio perturba mucho al tripudiante y circunstante; muéuense, digo, los espíritus del celebro a éste y a aquél, y se mueue y enciende [pág. 429] juntame[n]te la imaginación.

Dicho, cal×ló vn poco y dixo después el Pinciano a Vgo: Si soys seruido, me decid: ¿qué prouecho trae al mundo la poética con este su tripudio? Porque, aunque todas tres partes de la poética están infamadas con prouerbios antiguos, ésta más que ninguna.

Fadrique dixo entonces: No todos los prouerbios son siempre verdaderos, como ni todas las leyes, ciertas; porque, si lo fuessen, ni vnas leyes con otras, ni vnos prouerbios se encontrarían con otros. Ya sé que dize el refrán «músicos y poetas carecen de seso», y sé que dize otro «en Scithia no ay dançantes porque no ay vides». Al prouerbio contra la poesía y música está ya bastantemente respondido en lo de atrás; y al de agora de los tripudios, responderé en diziendo que los hombres manifiestan sus co[n]ceptos de tres maneras: o por vozes de garganta propia, como lo haze la poética en el le[n]guaje, o por vozes de instrumentos, como poco ha dezíamos de las vihuelas, arpas, flautas y los demás instrumentos, o por mouimie[n]tos de cuerpo, como lo haze el tripudio; de manera que éste realmente fué hecho para significación de alguna cosa, no sólo para el deleyte, porque no tiene el tripudio más de deleyte de qua[n]to tiene la significación y imitación, y, pues fué inuentado para este fin, claro está que no era más malo o bueno de quanto fué el acto que es significado por el tal mouimiento. Y ansí queda que él es como de la poética diximos y de otras muchas cosas q[ue] se pueden vsar dellas indiferentemente; y, como el poeta puede hazer hymnos en alabança de Dios, y épicas que leua[n]ten los ánimos a bien obrar, y tragedias que quieten y pacifiquen el ánimo [pág. 430] inquieto y alborotado, y cómicas que con risa adotrinen, y líricas que enseñen sentencias prouechosas a la vida humana y, al contrario, que enseñen cosas dañosas, puede auer da[n]ças malas, cuyos actos sean malos y feos, y las puede auer buenas y que signifiquen bien y inciten los ánimos a la prosecución dél.

El Pinciano dixo: De la significación y del acto feo no es menester traer exemplos, que poco ha los vimos con vergüença de nuestros ojos y dolor de nuestro coraçó[n]. De la significación de actos honesto desseo ver algunos exemplos.

Y aun de vtiles también, dixo Fadrique, los veréys, si me escucháys.

[Frag. 4.]

Dicho, començó assí: Entre las partes de la dithirámbica, digo lírica, es el tripudio de que agora es nuestra plática; el qual no es otra cosa que vn mouimiento del cuerpo numeroso y compuesto con que alguna persona imita a otra; por qué se diga mouimiento no ay dificultad; y numeroso se dize porque está obligado a cierto número de mouimientos, cada vno según es; y compuesto, porque deuen tener orden en ellos, assí como en los quietes o descansos. En este exercicio se exercitaron principalmente las ge[n]tes luego que el mundo tuuo principio; y esto fué por se hazer más diestras para la caça de la qual viuían. Al exercicio primero de los pies se fué ayu[n]tando el de las manos también, y se començaron a exercitar en vnos y otros exercicios varios. Este tripudio se dize auer sido el más antiguo. Yo no me atreueré a tanto, mas osaré dezir que es más antiguo que la música, por la necessidad mayor que ab initio huuo del mouimiento, corporal, por quien es también más vtil que no el otro exercicio, di[pág. 431]go la música, porque, dexado aparte que el hombre en él es más hombre y tiene más acción, es ta[m]bién vtil a la conseruación suya por el mouimiento saludable que vsa; y, dexado también el bie[n] que a la salud particular de cada vno trae, la trae también vniuersal por quanto haze al cuerpo más robusto y paciente de trabaxos, lo qual es importante mucho para la milicia, con quien se conseruan y defienden las repúblicas y imperios. En el tripudio se exercitauan los antiguos para instruyrse en aquello que para todo género de armas era conueniente, para el esgrimir, justar, tornear y batallar en folla. Ansí dixo Sócrates que los tripudiantes eran muy aptos para batallar y guerrear. Y, dexadas aparte otras varias diferencias que del tripudio a este fin endereçadas fueron en vso, huuo vno dicho Pyrrhichio, el qual tripudió y dançó en vna tragedia. También Phrínico atheniense, que mereció ser y fué electo emperador por athenienses, pareciéndoles que quien tan bien imitó aquel×la dança militar en fábula, sabría exercitar las veras en historia. Fué tan aprouada esta arte entre los romanos, que dixo Salustio ser necessaria a la matrona honesta y buena. Y esto de la necessidad me parece mucho, y bastará dezir que es lícita, lo qual viene bien con lo que en otra parte significa él mismo reprehendiendo a Sempronio, no de que supiesse dançar, sino de que lo supiesse muy bien, como que huuiesse tomado aquel negocio por principal. Y aquí aduierto, para responder a vna objección de Macrobio, que es diferente tripudiar en teatro público y tripudiar [pág.432] en casa y sin interés. Y, para responder a todas las demás objeciones, digo que el tripudiar y dançar es obra indiferente como otras muchas artes y q[ue] se puede vsar bien y mal della: a la que se vsa bien y honestamente, recibo y alabo, y, la que mal, vitupero y destierro. Resta que veamos algo más de sus diferencias, que las passadas sólo siguieron] para exemplo.

Qué cosa tripudio o dança y bayle.
Vialidades del tripudio

Tripudio. Pyrrhichio.

Diferen[n]cias de tripudio.

Las especies de tripudio fuero[n] tres: la vna era trágica; la otra, lírica: la otra, cómica; las dos primeras eran graues: la vltima, no. De manera que, ansí como la trágica imitación y lírica son graues en la essencia, lo son en el lenguaje, y, como en el lenguaje, en la música, en el tripudio y dança. Esta materia está ya tan oluidada, q[ue] ninguna cosa más; el que quisiere traerla a la memoria por su gusto y curiosidad, lea a Iulio Polux y hallará que estas especies de tripudio no son ínfimas, sino que contienen a otras; assimismo la diuersidad del tripudio segú[n] la persona, género, edad y modo de viuir; y, en suma, hallará en él todas las co[n]sideraciones q[ue] el le[n]guaje, porque, como la poesía es imitación en lenguaje, el tripudio es imitación en da[n]ca. Y ansí dize Aristóteles en sus Poéticos: «Los tripudiantes o dançantes no hazen otra cosa que imitar en la variedad del mouimiento concertado en las acciones perturbantes y costu[m]bres de los hombres». Las quales acciones, siendo honestas, deue[n] ser imitadas por la doctrina qruel co[n]sigo traen a los presentes, como desterradas y enterradas las laicizas y deshonestas zarabandas, las quales no siruen sino de lo que dize Horacio, en el libro tercero del Carm[en Saeculare], lira sexta, y las quales llora que en su tiempo se vsauan, y podíamos nosotros llorar también que agora se [pág.433] vsan. Dize, pues, en el lugar ya dicho, desta manera:

Place y agrada

A la virgen madura

La jonia soltura

Ser enseñada;

Derecha y coruada,

El acto inhonesto

de Venus imita,

Y tierna medita

El crimen incesto

Ansí publica el poeta la desuergüenca de sus tiempos, y, ansí le reprehende. Y, más adelante, en la lírica siguiente, pone la preuención al peligro, razona[n]do con Asteria y suadiendola castidad por estas palabras:

Cierra, Asteria, tu puerta

Antes que cierre el día;

No escuches la harmonía

Ni del que busca ver tu fama muerta;

La cítara quexosa

Huye, y dificultosa

Y constante y entera,

En gracia de Dios perseuera.

Más me agradan, dixo Vgo, las durezas y perezas désta que las meditaciones de la otra; pero, dexado este malo, feo y torpe zarabándico, tratemos vn poco del honesto y prouechoso.

Por cierto, dixo Fadrique, que yo no sé más que dezir desta materia siguiendo como sigo generalidades; porque tratar de las especies de tripudio q[ue] vsó la trágica, y la lírica, y la dithirámbica, y la cómica, es vn mare magno, como también tratar de las diferencias q[ue] de la parte que más se mueue en el cuerpo toma[pág. 434]ron los antiguos, digo, coruaduras, corriduras, saltos, coxeos, cruzados de pies y manos, palmadas, çapatetas, cabriolas, y las demás fueron tantas, que se han ydo de la memoria, y en la verdad, no hazen al caso a nuestro intento, el qual ha sido, en consequencia de la dithirá[m]bica, dezir q[ue] la música y tripudio perturban co[n] su imitación también, como el lenguaje, y que esta especie de poema es más perturbadora que ninguna, porque tiene juntamente los tres géneros de perturbación, ansí que pelea con arma tres doblada.

El Pinciano dixo: Yo, por mi parte, estoy contento, q[ue] al pobre qualquier don le basta, mas desseo saber desta dithirámbica, no dixe bien, desta lírica, si tiene algunas especies.

[Frag. 5.]

A esto dixo Fadrique: Pues auemos hecho cabeça y género a la lírica de todo aquel poema que es co[n]ueniente y hecho para ser cantado, tañido y dançado y tripudiado, diuidámosle como manda el Pinciano; y digamos que la lírica poesía, o el lírico poema, se diuide en hymno, dithirambo, scholio, peán y en la que particularmente es dicha lírica, las quales todas difieren en el argumento que principalmente tratan; y, diziendo primero de la postrera, digo q[ue] la que particularme[n]te fué llamada lírica, fué, como todas las demás especies, más o menos breue; cuya materia eran amores, alaba[n]ças de hombres y mugeres, las quales dos partes especialmente siguió el Petracha, como él mismo en la canción:

Diferencias de lírica.

Amores, alabanças de hombres.

A aquel dulce, cruel y antiguo dueño.

Narraciones

Narraciones como él mismo en la que empieça:

Al tiempo dulce de la edad primera.

[pág. 435] Y la otra:

Siendo yo vn día puesto a la finiestra.

Consejos

Consejos, como en la que comiença:

Italia mía, aunque el hablar sea en valde.

Quexas y negocios.

Contiene, más que quexas, hechos, deshechos. y, en suma, negocios, co[m]bites y cosas assí desta maniera, q[ue] puede[n] ser dichas de passo no como la tragedia y comedia que piden oyente assentado. Su estilo es mediano, mas que se avezina a la gra[n]deza trágica; demanda frequencia de sente[n]cias; el metro varió mucho, porq[ue] admitía todo género de pies en los griegos y latinos, de quienes no doy agora exemplo por no ocupar el ca[m]po sin necessidad. Y esto, en general, de la lírica como especie della.

Sigue el hymno que, como antes fué dicho, era canto en alabanças de los dioses, en estilo no tan alto y en metro no diferente. Del dithirambo ya también está dicho q[ue] fué hecho en alabanças de Baco y que era afectuossíssimo en extremo, lleno de vocablos hínchalos y compuestos y, al fin, todo cuero; del qual y de sus semejantes no tengo que dezir, ya lo dixe, más de que son especies de poemas líricos, los quales vn tiempo se hizieron a dioses y después se aplicaron a los héroes y aun a los hombres.

Dicho esto, calló Fadrique, y dixo Pinciano. Grandernente se declara la cosa quando se da a entender con algún exemplo, y holgara q[ue], ansí como lo hezistes en vna especie lírica, lo hiziérades en las demás.

V[go] dixo: Por manifiesto lo dexó el señor F[adrique], y yo quiero tomar este peso en mis hombros y dezir los exe[m]plos q[ue] de las demás especies de lírica se pide[n]; y esto lo hago porque tengo desseo de publicar mis hazañas [pág. 436].

Fad[rique] dixo: Mucho tiempo será menester para esso.

Y luego Vgo: No cansaré, q[ue] yo seré breue; y, si queréys saber el secreto, es q[ue] yo trasladé de lengua griega vn peán que hizo Aristóteles a vn atheniense, dicho Hermía, y quiero que me digáys qué os parece.

El Pinciano, admirado grandemente, dixo: ¿Cómo assí? ¿Fué Aristóteles poeta?

Y Fadrique, con su risa: Sí; todas materias corrió el monstruo de naturaleza.

Vgo, respondiendo a la pregunta del Pin[ciano], dixo: ¿Y quién lo pudiera ser mejor que él en el mundo? Este peán hizo, y hizo otro, a vn Lisandro lacedemonio, digníssimo y celebradíssimo, y otro, a vn otro macedonio, a los quales pudieran los de Píndaro inclinar la cabeça. Dize, pues, Arist[óteles] en el peán q[ue] en alabança de Hermía atheniense hizo desta manera:

Peanes de Aristóteles.

Virtud dificultosa,

Possessión de la tierra

La más feliz y más enriquecida,

Por ti, donzella hermosa,

Más que la paz, la guerra,

Y la muerte es más dulce que la vida.

Tu mesa nos combida

Al fruto sempiterno

Del inmortal tesoro,

Mejor mucho que el oro

Y que el hijo y el sueño muy más tierno.

Por ti baxó al infierno

El hijo de Alcumena,

Y hermanos dos de Helena

Gozan en cielo y tierra nombre eterno.

[pág. 437] Por ti el illustre Achiles,

Ayaz, contra sí fuerte

Y tímido y medroso de la honra,

Passaron tranzes miles

Y, burlando de muerte,

Huyeron de la infamia y la deshonra.

Por ti la tierra oy honra

Su soberana gloria,

Digna de eterna historia,

Dé materia este día

A las hijas de Ioue y la Memoria.Diferencias del lenguaje lírico y épico

Dicho, dixo. Esta sí que es lírica honesta en la materia y polida en su lenguaje.

Aquí dixo el Pinciano: Pues tanto se avezina el estilo lírico al heroyco, ¿cómo le conoceré la diferencia?

Vgo respo[n]dió: Yo le diré por vn exemplo, en el qual el lírico y el épico toquen una misma materia.

Ello está bie[n] dicho, respondió Fadrique.

Y luego Vgo: Descriue Iuan de Mena, como heroyco, el venir del día desta manera:

El lúcido Phebo ya nos mostraua

El don que no pudo negar a Phaetonte:

Subiendo la falda de nuestro orizonte,

Que toda la fusca tiniebla priuaua;

Sus crines doradas ansí leuantaua

Que todas las seruas con sus arboledas,

Cumbres y montes y altas roquedas,

De más nueua lumbre las illuminaua.

[pág. 438] Y el Petrarcha lo mismo:

El nueuo canto y l×lanto de las aues,

Entre las ramas de las plantas ledas,

El murmurar del agua crystalina

Por los arroyos lúcidos y claros

A resonar empieçan en los valles

Y a dar señales de la alegre aurora.

Bien claro se vee la magestad y grandeza el épico que fué Iuan de Mena, y, aunque tiene el Petrarcha, mas muy diferente en grado y en calidad; en grado, porque es menor; y en calidad, porque la frasi lírica tiene más de lasciua y blandura en sí y menos de los vocablos peregrinos, especial los forasteros y alterados.

Calló Vgo y dixo el Pinciano: De manera que me dezís que la lírica difiere de épica en las materias que toca, y en los negocios que trata, y también en la blandura de los co[n]ceptos y palabras. Sea en hora buena. ¿Cómo no dezís algo del metro?

Fadrique se entrepuso diziendo: Claro está que en los poemas castellanos los menores metros son mejores para la lírica, y aun en los italianos, si sus metros menores anduuieran sueltos de los mayores; no lo anda y assí será[n] buenos los que se mezcla[n] de vnos y otros, como en las canciones vemos. Mas dexado esto, ¿cómo no auéys alabado al peán de Arist[óteles]? ¿Por ve[n]tura no lo merece?

Vgo respo[n]dió: Vnas palabras echa otras, y vnas razones a otras quitan lugar. El peán del Philósofo fué el mejor q[ue] en mi vida ley y q[ue] ave[n]taja a los pindáricos.

Fad[rique] dixo: Bueno está el peán, mas mucho dixistes en dezir q[ue] se aue[n]taja a los de Píndaro.

[Pág. 439] Vgo replicó: Añadidle vos la hermosura que yo le quite al trasladarle y veréys qué tal es.

Bueno está por. cierto, dixo el Pin[ciano]. y yo no pensara que tan bien sabía Arist[óteles] hablar, porq[ue] en su escriptura toda estoy por dezir que no he visto tanta eloquencia como en essa lírica.

Arist[óteles], fuente y río de eloquencia.

F[adrique] se sonrió y dixo: Hablar sabía Arist[óteles] y tanto, que Cicerón le llama río de eloque[n]cia.

Ni esso entiendo, dixo el Pinciano.

Y luego Fad[rique]: Arist[óteles] fué grande architecto, y nunca se quiso ensuziar las manos en el yesso y la cal, ni emplearlas en la piedra y la madera.

Sí, dixo el Pinc[iano], bien se echa de ver en sus obras que Aristóteles fué grande architecto por los exemplos que trae en mathemáticas, mas yo no os entiendo.

Vgo se rió y dixo: Hablad más claro si queréys q[ue] os entendamos.

Fa[drique] se declaró diziendo: Arist[óteles] enseñó en sus Rhetóricos más eloquencia q[ue] quantos han escrito juntos, y no la habló.

El P[inciano] dixo: Ya lo entiendo: fué como los emponedores q[ue] enseñan la andadura q[ue] no sabe[n] hazer.

Y F[adrique]: No. Bie[n] supiera Arist[óteles] hablar con eloque[n]cia si quisiera, y la habló en alguna parte; sino q[ue] él professó enseñar al mundo doctrina, y los maestros no deuen ser muy eloquentes, porq[ue] la eloquencia quiere lenguaje peregrino, y éste es escuro; ansí lo enseña él mismo en sus Poéticos, como ya otra vez se ha dicho.

Agora, dixo el Pin[ciano], sé cierto q[ue] entie[n]do esta cosa. Aris[tóteles] supo mucha Rhetórica y enseñó preceptos para ella altísimos, por lo qual Ciceró[n] le dixo río de eloque[n]cia, mas no la vsó, porq[ue] el q[ue] enseña, no deue vsar della, sino hablar con vocablos q[ue] sean ente[n]didos, como son los propios; y, por esta causa, él mismo enseña q[ue] la difinición d[e] la cosa no se dé por vocablos peregrinos y metaphóricos, sino co[n] p[ropios] [pág.440].

Assí, dixo Fadrique, es la verdad, porque la definición deue ser más clara que el definito: y por la misma razón que Aristóteles no fué facundo, Quintiliano dexó de serlo, que como escriuió preceptos de facundia, fué necessario los escriuiesse sin ella por la claridad; y ansí Cicerón adonde escriuió doctrina, no fué tan facundo y eloquente como en las Oraciones, y en las Oraciones no lo fué igualmente en toda parte dellas, porque en las narraciones, confirmaciones y confutaciones, a do es necessaria la claridad -y en ella a vezes va el interés de honra y vida de vn hombre, no conuenía estilo peregrino. y que, por hermosear la oración y narración, quedasse obscura; mas en los exordios, que no son de tanta sustancia, y en los epílogos, que ya está bien entendida la cosa, aquí conuiene la eloquencia y facundia, y aquí la vsan contino los finos rhetóricos, y, poco a poco, nos auemos resualado de la Poética a la Oratoria: será bien boluer a nuestro propósito.

Scholio.

Vgo dixo: Esso es dezirme que, dexados los peanes, se trate ya del scholio y del hymno. Del scholio me acuerdo auerse ya dicho ser lo mismo que el peán, saluo que se acostumbraua a cantar en banquetes, y ansí por el presente ta[m]poco lo aurá. Del hymno digo que es, semejante al peán, aunque era diferente en verso y en que era hecho en alabanças de dioses.

El Pinciano dixo: Según esso, ya se aura perdido este poema, porque los dioses son ya perdidos.

Y Fadrique entonces: Aunque los dioses sean perdidos, no lo es Dios, ni Sancta María, ni sus sanctos, a los quales la Iglesia canta sus hymnos. En diuersas maneras y especies vsaron dellos los antiguos y los que agora se vsan [pág.441], mas son los que dizen inuocatorios, adonde se alaba el numen y deidad y también se pide socorro; tal fué aquel del Petrarcha a Nuestra Señora, que comiença:

Vergine bella, che di sol vestita.

¿Esse es hymno?, preguntó el Pinciano.

Y los compañeros dos a una respondieron: Sí.

El Pinciano replicó: Pues ésse yo le tengo, que le traduxo vn letrado amigo mío, y aun podría ser tenerle en la memoria.

Fadrique le pidió que le dixesse, y el Pinciano: Perdonaréysme si alguna estanza se me oluidare, o si yo no la dixere con la gracia que se suelen dezir estos hymnos; y, después, prosiguió diziendo:

Virgen hermosa, ornada y coronada

Del Sol y las estrellas, cuyo seno

Sanctíssimo encerró al Sol Soberano,

De espuela me da amor y largo el freno

A hazer en tu alabança la jornada

Que, sin él y sin ti, pretendo en vano.

Contino recibió tu pía mano

Quien te llamó con fe;

Donzella, si a mercé

Jamás a ti mouió trabajo humano,

Vesme que muero en fatigoso duelo,

Socorre ya a mi guerra,

Sé que soy tierra, y tú, Reyna del cielo.

Virgen discreta y de aquel número vna

De las beatas vírgenes prudentes,

[Pág. 442] Antes de luz y lámpara más pura,

Sólido escudo de afligidas gentes

Contra golpes de amor y de fortuna,

Debaxo quien victoria está segura,

Refrigerio a la ardiente calentura

Que al humano conquista,

La bella y clara vista

Que tristíssima vió aquella figura

De tu Hijo querido en el madero,

Conuierte a mí, perplexo,

Que, sin consejo. en ti sola espero.

Virgen y pura que, quedando entera

En el parto, quedaste hija y madre,

Que alumbras a ésta y ornas la otra vida,

En ti, tu hijo y del Summo Padre,

¡Oh del Olimpo puerta verdadera!

Vino a cobrar la humanidad perdida.

Entre otras mujeres escogida

Sola tú, Virgen, fuiste, y, tú sola heziste

La cuyta de Eua en gozo conuertida;

Hazme, señora, de tu gracia dino,

Que pueda eternamente

Gozar presente al esplendor diuino.

Virgen sancta y de toda gracia llena,

Cuya summa humildad te alçó a la cumbre

Del cielo, de a do escuchas oy mi ruego,

Tú de justicia diste viua lumbre,

[pág. 443] Tú de piedad la fuente en larga vena

Que al siglo dan pía lumbre y fresco riego;

Tres dulces nombres tienes, no lo niego:

Madre, hija y esposa;

Virgen madre gloriosa

De Aquel que desató mi ñudo ciego

Y al humano tornó saluo y felize,

En cuyo sancta llaga,

Virgen, apaga mi vida infelize.

Virgen sola, en el mundo sin exemplo,

Que al cielo de belleza alta adornaste,

Y a quien igual no fué ni fué segunda;

Al summo y sancto Dios en ti encerraste,

Y el mismo Dios tornó sagrado templo

A tu virginidad sancta y fecunda;

Por ti será mi suerte asaz jocunda,

Si a tu ruego, ¡oh María!,

Virgen sabrosa y pía,

En mí, do abunda el mal, la gracia abunda;

Mi mente de rodillas a ti se echa

Y ruega senda cierta

Que su vía tuerta l×leue a la derecha.

