Barroco - Otros barrocos - Francisco Cascales: Tabla poética segunda [in genere] De la fábula, 1606


De la fábula

CASTALIO.- Ya entramos en lo sustancial desta arte. La poesía es imitación de las actiones y vida del hombre, o bien sea su fin alegre, o bien sea doloroso; que, como las costumbres, se dispongan bien o mal, y por ellas nos juzgan por buenos o malos, agradables, duros, graves, ligeros, benignos, iracundos, humildes, sobervios, según es la naturaleza y manera de cada uno; y por nuestras actiones venimos a ser felices o infelices, y no nos ponemos a obrar por mostrar las costumbres; antes, mostramos las costumbres en el obrar. Infiérese de aquí, las actiones y la fábula ser el blanco de la poesía. Y más, que se puede hallar poesía que carezca de affectos y costumbres; pero que carezca de actión, no jamás. Esto mesmo acaece en la pintura. Que de Polignoto se dize que pintava maravillosamente los affectos; y de Zeuxis, que jamás pintó cosa que en el semblante y colores significasse la disposición del ánimo y costumbres. Y en tanto estremo la fábula y actiones son la mejor parte de la poesía, que si alguno imitasse en su obra gallardamente las costumbres y la vistiesse de gravíssimas sentencias y escogidíssimas palabras, este tal, sin la imitación de los hechos, no haría bien el oficio de poeta como el que fingiesse y constituyesse bien la fábula, aunque se descuydasse en la obligación de essotras partes requisitas. Porque las palabras y semblantes significativos de lo que el alma siente, quiere y dispone, ¿qué otra cosa son, sino unas ropas con que se viste y compone la fábula? Sin esto, ¿qué cosa deleita, mueve y maravilla más que los reconocimientos y casos inopinados, partes de la fábula? ¿Y quién no sabe que la invención de constituir y formar la fábula es primero que el ornamento de las palabras y imitación de las costumbres?

PIERIO.- La fábula, en fin, es el alma de la poesía. Éssa es una descripción; pero su difinición, ¿quál es?

CASTALIO.- La fábula es imitación de una actión de uno, entera y de justa grandeza.

PIERIO.- ¿De suerte que siempre emos de començar en la difinición de qualquier poema por la imitación?

CASTALIO.- Sin género de duda.

PIERIO.- Pues ¿qué es imitar la actión?

CASTALIO.- Representar al vivo algún hecho como deviera passar, o como fingimos aver passado, según el verisímil y necessario.

PIERIO.- Aguardad, veamos si os entiendo. Vos dezís en esto que la actión que imita el poeta, o es sacada de historia y compuesta según el arte, o fingida por él mismo aptamente.

CASTALIO.- Estáis bien en el caso.

PIERIO.- Pues contra: Pinciano en su antigua Philosophía dize que la fábula a de ser imitación de la obra, y que no a de ser la obra misma; y que por esta causa Lucrecio, Lucano y otros muchos no son poetas, porque no imitan en sus escritos a la cosa, sino escriven la cosa como ella fue o es. Y en fin se resuelve que si uno a caso compone y finge una actión en España, que de la misma manera sucede realmente en la India, que el que acá la finge sería poeta, y el que allá escriviesse el mismo sucesso sería historiador. De aquí queda provado que el poeta forçosamente a de fingir la actión, y que no puede tomarla de la historia libremente, como vos enseñáis.

