Barroco - Otros barrocos - Francisco Cascales: Tabla poética quinta [in genere] De la dictión, 1606


De la dictión

PIERIO.- Enseñadnos agora cómo se deve hablar en la castellana poesía, que a esso me parece os obliga la dictión.

CASTALIO.- Dividamos primero la dictión, porque digamos distintamente, y la memoria no ande tan fatigada, y pueda el entendimiento con facilidad favorecernos. La dictión se divide en seis partes: en letras, sýlabas, palabras, número, verso y phrasis.

PIERIO.- ¿Qué cosa es letra?

CASTALIO.- Dize el Estagirita que es una voz individua, y no toda voz, sino aquella, no más, que de su naturaleza se puede hazer inteligible. Esto dize a diferencia de las vozes de las bestias, que aunque son de suyo indivisibles, no se puede sacar dellas ningún sentido. Las letras son: a, b, c, d, e, f, g, h, i, 1, m, n, o, p, q, r, s, t, v, x, y, z. Éstas se dividen en vocales y consonantes. Vocales: a, e, i, y, o, u. Las demás son consonantes. La y sirva solamente a las dictiones griegas: sátyra, sýlaba, syrtes. La ph, otro tanto: philósopho, Phidias, phantasma; aunque modernos alphabetistas an querido quitar la y y la ph de nuestro abecedario, fundándose (a lo que pienso) en que ya aquellas dictiones griegas se an naturalizado y hecho castellanas, no errará quien esto siguiere. Pero yo más me atengo al uso antiguo de escrivir, como fundado en doctrina; porque de aquella manera no se confunde la ethymología del vocablo, pues de verle escrito assí, conocemos traer su origen de la lengua griega. En primer lugar están las vocales. Déstas nacen los diphtongos y contractiones. En la lengua castellana no tenemos más que dos diphtongos, au, eu, como: autor, augmento, Eugenio, Euterpe. Es regla de ortographía que quantas vocales tiene una dictión, de tantas sýlabas consta, como romano tiene tres vocales, y por consequencia, tres sýlabas. Pero Euterpe tiene quatro vocales y tres sýlabas, no más, por razón del diphtongo, que es comprehensión de dos vocales en una. En nuestra lengua castellana ay muchas contractiones, que es casi lo mismo que diphtongo; es lo mismo, porque la contractión comprehende también dos vocales en una; no es totalmente lo mismo, porque algunas veces no las contrae, y en el fin del verso, nunca. Estas contractiones llama el griego synéreses, como ai, ei, oi, ie, io, éo, úi, úe, éa, ae, oe, y por ventura algunas otras, como gaita, Zoilo, fiestas, Mancio, fuiste, fueron, crea, trae, roe: Estas tales, en el discurso del verso se deven casi siempre contraer. Petrarca:
Nè di lui, nè di lei molto mi fido.

Virués:
Levanta, o Turia, tu serena frente.

El mismo:
Acuérdate de quien es nieto y hijo.

Turia es de dos sýlabas por la contractión; acuérdate, de quatro; quien, de una; nieto, de dos, y otros infinitos lugares. Algunas destas dictiones ay que ya se contraen, ya no. Aguilar en sus fiestas nupciales:
De don Luis Ferrer y de Cardona.

Y más abaxo:
Don Luis Pardo salió noble y gallardo.

Luis, en el primer verso, tiene dos sýlabas, en el segundo, una. Nunca en el fin del verso se haze contractión, como:
Furioso contra mí el francés venía.

Aquel venía no se puede contraer al fin del verso; antes, puede, como:
El francés contra mí venía furioso.

Aquí, venía es de dos sýlabas, allá, de tres. Pero si la dictión desta suerte tuviere su acento en la última, también al fin del verso quedará contracta, como pie, fue, murió, abrió, combatió, y otros. Si advirtieran estas reglillas algunos, no defendieran que aquel verso o otro semejante a él, es largo:
En friá ceniza ya resuelto todo.

Diziendo que friá es dictión de dos sýlabas, ignorando la contractión que por estar en medio se haze. Ni tampoco defendieran ser verso con final agudo aquél o otros como él:
La humana y divina lei.

Dizen que este verso acaba en acento agudo, y es falso; porque no ay contractión en remate de verso, como queda dicho.

