s.XX - Últimas tendencias - Goya Gutiérrez: Poética, 2008

La poesía, para mí, es indagación de sí en el mundo y al revés, del mundo en sí. Nace en mi caso de una necesidad por expresar esos fenómenos a través de una forma concreta, el verso y su musicalidad. Por qué a través de la poesía, posiblemente porque las sutilezas, los matices, los perfiles de las cosas expresadas requieren de este género y no de otro.

Cada libro de poemas constituye un todo, una obra vertebrada a través de uno o varios ejes temáticos, los poemas son autónomos y tienen unidad significativa por ellos mismos, pero estableciendo también interrelaciones con otros. La poesía, más que otros géneros está más vinculada a la vida y a la conciencia de la muerte, y por tanto concibo en cada libro una experiencia poética distinta y nueva, que ha de marca algún proceso evolutivo.

Naturalmente, la escritura, y no sólo en la poesía, es también el resultado del aprendizaje y vivencia que una tiene de otras escrituras, las lecturas que marcarán de alguna forma tu modo de hacer poesía propia, y libre de las modas que algún sector pudiera imponer. La poesía no exige presión, ni encargo, y ha de concebirse de una manera electiva y selectiva.

En cuanto a la forma y al contenido, es cierto que, a veces, el contenido de un poema parece que buscase su propia forma, y que ambas se relacionan, y que la forma dice del contenido y éste de la forma. Sin embargo, el proceso, que supongo, es algo distinto en cada autor, en mí se produce conjuntamente, para que ninguno de ambos elementos se imponga al otro, sino que se complementen.

El fenómeno creativo, en mi opinión, parte de las aprehensiones que el/la poeta como artista hace del mundo y de sí mismo. En este primer estadio, podríamos decir irracional, se generan una serie de reacciones, evidentemente distintas en cada persona, y naturalmente subjetivas. Los antiguos hablaron de toque divino, al final de ese proceso de sedimentación interno, tras el que el/la poeta puede sentir una especie de cadencia, acompañada de palabras, que aún no tienen demasiado sentido, como Bécquer expresaba en sus Rimas al hablar de la inspiración. Es evidente que el resultado de ese mecanismo, no viene de ninguna fuerza exterior. A partir de ese momento, intervienen intuición y razón tratando de ordenar y encajar la palabra poética que exprese sensaciones, sentimientos, situaciones, ideas etc.

El/la poeta ha de reivindicar el cuidado del lenguaje, pues es su principal materia para la creación, pero no hacer de él, como en otras épocas, el ídolo de oro de unos pocos iniciados, pues las imágenes, las metáforas, el orden y el desorden de las palabras en el verso, no son sino el resultado original de la selección que el/la poeta establece para expresar las analogías y correspondencias entre los elementos del Universo y los más íntimos de su subjetividad.

Quizás la cita de Baudelaire, resulte exagerada en cuanto a la exigencia de la ilimitada labor, que le encarga al poeta, pero estoy de acuerdo en la ambivalencia de esos contenidos que destaca para la poesía:

«palacios y chozas, sentimientos tiernos y crueles, afecto familiar y caridad universal, la gracia de los vegetales y los milagros de la arquitectura, lo agradable y lo horrible, el sentido íntimo y la belleza externa de todas las religiones, la fisonomía moral y física de cada nación, en fin, todo lo visible e invisible, el cielo y el infierno (…)»

(Sur mes contemporains)

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