CASTALIO.- Mucho me apretáis contra mi natural modestia a que diga que esse auctor no se explicó bien. Oyd lo que dize Arist.: In Tragoedia autem vera nomina retinentur. Cuius ratio est, quoniam credibile quidem illud est quod fieri potest; quae vero nondum facta fuisse scimus, fieri quidem posse parum credimus; quae vero facta, fieri certo potuisse ambigit nemo; nam si fieri, nequivissent, numquam profecto extitissent. «En la tragedia (dize) se retienen y guardan los verdaderos nombres; la razón es porque aquello es creíble que se puede hazer. Y las cosas que sabemos que aún no an sido hechas, no creemos bien que se pueden hazer; pero las cosas que an sido hechas, ninguno duda que an podido ser hechas; porque si no se uvieran podido hazer, nunca uvieran sido.» Ya entendéis a Aristóteles, cómo dize que en la tragedia se guardan los verdaderos nombres. Pues éstos no los podemos aver de la actión fingida, sino de la verdadera, que es la historia. Y como prueva, que en los casos tan graves como son los trágicos (Y lo mismo se entiende en los heroicos), más persuaden y mueven las cosas que sabemos aver passado y sucedido realmente que no las que fingimos. Y esta verdad es tan clara, que no a menester provación quando nos faltara la autoridad del Filósofo. Y si la fábula trágica tuviesse actión no hecha ni verdadera, no persuadiría tanto, por ser más dificultoso mover a lástima y terror, que es el fin de la tragedia, que no mover a risa como hazen los cómicos, porque fácilmente nos dexamos llevar a cosas de contento. Y después desto, si las cosas verisímiles nos mueven, ¿quánto más nos moverán las verdaderas? Assí que unas vezes el poeta constituye su actión verdadera y entonces pone nombres verdaderos, los que halla en la historia. Otras vezes finge la fábula, y entonces los nombres serán también fingidos. Sólo se a de notar que quando la acción es histórica, si no passó la cosa cómo deviera passar según el arte, esso que falta lo a de suplir el poeta, ampliando, quitando, mudando como más convenga a la buena imitación. Acerca desto dize Robortelo doctíssimamente, como siempre: Quatenus igitur fingit in rebus, verisque actionibus, vel ipsas augens, vel exornans ex verisimili, ex hoc satis patet esse Poetam. «En quanto el poeta (dize) finge en cosas de historia y verdaderas acciones, o augmentándolas o exornándolas según el verisímil, con razón se puede llamar poeta.» De donde concluimos que si la acción histórica passó de la manera que deviera passar según el verisímil, que es acción digna del nombre de poesía; y que si a essa acción le faltaron cosas necessarias para la perfección poética, que las puede y deve el poeta suplir con el arte. Por donde se engañó el Pinciano; porque, si aquella acción que sucedió en la India tiene todas las partes que la que finge el poeta según el verisímil, consta que no es historiador en la imitación della, sino verdadero poeta. ¿Y no se sabe que el historiador y el poeta son diferentíssimos en escrivir una misma cosa, porque el uno la escrive narrando, y el otro, imitando? ¿Y que la narración y imitación siguen diversos caminos? ¿Y que el historiador mira objecto particular y el poeta, universal? El Filósofo, sin quien en esta materia no podemos dezir nada, dize: Quo fit ut sapientius atque praestantius Poesis historia sit: si quidem illa circa ipsum universale plurimum versatur, haec vero singulare sectatur. Exempli gratia. El historiador escrive las hazañas de Hércules con el valor y esfuerço que él las hizo, y no passa de aý; porque si passasse, faltaría a su oficio. El poeta, cantando las hazañas de Hércules, pinta en él el estremo de valentía y todos los effectos, affectos y costumbres contenidos en un hombre valiente, mirando, no a Hércules, sino a la excelencia de un hombre valeroso. ¿Veis cómo la actión histórica puede venir a ser poética? Mas, dezidme vos agora: ¿quándo sucederá un tal caso como ésse? Paréceme que nunca, y assí no tenemos porqué cansarnos en lo que es casi impossible. Solamente advertid que el poeta, unas vezes lo finge todo, y otras, saca la actión principal de la historia, y los episodios los pone de su casa. Y en lo que dize de Lucrecio y Lucano, tampoco tiene de ninguna suerte razón; porque Lucrecio no dexó de merecer digno y verdadero nombre de poeta por lo que él dize, engañado, sino porque no eligió materia poética, pues enseña física en su obra; y el que enseña no imita, como dexamos arriba dicho. Y el que no imita no es poeta. De Lucano escrive Fabio Quintiliano estas palabras: Lucanus ardens, & concitatus, & sententijs clarissimus, & ut dicam quod sentio magis Oratoribus, quam Poetis imitandus.

PIERIO.- Todo vuestro discurso me contenta, mas parece que con esse parecer de Quintiliano ayudáys la parte contraria.

CASTALIO.- No hago, que aunque confiesso con esta autoridad que no fue poeta, como afirma Pinciano, se descubre en este lugar la causa de no ser poeta ser otra de la que él piensa. Él piensa que porque abraçó mucha cosa de la historia y fingió poco, ya no es poeta. No fue poeta porque no supo hazer elección de materia, según la obligación de poeta heroico. El fin del heroico es celebrar una persona, dándole suma excelencia en alguna particular acción, como lo hizo Virgilio con Eneas, y Homero, con Ulisses en la una obra, y en la otra, con Achiles. Adonde el uno y el otro poeta divino tomó una acción sola para dar suma alabança a su varón: lo qual no supo hazer Lucano. Porque si era su intento celebrar a Pompeyo, a quien en su obra se muestra más afficionado, ¿cómo tomó una acción que toda ella es en disfavor y desgracia de Pompeyo? Y si tomó por persona fatal a César, ¿cómo le alancea en mil partes y provoca al lector a odio suyo? Pudiera, en alabança de Pompeyo, tomar una actión de alguna de muchas vitorias que tuvo y en que triunfó gloriosamente. Tampoco fue poeta, porque no supo proponer. Como tampoco lo an sabido algunos de nuestros tiempos, que callo por no hazer sátira. Fue mala la proposición, porque no señala en ella, ni aun por períphrasis, la persona de quien principalmente escrive. No se descuidó en esto Homero en la Odisea:

Virum multi ingenij dic mihi musa qui valde multum vagatus est ex quo Troiae sacram urbem evertit. Multorum autem hominum vidit urbes, & mores cognovit. Plurimos vero ille in mari passus est angores suo in animo redimere studens, suamque animam, & reditum sociorum, &c.

Aquí lo dixo con una larga períphrasis, pero en la Ilíada más breve y claramente:

Iram cane, dea, Pelidae Achillis, &c.

¿Y Virgilio se olvidó deste precepto en su proposición? ¡No, por cierto!:

Arma virumque cano Troiae, qui primus ab oris,

Italiam fato profugus, Lavinaque venit

Littora, multum ille & terris iactatus & alto, &c.

