s.XX - Poesía experimental - Equipo Claraboya: Prefacio, 1963
Qué poesía hace falta hoy? Qué poesia no hace falta? Es que la poesia le ha hecho falta alguna vez a una determinada época? Para qué? Para evadirse de los crímenes cometidos y cantar la belleza de la flor en primavera? Para abrir camino en el corazón de un sistema injusto y proclamar en verso el panfleto? O no será más bien que todo eso en vez de poesía, sea aberración?
De aquí debe arrancar todo. Estas cuatro preguntas, a flor de piel de una realidad, nos llevarán a la médula del asunto.
Si paseamos la vista por la historia de nuestra lírica, veremos que precisamente quien mejor logró obtener un timbre personal, abierto y eterno fue quien mejor vivió la historia, pero quien la vivió efectivamente, dejando brotar lo que ella le traía y lo que le negaba. Hoy, en España, la historia no se vive, se inventa. Y, claro, la poesía española, más que vivida es inventada, es decir, falsa.
De la postguerra para acá, aparecieron como se sabe dos tendencias hasta hoy mismo vigentes. De un lado el poeta social. De otro, el intimista. Todo esto de poetas sociales e intimistas, acogidos a uno u otro partido, nada ha dado a ganar a nuestra literatura. Se ha dicho últimamente lo que Lorca decía a Miguel Hernández en una carta: “Hoy en España se está haciendo la mejor poesía de Europa”. En la época del 27, la frase si no cierta, expresaba al menos que había calidad. Hoy esa frase está hueca. Y si se hace en España una poesía honda, la hacen precisamente tres o cuatro cuya edad no alcanza los treinta años.
El determinante de nuestra época en todo lo literario es la inconsistencia. Y en lo lírico aún más. Una poesía se hace en media hora. Pero que esa poesia tenga idéntico aliento al de otra hecha hace treinta años, y que revela que el hombre sigue aunque se vista de nada o aunque ande desnudo, es cosa muy distinta. Y ese lograr el dominio del alma hasta objetivizar todo lo nuestro y darlo siempre, en cualquier circunstancia, es de lo que el poeta español actual se olvida.
En la postguerra ha habido poetas de voz dura. Ahí está, como ejemplo Blas de Otero. Existencial o social o como la crítica quiera llamarlo, sigue siendo él, el Blas de Otero de siempre, ronco, seco, humano hasta los huesos.
Todo esto, como presentación de una revista de poesía, pudiera parecer al lector, un intento de marcaje para cuando siga leyendo. Ni mucho menos. Nuestra voluntad ha sido siempre en todo, aquellos dos versos de Goethe, que Ortega toma como programa de vida.
Yo soy del linaje de aquellosque de lo oscuro van hacia lo claro.
Aquí, en la portada, no tenemos más que un deber: la claridad. Y aunque no tenemos más que ése, nos tomamos otro por cuenta y riesgo personales: la libertad.
Preguntábamos al principio qué poesía hacia falta o si no hacía falta ninguna. Esta revista no sale con intención de implantar ningún sistema. Sería ridículo. La poesía, si por poesía entendemos lo que es, nunca ha hecho falta. La poesía nace sola, se esparce sola y muere sola. Sus efectos son tardíos, a veces cuando necesita siglos para reproducirse.
Aquí, únicamente intentamos recoger todo aquello que sea sincero, que tenga al menos una brizna de humanidad.
Datos Bio-bibliográficos
Equipo Claraboya
Agustín Delgado, Luis Mateo Díez, Ángel
Fierro y J. Antonio Llamas
Bibliografía escogida:
Teoría y poemas, El Bardo, Barcelona, 1971.
Enlaces:
José Antonio Llamas
biografía, poemas
Menú
Publicidad