Edad Media - Lírica culta - Enrique de Villena: Arte de Trovar, c. 1420
Libro de la sciençia Gaya
[La arte del trobar se llamava antiguamente en Castilla la gaya sciençia, como pareçe por el libro que hizo della don Enrique de Villena, intitulándola a don Íñigo López de Mendoça, señor de Hita, etc. Síguese algunos vocablos y cosas d’este libro] [...] Por la mengua de la sciençia todos se atreven a hazer ditados, solamente guardada la igualdad de las síllabas y concordançia de los bordones, según el compás tomado, cuidando que otra cosa no sea cumplidera a la rímica dotrina. E por esto no es fecha diferencia entre los claros ingenios e los obscuros. [...] [...] Maguer otras cosas arduas, vindicasen a sí mi intento, así que un travajo fuese reposo de otro trabajo [La traslaçión de Virgilio que hazía don Enrique de Villena de la Eneyda]. [...] E quise dirigir este tratado a vos, honorable e virtuoso cavallero don Íñigo López de Mendoça, pues que mis obras, aunque impertinentes, conozco a vos ser plazibles e que vos delectaes en fazer ditados y trobas, ya divulgadas y leídas en muchas partes. E por mengua de la gaya dotrina, no podéis transfundir en los oidores de vuestras obras las esçelentes invençiones que natura ministra a la serenidat de vuestro ingenio con aquella propiedat que fueron conçebidas. E vos, informado por el dicho tratado, seais originidat donde tomen lumbre y dotrina todos los otros del regno que se dizen trobadores para que lo sean verdaderamente. [...] Tomaréis algún depuerto [...] El consistorio de la gaya sciençia se formó en Françia en la çibdad de Tolosa por Ramón Vidal de Besaldú [...] Esmerándose con aquellas reglas los entendidos de los grosseros [...] Este Ramón, por ser començador, no fabló tan complidamente. Suçedióle Jofré de Foxá, monge negro, e dilató la materia, llamando a la obra que hizo Continuaçión del trobar. Veno después d‘éste Verenguel de Noya e fizo un libro de figuras e colores reptóricos. Depués escrivió Guilielmo Vedel de Mallorca la Summa vitulina. Con este tratado, porque durase la gaya sciençia, se fundó el collegio de Tholosa de trobadores, con authoridad y permisión del rey de Françia, en cuyo territorio es. E les dio libertades e privillegios e asinó çiertas rentas para las despensas del consistorio de la gaya dotrina. Ordenó que uviese siete mantenedores que hiziesen leyes [etc.] [...] Hizieron el tratado intitulado Leyes de amor, donde se cumplieron todos los defetos de los tratados passados. Este era largo, por donde Guillén Moliner le abrevió y hizo el Tratado de las flores, tomando lo sustançial del libro de las Leyes de amor. Después vino fray Ramón de Cornet e fizo un tratado en esta sciençia, que se llama Dotrinal. Éste no se tuvo por tan buena obra, por ser de persona no mucho entendida. Reprehendiósela Johán de Castilnou.[asumando]
Los vicios esquivadores, id est que se deven esquivar. [Después déstos no escrivió otro, hasta don Enrique de Villenal].[...]
