s.XX - Otros del s.XX - Roberto Fernández Retamar: Entrevista, 2009
por Aleyda Quevedo
Roberto, me gustaría que recuerde ¿cuál fue su primer poema, el primero que escribió y el primero que publicó, y cuál es el más reciente que ha escrito?
No recuerdo cuál fue ese primer poema que escribí, recuerdo que me publicaron poemas a los 20 años en una revista de la Dirección de Cultura, se llamaba “Mensuario”, y ahí en 1950 apareció el poema titulado: “Elegía como un himno” que tiene cuatro partes y algunos sonetos, que luego no recogí en ningún libro. Después, Tomás Gutiérrez Alea, ahora famoso como cineasta, me publicó un cuadernito.
No sé si es el más reciente, pero me gusta recordar como el poema más reciente que he escrito, uno titulado “Cuando”, que aún no se ha publicado, y cuyo tema es el paso del tiempo, el tiempo…
Empecé a escribir cuando tenía 15 años, pero publiqué, por primera vez, a los 20 años y no me arrepiento de eso, sería triste arrepentirse. En 1966 se publicó un tomo grande llamado Poesía Reunida y ahí incluí poemas de 1948, 49, previos a los que aparecieron en el 50.
¿Cómo ha sido este camino en la poesía, qué le ha dado la poesía?
La poesía me dio una razón para vivir.
El primer poema que a mí me impresionó profundamente, fue de Julián del Casal, un poeta cubano magnífico, murió antes de cumplir 30 años, sumamente triste y melancólico; después de su muerte, encontré en un libro escolar ese poema de Casal y ahí me di cuenta que el dolor y la pena pueden engendrar belleza.
Esto es muy importante porque es uno de los logros de la poesía, y en Casal lo sentí profundamente, entonces él era para mí un hermano mayor, yo tenía 13 años. Casal es una figura tutelar de Hispanoamérica, perteneció a esa generación de Rubén Darío, Lugones, Enrique González Martínez, Herrera y Reissig, fue uno de los que inaugura la poesía moderna en lengua española.
Poeta, si la poesía es su razón de vida, ¿cómo la define?
Un sabio cubano decía: la verdad que no se puede definir es la más exacta. Intentar definir la poesía no me parece posible, pero sé que el ser humano no puede vivir sin poesía. Yo tengo algunos ejemplos curiosos de eso. En 1970 estaba en pleno apogeo la guerra de Vietnam, fui con un grupo de cineastas cubanos a filmar un documental de la guerra que padecía Vietman y llegamos a Hanoi y presenciamos muchos bombardeos tremendos, y empecé a escribir poemas, poemas que después se convirtieron en un libro que se llama Cuaderno Paralelo, y se llamó así porque sentía que había un paralelo entre Vietman y Cuba, pues la guerra de Vietman pudo haber sido la guerra de Cuba; pero lo curioso no es que yo empezara a escribir poemas al mismo tiempo, sino darme cuenta que en los momentos de gran tensión el ser humano se va a la poesía, puede ser que esté enamorado, desenamorado, enfermo, moribundo, o que tema el olvido, la muerte o la guerra. En los momentos intensos el ser humano prefiere la poesía. Muchos piensan, apocalípticamente, que la poesía va a desaparecer, pues yo creo todo lo contrario, la poesía es cada vez más necesaria para el ser humano. Los poetas surgen por necesidad orgánica de la humanidad.
[…]
Me gustaría mucho que me cuente sus recuerdos y cercanías con el poeta nacional de mi país: Jorge Carrera Andrade.
Bueno, yo había leído mucho a Carrera Andrade antes de conocerlo. En 1957, cuando era profesor en Yale, fui a dar una conferencia que se llama: “Situación actual de la poesía hispanoamericana” en Nueva York, y ahí fue que conocí a Carrera Andrade.
Un poeta muy importante realmente, en algunos escritos míos cito cosas de su libro: Rostros y Climas. Luego, durante el año 60, Carrera Andrade era el representante de Ecuador ante la UNESCO en París y hacíamos un trío con Octavio Paz, que era el encargado de negocios en México, Jorge Carrera Andrade, y yo que era Consejero Cultural de mi país.