Y Torquato Tasso, honra de la poesía toscana, ¿no guardó lo mismo?:

Canto l’armi pietose, e il Capitano,

Che il gran sepolcro liberò di Christo, &c.

Bolviendo, pues, a nuestro Lucano, las principales causas de no devérsele el nombre de poeta son las dichas, y si Fabio le haze más orador que poeta, fue por el estilo con que escrivió, oratorio y ardiente, reprehendiendo y culpando, en quantas ocasiones puede, la maldad y furor de los ciudadanos que tomavan las armas contra la patria, como si fuera otro Cicerón contra Catilina, no acordándose que era poeta y que como tal devía solamente ocuparse en imitar su acción y no en otra cosa.

PIERIO.- Por mi fe que os e hecho sudar un rato. Aora que estáis con esse calor poético, dezidme también: ¿cómo es una la acción que celebra el poeta?

CASTALIO.- Dígaos lo Aristóteles, que lo sabe mejor: Una namque est fabula; non autem ut nonnulli putant, si circa unum aliquem sit. Multa enim minimeque determinata genere accidunt, ex quibus sane nullum constituunt unum. Simili ratione unius multae actiones sunt, ex quibus una nunquam actio fiet. «La fábula (dize) es una, pero no como algunos piensan; la fábula que el poeta trata se llamará una porque trata de uno. Que assí como ay muchas cosas naturales que por ser de contrario género no pueden recebir unión ni hazer un cuerpo simple, assí también suele aver en una sola persona muchas actiones que por ser diferentes una de otra no se puede componer dellas una actión.» Acerca desto dize doctamente Averroes en su Paráphrasi: «Conviene que el arte imite a la naturaleza (es a saber) que todas las cosas que haze, las haga según el fin que se propuso, y a ésse vayan endereçadas las demás partes.» Ase, pues, de guardar en la fábula que la representación y imitación tire a un mismo fin. Y aquélla se podrá llamar bella composición de poesía adonde se echan al trençado muchas cosas superfluas, que aunque son de la historia o de la fábula, por no ser concernientes a la proposición, el poeta no las a de traer a su poema; ni aun aquella parte de que se encarga la deve traer de más lexos que convenga. Contra este precepto corren a toda vela los poetas que compusieron la Heracleida y Theseida, los quales escrivieron en ellas todas las hazañas de Hércules y Theseo pensando que, pues tratavan de una persona, tenían licencia para escrivir todos sus hechos. Y no es assí; que no será la fábula simple y una porque trata solamente de uno, sino porque imita una actión de uno.

PIERIO.- ¿Pues cómo es esso? Que yo veo en Homero y Virgil. muchas actiones y muchas personas.

CASTALIO.- Avéis de entender que se dize la cosa una de dos maneras: o quando es por sí sola y separada de las demás, o quando es compuesta de muchas y reduzida en una. Del primer modo no se puede llamar la fábula una; porque si constara de una sola acción totalmente libre de otras, vendría a ser por estremo breve y concisa, de donde resultaría un absurdo que no sería de conveniente grandeza. Del otro modo se dize la fábula una, siendo compuesta de varias acciones encaminadas a un fin, y de tal manera entre sí conformes que vengan a hazer una sola acción. A diversas acciones, diversas personas son menester; mas ninguna dellas a de hazer bando de por sí, ni desviarse del principal propósito, ni llegar a la excelencia de la persona por quien se constituye y forma la fábula. Y acabada la acción desta persona, todas las demás an de estar acabadas como dependientes della.

PIERIO.- ¿Será la acción una aviendo passado en una persona y en un continuo tiempo?

CASTALIO.- Puede ser, pero no siempre lo es. Porque César peleó contra Pompeyo, y antes contra los franceses, y también en España; mas diferente salida tiene la una de la otra. Y assí, aunque fueron todas hechas por Iulio César y subsecutivamente, con todo esso va cada una por su parte. Essas son expressamente diversas acciones; mas yo doy una acción más conjunta como es la de Eneas, el qual se halló en las guerras de Troya hasta el assalto y toma della, y escapando del enemigo se vino a Italia. Esta actión, ¿podría la tratar el poeta? ¡No! Porque diferentes causas tuvo la guerra de Troya que la de Italia. Aquélla nace del robo de Helena; vienen los reyes Agamenmón y Menelao con otros príncipes a la conquista; passando tiempo, gánase la tierra, cóbrase la robada Helena; acabóse la actión. Luego, Eneas comiença otra diferente. Sale de Troya por orden de los dioses a hazer una nueva fundación en Italia; passa muchos infortunios, borrascas y otras adversidades por espacio de ocho años; y al fin, vencido Turno, su contrario, por armas, queda por señor del campo y del reyno. A cumplido ya el poeta con su actión. Y más os digo, que el poeta no a de comprehender todas las cosas desta actión, aunque es una. Porque en espacio de ocho años pueden aver acontecido tantos acontecimientos y tan varias cosas, que le sea del todo impossible abraçarlas todas sin atropellarlas una con otra, no dexando lugar a los episodios, importantíssimos para el ornamento de la poesía. Al fin viene a hazer un cuerpo tan grande que vaya derechamente contra el requisito tercero de la fábula, que la obliga a ser de justa grandeza. De modo que deve el poeta con atención mirar en la historia (si de historia haze su fábula) los hechos más principales y maravillosos, y dellos tomar la mejor parte para componer su actión, no acordándose de los menos importantes. Que es lo mesmo que nos avisa Horacio:

Esto escriva el poeta, aquello dexe.