Virgen clara y estable en sempiterno,

Estrella deste mar tempestuoso

Y del linaje humano fiel piloto,

Pon ojo al viento y golfo peligroso

Adonde solo me hallo, sin gouierno,

El hilo de mi vida casi roto;

[pág. 444] Aunque impío pecador, pero devoto,

mis errores confiesso;

Virgen, rige mi sesso,

Con el derecho rumbo al sancto coto.

Y acuérdate, que mi dichoso yerro

Hizo al diuino Verbo

Vestir de sieruo en tu dotado encierro.

Virgen ¡quántos lamentos y plegarias

En vano! ¡Y quántos ruegos he esparcido!

Y todos por mi mal y con mis daños;

Después que humana piel huue vestido,

Buscando a mi salud sendas contrarias,

Vine a males horríficos y estraños;

Hermosura mortal, llena de engaños,

Tornó fea mi alma;

Virgen sagrada y alma,

No tardes, que ya son al fin mis años,

Y mis días, con passo osado y fuerte,

Entre culpa y pecado,

Han caminado y sólo esperan muerte.

Virgen, ya es poluo aquella prenda chara,

Aquel×1a que mi vida abrasó tanto

Con su encendida y poderosa llama;

De mil, ella no supo vn breue llanto,

Que, a saberlos, pudiera ser cobrara

Diosa diuina mi ánima te llama,

Si en tal dezir no es falta;

[pág.445] Virgen piadosa y alta,

A ti es fázil, hermosa y bella dama,

Lo que a otros es difícil y impossible;

Pon fin a mi çoçobra,

Que a ti será obra illustre, a mí, apacible.

Virgen en quien es toda mi esperança,

Puedes, si quieres, dar socorro pío;

Mírame, que ya yo soy en vltima hora;

A mí no mires, mira al autor mío;

Mira que soy su hechura y. semejança,

Y de auerla perdido mi alma llora;

Medusa me hizo piedra, gran Señora,

Que humor, vano destilo;

Corran, Virgen, en hilo

Mis lágrimas y crezcan más agora,

Y sea este mi lloro assí abundante

De pesar y vergüença,

Que passe y vença al vano que lloré ante.

Virgen humana, de humilde amiga,

El principio común ten en memoria,

Y compassión de un coraçón contrito;

Que si vn poco de poluo y vil escoria

Amé con tanta fe y tanta fatiga,

¿Qué deuo hazer de ti, bien infinito?

Si del laço en que soy preso y aflito

Escapo por milagro,

Virgen, de aquí consagro

Estilo y lengua a tu nombre bendito,

[Pág. 446] Suspiros, pensamientos y cuydados;

Guía mi ánimo lasso

Y auiua el passo a mis desseos mudados.

El día va al fin, la vela al cabo verde,

El tiempo apriessa bola,

Virgen vnica y sola,

Ya mi alma consciencia y muerte muerde,

A tu Hijo querido me encomienda,

Que en tal trance y congoxa

Mi alma acoja y de Plutón defienda.

Vgo añadió sonriendo: A mi parece bien que, pues Iudas se ahorcó, sea en su lugar Mathías sustituydo; y q[ue], de aquí adelante, sean las especies principales de la Poética quatro, como sie[m]pre, mas no las mismas, y que sean, como está dicho: épica, trágica, cómica y lírica.

El Pinciano dixo: ¿Pues no se habla algo del estilo particular desta lírica?

Y Vgo respondió: De la parte dicha dithirámbica está dicho que quiere estilo peregrino, y, especialme[n]te, el que consta de vocablos compuestos, y graues. De las demás especies líricas lo que entiendo es que piden estilo figurado y florido y variado con diuersas sentencias; y, porque sucede tratar de la vltima, que es la épica, obra larga y que para la acabar no ay harto tiempo, si os parece, se dexe para otro día.

A todos pareció bien el parecer de Vgo, y, [pag. 447] después de auer auido silencio poco espacio, salió el Pinciano como de improuiso y dixo: ¿Pues cómo no me alabáys mas que esto la traducción de la lírica del Petrarcha?

Fadrique dixo: No ay de qué, porque el que traduze, es obligado, aunque se aparte de la letra, a conseruar y aun mejorar la grandeza y primor del original, y essa vuestra traducción, aunque en algunas cosas se aparta del original, en ninguna le l×lega.

¡Por vida mía! dixo el Pinciano, yo lleuaré buenas nueuas a su dueño, pues yo os sé dezir que él pensó auer hecho algo.

Aquí dixeron Fadrique y Vgo juntamente: Algo hizo, pero poco.

Dicho esto, Fadrique se puso en pie y quitó el bonete de la cabeça; de la qual obra entendieron los compañeros que tenía algún negocio a solas, y a solas le dexaron.

Esto es lo que al presente tengo que os escriuir; a mí, nueuo, y a vos no sé lo que será. Si a vos no lo fuere, recibid mi voluntad, que es seruiros y entreteneros con cosa que lo sea. Fecha, cinco días antes de los Idus de Iulio. Vale.

Respuesta de don Gabriel a la epístola décima del Pinciano

Mvcho me holgara, señor Pinciano, verme en la co[m]pañía quando essas damas, cacófilas o demonios, exercitauan sus saltos ionios, para hazer en ellas vn exemplar castigo, deuido a los q[ue] mezclan las cosas sagradas con las profanas; y, si yo tuuiera mando en la República, hiziéralo como lo he dicho.

Fué, como es notorio, la Poética inuentada para enseñar y adoctrinar sabiduría y [pág. 448] virtud; y, siendo tan sancta cosa, essas malas mugeres la han profanado enseñando con sus meneos suzios doctrina perniciosa y contraria a toda honestidad.

[Frag. 1.]

Y, dexada aparte esta honesta sátira tocante a las costumbres y philosophía moral, me conuierto a hablar sobre la natural que de la Poética trata; y digo que me parece bien la etymología de la zarabanda, por la qual consta ser vna misma cosa con la dithirámbica, cosa nueua y que no auía oydo ni leydo.

[Frag. 2.]

En el 2 me agrada la essencia de la dithirámbica y diferencia q[ue] della ay a la lírica y, sobre todo, q[ue] se destierre el nombre de dithirá[m]bica, por ser principio y origen de la fea zarabanda, y que, de oy más, en su lugar se assiente la lírica por la comunicación y semejança que las dos entre sí tiene[n].

[Frag. 3.]

Tiene el 3 la descripción y declaración de las dos partes de la dithirámbica, dichas música y tripudio (que de la tercera, dicha lenguaje, ya está hablado antes de agora, a do se trató que este género de poema pide vocablos compuestos, hinchados), tiene ta[m]bién la declaració[n] y el cómo la música perturba y quieta.

[Frag. 4.]

El quarto tiene cómo perturba y quieta el tripudio, y las diferencias dél, Y, antes de todo, de la vtilidad y necessidad del dicho tripudio.

[Frag. 5.]

Remátase el quinto fragmento con lo que se empeçó el segu[n]do, y fué q[ue] se desterrasse la dithirá[m]bica y q[ue] en su lugar quede la lírica.

Después de auer diuidido en especies los poemas líricos, me embiáys la Vergine bella del Petrarcha, traduzida en castellano; mejor mucho está en su lengua, mas digo q[ue] me parece puede passar y q[ue] deue ser alabado el traductor, el qual, a lo menos, empleó esse rato honesto. Fecha, en los Idus de Iulio. Vale.

Epístola vndécima

De la heroyca.Mvchas cosas, señor don Gabriel, se dizen y publican en esta Corte estos días, mas son tan fuera del verisímil que, aun debaxo de «dizen y no me parece», no me atreuo a os las escriuir; en sabiendo algo digno, os lo escriuiré en qualquier materia que yo alcance; y en la poética os hago saber que vuestro Pinciano se halló las Calendas de Agosto, a la entrada de la casa de Fadrique, con Vgo; y, después de auer gastado algún espacio en cumplimientos sobre quién deuía subir primero, ve[n]ció el Pinciano y subió Vgo; y, después de hauerse todos bien saludado, estuuieron en sile[n]cio vn rato, al cabo del qual dixo Fadrique a Vgo que estaua vn poco delgado en el rostro, y después le preguntó si estaua con alguna mala disposició[n].

Vgo respo[n]dió: Helo estado vn poco, mas, ya estoy de manera que me atreueré a quebrar vn par de lanças como valiente justador, y darme de cuchilladas con el gigante Goliat, y aun con Brandafurriel y Candramarte.

¡Valiente, por mi vida, dixo el Pinciano, viene oy el señor Vgo, y hecho vn Rodamonte o Rugero!

Y Vgo: No, sino vn Héctor y Achiles todo junto.

Riólo Fadrique y dixo: Materia de poética es ésta, y aun de heroyca.

Y el Pinciano: Pues yo he visto en tragedias representadas cuchilladas y lanças quebradas.

Vgo respondió: Y au[n] mugeres armadas auréys visto, mas essas cosas y personas no son tan decentes a la trágica como a la épica, porque la primera obra que es el que[pag. 450]brar de las lanças no se puede hazer con admiración en teatros, y la otra que es pelear mujeres no se puede obrar con verisimilitud. Ansí que el señor Fadrique ha dicho muy bien que quebrar lanças es de épica más que de trágica.

El Pinciano replicó: ¿Pues qué lanças se quebraron en los amores de Leandro y Hero, escriptos por Museo, los quales tienen nombre de épica?

Fadrique dixo: Los amores de Leandro y Hero más eran para trágica que para épica, y, por falta del poderse representar, aquel acto trágico se conuirtió en épico. Y ansí la nauegación de Ceyce y naufragio es buen subjeto para épica, como la muerte de Alcyón para trágica, porque ésta se puede imitar en poema actiuo, y la otra no, sino en poema común. Y esto quise dezir por el quebrar de las lanças.

El Pinciano dixo: Si yo supiera la diferencia de la épica exquisitamente, della sacara yo si esta obra de guerrear es necessaria a ella o no.

[Frag. 1.]

Vgo respondió: Ni aun del·la lo podréys sacar, porque no todas las condiciones conuenientes de la cosa entran en la difinición, mas solamente lo essencial, como en la del hombre entra el ser animal racional, y no entra el risible, la qual qualidad sigue a la razón.

El Pinciano replicó: Si tiene la definición, será el difinito presente a la cosa, que difinición y difinito se conuierten.

Fadrique respondió: Ya ésta es mucha lógica, y, de conuersación deleytosa, si dura, se hará molesta. Digo que es ansí: que, adonde huuiere el difinito, aurá la difinición y al contrario; mas que ay diferencia de hombre a hombre, y de muger a muger: y [pag. 451] que, no obstante que vna obra tenga las condiciones essenciales de la épica, si falta en las que son accidentales propias, será falta de perfección, como si vn subjeto tiene cuerpo y alma racional, será hombre, mas, si falta en él vso de razón, será hombre bestia, y aun si es en la proporción de los miembros mal formados, le dezimos imperfecto.

Difinición de la heroyca o épica.

Sí, dixo Vgo, que bien puede ser vn poema imitación común de acción graue, hecha para quitar las passiones del alma por medio de compassión y miedo, y no tener la tal obra perfección total.

El Pinciano dixo: Yo lo entiendo ya; y también he oydo lo que desseaua saber, que era la difinición de la épica, con la qual se me absoluió vna duda, y me crecieron otras algunas; y, si soys seruido, preguntaré, digo, si estáys para quebrar las lancas que auéys dicho.

Yo estoy, dixo Vgo. Verdaderamente se nos ha uenido la materia misma a las manos y es ya el tiempo que hable Toledo.

Fadrique se opuso diziendo que aun quedauan más especies de poética de que se auía de hablar, y que parecía que aquel lugar conuenía a ellas; y, después de auerlo dicho, se sonrió.

Vgo replicó: Essos poemas no tienen assiento en palacio, y ansí éste me parece el lugar conueniente para esta materia épica; y añadió que él la desseaua poner en aquel lugar, y que les rogaua lo tuuieren por bien.

[Frag. 2.]

Lo qual dicho, prosiguió desta manera el Pinciano [pag. 452]: Según la difinición que de la heroyca he oydo, ella es lo mismo que la tragedia, y assí parece q[ue] no son más que tres las especies de la poética. Esta sea la primera objeción, y la otra…

Aquí Fadrique rompió el hilo al Pinciano y dixo: Mejor será yr quita[n]do tropieços y respo[n]diendo a las dificultades vna a vna. Este trabajo quiero yo oy recebir por estar conualeciente Vgo.

Vgo respondió: Sano estoy para hablar, y más en materia tan de mi gusto; y ansí digo que la épica con la trágica conuiene en la cosa que es imitada, porq[ue] la vna y la otra imitan personas heroycas, no obstante que la épica las ama buenas, y la trágica, ni buenas ni malas; y conuiene también en el fin, porque la vna y la otra tienen por fin la extirpació[n] de las passiones por medio del miedo y compassión, pero diferéncianse en otras cosas. Lo primero, en el medio de la imitación, porque la trágica imita con personas agenas del poeta, y la épica, con propias y agenas, por lo qual éste se dize poema común y aquél, actiuo. Distínguesse también en los géneros con que la imitación se haze, porque en la trágica se obra la dicha imitación con todos tres géneros, lenguaje, digo, música y tripudio, de la manera que ya está dicho, y la épica haze su imitación con el lenguaje solame[n]te. Estas dos son diferencias essenciales; y accidentales serán otras dos: que el metro en la épica es todo vno y, en la trágica, vario; y la otra, que ésta es vna tragedia sola, y la otra, vn emboltorio de tragedias; y ansí, quitadme la persona del poeta y añadid la música y tripudio a la épica, quedará dos, o tres, o más tragedias.

Diferencias entre épica y trágica.

El Pinciano dixo: No. puedo dexar de confessar las diferencias q[ue] dezís [pág. 453] essenciales, porque yo sé que son de Aristóteles y que son ansí; y también no puedo negar la vna de las accidentales que toca al metro, porque sé que se dixo épica y epopeya del metro heroyco con q[ue] se haze la imitación, y q[ue] heroyca también se dize porq[ue] es imitación de héroes y personas grauíssimas.

Mas Vgo le rompió la plática y dixo: Yo entiendo al Pinciano, y deue de reparar en la vltima de las quatro diferencias que ay entre la trágica épica, y vltima también de las dos accidentales, que era ser ésta como emboltorio de tragedias; y, sin duda alguna, él camina a vna dificultad muy dificultada entre los poetas, de la vnidad de la acció[n] dé la épica, y parece contener más que vna acción, pues de vna épica se puede hazer más de vna tragedia.

Esta misma, dixo el Pinciano, porque si el Philósopho manda que la fábula sea vna sola acción, parece contradezirse, a sí mesmo pues, en sus Poéticos, concede de la Ilíada y Vlysea poderse hazer dos tragedias, las quales obras fuero[n] a él perfectíssimas, y de la Parua Ilíada, ocho. Y esto se aprueua porque la experiencia maestra nos enseña lo dicho claramente; y, si no, mirad a Virgilio y hallaréys que de su acción heroyca se pueden hazer tres y quatro trágicas.

Dicho, dixo Vgo: Si el Pinciano lo huuiera con persona no premeditada, pudiera ser q[ue] le hiziera titubear, mas bajo con quien ha recebido otras vezes estos encuentros de personas tan fuertes como él y los ha resistido. Dicho esto, siguió diziendo: vna deue ser la acción en la fábula épica necessariamente; y, si della pueden salir más que vna tragedia, es de la manera que de vn braço de vna estatua se puede hazer otra estatua [pág. 454], de manera que la materia del braço de la estatua puede ser hecha vna estatua de por sí, y, apartado lo que antes era parte, que componía a la estatua primera, queda todo en la segunda; digo que en la épica todas las acciones, agora de la fábula, agora de los episodios, deuen concernir a esta vnidad de acción, la qual pretende el poeta épico, mas el trágico puede desmembrar vn episodio o vna parte de la fábula y hazer della vna tragedia. Y esto es lo que alabó Aristóteles de Homero, que de tal manera cosió los episodios con la fábula en vna obra, que qualquiera de sus poemas se pudiera reduzir a vna tragedia, y, a lo mucho, a dos. La Eneyda le podría también reduzir a dos: la vna, de la Reyna Dido. y la otra, de la Reyna Amata.

Vnidad de acció[n] épica. El Pinciano dixo: Vos, señor Vgo, con vuestra comparación me auéys satisfecho, mas, ¿por qué no se podrían hazer de Virgilio más que dos tragedias? ¿No huuo hartas muertes en el segundo libro que pueden dar materia harta trágica? ¿No murió Príamo, Deíphobo y tantos Príncipes en la destruyción de Troya?

Fadrique tomó la mano por Vgo y dixo: Ya me parece auer Vgo respondido a essa dificultad al principio, quando dixo que guerras y batallas no eran sugetos trágicos, sino épicos, y, ansí, todas las muertes contenidas en ellas se deuen dexar para los épicos solamente. Otra dificultad pensé yo que traía el Pinciano más parienta de la primera, y es si la acción que ha de ser vna en la fábula, deue ser vna persona sola.

No entiendo esso, dixo el Pinciano.

Y Vgo: Yo lo diré. La acción de la Eneyda principal fué la victoria de Turno y presa de Italia. Dúdase si ésta la auía de [pág. 455] obrar solo Eneas necessariamente, o si fuera lícito que le ayudaran otros; a lo qual respondo que, en las obras épicas que contienen batallas vniuersales, verdaderamente es menester concurran más que vna persona a la acción para la hazer verisímil, en las quales basta que el principal autor lo sea en la obra que se trata, que Achiles compañeros tuuo a la expedición contra Troya, y Vlyses, compañeros que le ayudaron a la muerte de los procos, especialmente su hijo Telémacho; porque hazer varones muy grandes y, de grandes, disformes, es de libros de cauallerías, las quales de los antiguos fueron dichas fábulas milesias.

Aquí dixo Fadrique: Esso de la acción de la Ilíada se calle, que aun está por aueriguar si en ella tuuo Achiles compañeros; porque, si la acción principal fué la muerte de Héctor, solo Achiles fué el autor; y, si la ira de Achiles, como Homero significa en la proposición que de la Ilíada hizo, tampoco; assí que, ni para la vna, ni para la otra acción, tuuo Achiles necessidad de compañero, que él solo mató a Héctor y él solo se indignó contra Agamenón.Vnidad de persona en la épica.

Vgo dixo: Pues sea exemplo la Vlysea, en la qual no huuo vnidad de personas, como está ya dicho; y deue la fábula tener vnidad de acción, porque las demás que huuiere han de concernir a ella sola, y también vnidad de persona en la dicha acción, porque vna ha de ser la principal y necessaria, y las demás, accessorias y que se puedan variar, quitar y poner.

El Pinciano dixo: A mí parece auer entendido esta cosa ya.

[Pág. 456] Y Fadrique:. Sí, mas es menester quede algo más clara, que podría, dudar alguno si la épica es acción trágica, y con mucha razón, pues todos los épicos, en general, tienen fin alegre y placentero; y, si no, miremos a la Ilíada, y veremos que, en respecto del q[ue] la hizo y en la tierra q[ue] se hizo, fué el fin muy agradable; agradable fué a los griegos la muerte de Héctor por Achiles; y agradable fué, en general, a todos la muerte de los procos de Penélope que en la Vlysea se obra; agradable también es el fin de la Historia de Heliodoro, y aun la muerte de Turno en la Eneyda.

Vgo dixo entonces: Yo pienso auer declarado esse punto qua[n]do se habló de la tragedia, sobre la qual diximos que no era forçoso que tuuiesse el fin triste y fatigoso, como lo prouamos por las Iphigenias, pero que es más perfección trágica si tiene el tal fin, por quanto el deleyte viene a la tragedia de la compassión, y, puesta al fin, se acaba el poema con deleyte trágico; confiesso vn no sé qué en la épica más, y que, generalmente, tiene deleyte sin el fin trágico.

Fadrique dixo: Yo quiero responder a mi duda, y digo que a las más de las épicas sucede el fin cómico y deleytoso; y esto es por razón del subjeto principal della, para la qual ordinariame[n]te se busca vn príncipe de mucho valor y amador de justicia, a quien conuiene fin feliz y bienaue[n]turado. para que la fábula no sea mal acostumbrada. Pero la trágica, cuyo príncipe ni es bueno ni malo, conuiene tenga el fin miserable, que, por la miseria, trae el deleyte de la compassió[n], y. por ser ni bueno ni malo, la fábula dexará de ser mal acostumbrada.

El Pinciano: Pues quiero replicar a esso del hazer la fábula mal acostumbra[pág. 457]da por hazer fin trágico de varón que sea justo y bueno; no dixe bien, no replico, sino desseo salir desta duda: ¿Cómo Virgilio, en el segundo de su Eneyda, hizo muerte a Rifeo, justíssimo varón?

Fadrique respondió sonriendo: Leed adelante y veréys que, aunque lo parecía, no lo deuía de ser, porque dize el poeta: «murió Rifeo, justíssimo varón, y otra cosa pareció a los dioses». Pero, por si huuiesse otra ge[n]te muerta a tuerto en la Eneyda. digo y afirmo que, como la tal no tenga las primeras partes en el poema, no importa que muera para la fábula morata.

Aquí, dixo Vgo, se me viene a la memoria vna duda, y es de la misma Eneyda y del libro tercero, al principio.

Ya lo entiendo, respondió Fadrique, dezís que, después de la cosa de Asia, y gente de Príamo, sin merecerlo, fué destruyda; ya está respondido que, por hazer pathética aquella desolación, hizó a la gente justa, mas que no queda la fábula mal acostumbrada por lo que acabo de dezir; que la acción principal, de la Eneyda no es la destruyción de Troya y troyanos, sino la entrada de Italia por ellos; que el príncipe que tiene las partes primeras, como Eneas, Achiles, Vlyses, no conuenía que muriesse(54) en la épica; y no me repliquéys con los amores de Leandro de Museo, que ya está a ello respondido.

Fadrique calló, y Vgo dixo: Bien me parece; y, boluiendo al pu[n]to, digo que la acción trágica pura es miserable en el fin las más vezes, y que la épica, nunca. Y ansí la Vlysea de Homero, según doctrina de Aristóteles, no es pura tragedia, sino mezclada de la comedia, de manera que se puede dezir tragicomedia, tragedia, por el príncipe Vlyses y dioses que en ella interuienen, y co[pag. 458]media, porque, allende que tiene personas humildes y baxas, el deleyte que del·la procede no todo viene de la miseración y lástima. La Ilíada tiene más de lo pathético y lástima y está más en la perfección trágica.

Aquí dixo el Pinciano: ¿Y la Eneyda qué es, tragedia o comedia en el fin? Porq[ue] aun en esto no sé q[ué] he ohído de discordias y disensiones.