Entonces, Carrera Andrade, no se por qué, me dijo que tenía relaciones con China y que él podría servir de puente entre Cuba y China. Era un hombre políticamente muy progresista. Carrera Andrade es un gran poeta, un gran ser humano y me da mucha alegría que se lo reconozca así y se lo lea en todo el continente. Lo leí con mucha admiración, lo sigo admirando y leyendo; además, era un comentarista de poesía muy agudo. Las relaciones personales se dieron en el transcurso del año 60, pero yo lo leí siempre y lo sigo leyendo con mucha admiración.
Con quien tiene una relación personal estrechísima es con el maestro Jorge Enrique Adoum, cuéntame de sus afinidades y proyectos conjuntos.
Sí, claro con Jorge Enrique somos muy amigos, somos además de la misma generación y no te olvides que Jorge Enrique fue el Primer Premio de Poesía Casa de las Américas. Nuestra amistad es más profunda y hemos compartido mucho más. También mantengo cierta relación con Julio Pazos, otro ecuatoriano Premio Casa de las Américas, él también es un interesante comentarista de poesía.
Cuénteme de sus recuerdos y de sus relaciones con Alfonso Reyes y con Lezama Lima, dos cruciales escritores para el territorio del castellano que usted conoce a fondo.
A Lezama lo leí por primera vez cuando tenía 17 o 18 años de edad. Luego, un pintor extraordinario cubano me regaló un ejemplar de Orígenes. Por el año 48 se publicó una antología muy buena que hizo Cintio Vitier que se llamó: 10 poetas cubanos. Eran los poetas que después se conoció como el Grupo Orígenes, no todos los poetas tenían el mismo nivel, pero así entré en relación con Lezama, antes de conocerlo personalmente. Había conocido a Cintio Vitier y a Fina García Marruz, dos grandes poetas. Cintio está en este momento muy enfermo, lo cual es muy doloroso para mí.
Luego, un amigo me llevó a conocer a Lezama y con gran generosidad él me publicó varios poemas en Orígenes. He escrito varias veces sobre Lezama, largos estudios sobre la poesía de Lezama, uno de ellos está en el libro recientemente publicado titulado: La poesía contemporánea en Cuba. Con motivo de mis viajes a París, Londres o Estados Unidos, Lezama, me escribió cartas magníficas que yo reproduje después en un trabajo que se llama: Un cuarto de siglo con Lezama. Ahí están esas cartas y tuve un privilegio tristísimo, pues fui el único de sus grandes amigos que estuvo con él las vísperas de morir, que pudo conversar con él, pero no me despedí de él porque no pensé que estuviera grave.
Quien dijo las palabras ante la tumba de Lezama fue Cintio Vitier, yo tuve que viajar a Hungría, no pude hacerlo, y después publiqué Adiós Lezama en la Revista Casa.
Lezama fue un poeta que no se contentó con hacer de su obra una obra grandiosa, sino que tenía un sentido coral de la poesía y de la cultura. Desde muy joven participó en revistas con sus poemas y publicando siempre a otros poetas. La primera revista de Lezama, en la que fue secretario, se llamó Verbum. Ahí publicó su primer gran poema: “Muerte de Narciso”. Tiempo después, publicó una revista que se llamó Espuela de Plata y otras revistas, claro, la más importante fue Orígenes que apareció desde 1944 hasta 1956. Los primeros poetas jóvenes publicados en Orígenes fuimos Fayad Jamís y yo. Por supuesto los poemas de Fayad son infinitamente mejores que los míos, él es un poeta extraordinario.
¿Qué atesora de la gran amistad que mantuvo con Fayad Jamís?
Fayad fue un hermano, un poeta espléndido, un gran pintor, un gran ser humano, realmente un gran poeta. Cuando estaba enfermo yo le pedí que viniera a ocuparse de la editorial de la Casa de las Américas, porque además, era un editor espléndido, sobre todo de poesía. Era un hombre silencioso y modesto. Sabía que era un gran poeta y gran pintor. Yo quise engañar a la muerte, como en el cuento “Francisca y la Muerte” de Onelio Jorge Cardoso, y traer a Fayad aquí a la Casa a trabajar, pero desgraciadamente la muerte ganó la partida.
Él tenía un tipo de cáncer que podía ser más lento pero en su caso no se pudo detener la agresividad de la enfermedad.
Me tocó el triste privilegio de decir las palabras ante la tumba de Fayad.
Yo creo que Fayad publicó el primer gran libro de poesía de nuestra generación que se llamó Los párpados y el polvo, un libro precioso publicado en el año 54.