PIERIO.-¿De manera que aun la historia, que es una sola actión y tiran a un mismo fin las partes della, no la a de abraçar el poeta toda?

CASTALIO.- Si fuere tan larga, que tratada a de exceder de la grandeza conveniente, aí entra el juyzio del poeta en la disposición, tomando, como digo, una parte principal de la historia y haziendo della su actión perfecta. ¿Pensáis vos que el poeta es como el historiador, que se traga una historia de mil años en veinte hojas? El poeta no es narrador, sino imitador. Y para hazer verdaderamente su officio, a cada passo se desnuda de su persona y se transfigura en otras muchas, pintando y descriviendo los hechos, costumbres, personas, tiempos y lugares. Y si la actión fuesse prolixa, no podría ser dramático, deviéndolo ser, sopena de no cumplir con el mayor precepto de su obligación.¡Quán bien previno esto Homero, o bien fuesse inflamado de espíritu divino, o guiado del arte! Pues aviendo de escrivir la Ilíada, no toma por actión el successo troiano, desde el robo de Helena hasta la ruina de Troia, sino una sola parte dél. Horacio:

Ni començó la buelta de Diomedes

desde la triste muerte de su tío

Meleagro, ni menos el troiano

assedió de los dos huevos de Leda.

PIERIO.- ¿Dónde se conoce aver tomado Homero una sola parte de la guerra troiana en su Ilíada?

CASTALIO.- ¿Dónde? En el primer verso della. Ved lo que promete en su primera proposición Homero:

Canta, o Musa, del hijo de Peleo

la ira perniciosa, que a los griegos

causó infinitos daños y trabajos,

y muchas almas de los más valientes

embió sin remedio al Orco obscuro.

Assí que no tomó por actión sino los enojos de Achiles, ocasión de que padeciessen los griegos tantos trabajos con su ausencia, y quitada la ira con la muerte de Héctor, y trocada la mala fortuna de los griegos en buena, da fin a su poema. Ni tampoco en la Ulisea comprehendió todos los sucessos, porque no pintó a Ulisses herido en el Parnaso, ni quando se fingió loco en medio de los príncipes de Grecia, que se avían congregado para hazer un exército potentíssimo contra los troianos; porque esto no parecía pegarse a la materia propuesta, ni verisímil, ni necessariamente. Y assí, en la una obra y en la otra, aquel tanto puso solamente que pertenecía a un sugeto solo. ¿Qué diremos de Virgilio, sumo y ecelentíssimo poeta? Que no tomó más empresa que quanta a hazer una fábula bastava; aunque ultra de lo que escrivió, muchas cosas avía hecho y padecido Eneas. Pudiérale Virgilio hazer pelear con Diomedes y con Achiles; pudiera narrar dél quanto hizo en la guerra troiana. Mas propuso solamente cantar la venida deste príncipe a Italia, y lo que a este propósito passó; y luego que las cosas de los troianos, por la victoria que de los rútulos consiguió, tuvieron alegre y felice fin con la muerte de Turno, concluyó la Eneida. Bien descubierta queda la orden de constituir la fábula, procurando siempre que sea una y entera.

PIERIO.- Ya me avéis dicho cómo a de ser una. ¿Entera, cómo lo será?

CASTALIO.- Si consta de principio, medio y fin. Y porque estas partes están tan asidas entre sí, que en effecto del principio pende el fin, y del fin y principio, el medio, fácilmente puede cada uno considerar la connexión y hermandad de las partes del poema que el poeta deve guardar tan estrecha. La prueva infallible que ay para ver si la fábula está bien constituida y si tiene principio, medio y fin, como lo deve tener, o no, es mirar si las partes del poema andan tan juntas y coherentes, que si quitáis o mudáis alguna, quede manca y destruida toda la obra. Porque si se puede hazer essa transposición y quitamiento de parte, o partes, sin detrimento del todo, no está la fábula bien dispuesta; y si al contrario, estará muy buena. Aristóteles satisfará a este lugar y a parte de lo que e dicho: Decet igitur, quemadmodum una unius imitatio est in alijs imitatricibus artibus; ita & fabulam, videlicet, quae actionis imitatio sit unius, eiusdemque integre esse, sicque rerum inter se partes coherere, ut ne ulla quidem vel transferri, vel subtrahi queat, quin totum illud varietur: planeque immutetur.

