Barroco - Otros barrocos - Francisco Cascales: Tabla poética segunda [in specie] De las épicas menores, 1606


De las épicas menores

De la écloga

PIERIO.- ¿Qué cosa es écloga?

CASTALIO.- La écloga es imitación de una breve actión de personas rústicas, en estilo humilde, sin bayle ni canto. Ya e declarado atrás que en qualquier especie de poesía entran aquellas partes essenciales: fábula, costumbres, sentencia y dictión. En ésta, pues, ni más ni menos las ay. La fábula es todo el contexto de la écloga. En ella más comúnmente se pintan y descriven las passiones y affectos de las personas, que sus propriedades y costumbres; porque la materia del poeta bucólico es principalmente amores, quexas, contenciones, y algunas vezes alabanças. Por donde por la mayor parte viene a ser patética y affectuosa qualquier écloga. Su lenguage deve ser humilde; los exemplos, comparaciones, símiles, contrarios y metáforas, sacadas del uso y trato rusticano. De manera que se guarde el decoro y propriedad de las cosas, personas y tiempo; como de todo ello nos sirve de verdadero dechado Teócrito entre los griegos, Virgilio entre los latinos, Sanazaro entre los italianos, y Garcilasso entre nosotros. Mirad aquella comparación que trae Virgilio en la écloga Títiro: La ciudad, Melibeo, que dizen Roma yo la hazía assí como la nuestra, donde siempre a vender traer solemos los dexebrados cordilleros tiernos; no más que con aquella differencia que ay entre los mastines y cachorros, y entre mansos cegajos y sus madres; Mas esta ciudad tanto se aventaja a todas las demás quanto a los mimbres flexadizos, altíssimos cipreses.

Y más abaxo: Estos pinos, Títiro, esta fuente y estos árboles mismos en tu ausencia te llamavan, &e.

Y otros mil lugares, en que se echará de ver que la écloga no a de salir del trato pastoril y agreste. No por esso digo que no aya de tener su gallardía el estilo bucólico y que no se aya de vestir el concepto de palabras escogidas y olorosas flores de la fina retórica; mas que todo ello sea genuina y natural imitación de las rústicas actiones.

PIERIO.- ¿En qué modo se compone un poema bucólico?

CASTALIO.- En todos los tres que avemos arriba declarado. En el modo exegemático, porque Virgilio solamente habla de su persona en la écloga: Sicelides Musae paulo maiora canamus.

Y nunca en la écloga: Dic mihi, Dameta, cuium pecus, an Meliboei?

Y habla al principio, y después introduze a otro hablando en aquélla: Formosum pastor Coridon ardebat Alexin.

Y luego dice Coridón: O crudelis Alexi, nihil mea carmina curas?

Pero note ante todas cosas el poeta eclógico que las éclogas que compusiere no se parezcan unas a otras, como lo observó tan bien Virgilio, cuya primera écloga es el ocio de un pastor y querella de otro echado de su hazienda. La segunda pinta un amante rústico. La tercera trata la altercación de dos pastores; y desta manera va differenciando de sugetos. Ay también en las bucólicas unos versos que llaman amebeos, con esta ley y obligación: que quando van cantando dos pastores a competencia, el que segunda a de dezir mayor concepto que el primero, o contrario concepto. En la écloga Palemon dize Dameta: Yo tengo que le dar un don precioso a mi Venus, que ya e notado un nido de palomas y tengo de llevárselo.

Responde Menalcas, aumentando la sentencia, según la ley amebea: Pues yo ya le e embiado a mis amores diez limones cogidos de mi mano, y mañana otros tantos le presento.

Luego, prosigue Dametas: Tírame Galatea una mançana; y la traydora húyese a los sauzes, y antes de entrar aclara por dónde entra.

Menalca responde luego al contrario: A mí mi dulce Amintas al encuentro me sale, y más común me es su visita que con Diana sus queridos perros.

Bien se entienden aquí los conceptos ser contrarios, pues el uno dize que le huyó su dama Galatea, y el otro, que Amintas le ruega con su amistad.

PIERIO.- Después de los preceptos dados acerca de la écloga, resta por saber en qué género de verso se ha de escrivir.