Vgo dixo: La Eneyda es fina y pura tragedia en sus partes y en su todo. Porque, si discurrís por sus partes, hallaréys que todo el deleyte que trae es el de la conmiseración, que el primer libro remata con qué músico cantaua los eclipses del sol y luna, y q[ue], en tanto, la infeliz Dido estaua beuiendo largamente al amor dexo aparte la conmiseración y lástima de la tempestad y rota de Eneas. ¿Qué diré del segundo, adonde tantas muertes, lástimas trágicas y miserables cuenta Eneas, y, vltimamente remata con la de su mujer Creusa? ¿Qué del tercero, a do, después de tantas miserias y fatigas en sus errores y vagabu[n]dos viajes, perdió la vida, vltimamente, su padre Anchises? ¿Qué del quarto, adonde tantas solicitudes y amorosas fatigas de Dido se refieren, tantas querellas de su amante Eneas, a las quales sucede la miserable muerte de la Reyna miserable? El quinto remata con la muerte de Palinuro. El sexto está lleno de miserias y calamidades, cansadas por Minos y Radamanto, y, vltimamente, co[n] el Epicedio de Marcello, hijo adoptiuo de Augusto, tan lastimoso que, leyéndole el poeta ante el mismo César, el César mismo, lleno de lágrimas, le mandó q[ue] lo dexasse. El séptimo empieça por el sepulcro de Cayeta, ama de Eneas, adelante se perturba luna dolorosa, y mucho más, la reyna Ama[pág. 459]ta: pertúrbase Turno, Alecto toca al arma; muéuese guerra entre la ge[n]te de Eneas y la pastoral de la tierra, mueren Almón y Calesa y, muertos, los lleuan a la ciudad: ábrense las puertas de la guerra y comiénça[n]se los apercibimientos para ta[n]tas muertes, los quales se prosiguen en el octauo libro; y en el nono se refieren muchas miserables muertes, especialmente las dos de Niso y Euríalo. El décimo co[n]tiene muchas muertes lastimosas, y, después, remata con la de Lauso y Mece[n]cio, sugetos muy aptos para dos tragedias; éste para la morata, y aquél, para la pathética, y aun el Mecencio en su muerte da mucha lástima y co[m]passión, assí como todos los que en toda la Eneyda mueren, en las quales muertes particulares se echa de ver el artificio summo del poeta. El onzeno remata, después de muchas muertes, con la de Camila y Arunte; y el dozeno, con la de Turno. Aduertid, digo otra cosa, y veréys que quanto deleyte da Virgilio con su lección, todo es con la miseria y compassión, y que, verdaderamente, todo su deleyte es trágico.

El P[inciano] dixo ento[n]ces: Por cierto, en las partes todas q[ue] auéys dicho y en muchas q[ue] auéys dexado, ello es assí como lo dezís, mas no en el todo, porq[ue] el fin de la Eneyda tiene algo del cómico, al parecer.

F[radrique] replicó: Ninguna cosa, por q[ue], sí dezís q[ue] el deleyte del remate virgiliano más viene de la victoria y bien de Eneas que del ve[n]cimiento y mal de Turno, ya está respondido que no es forçoso q[ue] la tragedia tenga fin triste, quanto más q[ue], tiene ta[n]to de lo trágico y triste la muerte de Turno, q[ue] no sabré yo dezir quál sea deleyte mayor: el q[ue] da el bie[n] de Eneas o el q[ue] da la co[m]passión de Turno. A mí, a lo menos, me haze gra[n] co[m]passió[n] la muerte [pag. 460] de vn mancebo belicoso y no mal acostumbrado, a quien era prometida Labinia por mujer y la Italia por dote, y más me mueue a compassión quando le veo de rodillas pedir merced de la vida; y en esto, como en todo lo demás, fué summo el poeta, que, por guardar más perfección en su tragedia, puso muerte de Turno, varón q[ue] no hizo por que fuesse muerto, y de quien parece q[ue] se deuía tener compassión.

Aquí dixo el Pinciano: Bien sé que voy fuera del propósito, mas, ¡por vida mía!, ¿no fué en esse lugar Eneas muy cruel?

Fadrique: A lo menos fué Virgilio en su muerte muy primo para que Eneas no fuesse infamado de cruel, porque las leyes de amistad ya os acordáys de Euandro y su hijo y los primeros mouimie[n]tos que no están en manos del hombre, hazen a Eneas disculpado de esse crimen.

Después de aquesto, pausó por vn rato la conuersación, al fin del qual dixo el Pinciano: Yo acabo en este punto de tener experiencia en el deleyte trágico, porque me deleyto en la lectura de Virgilio grandemente, y hallo que el gusto me sucede por la compassión de las calamidades que en él se cuentan; y agora me acuerdo de vna que oluidastes, que fué la de Polidoro, la qual me fué muy deleytosa quando primera vez la ley.

Y Fadrique dixo: Si me huuieran de contar todas las cosas trágicas y deleytosas de la Eneyda en particular, no acabara este día, y más, las que son mezcladas con otros deleytes diferentes de la compassión, como el caso de Polidoro, que trae consigo ayuntado el gusto de la admiración. Y prosiguió diziendo: Paréceme que, con lo que antes fué dicho en general de la fábula, lo dicho en particular [pág. 461] agora, basta a la épica; y que sería razón tratar más particularmente ya la materia y subjeto de quien la épica trata o deue tratar; no digo de q[ué] suerte de príncipe ya está tocado en la trágica y agora también en la épica, lo que basta, sino de lo general de la historia, o, por mejor dezir, de la fábula, porque ay en ello que considerar no poco.

El Pinciano dixo: Esso tengo yo en gran desseo de saber por lo q[ue] oy ohí dezir acerca de ello y no entiendo como querría.

¿Qué es esso?, dixo Vgo.

Y el Pinciano: Veynte cosas que no me acuerdo bien de muchas y, por muchas, me confunden.

Fadrique dixo: Y por la contrariedad dellas también. Yo he entendido la confusión que el Pinciano dize, y le quiero responder para dexar que Vgo cobre vn poco de aliento.

[Frag. 3.]

Vos, señor Pinciano, lo dezís por los poemas q[ue] agora son muy vsados, dichos romances de los italianos, los quales carecen de fundamento verdadero, y de quienes digo assí: no ay diferencia alguna essencial, como algunos piensan, entre la narración comú[n] fabulosa del todo, y entre la que está mezclada en historia, quiero dezir, entre la que tiene fundame[n]to en verdad acontecida y entre la que le tiene en pura ficción y fábula; y esto se saca fácilmente de lo que Aristóteles enseña, en la doctrina trágica, de la qual dize que puede tener fundamento en historia, como la Ilíada, y puede carecer deste fundamento, como la Flor de Agathón; de manera q[ue] ni lo vno ni lo otro pone diferencia essencial alguna, sino, como diximos quando de la tragedia se habló, será más verisímil, quanto a este punto, la que en historia se fundamentare que no la otra; de manera q[ue] los amores [pag. 462] de Theágenes y Cariclea, de Heliodoro, y los de Leucipo y Clitofonte, de Achiles Tacio, son tan épica como la Ilíada y la Eneyda; y todos essos libros de cauallerías, qual los quatro dichos poemas, no tienen, digo, diferencia alguna essencial que los distinga, ni tampoco essencialmente se diferencia vno de otro por las condiciones indiuiduales, ansí como dizen ay diferencia de vn Pedro a otro; y es vna cosa buscar la essencia de la épica, otra buscar la perfección en todas sus qualidades. Será perfecta la heroyca, quanto a la materia, la que se funda en historia más que la que no se funda en alguna verdad (por las causas que en la tragedia se dixeron), mas la que carece de verdadero fundamento, puede tener mucho primor y perfección en su obra, y que en otras cosas aventaje a las que en verdad se fundamentan; yo, a lo menos, más quisiera auer sido autor de la Historia de Heliodoro que no de la Farsalia de Lucano.

Esse, dixo Vgo, no es contado entre poetas.

El Pinciano dixo: Tiene razón, por cierto, el que así lo dize, porque, allende que no tiene metro, el título de la obra dize Historia de Ethiopía, y no poema.

Fadrique y Vgo se sonrieron, y después dixo Fadrique: Por Lucano lo dize Vgo, que de Heliodoro, no ay duda que sea poeta, y de los más finos épicos que han hasta agora escripto; a lo menos, ninguno tiene mas deleyte trágico y ninguno en el mundo añuda y suelta mejor que él; tiene muy buen lenguaje y muy altas sentencias; y, si quisiessen exprimir alegoría, la sacarían dél no mala. Torno, pues, a mi lugar y digo que, quanto a este punto, tiene más perfección la épica fundada en historia que no en fic[pag. 463]ción pura, y que, en la vna y en la otra, se deue guardar el vso y costumbre de la tierra o tierras. de las quales se va haziendo memoria en la narración, que de la persona, sexo, edad y estado de vida ya se dixo quando se trató de la verisimilitud de la fábula.

El Pinciano: ¿Y de la religión no dezís cosa?

Deue el poeta guardar la religión.

Ya está dicho, respondió Fadrique, que se guarde la costumbre para que la narración sea verisímil; porque si vno hiziesse vna épica del rey don Fernando el Sancto y dixesse en ella que el dios Iúpiter y Mercurio y los demás entraron en concilio, no será creydo, antes deuria ser reydo; y en esto no ay dificultad. Otra mayor ha auido entre algunos philopoetas, y es si puede la historia religiosa y sagrada ser materia buena de épica.

Vgo dixo: El obispo Vida y Sanazaro de ella se aprouecharon para El Christiados y Parto de la Virgen.

Y Fadrique: Es assí, mas verdaderamente que cae mucho mejor la imitación y ficción sobre materia que no sea religiosa, porque el poeta se puede mucho mejor ensanchar y aun traer episodios mucho más deleytosos y sabrosos a las orejas de los oyentes. Yo, a lo menos, antes me aplicara, si huuiera de escriuir, a vna historia de las otras infinitas que ay que no a las que tocan en la religión; y si, digo otra vez, huuiera de escriuir heroyca, tomara por subjeto al infante don Pelayo, cuya historia tiene todas las calidades que deue tener la que ha de dar materia a la heroyca: primeramente fué admirable por el varón admirable, el qual, desde vn [pag. 464] agujero, hizo tanto, que echó de la Asturia a la potestad de Vlido, rey de la Arabia y Africa y de España, y aun algunos dizen que el dicho infante conquistó y se hizo rey del reyno de León.

Historia del Infante Don Pelayo, buena para heroyca.Esso, dixo Vgo, no tengo por cierto.

Ahora bien, dixo Fadrique, ni yo tampoco, mas harto es lo dicho; digo, pues, que la historia es admirable, y ni tan antigua que esté oluidada, ni ta[n] moderna que pueda dezir nadie «esso no passó ansí»; y esta es otra condición que deue tener la buena épica. Vltra desto, la sucessión de Pelayo ha sido tan feliz, que, desde él hasta agora, han reynado de su sangre quarenta y nueue reyes, todos sucedie[n]do de padre a hijo, o de hermano a hermano, de varón a varón, saluo siete vezes que, en todo este tiempo vino el ceptro de Pelayo en hembras, cuyos maridos fueron tales, que no digo mejoraron, mas igualaron casi a la alta sangre de Pelayo, del qual descienden oy los reyes de España, que tanta parte tienen en el mundo; y aquella jornada que los historiadores dizen auer hecho Pelayo a Jerusalém, dará al poeta ancho ca[m]po para sus episodios.

Vgo dixo: Marauillosa historia, por cierto, y que al poeta pudiera traer alguna vtilidad si escriuiera dél como era razón.

Y el Pinciano: Yo lo hiziera, principalmente porque el subjeto es digno de épica, y por afición que le tengo desde mi niñez, si a esto sucediera lo que me dezís, no me pesara, que, al fin, el vtil es vn camino llano para lo honesto, lo qual todo hombre apetece o deue apetecer.

Bueluo, dixo Fadrique, a mi propósito, y digo: Que, allende de lo dicho, la historia de Pelayo es muy aparejada para la épica porq[ue] es breue, y no de tal manera ocupará los papeles [pag. 465] del poema, que el poeta pierda lugar para la imitación (en lo qual fué reprehendido Silio Itálico, y lo fué también Lucano, cuya materia fué tan larga que tuuieron necessidad de cifrar lo que los historiadores escriuieron). Tenga, pues, la historia que fundamento ha de ser en, la épica poca materia para que se pueda el poeta este[n]der en episodios.

Aquí dixo Vgo: Yo quiero poner vna razón a la del señor Fadrique desta manera: si la épica no tiene tie[m]po limitado en que deua aco[n]tecer su acción, qual antes está significado ¿cómo se acusa de largo el argumento de Silio Itálico?

Fadrique dixo: Aunque vos, señor Vgo, preguntáys, no respondo sino al Pinciano; y digo que la historia de la épica y la ficción se deue mezclar juntame[n]te para hazer el argume[n]to della de la manera que los días passados diximos por exemplos de la Eneyda, y Aristóteles enseña por el de la Vlysea. Y, supuesto que el argurne[n]to o fábula deue ser breue según esto y según lo q[ue] Aristóteles ta[m]bién en el dicho lugar persuade, hará mal el que para la épica buscare historia larga, porque, alargada con la fábula, harán vn argumento deforme de grande, el qual, si crece con los episodios, será inepto para la memoria de los hombres y, por el consiguiente, mal entendido. Y, sí por ventura quitan los episodios a la fábula, que dará muy seca y, al fin, quedará historia y no poema, como lo fué la de Lucano; o quedará muy seco el poema de episodios, como el de Silio Itálico. Estrecho ha de ser el argume[n]to, y más, las partes dél, que son la historia y la ficción, y largo es el tiempo que la épica consiente y admite en su obra, la qual no se estrecha en tiempo cierto, mas éste se deue gas[pag. 466]taren fábula y argumento que sea breue,. como es dicho, y episiodios que sean largos. Y, si con esto y lo de antes no entie[n]de bien el Pinciano esta materia, no sé cómo mejor me la declare.

El Pinciano dixo: Yo tengo memoria y me acuerdo de la ropa y las faxas de lo mismo, que es ornato el episodio mucho; y me acuerdo que de la historia, como de vrdiembre, y de la fábula, como de trama, se texe esta tela o maraña: y me acuerdo también que la trama ha de ser del hilo de la vrdiembre, para q[ue] no se hagan las fábulas y marañas dichas episódicas, las quales Aristóteles condena; y sé también que el episodio ha de ser, como dizen los boticarios y Vgo dixo el otro día, del emplastro bueno, q[ue] ha de pegar y despegar sin pegar.

Fadrique dixo: Por cierto que está maestro el Pinciano y que se acuerda de cosas largas. Ahora bien; él lo entie[n]de ya mejor que yo, y ha dicho muy bien que los episodios han de estar pegados con el argumento de manera q[ue] si nacieran juntos y se han de despegar de manera que si nunca lo huuieran estado; y éste sea episodio de nuestra fábula. Boluamos y passemos adela[n]te, pues, de la forma y ánima della y de su cuerpo y materia sobre quien, está bastanteme[n]te disputado.

Dicho esto, callaron todos tres Fadrique como que esperaua a que hablasse Vgo, y Vgo como q[ue] esperaua que hablasse Fadrique, y el Pinciano como que esperaua el escuchar, y, visto ninguno hablaua, dixo: No, no estoy contento, porque me auéys hecho estudiar, y ya dudo más de lo que solía: otra ánima y otro cuerpo me dizen que tiene esta épica.

[Frag. 4.]

Vgo boluió el rostro a Fadrique y dixo: Tanto podría dudar el Pinciano, que buscasse a otro que le respo[n] [pag. 467]diesse, él lo dize por la alegoría.

Esso mismo, dixo el Pinciano.

Y luego Vgo: No tengo doctrina de Arist[óteles] en esta materia poética.

Fad[rique] co[n]firmó diziendo: Assí es la verdad; y lo que yo entiendo desta cosa, es que la épica tiene vna otra ánima del ánima, de manera que la que era antes ánima, que era el argumento, queda hecho cuerpo y materia debaxo de quie[n] se encierra y esconde la otra ánima más perfecta y essencial, dicha alegoría.

Esso lehí, dixo el Pinciano, estos días, mas, si tengo de dezir verdad, no lo entendí entonces, ni agora yo lo entiendo como querría.

Fadrique respo[n]dió: Poco ay que entender si por alegoría ente[n]déys no la que en palabras, sino la que en sentencias está sembrada. Vos no os acordáys del apólogo y las fábulas de Esopo, y que, por debaxo de aquellas narraciones fabulosas, están otras sentencias y ánimas, las quales algunos dizen moralidades? Esta, pues, es la alegoría que en la épica se halla muy ordinariamente; de manera qruel la Ilíada y Odysea de Homero y la Eneyda está[n] llenas destas alegorías y ánimas intrínsecas.

Yo, dixo el Pinciano, bien auía oydo dezir del sentido alegórico en la Escriptura Sagrada, mas en la Poética no le entendía; ya me parece entender algo, a lo menos, en el exemplo de las fábulas de Esopo.

Y en las épicas lo veréys, dixo Fadrique, muy mejor y con mucho más primor y verisimilitud. Veréys en la Ilíada mucha philosophía natural y moral, y en la Odysea, mucha moral y natural: y vos, ¿no os acordáys del dicho fin de la Poética, qruel es enseñar? Pues esta especie de doctrina es la más sólida que la Poética tiene: y, si queréys algo desto, leed a los autores mithológicos, q[ue] el·los os dará[n] papeles harto q[ue] leer [pág. 468], y veréys que essos poemas graues están llenos destas ánimas alegóricas.

El Pinciano dixo: Yo lo creo como lo dezís, q[ue] en la Coronación de Iuan de Mena, digo en el comento por él hecho, me acuerdo auer visto cosas desta ánima; pero desseo saber si todas las personas en essos tales poemas tienen la significación y alegoría que dezís.

Fadrique respo[n]dió: Quanto más graue el poema, terná más y mejor; mas no se entienda que todas las personas dél sean obligadas a tener esta segunda ánima; doctrina tenemos de San Agustín dello en la Poética misma, el qual dize: «como la reja sola es la que rompe la tierra, y el timón, cama, velortas y orejeras le acompañan por buen orden y co[n]cierto, assí en los poemas ay figuras que, no significando cosa alguna, son puestas para compañía de las que significa[n]». Resumamos, pues, lo dicho, y acabemos con esto de la forma y materia de la épica para que passemos adelante: digo, en suma, que la épica es imitación común de acción graue; por común se distingue de la trágica, cómica y dithirámbica, porque ésta es enarratiua y aquellas dos, actiuas; y por graue se distingue de algunas especies de Poética menores, como de la parodia y de las fábulas apologéticas, y aun estoy por dezir de las milesias o libros de cauallerías, los quales, aunque son graues en quanto a las personas, no lo son en las demás cosas requisitas; no hablo de vn Amadís de Gaula, ni aun del de Grecia y otros pocos, los quales tienen mucho de bueno, sino de los demás, que ni tienen verisimilitud, ni doctrina, ni aun estilo graue, y, por esto, las dezía un amigo mío «almas sin cuerpo» (porque tienen la fábula, que es el ánima de la Poética [pag. 469], y carecen del metro) y a los lectores y autores dellas, cuerpo sin alma.

Supuesta, pues, la definición, epiloguemos assí las qualidades de la épica: primeramente, que sea la fábula fundamentada en historia; y que la historia sea de algún príncipe digno secular, y no sea larga por vía alguna; que ni sea. moderna ni antigua; y que sea admirable; ansí que, siendo la tela en la historia admirable, y, en la fábula, verisímil, se haga tal, que de todos sea codiciada y a todos deleytosa y agradable.

El Pinciano dixo: ¿Pues de la materia sugetiua en quien no se haze también alguna mención en aquesta parte que ha tratado de la forma heroyca y de la materia acerca de quien?

Esso dixo Fadrique, pudiera quedar para después de auer tocado las partes que tocan a la ánima.

El Pinciano replicó: Sépalo yo, y sea en el lugar que fuérades seruido.

Y luego Fadrique: Digamos de las diferencias formales vn poco. La heroyca tiene sus diferencias tomadas de diferentes partes; porque, como fábula, puede ser simple, sin agnición y peripecia, y compuesta, con peripecia y agnición; y, como tragedia, puede ser o pathética como la Ilíada, y morata como la Vlysea, o compuesta de la vna y de la otra como la Eneyda, en la qual hallo yo todas las perfecciones de todas las fábulas épicas, porque es compuesta de agniciones y peripecias, y compuesta también de pathética y morata, y, en la verdad, ella es toda hiema en la fábula, en las sentencias, en la elocución y aun en la alegoría; y pudiera ser que, si Aristóteles alcançara a Virgilio, no gastara tanto en alabar a Homero; y esto baste por agora. Passo adelante, y digo: que la heroyca, como fábula épica, tiene también sus di[pag. 470]ferencias según la materia que trata, porque vnos poetas tratan materia de religión, como lo hizo Marco Ierónimo Vida y Sanazaro en El Parto de la Virgen, como poco ha dezíamos; cantan otros casos amorosos, como Museo, Heliodoro, y Achiles Tacio; otros, batallas y victorias, como Homero y Virgilio, y esta especie se ha alçado con el nombre de heroyca, de manera que, en oyendo el nombre «heroyca», se entie[n]de por ella, porq[ue] en 1a verdad trae mucho deleyte co[n] las trágicas muertes q[ue] trata y también mucha doctrina con la vna y otra philosophía. Y, en suma, digo que la materia de religión, por ser della, no parece tan bien en imitación; y la materia de amores solame[n]te no es razón que lo parezca, mas, quando fuessen tan graues los escriptores de la amorosa materia como los tres sobredichos, bie[n] se pueden admitir, porq[ue], debaxo de aquel·la paja floxa, ay grano de mucha sustancia; ansí los alabo, no co[n]deno. Y esto sea agora breueme[n]te dicho de las especies d[e] la épica, porq[ue] dellas está hablado antes de agora más a lo largo. Y, pues auemos diuidido la heroyca según su essencia, diuidámosla según su cantidad; lo qual hecho, quedará poco que dezir della.

Diferencias de la heroyca.

Diusión de la heroyca según la ca[n]tidad.

El Pinciano dixo entonces: Ya yo desseaua este tiempo en grande manera, porque en ella no veo yo los mie[m]bros ta[n] apartados y conocidos clarame[n]te como en las fábulas actiuas.

Assí es la verdad, respondió Fadrique, que éssas tienen los episodios menores y dan más lugar a ser conocidas sus partes; y, pues ya Vgo aurá descansado vn rato, prosiga, si tiene gusto.

[Frag.] 5

Vgo dixo: Yo le tengo en lo q[ue] mis amigos le ternán; y prosiguió dizie[n]do: La heroyca tiene, allende de las partes en que [pag. 471], como fábula, se diuide, otras, las quales son dichas prólogo o proposición, inuocación y narración.

Fadrique dixo entonces: ¿Cómo no come[n]çáys por la inuocación, que, al fin, es la parte más religiosa de todas?

Vgo respondió: Soy preguntado de F[adrique], y respondo al Pin[ciano] que soy muy deuoto de Virgilio, y, como él començó sus obras proponiendo siempre y después inuoca[n]do, hele seguido el orden.

El P[inciano] dixo: Sepa yo qué cosa es proposición y quiçá sabré dificultar algo.

Proposició[n], dixo Vg[o], no es más q[ue] el lugar primero de la obra, a do propone el poeta lo q[ue] intenta tratar; y inuocación, a do inuoca el socorro y ayuda para poder empeçar y acabar el inte[n]to; y narración, todo el resto del poema; de manera que las dos primeras partes son tan breues, q[ue] se puede[n] poner y caber en vna hoja sola, y la narración es tan grande como veys que suele ser la épica; es verdad q[ue] la inuocación se suele repetir algunas vezes en la narración, como después se verá.