PIERIO.- ¿En las letras, assí vocales como consonantes, tiene el poeta algo que considerar?

CASTALIO.- Tiene, y no poco, por lo que dize Aristóteles: Haec differunt inter se figura oris, locis, aspiratione, tenuitate, longitudine, brevitate, acumine; praeterea gravitate, inflexione. De quibus sane in his quae ad metra pertinent, propria consideratio est. Dize que difieren las letras en muchas cosas, y que la consideración dellas toca al poeta, el qual a de tener conocimiento de las virtudes de las letras: Quál es llena y sonora, quál humilde, quál áspera, quál agradable, quál larga, quál breve, quál aguda, quál grave, quál blanda, quál dura, quál ligera, quál tardía. La a es sonora y clara. La o, llena y grave. La i, aguda y humilde. La u, sutil y lánguida. La e, de mediano sonido. En las consonantes se considera espíritu y sonido: el espíritu dize en sí estridor y rechinamiento; el sonido, sacudimiento, aspereza, retintín y bramido. La f y s son espirituosas, como se ve en silvo, sale, saeta, furibundo, furia, fiera, facundo. Y también la h, la qual casi siempre trae su decendencia de la f, como de Fernando, Hernando, de farto, harto, de fado, hado, de fambriento, hambriento. Entre los hombres doctos, poco o casi nada se pronuncia, sino es en las aspiraciones, como ¡Hay!, quando nos dolemos; ¡Ha ha ha!, quando reímos; Hao, hola, quando llamamos. L, m, n son blandas, como leve, luna, lirio, mexilla, amor, médico, Iuno, cano, hermano, aunque la m suele tener un sonido lleno, principalmente con otra m, b, p, como summo, cambio, rompo. C y g hazen no poco sonido, como Caco, gigante. La d es humilde, como Dido, dado, dedo. La p es sobervia y hinchada, como púlpito, trompa. La r suena ásperamente, como acérrimo, parra, carro. La t se dexa bien oír, como tuba, tumulto, tanto. Las quales, juntas con otras consonantes, cobran más fuerça y aliento; porque, más suena tumba que no tuba, y más suena planto que no plato, y más suena canto que no cato. La z sinifica un sordo ruido, como zona, zumbido, Zoroastre.

PIERIO.- ¿Qué me diréis de las sýlabas que se componen de vocales y consonantes? Aunque yo se que ay muchas hechas de sola una vocal, como amo, elada, ibero, ola, uno.

CASTALIO.- Todo esso es assí; pero no os quiero dezir agora nada de la sýlaba hasta que tratemos del número, donde es su proprio assiento y lugar.

PIERIO.- Pues dezid de las palabras, que si déstas no tenéis caudal, harto pobre sois.

CASTALIO.- Las palabras son de muchas maneras: simples, compuestas, usadas, antiguas, estrangeras, mudadas, nuevas, proprias, translaticias y figuradas. Simples, como guerra, tabla, banco, barca, útil, pozo, dientes, Luna, monte, higo, cuerno, piélago. Compuestas, como venceguerras, entabla, saltaenbanco, saltanbarca, inútil, limpiapozos, mondadientes, plenilunio, Monserrate, cabrahígo, cachicuerno, archipiélago. Los latinos, y más los griegos, fueron muy licenciosos en nombres compuestos. Nosotros no tenemos en esso tanta felicidad, y assí nos escusaremos dellos como de cosa que ilustra poco nuestra lengua. Usadas son las que de presente tenemos recebidas y aprovadas por el juizio de los hombres doctos y celebradas del uso. Antiguas, aquellas que ya no están en uso; pero, porque tienen un no sé qué de reverencia y gravedad, de quando en quando los buenos auctores las an usado, quales son: reproche, fiucia, ducho, barragana, y otros muchos. Estas y otras tales, en tiempo y lugar podrá usar el poeta, a cuyo juizio y discreción lo dexó Horacio:
Muchos renacerán vocablos viejos,
y muchos nuevos morirán, que agora
muy validos están, si el uso quiere;
en cuyo tribunal passa el derecho
que en lo que fuere hablar deve guardarse.

