Barroco - Otros barrocos - Alonso López Pinciano: Filosofía antigua poética II, 1595


Epístola segunda

O prólogo de la Philosophía antigua.

Frag. 1.

Domingo, antes de dos días de los Idus de Abril deste presente año, señor don Gabriel, me dieron la respuesta a la Epístola que de la felicidad os escriuí; y en ella me mandáys os embíe vna Arte Poética en romance, y más nueuas, especial de lo que ha passado entre los tres compañeros, F[adrique], digo, V[go] y el P[inciano]. Assí lo haré y os escriuiré nueuas más nueuas que las passadas; y son: que Lucano en su Farsalia fué historiador, y Platón, en sus Diálogos, poeta. El día siguie[n]te que vuestra letra ley, hallé a F[adrique] con el compañero dicho Vgo; yo les saludé y ellos a mí; y, como que yo no huuiera venido, F[adrique] prosiguió diziendo: Mal se puede juzgar de las obras que no traen co[n]sigo las razones por que fueron hechas, y assí soy de parecer q[ue], dexadas éstas a vna parte, tratemos de aquellas q[ue] traen ju[n]tas consigo sus causas. V[go] respo[n]dió que le parecía bien; mas el P[inciano], que no lo entendió, preguntó quáles fuessen aquellas obras; a lo qual respondió F[adrique]: Los libros y las sciencias que da[n] las causas y motiuos de las cosas; que el saber no es otra cosa que el conocer por las causas. A tiempo estamos, dixo P[inciano], que yo traygo vna pregunta tocante a este articulo. Pregunto, digo, señores: ¿Qué arte, de las Poéticas que en Castilla andan vulgares, da mejores causas y razones de lo que dize? Porque vn mi amigo me embía a pedir vna y no le querría embiar que tuuiesse de desaprender después. F[adrique] dixo entonces: Aquí está el señor Vgo, q[ue] [pág. 74] podrá mejor que yo dar essa resolución, como quie[n] fué laureado en la Vniuersidad de Polonia. V[go], resp[ondió]: Yo confiesso que recebí esse honor indignamente; y también, que vale más vn bien sciente como vos que no vn mal experto como yo. F[adrique] quisiera responder, y el P[inciano] le embargó diziendo: Yo no entiendo por qué estos lauros y coronas se den a los poetas, y a los históricos dexen mochos y pelados. Fadrique respondió: Coronas han quedado para los históricos y aun para otros; coronada fué Clío y professó historia; y coronada Vrania y professó astrología; y coronados fueron todos los varones y matronas insignes y señaladas en virtud. El Pinciano dixo entonces: Yo no sé qué virtud es la destos poetas, si Hesiodo dize:

Yo no quiero tener obras de justo, Ni que carezca mi hijo de injusticia, Malo es seguir el hombre la justicia, Pues más derecho alca[n]ça el hombre injusto.

Y Iuuenal confirma diziendo assí:

Atréuete a una hazaña que sea digna De grillos y cadena, y serás algo.

Y Terencio no contradize, quando en va de sus comedias dize:

Hasta agora no vi día Que la justicia se meta En punir a la alcahueta, Ni tampoco lo querría.

Y vltra desto, sabemos quién fué Ouidio y Marcial y otros assí; los quales dexaron muchas semillas no buenas. Dicho esto, Vgo respondió assí: Si las objeciones todas q[ue] contra la Poética ay, fueran [pág. 75] como éssas, presto eran deshechas; porque Hesiodo no aconseja, en esse lugar, ni tampoco Iuuenal en el suyo mas antes reprehenden diestramente a los magistrados y juezes; lo qual más claramente hizo el Iuuenal en otra parte dizie[n]do:

A los cuervos licencia dan las leyes, Y a las palomas simples, el castigo.

Y, en lo que toca a Terencio, es de saber que no habla el autor por boca de su persona, ni de otra alguna que sea justa y buena, sino por boca de vna alcahueta, la qual. con mucha razón, desseaua que las de su officio no fuessen castigadas. Esto hizo el poeta prudentíssimamente por guardar la verisimilitud. A lo que Ouidio y Marcial, confiesso alguna libertad demasiada, mas, con esto, sé q[ue] el vno y el otro dizen. El vno:

Lasciuo en letra, mas en vida honesto.

Y el otro:

Mi vida es buena y mi pluma burlona.