El Pin[ciano] dixo: Agora que lo he ente[n]dido, pregu[n]to: ¿no es cosa más decente q[ue] el hombre empiece a pedir el socorro diuino antes q[ue] la obra, especialmente q[ue], si no me engaño, Homero, autor diuino, seguió esse estilo en sus obras todas hasta en la Batrachomyomachia?

Ay, dixo F[adrique] sonriendo, no se contenta con inuocar a vna Musa, como en la Ilíada y Vlysea, sino que inuoca a todo el choro entero de las Musas; y si el P[inciano] arguye con autoridad contra vos y en fauor de la inuocació[n] ante todo, yo quiero argüyr por el P[inciano] co[n] razones desta manera: Todo ho[m]bre deue seguir piedad y reuere[n]cia a Dios, el qual, si no se antepone a las cosas todas, es leso en su Magestad; luego, estar co[n]uiene y seguir el orde[n] homérico en esta parte [pág. 472] y dexar otro qualquiera, aunque sea Virgilio.

Vgo dixo: No me parece mal por cierto, porque, en la verdad, sin Dios no puede hombre alguno proponer de hazer cosa alguna; mas, si bien ate[n]demos, a los hombres dió Dios vn aluedrío libre para querer; y assí Virgilio, vsando dél, dixo: «canto o quiero cantar», que todo es vno, mas, para lo hazer bien hecho, no bastaua el aluedrío humano si no venía el socorro diurno, y, ansí, después de auer dicho su intento y desseo, nacido de la voluntad libre, acude prudentíssimamente a llamar a Dios que le ayude.

No me parece mal, dixo el Pinciano.

Y Fadrique: Y a mí me parece bien el estilo de Virgilio en esto ya, y bien el de Homero, y no sabré dezir quál sea mejor.

El Pinciano dixo entonces: De manera que el que primero inuoca, haze officio de hombre pío y religioso, y el que después de la proposición, haze acto de discreto, sin contravenir a la religión. Pues por vuestra sentencia, señor Fadrique, os condeno, y digo que Virgilio procedió altame[n]te en las partes de la heroyca, y en las de la geórgica también.

Fadrique dixo entonces: Bien se puede seguir la vna y la otra opinión; cada vno elija la que mejor, le estuuiere, q[ue] para la vna y la otra ay razones, y ay autoridad de graues varones. Y esto sea lo que toca a las dos primeras partes dichas, proposición y inuocación, o inuocación y proposición.

¿Pues cómo, dixo el Pinciano, no nos dezís algo en particular desta inuocación?

Y Fadrique: ¿Queréys que os diga que a otros poetas toca el inuocar fuera del épico. y que son inuocados otros dioses fuera de Apolo y las Musas, y que Lucrecio inuocó a Venus a fin de la generación, y a [pág. 473] este mismo fin Virgilio, en la geórg[ica], a Ceres y Baco, y que Píndaro y Horacio inuocaron también a su modo? Tenedlo por dicho. Vamos a la tercera y vltima, que es la narración.

El Pinciano dixo: Rasso; no passe adelante la narración hasta que yo sepa…

Fadrique diuidió la plática del compañero y dixo: ¿Que si la proposición ha de ser hinchada o no? Digo que no estoy mal en que sea apersonada, y, como entrada en casa principal, labrada; mas no de manera que la puerta sea de palacio y los aposentos de establo.

El Pinciano dixo: Huelgo auer en esto oydo vuestro parecer, mas no era desta cosa mi questión, sino de vna parte q[ue] se os oluida, y que es intermedia entre la narración y inuocación en algunos autores, y algunas vezes, entre la proposición y narración.

Vgo dixo: Ya os entiendo, por Lucano dezís lo postrero, y lo primero, por algunos modernos. Yo, cierto, lo auía dexado como cosa no essencial, y desseo saber del señor Fadrique qué es lo que en este caso siente.

Fadrique dixo: Vgo, como conualeciente, deue estar ca[n]sado de hablar, y me manda q[ue] hable con este género de cortesía q[ue] a él humilla y a mí ensalla; quiérole obedecer, q[ue] no tengo de enfermar a los conualecientes, sino de darles gusto para que conualezcan. Digo, pues, que esta parte que es dicha dedicación de obra, fué antiguamente vsada en muchos poemas, y fué inuención de la hambre, a mal hazer persuadidora; y, en suma, ella es vna encubierta adulación, porque, si el poeta ha de contar o cantar lo que quiere, deuríale bastar el socorro diuino, que esto significa la inuocación de la Musa, sin pedir después el humano, que es como quien dize: «juro a Dios y [pág. 474] por vida de mi sobrino», y, en suma, vna oración decreciente. Diráme alguno q[ue] el que dedica, no inuoca, sino q[ue] dedica; no lo creo, y, si no, mírese a Lucano, que, por no poner ta[n]tas inuocaciones, se arrimó sólo a la de Nerón; de manera q[ue] la inuocación que deuía hazer a Dios, la hizo a quien le dió lo q[ue] él merecía; que, a mi parecer, quando el Lucano no mereciera la muerte por auer conjurado contra su rey, por auerse oluidado del socorro diuino y demandado sólo el de su rey la merecía muy bien, y en caso alguno el cruel Nerón fué ta[n], piadoso como en dar la muerte al impío poeta q[ue] se oluidó de su Dios y en su lugar puso a él. Déuese a los reyes amor y obedie[n]cia después de Dios, mas, antes que a Dios, absit.

Vgo dixo entonces: No puedo dexar de hablar en esta materia alguna cosa, confessando que Lucano hizo mal en esso que dicho está, mas no en q[ue] sea mala la dedicación después de la inuocación al socorro diuino. Pregunto: ¿no solemos ordinariamente acudir, primero, en nuestras necessidades al templo y, después, a los ministros que las pueden proueer, especialmente que tenemos exemplo de Virgilio, que lo hizo en algunas partes a do dedicó o inuocó el socorro humano?

Fadrique dixo: Yo estoy muy bien con que los ho[m]bres vayan al templo y al cielo a demandar fauor para todas las cosas porque Dios es Todopoderoso, mas no que vaya a los ho[m]bres a pedirles socorro que no pueden dar; yo, señores, soy cierto que esta obra es vna fina adulación. Pregunto: ¿qué socorro pudiera dar el César para la musa de Lucano?

Vgo dixo: Persio dize que muy grande, porque el interés haze poetas a los cueruos y poetisas a las vrra[pág. 475]cas.

Dixo Fadrique: De esso me río, que es ya puro interés; y el poeta deue ser tan noble de condición, que sólo la virtud, y sin interés otro alguno, le mueua, porque, de lo contrario, nacen muchos daños al príncipe [al] q[ue] adula(55), ofende y daña con la adulación, y assimismo porque cobra mal nombre de lisonjero, y a su obra, que entra con opinión de adulación, y, por el consiguiente mentirosa. Son la adulación y mentira dos personas tan conjuntas que ninguna más; y, si Virgilio en alguna parte dedicó o inuocó auxilio humano, fué con tanta destreza, que no es digno de reprehensión por ello, especialmente que en la obra graue, como la heroyca, digo su Eneyda, no vsó de tal dedicación ni inuocación humana, como quien sabía la mucha autoridad que su poema perdería; y, si yo huuiera de hazerla, la hiziera fuera de la obra principal y dentro de ninguna manera. Vaya, pues, de aquí adelante, afuera, como digo, la lisonjera dedicación, y la cosa tan graue se trate con la grauedad que es justo.

Tornando, pues, al propósito, digo que las partes sean quatro, no más, de la épica; la proposición, breue y clara quanto sea posible, y en la qual, si es de príncipe, no se le ponga el nombre propio, sino que se vse de perífrasi. En todo lo demás della no aya circuyción ni rodeo alguno, sino que el poeta en breuíssimas razones diga lo que pretende cantar, captando la atención con prometer cosas dignas de ser escuchadas. La inuocación sea breue también, la qual se puede repetir en la narración todas las vezes que se ofreciere tratar cosa graue y de importancia. De la narración no tengo que dezir más que assí es [pág. 476] dicha toda la obra restante, en la qual se deue auer el poeta ansí como en la fábula se dixo, y en el lenguaje della también.

El Pinciano dixo entonces. ¿Pues por qué, señor, como la épica tiene diferencia de las demás especies de Poética en la fábula y en las partes della, no tiene también alguna en el lenguaje?

Sí, dixo Fadrique, y se trató al tiempo q[ue] dél se habló.

Generalmente. Lo particular, dixo el Pinciano, desseo yo saber, que lo general ya lo tengo entendido.

Fadrique dixo: Poco ay que dezir, mas, pues dello recebís gusto, se haga en hora buena.

[Frag. 6.]

Y, dexado aparte si ha de ser en metro o no, porque Aristóteles no lo determina, digo…

Aquí el Pinciano dixo: No se dexe aparte, sino esso se trate, especialmente que ha mucho que lo espero, porque lo he oydo altercar antes de agora a hombres no del todo ignorantes en la opinión de las gentes.

Fadrique dixo: Por cierto, nunca yo me mataría ni quebraría la cabeça en esta parte, porque no la tengo por essencial, que, si lo fuera, hablara Aristóteles en ella con más distinción que habló quando en sus Poéticos dixo: «la épica haze su imitación con solo lenguaje o metro».

El Pinciano dixo: Pues si esso dize el Philósopho, ¿qué ay que esperar más? Que bien claro da a entender la cosa, y harto corto de vista es quien no lo vee.

Mucho vee el Pinciano, dixo Fadrique; ahora veamos ¿qué entendéys por estas palabras del Philósopho: «la épica imitación se sirue de lenguaje o de metro»?

Yo lo diré, dixo el Pinciano. Lo que entendiera si vno dixera: «yo esperaré en la ciudad o en Toledo», y me parecería que el nombre Toledo, que es indiuiduo, auía restringido a la especie y como corregido lo q[ue] antes auía [pág. 477] dicho de la ciudad.

¿De manera, dixo F[adrique], q[ue] os parece que el metro corrigió al nombre de le[n]guaje, y que Aristóteles quiso que fuesse en metro el poema heroyco? Pues aduertid que también pudo querer con la disiuntiva lo que ordinario la disiuntiua quiere, y es: que basta que la vna de las proposiciones sea verdadera: y que, agora sea lenguaje suelto, agora atado, es suficiente para la épica.

El Pinciano: Yo pensé que lo entendía mejor que lo he entendido.

Fadrique: No es tan fácil la questión como esso; y, si queréys que os diga la verdad, gran perfección es de la heroyca començar por proposición y inuocación, de quienes suelen carecer los poemas heroycos q[ue] no son en metro, los quales entran con su prólogo dissimulado y narración.

Vgo: ¿Pues la Historia de Heliodoro, tan de vos alabada?

Fadrique: Yo, os diré lo que siento, y es: que, aunque vn poema no guarde en todo la perfecció[n] de las condiciones, puede ser no malo, y aun puede ser muy bueno. ¿No os acordáys que diximos en las diferencias de las fábulas que es mejor la co[m]puesta de agniciones y peripecias que la simple q[ue] dellas carece? Pues Aristóteles dize, y dize verdad, q[ue] la Ilíada de Homero es simple y sin agnición y peripecia. Esso supuesto, ¿quién dirá que la Ilíada no es vn valiente poema? Pregúntese a Alexandro Magno.

Bien estoy en esso, dixo el Pinciano, mas al poema de Heliodoro falta también el fundame[n]to en historia, y éstas son ya muchas faltas.

Fadrique dixo: ¿Y cómo sabéys vos esso? ¿Por ventura ay alguna historia antigua de Grecia que os diga que Theágenes no fué de la sangre de Pyrrho, y alguna de Ethiopía que Cariclea no fué hija de Hidaspes [pág. 478] y Persina, reyes de Ethiopía? Yo quieto que sea ficción, como dezís, y yo creo: mas, como no se puede aueriguar, no ay por que condenar al tal fundamento como fingido; y en esto, como en lo demás, fué prude[n]tíssimo Heliodoro, que puso reyes de tierra incógnita, y de quienes se puede mal aueriguar la verdad o falsedad, como antes está dicho, de su argumento.

A Fad[rique] pareció q[ue] dicho esto, no quedaua parte que tocar a la épica necessaria, y ansí lo dió a entender; mas el Pin[ciano] que atendía a saber el estilo q[ue] era obligado a guardar, dixo ansí: A mí falta por saber lo que desseo y se me ha prometido, porque, aunque he oydo antes de agora en parte, no en todo, ni, en su lugar, qual parece éste. Pregunto: ¿Q[ué] cosa sea vocablo heroyco? Porque oyo dezir muchas vezes éste lo es, y essotro, no; y pregunto ¿por q[ué] este nombre pan no es heroyco, y lo es el vino?

Fa[drique]: Yo os lo diré: porque pan dizen que es nombre común.

Pin[ciano]: ¿Pues vino no es harto común?

Fadr[ique] sonriendo: ¿Qué tiene que ver el vino, que es heroyco por figura metonymia, como que haze a los hombres heroycos?

Vgo: Y aun del vino ay quien diga que no es heroyco, y q[ue] Virgilio dixo en alguna parte Dios por huyr del vino.

Esso no huyera Homero, respo[n]dió F[adrique], al qual, según fama y segú[n] se colige de sus escriptos, no le supo mal; y especialme[n]te que Horacio dize mucho bien dél para la poética, y que las Musas luego de mañana huelen a vino, y que Ennio nunca entró a cantar batallas ayuno y otras cosas semejantes, de las quales se saca q[ue], el vino no es malo para la heroyca.

El P[inciano] dixo: Pues yo auía antes de agora oydo vituperar el vino para la poética de autoridad de Horacio.

Fadrique [pág. 479] respondió: Vna cosa es adotrinar vn mochacho y amaestrarle desde niño, q[ue] a su edad es muy dañoso el vino, como antes se dixo; otra cosa es qua[n]do ya está adotrinado y hecho ho[m]bre, a cuya edad no será dañoso por las razones q[ue] diximos quando del eficiente de la poética se habló; mas todas estas palabras ha[n] sido valdías y fuera mucho del inte[n]to, boluamos a él, el qual no era tratar de la cosa, sino del vocablo; y ansí digo de mi opinión, q[ue] el vocablo pa[n] y el vocablo vino no es heroyco y es heroyco. Para cuyo ente[n]dimiento es de saber q[ue] vocablo heroyco se dize de dos maneras: o porq[ue] tiene en sí gra[n]deza y magestad, como fama y nombre eterno, y desta manera ni pan ni vino son heroycos; otra manera de vocablo heroyco ay, dicho ansí, no porque lo sea, sino porq[ue] se puede poner en obra grande y heroyca, y desta manera pan será heroyco, y vino lo será y los demás vocablos propios que no sean baxos, porque los tales ni para heroyca ni para lírica son buenos; en la cómica y satyrica los suelen vsar los poetas, mas esto es ya de otro lugar. Serán, pues, buenos para la heroyca los vocablos gra[n]des y los propios que no sean solamente de gente común vsados. Arist[óteles] dize que esta parte de poética permite tomar tres formas de vocablos: compuestos, digo, y estra[n]geros y metaphóricos, auiendo dicho que la trágica quería metaphóricos, y la dithirámbica, compuestos; ansí q[ue] la épica a los peregrinos principalmente, y, después, admite a los otros dos.

El P[inciano] dixo: Yo me co[n]tento co[n] saber esto, q[ue] verdaderame[n]te me tenía[n] ca[n]sado algunos philopoetas co[n] dezir «este vocablo es comú[n] essotro es malo, essotro no es bueno»; y de aquí adela[n]te me co[n]te[n]taré con q[ue] el vocablo sea [pág. 480] tal, que pueda dezirse delante de personas graues, las quales hablan de la manera que el vulgo comú[n]mente hablo en el vocablo, no en el estilo exceptos algunos vocablos que tiene baxos y viles, o rústicos demasiado; de manera que, huyendo destos tales, no haré agrauio a la heroyca si en ella pongo vocablos comú[n]mente vsados.

Fadrique dixo: Ya está dicho. que éssos no son malos, pero que en la heroyca conuiene no sean ansí todos, sino que se mezclen con los peregrinos, de los quales viene la grandeza a la oración, como Aristóteles enseña en sus Rhetóricos y Poéticos, y lo demás. Desta masa está tratado días ha, por lo qual no te[n]go que dezir más en lo del estilo de lo que está dicho; que de los vocablos grandes y peregrinos y propios q[ue] son en vso se haze el lenguaje heroyco, al qual el ornato de las figuras es conueniente, mas no deue ser mucho, porque la pintura demasiada quita la grauedad a la heroyca, assí como la compostura demasiado ordinaria a las grandes señoras(56), a las quales da más autoridad el traje honesto q[ue] el pintado y alistado; cuya pintura y ornato demasiado es propio a aquella especie de poema dicha lírica, que comparo yo a vna niña, a quien están bien las listas y vestido de variedad de colores que no parecerían bien a vna madre familias y matrona graue; tal es la heroyca, epopeya o épica: ella, como anciana graue, puede vsar de los tres géneros de vocablos, estrangeros, metaphóricos y co[m]puestos, con más justo título que las demás especies de poesía, porque, como dize Aristóteles, esta mezcla de vocablos haze magestad y grandeza en el estilo, el qual es necessario en ella más que en otra [pág. 481] alguna especie de poética. Con esto se acaba de entender cómo sea muy diferente el lenguaje pintado y figurado del heroyco y alto, que puede ser alto sin ser pintado, y pintado siendo baxo, como antes es dicho; conozco, con todo esto, que admite mucha más pintura que no la trágica.

Ahora, por vida mía, dixo el Pin[ciano], dadme vna diferencia general para esta grandeza de estilo y este ornato.

Fadriq[ue] dixo en breues razones: Las palabras grandes propias y los tropos hazen alto estilo, y las medianas y las figuras de las palabras lo hazen mediocre.

Dicho, Fadrique se alçó de la silla y luego los dos compañeros, y el Pinciano, estando de pie, dixo: No es acabada del todo esta materia, que aun resta el dezir quál, en la verdad, sea más digna acción: la trágica o la épica.

Questión sobre la principalidad de la épica y trágica

Vgo respo[n]dió: Yo bien estoy resuelto en essa dificultad, y estoy de parte de la heroyca: el nombre mismo se lo dize, pero, porque sé ay questión y que el Philósopho la trata en sus Poéticos, quiero dar algunas más razones de lo dicho. Digo, pues, que a esto me suade la antigüedad mayor que la épica tiene sobre la trágica; y por la mayor admiración y más deleytosa que consiente; y aun por el metro de que vsa, el qual es mayor, más alto y noble que a los griegos y latinos fué el exámetro y, al·lende desto, es acción más perfecta, porque no ha menester ayuda de otros como la trágica, la qual tiene necessidad de representantes, música y aparato; y, como Aristóteles dize, del modo que los buenos músicos, por ser entendidos, no es menester vsen de mouimientos con su cuerpo, assí la épica no tiene necessidad de mouimiento de actores que la declare sus conceptos, por quanto [pág. 482] ella se manifiesta a los hombres entendidos; esto no acontece a la trágica, la qual, sin estos instrume[n]tos, se entiende mal, y, con ellos, se dexa entender de sabios y necios, y, al fin, es, como dizen, para aluarda y silla; y esto se vee manifiesto: que a leer vna épica no se acomoda el vulgo, sino la gente ingeniosa y de ánimo gra[n]de, mas, a oyr vna tragedia, no ay quien no se aplique; y, fuera desto, la épica es vn mo[n]tón de tragedias y como vn todo, y la trágica, como parte. ¿Pues quién dudará que sea más noble el todo que su parte?

Dicho, calló y Fadrique dixo: Mucha resolución me parece éssa; y yo hallo más dificultad que vos, y os quiero responder a las razones; después diré la mía. A la primera de las quales digo que no vale el argumento «es más antigua la cosa; luego, la más noble», como no valió tampoco en el Decamerón de Bocacio el argumento que por parte de los Var®onzos fué argumentado.

El Pinciano se entrepuso diziendo: Yo no entiendo esta cosa.

Fadrique respondió: Prueua el Bocacio ridículamente la nobleza destos hombres con este discurso: «Primeros y más antiguos son los borrones y bosquexos de las pinturas y figuras que ellas mismas; los Varronzos fueron borrones de la naturaleza, la qual se enseñó a hazer gestos en ellos; luego los Varronzos son más antiguos que los demás ho[m]bres. ¿Son más antiguos? Luego son más nobles».

El Pinc[iano] no entendió el argumento, y dixo Vgo: Presuponed, señor Pinciano, que los Varronzos en Italia es la gente más fea y desproporcionada de toda ella.

Aquí el Pinciano se dió vna palmada en la frente y reuentó en [pág. 483] grande risa diziendo: El argumento de nobleza es muy gracioso.

Y luego Fadrique, prosiguiendo: Assí queda respondido a la razón primera. Vamos a las demás. A lo de la admiración mayor, digo que por ahí se suele perder más la heroyca, faltando más en el verisímil, a lo del metro, digo que es razón fría; y a la quarta respondo que, por essa misma razón, es mejor acción la trágica, porque se ayuda para enseñar mejor y deleytar de otras artes; y a la vltima de la parte y todo, digo que no sean sino como simple y compuesto, y que lo simple tiene más perfección. Y, en summa, que la acción trágica es de más perfección por esto de la simplicidad; y porque tiene su essencia tan bien y mejor que la épica, fuera de la representación, según de Aristóteles antes está referido; y porque tiene, allende del lenguaje, imitación de música y tripudio, como está dicho, las quales dos imitaciones son de mucha importancia para el fin de la Poética; y que tiene más vnidad, y, por esto, más perfección que no la épica, la qual no parece constar de vna acción sola, pues es como vn emboltorio de tragedias; y aun, si atendemos a las personas, hallaremos que la épica consiente marineros y mercaderes y otras personas que, por humildad, no las admite la trágica por forma ni manera alguna.

Dicho esto, boluió el rostro al Pinciano diziendo: Por vuestra vida, señor, ¿no os parece lo que digo ser ansí?

Y, antes que respondiesse a la pregunta, Vgo añadió: Pues yo lo dexo en manos del Pinciano.

El Pinciano [pág. 484] dixo, riendo: Pues me han hecho juez desta causa, lo quiero ser por euitar discordia entre amigos; y conuengamos primero en que la épica es mayor q[ue] la trágica y la trágica menor acción que la épica.

Vgo y Fadrique dixeron: Conuenidos estamos.

Y luego el Pinciano: Esto supuesto, soy de parecer q[ue], si la épica y trágica son buenas, mejor es la épica, porque, como mayor, terná más de bueno; y, si son malas, menos mala es la tragedia, porque, como menor, terná menos de malo; q[ue], si la vna es mala y la otra buena, no ay que dudar.

Los compañeros a vna se rieron, y Fadrique dixo: Está muy bien dicho; y con esto se haga fin a la épica.

Y luego Vgo: El fin auemos visto antes q[ue] el principio en la epopeya, y, si fuera el medio, pudiérase disimular.

El Pinciano no entendió la cifra y dixo: Desseo saber esta algarauía.

Vgo respondió: No lo es, sino vna cosa digna de ser sabida acerca de la heroyca. ¿De dónde ha de tomar su principio? Porque se dize que deue començar del medio de la acción, y que ansí lo hizo Homero en su Vlysea, y ansí Heliodoro en su Historia de Ethiopía; y es la razón porque, como la obra heroyca es larga, tiene necessidad de ardid para que sea mejor leyda; y es assí que, come[n]çando el poeta del medio de la acción va el oyente desseosso de enco[n]trar con el principio, en el qual se hal·la al medio libro, y que, auiendo passado la mitad del volumen, el resto se acaba de leer sin mucho enfado.

