s.XX - Post-vanguardias - Carlos Germán Belli: Entrevista, 2006


HOMENAJE
El poeta Carlos Germán Belli pertenece a la llamada Generación del 50, en la que brillaron el recién fallecido Eielson y la insondable Blanca Varela. Acaba de ganar el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda y el INC ha reeditado tres de sus poemarios

Conoció a César Moro cuatro meses antes de que muriese. Por azar. Su madre era jefa de farmacia del Instituto Nacional del Cáncer y ella escuchó que sus compañeras discutían sobre cómo inscribir al polémico poeta en la lista de pacientes. Su nombre verdadero era Alfredo Quízpez Asín, pero quería aparecer con su nombre artístico. La señora —apasionada de la literatura en verso— recordó el libro que Carlos Germán Belli tenía en su escritorio y les explicó quién era. De paso, aprovechó para concertar una cita entre su hijo y el surrealista. Al día siguiente, un tímido joven de 28 años se acercó al maestro. Cuando le preguntó cómo estaba, le dijo: “Estoy sobre arenas movedizas”.

Belli nos recibe, 50 años después, en una casa sencilla y apacible, más parecida al refugio de un jubilado que una zona de ebullición poética. No hay libros a la vista, ni placas recordatorias, ni trofeos. Tampoco máquina de escribir o computadora. La única sorpresa es el ladrido constante de Marcelina, una irritada perra poodle, y el cúmulo de fotos de sus dos hijas y sus nietos. Belli tiene 78 años encima, una buena memoria para las frases sonoras y una carrera poética que lo coloca entre las mayores voces poéticas del Perú, junto con Blanca Varela y el desaparecido Jorge Eduardo Eielson.

TRADICIÓN Y MODERNIDAD
Ocurre que cuando uno lee a Belli lo embarga el ritmo y la métrica de frases exactas como un reloj. Ocurre que suena a verso remoto con palabras modernas y coloquiales. Ocurre que asoma una sonrisa irónica en el verso frondoso y el desencanto contemporáneo. Algo de pasión, de chocante celebración. Belli llegó al género poético con el enamoramiento juvenil de los 20 años, pero su evolución —creciente y macerada como el ‘bolo alimenticio’ de sus más famosos poemas— dejó atrás todo rasgo de simpleza. “Fue una asunción consciente, total y absoluta. En esas épocas hice mi primer poema rimado, pero a la vez cultivaba la vanguardia”, agrega.

Durante un corto tiempo le dio curso a textos automáticos salidos de una angustia y poemas fónicos en donde primaba el sonido de las palabras antes que su contenido. De aquella producción a fines de los 50 quedó poco, pero reunido en dos poemarios: Poemas (1958) y Dentro y Fuera (1960). Insatisfecho con los resultados, decidió bucear en el pasado y ceñirse a las formas clásicas del español. Con cierta rabia y furia, como el hijo que reta a su padre para romper cánones. Así llegó hasta los versos endecasílabos, alejandrinos y sextinas, al Siglo de Oro Español, a los trovadores provenzales y canciones de romancero, e incluso a “La divina comedia” de Dante. Lo que para el resto de sus colegas de la llamada Generación del 50 significaba un corset, Belli lo convirtió en obsesivo reto.

Esto que me dicto, aquello que vivo / unas letras lindas, unos hechos lindos /por una vez fueran y no feas cosas /aunque solamente / átomos de J, mínimos instantes /un poco de lo uno o de lo otro. Amén

VIDA RETIRADA
Contra el cliché, los poetas no solo rebuscan inusitadas y locas experiencias de amor. Llevan una vida familiar como cualquier hijo de vecino. Belli cuenta que sus padres tenían miedo de que se perdiera en la bohemia. Y que ante la presión familiar, pospuso sus siguientes publicaciones y afanes literarios. “Tenía muchas vacilaciones existenciales”, resume. Fue un universitario errático en San Marcos y también en la Católica, donde solo culminó los dos años de Estudios Generales Letras. En esas épocas conoció a Alejandro Romualdo, a Demetrio Quiroz Malca y al músico Pulgar Vidal, además de reencontrarse con Leopoldo Chariarse y Luis Alberto Ratto. Se resistió a la abogacía y prefería pasar el día leyendo en la biblioteca. “Mi padre era diplomático y pintaba solo los domingos, por afición. Mi madre era farmacéutica y gran lectora de poesía, pero no más. Así que no había artistas en casa”.

Quizá la gran preocupación de su madre era que Carlos Germán no terminara la universidad y que no pudiese hacerse cargo de su hermano discapacitado cuando ella faltase. “Me volví su tutor cuando ella falleció. Debo decir que él fue mi ancla”. Gracias a un auspicio familiar, Belli entró a laborar en el Senado por 22 años, de donde solía escaparse para ir a la Biblioteca Nacional. Por aquellos días, en 1959, se casó con Carmela, quien lo impulsó a terminar la carrera de Literatura en San Marcos, cuando ya tenían a sus dos hijas: Pilar y Mariela. “Nos reencontramos de casualidad en un colectivo, luego de que él viviera dos años en Estados Unidos”, dice su esposa. Sus poemas la habían impactado y su carácter afable la conquistaron. Ella dice que es un hombre maravilloso. Él no contesta pero le dedica los “Versos Reunidos” (1970-1982), la antología que el Instituto Nacional de Cultura (INC) acaba de reunir después de años de silencio. “Él y yo nos hemos adaptado a su vida de escritor y estoy feliz de ese reconocimiento”, agrega. Tanta admiración la obliga a callar los defectos de su esposo. Solo admite que su distracción y su desorden lo hacen buscar el estuche de sus lentes, sin descanso, varias veces al día.