Tanto es el provecho que viene d’esta dotrina a la vida civil, quitando oçio e ocupando los generosos ingenios en tan honesta investigaçión, que las otras nasçiones desearon e procuraron aver entre sí escuela d’esta dotrina. E por eso fue ampliada por el mundo en diversas partes. A este fin el rey don Joan de Aragón, primero d’este nombre, fijo del rey don Pedro segundo, fizo solepne embaxada al rey de Françia, pidiéndole mandase al collegio de los trobadores que viniesen a plantar en su reino el estudio de la gaya sciençia e obtóvolo. E fundaron estudio d’ello en la çibdat de Barcelona dos mantenedores que vinieron de Tolosa para esto, ordenándolo d’esta manera: que uviese en el estudio e consistorio d’esta sciençia en Barçelona cuatro mantenedores, el uno cavallero, el otro maestro en theología, el otro en leyes, el otro honrado cibdadano. E cuando alguno d‘éstos falleçiese, fuese otro de su condiçión elegido por el collegio de los trobadores e confirmado por el Rey. En tiempo del rey don Martín, su hermano, fueron más previllejados e acrecentadas las rentas del consistorio para las despensas fazederas, así en la reparaçión de los libros del arte e vergas de plata de los vergueros que van delante los mantenedores e sellos del consistorio, como en las joyas que se dan cada mes e para celebrar las fiestas generales. E fiziéronse en este tiempo muy aseñaladas obras, que fueron dinas de corona. Después de muerto el rey don Martín, por los debates que fueron en el reino de Aragón sobre la succesión, ovieron de partir algunos de los mantenedores e los principales del consistorio para Tortosa y cesó lo del collegio de Barçelona [...] Fue después elegido el rey don Fernando, en cuyo servicio vino [don Enrique de Villena, el cual procuró] la reformaçión del consistorio y señaláronle por el principal d’ellos [...] Las materias que se proponían en Barçelona estando allí [don Enrique]: algunas vezes loores de santa María, otras de armas, otras de amores e de buenas costumbres [...] E llegado el día prefigido, congregávanse los mantenedores e trobadores en el palaçio, donde yo posava. E de allí partíamos ordenadamente con los vergueros delante e los libros del arte que traían y el registro ante los mantenedores. E llegados al dicho capítulo, que ya estava aparejado e emparamentado aderredor de panyos de pared, e fecho un asentamiento de frente con gradas, en do estava [don Enrique] en medio e los mantenedores de cada parte, e a nuestros pies los escrivanos del consistorio; e los vergueros más baxo e el suelo cubierto de tapiçería. E fechos dos çircuitos de asentamientos, en do estavan los trobadores, e en medio un bastimento cuadrado tan alto como un altar, cubierto de pañios de oro, e ençima puestos los libros del arte e la joya. E a la manderecha estava la silla alta para el Rey, que las más vezes era presente, e otra mucha gente, que se ende llegava. E fecho silencio, levantávase el maestro en theología, que era uno de los mantenedores, e fazía una presuposiçión con su thema y sus alegaçiones e loores de la gaya sciençia e de aquella materia que se avía de tratar en aquel consistorio. E tornávase a sentan. E luego uno de los vergueros dezía que los trobadores allí congregados espandiesen y publicasen las obras que tienen fechas de la materia a ellos asignada. E luego levantávase cada uno e leía la obra que tenía fecha en boz intelligible. E traíanlas escritas en papeles damasquines de diversos colores, con letras de oro e de plata e illuminaduras fermosas, lo mejor que cada uno podía. E desque todas eran publicadas, cada uno la presentava al escrivano del consistorio. Teníanse después dos consistorios, uno secreto y otro público. En el secreto fazían todos juramento de judgar derechamente sin parçialidad alguna, segúnt las reglas del arte, cuál era mejor de las obras allí esaminadas. E leídas puntuadamente por el escrivano, cada uno d’ellos apuntava los viçios en ella contenidos. E senyalávanse en las márgenes de fuera. E todas así requeridas, a la que era fallada sin viçios o a la que tenía menos, era judgada la joya por los votos del consistorio. En el público congregávanse los mantenedores e trobadores en el palaçio. E yo partía dende con ellos, como está dicho, para el capítulo de los frailes predicadores. E, collocados e fecho silençio, yo les fazía una presuposición, loando las obras que avían fecho e declarando en espeçial cuál d’ellas mereçía la joya. E aquella ya la traía el escrivano del consistorio en pargamino bien illuminada e ençima puesta la corona de oro. E firmávalo yo al pie e luego los mantenedores. E sellávala el escrivano con el sello pendiente del consistorio. E traía la joya ante mí. E, llamado el que fizo aquella obra, entregávale la joya e la obra coronada, por memoria. La cual era asentada en el registro del consistorio, dando authoridat e liçençia para que se pudiese cantar e en público dezir. E acabado esto, tornamos de allí al palaçio en ordenança. E iva entre dos mantenedores el que ganó la joya. E levávale un moço delante