La heroyca ha de empeçar del medio.

Fadrique dixo: Heliodoro guardó esso más que ningú[n] otro poeta, porqué Homero no lo guardó con esse rigor, a lo menos en la Ilíada, ni aun en la Vlysea si bien se mira; y si miramos a Virgilio, tampoco començó del medio, porque él tie[pág. 485]ne doze libros, y poco más que dos, que son segundo y tercero, gasta en la acción ya passada, todo lo demás va prosiguiendo cómo presente; ansí que esta doctrina de començar por el medio no es mala, pero no es necessaria y puede hazer el poeta lo q[ue] le pareciere sin agrauiar a la sustancia del poema.

Oy dezir, dixo el Pinciano, que aquello que refiere por agena persona del poeta, como lo que Vlyses a Alcinoo, Eneas a Dido, Calasiris a Cinemón y a los demás en la Vlysea, Eneyda y Historia de Ethiopía narran, es como vn prólogo de lo que después se ha de dezir, y que fué necessario fuessen primero referidas las tales cosas para que el poema en lo de adelante quedasse más manifiesto.

Vgo dixo: Yo no entiendo bien essa cosa, porque bien pudieran los dichos poetas peruertir el orden que tuuieron començado en la acción de su principio, y prosiguiendo en ella ansí como otra qualquiera historia acostumbra; y, según esto, no se puede llamar a las narraciones dichas de Vlyses, Eneas y Calasiris prólogos.

Fadrique respondió: Bien se pudiera hazer lo que Vgo ha dicho, pero fuera quitar mucha perfecció[n] al poema heroyco, en el qual el poeta deue hablar lo menos que él pueda; y, si la acción se narrasse por el orden que fué hecha, era fuerça q[ue] fuesse narrada por la persona propia del poeta.

Oydo he dezir, dixo el Pinciano, esso que dezís, y leydo que Aristóteles alaba a Homero en esse particular, y yo desseo saber la causa dello.

Fadrique respondió: A mí place. Del narrar la cosa por persona agena del poeta nacen muchas cosas buenas a la acción; primeramente que, hablando assí, le es más honesto el alabar o vituperar las cosas que [pág. 486] ama y aborrece, y dar su sentencia y parecer más libre; lo otro, que, dichas por vna y otra persona, varía la lección y no ca[n]sa tanto como si él solo fuesse el que narrasse; lo otro, para el mouimiento de los affectos es importantíssimo, porque, si otro que, Vlyses contara sus errores y miserias, y otro que Eneas contara sus trabajos y desuenturas, no fuera la narración tan miserable, y, como el deleyte de la épica, ansí como el de la trágica, viene parte mayor de la compassión y misericordia, faltara mucho al deleyte de la tal acció[n]; y es muy bien hecho que, no comience el poeta heroyco del principio de la acción, sino que le dexe para que por otra persona agena dél sea narrado; mas que este principio se deua tomar del medio necessariamente, no me atreueré a lo juzgar, o por mejor dezir, a lo afirmar, especialmente teniendo en contra la experiencia de Homero y de Virgilio, los quales, en la verdad, no començaron dél, como lo verá quien lo quisiere ver y tuuiere ojos.

Assí dixo Fadrique. Y, visto que estaua en pie y desgorrado, Vgo dixo al Pinciano, desgorrado también: El señor Fadrique estará cansado; demos lugar.

Y el Pinciano, puesto bonete: Pues yo no lo estoy, y cúbranse.

Fadriq[ue] rió, diziendo: El Pinciano nos haze oy grandes de su casa: hágase ansí como ma[n]da.

Y el Pinciano dixo: No ay persona más atreuida q[ue] el médico y el desseoso de saber, porq[ue], ansí como el médico es osado en mandar al enfermo a causa del bien que le resulta, ansí el ignorante osadamente puede mandar a otros que le saquen de la ignorancia por el bien q[ue] a ellos recrece, q[ue] es la obra de misericordia. Tal yo agora, como ignora[n]te de lo q[ue] saber deseo, les orde[pág.487]no q[ue] se cubran, y les hago merced de q[ue] se assiente[n].

Fadr[ique] tornó a reyr, y, diziendo q[ue] era el Pin[ciano] galante, le dixo que mandasse lo que quisiese.

Pin[ciano]: No mas de que desseo mucho saber algo de la compostura de la heroyca.

Vgo: Lo general y importa[n]te fué dicho en la composición de la fábula.

Fadrique: Ansí es la verdad, pero yo quiero añadir vn poco de lo particular, y prosiguió ansí: Dotrina es del Philósopho que el que quisiere fabricar esta máchina que dizen fábula, ante todas cosas, deue fingir y pintar en su entendimiento vna forma y semejança de aquello que pretende, dándole los miembros principales; ansí se dize que la naturaleza finge al animal, al qual fué ya comparado el poema.

Pinciano: No entiendo bien esta cosa.

Fadrique: Desta manera digo: que el que emprendiere hazer fábula qualquiera, deue primero formar en su entendimiento el argumento della, porque, no lo haziendo ansí, yrá desatado en su processo y hará lo que dize Horacio en su Epístola ad Pisones, vn grande monstro, que, para le venir a formar, gastará mucho tiempo en quitar y poner lo que será necessario para la perfección dél; si la acción no fuere del todo fabulosa, mezclará a la historia la fábula, de manera que quede hecho vn solo animal, aduirtiendo que la historia sea muy breue por las razones dichas antes quando se tocó lo general de la fábula. Hecho el dicho argumento, le yrá variando en episodios, a los quales dará materia el hado o el cielo, como que ayudan y fauorecen al príncipe que ha de ser subjeto de la épica, y a alguna fuerça, la qual le sea contraria en todas sus acciones, porque ansí la fábula, con esta [pág. 488] repugnancia y contradicción, se yrá extendiendo y leuantando, la qual caería en faltando, ansí como se caen los pleytos en los pueblos adonde no ay más que vn abogado; teniendo en la épica siempre atención a la grandeza, y, para ésta, al concepto, palabra y metro grande. Y con esto me parece remitiros a Ciceró[n], en libro 5 de sus Epístolas, número doze, a do pide a Luceyo escriua de por sí vn volumen de las cosas que en su consulado hizo. La epístola es larga y no me acuerdo bien della, mas tengo memoria que, si huuiera de hazer yo alguna épica, siguiera gran parte de lo q[ue] él allí ordena.
Cicerón; de forma de épica.Vgo: Paréceme auer leydo essa epístola, y que ay no pide Cicerón poema a poeta, sino historia a historiador.

Fadrique: Tornadla a leer, y veréys que vos no contradezís a la verdad de la epístola, ni yo a la de vuestra plática.

Pinciano: Siempre nos remitís a otras salas, y esta vez no vengo en el consentimiento dello y os ruego me digáys lo que la epístola contiene.

Fadrique respondió assí: Auía Cicerón pedido al dicho Luceyo, histórico, que hiziesse vn libro aparte, el qual refiriesse la conjuración de Catilina, por el solo Cicerón hal·lada y deshecha. Vn poco más abaxo dice: «Si el volumen que desto escriuieres, o Luceyo, tratare de vn solo argumento o acción y de vna sola persona, considero quánto más abundante y más ornada será la escritura». Y otro poco más abaxo: «Ansí que yo te ruego quán encarecidamente puedo, me alabes y magnifiques quanto puedas, y más de lo que tú piensas que merezco, aunque traspasses y violes las leyes de la historia». Y pocos versos después: «Será sin duda la materia digna y de tu facundia». Y luego: «Parece [pág. 489] auer auido poco espacio desde el principio de la conjuración hasta nuestra tornada, y, por el consiguiente, que será breue el cuerpo de la obra, mas, en el intermedio, puedes tú poner las cosas que de las mudanças ciuiles passaro[n], si más gustares, las causas y motiuos de las nouedades, o, si no, en las preuenciones a los daños que amenazauan, alaba[n]do lo bueno y vituperando lo malo». Y poco después: «Mucha variedad te darán los acaescimie[n]tos nuestros, y, con ella, mucho deleyte, el qual entretiene mucho a los ánimos de los lectores, a quienes ninguna cosa ay más agradable que la variedad de los tiempos y mudança de las cosas; todo lo qual, aunque el experimentallo me fué molesto, el leello me será deleytoso, que la segura memoria del mal passado es agradable mucho al que le passó y sufrió, y a los lectores, deleytoso, los quales, mientras leen los casos agenos, libres de ellos, reciben gusto no pequeño en la compassión. ¿A quién no deleyta aquel Epaminondas con la conmiseració[n] y lástima? El qual, passado de vna vira el cuerpo, preguntó si estaua sano su escudo y no consintió le sacassen la offensiua agena hasta que le fué respondido que su defensiua era sana, el qual, después, con el dolor murió contento. ¿Quién ay a quien no suspenda la huyda de Temístocles y la tornada?». Y poco más abaxo: «Admiración y consideración traen consigo los casos varios de algún príncipe en muchas cosas excele[n]te, agora alegría, agora molestia, agora temor, agora espera[n]ça; y, si la acción remata en algún acaescimiento notable, el ánimo inche de vn deleyte cu[m]plido». Veys aquí, señor Pinciano, cómo vna épica se deue formar [pág.490] empeçar, mediar y acabar en breues palabras.

Calló F[adrique] y el P[inciano] dixo: Por lo que yo entiendo de la persona a quien se pide el volumen y del volumen mismo, éssa es la idea de la historia, y no de la épica.

Y Vgo: La épica es imitación de la historia, y verdaderamente que el Cicerón parece auer demandado a Luceyo vna épica en prosa por muchas causas que verá el que lo dicho leyere con atención; y, pues F[adrique] era ya leuantado para nos despedir, razón será que nos alcemos para le saludar y dexar a solas.

Dicho, se alçaron y despidieron, y el P[inciano] se fué a casa para escriuir lo en ésta contenido. No sé otra cosa al presente de que os hazer parte, señor don Gabriel. Fecha diez días antes de las Calendas de agosto.

Respuesta de don Gabriel a la epístola onzena del Pinciano.

Bien auía yo barruntado, o, por mejor dezir, tenido temor, amigo P[inciano], a la indisposición de alguno de los co[m]pañeros o a la vuestra por la dilació[n] de vuestras letras; el qual temor se me conuirtió en goço doblado co[n] las q[ue] rescebí vltimas; y esto, principalmente, por la salud de los amigos y, accesoriamente, por la materia q[ue] en ellas se toca, q[ue] es la épica o heroyca, de cuya co[m]postura hallo diuersidad de opiniones, y mayor mucho en las obras, porque veo a vnos poetas épicos q[ue] la suben al cielo, otros q[ue] la abaten al infierno, mezclando en ella cosas baxas y aun viles; pero no quiero peruertir el orden vuestro, sino seguille por sus fragmentos, assí como viene escrito.

[Frag. 1.]

Digo, pues, acer[pág.491]ca del que toca a la definición, que me parece bie[n], porque, si la épica, según el Philósopho, no es más que vn montón de tragedias, es fuerça que ella siga a la tragedia en lo essencial de la definición y en el fin, que es, enseñando quitar el miedo y misericordia y las demás passiones por medio de misericordia y miedo. Confiesso q[ue] vn tiempo fuí de parecer que, no tanto la doctrina quanto el deleyte, era el fin de la heroyca, y a esto suadido por vna raçón de Aristótel[es], mas yo lo he buelto a considerar mejor y hal·lo que, aunque el Philósopho quiere el deleyte en la tal acción, no declara que éste sea el principal por vía alguna. Y assí me parece muy bien la difinición, la qual no es de Aristótel[es], palabra por palabra, mas es sacada de la fuente de su doctrina.

[Frag. 2.]

Contiene la segunda diuisión o fragmento la diferencia entre la épica y la trágica, y más, la vnidad de la acció[n] heroyca, y si lo deue tener en la persona; todo lo qual me parece bien; y he venido en consideración de vna cosa acerca desta vnidad de la persona que, si el poeta quiere magnificar a algún varón, recebido por tal comúnmente de todos, no ay para qué le dar coadjutor alguno, sino que él solo sea persona toda en la acción de la forma que escriuís; mas, si el poeta quiere engra[n]decer por sus respectos particulares a otro que no sea tan noble entre las gentes, deue buscar y arrimarse al que en aquel tiempo lo aya sido, para, en consequencia de el varón nobilíssimo, dezir de el suyo no tan ilustre; y en tal caso le será lícito al dicho poeta hazer a su varón coadjutor de el principal, y esto para sublimar [pág. 492] la casa de aquel a quien se halla obligado o quiere obligar de nueuo, como en nuestros tiempos lo hizo vn italiano; y no digo más, porq[ue] sabéys quién es. Paréceme bien lo que me escriuís (y antes que vos el Philósopho) de la Vlysea: que es acción mezclada de trágica y cómica; y me he holgado mucho en saber que sea opinión de vuestros amigos, porque algunos poetas de nuestros tiempos dizen que son monstruos estas mezclas, y, aunque les he dicho que Plauto llamó a su Amphitryón tragicomedia, no aprouecha. ¡Enhorabuena! Que yo, con vuestro parecer y el de Aristót[eles], siento que se pueden mezclar estas especies sin hazer monstruos, sino criaturas muy bellas; y pie[n]so que no sólo a la cómica se puede mezclar la épica, mas también a la satyrica, y más a la que con seueridad y sin mofa reprehende los vicios, especialme[n]te que la satyrica y épica sie[m]pre acerca de los antiguos goçaron de vn mismo metro; confiesso que es más perfección que guarde cada acción su propiedad rigurosa, como en la épica lo hizo la Ilíada de Homero y la Eneyda de Virgilio, mas no acuso a los épicos que, por deleytar, mezclan algunas cosas cómicas, y, por enseñar, algunas satyricas graues; las histriónicas y viles repruebo totalmente; lo vno, porque se abaxan muchos grados de la grandeza trágica, y lo otro, porque enseñan a pocos y deleytan a malos. Discurriendo también sobre este fragmento y sobre las especies de la trágica, q[ue] son pathética y morata, hallo que la trágica deue tener más de lo pathético, y la épica más de lo morato. Y esto ate[n]die[n]do al príncipe, sujeto principal de la acció[n]; en la trágica se busca vn príncipe que [pág. 493] ni sea bueno ni malo en sus costu[m]bres, cuya muerte que es más ordinaria haga más conmiseración, pero la épica, en quien por la mayor parte queda el príncipe viuo y virtuoso, y adonde no se pretende la conmiseración final dél, sea conuiene, como dize: F[adrique], vn varón consumado en todas cosas, assí naturales como aquisitas, y, en suma, vn héroe milagroso.

Aquí he aduertido de nuestra poesía q[ue], para la magestad heroyca, nos haze falta la generación de los semideos, la qual no consiente nuestra religión y, por consiguiente, no la admite la verisimilitud; que, como antes se dixo, el poeta deue guardar la religió[n] por la verisimilitud.

[Frag. 3.]

En el tercero fragmento me escriuís de la fundación épica que ha de ser sobre historia la perfecta, y no sea grande ni larga tampoco, porque, ocupando la historia mucho lugar, falta para la imitació[n] poética y, por el tanto, falta el primor y prestancia que ella tiene sobre la historia. Aquí me hizo reyr vn compañero q[ue] alabaua a vn metrificador porque no ser apartaua de la historia, y dezía: «éste es poeta que no esotros fulleros que no saben dezir verdades». Mas esto lo dexo para que algún día ryamos despacio, quando yo vea la Corte, que, a lo que pienso, será en breue.

[Fag. 4.]

Co[n]tiene el párrafo quarto la alegoría épica, la qual parte estimo yo en mucho por lo que antes dixe; y digo agora que soy muy amigo de la doctrina, la qual principalmente da el épico poeta en la alegoría, y tanto la estimo yo más porque veo poetas graues en lo demás y en todas estas partes tan faltos, que, aunque más se quieran esforçar a exprimir su poema, no sacan çumo alguno de alegoría. Estos poemas caminaron tras el solo deleyte y resciuie[pág. 494]on su merced, que, pues el deleyte solo fué su fin, déue[n]se contentar con le auer alcançado y dexar la alegoría para los q[ue] principalmente la buscaron a fin de adotrinar. El que tuuiere tan alto ingenio como Virgilio, emprenda lo vno y lo otro, que él sólo podrá hablar con admiración, verisimilitud y alegoría. Ya me entendéys por quien digo, que no lo hizo assí.

[Frag. 5.]

Las diferencias de la épica aprueuo, como también las partes quantitatiuas del·la, y especialmente alabo la parte del prólogo, porque me ha parescido doctrina que no he leydo y me quadra; sólo en la dedicación estoy vn poco confuso, porque verdaderamente los que viuimos en el siglo deuemos vsar de los instrume[n]tos honestos para pasalle honestamente, y la dedicación, especialme[n]te, en el lugar q[ue] significáys, no es deshonesto medio; y no digo más, pues me auéys entendido.

[Frag. 6.]

En el sexto y vltimo fragme[n]to me agrado q[ue] la épica perfecta deua goçar del metro por las razones dichas, especialme[n]te q[ue] todos los varones graues assí lo ha[n] acostu[m]brado; y a la Historia d[e] Ethiopía digo y co[n]fieso q[ue] Heliodoro, su autor, fué vn varón muy graue y gentil poeta en el ñudo y soltura, traça y deleyte de su ficción, y aun en mucha doctrina que tiene sembrada, mas, si se atiende a la perfección épica, no me parece q[ue] tiene la grandeza necessaria; no digo en el le[n]guaje, que por no ser metro está desculpado, sino en la cosa misma, porq[ue] las principales personas son menos en su acción, y las comunes son más.

Bueluo al propósito y digo q[ue] me rey mucho qua[n]do llegué a la parte del vocablo heroyco, mas no me hizo reyr qua[n]do al estilo, porq[ue] podría aua dificultad, la qual [pág.495] mana y nasce de la otra vltima q[ue] viene ventilada, q[ue] Arist[óteles] trató en sus Poéticos, ado[n]de pone en questió[n] quál sea más alta acció[n], la trágica o épica; y, si yo huuiera de dar mi parecer, le aplicara mucho a V[go] en este particular por lo q[ue] arguye y, especial, porq[ue] esta acció[n] épica sola, como el Phil[ósopho] enseña, fué hecha para lectores discretos. Mas, pues, vos, señor P[inciano], la resoluistes ta[n] donosamente, no quiero hablar en ello, sino agradarme de vuestra resolución assí como ffiziero[n] los co[m]pañeros, la qual aprueuo por deleytosa como lo demás del fragmento por vtil. Fecha, tres días antes de las Calendas de Agosto. Vale.

Epístola doze

De la seys especies menores de la Poética.Ansí como solían, señor don Gabriel a siguie[n]te siesta, se vieron los amigos en casa de F[adrique], los quales, después de auer tratado algunas cosas tocantes a los oficios de las demás gentes, y, especial, al de aquellos que tienen el palo y mando en la república, vinieron al oficio del poeta, y el Pinciano dixo: Yo estoy muy contento con lo que de la poética he aprendido, y verdaderamente me ha acontecido lo que dize la sentencia antigua: que todos los hombres piensan que sobra en el mundo aquello que a ellos falta.

[Frag. 1]

Vgo dixo que se declarasse más.

Y el Pinciano: A mí parescía hasta agora que la poesía era superflua en el mundo, como yo carecía de su noticia y conocimie[n]to; [228] ya q[ue] le tengo, me parece q[ue] los que no le tienen, dexan de [pág. 496] tener vso de razón y que son vnas alimañas.

Passo, dixo F[adrique], no tanto; que sin Rhetórica ay hombres, y también los aurá sin Poética. Son éstas partes que ornan mucho a vn hombre entre las demás artes y disciplinas, mas no de manera que de la vna ni de la otra esté pendiente el vso de razón, ni aun el vso de ellas, porque sin arte Rhetórica ni Poética podría auer hombres que las entendiessen, y yo sé adonde Arist[óteles] duda si las obras de Homero fueron hechas con arte o naturaleza sola. Digo, pues, que sin Rhetórica ay rhetóricos; y sin Poética ay poetas; sin arte Lógica ay lógicos naturales; q[ue] el hombre tiene el vso natural de la razón, el qual es la fuente de todas estas cosas.Libros de Poéticos.Yo confiesso, dixo el P[inciano], lo que dezís, y más confiesso lo de la Poética, porque veo muchos que naturalmente mienten [229] este mundo y el otro; mas va tanta diferencia de mentira a mentira, que vna deleyta y enseña; otra enoja y desenseña; y me quisiera hazer todo lenguas para acabar de alabar lo que empecé.

Vgo rió diziendo: El refrán se ha cumplido: «con los santos, serás santo; con los peruersos, peruerso». El compañero está manchado con la pez de nosotros.

Y el P[inciano]: Esso no consentiré yo; que la poética no mancha, sino laua y limpia las manchas; y, si yo tuuiera algo de lo versátil y furioso, prouara a inuentar y metrificar como los demás para ser vno dellos.

V[go] dixo: Prouad, y quiça saldréys con ello; començad, y quiçá acabaréys alguna obra.

Assí lo haré, respondió el P[inciano] porque he venido a entender que la obra es officiosa, y, en cierta manera, necessaria; no digo en cierta manera, sino necessaria, porque los arcos que están siempre armados, están a gran riesgo de [pág. 497] quebrarse, [230] y los hombres que professan letras mayores, como lo son las philosóphicas, tienen necessidad de afloxar al ánimo estirado con letras de passatiempo y entretenimiento.

[Fadrique]: Verdaderamente, el estudio(57) de las letras más graues, quando es muy continuo y que guarda perpetuidad, enuenena y emponçoña, y aun mata a vn hombre con la mucha melancholía y solicitud; el qual ueneno y melancholía se tiempla con las menores, que son las que auemos dicho y otras semejantes; y, au[n]que es assí, que el tal ueneno tiene muchos antídotos con que se cura, quales son juegos, conuersaciones y otros passatie[m]pos tales, pero ninguno tan honestame[n]te como el estudio de la histórica, poética, música; y, assí de manera q[ue] como los q[ue] son mordidos de bíuora, se curan y sanan con la co[n]serua q[ue] della se haze, dicha triaca, assí el ueneno del estudio mucho de las letras graues y solícitas es te[m]plado y curado co[n] las letras mansas y suaues, quales son las q[ue] tenemos [231] entre manos, digo la Poética y semeja[n]tes. Dixe esto por el P[inciano].

V[go], medio enojado y medio risueño, dixo assí: Todauía al P[inciano] le deue poco la Poética, pues la haze arte menor y no philosóphica, y, al fin, vna cu[m]plemenguas y acesoria de otras principales.

Fad[rique] prosiguió dizie[n]do: Como fuere la obra; q[ue], si es quál o quál ca[n]ción o soneto, lírica y epigrama, puede bie[n] ser acesoria de otras artes principales; mas, si es vna obra que haga libro justo, menester es el ho[m]bre entero, y más, si es de las especies de poemas mayores, como si dixéssemos vn libro de tragedias, d[e] comedias, o vna épica, las quales obras para ser tales quiere[n] mucha erudició[n].

Ya yo veo, dixo el P[inciano], lo q[ue] dezís, y, por ta[n]to, desseo saber algo d[e] las [pág. 498] especies menores.