CASTALIO.- O en verso suelto, como lo hizo el Paterno en sus Piscatorias, o en tercetos, metro (a mi parecer) aptíssimo para las bucólicas.

De la elegía

PIERIO.- ¿Qué cosa es la elegía?

CASTALIO.- Imitación de una perfecta actión lamentable.

PIERIO.- Ya sé que a de ser una y perfecta la actión; porque antes de agora nos avéis enseñado ser común a toda poesía la unidad. Pero ¿porqué lamentable? ¿En la poesía elegiaca no hallamos escritas cosas alegres y festivas?

CASTALIO.- Assí es verdad; mas no propriamente, si miramos al fin para que fue inventada. Porque al principio no era otra cosa que un lamento que se hazía a un difunto; después, decendió a cosas más ligeras; y por los que eran dados a regalos y amores, vino a ser lasciva y amorosa. Y ansí en los poetas elegiacos veremos elegías donde se alegran, se lamentan, ruegan, amonestan, reprehenden, alaban, se escusan, piden perdón o muestran algún otro affecto del ánimo. Por tanto, los amantes siendo de su naturaleza aptos y dispuestos a lamentarse, parece que con razón tomaron por propria esta poesía, cuya principal materia son los lamentos y quexas. La elegía es poema corto. Las partes formales della son fábula, costumbres, sentencia y dictión, de que avemos tratado largo; mas no callaré que esta poesía las más vezes es morata, aunque también suele ser patética. El modo es exegemático y algunas vezes mixto; propone y narra, aunque ligeramente; adórnanla mucho digressiones amenudo, pero breves y bien asidas y allegadas al principal pensamiento; hermoséanla no poco los exemplos, las comparaciones, el símil, el dissímil, el contrario, el argumento de mayor a menor y de menor a mayor, y las amplificaciones de la elocución poética. Préciase de sentencias breves y agudas; su estilo deve ser llano, agradable y gallardo. Y pues para nosotros es nuevo este género de poesía, yo aconsejaré a los que la aman se pongan delante de los ojos a los elegiógrafos griegos y latinos para imitarlos, como fueron Propercio, Tibulo, Ovidio, Calímaco, Filetas, Antímaco y otros.

PIERIO.- ¿Quál verso conviene a la elegía?

CASTALIO.- Esso lo enseñó Sanazaro, de quien tenemos dos bellíssimas elegías: en la una llora la muerte del marqués de Pescara, y en la otra la de Pedro León, físico excelentíssimo. Aquélla comiença: Scorto dal mio pensier tra sassi e l’onde.

Y estotra: La notte che dal ciel carca d’oblio.

Lo mismo enseñan otros después dél, digo el Minturno, Luis Alemán y otros dignos de ser imitados. Allí veréis que son tercetos los versos que pide esta poesía, y no otros.

De la sátira

PIERIO.- Pues que se ha tratado de la elegía, oigamos qué cosa es la sátira.