Estrangeras son las palabras que de reino estraño nos an venido, y de quando en quando sembradas por el poema le adornan, y enriquecen nuestra lengua. De Portugal tenemos porcelana, mermelada, caramelos. De Valencia, cantimplora, albornoz, gramalla, conqueta. De arábigo alcuça, albahaca, almaçara, alhóndiga, alcatifa. De Italia, escarpe, foso, plataforma, fodro, velludo, catalufa, espaviento, tropa. De la lengua griega, cama, camaleón, coloquíntida, nardo, carácter, mitra, obispo, arcipreste, metáphora y otros muchos. De la lengua latina, casi toda la nuestra, como calidad, cantidad, elegancia, amor, dolor, odio, parte, carta, flores, campo y otros infinitos. Y como de lengua tan conforme a la nuestra, della podemos tomar prestados muchos vocablos, como lo hizieron los latinos de la griega. Palabras nuevas serán aquellas que por nuestro arbitrio hiziéremos o usáremos hechas por otros, como alloças, alloçado; cosa xarifa, por blanda, mercadante, por mercader; aviar por encaminar. Mudadas son palabras dichas bárbaramente. No deven ser admitidas, ni aun raras vezes. Házense mudando las usadas, como Orlando, por Roldán; Gofrido, por Gofredo; o trasponiendo alguna letra, como drento, por dentro, naide, por nadie; mauseolo, por mausoleo; Grabiel, por Gabriel; o alargando la sýlaba breve, como trafágo, por tráfago; Eólo, por Éolo; o abreviando la larga, como héroes, por heróes. Algunas ay que causan y engendran novedad, como mugir, rugir, balar, zumbir. Rebuélvanse los poetas latinos aprovados y clásicos para que a su imitación se haga otro tanto. Oíd lo que dize Horacio al poeta:
Podrá también hazer nuevos vocablos
con que argentar el ordinario estilo;
podrá discreta y muy escasamente,
si se offreciere a caso alguna cosa
oculta de las viejas, refrescarla.
Modesta libertad se da que pueda
fingir palabras en su coyuntura
de los rancios Cetegos aun no oídas;
y serán admitidas y aprovadas
si de la fuente de los griegos nacen
en nuestro idioma usadas pocas vezes.
¿Por qué el romano dio licencia en esto
a Cecilio y a Plauto y se la niega
a Virgilio y a Vario? Y si yo puedo
algo innovar, conmigo se escrupula,
aviendo enriquezido Catón y Ennio
con su lengua el lenguage de la patria
y dado nuevos nombres a las cosas.
Lícito fue y será lícito siempre
el forjar y dezir nuevos vocablos,
con las armas del uso señalados.

PIERIO.- De las palabras proprias no me digáis nada, si no ay algún secreto en ellas particular.

CASTALIO.- No le ay, y assí vamos a las translaticias. Estas son los tropos, que llaman los retóricos. El tropo es una translación de la cosa propria a la agena, con alguna virtud y semejança. Los tropos son quatro: metonimia, ironía, metáphora, sinécdoche.

METONIMIA

La metonimia se haze de quatro maneras. La primera, quando el nombre de la cosa se transfiere al effecto, como:
La gente que perdimos, la perdimos
por la violencia del airado Marte.

Marte, por la guerra.
Sacan a Ceres de la mar gastada.

Ceres, por el trigo, como dize Cicerón en el libro de la Naturaleza de los Dioses. Llamamos al trigo Ceres, y al vino Libero, segun aquello de Terencio: «Sin Ceres y sin Baceo, no es de provecho Venus.»

La segunda, quando el effecto se transfiere a la causa. Horacio en la Oda 4, libro I, de sus Poesías:
Con pie igual las casillas de los pobres,
palacios de reies torreados,
echa por tierra la amarilla muerte.

La tercera, quando el nombre de la cosa sugeta le transferimos a la cosa adiunta como:
Toda Sicilia es desto buen testigo.

Y aquello de Virgilio:
En la tierra pondrá la ínclita Roma
su imperio, y su valor bravo en el cielo.

Sicilia, por los sicilianos, y Roma, por los romanos.

La quarta, quando se haze translación del adiunto al sugeto:
La crueldad, la sobervia, la luxuria,
la avaricia, a esta patria a destruido.

Crueldad, por los hombres crueles; sobervia, por los sobervios; luxuria, por los carnales; avaricia, por los avarientos.