Alguna obrilla, dixo F[adrique], quiere hazer el P[inciano], como vna sátyra, vn mimo, como vna égloga, como vna elegía, [232] como vna epigrama, como vna ca[n]ció[n] y como vn apólogo, q[ue] son otras seys especies, no ta[n] grandes como las quatro mayores, mas so[n] insignes, y, au[n]que éstas se reduze[n] a aq[ué]l·las, co[n] todo, tiene[n] sus co[n]diciones particulares muy difere[n]tes.

Esso confiesso yo, dixo el P[inciano], porq[ue] yo no sabría dezir cómo se haría qualquiera déstas, y en las otras me parece estar instruydo medianamente; y, pues me auéys enseñado lo mucho, cumplid la falta y no la padezca yo, si soys seruidos.

F[adrique] dixo q[ue] tenía razó[n], y V[go] q[ue] pedía justicia y añadió: A mí me cabe el hablar en esta materia; diré lo que supiere y enmendará el señor Fadrique.

[Frag. 2.]

Y, sin dar lugar a ser respondido, començó assí: Seys son las especies menores de las poéticas que dan nombre a los autores, assí como las primeras quatro principales; porque, assí como se dizen poetas heroycos, trágicos, cómicos, líricos y dithirámbicos, se [233] dizen satyricos, mimógraphos, pastorales, elegíacos, apologéticos y epigramáticos. De las primeras quatro especies está hablado hasta aquí; y, de aquí adela[n]te, diré por su orde[n] de las seys restantes: las otras dexaré porque son tan pequeñas, que no dan no[m]bre al poeta, y porque por estas diez acabarán de ser entendidas.

Sátyra.

Començando, pues, de la primera, dicha satyrica, torno a dezir Y a repetir el principio antes dicho, y es: que huuo sátyra antigua y moderna; si queréys dezir a aquélla, griega, y a ésta, latina, no erraréyis mucho; de la griega no ay que dezir más de que fué vn poema actiuo, en el qual salían los autores a imitar los vi[pág. 499]cios de sus tiempos con anotación de tiempo y persona; de manera que, si vn hombre tenía falta en sus costumbres, salía vn actor a le remedar en costumbres y disposición, y con nombre propio de la tal persona; el fin de esta obra fué ya dicho, que era para que el malo se emendasse. Esta acción fué desterrada, y con [234] mucha razón, y en su lugar, entró otra más mansa, que vnas vezes es narratiua, y otra, común, la qual fué llamada sátyra latina o moderna, y de la qual es nuestra presente plática, porque ella es la que da el nombre al poeta que dezimos satyrico. La especie de sátyra no tiene etymología cierta, pero ella es vna acción contraria totalmente a la heroyca, porque ésta es historia de varones passados virtuosos, fuertes y magnánimos, y aquélla es historia de vicios presentes, de hombres viles y infames; y, assí como por aquél·la son los hombres traydos a la virtud por el premio del honor, son por ésta auyentados del vicio con el castigo de la nota y afrenta. Será, pues, la sátyra vn razonamiento malédico y mordaz hecho para reprehender los vicios de los hombres. Fueron Lucilio, Horacio y Persio los más diestros en esta parte.

Definición de sátyra.

Fadrique dixo: No es malo Iuuenal, y sé yo quien le pone en primer lugar, y aun yo le pusiera si no tuuieran sus metros algunos [235] lenguajes pocos que parecen afear a todo el resto; yo estoy muy bien con los poetas académicos qué aman y buscan mucha vergüença en palabras y todo, que no es bien que el que predica hermosura en las costumbres, sea feo en sus pláticas.

[Pág 500] ¿Pues por qué, dixo el Pinciano, pues tan pocas son las partes torpes q[ue] tiene Iuuenal, no las purga[n] y quedará la obra hermosa?

¡Q[ué] sé yo!, dixo F[adrique]. Los que lo tiene[n] a su cargo, lo vea[n], q[ue], si yo lo tuuiera, yo las limpiara de muy buena volu[n]tad. Y, dexa[n]do la auocació[n], a q[ue] no somos llamados, prosiga V[go] en lo q[ue] ha sido requerido y rogado.

V[go] dixo: Yo he dicho breuerne[n]te lo que de la sátyra sie[n]to; y no siento cosa que de importancia sea sino q[ue] esta parte toca y trata particularme[n]te aquella parte de la Philosophía Moral q[ue] se dize Etica.

Más ay que dezir, dixo el P[inciano], [236] porq[ue] me falta a mí que oyr: fáltame que oyr y saber que los trágicos y cómicos y más éstos tratan de la costu[m]bre de los ho[m]bres ta[m]bién, y aun las reprehe[n]den, y, segú[n] esto, parece que la satyrica es cómica, y la cómica, satyrica.

Esso, dixo V[go], es querer que yo diga lo q[ue] por llano y notorio auía dexado, y lo q[ue] me pareció auer ya dicho, y es: que la sátyra dió principio a la cómica, y que. por huyr los poetas de aquélla, quando era actiua y personada, dieron en ésta; o, si queréys más, echados por las leyes, dexaro[n] la sátyra y tomaro[n] la cómica.

F[adrique] dixo ento[n]ces: A otra parte endereça el P[inciano]: él, si yo no me engaño, quiere q[ue] le digáys, señor V[go], lo que está dicho, y es: que todas las partes de la Poética pueden tocar todas las de la Philosophía; de manera que el épico puede tratar de la economía, como diximos de la épica en la Eneyda; y el trágico, la ética, como tocamos en la especie de la tragedia morata; [237] y la cómica puede tocar política, como vemos en Terencio, que acusa a los jueces porque son neglige[n]tes en castigar a las alcahuetas; y, en suma, las scie[n]cias son ta[n] vnidas y hermanadas como las virtudes y los vicios, q[ue] pocas veces se halla vna virtud sola y vn vicio no aco[m]pañado; y, para la diffe[pág. 501]rencia o co[n]cordancia que pide de la sátira y la comedia, respo[n]do la differe[n]cia principal estar en que ésta es poema actiuo, y aquélla es enarratiuo o común, como Horacio en algunas sátiras; y la differe[n]cia que de la imitació[n]se toma es la essencial, más que la de la doctrina, porque la doctrina es el fin, y la imitació[n] es la forma que a la Poética da el ser; y, esto dexado aparte, q[ue] la cómica mira más a la económica, y la satyrica, a la ética, como antes fué dicho.

V[go] dixo: Pues el señor F[adrique] ha por mí respondido, no te[n]go que responder más de que, au[n] en la manera de reprehender, ay gra[n]de differe[n]cia entre [238] el puro cómico y satyrico puro, que éste reprehende co[n] seueridad y acerbidad más o menos; co[n] más, como Iuuenal, co[n] menos y con algo de irrisió[n], como Horacio; mas el cómico reprehe[n]de del todo escarneciendo y burla[n]do, y, finalmente, es vna reprehensión la cómica llena de passatiempo y risa, de donde acabaréys de entender quán importante sea la risa a la comedia.

F[adrique] dixo entonces: Por si el P[inciano] con su açadón sacare vena poética y quisiere hazer vn poema satyrico, le quiero dar vnos pocos de auisos; sea el primero que reprehenda vicios generales, y no a personas particulares, porque el que enseña virtud no conuiene sea malo en manera alguna; a lo qual seguirá, alle[n]de desto, vna cosa muy necessaria en el lenguaje y la oración, y es: que podrá vsar della clara y abiertamente, y, assí como el que no haze mal ama la luz, podrá el tal poeta hablar claramente delante del mundo todo, y él viuirá entre la gente más seguro. [239]

Cómo ha de ser la sátyra. ¡O, señor!, dixo el P[inciano], que no será escuchado el poeta que no reprehenda a personas particulares, que de ay viene el de[pág. 502]leyte mayor a esta especie de poética. Y, si os acordáys, los satyricos antiguos particularizaua[n] las personas y a nadie perdonauan, como se dize de Horacio q[ue] no perdonó a su Mecenas; y en esto ay dos cosas: la grauedad del poema y ta[m]bién el deleyte q[ue] tanto le importa.

F[adrique] respondió: Lo que V[go] ha respo[n]dido, ha sido bueno; y si vos, señor P[inciano], escriuís sátyra y queréys hazer lo que dezís, las personas sean de tal manera disfraçadas, q[ue] de nadie sean entendidas y solamente lo sepa[n] aq[ue]llas a quien vos lo quisiéredes reuelar; vsad de períphasi y rodeos obscuros, y de tal manera, que podáys lleuar el entendimiento y sentido de la cosa a varias partes; y, co[n] todo esto, es lo más seguro de los dados el no jugallos; q[ue] no seáys claro en este le[n]guaje, otra vez os aco[n]sejo por el mucho [240] bie[n] q[ue] os amo, assí al ánimo como al cuerpo; y, en suma, ve[n]go a alabar en la satyrica la oración escura que tanto he sie[m]pre vituperado. Y con esto demos fin al maldezir.

¡Pues cómo!, dixo el P[inciano]. ¿No me dezís qué partes tiene la sátyra en su cuerpo y qué estilo deue seguir?

V[go] dixo: La sátyra pide estilo mediocre, y aun menor, y verso heroyco (hablo de la latina); co[n]sie[n]te vocablos baxos algunos y son menester para la irrisión; no tiene parte alguna ni principio ni fin: entra do se le antoja y comiença de adonde quiere, ex abrupto, como dize el latino. Y de la sátyra esto sea suficiente por agora.

Otro poquito, dixo el Pinciano, y preguntó: ¿Por qué la sátyra ha vsurpado el metro heroyco más que las otras especies de poética?

Vgo quedó vn poco pensativo, y F[adrique] dixo assí: La heroyca quiere gra[n]deza de ánimo, y la satyrica pide entereza de [241] costu[m]bres en el poeta; y, por el co[n]siguie[n]te, la vna y la otra le quiere[n] graue y seuero [pág. 503], y el metro heroyco es más co[n]ueniente a la seueridad y grauedad de la cosa.

Sí, dixo V[go], y más, q[ue] la heroyca tiene por fin el engra[n]decer y magnificar a la persona de que trata, y la satyrica, de aniquilalla y vituperalla: y de los contrarios vna misma es la doctrina, assí que, si a la épica co[n]uiene el metro heroyco, también conuendrá a la satyrica. Vamos al mimo, el qual se alçó con el nombre de la imitación que mimo esto quiere dezir; y el qual es vna mezcla de dithirámbica y cómica, porque dançaua y cantaua la persona sola, y, alguna vez, loores de Bacho como la dithirámbica, y mofaua y burlaua como la cómica. Salían las personas al exercicio de este poema teñidas las caras con hollín y vestidos de pieles de corderos, y assí hazía[n] su imitación de las costumbres que reprehendían; por lo qual algunos, y entre éstos Cicerón, los dixo ethólogos, [242] que quiere dezir imitadores de costumbres, y Aristóteles los llamó phálicos, porque traían vnos palos rol·liços; de cuya imitación dize él mismo(58) que es generación natural de la cómica, por el ridículo que contiene, lo qual, como es dicho, tiene en la cómica la parte essencial, qual, en la trágica, la co[n]miseración. Eran las personas imitadas en este poema sacadas de la hez del vulgo; no quiero dezir quiénes son agora éstos por no enojar a los viuos, mas diré quiénes eran en el tiempo passado en Roma, de los quales trae Horacio alguna parte en el sermón que comiença:

[Mimo]
Las compañías de los ambubayas,

Los mendigantes y farmacopolas,

Baladrones y mimos juntamente.

[pág. 504] Tristes están a causa de la muerte

de Tigello, cantor que, según fama,

Era para con todos muy benino.

El P[inciano] dixo: Mirad, señor lo que [243] dezís, que los farmacopolas son agora los boticarios, y ésta es gente muy honrada.

F[adrique] respondió: Otra cosa quiere allí dezir Horacio por farmacopola, a mi parecer, y es la gente que en Italia dize[n] salta in banco, y acá, en España, charlatanes, los quales se sube[n] en alguna mesa y, desde allí, pregonan sus yeruas y piedras de virtudes mentirosas. Mas, boluiendo a la narració[n] de Horacio, digo que, en aquel lugar, pone mimos como especie differente de las demás, digo, de los ambubayas, mendigos y balatrones: y assí me parece que aquéllos no son las personas mímicas, sino otras, como ve[n]tero, bodegoneros, ciegos, borrachos y assí desta manera; aunque co[n]fiesso poca differencia de los vnos a los otros, digo, que todos tienen en la república vn lugar muy baxo y ínfimo.

Mirad, dixo V[go], señor F[adrique], que yo te[n]go letura que ha auido mimos de más estado, porque fuero[n] del orde[n] equestre o de cauallería. [244]

Agora, respondió F[adrique], no habléys de las personas imitantes, sino de las imitadas, q[ue] ya sé que Lauerio fué cauallero, y q[ue], siendo de edad de 60 años, por ma[n]dado del César, ca[n]tó sus mimos y dançó en el theatro público: y sé lo q[ue] passó, después, de Publio Siro, sieruo, y lo demás q[ue] Macrobio cue[n]ta en sus Saturnales; mas este género de poema está muy oluidado, y, si algo dél ha quedado, anda entre los hombres de plazer o mezclado con la cómica. Vamos a la rústica poesía.

Vgo dixo [pág. 505]: Poco ay que dezir en ella más de lo dicho quando se habló de las especies o differencias generalmente, y es: que es dicha ansí porq[ue] es común imitación de gente rústica; en la qual imitación se deuen considerar las personas imitadas, porque muchas dellas no consienten imitación en el tiempo que exercitan su officio, y es menester ponerlos sentados, como los leñadores y aradores. Los viandantes, los pastores y los pescadores pueden ser imitados exercitando [245] su officio: éstos, porque tienen officio quieto, y aquéllos, porque pueden, hablando y razonando, hazer el suyo. A los cantos destos tales dizen Eglogas el día de oy, y aun antiguamente, aunq[ue] el nombre de églogas significa otra cosa más particular. El número de églogas no suele passar de diez; su estilo es humilde y toma siempre las metáphoras pocas q[ue] vsa del oficio dellos. Algunos pone[n] differencia de estilo entre los bucólicos o boyerizos y ovejeros y cabreros; y dan estilo mayor a los primeros, y mediano a los de en medio, y menor a los vltimos; y que, por ser los boyerizos pastores más nobles, dieron nombres de bucólicos a todos los poemas pastorales. Sea en hora buena, que no me parece cosa para nos detener en su disputa; y sea también que la imitación bucólica es por razón del sugeto más principal que todas las demás rústicas, digo, de los viandantes, pescadores, hortelanos, segadores, leñadores y los demás.

Egloga. Elegía.

Sigue la dicha elegía, la qual es, en general, [246] poema narratiuo, miserable, como antes diximos; y, agora aya tomado su origen de muertes de algunos, agora de las querel·las de los ama[n]tes, tiene varios sugetos segú[n] las lamentaciones del poeta y las causas dellas, por[pág. 506]que, agora se quexan, agora abominan los días y tiempos, agora hazen votos, agora cuentan sus vidas, agora lloran, agora en medio de sus lla[n]tos no caben de regozijo, y esto, especial, aco[n]tece a los amantes; dexo las co[m]paraciones q[ue] hazen d[e] sí a sus co[n]trarios, y au[n] las amenaças y maldiciones, y los acogimientos y alabanças de sus damas; y, en suma, el q[ue] quisiere poner en número determinado esta materia, podría poner el número de los pensamientos de los vacíos enamorados: la oración o lenguaje deste poema deue ser congojosa, dura y propia, cuyas sentencias no sean extraordinarias, ni mezcladas co[n] fábulas exquisitas. Fué, entre los latinos, marauillosa inue[n]ción para este poema el exámetro con el pe[n]támetro cuya juntura [247] de sylabas significa la miseria misma q[ue] tiene el q[ue] se lame[n]ta.

[Apólogo y alegoría]

Agora sigue el apólogo y alegoría, de la qual se habló en la épica y se acabará agora aquí, como en su centro. Digo q[ue] el apólogo no es otra cosa que poema común, el qual, debaxo, de narración fabulosa, enseña vna pura verdad; y este apólogo o alegoría está sembrado en gran parte de las principales especies de la poética, principalmente en la épica.

El Pinc[iano] dixo entonces: Pues si está co[n] las demás especies de poesía ¿para qué hazemos della especie diferente?

Vgo respondió: Con gran razón, porq[ue] aquí está la alegoría como en lugar principal y assiento propio, y en las demás está como acessoria; q[ue] las otras buscan deleyte con la doctrina, y ésta, oluidado de todo lo q[ue] es deleyte, solamente se abraca con lo que es vtil y honesto, que es la enseñança. Esto se vee en las fábulas de Esopo, las quales, oluidadas del deleyte q[ue] Aristóteles [248] busca y quiere en la épica [pág. 507], sólo atienden a enseñar; porque el gusto y sabor de la poesía, allende del metro, está en la imitación verisímil, de todo lo qual carece[n] muchos de los apólogos, que ni tienen metros, ni semejança a verdad, mas tienen mucha doctrina; de manera que se puede dellos dezir que, por seguir el fin, dexan la forma en cierta manera, o, a lo menos, dexan la perfección de la forma, q[ue] es la perfecta imitación; y ansí Aristóteles y Plutarcho quieren defender a Homero en algunas cosas de poca verisimilitud al parecer, diziendo que lo hizo Homero por la alegoría y doctrina sólida que enseña, como ya es dicho.

Fadrique dixo entonces: Essa materia de la defensa de Homero estaua muy tocada al principio de nuestra plática, a do no sólo queda Homero defendido, pero amigo con Plató[n]; y ansí me parece q[ue], por agora, no se trate más dello.

Dicho esto, quedó vn rato silencio entre [249] los tres compañeros, y después dixo el Pinciano: Cada día voy descubriendo más primores de la poética; y hallo que las fábulas apologéticas son vnas burlas muy de veras, y que las de la épica son vnas veras muy veras; y me ha venido a la mente dezir q[ue] la poesía no es estatua, ni dama, sino empanada repulgada q[ue] dixe, hecha de carne y con hiemas de hueuos.

Vgo prosiguió y dixo: Digo, pues, que esta alegoría de q[ue] hablo agora, es muy vtil y prouechosa a la vida humana y tanto, que la Sagrada Escriptura la vsa no pocas vezes. Tal fué la que el profeta Natán vsó con Dauid, quando le dixo del hombre que tenía vna sola oueja, y que otro se la auía tomado, y todo aquello que sabéys, por lo qual lo cal·lo. Y en el Nueuo Testamento también hallaréys [pág. 508] los Euangelios y el Apocalypsi llenos de alegorías diuinas, las quales la Iglesia madre aprueua, como antes se refirió. Torno al propósito, y digo que, destas figuras alegóricas, las que dezimos [250] apologéticas y que sólo atienden a la doctrina, no se obliga[n] ni quieren obligar a la verisimilitud, y ansí en ellas se pone plática y le[n]guaje en animales y aun en pla[n]tas y piedras; mas en las épicas, que no sólo atienden a la doctrina, sino, como Aristóteles quiere, al deleyte, es necessaria la, verisimilitud, porque las acciones que carece[n] désta fueron odiosas a Horacio, y aun a todo el mundo lo deuen ser.

Fadrique dixo: El señor Vgo ha dicho muy bien, por cierto, q[ue] la épica es imitación de historia, y el que en ella escriue disparates no imita a historia en manera alguna; ansí q[ue], en otras cosas del poema, aya variedad de opiniones si es perfecto o no es perfecto, se puede disimular, y en la imitación, de ninguna manera. Mas esta tierra está ya muy arada; passemos a otra no ro[m]pida.

Vn pedaço sólo queda, dixo Vgo, començado, mas no acabado de ro[m]per, dicho epigrama; dél han tenido no[m]bre algunos [251] poetas, como Marcial; el epigrama no es otro que vna breue descripción y demostració[n] de alguna cosa. Este poema no se reduze particularmente bien a alguno de los quatro principales, ni aun de los seys menos insignes, porque él se mete en todas las materias, acciones, lugares, tiempos y personas; y, en suma, él es como vna folla de todos los demás poemas, porque se hallan epigramas heroycos como aquel de Pausanias:

[Epigrama]

De los ufanos griegos vencedores

Truxo estas armas el vencido Eneas.

[Pág.509] Hállanse también trágicos, como el de Marcial, a do, hablando Leandro con las olas que le anegauan, dixo:

Dadme perdón, mientra que, al yr, doy priessa,

Y, mientra doy la buelta, dadme a fondo.

Haylos cómicos infinitos en Marcial, haylos satyricos, haylos en alabanças, y, en suma, los ay de todas especies de poética. Pide este [252] poema suma breuedad y agudeza suma, porque, no las teniendo, queda muy desabrido y enfadoso; que el concepto, si es largo, cansa, y, si boto, hiere como mazo; y con éste me parece auer acabado con la especies menores o menos principales de la poética, de las quales tomaron nombre algunos poetas.

El Pinciano dixo entonces: ¿Pues no dezís cosa alguna del estilo?

Ya está dicho, dixo Fadrique; que si el epigrama, puede entrar en todas las demás especies de poética y no es otra diferente dellas, claro es que seguirá el estilo de la especie que sigue; y que, en lo heroyco, será de estilo alto; y, en lo cómico, humilde; en lo lírico, florido; y ansí en los demás. Estos poemas breues se solían poner en algunos lugares sobre estatuas, declarando dellas alguna hazaña memorable, o significándola como mejor a cada vno parecía; esto fué al principio, y, después, tomó el no[m]bre mismo de epigrama qualquier otro poema que le pareciesse [253] en lo breue y agudo, sin que fuesse sobrescrito en parte alguna.

[Frag. 3.]

Dicho, dixo el Pinciano: Porque lo auéys dicho de sobrescrito, he venido en memoria del sobrescrito, o título, o inscripción q[ue] se da a los poetas; que, aunque sea fuera de propósito, recebiré mer[pág. 510]ced en que se me diga, y si en ello ay alguna regla cierta y orden que deua guardar el autor.

¡Ta, ta!, respondió Fadrique, sin duda el Pinciano quiere hazer algún libro; y digo que no pregunta fuera de propósito, ni aun del nuestro, porque, auiendo hablado de la poesía en general y de la manera que se ha visto, viene muy a razón y a cuento que se trate de la inscripción y títulos de los poemas; y es menester que Vgo prosiga comience a dezir algo en esta materia.

Vgo respondió que de buena volu[n]tad, y, luego, assí: Los títulos de las obras, o sean poéticas como no poéticas, se suele[n] tomar de muchos lugares: de la persona q[ue] se celebra, como la Eneyda de Eneas: [254] de la cosa q[ue] se escriue, como Meteoros; de la acción q[ue] se haze en ella, como Metamorphosis; del lugar ado[n]de, como la Ilíada; del tiempo, como los Fastos y los Días y Obras de Hesiodo, también se suelen tomar los títulos de la compostura y orden de los metros, como Epigramas, Líricas; y au[n] del modo de ca[n]tar, como Odas, Melos y de los inuentores, Anacreónticas; y de la semejança, como Philípicas de Cicerón: y aun del número como Tito Liuio a su histórica, Décadas, y Bocacio a sus fábulas, Decameró[n]; y podía ser oluidárseme alguna otra forma de títulos. Las comedias y tragedias muchas vezes suelen tomar dos títulos: vno, de la persona q[ue] en la acción tiene las partes principales, y otro, de la materia q[ue] contiene. Este mismo estímulo siguió la Trágica de Platón, la Cómica de Luciano; y otro, de la materia q[ue] co[n]tiene, assí como lo hizo Platón en su poema actiuo, graue y trágico, y Luciano en el suyo. cómico y ridículo. [255]

Calló Vgo, y, mirando al P[inciano], le pregu[n]tó de q[ué] estaua pensatiuo.