CASTALIO.- No os diré de la sátira antigua iámbica porque ya está escluyda por la lei y por el tiempo. La nueva sátira es imitación de una viciosa y vituperable actión, con versos puros y desnudos, para enmendar la vida. Entienda, pues, el satirógrapho que no es su officio dezir mal y morder, como fin desta poesía, sino corregir vicios y costumbres malas, notando a unas y otras personas dignas de reprehensión con dissimulados nombres, si no son de vil y baxa condición, que éstos apenas pueden recebir afrenta, o si no se trata de muertos, y principalmente de aquellos que fueron estrangeros y de remota patria. Ase de aver el poeta satírico como el médico, que para curar la malatia del enfermo, aunque aplica medicinas acerbas y amargas, las compone con algún buen sabor para que por él no se desdeñe el enfermo de recebirlas. Otro tanto hará nuestro poeta, que para que su reprehensión sea bien recebida, y quando el vicioso acuerda a conocer la píldora la tenga tragada, a menester açucararla y dorarla primero con algún dicho o cuento gracioso. Esto supo hazer mejor que nadie en sus sátiras Horacio, que aun el nombre dellas le quitó y abrogó totalmente de sus obras, llamándolas, ya epístolas, ya sermones. Es artificio suyo no ensangrentar la lança contra uno, sino tratando de una cosa, picar a éste y al otro de camino; de manera que parece que no haze nada, y les da de medio a medio, como si fuera su intento tratar particularmente de cada uno. Usando de hypérbole, dixo: «Ay que dezir tantas cosas, que cansarán a Fabio», el qual nunca se cansava de hablar. Y comparando: «Si fueras más ciego que Hipsea, vieras aquellos vicios», porque aquella muger era ciega. Y en otra parte: «Más loco que Labeón», el qual era furioso. Y con el exemplo amonesta a no ser avaro: «No hagas lo que el rico Uvidio haría.» Y que no sea disoluto: «Queréys que yo viva como Nevio o como Nomentano.» Era aquél muy avaro, y éstos muy prodigales. Tal vez nombra claramente a aquellos que él quiere morder, como fueron Rupulo, Persio, Lucilio, pero como dixe ya, difuntos. Tal vez encubre el nombre, como quando, yendo por la vía sacra, le salió al encuentro un conocido suyo, cuyo nombre dissimula, en el qual pinta un hombre mal considerado. ¡Quán astutamente narra las murmuraciones que dél proprio se hazían, porque era hijo de padre libertino, queriendo vituperar a aquellos que estiman más la nobleza de la sangre que a la virtud! ¡Quán cortesanamente alancea a aquellos cuyo Dios es el vientre, quando, burlándose de la secta de Epicuro, introduze a Cacio, sequaz suyo, a dar preceptos de los manjares! Remito os, por no cansaros ni cansarme, a sus obras satíricas, donde hallaréis las verdaderas leyes de la sátira.

PIERIO.- He oído dezir que es la sátira un cuerpo sin cabeça, y si esto es verdad, a mi parecer será defectuosa esta poesía.

CASTALIO.- Dizen los gramáticos (y esto es a lo que vos aludís) que el satírico entra hablando ex abrupto, y es ansí. Pero debaxo de aquella entrada, que haze repentina, va dissimulado un exordio que llama el rectórico insinuación, y ésta es el principio de la sátira; que como este poeta viene a reprehender, y nadie gusta de ser reprehendido, comiença cautelosamente, y como quien haze otra cosa, va culebreando hasta dar en el vicioso que pretende morder. Y según esto, aunque dissimulado y encubierto, usa del exordio que a la materia satírica conviene. Toda esta poesía es morata, porque en ella no se haze otra cosa que enmendar las costumbres; y por tanto, el satírico deve saver mucho de la filosofía moral. Ama un dezir proprio y puro, y en las sentencias, la agudeza; usa digressiones, passando de su argumento y materia a dezir alguna fábula o novela endereçada a su principal pensamiento. El modo casi siempre es exegemático, aunque algunas vezes dexa su persona propria, como Horacio quando introduxo a Tiresias parlando con Ulisses. Usa también a vezes aquella forma de hablar en que se interpone «dice» o «digo». Estos preceptos echaréis fácilmente de ver en Horacio, Iuvenal y Persio, y en el ingenioso Ariosto, el qual nos enseña que la sátira se deve escrivir en tercetos. Y el obispo Minturno en su Poética tiene que le estará bien, y aun mejor que los tercetos, el verso suelto. Yo añado a estos dos géneros el verso castellano, digo las redondillas; porque, si el lenguage satírico deve ser senzillo y proprio y sin ornato de epítetos, las redondillas, más que otro verso, son compostura lisa y sin volatería de palabras por averse de meter el concepto en tan breve giro y espacio. Estas son las poesías menores de la épica. Otras ay mínimas, como son el epigrama, nenias, epicedios, threnos, hymnos de Orfeo. Pero porque éstas y otras nacen de aquélla, y están contenidas en ella, quien supiere la mayor, sabrá también la menor, pues limita debaxo los mismos documentos y leyes.

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Proyecto de Edición Libro de notas

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Datos Bio-bibliográficos

Francisco Cascales

(Murcia, 1564-1642)

Bibliografía escogida:
Discurso de la ciudad de Cartagena, Ayuntamiento de Cartagena, 1998
Epístola de Horacio Flaco sobre el arte poética…, Academia
Alfonso X el Sabio, 2000
Tablas poéticas, Espasa Calpe, 1975

Enlaces:
Epístola

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Discurso de la ciudad de Cartagena

Otras artes poéticas del autor:

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