El P[inciano] replicó: Con todo esso, hazen mucho daño a la república los semejantes poetas; que, aunque el escritor sea en sus costumbres bueno, si no lo es en los escritos, será de mucho más perjuyzio que si al contrario fuera. F[adrique] dixo entonces: No me parece mal la razón del Pinc[iano], y me parece bien la de Quintiliano, el qual enseña los poetas que deuen ser elegidos y leydos. De lo qual consta que entre ellos ay, como entre todos los demás hombres del mundo, buenos y malos: y assí se deuen seguir los buenos, como son vn Homero y vn Virgilio y semejantes heroycos; los quales leua[n]tan los ánimos a los oyentes con la grandeza de las cosas q[ue] trata[n]. So[n] buenas las trágicas lecciones por la magestad [pág. 76] de las cosas y suauidad del lenguaje; y si las comedias son bien acostumbradas, deuen ser escuchadas por la elegancia que contienen; y los poetas líricos, por la doctrina y sentencias de que está[n] adornados; y, finalmente, digo que tengo por impossible que vno sea buen poeta y no sea hombre de bien. F[adrique] calló y el P[inciano] dixo: Bien me parece esse parecer de Quintiliano, y que sean los poetas como los alcalleres que, los que hazen los vasos bien hechos y maziços, son buenos, y los que desproporcionados y frágiles, son malos. Muy grande agrauio, dixo Vgo, se hace a la Poética en essa comparación, porque, siendo arte liberal, es comparada a la seruil. El P[inciano] replicó entonces: Esso de arte no entiendo bien, aunque lo he oydo dezir otras veces. A esto respondió Vg[o]: Arte es, segú[n] Arist[óteles], en los Ethicos a Nichómacho, y en los Gra[n]des se colige, vn hábito de hazer las cosas con razón, digo, siguiendo el vso della; y desta manera un arte la de amar de Ouidio y desta manera lo es la Poética. Doy exemplos de arte noble qual ésta y de arte vil como aquélla Paréceme que lo entiendo, respondió el P[inciano], mas desseara saber mas, y es: ¿en qué está el ser vil vna arte? Y por ay ent[n]deremos si la Poética escapa dello. A esto dixo Vgo: Según la difinición dada, consta que, assí las que dizen artes liberales como las mecánicas y los que oy dezimos officios, son comprehendidos debaxo deste nombre arte. Esto supuesto, digo, que el Philósopho, en sus Políticos, toca esta materia d[e] las artes viles y de las nobles diziendo assí: «Por vil exercicio deue ser tenida la arte toda y disciplina que, o el cuerpo, o la alma del hombre aparta del vso de la virtud. Y [pág. 77] assí es conforme a razón que el Arte de amar y semejantes son viles, como las que el Philósopho ay dize, que ocupan el entendimiento en cosas a las quales acompaña siempre la mentira. Ya me entiende F[adrique] por quienes hablo. Muy bien, dixo F[adrique], y, para que sepáys que os entiendo, os tengo de co[n]tar vn cuento breue. Siruióse vn señor gran tie[m]po de vn criado, en officio de moço de cámara, al qual, por ser ya muy crecido, promouió en otro ministerio que era sugeto al contador. Este contador le tornó cuentas de la hazienda que a su cargo tenía y las halló ta[n] malas, que dixo al señor: Por descargo de mi conciencia, digo que fulano no co[n]uiene para el seruicio de V. S.; y, co[n] esto, le dió las razones harto suficientes. El señor se quedó pensatiuo gran rato y dixo al contador: Esse ho[m]bre, de quien me traéys ta[n] mala nueua, me sirvió muchos años en otro officio muy bien y legalme[n]te, co[n] toda verdad y llaneza; y, si agora se ha trocado, creedme q[ue] no va en él, sino en el empleo q[ue] le di, yo le quitaré dél y él será, sin duda alguna, otro de lo que agora le auéys visto y boluerá a tratar su antigua verdad. Assí dixo F[adrique], y los oyentes se rieron no poco de la gracia. Y, después, F[adrique] tornó diziendo: Este es el officio vil que al hombre, como dize Arist[óteles], aparta del vso de la virtud y de la verdad, y el que en él se exercita ordinariamente, dize mil juramentos y mentiras por vn muy poco interés. Esto digo en general y por razón de la arte; que yo he visto ho[m]bres que, aunque exercitan artes mentirosas, son de mucha verdad y llaneza. El P[inciano] dixo entonces: ¿Inclinan las artes como las estrellas? Sí; ya me voy acordando de la salsa de Esopo y cómo comieron [pág. 78] della todos los oficiales, y no menos, los costureros. Mas, si por dezir mentiras es vil vna arte, no sé yo quál lo es más en el mundo que la Poética, que toda ella es mentira y fullería. F[adrique] se rió mucho de la réplica, y, dexando de responder a la objeción, rebentó en alaba[n]ças de la poesía desta manera: Ninguna arte que la Poética es de las gentes más frequentada y ninguna menos entendida por su mucha dificultad. Esta alcançaro[n] los philósophos antiguos y significaron, por la mucha solicitud que para la auer pusieron y, por el grande premio que a ella depositaro[n], era el trabajo subir al monte del Parnaso, y era el premio la corona del laurel. El P[inciano] se quiso pagar y, riendo, dixo: ¡O, son, a mi parecer, en esta parte, los poetas como aquellos antiguos que, andando en busca de las Islas Afortunadas, a fin de traer mucho oro, después de muchos trabajos, las hallaron, y, en ellas, vn azebuche sólo! Mas pregunto: ¿Qué cosa es esta del Parnaso y de la corona?; que ya sé que los Poetas siempre habláys por vnos rodeos exquisitos y peregrinos. Vgo dixo: Yo quiero, con licencia, responder a esta pregunta, como quien començó a subir la áspera cuesta del monte, y como quien recibió la corona dada de gracia y en merced antes de la auer subido. La corona, señor compañero, es la honra, a la qual muchas vezes sigue la inmortalidad de la fama; y la subida deste monte alto es el trabajo, ayuntado al natural ingenio. Y, si queréys saber qué tal ha de ser el trabajo, leed a Horacio, el qual dize que se ha de exercitar con abstinencia de vino y Venus, y con sudor y frío y madrugar [pág. 79] y trasnochar; y que la obra salida desta abstinencia, sudor y vela ha de ser muy buena, porque la que no es buena, es mala; y que deue estar, después del título de buena, guardada en casa nueue años, como criatura en el vientre, cerrada al pueblo, mas no al autor, el qual la deue visitar por momentos. Esto es lo que Horacio dize; mirad vos si tanto trabajo merece bien la corona del laurel con honra, y aun con la inmortalidad de la fama.

Honra.

Callaron vn rato y, después, Vgo dixo al Pinciano: ¿Qué, señor, os parece?

Frag. 2.