IRONÍA

Ironía es quando el nombre de una cosa contraria se pone por otro contrario, con mofa y risa, como Virgilio en el quarto de la Eneida:
Honrada loa por cierto y gran tropheo
llevaréis tú y tu hijo; ¡grande hazaña
que una flaca muger quede vencida
por dolo de dos dioses inmortales!

Adonde no quiere dezir ser loa honrada, ni gran tropheo, ni hazaña; sino lo contrario, vil y baxo hecho.

METÁPHORA

La metáphora es translación de una cosa semejante a otra. Este tropo es tan copioso, que se estiende a todas las cosas naturales, porque ningún proprio y cierto vocablo ay que no se pueda en alguna manera sacar y traer a lugar ageno, como:
Conozco el rastro de la antigua llama

Y:
Sulcan las salsas aguas los navíos.

Y:
La nube de la frente ya arrasada.

Y:
Mis sentidos, amor, as saqueado.

Y:
En la flor de su edad esto compuso.

Y:
Arranca las raízes de los vicios.

Y:
Las vides ya comiençan a echar perlas.

Y otras infinitas metáphoras que, como aya similitud dellas a la cosa propria, ilustran y hermosean la oración.

PIERIO.- Vamos a la synécdoche.

CASTALIO.- No vamos, si os parece, porque a este tropo se refieren también la catachresis, alegoría y enigma. Es catachresis una abusión de la propria significación del nombre por alguna similitud que tenga. Y hablando más claro, es una metáphora atrevida y no muy apropriada, como Virgilio en el 2 de la Eneida:
Un cavallo edifican como un monte.

La alegoría es muchas metáphoras juntas, como:
No me espantan a mí lobos hambrientos,
que en las manos me e visto de leones,
y escapado con honra de sus manos.
Otros vientos e visto más furiosos
y maiores borrascas e corrido,
y nunca me rendí. ¿Rendirme e agora?

Enigma es una alegoría obscura, como «Mi madre me engendró, y otra vez ella es engendrada de mí»; «La nieve es engendrada del agua, y después el agua lo es de la nieve».

PIERIO.- ¿De quántas maneras se haze la synécdoche?

CASTALIO- De quatro. Primeramente quando el nombre de la parte le damos al todo, como aquello de nuestro Horacio:
Mediocribus esse Poetis
Non homines, non dij, non concessere
columnae.

Donde columnae se toma por el teatro en que se representa, que las colunas son parte del teatro, que es el todo. Y este verso último citado, no le an entendido los intérpretes Acrón, Porfirio, Lambino, Sánchez Brocense, ni Sambuco, ni los demás que yo e visto. Y quiere dezir que ni los dioses, es a saber, ni los poetas lýricos, que cantan a los dioses; ni los hombres, es a saber, ni los poetas heroicos, que celebran a los hombres ilustres; ni las colunas, es a saber, ni los poetas cómicos y trágicos, que representan sus fábulas en los teatros sustentados en colunas, les permiten que sean razonables. Que es tanto como dezir que en todo género de poesía an de ser los poetas excelentes, o no escrivir. Lo segundo, se toma el todo por la parte, como:
Quando se transformasse en verde selva.

Y:
Un vasto mar la opuesta popa hiere.

En verde selva, por en verde árbol; un vasto mar, por una gran ola. Lo tercero, quando se toma el género por la especie, como el poeta, por Homero; el orador, por Cicerón. Lo quarto, la especie por el género, como este Homero, este Roscio, por un buen poeta o buen farsante. Aquel Iudas Macabeo, por un valiente.
Más iracundo que el Adria; navega por el mar Tirreno.

Adria, por qualquier mar; Tirreno, ni más ni menos, tomada la especie por el género. A este tropo se reduzen dos modos. Quando el singular se toma por el número plural, y al contrario, como: el romano vencedor, por los romanos. «Avemos parecido oradores», dixo Cicerón hablando de sí solo. Y esto basta de los tropos.

PIERIO.- Todo esto de los tropos ya yo lo tenía sabido de la retórica; mas huélgome de saber que sean comunes también a los poetas. ¿Pero qué me diréis de las palabras figuradas?