la joya, con ministriles e trompetas. E llegados al palaçio, hazíales dar confites e vino. E luego partían dende los mantenedores e trobadores con los menistriles e joya, acompanyando al que la ganó fasta su posada. E mostrávase aquel avantaje que Dios e natura fizieron entre los claros ingenios e los oscuros [de donde pareçe que ventaje viene del vocablo italiano avante]. E no se atrevían los ediothas [...] [La difinición de sciençia según Galter Burley en la Summa de las artes:] sciençia es complida orden de cosas inmutables e verdaderas [...] E acatando seis instrumentos, siquiere órganos, que forman en el hombre bozes articuladas e literadas, es a saber pulmón con su continuo movimiento, sistolando e diastolando, reçibiendo aire fresco hazia sí e lançando el escalentado fuera del cuerpo por muchas partes, espeçialmente por la tracharchedía, que es la canna del resollo [etc.], percude, siquiere fiere el aire [...] El segundo, paladar [...] El terçero, lengua [...] El cuarto, dientes, que por compresión fazen zizilar a atenuar el son, siquiere adelgazar. El quinto, los beços [...] El sesto, la trachearchedía [...] No son las bozes articuladas en igual número çerca de todas las gentes, porque la dispusición de los aires e sitio de las tierras disponen estos instrumentos por diversa manera. A unos dilatándoles la canna, e por eso fablan de garguero; a otros, faziéndoles la boca de grant oquedat, e por eso fablan ampuloso; e a otros, faziendo las varillas de poco movimiento, e por eso fablan zizilando. E ansí de las otras diversidades. [...] Esta parte primera se dividirá en diez partículas. La primera, cuándo y por quién la letra latina fue hallada. La segunda, la difinición de la letra. La terçera, cuántas son las letras y qué figuras tienen. La cuarta, de los açidentes e de la mutaçión de sus figuras segúnt la diversidat de los tienpos. La quinta, del departimiento que han entre sí, segúnt las bozes que significan. La sexta, del son de cada una, por la conjunçión de unas con otras. La setena, cómo se muda el son de una en son de otras e se puede poner una por otra en çiertos lugares. La ochava, cómo se ponen algunas letras e no se pronuncian e otras se pronuncian, aunque no se ponen. La novena, en el escrevir, segúnt las reglas de los trobadores antiguos, cómo se deven situar. La dezena, de la abreviatura de las letras. [...] [San Isidoro en el primero libro de sus Timologías; Micer Armenio escrivió la Istoria florita]. [La antigüedad de la letra latina sácala así don Enrique de Villena en el Libro de la sciençia gaya]: Al terçero año que Nicostrato dio las letras a los de Italia, el rey latino hizo juntar sabidores y las reglas dadas por Carmenta fueron corregidas e llamóse letra latina. Fue esto deziocho años antes de la postrimera presa de Troya, la cual fue antes de la era de nuestro Salvador Jesuchristo por MCLXXXV años, según Phelipe Elephante en la glosa del Timeo de Platón, lo cual dize que sacó de las historias de los egipçianos. E la era de nuestro Salvador corre aora MCCCC e XXXIII, todo junto serán II MDCXXXVI años [...] Ocho diphtongos son avidos por leales, siquiere çiertos en el trobar. Es a saber: ai, ei, oi, ui, au, eu, iu, ou; éstos son de dos letras. Ia, ie, ue no son finos, que se llaman por otro nombre impropios. De tres letras se componen otros ocho: guay, uey, ioy, iuy, uau, ueu, uiu, uou. [...] [Mastre Gil fizo un tratado titulado Summa de proverbiar]. [Lenguagge, linagge, con dos ‘gg’]. [Algunos ditados antiguos o petafios]. Carmenta nombró a la f fiex e a la x xi, conforme a la apelación griega. Aa, Be, ce, de, ee, efe, ge, ache, ii, ca, ele, eme, ene, oo, pe, cu, erre, ese, te, uu, eques, y griega, zz, tilde. [...] [La h] el pulmón con su aspiraçión forma la h. La trachearchedía forma la a e la e e la i e la diferençia que entre ellas se faze es por menos respiraçión; que la a se pronunçia con mayor e la e con mediana e la i con menor. El paladar, con su oquedat, forma la o e la k, pero la o ayúdase con los beços. La lengua forma la r, firiendo en el paladar; e la d e la t e la 1, firiendo en los dientes; e la y griega, ayudándose con paladar e dientes; e la n e tilde, firiendo muellemente en los dientes medio cerrados. E los dientes forman la z apretados, zizilando; e la x e la g, ayudándose un poco con la lengua. Los beços con clausura e aperiçión forman la b, f, m e la p e la q; e la v, aguzando con alguna poca abertura e ayudándose de la respiraçión. Algunos quisieron atribuir la pronunçiaçión de la o a los beços, porque se aguzan e abren en forma çircular. Pero mayor operaçión faze en ello el paladar e por eso a él fue asignada de suso. [...] [Alphabeto de Carmentas:] [El de los longobardos:] A la ‘fiex’ llamaron ‘fi’. Y a la ‘h’ ‘aca’. [El de los godos:] [...] Después que la tierra se perdió en tiempo del rey don Rodrigo, como se perdieron los estudios de Toledo e los de Çamora e de Ávila, corrompióse el uso e reglas de la letra góthica o usaron de tales figuras:E dixeron a la f efe, e a la x eques. [...]