Tenía amigos de una bohemia intensa y de gran humildad en su manera de vivir, con muchas limitaciones materiales, sus amigos eran muy pobres también y pasaban hambre; eran: Pedro de Orá y Luis Marré, que acaba de obtener el Premio Nacional de Literatura. Había una gran figura de la cultura y el espíritu cubano que se llamaba Agustín Pi, él era el punto de unión entre Orígenes y los poetas hambrientos y bohemios, siempre los ayudaba. Agustín no escribió pero era el espíritu, era la transparencia en el aire de Orígenes. Hizo de la amistad un culto.
¿Hábleme más de ese Lezama con enorme sentido coral de la poesía y la cultura?
Lezama tenía una construcción coral no solo de la poesía, sino también de la cultura, porque no solo se dedicó a su obra sino que también se concentró a impulsar y publicar lo bueno que estaba en torno suyo, primero a los del grupo Orígenes, pero también se dirigió a escritores mayores, porque publicó a Alejo Carpentier y Dulce María Loynaz, y por otra parte a los más jóvenes como Fayad, Pablo Armando Fernández, yo mismo.
Lezama tuvo una vida muy singular, cuando no había cumplido 20 años participó en una manifestación famosa en Cuba, el 30 de septiembre de 1930,; los jóvenes salieron a protestar contra el tirano de turno llamado Machado, la policía los reprimió y uno de los manifestantes murió, se llamaba Rafael Trejo y en esa manifestación se recoge que participó jadeante y decidido José Lezama Lima.
Lezama era asmático y luego él contó, recreándola y reinventándola, la manifestación en su novela Paradiso. Lezama me contó que él pensaba que luego de la muerte de Trejo lo iban a escoger para escribir el manifiesto y me dijo que sintió mucho que no lo escogieran.
Lezama siempre conservó ese espíritu revolucionario que vivió aquella mañana del 30 de septiembre de 1930.
Joseíto vivía para la poesía y el espíritu, con apenas unos pesitos. Es el gran poeta que la lengua española ha producido. Fue muy combatido en vida, pues mucha gente quería publicar en su revista y quienes no publicaban se declaraban sus enemigos. Por cierto, hay algo que no se dice porque no se sabe mucho y es que ya en sus últimos años a Lezama le costaba mucho trabajo movilizarse y fue cuando pasó a ser parte de la nómina de trabajadores de la Casa de las Américas. Haydee Santamaría lo incluyó en la nómina y Lezama muere como trabajador de la Casa, él solo firmaba y cobraba su sueldo; todo esto gracias a esa mujer maravillosa que fundó la Casa de las Américas.
Para mí todos los recuerdos de Lezama son gratos. Hay un recuerdo más que me gusta contar, ya que cuando nació mi primera hija, quizá luego cuando ya tenía uno o dos años, Lezama fue a darle la cucharita del paladeo, una cucharita de plata que es la primera cucharita de la niña, y la niña estaba en su cuna y Lezama empezó a hablarle como si ella fuera un adulto, y la niña lo miraba con los ojos inmensos, y de pronto le vino el asma y la niña le dijo: más. Ella estaba hechizada. Tengo dos hijas y tres nietos. La primera hija es sicóloga y la segunda es médica y narradora.
¿Y su relación con Alfonso Reyes cómo fue?
A Reyes también lo había leído, igual que en el caso de Lezama, de Carrera Andrade, de Borges y de Octavio Paz. Le mandé un cuadernito mío, ese que se llamó: Elegía como un Himno y él me lo agradeció con una cartita. Esto fue en el año 51, ya en agosto del 52 me casé y el mismo día que nos casamos fuimos a México a pasar la luna de miel, ahora tenemos 57 años de casados con Adelaida, es alucinante.
En México teníamos un gran amigo pintor: Felipe Orlando, y él nos esperaba allí y nos llevó a la casa de Reyes que era una biblioteca, la llamaban La capilla alfonsina; luego escribí un artículo sobre el encuentro con Reyes. Mantuvimos una correspondencia que comenzó en el 52 y terminó en el 59 y que después publiqué.
Para mí siempre ha sido un maestro, mi gran maestro. Mi encuentro con Borges fue facilitado por Reyes y porque yo se lo citaba muchísimo, pues Borges admiraba mucho a Alfonso Reyes. Eran dos figuras que se admiraban mutuamente, a pesar de que los separaban muchos años, eran muy afines. O sea, que es bastante natural que yo admirara y leyera a Borges, a Reyes y a Lezama y a Octavio Paz.