Y el Pinciano: Que en lo difficultoso está lo hermoso, como dize Platón. Y en esta Poética veo lo diffícil y arduo, mas no la hermosura; porque, si la beatitud y buena vida está en la virtud honrada y en los bienes externos, como me auéys enseñado, los poetas deurían ser honrados, y lo dexan de ser, y premiados, y no lo son. Yo, a lo menos, más jugadores he visto ricos que no poetas, aunque dize la fama que nunca el jugador fué rico. De los vnos y de los otros. y de los que quieren hazer oro son muchos los pobres. Fadrique dixo: Mas, tornando otra vez a la estimación y vileza de las artes, digo que en la Poética se cumple el refrán que dize «pobreza no es vileza»; y algunas vezes el consequente, que dice: «mas haze la hazer». Y esto es también común a otras artes liberales, las quales de nobles se hazen viles por el mal vso; que, como el músico que se alquila, el poeta que se vende o adula, de noble haze su arte vil [pág. 80], mas el músico y el poeta que su arte exercita a fin y intento de enseñar desinteressadamente, conseguirá su arte en la franqueza y libertad que ella nació. Lo que de aquí se colige es que ay vnas artes que son siempre viles, como las que primero diximos effectiuas; y que otras son siempre nobles, como las contemplatiuas puras; y que ay otras medias, las quales tienen lugar medio, como la música, poética y otras semejantes, las quales fueron inuentadas para dar deleyte y doctrina juntamente. Y de la vna y de la otra digo que son artes nobles y dignas de ser sabidas de qualquier hombre digno; el cual, ya que no las exercite, a lo menos terná suficiencia para juzgar dellas, y, juzgando, gozar mejor de su suaue entretenimiento. Aquí el P[inciano] se opuso, diziendo. Las artes que sólo aspiran al deleyte propio muy malas fueron acerca de toda buena philosophía. F[adrique] dixo entonces: El que dize que la música y poética arte es causa de más deleyte al que la tiene, no niega que no lo sea de lo vtil y honesto. Tres prouechos traen estas artes, como, por exemplo, de la música Arist[óteles], en sus Políticos, enseña: el vno, alterar y quietar las passiones del alma a sus tiempos conuenientes; el segundo, mejorar las costumbres; el tercero es el q[ue] agora diximos diuertimie[n]to y entretenimiento. Bien estoy con esso, dixo el P[inciano] y justo es que vn gentil hombre, por lo que dicho auéys, entienda a la poética y música, pero que no las exercite más que en la lección y oydo, pues por tan viles son tenidas en común opinión por los hombres. A esto me persuade lo que los antiguos hablaron de Iúpiter, los quales nunca le hizieron músico ni poeta. Assí lo [pág. 81] enseña el Philósopho, en el octauo de sus Políticos, y que la diosa Minerua arrojó la flauta que auía començado a tocar; dizen que vía el feo semblante que el tocarla la hazía, mas, segú[n] el Philósopho significa, no fué sino porque a la grauedad de la diosa de la sciencia y prudencia no co[n]uenía el vso de otro instrumento que el entendimiento. Esto mismo podríamos dezir de la Poética, y que el vso della no sólo no tiene hermosura, mas que trae consigo mucha fealdad. F[adrique] dixo entonces: Passo; no tanto mal; mucha diferencia ay de la poética a la música. ¿Vos no veys que ésta tiene su essencia toda en el mouimiento, y aquélla, en el término; y que, assí como la dança, la música espira con la mudança; mas la poética obra queda siempre perpetua, fixa y permaneciente, y que, por su constancia, da a entender su grauedad mayor? Lo qual hallaréys en q[ue] el Philósopho, en el séptimo de sus Methaphysicos, dize auer auido gentes q[ue] no quería[n] creer las cosas que no eran enseñadas por los poetas; y, en el primero de sus Rhetóricos, hablando de los testimonios para la prueua de la cosa, el primero pone el q[ue] con el poeta se autoriza. Todo lo tengo entendido, dixo el P[inciano]; mas lo que yo no entiendo es el cómo, si Arist[óteles] estima en tanto a la Poética, no hizo della mención entre otras artes que cuenta en el octavo de sus Políticos. Yo lo entiendo, respon[dió] V[go], y es la causa q[ue] el Philósopho allí habla de algunas artes para su república sólo por instituyr a los niños bie[n], y la grauedad poética no es buena para niños, la qual quiere personas ya mayores y más enteras. Dicho esto, quedaro[n] en silencio poco rato y, después, dixo el P[inciano]: Todavía, señor V[go], instáys mucho en [pág. 82] la grauedad y nobleza de vuestra arte; y, aunque es assí, por la difinición que el Philósopho da de las artes viles, que en ellas no es contenida, holgara saber quáles son las nobles y si es entre ellas la poesía. Fadrique se sonrió y dixo: Dize el Pinciano muy bien, que quiçá ni es vil ni noble, y es como vna corneja, que ni es cueruo ni paloma. Y mirad, señor Vgo, que nos deys buena cuenta desto que se os pregunta, no sea que os digamos que es alguna fullería o inuención de locos, que no faltarán prosadores que lo crean. Mas, si me days licencia, yo responderé a la pregunta primero, y, después de auer dado los soldados, vos haréys el esquadró[n] y desbarataréys co[n] él qualquiera dificultad. Vgo dixo que le daua sus vezes, y, luego, Fadr[ique] començó assí: Supuesto que las artes y disciplinas todas fueron inuentadas de la necessidad como efficiente, y para bien de la humana conseruación como fin, digo que aquellas artes son más nobles que más ocurren a la humana necessidad y más conseruan la vniuersal salud; todas las quales Cicerón, en sus Officios, reduze a quatro con mucha prudencia y maestría. Estas son: letras, armas, agricultura y mercancía en gruesso; y no me oppongáys al panadero, al que ara y caua, que los tales pierden la nobleza, como los mercaderes que uenden por menudo. Dicho, Fadrique quiso proseguir, y el Pinciano se le hizo encuentro y dixo: Primero que haga el pecado, pido perdón; y, aunque salgamos vn poco de propósito, os tengo de preguntar si Tulio puso essas artes por el orden que dicho auéys, porque veo vna questión muy reñida entre las armas [pág. 83] y las letras. Fadrique respondió: Y entre la agricultura y las dos que auéys dicho, la qual pretende su primer lugar, y alegará para ello la mayor antigüedad suya y la mayor necessidad que della las gentes tienen. Mas agora no es tiempo desto; otro día se offrecerá mejor coyuntura, que mezclar todo a todo es vn grande inconueniente y aun rapacería. Dixo el Pinciano: Mas tengo de ser otra vez rapaz y preguntar: ¿por qué la mercancía no pretende entre los tres el principado? Vgo dixo entonces: Mejor fuera preguntar: ¿por qué Cicerón puso a la mercancía entre las artes nobles? Fadrique respondió assí: Toda comparación es odiosa; y, dexada ésa aparte, digo que la mercaduría en gruesso es officio muy noble por la vtilidad vniuersal que trae a las Repúblicas; y, si el orden con que yo dixe estas nobles maneras fué causa para la duda, digo y torno a dezir que es noble la mercancía en gruesso, noble la agricultura, nobles las armas y nobles las letras; y añado que la Poética, como parte de las philosóphicas, es noble, noble por la virtud que enseña, y noble por la vniuersalidad de la gente que de las obras de ella se aprouecha, y noble por la vniuersalidad de las materias que toca, como otro día se dirá. Y no vale dezir: es mentirosa facultad (con esto respondo a la objección rato ha puesta), porque, en la verdad, adelante se verá cómo ay mentiras officiosas y virtuosas; y, en tanto que esta razón llega, digo: que no es todo falso lo que dize el pandero y q [ue] ay muchas cosas en la Poética, y palabras ta[m]bién, q[ue] parece[n] mentirosas y no lo son, porque las cosas en lo lite[pág. 84]ral falsas, muchas vezes se miran verdaderas en la alegoría, y las palabras que parecen desuiadas de la verdad, no se aparta[n] della, sino que a ella está[n] las más vezes asidas y cosidas, mediante(16) las metáphoras, atributos, conueniencias, causas, efectos y semejantes. Desto se hallará más especialme[n]te quando del poético lenguaje se hiziere alguna conuersación, y de aquello muy presto, quando se tratara de las mentiras vtiles al mundo, y, en cierta manera, necessarias por ser suadidoras de la virtud.