El P[inciano] respo[n]dió: Ya no lo estoy [pág. 511], y, si queréys saber lo q[ue] me hizo imaginatiuo, fué q[ue], no auié[n]dome acordado de la difinición y essencia poética, pensaua entre mí q[ué] tragedias de Platón y q[ué] comedias de Luciano eran las que dixistes.

Fad[rique] y Vgo se sonrieron vn poco del oluido del Pinciano, y se alçaron de la tabla a vna para yr a vn negocio común a ambos a dos. El Pinciano se fué a la posada, a escriuiros estas nueuas, con las quales os embía mil saludes. Fecha, vn día después de las Calendas de Agosto. Vale.

Respuesta de do[n] Gabriel a la epístola doze del Pin[ciano].

Dizen los naturales que no solamente es menester para q[ue] los sentidos hagan su obra la aplicación del objeto a ellos, sino ta[m]bién animaduersión y [256] ate[n]ción al objeto, q[ue], si ésta falta, falta ta[m]bié[n] la obra del sentido; esto os aco[n]tecerá muchas vezes: q[ue], yendo mira[n]do el rostro a vn ho[m]bre de vos muy conocido, no le veys, porq[ue] lleváys la ate[n]ció[n] en otra cosa. Esto mismo os aconteció co[n] los compañeros el día passado: que, sabiendo q[ue] ay poema satyrico, mímico y pastoral y los demás q[ue] el otro día me escriuistes, digo q[ue] no los vistes esta vez, mirando ate[n]to a otra especie de poética q[ue] era la heroyca, a la qual os veo inclinado por ciertas palabras q[ue] en vna carta vuestra extravaga[n]te lehí el día passado. Sea en hora buena; y proseguid en vuestra épica empeçada felizmente con más buena fortuna q[ue] Lucano y co[n] ta[n] buena como Virgilio hablo en el premio della, no digo como Homero, porq[ue] Homero ca[n]tó de dos varones, cuyos sucessores era[n] en su tiempo poco ilustres, q[ue], si lo fueran, sin duda alguna [257] él tuuiera mejor fortuna y que si fuera en tiempo de Alexandro Magno.

Y, dexado esto aparte, digo de vuestra carta [pág. 512] que me agradó mucho y agradara más si fuera más larga en la qual acabé de entender la mucha breuedad que vuestros compañeros han tenido en sus discursos. Más y más pudiera hablar de las quatro especies mayores y más de las seys menores, el que tuuiera gana de se alargar en la lengua: ellos han seguido co[m]pendio y yo también seguiré en ésta la suma dél.

[Frag. 1.]

Truxo, pues, la epístola vuestra tres fragmentos. El primero de los quales contiene la necessidad de los estudios menores para que los mayores crezcan con moderación y no arrojen el tallo tan vicioso, que pierdan del todo el fruto, como acontece en algunas partes de las Indias de Occidente, a do, por el mucho vicio de la tierra, el trigo se resuelue en larga caña y del todo pierde el fruto.

[Frag. 2.]

El segundo tiene las seys especies menores de la Poética, sobre las quales discurriremos [258] otro día más despacio, que, aunque en lo general y essencial es como lo escriuís, todauía os ha quedado lugar por algunas dudillas que podrán ser de passatiempo.

[Frag. 3.]

Contiene el tercero las inscripciones y títulos de los libros, que son harto varios y no nueuos; todo es harto bueno, y vos también lo estéys. Fecha, vn día antes de las Nonas de Agosto. Vale.

Epístola treze y vltima

De los actores y representantes.Parte por mis ocupaciones, señor don Gabriel, parte por me parecer que a la plática poética auía dado fin el discurso y razonamiento de las seys especies menores, dexé de[pág.513] visitar vnos días la casa de Fadrique con propósito de lo hazer con mi comodidad, porque su conuersación es tal, que merece ser codiciada de todos. Dió la vna hora después de la del comer al tiempo que vino al Pinci[ano] vn recado, de parte de Fad[rique], diziendo que Vgo era venido, y que tenían los dos determinado yr aq[ue]lla tarde a vna representación, que tuuiesse por bien ser tercero con ellos.

[Frag. 1.]

El Pinc[iano] no respondió, mas, tomando la capa, se fué a los co[m]pañeros, a los quales dixo el Pinciano: Por cierto, señores, que, según se emplea de mal el tiempo ordinariame[n]te, yo, a lo menos que no será éste el más mal empleado, porque, al fin, en el teatro nos enseñan muchas cosas de que somos ignora[n]tes, que, como nos las dan con voz viua, hazen más impressió[n] que si en casa se leyeran.

Assí es, respo[n]dió Fad[rique], que, si las acciones son las que deuen, pueden y deuen ser oydas de qualquier varó[n], mas la naturaleza peruersa las va adulterando, de manera que, de honesto, haze deshonesto.

Dicho esto, preguntó: ¿A dó vamos: q[ue] en el de la Cruz se representa la Iphigenia. Y en el del Príncipe, vna comedia?

Vgo dixo: Muy amigo soy yo de vna tragedia.

El Pinciano: Yo, de vna comedia.

Y Fadrique: Pues echen suertes a dó yremos, que yo a todo me acomodo.

No, sino sente[n]ciadlo vos, dixo el Pinciano a Fadrique, y lo mismo Vgo.

Y Fadrique: Pues, assí es, vamos al que está más cerca.

Ya en esta sazón llegauan al monesterio de la Sanctíssima Trinidad, porque se auían baxado de la cal·le de las Vrosas y subido la de los Relatores.

El Pinciano dixo entonces: Más cerca están vuestras mercedes de la tragedia.

Esto dicho, se fueron a la calle de la Cruz; y, entrados en el [pág. 514] teatro y sentados, Fadrique, como de repente y al parecer fuera de propósito, dixo: Verdaderamente la Poesía es como la Medicina, que la theórica della y conte[m]plación es vna cosa nobilíssima; mas la práctica pierde mucho de la nobleza. ¿Qué cosa más alta que escudriñar los secretos de la naturaleza? Que la arte médica contempla no sólo la philosophía del hombre, mas, para el hombre, considera la médica materia que dizen, la qual comprehende a todos los animales, a todas las plantas, yeruas, frutos y flores; y agora entra con la consideració[n] en las entrañas de la tierra, de a do saca las virtudes de los metales; agora se alça a las aguas y considera la de los pezes; y, no contenta con esto, penetra en los ayres, súbese al cielo, y, para aprouechar al hombre, toma prestada de la astrológica doctrina la más noble parte, el mouimiento del cielo, el orto y occaso de las estrellas más principales; y, en suma, es la Medicina vn archiuo, no dixe bien, chrysol ado[n]de se apura la pura y fina philosophía. Esto tiene su contemplación, ésta es la flor de la medicina theórica, mas el estiércol de la práctica, dígalo el señor Vgo que lo prueua.

Vgo se rió y dixo: Y, si fuesse pulla, q[ue] no valga. Ya yo sé que aprendí vn arte más trabajosa de lo que yo quisiera y menos estimada de lo que merece. ¿Pero a qué propósito ha sido toda esta arenga?

Y Fadrique: Yo lo diré después, que aun no he acabado; y digo assimismo de la Poesía que, siendo su theórica vna parte tan principal, que toca a aquella que es sobrenatural, llamada Philosophía prima o Metaphysica, su práctica es tan poco tenida y estimada.

El Pinciano dixo: Por cierto el señor Fadr[pág.515] [ique] tiene razón, que el día de oy los poetas prácticos son en tan poco tenidos, que apenas ay hombre que guste que se lo llamen, sino que, como malhechores, andan en conuentículos secretos por no perder su autoridad.

Fadrique dixo: Ni vos, señor Pinciano, me auéys entendido. Lo que digo es que la Poética es arte noble y principal, mas la acción della en teatro no tiene nobleza alguna.

¡Mirad, dixo el Pinciano, de qué nos haze nueuos el señor Fadrique! Ay quien diga que los actores son gente infame y tanto, que no les deuían dar el Sanctíssimo Sacramento, como está decretado y ordenado por los sacros Cánones: ansí lo oy dezir a vn padre predicador.

Fadrique se rió mucho y dixo después: El padre predicador tenía mejor voluntad que entendimiento, y él erró co[n] especie de acertar. Es la verdad que cierta manera de representantes son viles y infames, que, como agora los zarabandistas, con mouimientos torpes y deshonestos incitauan antiguame[n]te a la torpeza y deshonestidad, a los quales los latinos dieron nombre de histriones, y de los quales se dize estar prohibidos de recebir el Sanctíssimo Sacrame[n]to de la Eucharistía; mas los representantes que los latinos dixeron actores, como los trágicos y cómicos, ¿por qué han de ser tenidos por infames? ¿qué razón puede auer para vn disparate como ésso? Pregunto: si la medicina es arte aprouada y si la justicia es necessaria, ¿por qué el boticario y alguazil, que son executores de la medicina y justicia, serán infames? Ni aun el verdugo es infame por lo que es executar el mandato real. Pues, si la poesía es la que auemos dicho, obra honesta [pág. 516] y vtil en el mundo, ¿por qué el que la pone en execución será vil y infame? ¡Vos no veys que es vn disparate? No digo yo q[ue] el oficio del actor es tan aprouado como otros que, al fin, tiene algo de lo seruil y adulatorio, pero digo q[ue] ni es infame ni vil, mas, en cierta manera, necessario; y, si no, mirad a la Sancta Madre Iglesia que dize en vna Antíphona a Nuestra Señora: «Delante desta Virgen, gozos espessos con ca[n]tares y representaciones…»

El Pinciano dixo entonces: Los cantares y representaciones q[ue] la Iglesia pide son muy buenos y vtiles.

Y luego Fadrique: ¿Pues digo yo que en los teatros los traygan malos y dañosos? Traygan los actores lo que está dicho que deuen hazer los poetas, y serán muy vtiles a la República.

Vos, señor Fadr[ique], dixo Vgo, auéys dicho vna cosa que si todos la, aprouassen, auría más representantes de los que ay y más ociosos de lo que sería razón.

Fadrique respondió: También podría auer moderación en esso; y lo que voy a dezir no se entienda q[ue] es reprehensión a la república, sino co[n]sejo para los actores principales de las co[m]pañías, los quales andan perdidos y rematados por no se entender y traer en sus co[m]pañías vn exército de gastadores sin necessidad; que co[n] siete y ocho personas se puede representar la mejor tragedia o comedia del mundo, y el·los traen, en cada co[m]pañía, catorze o diez y seys, los quales les come[n] quanto ellos suda[n] y trabajan, de manera q[ue] los actores principales ganarían más.

Vgo dixo: Y auría menos hombres ocupados en esse ministerio que podrían ocuparse y ser de prouecho en otro, q[ue] aunque este oficio del representar no sea malo, si basta[n] quatro hombres ¿para qué se han de ocupar ocho?

El [pág. 517] Pinciano dixo ento[n]ces: Y aun a los que vienen a las comedias sería de prouecho, porque les bajarían el estipendio.

Esso es lo de menos, dixo Fad[rique], y lo más importante lo que dixo el señor Vgo.

Y el Pin[ciano] luego: Bien estoy con la mengua del número de los representantes, mas ¿cómo se formarán dos exércitos dellos en los teatros con siete o ocho personas?

Fa[drique] se rió y dixo: Para vna cosa como éssa, sacar vna dozena o dos de los que están más cerca mirando.

Y Vgo dixo al P[inciano]: ¿No os acordáys q[ue] auemos acusado por impropias las acciones a do se representan batallas delante del pueblo, y q[ue] diximos q[ue] las tales eran sujetos heroycos y no trágicos?

Ya me acuerdo, respo[n]dió el P[inciano], mas ¡si los poetas los hazen assí!

Fadrique respondió: No las reciban los actores; con lo qual a sí será[n] prouechosos y maestros a los necios poetas.

Dicho, callaron por vn rato los compañeros, y después dixo Fad[rique]: Muy despacio vienen oy los oyentes para ser nueua la acción que oy se ha de representar y nunca en la Corte representada.

El P[inciano] dió la causa diziendo: y no sin razón, porq[ue] Buratín ha combidado oy a su boltear, possible porque se mira con la vista, y no verisímil, por la dificultad de las cosas que haze.

Fadrique dixo: Poco deue de auer que esse hombre vino, pues no ha llegado a mis orejas, pero pregunto: ¿qué es lo que haze?

El P[inciano] respondió: No se puede dezir todo, mas diré vna parte. Encima de vna soga tirante anda de pies. ¿Q[ué] digo? Anda vnas vezes sobre chapines, otras, sobre vnos za[n]cos más altos q[ue] vna tercia. ¡Poco digo! Dança sobre la soga y, haziendo las que dizen cabriolas en el ayre, torna a caer de pies sobre ella como si fuera vna sala muy llana y espaciosa.

Con todo, quanto dize el [pág. 518] Pinc[iano], dixo Vgo, no es causa basta[n]te la dicha para q[ue] vn, bue[n] espíritu se vaya a ver essas obras y dexe las sabrosas y p[ro]uechosas del teatro, q[ue], al fin, la representació[n] entretiene más largo tie[m]po y sie[m]pre el hombre saca algú[n] auiso para sus negocios.

Gustos son, dixo el P[inciano], pues, si a mí me diera[n] a escoger, bie[n] sé lo q[ue] eligiera.

Vos eligiérades muy mal, respo[n]dió V[go].

Y F[adrique] se entrepuso dizie[n]do: Yo quiero ser juez desta causa agora, y, especialme[n]te, q[ue] sé esta questión estar derramada ya entre algunos q[ue] ha[n] visto lo vno y lo otro; todas las cosas del mu[n]do fuero[n] sugetas al ho[m]bre co[n] razó[n], por el vso de razón en q[ue] a las cosas terrenales todo el ho[m]bre se aue[n]taja, de do se vee clarame[n]te q[ue] la obra guíada por la del ente[n]dimie[n]to es de más perfeció[n] q[ue] no la q[ue] lo es por los mie[m]bros.

El P[inciano] dixo: Aquí no ay acció[n] hecha por el ho[m]bre q[ue] no sea hecha por el vno y otro eficie[n]te, porq[ue] el ho[m]bre es vna ju[n]ta de ánima y cuerpo, y las acciones, dize el Phil[ósopho], son de los supuestos o co[m]puestos d[e] materia y forma.

Ya lo veo, respo[n]dió F[adrique], q[ue] no la ánima anda, ni come, ni beue, ni discurre, co[n]sulta y elige, sino el ho[m]bre, q[ue] es dezir, ánima y cuerpo vnidos, anda[n], come[n], beue[n], discurre[n], consulta[n] y elige[n]; mas, porq[ue] vnas destas acciones tiene[n] mucho de lo espiritual, y otras, d[e] lo corporal, dezimos a vnas obras de facultad espiritual, y a otras, de corporal; y en esto no aya dificultad, ni ta[m]poco la aya, por la razó[n] ya dicha, q[ue] las operaciones d[e]l ánima no sea[n] más altas y principales q[ue] las d[e]l cuerpo; lo qual supuesto, digo q[ue] las acciones dramáticas y d[e] representantes tiene[n] mucho más d[e] lo sutil y espiritual q[ue] no las d[e] los bolteadores; y, en qua[n]to a este particular, so[n] las obras d[e] aq[ué]llos de más lustre y primor q[ue] no la[s] déstos(59); pero puede la obra corporal por la excele[n]cia a1çarse[pág. 519] tanto, q[ue] iguale y sobrepuje a algunas espirituales, por ser baxas y comunes y no tener cosa de lo peregrino y nueuo. Ya me auéys ente[n]dido; passemos adela[n]te.

Dicho esto, a F[adrique] pareció q[ue] el P[inciano] no lo auía acabado de ente[n]der, por él auerse q[ue]dado como pe[n]satiuo, y p[ro]siguió dizie[n]do: Digo q[ue] las obras de los actores y representa[n]tes, en general, son más nobles qua[n]to al eficie[n]te, porq[ue] tiene[n] más de lo intelectual; pero lo de estos bolteadores, en particular, lo son más por la excele[n]cia d[e] lo q[ue] co[n] el cuerpo haze[n], como, en la verdad, sería más digna y más ilustre la hazaña de vn particular soldado, si fuesse excele[n]te, q[ue] no la co[n]sultació[n] d[e] vn capitá[n] ordinario; assí q[ue] la raridad y extremació[n], por assí dezir, de la acció[n], aunq[ue] grosera y corporal, la alça sobre la espiritual en breues razones. Lo q[ue] desta plática sie[n]to es q[ue] los bolteadores sobrepuja[n] y ve[n]ce[n] a los ordinarios y comunes represe[n]tantes por la excele[n]cia de su acció[n], mas q[ue] la obra de suyo vtil y más honesta es la de la representació[n] por las causas alegadas.

Sí, dize el P[inciano], si todo fuesse vero lo q[ue] el pa[n]dero dize y los farsantes sie[m]pre obrasse[n] co[n] el ente[n]dimie[n]to, mas yo los veo obrar co[n] el cuerpo y sin bue[n] juyzio muchas vezes y co[n]trarios al juyzio bueno.

Esso será, respo[n]dió Vg[o], qua[n]do representan algú[n] loco, en la qual sazón obran con el ente[n]dimie[n]to, y en la qual obra quiçá es menester mayor primor q[ue] en las demás.

No digo esso, dixo el P[inciano] sino quando hazen officio de histriones, y co[n] mouimie[n]tos y palabras lasciuas y deshonestas quiere[n] deleytar a los teatros.

Vg[o] respo[n]dió: Quie[n] esso hiziere, echarle de la tierra y embiarle al mar, o, a lo menos, priuarle d[e] su patria.

Bie[n] me parece, respo[n]dió el P[inciano], y después añadió: Si tuuiera autoridad en la administración de la [pág. 520] República, yo proueyera de vn comisario que viera todas las representaciones antes que salieran en plaça pública, el qual examinara las buenas costu[m]bres dellas.

Dicho, se quedaron todos callando por espacio, después del qual Fadrique dixo: Para otras cosas más importantes, aunque éssa lo es, fuera co[n]ueniente el comissario que pedís, porque yo oyo muchas vezes representaciones que ofenden a la buena política, y, en lugar de enseñar, estragan al oyente y le emponçoñan.

El Pinciano dixo: ¡O, cómo el señor Fadrique fuera vn sujeto muy apropiado para oficio semejante! Porque, al·lende que ha escrito en materia de política, sabe muy bien la de economía, y assí supiera muy bien juzgar las especies de poética dramáticas mejor que los demás.

Vgo se sonrió diziendo: Mejor estuuiera a la persona q[ue] dezís ponerla en cosas más graues q[ue] no en las q[ue] agora dezimos.

República y amigos.

F[adrique] se entrepuso a las razones de los dos con éstas: Yo sé que nacimos los hombres, no sólo para nosotros, sino para la República y para los amigos; a causa de lo qual me hallarán en todo lo que me huuiere[n] menester, que yo sé no me ma[n]daran cosa que a mí honor menoscabe.

Assí Vgo dezía quando començaron a templar los instrumentos dentro y quando al teatro, por entre vnas cortinas, sacó la cabeça y parte de los hombros vno de los actores, con hábito de pastor, el zamarro con listas doradas, y vna caperuça muy galana, y vn cuello muy grande con la lechugilla muy tiessa, que deuía tener vna libra de almidó[n].

[Frag. 2.]Visto por el Pinc[iano], dixo: ¿Qué tiene que ver vn pastor con tragedia?

Fadriq[ue] dixo: La consequencia de la fábula puede traer muy a cuento pastores, y aun [pág. 521] pescadores; pastores en la acción harto graue, q[ue] fué épica, lleuaron a Sinón ante el rey Príamo.

Otra cosa, dixo V[go], auía más que considerar en el ho[m]bre, digo en su hábito: el pellico tan galano y caperuça que no vsan los pastores y parece falta de buena imitación, y, más que todo, la contradize aquel cuello tan ancho como vn harnero, y cada abanillo tan gra[n]de como la mano d[e]l mortero q[ue] los hizo o majadero q[ue] los trae.

Inconuenie[n]tes son éstos, dixo F[adrique], y el postrero mayor, quanto es menos verisímil y fuera de razón que vn pastor traya aquello, pero todos estos son accidentales, y mie[n]tras no llegan a los más principales y de mayor momento, se puede dissimular y sufrir mejor.

¡Pues cómo!, dixo el P[inciano], ¿accidental es el ornato al actor y a la acción?

Ornato necessario.

No digo tal, dixo F[adrique], sino que el ornato es essencial, mas estas faltas en el ornato no lo son, porque fuera possible q[ue] vn pastor se pusiera galano vn día de fiesta o en alguna boda; el ornato, digo otra vez, assí del theatro como de las personas, es essencial, casi tanto como el mouimiento y ademán que los latinos dizen vulto y gesto.

El P[inciano] dixo: ¿Qué cosa es esto de vulto, gesto y ademán?

Y luego F[adrique] riendo: Yo os lo diré; en sie[n]do muerto el enfermo, no tiene que hazer más el médico.

V[go] dixo: -Buena está la baya.

Ademán necessario.

No, dixo F[adrique], sino de veras, porque luego lo entrega a los clérigos para q[ue] hagan su officio; assí, ni más ni menos, en hazie[n]do el poeta el poema actiuo, luego lo entrega a los actores para que hagan su oficio; de manera que, como muerto el enfermo, espira el officio del médico y empieça el del clérigo, hecho el poema actiuo, espira el oficio del poeta y comiença el del actor, el qual está diuidido en las dos partes dichas, en el or[pág. 522]nato o en el gesto y ademán; y, si no lo entendéys agora, escuchad: ornato se dize la compostura del teatro y de la persona, y ademán, aquel mouimiento que haze el actor con el cuerpo, pies, braços, ojos y boca quando habla, y aun quando calla algunas vezes.

Pues esso, dixo el P[inciano], cosa es digna de ser sabida, porque, aunque ella no es poesía, es cosa anexa a ella, y al médico no le estará mal saber de botica.

Fadrique dixo: Vos queréys dezir que por la razón que en los días passados os auemos dado algunos auisos de la Poética, estamos obligados a proseguir los de la acción y representación; que sea en hora buena; diga el señor Vgo lo que sabe, que yo diré lo que supiere.

Vgo dixo: Lo que sé, presto es dicho. En lo que es ornato tocante a la acción se deue considerar la persona, el tiempo y el lugar que del género y sexo no ay que aduertir .En la persona, después de considerado el estado, se deue considerar la edad, porque claro está que otro ornato y atauío o vestido conuiene al príncipe que al sieruo, y otro, al moço que al anciano; para lo qual es muy importante la segunda consideración del tiempo, porque vn ornato y atauío pide agora la España y differente el de agora mil años; por esta causa conuiene mucho escudriñar las historias que dan luz de los tiempos en los trajes; assimismo se deue tener noticia de las regiones, que en cada vna suele hauer vso diferente de vestir, de manera que el actor deue hazer este escrutinio y diligencia dicha, porq[ue] el poeta, las más vezes, no hace cuenta desto, como quie[n] escriue el poema para q[ue] sea leydo más q[ue] para q[ue] sea representado, y dexa las partes q[ue] atien[pág. 523] de[n] a la acción al actor, cuyo officio es representar; de a do se infiere que el buen actor, especial el q[ue] es cabeça, deue saber mucha fábula y historia mucha para que, según la distincién, dé el tiempo, dé el ornato a las personas de su acción. Ornato también es necessario, conueniente para el teatro mismo y máchina necessaria, la qual deue ser según la calidad del poema: si pastoral, aya seluas; si ciudadano, casas; y assí, según las demás diferencias, tenga el ornato diuerso; y en las máchinas deue tener mucho primor, porque ay vnas q[ue] conuienen para vn milagro, y otras, para otro diferente; y tienen sus diferencias según las personas, porque el ángel ha de parecer que buela, y el santo, que anda por el ayre, los pies juntos, el vno y el otro que descienden de alto, y el demonio, que sube de abaxo.