PIERIO.- Acerca desto se me offrece una duda. Ya se sabe que las fábulas, o épicas, o scénicas, o lýricas, reciben sus episodios (que son ciertas digressiones), y éstos los traemos fuera de la actión principal. Siendo, pues, extrínsecos, muy bien se podrán quitar sin detrimento del todo. Los episodios en la Eneida virgiliana son éstos: Aportar Eneas a la reyna Elisa; explicarle el assalto de Ilión; los amores y muerte de Dido; el hablar Eneas con Heleno; baxar a los infiernos y tratar con su padre Anchises de su famosa descendencia. Pues aunque en este poema quitemos alguna parte desto, todavía el todo quedará en pie. Porque el todo se llama la actión primaria que fue propuesta del poeta, y es ésta: Eneas, huiendo de Troia, después de muchos infortunios y trabajos, avisado del oráculo, arriba a Italia y edifica una nueva ciudad. Si esto es assí, no me parece firme ni valedera essa regla.

CASTALIO.- Los episodios, que para ornato y luz de su poesía suelen usar los poetas, es verdad que son estrangeros de la fábula, que en effecto son traídos de afuera; pero, juntos con la actión principal, ya no son estrangeros, sino naturales; porque se juntan según el verisímil y necessario, y se atan estas partes accessorias tan estrechamente con la principal, que componen un cuerpo gallardo, hermoso y proporcionado tanto, que ya no se pueden separar sin hazerse notable falta, y sin perturbar y corromper el orden de la fábula. De manera que aquello que era ageno de la propuesta materia, ligado con verisimilitud, es ya todo una cosa y sirve de crecerla, illustrarla y recrearla. Dize Rodigino que Phidias hizo la estatua de Minerva, y en el campo del escudo se esculpió él con tanto artificio que no se podía mudar ni quitar sin destruir toda la estatua. Assí los episodios an de estar tan bien enxeridos con la fábula que sin quedar ella destruida no se puedan quitar. Este es uno de los más importantes preceptos de la poética; y como tal, comiença dél nuestro Horacio, riyéndose de los poetas que no saben componer una fábula que conste de principio, medio y fin; antes, huyendo del arte, hazen un cuerpo desproporcionado, feo y monstruoso:

Si a un rostro hermosíssimo de dama

algún pintor juntasse el largo cuello

de un cavallo con mucha varia pluma;

y deste cuello descendiesse un cuerpo,

formado de diversos animales,

de osso los bragos, de león la espalda,

de águila el pecho, de dragón los senos,

de tal manera que aquel rostro bello

en un negro pescado rematasse.

Llamados a mirar tal monstruo, ¿acaso

podréis la risa refrenar, amigos?

Pisones generosos, parecido

a esta tabla sería aquel poema

donde figuras vanas, monstruosas,

como sueños de enfermo se describen

sin que conforme el pie con la cabeça.

Y aviendo conformidad de partes en la fábula, vendrá también a ser de conveniente grandeza. Y siendo de conveniente grandeza, será la obra hermosa y elegante. Porque la conformidad y hermosura del cuerpo requiere orden y magestad. Escuchad cómo lo afirma Aristóteles: Pulchrum, sive animal, sive quodcunque ex aliquibus compositum, non ordine tantum, verum etiam, congruenti magnitudine constare debet; si quidem ex magnitudine, ordineque pulchrum oritur. «Qualquiera animal o qualquier cuerpo compuesto de partes a de constar de orden y justa grandeza, porque de la orden y grandeza nace la hermosura.» Que se traiga bien la similitud de la hermosura de los animales a la de los poemas, con exemplo de Platón en el Phedro se puede mostrar, donde dize que toda oración se deve constituir a manera de un animal, el qual tenga tal forma y colocación de partes como el cuerpo, que ni carece de cabeça ni de pies, y que tiene miembros a sí mismos correspondientes, y a todo el cuerpo. Porque la gallardía y hermosura consiste en la conveniencia y proporción de los miembros del medio con los de los extremos. Y la assimetría y desproporción causa fealdad monstruosa y ridícula. Y no porque el cuerpo tenga sus proporcionadas partes, ya se llamará hermoso; más a de tener, que es la grandeza. Que una mariposa y un mosquito, conforme a su cuerpo, tiene su conveniencia y simmetría; pero no es hermoso, por ser animal tan pequeño. También el poema brevíssimo no es agradable ni gallardo; porque en él la especulación se acaba en breve espacio. Y por ser las partes tan pequeñas, se confunde en ellas el entendimiento, y apenas puede distinguir unas de otras. Por tanto, es conveniente que el poema tenga un cuerpo grande, cuyas partes sean conocidas y distinctas; de manera que halle la vista dónde reparar y hazer su especulación. Pero tampoco a de ser sobre modo y excessivaente grande. Porque con el cuerpo chico causa confusión a los ojos, que no le pueden discernir ni juzgar, assí el demasiado grande no se puede comprehender ni abraçar, sino que si miráis lo de arriba, no alcançáis a ver lo de abaxo, y si lo de abaxo, no lo de arriba. Por esso dize Horacio:

Est modus in rebus, sunt certi denique fines,

Quos ultra, citraque nequit consistere rectum.

Ay en las cosas tassa, y ciertos límites

prescriptos; de los quales jamás puede

la virtud ir atrás, ni ir adelante.

Por esso, pues, digo que la fábula a de ser de conveniente grandeza respecto de la actión que se toma, porque la fábula que para poema heroico se puede llamar pequeña, es muy grande para el poema trágico y cómico, y mucho mayor para el lýrico. Y assí considerada la especie de poesía y la acción que se emprende, queda considerada la proporción de la grandeza.