Frag. 3.

Agora más que nunca me admira, dixo el Pinciano, lo que Platón, en el tercero de su República, dize, y en el Epinomis también, desta arte de que al presente es nuestra plática. Y luego, Vgo: Yo no, porque sé su intención, la qual, en esse primer lugar del tercero de República, no es vituperar a la poesía, sino a los poetas, porque ponían espanto al morir y acorbardauan los ánimos de los ho[m]bres y les retirauan de emprender grandes hazañas; y si tuuo razón o no, no es deste lugar; mas digo en él no auer Platón reprehendido a la arte, sino a los artífices. En el lugar segundo del Epinomis confiesso que reprehende a la misma arte poética, mas conuiene romper más esta cáscara y sacar del todo el meollo que está dentro, para lo cual es de aduertir el fin que Platón en esse diálogo tuuo, que fué buscar la sabiduría cierta, que-niega estar en las más de las artes [pág. 85] y más principales; y, auiendo dicho que la tal sabiduría no tenia su assiento en la arte de curar, caçar, regir y gouernar y nauegar, ni en otra alguna de las artes imitantes, dize que ni en la Política. Y da la causa: porque no procede[n] por partes scientíficas y euidentes, sino por conjeturales. Assí que, si Platón dize mal de la Poética en esse lugar, es por lo que reprehende a la Medicina y a la Política y a las demás; y las quales no sólo no son malas, pero son digníssimas y muy importantes. Pienso auer ya respondido a las difficultades: a la del Epinomis, con dezir que no se despide a la Poética por ser mala, sino por ser incierta y ineuidente; y, a la del tercero de República, con auer mostrado que Platón no reprehende en el dicho lugar a la arte, sino a los artífices que della vsaron mal, poniendo miedo y pauor al morir. Y no se deue creer que vn varón como Platón, auiendo en tantas partes alabado tanto a la Poética, hasta dezirla furor diuino, y tanto a los Poetas, hasta llamarlos intérpretes de los dioses, contradiga injustamente a lo que justamente dixo antes, y diga mal de la poesía, ni de los poetas en general; porque, si Homero puso temor a la muerte, y Quinto Calabro, amor a la vida, Actio y Pacuuio y los demás poetas, pudo auer quien, siguiendo contrario estilo, anime a los ho[m]bres a bien morir, q[ue] ay está el latino poeta, que, en el segundo de su Eneyda, llama hermoso al morir en las armas por la patria por estas palabras:

Es hermoso morir entre las armas.

Y otra vez dize, en el cuarto:

Demuestra el miedo al ánimo sin lustre.