Toledo se llamava Fajén; e Çamora, Numançia; e Ávila, Ábila. Después, recogidos los christianos en el Monte Sacro en Asturias, e peresçieron los saberes entr’ellos; y aun el escrevir y leer por diuturnidad de tiempo. Desque fueron conquistando, sintieron la mengua de la perdida letra e embiaron a la isla de Ingalaterra por maestros que tuviesen escuelas de escrevir y leer y grammática e mostráronles un tal alfabeto: Llamaron la letra anglicana e dezían a la h aque, pero los d’este regno no podían pronunçiar sino ache Tomaron de los moros las colas de las letras rebueltas e el liamiento de los vocablos e tildes grandes e el tener de la péndola e’l leer en son. Corrompióse el anglicano e uvo éste: E éste á llegado fasta el uso d’este tiempo [...] Allende el son particular que cada letra por sí tiene, cuando se conjungen unas con otras forman otro son. Esta formaçión se entiende en dos maneras, una en general, otra en espeçial. La general en tres, es a saber, plenisonante, semisonante, menos sonante. Cuando la letra es puesta en prinçipio de dición, toma el son más lleno e tiene mejor su propia boz e por eso es dicha plenisonante, es a saber aviente su son lleno. Cuando es puesta en medio de dición, no suena tanto e difúscasse el son de su propia boz. Cuando es en fin de la diçión, del todo pierde el son de su propia boz o suena menos que en el medio. E por eso es dicha menos sonante. La espeçial manera es considerando la condición de cada una, segúnt la conjunçión en que se halla. Así como las vocales, que allende de la regla general dicha, por espeçial razón son algunas vezes plenisonantes, aunque sean falladas en medio de dición, así como diziendo vas, ven, diz, joy, luz; que, maguer que las vocales puestas en estas diciones estén en medio, retienen su lleno son, por la plenitud de la voz vocal, que les ayuda. E algunas vezes las tres vocales a e o suenan de otra manera con son semisonante o menos sonante puestas en medio de diçión e fin, así como quien dize proëza, grana, honor, que la e en la primera diçión es semisonante e la a en la segunda, e la segunda o en la terçera. Esto les acaeçe por la conjunçión de las precedentes letras, que se lían e encorporan con el son de la vocal en composiçión de bozes. E por eso la vocal pierde parte de su lleno son. Estas tres vocales puestas en mitad de diçión sin mudar la postrimera letra tienen a vezes lleno son y otras medio. Quien dize vas da medio son; e si dixese paz, daríale lleno; diziendo vos es semisonante, diziendo pos es plenisonante. E si dixese pres, aquella e es plenisonante; e si dixese tres, es semisonante. E porque gozan de amos los sones según el ayuda del prinçipio, dízense utrisonantes. La v e la i en prinçipio de vocal se hazen consonantes. Cuando la g con vocal se junta, así como a e u, tiene son suave, como quien dize plaga, dragón, daga. E esto es con la a. E con la e, así como llegué, pagué, con la u, así como guardar, guiar. Pero cuando se junta con e e con i, entonçes suena fuerte, como quien dize linagge, girón, girconça. En el fin quitan la e pug [Alberic]. La l se dobla para hazerla plenisonante al prinçipio e al medio. En el fin nunca se dobla, sino en la lengua limosina. Cuando la r es semisonante, no se dobla: ara, ira. Cuando es plenisonante, dóblase, error. En prinçipio de diçión, es plenisonante; no se dobla: rey, roque, roçín. En los nombres propios, en medio de diçión es plenisonante y no se dobla: Enrique, Ferando. La p e la b algunas vezes fazen un mesmo son, como quien dixese cabdinal, que también se puede dezir capdinal. E t e d eso mesmo convienen en son, en fin de diçión, así como quien dize çibdad, que se puede fazer con d e con t. En prinçipio son disonantes. La q e la c convienen en son en principio de dición. Quantidad se escrive con q, calidad se escrive con c. La k conviene con este son, diziendo karidad, pero tiene esta espeçialidad la k, que no se puede poner sino en prinçipio de dición e todavía es plenisonante. La m e la n convienen en son algunas vezes en medio de dicion, así como diziendo tiempo, que, aunque se escrive con m, faze son de n. E si lo escriven con n, faze el mismo son. E por eso algunos lo escriven con n, aviéndose de escrevir con