CASTALIO.- Lo que de los tropos; que también usan las mismas figuras los poetas que los oradores. Es la figura cierta manera de hablar apartada del uso común y ordinario. Házese de dos maneras: o por la repetición de la palabra, o por la mutación. Del primer género son la anadiplosis, la epanalepsis, la anáphora, la epístropha, la simploca, la ploca, la poleptoton. La anadiplosis es repetición conjunta de la misma palabra, como:
Mirad, mirad de amor el dulce engaño.

Y:
Guarda, guarda, que viene el enemigo.

La epanalepsis es una disjunta repetición de la palabra o razón:
Vives, y vives para daño nuestro.

Y:
¿Qué puedo yo hazer, desventurado,
de uno y otro contrario perseguido,
y mi vida en tan gran peligro puesta?
¡Qué puedo yo hazer, desventurado!

La anáphora es repetición de la palabra en los principios de los incisos, de los membros y de los períodos. En los incisos, como: «¿Qué significa esta locura, esta aceleración, esta grande temeridad?» También: «No la fuerça, no la maldad, no el latrocinio.» En los membros, como: «Ministros son de las leyes los regidores: intérpretes de las leyes los juezes: todos somos, en fin, siervos de las leyes, porque podamos ser libres.» En los períodos, como: «Acúsanle aquellos que pretenden robarle su hazienda. Acúsanle aquellos que le tienen odio mortal. Acúsanle aquellos que le querrían ver despojado de la hazienda, con que tantas vezes dél fueron socorridos.» La epístropha es conversión de la misma palabra al cabo, como: «¿Doléisos de ver acabados dos exércitos del pueblo romano? Acabólos Antonio. ¿Echáis menos tantos y tan excelentes ciudadanos? También nos los a quitado Antonio. ¿La auctoridad deste senado está aniquilada? Ala aniquilado Antonio.» Simploca es una complexión de la palabra en el principio y fin, como: «Muchos y graves dolores están sugetos a padecer los padres, muchos.» Y Virgilio en el lib. de la Eneida:
Cessas (dize el Troiano Eneas), cessas.

Y en el primero:
Muchas cosas de Príamo pregunta,
y de Héctor le pregunta muchas cosas.

Otra manera ay también de complexión, quando en los principios se repite una palabra, y en los fines otra, como: «¿Quién echó a Catilina, peste de la patria? Tulio. ¿Quién libró la República de homicidios y sacrilegios? Tulio.» Ploca es un trastrueco de palabras, como Cicerón en Bruto: «Crasso era el más escaso de los francos, y Scévola el más franco de los escassos.» Y: «Ana es la más hermosa de las feas, y la más fea de las hermosas.» Y aquel dicho de Alexandro a Ephestión: «Yo recibiera esta suma de dinero, si fuera Alexandro.» Respondió Alexandro: «Yo también si fuera Ephestión.» Políptoton es una iteración de la palabra, mudados los atributos, como: «¿Quién dio este dinero? ¿A quién se dio? ¿Para qué intento y effecto?» Y: «Cierto lugar, cierta ley, ciertos abogados pide esta cosa.» Y: «Dixeras tú lo que pretendías para tu hijo; o dixéralo tu hijo, que yo con sólo dezirlo tú, o él, lo concediera.» Y esto basta de las figuras.

PIERIO.- ¿Cómo basta? ¿No dividistes las figuras y llamastes unas de repetición y otras de mutación?

CASTALIO.- Tenéis mil razones: la memoria es flaca. Huélgome de tener en vos tan buen ayudante. Éstas son dos, no más: paranomasia y epanorrhosis. Paranomasia es una mutación de la palabra en otra semejante, como: «Vino a ser este maestro de orador, arador.» Y a un soldado cobarde que no quería escuchar cierta razón, dixo otro: «Dexalde, que está más hecho a huir que a oír.» Y una noche, encontró la Iusticia dos hombres, y como se suele hazer rondando, preguntóles quiénes eran. Y dixo un escrivano que acompañaba a la Iusticia, conociéndolos: «Señor, el uno es lancero y el otro lencero.» Epanarrhosis es una corrupción de la palabra dicha, poniendo en su lugar otra, como: «O dichoso cavallero, que tiene tales correos, o por mejor decir pegasos.» Y Cicerón, defendiendo a Celio: «¿Siempre a de aver enemistades entre mí y el marido desta muger? Hermano, quise dezir. Siempre yerro aquí.»