Y, en el sexto, pone en los campos Elíseos a los [pág. 86] que por la patria dieron las vidas, aunque yo soy de opinión que Virgilio y Homero, éste acouardando y aquél animando, tuuieron vn mismo fin, que fué la virtud. Y que, assí como Virgilio puso osadía al morir por suadir a la virtud de la defensa de la patria, Homero puso espanto a la muerte por desuiar a los hombres de guerras injustas y de todo otro género de injusticia y pecado. Esto, digo, verá claramente el que aduirtiesse en el propósito en que cada vno habla, porque Virgilio, que anima y da osadía al bien morir, está hablando de vn hombre que defendía la patria; y Homero, que disuade el morir, razona de vno que vengaua su injuria; y Quinto Calabro, de otro que yua a socorrer al malhechor y criminoso: tal fué Memnón en socorro de Troya, robadora de Helena. Esta ha sido digressión del tema principal, que era responder a las dos objecciones: platónicas del Epinomis y del tercero de República, las quales quedan bien deshechas, y, quando no lo quedaran, Platón es vn hombre solo y que pudo errar, y los que de la Poética han aprouado son muchos varones graues y santos, que, por muchos y graues, no es razón yerren, y, por tantos, es casi impossible. Fadrique dixo: La opinión de Platón es tan grande, que bastó por muchas en su tiempo, y assí importa mucho el tenerle de nuestra parte, digo de la Poética, si es posible. Bien dize, dixo Vgo, Fadrique si es posible; y, si no lo es, ¿qué, haremos? Yo, a lo menos, despedido le tengo de nuestro bando y de la Poética; o quiçá no lo entiendo. Acaso es lo postrero, dixo Fadrique [pág. 87], y preguntó a Vgo diziendo: ¿Veamos qué os mueue a tanta desconfiança? Vgo respondió: A mí agrada mucho vuestra pregunta, y agradará más la respuesta si, según espero (no quiero mentir), si, según desseo, se me da; y pregunto: ¿por qué, en el nono y décimo de República, Platón destierra a la Poética, de quien tan bien auía hablado(17) en el Ion y en otras muchas partes que yo no alcanço? Y sería para mí vn Apolo el que me desatasse esta difficultad. Fadrique dixo entonces riéndose: El señor Vgo es vn gran traydor que, auiéndole fauorecido en sus cosas antes, agora se ha puesto al bando contrario, pues lo espero que será de mi parte y bolueremos los dos contra el Pinciano, nuestro enemigo común. Y, sin ser yo Apolo, ni aun Edipo, desataré este ñudo tan intricado. Y, porque entendáys que he passado por esos lugares, digo que Platón, en el nono de República, dize que la Poética alborota y inquieta los ánimos de los hombres, y, en el décimo, que es fullera y mentirosa y que dista de la verdad tres grados, y quiere y es su vltima voluntad y postrimera que, assí por alborotadora como por embaucadora, salga de su santíssima República. ¿Assí no lo dize? Sí, dixo Vgo, y poniendo por exemplo a vn lecho, del qual dize que el primero, principal y verdadero autor es Dios, el segundo, el carpintero, y el tercero, el pintor que le pinta. Assí que el pintor dista tres grados de la verdad, lo qual haze el poeta como el pintor, porque la pintura es poesía muda, y la poesía, pintura que habla; y pintores y poetas siempre andan hermanados, como [pág. 88] artífices que tienen vna misma arte. Aquí dixo el Pinciano: Pues ¿por qué, si por hazer cosa tercera de la verdad destierran a los poetas, no açotan a los pintores? Los quales de vna imagen sacan otra, y de otra, otra, hasta llegar a ciento, y otros tantos dista la vltima imagen de la verdadera y natural figura. Fadrique respondió: Los pintores no alborotan tanto los ánimos de los hombres como los poetas; por esso no son tan culpados acerca de Platón. Assí que, aunque mienten, mienten sin daño tanto; pero vn poeta que con vna ficción que jamás passó y tan distante de la verdad, alborote los ánimos de los hombres, y que, vnas veces, los haga reyr de manera que se descompongan, y otras, llorar, de suerte que les lastime el coraçón y le perturben tanto, esto es acerca de Platón malo. El Pinciano dixo entonces: Y aun acerca de mí lo es también. Y, en prueua de la opinión de Platón y mía, si no os enfada, contaré vn caso que me aconteció los días passados con vn amigo mío, nombre Valerio, el qual y yo fuymos combidados, quatro leguas de nuestra casa, a vna boda; caminamos juntos, llegamos juntos y juntos fuymos recebidos muy bien. Al poner de sol, poco después, nos sentamos a la tabla, con los desposados y padres dellos, más de veynte personas que a la fiesta auíamos sido combidados. Alçados los manteles, mi compañero se alçó también y demandó luz para yrse a la posada, y, no le consintiendo salir de casa, le pusieron en vn aposento honestamente adereçado, y adonde él me esperaua. aunq[ue] en diferente lecho. Valerio se fué a reposar; el qual, luego q[ue] fué dentro [pág. 89] de la cama, pidió vn libro para leer, porque tenía costumbre de llamar al sueño con alguna letura; el libro se le fue dado, y él quedó leyendo mientras los demás estáuamos en vna espaciosa sala passando el tiempo, agora con bayles, agora con danças, agora con juegos honestos y deleytosos. Al medio estaua nuestro regocijo, quando entró por la sala vna dueña que, de turbada, no acertaua a dezir lo que quería. y, después, dixo q[ue] Valerio era defunto: y yo me alboroté, como era de razón, y los demás, assí galanes como damas, que, a gra[n] priessa, desembaraçaua[n] la sala y llenaban los corredores, y, desseando cada vno ser el primero que al muerto resuscitasse, tropeçamos vnos con otros y caymos de manera los ho[m]bres y mujeres que, a no yr tan turbados, diéramos que reyr. En suma: yo llegué antes y hallé a mi compañero como que auía buelto de vn hondo desmayo; la causa le pregunté y qué auía sentido. El me respondió: «Nada, señor, estaua leyendo en Amadís la nueua que de su muerte truxo Archelausa, y dióme ta[n]ta pena, que se me salieron las lágrimas; no sé lo que más passó, que yo no lo he sentido». La dueña dixo entonces: «Tan muerto estaua como mi abuelo; q[ue] yo le llamé y le puse la uña del pulgar entre vña y carne del suyo; no sintió más que vn muerto». Porque el caso no fuesse entendido, dixe en alta boz: «No es nada: vn desmayuelo es que le suele tomar otras vezes al señor Valerio»; y, dizie[n]do yo q[ue] co[n]uenía dexalle reposar solo en su aposento, al tiempo de mi salida dixo la dueña embaxadora: «Señor, por amor de Dios, que saque consigo aquel cauallero que hizo el daño con su muerte, que, si acierta a resuscitar, no será mucho que trayga otro desmayo de goço [pág. 90], como antes le truxo de pesar». Yo dissimulé, y, paresciéndome dezía bie[n] la muger, lleno de vna secreta risa, saqué el libro de Amadís conmigo. Este es el caso, del qual se puede colegir fácilmente quánto daño traygan co[n]sigo essas ficciones, pues no sólo alborotó la de Amadís al letor Valerio, mas a toda la gente que a la boda fué llamada y combidada. F[adrique] y V[go] se rieron mucho, y Vgo dixo: Bla[n]do era de carona esse cauallero. Y los más elados suelen tal vez, dixo F[adrique], derretirse al calor de vna compassión, como lo vemos cada día en essas tragedias, y, sonriendo, añadió: Tiene razó[n] el P[inciano]. que Platón hizo muy bie[n] en estar mal con esta arte tan perjudicial y tan de poco prouecho. No tanto como esso, dixo V[go], que si la poesía perturba, es por mayor bien y paz; q[ue] Platón es el q[ue] no tiene razón en este particular, y, a mi parecer, no ente[n]dió el primor d[e]lla. F[adrique] dixo ento[n]ces: La arte es como auemos dicho, arte buena y vtil y necessaria; y Platón], como auemos ta[m]bién dicho, la destierra por perturbadora y me[n]tirosa; y Plat[ón] tuuo razó[n], y Platón no tuuo razó[n].

[Frag. 4.]