m. En los nombres propios que es menester que la pronunciación sea fuerte, ponen en medio aspiraçión: Matheo, Anthonio. La x nunca es plenisonante, doquier que se ponga; antes muda algunas vezes su son, a vezes en c, a vezes en g; así como quien dize bux, flux, que se escriven con x e fazen son de g; fix escrívese con x e faze son de c. La z algunas vezes en el fin tiene son de c: pec por pescado, que se escrive con c e tiene son de z. Otras vezes es semisonante: prez. Las vocales son çinco: a, e, o, u; porque la i es la quinta, sirve en la cuenta por çinco. Las mutas son nueve: b, c, d, f, g, k, p, q, t. Las semivocales son çinco: l, m, n, r, s. Las estraordinarias son tres: x, y, z. Los sinos son dos: h, La l en la cuenta se toma por çincuenta, porque es la quinta de las semivocales e primera d’ellas [...] Dexaron de llamarse semivocales e llamáronse líquidas [...] [Pónense unas letras por otras]: c se muda en z: az; b por p: cabdinal, capdinal; c por k; d en t: cibdad, cibdat, la m en n: compromisso (algunos se atreven a escrevir compromisso). La f se muda en p ayudada de la aspiraçión h, como quien dize Phelipe, la o en u: peconia, pecunia, furca, forca. La u latina siempre se muda en castellano en o. La g se muda en i: juego, Jhesús; la j en g; gentil. La ç se muda en z: Zamora, Gormaz, Gormaç. La b se pone por la p: estribo avíase de dezir estripo, derivándose de pie. En lugar de d se pone t en fin de dición: brevedat. Por la f se pone p, como quien dize philósopho. Por la g se pone j, como quien dize junça. Por la k se pone c, como quien dize cavallo. Por la m se pone n, como quien dize tienpo, ca se avía de escrevir con m, pero, según el uso moderno, se escrive con n. La p se muda en b, como quien dize cabdillo, que se avía de poner con p, la q por c, como en quantidad. Algunas letras que se ponen e no se pronunçian: quien dize philosophía pronunçia f e no se pone. Quien dize cunyo pronuncia q e no se pone. Cantar pronunçia k e no se pone. Sciencia pónese s y no se pronunçia. Psalmo pónese p e no se pronunçia. Honor pónese h e no se pronunçia; ha, por tiene, ponese h e no se pronunçia. En los nombres propios pónese h e no se pronunçia: Marcho. La e, cuando viene déspues de muta, no suena sino el son de la muta, porque termina en ella. Así como be, que faze son de b e se encubre la e. E esto acaeçe porque en el leer no se pone letra pronunçiada por sí, sino copulada con otra, salvo las vocales, que se ponen en algún lugar por sí: así como la o en la dijuntiva e la e en la conjuntiva e la a en la relativa. E aquellas letras que se ponen e no se pronunçian según el común uso algo añaden al entendimiento e significación de la diçión donde son puestas. Aquí puede entrar magnífico, sancto, doctrina, signo, etc. [...] De la situaçión de las letras según los trobadores antiguos. Situaron en tal manera las letras que fiziesen buena euphonía, siquiere plazible son, e se desviaron de aquella posición de letras que fazía son desplazible. E por eso, en fin de diçión, donde era menester doblar la l, ponen una h, en lugar de la postrimera l, como quien dize metalh, por temprar el rigor de la segunda l con la aspiraçión de la h. E donde venía g en medio de diçión sonante fuerte, pónenle antes una t, así como por dezir linagge ponen linatge, paratge. Esto se haze en la lengua limosina. En la castellana lo imitan en mucho, que aquel mu suena débilemente e anyadiéronle una tilde en lugar de n entre la u y la c e escriven mcho; o por dezir como escriven coo. E porque la d, cuando viene çerca de o siguiente suena débilemente, anyadiéronle una g, como por decir portado, portadgo; infatado, infatadgo, e entonçes suena la d. E porque la h en prinçipio de diçión faze la espiraçión abundosa, en algunas diçiones, pusieron en su lugar f, por temprar aquel rigor, así como por dezir hecho ponen fecho, e por herando, ferando, e por dezir meyo dizen medio. E algunos por templar el rigor de la r ponen en su lugar l; así como por dezir prado dizen plado. Cuando la a se encuentra con la t, difusca el son; por eso le acorren con una c en medio; así como por dezir prática escriven práctica. E según el antiguo uso, chi dezié qui e che dizié que, e para le fazer dezir chi