Con Octavio Paz hice una amistad preciosa, esto fue en el año 60, me ayudó mucho en el tema del manejo de la diplomacia en esos años difíciles para Cuba, por desgracia luego se separó de la revolución, se volvió muy hostil. También se publicaron las cartas de Octavio para Lezama, para Fina y para mí, bajo el nombre de: Epistolario Cubano para Octavio Paz.
Ellos han sido mis referentes y amigos: Lezama, Cintio, Paz, Fina, Fayad. Ya que estamos hablando de estas grandes personas, también debo mencionar a los amigos de la revolución y míos tan entrañables como Julio Cortázar y Roque Dalton.
Roberto, ¿cómo evalúa actualmente el estado de salud del que goza la poesía cubana? ¿Cuáles son los poetas contemporáneos que destacaría dentro de lo que se escribe en la Isla?
Bueno yo quisiera conocer más de lo que se escribe en Cuba ahora, quizá en la medida en que la conozco, creo que diría que goza de buena salud. De los poetas de 20 años es difícil que un anciano como yo los conozca, los que conozco son muy buenos. De manera que hacer una antología de la nueva poesía cubana resulta complicado porque son muchos y muy buenos.
¿Y fuera de la Isla cree que están escribiendo bien esos escritores cubanos de la diáspora?
Conozco mucho menos a los escritores que están fuera.
El oficio de la escritura es su vida. Es profesor, escritor, ensayista, traductor, también ha sido editor, compilador. Pero me gustaría que me confiese en qué aguas se siente más confortable. ¿Cuál es el género en el qué más realizado y completo se siente?
Los poetas dicen: Retamar es un buen ensayista y los ensayistas dicen: Retamar es un buen poeta. Mi primer amor y mi gran amor es la poesía.
Creo que buena parte de mi ensayística viene de mi veta poética, pero los ensayos, a diferencia de los poemas, uno se puede proponer escribirlos.
Al menos yo nunca he podido proponerme escribir un poema Los poemas llegan o no llegan, por cierto, hace tiempo que no llegan y estoy bastante preocupado.
Son como pájaros que entran por la ventana y uno tiene que abandonar lo que está haciendo y simplemente escribirlo porque si no se va.
Entonces, en este momento la poesía no está siendo piadosa con usted, ¿ya no cree que la Poesía es la Piadosa?
La Piadosa. Yo creo que he sido injusto con el ensayista que soy, durante mucho tiempo me negaba a reconocerme como ensayista. Creo que hay cosas buenas y que no debo maltratar mis ensayos y el alma poética que se manifiesta en ellos, aunque de manera rara. Me ha sucedido, a veces, que quiero escribir un ensayo y me sale un poema o al revés. Cuando se cumplió el centenario del poeta Saint John Perse, en Francia Gallimard publicó un libro que se llama Cartas a la Extranjera, entonces las cartas en cuestión eran a una dama cubana, el amor secreto de Perse.
Yo no sabía quién era y no había ni historia, ni biografía de ella, y de repente era una cubana casada y era la amante del gran Perse. Lo más tremendo, pues me impresionó muchísimo, fue que en París en diciembre de 1955, yo vivía en la Casa de Cuba en París y la señora que dirigía esa casa, me llamó para que fuera en representación de la Casa al entierro de esta señora amante secreta de Perse, pues la Casa de Cuba fue un regalo de la familia de esta señora. Lo que supe, maravillado, es que yo estaba en el entierro de la amante de Saint John Perse. Y bueno, no me salía el ensayo que debía escribir y luego me salió un poema. El poema que hice está en el libro que se llama Aquí. Bueno, yo eché las rosas en el féretro de la amante de Perse, lo hice a nombre de Alexis para su amada Lily. Perse no se casó, mientras ella vivió, él se casó ya de 70 y tantos años. Siempre la esperó, fue un amor tremendo y la correspondencia es de un amor impresionante.
Datos Bio-bibliográficos
Roberto Fernández Retamar
(Cuba, 1930)
Bibliografía escogida:
Hemos construído una alegría olvidada. Poesías escogidas 1949-1988, Colección Visor de Poesía, España.
Aquí, Visor, Madrid, 2001.
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