Dicho, Fadrique se quedó risueño y los demás, admirados; y, poco después, començó assí: Pregunto, señores co[m]pañeros, y especialmente a vos, señor P[inciano]: Si contra vn rey justo, vn pueblo injusto se rebelasse y le negasse la debida y justa obediencia, pregu[n]to, digo, si el tal rey podría armar justame[n]te sus esquadrones co[n]tra tal pueblo y de nueuo ponelle el yugo acostu[m]brado. Si, dixo el P[inciano], y au[n] castigar a los culpados graueme[n]te por perturbadores de la paz. F[adrique] dixo: Mirad lo q[ue] dezís, q[ue] este rey, al tie[m]po de armar sus esquadrones, ha de poner su tierra en inquietud y desassossiego q[ue] la gente de guerra causará a la tierra por do[n]de caminare. No importa, dixo el P[inciano], q[ue] ma[pág. 91]yor es él prouecho q[ue] el daño; y éssa es vna perturbació[n] que passa en breue, y que, por causa de la paz común, es bien se resciba; porque si vn pueblo se rebela y no se debela, otro, y otro y los demás harán lo mismo, y, después, arderá toda la tierra en guerra co[n] la falta de la cabeça suprema y del regimiento conuenie[n]te. F[adrique] dixo: Y si este tal rey, o por la boca, o en escrito dixesse alguna me[n]tira por pacificar y tener quieto a su reino, ¿haríalo mal? No, dixo el P[inciano], q[ue] hay me[n]tiras officiosas q[ue] no se puede[n] dezir malas, y no sólo no lo son, mas se pueden poner en el número de las buenas: y, si alguna hay en el mu[n]do, es la que dezís, por seguirse della bie[n] tan grande como es la paz vniuersal. F[adrique] dixo ento[n]ces: Vos, señor compañero, auéys dicho vna muy cierta verdad, y yo os diré otra tal fundada sobre ella. Y, por[que] v[uest]ra objeción ha sido trágica, os quiero respo[n]der co[n] exe[m]plo trágico, q[ue] lo q[ue] de la tragedia se dixere, podréys ente[n]der generalme[n]te de toda otra especie de Poética. Dize, pues, Arist[óteles], en sus Poéticos, q[ue] la tragedia fué hecha para limpiar el ánimo de las passiones del alma por medio de la co[m]passión y del miedo. Assí q[ue] la misma fábula q[ue] turba el ánimo por espacio poco, le quieta y sossiega por mucho. Aquí calló F[adrique], y V[go] dixo: Vos, señor F[adrique], auéys hecho vna larga digressión a co[n]templación del co[m]pañero; bolued, si soys seruido, al tema, y proseguid la plática en co[n]te[m]plación mía. Y, porque pienso que os auéys ya oluidado, digo, q[ue] era sobre los dos lugares d[e] Plat[ón] ado[n]de destierra a la Poética; y dezidme ta[m]bié[n] cómo, si la arte es vtil, qual vos dezís y yo sé, y si Platón la destierra de su República, haze obra justa en executar el destierro. Fadrique dixo entonces: Aunque vos, señor Vgo, inquirís diuersas cosas de mí, todas [pág. 92] nascen de vna fuente; y, respondiendo a la vna, seréys respondido a todas. Y, para entendimiento mejor, es menester traer a la memoria las palabras formales de Plató[n] en las vltimas lineas del nono De República, las quales dizen assí: «entendiendo que la República que auemos estatuydo tiene un ser solamente en las palabras, no en las obras, ni en la tierra, en el cielo acaso se hallará el dechado della». Destas palabras de Platón se conosce claramente que él fingió vna República a imitación de la celestial; o, a lo menos, que la quiso fingir y inuentar: supuesto lo qual, dize muy bien que en esta República, a do los moradores son tan buenos y es necessario que lo sea[n], no son menester poetas que turben y mientan para quietar y deleytar los ánimos de los hombres, ni por tales medios traellos a la enseñança y virtud; assí como, si no huuiesse enfermos, los médicos serán valdíos, mas ay enfermos y son necessarios médicos, y los hombres son malos y ha[n] menester ser traydos con artificio a la buena doctrina y costumbres. Y con esto se responde a las autoridades de San Pablo ad Timotheum, q[ue], en vna parte, le manda huyr de las fábulas vanas, y, en otra, le dize que vendrá tiempo que las gentes no sufrirán la sana doctrina y se conuertirán a las fábulas; que, si los hombres fuessen los que deuen y los que manda la dotrina Euangélica, no serían menester las tales fábulas. V[go] dixo: Mirad, señor F[adrique], que San Pablo no reprehende sino las fábulas vanas, que de las sólidas y que lleua[n] dotrina no paresce hazer mención ni reprehensió[n]. F[radrique] dixo entonces: Yo quiero apretar más este negocio, y digo: que Platón y San Pablo y San Agustín las reprehenden todas, porque quisieron ellos tanta [pág. 93] perfeción en las gentes, que, sin salsa de fábulas, comieran la virtud; ellos dixeron muy bien, el vno como philósopho, y los dos como sanctos, y con muy justa razón destierran las fábulas de sus Repúblicas celestiales; mas nosotros biuimos en estas humanas y frágiles casas, adonde ay tan poca perfeción y tanto fastidio a la virtud, y es menester, aunque sea con fábulas, traer a las gentes a la senda della. Pienso auer respondido con lo dicho a las difficultades de Vgo acerca de Platón, y aun a las que se pudieran objetar de parte de S[an] Pablo. El P[inciano] dixo ento[n]ces: Yo confiesso estar pagado desta interpretació[n]. y, por ser nueua, la estimo en mucho; y, aunque vuestra autoridad basta, holgara ver con firmado esto con algú[n] varón antiguo. F[adrique]: No faltará. Vgo: Será menester que sea persona que aya entendido el ánimo de Platón y que se dize platónico. Respondió F[adrique]: Máximo Tirio, en el séptimo sermón, enseña lo q[ue] auéys oydo. Vgo: Basta. Yo estoy contento con este particular; mas, en lo demás, no estoy ta[n] satisfecho, que no me quede otra difficultad mayor, a mi parescer, que todas. Y digo y confiesso que Platón amó mucho a la Poética y la honró, como consta en muchas partes de sus obras: y digo que la desterró de la República celestial suya; mas pregunto: ¿Por que razón, si de su República la destierra los recibe en su República? Esso, dixo el Pinciano, seria acaso muy feo, porque vna vez alaballa, otra vituperalla, otra rescebilla paresce mucha inconstancia y caso indecente para-vn tan gran varón. Vgo dixera ento[n]ces: Pues passa assí como lo digo; y, si no soy creydo, miren el sexto de su República, adonde dize: «que conuiene en los hymeneos y bodas aya poetas que las solenizen» y [pág. 94] en el 2 De legibus: «conuiene que el poeta cande que el ho[m]bre justo es dichoso y bienauenturado, y el injusto, desdichado y miserable». ¿Por qué, digo yo agora, si en el 9 y 10 los auía de desterrar, los rescibe en el 5? Y ¿por qué, si en el 2 De Legibus los auía de admitir después, los desterró en el 9 y 10 de su República? Yo mando vnos guantes a quien la difficultad me soltare y desatare el ñudo intricado.