OH HADA CIBERNÉTICA
Este fue el título de su poemario de 1961. La palabrita lo hechizó cuando leyó un cable noticioso —en esas épocas Belli también era traductor en una agencia noticiosa— que detallaba cómo se implantaba la revolución de lo automático en las oficinas. Desde entonces, la carrera del poeta no se detendría. “Él ha conquistado su propio lenguaje: el de las formas clásicas con poesía virtuosa que condensa la angustia del hombre actual y su especial dolor como sociedad”, opina el poeta Carlos López Degregori. Esta especial conjunción del pasado y el presente ha convertido a Belli en el poeta peruano más antologado después de César Vallejo. “Es la generosidad de los antólogos, de los amigos”, se ríe Belli con modestia.

Corregir y dejarse llevar. Ese parece ser el secreto flujo de los poemas de Belli que, a la manera de Eguren, intentan evadirse del mundo en encantadas formas de versos. “Corrijo bastante. En realidad, nunca me han salido poemas de un tirón. A mí todos los caminos me llevan a Roma: una palabra, una idea que se anida y, por supuesto, la angustia (más que la alegría) me hacen escribir poesía”.

Abridme vuestras piernas/ y pecho y boca y brazos para siempre/ que aburrido ya estoy/ de las ninfas del alba y del crepúsculo, / y reposar las sienes quiero al fin/ sobre la Cruz del Sur/ de vuestro pubis aún desconocido,/ para fortalecerme/ con el secreto ardor de los milenios.

ASIR LA FORMA QUE SE VA
“La obra de Belli es muy vasta. En la primera etapa de su obra, a fines de los 60, experimenta mucho con el lenguaje. Es la época más recordada, la más radical e innovadora, la que está más próxima a Vallejo”, refiere Elio Vélez, profesor de la Universidad Católica. Su mayor popularidad, precisamente, es entre el público español, debido al desparpajo con el que juega con el castellano y su devoción por las formas, tal como lo fueron Góngora y Quevedo.

“Hay quienes adoran la forma artística ante el temor de que termine por desintegrarse para siempre () Porque los cuerpos en que moramos también poseen un contorno, también una estructura () Aferrémonos a ella, ante el embate del tiempo, ante la aproximación de la ineludible muerte”.

Belli busca perdurar en la palabra, atrapar un instante de emoción, como el fotógrafo una imagen. A sus 78 años, no se ha cansado de escribir y en los próximos meses editará “El alternado paso de los hados”, en España. El próximo 12 de julio recibirá 30 mil dólares de premio por ganar la tercera edición del Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda. En casa del maestro están arreglando todo, pues sus hijas y sus nietos vendrán de Alemania e Italia para acompañarlo a recibir el galardón en Santiago de Chile. No sabe bien qué hará con el dinero, pero ya asegura que una parte está destinada a las mujeres de su vida: sus hijas y su esposa. “Ellas me han apoyado siempre”. Un soporte digno de destacar, en un mundo materialista donde la poesía parece, cada vez más, la cenicienta del ambiente cultural.

Belli, a pesar de esta constatación, no se desanima. Habrá pocos lectores, pero la producción poética peruana sigue siendo de alta calidad. “Siempre habrá necesidad de mostrar nuestro mundo interior, de cuestionar por qué estamos aquí y adónde vamos”, concluye. El maestro aún no termina de hacer sus propias preguntas.

EXTRACTOS
Cuando el espíritu no habla por la boca
Pues ello ocurre cuando día y noche / varón y dama se entretejen firmes / en el seno de un solo haz convulsivo / sobre el vasto planeta retorciéndose / como un madero pasto de las llamas / que los amantes seres disfrutando/ hasta la muerte yacen / y lo de adentro aflora todo afuera / como la aurora tras la noche oscura / así manifestando / el prado en las entrañas encubierto / donde la alondra canta bajo el agua / y las ovejas pastan entre el fuego.

Villanela
Llevarte quiero dentro de mi piel/ si bien en lontananza aún te acecho/ para rescatar la perdida miel.
Contemplándote como un perro fiel/ en el día te sigo trecho a trecho / que haberte quiero dentro de mi piel.
No más el sabor de la cruda hiel/ y en paz quedar conmigo y ya rehecho / rescatando así la perdida miel.
Ni viva aurora, ni oro, ni clavel/y en cambio por primera vez el hecho / de llevarte yo dentro de mi piel.
Verte de lejos no es asunto cruel/ sino el raro camino que me he hecho/ para rescatar la perdida miel.
El ojo mío nunca te es infiel/aun estando distante de tu pecho /que haberte quiero dentro de mi piel.
De ‘Canciones y otros poemas’.



Mayra Castillo Vásquez, El Comercio, Perú, 29 de mayo de 2006

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Proyecto de Edición Libro de notas

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Datos Bio-bibliográficos

Carlos Germán Belli

(Lima, Perú, 1927)

Bibliografía escogida:
Poemas, Lima, 1958.
¡Oh Hada Cibernética!, Lima, 1962.
Sextinas y otros poemas, Santiago de Chile, 1970.
El buen mudar, Lima, 1987.
En las hospitalarias estrofas, Lima, 2001.
La miscelánea íntima, Valencia, Pre-textos, 2003.

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