PIERIO.- Cosa es allegada a razón que (como avéis declarado) la fábula sea una, entera y de conveniente grandeza; mas también es grandíssimo rigor ésse, y creo que avrá pocos que le observen y que gustaran más de governarse por su buen natural, que ponerse grillos tan fuertes a los pies, y esposas tan estrechas a las manos.

CASTALIO.- ¿Vos no sabéis, como todos afirman, que la naturaleza humana sin arte no puede hazer obra Perfecta? Y si ay algunos que estudien en inventar nueva parte poética, me parece que van buscando frondosos árboles y verdes jardines en las arenas de Etiopía. Y ciertamente, no es otra cosa esto que buscar lei en gente enemiga de la razón, y la verdad en la variedad, y en el error la certeza. Y si bien éssos, por mostrar que valen mucho, con su ingenio y doctrina pretenden introduzir nueva poética en el mundo, al fin no serán de tanta autoridad que se deva creer antes a ellos que a Aristóteles y Horacio. Y si el arte enseñada déstos viene bien con la homérica y virgiliana poesía, yo no veo porqué se aya de llamar una diversa de otra; porque la verdad una es, y lo que una vez es verdadero conviene que lo sea siempre, y la diferencia de tiempos no lo muda. Que aunque ella tiene poder de mudar las costumbres y culto, desta mutación no resulta que la verdad no se quede en su estado. Y assí la variedad de los tiempos nacida después no hará que en la poesía se deva tratar más que una hazienda entera y de justa grandeza, con la qual todo lo otro verisímilmente convenga. Después desso, el arte en quanto puede imita a la naturaleza, y tanto haze bien su obra quanto a ella se avezina; la qual siempre en qualquier género de cosas mira una regla con que se rige en el obrar, ya que como fin suyo lo endereça todo. Una también es la idea en que se mira quando obra la naturaleza; y una es la forma a que atiende el arte en su magisterio. Una razón tuvo siempre la architectura, en que como en norte suyo se guía, aunque muchas vezes se aya variado el edificio. A una razón se atiene también la pintura, y qualquier arte que imite. Y si bien ésta o aquélla con el discurso del tiempo a recebido alguna variedad, éssa no a consistido en la propria essencia, sino en la qualidad accidental, o bien en el modo de imitar, o bien en los ornamentos. Ni porque la pintura antiguamente no tuvo más que el dibuxo, y después adquirió los colores, las sombras y las luzes, se mudó en ella jamás la imitación; de manera que no fuesse como siempre a sido de una hazienda entera; ni porque las poesías son diversas (pues vemos que una cosa es la épica, otra, la scénica, y otra, la mélica, y que tiene cada una su instrumento, su estilo, su forma y su camino diferente) dexan de guardar la unidad que tratamos en la materia que emprenden. Ni porque la épica sea más grande y abrace más cosas, emos de pensar que le fue lícito jamás apartarse desta misma razón. Ni los gigantes en esto son diferentes de los enanos: que los unos y los otros tienen su essencial composición de miembros. ¿Y quál arte, cuál sciencia, quál disciplina se halla, en que quien la professa no procure seguir las pisadas de los antiguos? No la architectura, no la música, no la esculptura, no la medicina, no la milicia. ¿Solamente la poesía presumirá en nuestros tiempos hazer lo que en ella fue siempre de los sabios vituperado? Assí que en todo poema, una sola principal action perfecta y de conveniente grandeza emprenderse conviene; porque mirando todas las artes y todas las sciencias no hallaréis obra escrita la qual tenga más de un sujeto, adonde todo lo que se trata va derechamente encaminado.

PIERIO.- No por contradezir a vuestro parecer (cuyas razones me parecen concluyentes), mas para mayor claridad desse precepto os pregunto: ¿Cómo la regla de la unidad que en esto dio Aristóteles, y Horacio confirmó es verdadera, si el que escrivió la Heracleida, y el que compuso la Theseida, y Ovidio que contó las transformaciones de los dioses, de los hombres y otras cosas, de todos son ya tenidos por poetas?

CASTALIO.- Lo que yo acerca dessos escriptores os concedo es que escrivieron historia en verso, y Ovidio en sus transmutaciones hizo una historia fabulosa, porque juntó todas las fábulas, texiendo las unas con las otras en su narración con orden maravillosa y más discretamente que lo avían hecho entre los griegos los que las escrivieron en prosa. Y assí como aquéllos no fueron reputados en ello por poetas, assí también estotro no merece tal nombre, como no se le deve de aver escrito los Fastos, a causa de aver comprehendido tantas y tan diferentes actiones en la una y en la otra parte. Por donde affirmo que en las dichas obras no ay épica poesía.

PIERIO.- Pues ¿porqué los llaman poetas?