[Frag. 5.]

Sin guantes, dixo F[adrique], se desatarán mejor los ñudos, y, sin romper, como Alejandro el Magno, desataré yo el vuestro. Y, para que mejor y breueme[n]te se haga esta obra, quiero que me ayudéys y digáys aquel lugar que poco ha por vos fué trayda del principio del vltimo libro De República, digo aquel que habla contra los poetas. V[go] dixo: A mi place. Las palabras de Plató[n] son éstas: «Tensando en la ciudad que auemos ordenado, me parece auer estatuydo muchas cosas derechame[n]te, y, especial, las q[ue] a la política tocan, co[n]uiene a saber, q[ue] ninguna parte de las q[ue] imitan sea recebida». Basta, dixo F[adrique]. ¿De manera q[ue] la parte poética q[ue] imita es la desterrada? ¿Luego otra parte ay q[ue] no imita, acerca de Platón? No acerca de Arist[óteles], que en esto están maestro y discípulo muy co[n]trarios. Digo, pues, que acerca de Plató[n], ay dos maneras de poesía: vna, imitante, q[ue] consiste en fábula, y otra, no imita[n]te, la qual consiste en el metro. Y, co[n] esta distinción sacada del mismo Plató[n], quedan vuestras dos gra[n]des dificultades facílimas; porq[ue], si ay poesía imitante y no imitante, la imitante pudo Platón desterrar de su República platónica, y la no imitante, q[ue] consiste en hymnos, ca[n]ciones y cosas desta manera, pudo ser dél recebida, como lo fué, en la verdad, en el 5 De República y 2 De Legibus sobredichos. Calló F[adrique] y dixo V[go]: Por [pág. 95] cierto, señor F[adrique], vos days ta[n] buena razón de vos, que no te[n]go que hablar ya ni q[ue] redargüyr; y estoy muy co[n]tento que Platón está de nuestra parte, porque, a los que professamos la Poética, luego nos dan con que Platón nos desterró, y destierro por ho[m]bre tan justo deue ser justo. Y, al fin, tengámosle de nuestra parte, aunque más y más diga de Homero que no enseñó y que su doctrina es poca y otras cosas semejantes. F[adrique] dixo entonces: Y aun essas palabras de Platón contra Homero tienen también su cierto entendimiento, porque no es verisímil que quien tan bien dixo dél en el Ion y en otras muchas partes, en esse lugar que dezís del dézimo de República le vituperare assí malamente; yo, a lo menos, siempre fuí de parecer que los dichos de los antiguos se deuen interpretar amigamente y no reprehendellos resoluta y disolutamente. Y, supuesto que poco antes auía echado Platón de sus Políticos a la poética imita[n]te, por las razones antes dichas de las perturbaciones y me[n]tiras y daño que por ella viene y recresce, con otras tocantes al poco prouecho que a los hombres trae, y dize que Homero no enseñó cosa acabada y perfecta; y lo que dize de Homero, entended de los demás poetas. El Pinciano rompió aquí la plática a Fadrique diziendo: ¿Esso es verdad? Fadrique respondió: Sí por cierto, y assí como, con razón, por sus razones, de su República a los poetas despide, sin razón despidirá otra qualquier República humana, porque, aunque no enseñan arte desde su principio, por el medio basta el fin, mas enséñalas todas a pedaços, en partes diferentes, según la ocasión que la tela de la narración da lugar; y éste es vno de los mayores pri[pág. 96]mores que tiene la arte para su fin que ella pretende, que es variar la leción y no estomagar, con vna misma, tiempo largo; y en aquella Política platónica y celestial no conuenían floreos para el entretenimiento de la dotrina, sino que todo fuesse puro grano; y sacadme a Platón della y veréys quánto bien de la Poética y quántas alabanças a Homero haze, y quá[n]tos versos le saca para co[m]prouar sus opiniones. Fué Homero sapientíssimo y no escriuió todo lo que supo, porque la arte q[ue] siguió no dió lugar; y, si como siguió la Poética, siguiera otra escritura o physica sola, o política, bien sabe Platón y bien Arist[óteles] quánto Homero se auentajó a todos los del mundo, y, si no, preguntadlo a Plinio, en el libro séptimo, que dize: «conuiene conuenir que ninguno ha auido en el mundo tan feliz en escreuir como él, pues Platón, en su Timeo, capitán de los philósophos le llama». Todo esto que está dicho, bien lo alcanço yo de Platón, y creo que las dificultades de Vgo con ello quedan llanas. No lo digo porque me dé los guantes, sino que, pues professa la Poética, me diga: ¿Por qué siendo Platón poeta, ni burlando ni de veras, dixo mal de los poetas y de la Poética? Esta es la mayor dificultad que yo hallo en este negocio, que no acabo de entender. Vgo dixo aquí: Este philósopho espaldado fué muy facundo, y dixo mal de la Rhetórica en la Gorgia; y fué poeta, y dixo mal de la Poética en su República. ¿Si lo hizo por celar sus artes? Y, dicho, dió vna gran risada. No se rió Fadrique, mas quedó pensatiuo. y, poco después, dixo: No es lo dicho para reyr, sino para considerar. Y, luego, el Pinciano: Aquí ay quien se ha admirado y mucho en oyr que Platón fué poeta. F[adrique] respondió [pág. 97]: Assí es; lo fué él en sus Diálogos, como Lucano histórico en su Pharsalia; y quédese aquí la chaza hecha; que otro día, Dios adela[n]te, se acabará este juego. Dicho esto, pidió la espada y capa y, co[n] V[go], se fué a cierto negocio q[ue] entre los dos auía. El P[inciano] se despidió y se fué a su posada co[n]tento en tener q[ue] os escriuir de nueuo co[n] el ordinario. Y está con su propósito de no os embiar la Arte Poética que pedís hasta hallar el fo[n]do de esta plática, de la qual espera sacar la Arte que más arte tenga y a vos dé más de[pág. 110]leyte; a quien Dios guarde, etc. Fecha, en los Idus de Abril desde presente año.