PIERIO.- Aquí también se da fin a las palabras figuradas. Prosigamos nuestro camino según la orden dada. Agora devéis tratar del número y sýlabas, que para este lugar reservastes.

CASTALIO.- El número se considera en tres lugares: en el baile, en el canto y en la oración. Aquí no tratamos sino del número de la oración. Y porque la oración es en prosa o en verso, solamente nos toca tratar del número del verso. Éste, pues, es una composición medida de palabras. De donde se colige que hallándose el número especialmente en las cosas cuyos tiempos se juzgan con el movimiento, como en el canto, con la medida de las vozes; en las cuerdas, con el herir de los dedos; en el bayle, con el golpe de los pies, assí en el dezir, cuya pronunciación está sugeta a la medida del movimiento, con el herir de las sýlabas señalamos los intervalos de las palabras. Según esto, para hazer el verso numeroso, conviene conocer los tiempos de las sýlabas. Y porque de las sýlabas se haze la dictión, y cada dictión tiene su acento, también es necessario tener noticia de los acentos. Y pues de sýlabas y acentos consta el verso, por consequencia devemos tratar del verso, principal ornamento de la poesía. En la sýlaba se estudia la cantidad, porque unas son breves, y otras largas. La breve consume un tiempo, y la larga, dos. Esta cantidad no pertenece al poeta vulgar, porque en los versos de qualquier lengua vulgar no se mira la cantidad de las sýlabas como entre los latinos y griegos. Pero considéranse los acentos grave y agudo, que con el circunflexo no se tiene cuenta; como en esta palabra, románo, la sýlaba de en medio goza de acento agudo, y la primera y última son graves. Y ésta es máxima, que una dictión, por larga que sea, no puede tener más de un acento agudo.

PIERIO.- Exemplificadme esso por vuestra vida, para que yo mejor lo entienda.

CASTALIO.- O la dictión es monosýlaba o polisýlaba. Si es de una sýlaba, el acento que tiene es agudo, como sol, mal, bien, &e. Si es de dos sýlabas, la primera es aguda, y la otra, grave, como canto, cielo, ramo, &e. Si es de tres y de más, o tiene la penúltima breve o larga. Si larga, en ella está el acento agudo, como castelláno, Espáña, &e. Si la penúltima es breve, el acento agudo predomina en la antepenúltima, como cántaro, pacífico, melancólico, precipitándose, &e. Sabido esto, avéis de saber que la buena medida del verso consiste en poner en sus devidos lugares el acento predominante. Y para que nos entendamos, todas las vezes que dixere el acento a solas, entended el agudo, que es el que haze numeroso el verso. Los géneros de versos que usamos en nuestra lengua son italianos y castellanos. Digo italianos, porque su composición la inventaron los italianos. Éstos, unos son enteros; otros, rotos; los enteros, o son sueltos o ligados. Los sueltos se llaman assí porque no llevan consonante ninguno. Pero, ya que van libres del concento y armonía de los consonantes, deven ser hechos con mucho artificio, con mucho tropo y figura, muy rodados y elegantes, lo qual suple la falta de la consonancia. Los versos enteros constan de onze sýlabas, como:
Cuando me paro a contemplar mi estado.

Y advertid que este verso heroico a de tener, quando menos, acento en la sexta sýlaba, so pena de no ser numeroso ni aun verso, como:
O dulce paz, sol cláro de mi alma.

Si allí faltara acento, de ninguna manera le juzgárades por verso, como:
O dulce paz, cláro sol de mi alma.

Y:
Contrario naturalmente de buenos.

PIERIO.- El primer verso bien veo yo que por falta de acento en la sexta está desbaratado, pero estotro no me dissuena al oído.

CASTALIO.- Ya os avéis olvidado que cada dictión no puede tener más de un acento, y ésse predomina en la penúltima sýlaba, como no sea breve.

PIERIO.- Digo que no estoi olvidado dessa regla; mas, si se deven consultar las orejas, paréceme que aquel verso corre bien.

CASTALIO.- ¿Sabéis por qué no os suena mal? Porque esta dictión naturalmente la consideráis vos dividida en natural y mente, y assí este verso:
Contrario naturálmente de buenos.

Viene a tener el acento en la sexta. Pero poned el acento en la penúltima, como se deve, y no será verso.

