Renacimiento - Otros renacentistas - San Juan de la Cruz: Prólogo a Cántico, 1583


Declaración de las Canciones que tratan del ejercicio del amor entre el alma y el Esposo Cristo, en el cual se tocan y declaran algunos puntos y efectos de oración, a petición de la Madre Ana de Jesús, priora de las descalzas en San José de Granada, año de 1584.

Prólogo
1. Por cuanto estas Canciones, religiosa madre, parecen ser escritas con algún fervor de amor de Dios, cuya sabiduría y amor es tan inmenso, que, como se dice en el libro de la Sabiduría, toca desde un fin hasta otro fin (8, 1), y el alma que de él es informada y movida en alguna manera esa misma abundancia e ímpetu lleva en el su decir, no pienso yo ahora declarar toda la anchura y copia que el espíritu fecundo del amor en ellas lleva; antes sería ignorancia pensar que los dichos de amor en inteligencia mística, cuales son los de las presentes Canciones, con alguna manera de palabras se puedan bien explicar; porque el Espíritu del Señor que ayuda nuestra flaqueza, como dice San Pablo (Rom 8, 26), morando entre nosotros, pide por nosotros con gemidos inefables lo que nosotros no podemos bien entender ni comprender para lo manifestar.
Porque ¿quién podrá escribir lo que a las almas amorosas, donde el mora, hace entender? Y ¿quién podrá manifestar con palabras lo que las hace sentir? Y ¿quién, finalmente, lo que las hace desear?
Cierto, nadie lo puede; cierto, ni ellas mismas, por quien pasa, lo pueden. Porque ésta es la causa por que con figuras, comparaciones y semejanzas, antes rebosan algo de lo que sienten y de la abundancia del espíritu vierten secretos y misterios, que con razones lo declaran.
Las cuales semejanzas, no leídas con la sencillez del espíritu de amor e inteligencia que ellas llevan, antes parecen dislates que dichos puestos en razón, según es de ver en los divinos Cantares de Salomón, y en otros libros de la Escritura divina, donde, no pudiendo el Espíritu Santo dar a entender la abundancia de su sentido por términos vulgares y usados, habla misterios en extrañas figuras y semejanzas. De donde se sigue que los santos doctores, aunque mucho dicen y más digan, nunca pueden acabar de declararlo por palabras, así como tampoco por palabras se pudo ello decir. Y así, lo que de ello se declara, ordinariamente es lo menos que contiene en sí.
2. Por haberse, pues, estas Canciones compuesto en amor de abundante inteligencia mística, no se podrán declarar al justo, ni mi intento será tal, sino sólo dar alguna luz general, pues V. R. así lo a querido. Y esto tengo por mejor, porque los dichos de amor es mejor declararlos en su anchura, para que cada uno de ellos se aproveche según su modo y caudal de espíritu, que abreviarlos a un sentido a que no se acomode todo paladar. Y así, aunque en alguna manera se declaran, no hay que atarse a la declaración; porque la sabiduría mística, la cual es por amor, de que las presentes Canciones tratan, no ha menester distintamente entenderse para hacer efecto de amor y afición en el alma, porque es a modo de la fe, en la cual amamos a Dios sin entenderle.
3. Por tanto, seré bien breve; aunque no podrá ser menos de alargarme en algunas partes donde lo pidiere la materia y donde se ofreciere ocasión de tratar y declarar algunos puntos y efectos de oración, que, por tocarse en las Canciones muchos, no podrá ser menos de tratar algunos.
Pero, dejando los más comunes, trataré brevemente los más extraordinarios que pasan por los que han pasado, con el favor de Dios, de principiantes. Y esto por dos cosas: la una, porque para los principiantes hay muchas cosas escritas; la otra, porque en ello hablo con V. R. por su mandado, a la cual nuestro señor ha hecho merced de haberle sacado de esos principios y llevádole más adentro al seno de su amor divino.
Y así espero que , aunque se escriban aquí algunos de teología escolástica cerca del trato interior del alma con su Dios, no será en vano haber hablado algo a lo puro del espíritu en tal manera; pues, aunque a V. R. le falte el ejercicio de teología escolástica con que se entienden las verdades divinas, no le falta el de la mística, que se sabe por amor, en que no solamente se saben, mas juntamente se gustan.
4. Y porque lo que dijere, lo cual quiero sujetar al mejro juicio, y totalmente al de la Santa Madre Iglesia, hago más fe, no pienso afirmar cosa de mío, fiándome de experiencias que por mi haya pasado, ni de lo que en otras personas espirituales haya conocido o de ellas oído, aunque de lo uno y de lo otro me pienso aprovechar, sin que con autoridades de la Escritura divina vaya confirmado y declarado, a lo menos en lo que pareciere más dificultoso de entender. En las cuales llevaré este estilo: que primero las pondré las sentencias de su latín, y luego las declararé al propósito de lo que se trajeren.
Y pondré primero juntas todas las canciones, y luego por su orden iré poniendo cada una de por sí para haberla de declarar; de las cuales declararé cada verso, poniéndole al principio de su declaración, etcétera.

Fin del prólogo.

Fuente: San Juan de la Cruz, Obras completas, Editorial de espiritualidad, 1992.

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Datos Bio-bibliográficos

San Juan de la Cruz

(Ávila, 1542-Jaén, 1591)

Bibliografía escogida:
Obras completas, Editorial Espiritualidad, Madrid, 1992.
Enlaces:
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