Respuesta de Don Gabriel a la Epístola Segunda del Pinciano Avnq[ue], amigo Pinciano, con las nueuas q[ue] desa tierra me soléys embiar, yo suelo recebir no pequeño regalo, con las de la carta passada fué tan grande, que no lo sé encarecer. De la epístola saqué el gusto doblado, assí con la dotrina como con la admiración della. Esto es en lo general, y, en lo particular, considerado cada pedaço, que vos dezís fragmento, de por sí, hallo, acerca del primero que toca a la difficultad grande con que la Poética se adquiere, que, no sin causa, el Philósopho, en el nono de sus Ethicos a Nicómacho, dize que los poetas aman a sus poemas como los padres a los hijos; y, si dixera como las madres, dixera mal y viniera más a vuestro propósito, que las madres quieren más que los padres a los hijos, según el mismo Aristóteles en el lugar mismo siente, porque les costaron más. Assí que, si los poetas aman mucho a sus poemas, yo no me marauillo, pues los paren y crían [pág. 98] con tanto trabajo como vuestros amigos significan; hablo de los buenos hijos y de bendición; que los malos fácilmente se engendran, se paren y crían. Vna diferencia hallo yo entre los malos poemas y hijos malos: que los hijos biuen mucho y los poemas se mueren luego.

[Frag. 1.]

Esto respondo quanto a la primera parte de la difficultad grande con que el nombre de poeta se alcança. Y, a la segunda del premio, que dezís ser la inmmortalidad, premio grandíssimo me parece y que viene a razón q[ue] cueste mucho trabajo lo que ha de gozar de tal premio. Assí está ordenado del cielo: que lo mucho cueste mucho;. y assí lo confirma Platón en aquella sentencia que dize: «dificultoso, lo hermoso».

[Frag. 2.]

Esto en el primer fragmento;. y, en el segundo, me agradó mucho de la alabança y sublimación de la poética y nobleza suya, como también de las distinciones de las artes y officios nobles, y de los que no lo son.

[Frag. 3.]

En el fragmento tercero hallo también mucha consideración y no poco ingeniosa, porque me acuerdo auer vn tiempo passado por los dos lugares de Platón, en el tercero de su República y en Epinomis, y que ellos a mí se me passaron por alto, a cuya causa quedé por condenada a la Poética en la opinión de Platón; vuestra carta lo concuerda tan bien, que no ay difficultar de oy más en ello. Mas las confirmaciones dos del mismo philósopho sobredicho fueron, a mi parecer, muy fuertes, y fuertes también las razones que dellas contra la Poética se sacan, acusándola de perturbadora y mentirosa. Y, dexada aparte la confirmación del caso de Valerio, que fué donosa, digo que estuue algo confuso y que deseaua, mientras [pág. 99] yua leyendo las confirmaciones, ver el fragmento quarto, en el qual esperaua las solturas dellas. Yo le vi y me agradé mucho de las respuestas, y aun me admiré cómo F[adrique] dexó tan hermanado a Platón y al Philósopho en la aprouación de la Poética, cosa en q[ue] ninguna persona dudará, a mi parecer, de oy más, pues del mismo Platón consta en otras muchas partes la mucha autoridad y veneració[n] que le dió co[n]tino a la Poética.

[Frag. 4.]

Estimé en mucho la interpretació[n] de F[adrique] y el confirmalla con Máximo Tirio: dize en el dicho lugar expressamente lo que F[adrique] en la vuestra; la qual interpretación es de tener en mas por ser de discípulo del mismo Platón, y en la qual hallo q[ue] el Máximo anduuo muy conseruador de la ho[n]ra de su maestro, porq[ue] es ta[n] gra[n]de la autoridad de Homero en el mu[n]do, q[ue] el mu[n]do todo se riera de Plat[ón] si de Homero se apartara, quanto más si le desterrara, como es opinió[n] de algunos, los quales, assí como a todas las d[e]más artes, pone[n] a la Poética falta. Bueluo al caso; fuero[n] ta[m]bién co[n]tra el mismo Plat[ón] muy bien traydos los dos lugares del, 5 de República y 2 De Legib[us], los quales resuelue vuestro F[adrique] en el fragmento 5, muy bie[n] a mi parecer; estímole en mucho por la bondad y nouedad de la doctrina que enseña; y el qual no solamente hizo concorde a Platón con el Philósopho y con todos los demás grauíssimos varones en esta parte, mas también le hizo concorde co[n]sigo mismo.

[Frag. 5.]

Yo, a lo menos, de aquí adelante no pienso dudar q[ue] el príncipe de los Académicos no aya sido muy en favor d[e] la Poética, a lo qual me suade el auello él sido, y las muchas alaba[n]ças q[ue] della en muchas partes canta; y si [a] alguno pareciere todavía q[ue] el Platón fué contrario a la Poética manifiestamente [pág. 100] y que no tiene lugar en esta parte la concordancia, tenga por respuesta dello la que, riéndose, dió Vgo al fin del fragmento, que, aunque dada con risa, no fué muy mala. Proseguid en vuestra conuersación y en mirar por vuestra salud, y yo proseguiré en dessear vuestras cartas y en agradaros en lo que pudiere. Pienso leer vn poco estos libros de Poética del Philósopho, que, a deziros la verdad, no auían llegado a mi noticia. Fecha, nueue días antes de las Calendas de Mayo deste presente año. Vale.

***


Proyecto de Edición Libro de notas

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Datos Bio-bibliográficos

Alonso López Pinciano

(Valladolid, 1547-1627)

Bibliografía escogida:

Philosophía antigua poética, Fundación José Antonio
de Castro, 1998

Enlaces:
Obras completas

Otras artes poéticas del autor:

Más información en la wikipedia: Alonso López Pinciano

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