Aquí dixo el Pinciano: ¿Y si fuere de los que se quedaron en el ayre? ¿No será razón que se pinten como que suben, sino como que baxan?

V[go] se rió y F[adrique] dixo sonriendo: Bien está; y bien sé lo que me digo, que, diziendo demonio, se entiende por el más principal, el qual está más ho[n]do; y prosiguió diziendo: En suma, vea el actor y estudie las especies que ay de máchinas y artificios para que milagrosamente se aparezca súbito alguna persona: o terrestre, por arte mágica, o diuina, sin ella. Y esto sea dicho breuemente en lo q[ue] al ornato toca. Es ta[m]bién la música parte del ornato, en la qual se deue considerar que, especialmente en las tragedias, nunca se aparte de ella misma, sino que vaya cantando cosas al mismo propósito, para que la acción vaya más substanciada.

El P[inciano] dixo: ¿Pues esso no lo haze el poeta? Digo lo que se ha de cantar.

F[adrique] [pág. 524] dixo: Agora lo más ordinario es que la música es interposició[n] del actor y no hechura del poeta; no solía ser assí; pero con todos hablo, con actores y poetas; q[ue] no pongan cantilenas extraordinarias de la fábula, que el ponella fué reprehendido de Aristó[teles], en sus Poéticos, con muy justa razón, porque quita[n] la verisimilitud y a vezes la doctrina, como lo hizo Agathón, que començó a poner estas canciones o cantos extraordinarios en sus fábulas. Guarde verisimilitud el actor quanto pudiere en su acción; q[ue] poco aprouecha al poeta trabajar(60) si el actor le estraga lo bueno que haze, y podrá el poeta dezir lo que Plauto: «Si Pelio haze mi comedia Epídico, que es la que yo más estimo, me parecerá mala». Como quien dice: «Pelio estraga a las representaciones todas». Esto he dicho del ornato.

Digo ya de los ademanes y mouimientos, los quales son al actor más intrínsecos y essenciales quanto más muestra las entrañas del poema. Dicho, prosiguió: En manos del actor está la vida del poema, de tal manera que muchas acciones malas, por el buen actor, son buenas, y muchas buenas, malas por actor malo. Esto significó el poeta epigramático quando dixo:

[Frag. 3.]

El libro que aora lees, Fidentino,

Tú lo lees y entiendes de manera

Que dexa de ser mío y se haze tuyo.

Y, si queréys examinar bien vn poema dramático, escudriñadle fuera de la representación, porq[ue] el actor bueno, de mala obra, hará buena, y al contrario, el malo, de buena, mala; co[n]uiene, pues, que el actor mire la persona que va a imitar y de tal manera se [pág. 525] transforme en ella, que a todos parezca no imitación, sino propiedad, porque, si va imitando a vna persona trágica y graue, y él se rye, muy mal hará lo q[ue] prete[n]de el poeta, q[ue] es el mouer, y, en lugar de mouer a lloro y lágrimas, mouerá su contrario(61), la risa.

Pues, dixo el P[inciano], no es malo el trueco si, en vez de lla[n]to, nos da placer.

Y V[go]: Essa es la risa sardónica o la q[ue] dezimos del conejo que le está[n] assando y muestra los dientes como si se riesse. Rauían los oyentes con aquel hecho del actor, y el reyr no es entonces señal de deleyte que reciben de la acción, sino de la mofa y burla que del actor hazen: mueua a sí primero, conuiene, como auemos dicho, el que huuiere de mouer a otro.

Aquí dixo el P[inciano]: Passo, que tengo vna duda. Ohí dezir que, para el mouer de la risa co[n] palabra picante y mordaz era mucho más apto el que la dezía, queda[n]do dissimulado sin mouerse punto; y, según esto, parece q[ue] será bien que el trágico mueua a llanto sin llorar él.

El argumento, dixo F[adrique], es fuerte, y no sabría yo qué responder a él sino q[ue] aquello se entiende solamente con los cómicos; y, aunque hay para esto otra respuesta, es muy metaphísica y no será bie[n] entendida, porque yo no me sabré declarar. Muy bien está encarecido lo que deue hazer el actor por el señor V[go], el qual prosiguió: Bien podría traer yo agora, y a propósito diferente, la historia del mimo del otro día que tripudió y danzó ante César en el teatro romano; el qual, después de auer hecho su tripudio muy bien, fué mandado que dexasse el tablado para otras fiestas que estauan aprestadas; él no lo escuchó, antes començó con más furia a tripudiar y a contrahazer; ya está dicho: vn loco; como si lo fuera, holgaua[n] de le ha[pág. 526]zer anchura, y, puesto en su grada, daua muchos moxicones a los que estauan a su lado, de manera que el furioso en la imitación pareció a todos verdadero.

Fadrique dixo riendo: Quiçá lo estaua de veras; que vn mimo no está dos dedos de loco, y más, encendida la sangre con el mouimiento que auía vsado; y vos alabáys por virtud lo que fué vicio.

Vgo dixo: Como quiera que sea, o loco o cuerdo, él imitó galaname[n]te, tripudió y dió harto que reyr al pueblo todo, saluo a los que alcançó co[n] los tripudios. Y éste baste por exemplo general de lo mucho que importa que el actor haga su officio con mucho primor y muy de veras; que, pues nos lleuan nuestros dineros de veras y nos hazen esperar aquí dos horas, razón es que hagan sus acciones con muchas veras; los quales solían hazer de tal manera los actores griegos y latinos, que los oradores antiguos aprendían de ellos, para, en el tiempo de sus oraciones públicas, mouer los affectos y ademanes con el mouimiento del cuerpo, piernas, braços, ojos, boca y cabeça, porque, según el affecto que se pretende, es diferente el mouimiento que enseña la misma naturaleza y costumbre; y, en suma, assí como el poeta con su concepto declara la cosa, y con la palabra, el concepto, el actor, con el mouimiento de su persona, deue declarar y manifestar y dar fuerça a la palabra del poeta.

Los oradores discípulos de los representantes.

El Pinciano dixo: A mí paresce muy bien lo que dezís, y desseara yo harto ver algunas reglas dello.

Ademán de pies.

Fadrique respondió: No es menester más regla que seguir la naturaleza de los hombres a quien se imita, los quales vemos mueuen diferentemente los pies, las manos, la [pág. 527] boca, los ojos y la cabeça, según la passión de que están ocupados; que el tímido retira los pies, y el osado acomete, y el que tropieza passa adelante con su voluntad; y assí, discurriendo por las personas y edades y regiones, hal·laréys gran distancia en el mouimiento de los pies, el qual se deue imitar en el teatro, porque las personas graues y trágicas se mueuen muy lentamente; las comunes y cómicas, con más ligereza; los viejos, más pesadamente; los moços, menos, y los niños no saben estar quedos. Y en las prouincias también ay gran diferencia, porque los septentrionales son tardos; los franceses, demasiado ligeros, y los españoles y italiados moderados. Y esto digo como exemplos del mouimie[n]to de los pies; y en el de las manos es de aduertir la misma presteza y tardanza en las edades y regiones, y, más allende, la variedad de los affectos: acerca de lo qual se considera que, o se mueue vna mano sola, o ambas, que la sola deue ser la derecha, que la siniestra no hará buena imitación, porque los hombres son diestros, o casi todos, y assí conuiene que el representante siniestro sea diestro en el teatro. Digo, pues, en, general que mire el actor la persona que va imitar; si es graue, puede jugar de mano, según y cómo es lo q[ue] trata; porq[ue], si está desapassionado, puede mouer la mano con bla[n]dura, agora alçándola, agora declinándola, agora mouié[n]dola al vno y al otro lado; y, si está indignado, la mouerá más desordenadame[n]te, apartando el dedo vezino al pulgar, llamado índize, de los demás, como quie[n] amenaça; y, si enseña o narra, podrá ajuntar al dedo dicho el medio y pulgar [pág. 528], los quales, a tiempos, apartará y ajuntará; y el índice solo extendido y los demás hecho puño, allado hazia el hombro derecho, es señal de afirmación y seguro de alguna cosa. El mouimiento de la mano se haze honestamente y según la, naturaleza, come[n]zando de la siniestra

Ademán de manos.

Ademán de dedos.

y declinando hazia abaxo, y, después, alzándola hazia el lado diestro, y, quando reprehendemos a nosotros mismos de alguna cosa q[ue] auemos hecho, la mano hueca aplicamos al pecho; pero aduierto que el actor delante del mayor no le está bien jugar de mano razonando, porque es mala crianza; estando apassionado puede, porque la passión ciega razón; y en esto se mire y considere la naturaleza común, como en todo lo demás; las manos ambas se ayuntan algunas vezes para ciertos affectos, porque, qua[n]do abominamos de alguna cosa, ponemos en la palma de la mano siniestra la parte contraria, que dizen empeyne, de la diestra, y las apartamos con desdén; suplicamos y adoramos con las manos juntas y alçadas; con los braços cruzados se significará humildad; el labio muerde el q[ue] está muy apassionado de cólera, y el q[ue] está alegre, dexa apartar el vno del otro labio vn poco; y en el ojo se vee vn marauilloso mouimiento, porque, siendo vn miembro tan pequeño, da solo él señales de ira, odio, venganza, amor, miedo, tristeza, alegría, aspereza y bla[n]dura; y, assí como, el ojo sigue al affecto, los párpados y cejas sigue[n] al ojo; sirue el sobrecejo caydo al ojo triste y el leuantado, al alegre; el párpado abierto immouible, a la alienación y éxtasi y a la saña. En la cabeça toda junta ay también sus mouimie[n]tos, como el mouella al vno y otro lado para negar, y el declinalla, para afirmar [pág. 529], y la perseuerancia en estar declinada para la significación de vergüença. Digo otra vez que estos dichos sean vnos exemplos pocos de lo mucho que ay que considerar en esta parte, que son casi infinitos. Y para abreuiar esta materia co[n] vna red barredera: el actor esté desuelado en mirar los mouimientos que con las partes del cuerpo hazen los hombres en sus conuersaciones, dares y tomares y passiones del alma; assí seguirá a la naturaleza, a la qual sigue toda arte, y ésta, más que ninguna, digo la poética, de la qual los actores son los executores.

Ademán de ojo.

Ademán de cabeça.

[Frag. 4.]

Esto dicho, calló F[adrique] y V[go] dixo: Harto auía que dezir en la obligación del actor para ser el que deue, y harto también que murmurar de algunos q[ue] son negligentes, mas el señor F[adrique] dixo su doctrina en género por no cansarse a sí mismo.

El Pinciano dixo: Si no dixérades assí, yo respondiera que la plática que da descanso al cansado, no cansa, y que lo que cansa es el esperar tanto a que salga[n] estos actores.

V[go] dixo: No hay que tratar sino que el mejor entretenimie[n]to de todos. es la conuersació[n] del señor F[adrique]. Mas, dexada aparte, no es malo el entretenimiento q[ue] aquí se goza con muchas y varias cosas: con ver ta[n]ta gente vnida; con ver echar vn lienço de alto a abaxo, al patio digo, con vn ñudo pequeño y el ver al frutero o confitero que, deshaziendo el ñudo pequeño de metal, haze otro mayor de la fruta q[ue] le piden, y, arrojándolo por alto, da tal vez en la boca a alguno q[ue], fuera de su voluntad, muerde la fruta sobre el lienço; pues, las renzillas sobre este banco es mío, y este asiento fué puesto por mi criado, y las prueuas y testimonios dello; y el ver, quando [pág. 530] vno atrauiessa el teatro para yr a su asiento, como le dan el grado de licencia do con más de mil aes. ¿Pues qué, cuando a la parte de las damas anda[n] los moxicones sobre los asientos, y alguna vez sobre los zelos? ¿Pues qué, quando llueuen sin nublado sobre los que están debaxo dellas?

F[adrique] dixo: Todas essas cosas que dezís son por cierto de mucho entretenimiento, mas el mayor del mundo es el emplear el hombre el tiempo en lo que es de su gusto, y ay personas que no gustan de las cosas que dezís; y prosiguió diziendo: En tie[m]po de los romanos, en otras partes, y mejor en Roma, auía vn teatro ta[n] espacioso, q[ue] en él cabía el pueblo todo, y tenía cada vno, según su calidad, el asiento diputado y señalado, y ta[n] artificioso. que entraua y salía a su lugar, a todas horas, el que quería; y, si el teatro presente fuera desta forma, muchos dexaran el entretenimiento q[ue] dezís y estuuieran goçando de otros fuera del teatro, de manera que vinieran más tarde, al tiempo conueniente.

Assí dezía F[adrique] quando entró el choro de la música y cantó vn romance muy al propósito de lo que auía de tratar, que era la tragedia de Eurípides con episodios nueuos, mostró la música, con algunos exe[m]plos, el poder y la poca co[n]stancia de la Fortuna. Y, co[n] esto, dexó el tablado y entró en él la persona. de la Fortuna, vna dama q[ue], en vez de pies, tenía dos ruedas y las alas en las manos, la qual hizo el prólogo.

Entróse y dixo el P[inciano]: Bueno ha estado el argumento de la obra, y bien pintó a la Fortuna el que la hizo.

V[go] dixo: ¿Qué argumento? Este no ha sido sino el prólogo trágico, q[ue] dize solamente lo passado que es necessario para entender lo venidero; q[ue] el argumento lo passado dize y lo porve[pág. 531]nir, y contiene, en suma, toda la acción.

Verdad, dixo F[adrique], que los poetas nunca suele[n] hazer los argume[n]tos de los poemas; otros que después se quieren hazer sus intérpretes lo hazen con más curiosidad, que el poeta deue proceder con tanta claridad en su obra, que no sea menester que él se interprete; y aun, si fuesse possible, sería bien que se escussasse el prólogo, el quál sólo dize lo antes passado.

Esso, dixo el P[inciano], no me parece muy dificultoso, que muchas acciones veo yo sin los que dizen narratiuos.

F[adrique] dixo: Prólogos tiene[n] los más de los poemas, sino que son disfraçados, especialmente en las acciones trágicas, a do, en la misma acción, van prologando las personas della; que ansí lo hazían siempre los antiguos poetas, como antes de agora está dicho qua[n]do se trató del prólogo.

Y aun las acciones épicas le tienen también disfraçado, dixo V[go].

Y F[adrique]: El prólogo épico es lo mismo q[ue] es la proposición, como ya está dicho y autorizado co[n] el Philósopho; el qual, no como otros, dize lo passado, sino, en cierta manera, lo porvenir, prometie[n]do el poeta lo q[ue] ha de ca[n]tar en ade1a[n]te. Todo esto es ya tocado; no nos embaraçemos en cosas escusadas. Otras consideraciones ay en esta entrada de más susta[n]cia; y es la vna, de la figura que la hizo, la qual haze a la acción con poco verisímil, nacido del poco vso, o, por mejor dezir, abuso de introduzir espectáculos semejantes; y, a lo que más me arrimo, es a la razón, porque induzir personas inanimadas en la acción, especialmente del poema actiuo, es cosa poco razonable. Tal es la Fortuna, al presente autora del prólogo.

Dixo Vgo entonces: Verdad sea que la cosa es digna de consideración, por[pág. 532]que, en las acciones comunes épicas que no tiene[n] tanta necessidad de la verisimilitud se puede permitir, y au[n] son buenas tales personas fingidas; mas, en las actiuas adonde la cosa parece delante de los ojos, no es permitido. Con todo esso, lo han vsado algunos poetas cómicos; q[ue] Plauto, en el Trinumio, trae a la Luxuria q[ue] habla a su hija la Pobreza, y, en la Aulularia, al genio Lar o Angel de guarda, y, en la Cistellaria, al Socorro, y, en el Rude[n]te, al Arcturo, y Aristóphanes, en el Pluto, a la Riq[ue]za y Pobreza.

F[adrique]: Está bie[n], pero essas personas están fuera de la acción, porque está[n] en el prólogo cómico, y assí se pueden dissimular las de Plauto; especialmente en Aristóphanes, que sale[n] las personas fingidas, Riqueza y Pobreza, en medio de la acción, no hallo dificultad, porque entre los antiguos era la riqueza tenida por Dios.

Pinc[iano]: Holgara mucho, como me auéys dado exemplo desto en comedias, me le diérades en tragedias, como es la q[ue] al presente se representa.

F[adrique]: No me acuerdo; y soy de parecer que, como en lo demás esté la fábula bie[n] formada, por esso no dexa de ser aprouada y alabada, que, como dize Horacio, quando lo mucho es bueno, no me enoxan algunas pocas ma[n]chas; mas, antes, no se deuen algunas dezir manchas por salir del camino ordinario, pues algunas vezes se sale con hermosura del arte, y no todos los preceptos de estados y políticas están en las historias, ni tampoco todos los de la Poética se veen experimentados en las acciones; assí que no es suficiente causa para culpar alguna acción el dezir: «no lo vsó Homero, no Virgilio, no Eurípides, no Sóphocles».

Esto diziendo, entró en el teatro Clitemnestra co[n] su hija Iphigenia [pág. 533] como q[ue] auía desembarcado en Aulide, y con grande aparato entraron madre y hija, a caual·lo en sus acaneas hazia donde Agamenón estaua, que era en el tablado.

V[go] dixo, luego que lo vió: ¿Para q[ué] seyscientos mulos en Clitemnestra?

Y F[adrique]: ¿Mas para qué Clitemnestra en seyscientos mulos?

El vno y otro lo rieron mucho; el P[inciano] solo no ryó; porque no lo entendió, quiso preguntar, y, por no disturbar la acció[n], cessó y lo dexó con propósito de lo hazer después. La obra se acabó, y no pareció mal el fin q[ue] tuuo, aunque no fué trágico; y quedó el P[inciano] no sin gran duda del fin de la tragedia; si fuesse o no necessario que fuesse trágico y triste, o alegre y placentero, como lo fué el desta tragedia. La representació[n] se acabó tarde, por ser larga, y, desseoso cada vno de los compañeros tres acudir a sus obligaciones, luego que fué rematada, se apartaron.

El P[inciano] dessea boluer a se ver con alguno dellos para saber, en particular, esto de los mulos y Clitemnestra, más él los buscará y saldrá, Dios mediante, de la duda lo más qué pueda breue; y de todo os dará auiso como siempre lo haze y deue. Fecha, quatro días antes de las Calendas de Setiembre. Vale.

Respuesta de don Gabriel a la epístola treze y vltima del Pinciano.

Ya yo estaua, amigo Pinciano, fuera de pensar recebir letra vuestra en lo que toca a la materia especulatiua de la Poética por auer venido a las vltimas especies della; y assí no esperaua más q[ue] algo de la prática (ya me entendéys: algunos capítulos de vuestra épica, a quien dezís q[ue] auéys de dar no[m]bre El Pelayo), quando recebí otra vuestra que ta[m] [pág. 534]bién tiene de lo theórico y contemplación poética, por quanto es anexa a ella la acció[n] de los actores, de los quales hablaron los compañeros, y, especialmente, F[adrique] no rudamente.

[Frag. 1.]

Contiene el primero de quatro fragmentos que tiene, que, au[n]que la acción poética sea mucho más digna que la dramática y representatiua, con todo, no deuen ser tenidos por viles los actores, los, quales son instrumentos del género del poema dicho actiuo, y, por ta[n]to, son necessarios en el mundo, siendo los que deuen, y en el número que conuiene, y en el tiempo que es razón.

[Frag. 2.]

Está bien assí, como lo contenido en el 2 fragmento: que el actor deue ser curioso en la imitación del ornato en el tiempo, lugar y personas, según el tiempo, lugar y personas que el poeta finge; y que de las máchinas y anexos a ellas la co[n]ueniencia y proporción sea muy obseruada.

[Frag. 3.]

En el 3, el gesto y mouimiento que el actor deue guardar en su acción y los ademanes propios. En el 4 se tocan las personas sin cuerpo y alma, que algunos dizen casi personas; todo lo qual me parece a propósito: y no tengo que dezir más de que pues vos me auéys escrito muchas cosas nueuas y buenas os quiero agora escriuir qué sean estos seyscie[n]tos mulos en Clitemnestra que os tienen suspe[n]so. Para lo qual deuéys aduertir la epístola primera del libro 3 de Cicerón, adonde él mismo escriue a Mario las fiestas que Roma hizo en el segundo consulado de Pompeyo, que Tulio apoca y desprecia, a fin que Mario no esté enuidioso de los que a ellas se hallaron. Dize, pues, Marco Tulio a Marco Mario desta manera(62): «Los juegos no tuuieron la mitad de lo que suelen y deuen tener, los aparatos demasia[pág. 535]dos quitaua[n] todo gusto, los quales yo sé dexaras tú de buena voluntad, porq[ue] ¿qué gusto pueden dar seyscientos mulos en Clitemnestra, o dentro el cauallo de Troya tres mil vasos? ¿Qué muchos ho[m]bres armados, a pie y a cauallo, en vna pelea? Confiesso que al vulgo daua admiración, pero a ti yo sé que no diera gusto alguno».

[Frag. 4.]

Estas son las palabras de Cicerón, y dellas podéys entender lo que F[adrique] y V[go] quisieron dezir: que para qué fin tanto aparato en tragedia. Mas desto ya se trató abundantemente en la épica, y como tales aparatos sólo son buenos para el oydo, no para el ojo, y, por el consiguiente, son malos para las tragedias, si no es que se digan en teatro como ya acontecidos. En la épica se pueden poner justamente, porque, aunque sean demasiados, como dize Horacio, no mueuen ta[n]to quanto los que son sujetos a la vista de todo esto que digo vos me auéys ensenado mucho; quiero dezir que, quando se muestra alguna cosa que de marauillosa tenga falta de verisimilitud, esta falta es menos entrada por el oydo que por el ojo. Horacio lo enseñó assí a todos, y F[adrique] a vos, y vos a mí, por vuestras epístolas. No sé cómo se os fué de la memoria; mejor conuiene la tengáys de los preceptos de F[adrique] y V[go] si auéys de acabar la épica que dezís tenéys començada; de quie[n], si licito me es, os pido vn cuaderno para ver cómo hazéys la imitación y cómo formáys el metro, en las quales dos cosas está puesta la essencia poética a mi parecer, y au[n] al de vuestro F[adrique]. Fecha, después de las Calendas de Setiembre vn día. Vale.

LAVS DEO

***


Proyecto de Edición Libro de notas

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Datos Bio-bibliográficos

Alonso López Pinciano

(Valladolid, 1547-1627)

Bibliografía escogida:

Philosophía antigua poética, Fundación José Antonio
de Castro, 1998

Enlaces:
Obras completas

Otras artes poéticas del autor:

Más información en la wikipedia: Alonso López Pinciano

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