PIERIO.- Elo entendido, y es assí. Ya conozco que no está numeroso; mas, para estarlo, ¿quántos acentos a de llevar el verso?

CASTALIO.- Tres: en la quarta, sexta y octava, como:
Virgen hermosa, madre dulce y pía.

PIERIO.- En esse verso, cinco acentos me parece a mí que ay, porque ay en él cinco dictiones, y por fuerça deve de aver en ellas otros tantos acentos.

CASTALIO.- No me descontenta la duda, y yo tengo la culpa de que vos, con razón, reparéis en esto. El verso tiene sus mensuras, por las quales se escande; cada mensura comprehende dos sýlabas, y en la segunda sýlaba de cada mensura se considera el acento. Y aunque le aya en la primera, no queda numeroso el verso, y assí no se haze caso de aquel primer acento, como:
Virgen cándida, divína María.

Veis aquí un verso de onze sýlabas con quatro acentos (si verso se puede dezir), y totalmente no es numeroso; y es la causa no estar los acentos en sus lugares, que es en la segunda sýlaba de cada mensura. Solamente en la dictión María está el acento bien puesto. Pero nunca contamos el acento de la décima sýlaba, aunque es legítimo acento, porque forçosamente le a de aver allí. Y en los demás lugares se varía de modo que unas vezes el verso tiene el acento en la quarta y octava, y es numeroso, como:
Bèlla Marìa, soberána estrella.

Otras vezes, en la sexta, no más (no hablo de la décima por lo que está advertido), como:
Virgen santa, bellíssima María.

Otras vezes, en la segunda, quarta, sexta, octava, décima, que es todo lo que puede ser, como:
María vírgen bélla mádre espósa.

Quede esto, pues, assí assentado, advirtiendo que quantos más acentos tuviere el verso, es más numeroso. Y que aunque esto es verdad, conviene hazerlo, ya con dos acentos, ya con tres, ya con quatro, ya con cinco. Porque la variación engendra gusto, y el cuidado y demasiada afecta molestia.

PIERIO.- Ya con esta lectión sabré yo hazer un verso, si la vena me ayuda.

CASTALIO.- Guárdeos Dios de hazer un verso, que hecho uno, os podréis aparejar para cien mil. No e visto facultad más atractiva y menos provechosa. El entendimiento corre tras ella ansiosíssimo, y parece que está en su centro quando se ocupa en poesía. Que como él tiene tanto de divinidad, y la poesía es furor divino, vive en su reyno quando discurre sobre poéticos sugetos. Y de aquí les viene a los poetas ser tan pobres; que como el oro, plata y hierro están en las profundas venas de la tierra, y ellos se transmontan al alto cielo, pierden de vista la pecunia necessariamente. Buelvo, pues, a mi propósito, y digo que tras un verso se sigue una copla, que son dos versos, porque copla viene de cópula, que es junta de dos. Tras la copla, el terceto, quarteto, octavas, cadenas, sonetos, ovillejos, sextinas, madrigales.

PIERIO.- Buena cantera avéis descubierto. Ya me compongo de nuevo a oíros.

CASTALIO.- No os dé pena, que yo seré breve.

PIERIO.- Más pena me da oíros esso. Alargaos todo lo que os pareciere justo, que yo oigo con affición, y desseo ser enseñado.

CASTALIO.- Obedezco. La octava rima es una composición ilustre y grave, propria y apta para la poesía épica. Llámase estancia por excelencia, aunque estancia es nombre general, porque propriamente significa una copla de cada género de verso. Digo una copla extensivamente, en el modo que vulgarmente se entiende, como una redondilla, un terceto, una octava, una copla de una canción. Y assí diremos que un canto tiene ochenta o noventa estancias, &e. Pero ase de entender que las octavas no se deven hazer sino en sugeto heroico y obra larga y continuada, principalmente en que aya narración. Aunque el Bembo hizo del amor un canto solo de cincuenta estancias, que es lo menos que en este verso se a visto de poeta docto. La primera comiença:
Ne l’odorato e lucido Oriente, &e.

Este canto traduxo Boscán en castellano, y comiença:
En el dorado y lucido Oriente, &e.

