s.XX - Poesía social - Juan Gelman: Entrevista, 2006
Juan Gelman sonríe. Varias veces, durante la charla con LA NACION. Como quizá no ha sonreído en los últimos años. Y hasta su mirada, entristecida por la tragedia de su vida, ha recuperado brillo. Tres aspectos evidentes se mantienen intactos en el poeta: aún habla con voz tenue, fuma mucho y responde breve. Concluida la entrevista, LA NACION le pregunta: “¿Cómo está su nieta?” Y Gelman se ilumina cuando responde: “Muy bien, muchas gracias”.
El poeta llegó esta semana a Buenos Aires, procedente de México, donde vive, para ser protagonista de homenajes y designaciones por los 50 años de la aparición de su primer libro de poemas, “Violín y otras cuestiones”, en 1956, cuando tenía 26 años. Entonces, el prólogo lo escribió uno de los más reconocidos poetas argentinos, Raúl González Tuñón.
Los homenajes a Gelman —promovidos por la Casa del Escritor porteña, que coordina Manuela Fingueret, y por la Secretaría de Cultura de la ciudad, a cargo de Gustavo López— comenzaron anoche en el Museo Isaac Fernández Blanco. Allí tuvo lugar el recital “País que fue y será”, con Cristina Banegas y música de Claudio Peña.
Continuarán mañana con otro acto en la Unión de Trabajadores de Prensa, donde se le rendirá un homenaje por sus 50 años en el periodismo. La celebración tendrá su momento culminante el próximo lunes, en el Teatro Presidente Alvear, cuando el gobierno porteño lo designe “embajador cultural de Buenos Aires”, función que de buena voluntad, sin título ni cargo, el poeta ha desempeñado desde que se exilió en México en 1975. El acto concluirá con un recital de poesía a cargo de Gelman.
El poeta argentino recuperó hace seis años a su nieta nacida hace casi 30 en cautiverio, María Macarena Gelman, hija de su hijo Marcelo Ariel y de su nuera María Claudia García Irureta Goyena, ambos desaparecidos.
-Como decía González Tuñón en el prólogo de 1956, ¿sigue su poesía buscando la afirmación civil y el optimismo histórico?
-(Sonríe) Bueno… eso está un poco lastimado, pero se sigue buscando.
-Y cuando mira hacia atrás y ve que la poesía no ha servido para sensibilizar el corazón del hombre, ¿qué siente?
-Que hay que insistir.
-Es contradictorio que la poesía tenga tantos lectores cautivos en el mundo y no influya más decisivamente sobre el pensamiento.
-Por alguna razón, la poesía viene del fondo de los siglos y nada la interrumpe. Ni las catástrofes naturales ni las causadas por el hombre. Es un género que no tiene público, tiene lectores. Es un sector fiel y, como otras manifestaciones del arte, la poesía llena una necesidad humana. La posibilidad de que por sí sola la poesía modifique la conciencia del hombre es un poco remota. Pero sí satisface en los lectores algo que no tiene definición. Por comenzar, la poesía no tiene una definición posible. Nadie sabe qué es, comenzando por los poetas. En un coloquio de poesía en París, hace poco tiempo, las definiciones de los poetas de 40 países llenaron un tomo. Cada quien la entiende a su manera.
-¿En qué corriente o escuela se inserta su poesía?
-Me resulta muy difícil decirlo, porque no creo ni en generaciones ni en escuelas. Yo creo en los poetas. Y trato de escribir poesía. Hay un poema chino que circulaba en la tradición oral y fue incorporado en la escritura hace unos 26 siglos. Ese poema habla de un pastor que en la madrugada cuida a su ganado bajo la nieve. La mujer amada está a 10.000 li de distancia, medida que en China equivale al infinito. El pastor la imagina cosiendo, sentada al lado del fuego. Y dice que escucha “el sonido de sus tijeras bajo la noche profunda”. Ese verso, muy bello, podría haberse escrito hoy o dentro de diez siglos. Nadie sabe a qué escuela pertenecía este señor.
-Junto con los 50 años de “Violines y otras cuestiones”, celebra medio siglo con el periodismo. ¿Qué significado tiene para usted?
-El periodismo siempre ha sido una pasión que dura hasta hoy. Y es una herramienta imprescindible para investigar la realidad en distintos órdenes. Aunque es verdad que el periodismo argentino tuvo etapas de censura, también tuvo momentos brillantes. Hay cierto brillo que ninguna dictadura militar ha conseguido liquidar y eso permanece. A mí particularmente siempre me han interesado la política internacional y los temas culturales, pero también la gente. Lo que más me gustó del periodismo era la crónica, que me permitía el contacto con los problemas de la gente. Y también con su manera de hablar. Hay modulaciones en la lengua española que son sorprendentes. Eso siempre me apasionó. Hoy no se escribe tan bien. Lo leo en los diarios argentinos desde México. Creo también que hoy el periodismo juega un papel mucho más activo y ha aprendido, después de los años de la dictadura militar.
-¿Cuánto se ha distanciado la Argentina que soñaba el poeta Gelman de esta que vivimos hoy?
-Yo no vivo en el país desde 1975, de modo que no he participado de procesos íntimos. Vivir afuera ayuda a tener una mirada que toma más en cuenta factores internacionales que interactúan con la situación argentina. Todo se ha vuelto muy complejo. Recuperarse del menemismo y de los desastres nacionales es un trabajo duro de muchos años. Uno no puede ubicarse en el país de los años 50 para analizar la Argentina del nuevo milenio, porque se parte de umbrales muy distintos.
-¿Se puede confiar en que la lección aprendida por los argentinos aleje cualquier posibilidad de ruptura democrática?
-Como decía la notable poeta Emily Dickinson: “Hay que vivir en estado de alerta permanente”.
Datos Bio-bibliográficos
Juan Gelman
(Argentina, 1930)
Bibliografía escogida:
Hechos y relaciones, Lumen, 1980.
De palabra. Poesías, Visor, 1993.
Cólera Buey, 7 i mig, 1999.
Valer la pena, Visor, 2002.
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