anyade otra c, como quien dize acchilles o saccheo. E por dezir año, que ponen en lugar de la segunda n una y griega, así: anyo, que adulça el son. E la tilde suple la boz de la n que se quita. E cuando la i se encuentra con la s suena poco, e por eso la ayudan con la consonancia de la x en medio; así como por dezir misto se pone mixsto. Tiene la e la misma condiçión; e, así, por dezir testo se escrive texsto. E, cuando la n se encuentra con la t, suena débilemente; e para le fazer sonar, acórrenle con una c, como por dezir tanto se escrive tancto. E la c, cuando es puesta entre vocales, faze agro son; e por lo temprar, en su lugar ponen t, pronunçiándola como c, con muelle son, como quien dize illuminatión. E la x al principio retrae el son de s, mas faze el son más lleno; e por eso por dezir setaf escriven xetaf. E cuando la o se encuentra con la b en medio de dición detiene la boz; e por eso en su lugar ponen v, como por dezir cobdo escriven covdo. E cuando la y griega sigue a la e en medio de dición, faze detener la boz; e por eso en su lugar ponen g, como por dezir reyno, que escriven regno. Guardáronse los trobadores de poner un vocablo que començase en vocal tras otro que acabase en ella, como casa alta, que aquellas dos aes confonden e detienen la boz. También aconteçe esto en la r: fazer razón. E cuando el precedente acaba en s e el siguiente comiença por r: tres Reyes. Ay d’esto sus excepciones, que se sufren poner estas vocales o letras arriba dichas en fin de pausa, donde se descansa, o en medio de bordón. Y entonçes no es inconviniente que la pausa siguiente comiençe así. Exemplos:Tancto fuy de vos pagado,
olvidar que no lo puedo.
O quien dize:Quien de trobar reglas primero dio.
O quien dize:Cuando querrás resçebir la dotrina.
Y del todo se quita el inconviniente cuando la una viene en fin de bordón e la otra en el bordón siguiente inmediato, como quien dize:Vuestra bondat por ser de mí loada
avrá sazón sea más conoçida.
También cuando es diptongo en que se acaba el vocablo puede el que se sigue començar en vocal, como quien dize:Cuidado tengo yo de ti, ay alma,
por tu mal fazer.
Venir un diptongo en pos de otro, sin medio de otra dición, faze mal son e abrir mucho la garganta, como quien dize:Pues que soy yunque sufriré.
También es son impertinente acabar la dición en m e la otra començar en vocal, aunque se salva por la sinelimpha, figura de quien se dirá en la distinçión terçera. Y cuando acaba una en consonante y otra comiença en ella, prinçipalmente si fueren de un son, como quien dize corral losado, paret tasa o calles secas. E así hizieron en otras muchas. Como en lugar de teçer, que suena graçialmente, dixeron texer, quitando la ç e puniendo la x, que abiva el son de aquella diçión; e por fisar, fixar, e la diçión linage, linagge, para abivar la a; en Cristo, Cripsto [...] Abreviaturas de diversas sciencias: Orthogrophía. Los grammáticos: los casos Los lógicos: Los rhetóricos: Los arism: Los legistas ponen por digestos dos ff, porque los griegos dizen esta figura digama, siquier doble g, e porque tiene comienzo de dig, pónenlo por digestis; por párrafo ponen ¶; por códice, c, por ley, l; e por re judicata, r. ju. Canonistas, li. pe., lite pendente, PP, papa; q, cuestión; co, consagración. Los mercaderes: por sueldo ponen ff, por florín, flo; por dobla, do; por cafíz [aora dezimos cahíz], cfª, por fanega, fª, por trigo, tº, por cevada, çª, por dinero, diº, por maravedí, z [...]Y la guía de la madre
era la sangre del hijo
Lo que aora dezimos soberano en los libros antiguos está somerano, que parece que viene de summus. En el libro de Ramón Lull de Mallorca: «e si por aventura ellos sopiesen la manera cómo nós creemos en la somerana e divina Trinidad». [...] Pieça, vocablo equívoco: pieça por aposento, pieça por espacio de tiempo, pieça por pedaço, pieça de vaca, pieça de paño [...]En acordarme quien fui
la memoria me lastima [...]
http://www.mundofree.com/poeticas/www.cervantesvirtual.com
Datos Bio-bibliográficos
Enrique de Villena
(Cuenca, 1384-1434)
Bibliografía escogida:
Obras completas I y II, Turner, 1994.
Los doce trabajos de Hércules, Vicente García Editores, 1995.
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