CASTALIO.- Yo os lo diré: por dos cosas. La una, porque el vulgo atribuye tal nombre a todos aquellos que escriven en verso, o traten de agricultura, como Virgilio y Hesíodo; o de astrología, como Arato, Manilio y Pontano; o de medicina, como Nicandro; o de hechos de guerra, como Silio Itálico y Lucano. La otra es porque adornaron sus obras de colores poéticos y fingieron algunas cosas, como lo hizo Virgilio en la Geórgica, narrando la fábula de Aristeo. De manera que los que enseñaron essas artes no son poetas, pues no tienen hechos ni costumbres de personas que poder imitar, porque de la imitación se cobra el nombre de poeta, no del verso. Essotros que escrivieron guerras y fábulas, tampoco son dignos deste nombre, porque no hizieron electión de una sola persona a quien imitar y celebrar por excelencia más que a las otras que en el contexto del poema acompañan a ésta.

PIERIO.- Sé las partes que una fábula bien constituida a de tener, pero no sé en qué lugar y cómo se pondrán los episodios que siguen a la principal actión, y para ser traídos a propósito, qué reglas se an de guardar.

CASTALIO.- Avéis dudado muy bien. Y antes que os diga la colocación de los episodios, os declararé lo último que preguntastes. Los episodios, que son las partes accidentales de la fábula, se an de asir y conglutinar de manera que uno se siga de otro, como si ellos y la principal actión fuessen miembros de un mismo cuerpo. Y esto se hará mirando el verisímil y necessario. «Verisímil» es quando pende una cosa de otra al parecer, aunque puede faltar aquello, como: está amarillo y descolorido, luego ama; anda peinado y oloroso, luego es lascivo. Esto, aunque puede salir verdad, también puede ser falsa coniectura. «Necessario» es quando una cosa pende de otra: tiene leche, luego a parido; el sol luze, luego de día es. Esto es forçoso que sea, y es consequencia de la naturaleza. Ay otra del hecho, como: Pedro fue hallado a solas con Iuana, luego tuvo accesso con ella. Esto es verisímil, pero puede faltar. Pedro sacó a Iuan su espada sangrienta del cuerpo, luego matóle. Esto necessariamente se sigue. Ni más ni menos, las acciones se an de conseguir unas a otras en el poema, según el necessario o el verisímil. Exempli gratia: Virgilio se propone esta actión una y simple en la Eneida. Eneas, ganada Troya, viene a Italia, avisado del oráculo, a poblar una nueva ciudad; corre tormenta en su navegación y viene a dar a Cartago, adonde cuenta muchas cosas de Troya; Dido se enamora dél, y no pudiendo averle, ausente, se mata. Eneas camina para Italia y la conquista. Enamorarse Dido de Eneas, y matarse por la ausencia de Eneas, acción diversa es de la principal, pero tan aptamente se junta según el verisímil, que parece pende della; pues no se sigue mal que, siendo él un príncipe tan valeroso y la reina Elisa de tan altos pensamientos, le pretendiesse por marido; y, por otra parte, quedasse frustrada de sus esperanças, para confusión de los carthagineses que avían de ser enemigos de los romanos, y para gloria de los romanos, descendientes de Eneas, el qual quiso antes negar sus gustos que la voluntad de los dioses. Aquí se ve que la actión verisímil es aquella que aunque tomada ella en sí sola, mira a otro fin; bien junta, después tira al mismo blanco que la otra. Necessaria actión será la que mira el fin mismo que la principal; de modo que, aunque intentéis despegarla de la otra, no podáis, como se ve claramente por este exemplo: Eneas, llevado de la tempestad, aporta a Cartago; recívele la reina Dido, sabiendo ella que era troiano y que venía perdido, teniendo por güésped uno de los príncipes de Troia, consequencia era necessaria preguntarle aquel caso o aquel sucesso lamentable; y forçoso también a Eneas el contarle. Veis aquí este episodio, que es fuera de la fábula (porque Virgilio no se encarga de tratar la guerra de Troia, sino la venida de Eneas a Italia) cómo necessariamente se junta con la principal actión, sin que pueda desasirse de ninguna manera, porque mira a la principal actión rectamente. Que sin esta relación que haze aquí Eneas, queda confusa y mal entendida la causa de su viage.

PIERIO.- Los episodios, pues, que se traen para aumentar y enriquecer la poesía, ¿dónde tienen su lugar y assiento?

CASTALIO.- Luego, después del principio. Como Homero en la Ilíada induze a Crises, sacerdote de Apolo, que viene a rescatar su hija Criseida, y cuenta el daño y pestilencia que de no darla luego resultó: de donde nace la causa de la materia propuesta. Lo mismo haze en la Ulisea, pintando el concilio de los dioses y a Minerva, piadosa, medianera en los trabajos de Ulises; de donde tomó principio la principal actión. Otro tanto haze Virgilio, introduziendo a Iuno brava y enojada, fingiendo aquel episodio entre ella y Eolo, rei de los vientos; de donde empieça la empresa que celebra. Interpónense principalmente los episodios en la exposición de la fábula para darle más lustre, más ornamento y grandeza. Acabada la proposición del poeta, no han lugar más los episodios. Bien que después del fin de la fábula se suele seguir algún breve episodio que dependa necessariamente de la misma. Como en la Ulisea, después de la matança de los enamorados de Penélope, donde se acaba la actión principal, se sigue la revolución de los itacenses sobre las muertes de aquellos cavalleros, y las pazes de la diosa Minerva. Y en la Ilíada, después de la muerte de Héctor, donde se acaban los enojos de Achiles, todo aquello que se sigue de rescatar el cuerpo de Héctor, y sus obsequias. A cuyo exemplo, Mapheo hizo el suplemento de la Eneida de Virgilio, el qual concluye su actión con la muerte de Turno. De donde consecutivamente sacó Mapheo el llanto de los rútulos, los quales llevan el cuerpo de Turno a su padre Dauno. Toma Eneas la investidura del reino de Italia en Laurento, y cásase con Lavinia, y aviendo reinado muchos años, muerto ya el rei Latino, su suegro, por medio de Venus y orden de Iúpiter, es trasladado al cielo.