En la primera palabra se engañó que odorato no quiere dezir dorado, sino oloroso. Los poemas heroicos (a que sirven las octavas), unos los dividen en libros; otros, en cantos. Úsanse en los principios de los libros o cantos ciertos lugares comunes, aplicados luego a la actión propria que se lleva entre manos; pero esto es libre y no obligatorio. La octava se compone de quatro coplas; las tres guardan el mismo concento, y la quarta diferente, como Ab, ab, ab, cc. Piensan algunos que cada verso a de cerrar su sentencia, o, alomenos, cada copla. No ay tal obligación. La común es (aunque la suele aver en cada copla) averla en cada quarteto, y aun a vezes se viene discurriendo a la tercera copla, y a la quarta, y no pocas veces a una octava. Y en resolución, hasta tres octavas puede correr la sentencia sin parar. Veis aquí la sentencia acabada en un verso:
Amor lo vence todo, a él nos rindamos.

En una copla:
Suele el amor cruel en pocas horas
hazer la piedra dura cera blanda.

En dos coplas:
Atento al son de las parleras aves
Damón dexa pacer a su ganado
acá y allá las yervas más suaves,
en el divino canto transportado.

PIERIO.- No digáis más; ya lo tengo entendido. ¿Que en resolución puede correr la sentencia hasta tres octavas cumplidas?

CASTALIO.- Digo que sí, y que esto lo hallaréis en poetas épicos famosos.

PIERIO.- Yo e visto disputar entre modernos poetas si es bueno o no, acabado un verso, reservar el epíteto para el principio del siguiente, o acabado el verso en el epíteto, darle el sustantivo en el siguiente verso y concluir, que no es bueno.

CASTALIO.- Bien modernos deven ser los que esso dizen. Ariosto, Petrarca, Tasso, Bocacio, Alemán, Serafino, y de los nuestros, Garci Lasso, Montemayor, Erzilla, Barahona, Cames y otros usan dello no pocas vezes, a cuya lectión remito los incrédulos. Y Bembo y Minturno dizen que dessa manera cobra el verso más gravedad y va más encadenado; y dessotra, cada verso de por sí haze la composición humilde. ¿Qué causa ay para reprovar estos versos?:
¿Quién sufrirá los rayos del ardiente
canícula?
En el silencio amigo de la Luna
sorda.

Digo que no se pueden reprovar, y principalmente siguiéndose el relativo que, como:
Su divina beldad es la leona
fiera, que mis entrañas despedaça.

Sólo se deve en esto y en lo demás considerar que la medida y moderación es buena siempre. Después de las octavas, el verso más grave son las cadenas, que vulgarmente llamamos tercetos. Estos se texen de dos maneras. La una aba, bcb, cdc, al último terceto se le añade un verso con que haga concento, como pqpq. Lo mismo que dixe en las octavas del correr de la sentencia, passa aquí. Lo común es reposar el espíritu a cada terceto; pero también se halla que passa al siguiente verso, y aun a tres, quatro y cinco tercetos. La segunda manera es como enseña Trissino en su Arte: cada terceto de por sí, como aba, cdc, efe, &e. El ovillejo se acuerda a la mitad del siguiente verso, como:
Agora que el calor menos offende,
y el verde chopo estiende más la sombra.

PIERIO.- Mirad, que os dexáis los sonetos entre renglones.

CASTALIO.- No los olvido, pero resérvolos para quando tratemos de la lýrica, pues pertenecen a ella. De las sextinas y madrigales hablaremos en la lýrica juntamente con los sonetos, que si los puse en este lugar fue porque se componen de versos enteros italianos, que es la materia que tenemos puesta en tabla. Allá también diremos de los versos rotos, pues de entrambos se hazen las canciones.

PIERIO.- ¿Qué me dezís de los versos castellanos?

CASTALIO.- Poco y brevemente, por ser cosa tan sabida de los nuestros. Ay versos de arte mayor y menor. Los de arte mayor murieron con nuestro buen Iuan de Mena y sus camaradas. Pero, por si uviere algunos afficionados a la antigüedad, diré con qué reglas se componen, que aun los de aquel tiempo anduvieron con báculo en esto. Pinciano dize que consta el metro de arte mayor de doze sýlabas, y que quiebra con el acento en tres partes: la una, en quinta sýlaba, y la otra, en octava, y la otra, en undécima, como:
Al muy prepoten – te don Iuan – el segun – do.

Yo no sé qué le movió a hazer esta partición tan sin fundamento. