s.XX - Últimas tendencias - Roger Colom: Pabellón de exposiciones 4, 2007
He cambiado de ciudad y de país tantas veces que tengo claro que con ello me cambia la manera de escribir poesía. No es extraño. Cambian los acentos que oigo, y lo oral siempre influye. Cambia la luz y eso, queramos o no, tiene su efecto en los estados de ánimo. Cambian los intereses, y la manera de abordar los temas de siempre (lo que, para quedar bien, los poetas llamamos nuestras “obsesiones”).
Mi proyecto en los años que viví en Valencia tenía que ver con un aligeramiento del poema. Quería que flotara fácilmente, incluso a riesgo de que pareciera frívolo. Quería que tuviera la misma delgadez que la vida burguesa que yo veía a mi alrededor, un tipo de vida en la que es más importante la limpieza que la verdad: sólo hay que visitar Valencia para verlo. Los poemas de ese período son los que llevo colgando aquí en los últimos tiempos.
El proyecto anterior, que desarrollé en Galicia con cuatro poemas largos (La arena prometida, Placer de la taxidermia, Las tensiones y Antes el paisaje), era uno de profundización en la desazón de saberme sin lugar: de haber perdido uno, Ciudad Juárez, que ha cambiado tan radical y violentamente que para mí es irrecuperable como algo propio, y no tener país ni ciudad ni barrio al que pertenecer. No tener pertenencia, que para muchos poetas tiene que ver con la pertinencia.
De ahí el nombre de este blog.
Ahora, en Buenos Aires, no sé cómo será el cambio. Atisbo algunas cosas. Tengo la sensación de que escribiré, de nuevo, sobre lo que significa vivir en América, pero eso no quiere decir nada, por ahora. Es demasiado amplio como tema. El continente abarca demasiadas variables, muchas culturas. No es un lugar, o no se puede reducir a “lugar”.
Tengo la idea de que me queda un último poema por escribir. Y no sé si eso es parte de una crisis de los 40, con la extraña conciencia de la muerte que eso implica, o si es algo más cercano a la mi conciencia de la vida útil de un poeta: los años en los que se escriben poemas de verdad, período que creo que se termina; después todo es repetición, simple acomodo de la voz a una escritura fácil, automática, tirando a la nulidad.
El poema que viene a continuación es el primero que he escrito en Buenos Aires. Un poema de transición, seguro, aunque no sepa decir en qué dirección va el tránsito.
Pabellón de exposiciones 4
Lámparas cuelgan de un cielo negro y no son estrellas.
Una te da en los ojos y te afina la mirada.
Hoy puedes ver un río, su pasaje oscuro hacia el silencio:
el mar se llama olvido.
Pero sabes que antes y a cada lado se abre el continente.
Viene con selvas, montañas y miseria;
oro en los bolsillos y noches en ruinas.
Puedes ver las calles, ahora, y las ciudades.
Puedes ver a la gente y su lucha entera.
Mira su ir y venir, las plazas llenas:
uñas de oxígeno que limitan con la vida.
Mira cómo el personal no ve ni a donde mirar.
Todo lo puedes ver.
Y a esa gente la veo yo también.
Oigo los discursos que escucha y me pierdo igual.
Camino hacia donde parece que algo existe.
Y es eso: esa confusión.
Datos Bio-bibliográficos
Roger Colom
(Ciudad de Juarez, México, 1964)
Bibliografía escogida:
La arena prometida, Tornabón, La Coruña, 1996.
La vida en sociedad, Fernando Villavert y Roger Colom, Destall, Valencia, 2000.
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