PIERIO.- ¿Y esse suplemento os parece a vos estar puesto con justa razón?

CASTALIO.- Alomenos, no del todo sin ella. Que realmente, aunque se acaba en la muerte de Turno la actión que propuso Virgilio y se cumple el concierto de que el reino de Lavinia fuesse del vencedor, es visto que falta lo que se sigue de aquí (digo), la investidura del reino y casamiento de Lavinia. Y con esto, uviera Virgilio del todo imitado al gran Homero; y quedava con obligación de hazerlo por lo que él mismo dize en la persona de Turno, mal herido de Eneas, y con miedo de ser muerto.

Vivo me embía, si quieres, a mi gente,

o mi cuerpo de vida despojado,

ya tu vitoria a todos es patente,

y el pueblo ausonio ve que te me e dado,

y que e puesto las manos humilmente.

Tuya es Lavinia, muy bien la as ganado,

cesse ya el odio, cesse ya la guerra,

pues tal muger ya tienes, y tal tierra.

De modo, que parece que anduvo bien Mapheo en añadir cómo los rútulos llevan el cuerpo de Turno a su padre Dauno y el investirse Eneas del reino, y casarse con Lavinia, si con esto concluyera. Pero la traslación de Eneas al Cielo, aunque se lo tenía prometido el hado, fuera bien escusada, porque desde el casamiento hasta la translación, passaron muchos años, como el mismo Mapheo lo dize:

Ya mucho tiempo avía que governava,

en paz dichosa y orden sus troyanos,

ya el rei Latino muerto avía dexado

el ceptro y reino al caro y pío Eneas,

el qual con poderoso señorío

mandava solo a toda la ancha Italia.

Hasta quando dize que Iúpiter ordenó de subirle al Cielo. En esto anduvo mal (a mi parecer), porque lo uno, la poesía épica es en quanto puede dramática, y no consiente lagunas ni intervalos tan grandes, como es no aver actión desde el casamiento a la translación; y lo otro (como provaremos abaxo), el poema épico no comprehende más actión que de un año. Y también porque acabada la principal actión, las demás an de ser acabadas, quando no sea cosa poca y necessariamente derivada de la principal. Y assí Mapheo, rompiendo estas observaciones, anduvo sin duda errado en la parte última que digo.

PIERIO.- El sugeto del poema, ¿cómo se podrá sumariamente considerar distincto de los episodios para que sepamos discernir lo que es el argumento, y ellos cómo se le interponen?

CASTALIO.- En este modo: Un señor valeroso (pongamos por exemplo la Eneida de Virgilio, de que tienen noticia hasta los barberos), procurando hallar para sí y sus compañeros nueva habitación y obtener nuevo dominio, perseguido de Iuno en el viage, passo muchos trabajos y daños. Al fin, después de tantas y de tan graves fatigas, por mar y tierra padecidas, llegó a Italia, donde travada una mui reñida y peligrosa guerra contra los rútulos, y tomada memorable vengança del enemigo, conquistó un nuevo reino para sí y para los suyos. Esto es proprio sujeto de aquel poema; porque el principio del argumento es quando, apartándose Eneas de Sicilia, corrió de improviso una terrible tormenta; el medio, quando, llegado al antiguo Lacio, tuvo guerra contra los latinos; el fin es quando, aviendo muerto a Turno, acabó aquella guerra. Todos los demás son episodios entretexidos para hazer la obra más gallarda y deleitosa, como se a dicho arriba.

PIERIO.- ¿Ay más que dezir sobre la fábula?

CASTALIO.- Por agora lo dicho basta. Mas llegados a tratar de cada especie de poesía, no dexará de ofrecerse algo proprio de aquella especie; y la misma ocasión nos combidará a dezir lo que falta, assí desta parte como de las costumbres, sentencia y dictión.

PIERIO.- Síguese agora la segunda parte, llamada costumbres.

***


Proyecto de Edición Libro de notas

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Datos Bio-bibliográficos

Francisco Cascales

(Murcia, 1564-1642)

Bibliografía escogida:
Discurso de la ciudad de Cartagena, Ayuntamiento de Cartagena, 1998
Epístola de Horacio Flaco sobre el arte poética…, Academia
Alfonso X el Sabio, 2000
Tablas poéticas, Espasa Calpe, 1975

Enlaces:
Epístola

Epístola

Discurso de la ciudad de Cartagena

Otras artes poéticas del autor:

Más información en la wikipedia: Francisco Cascales

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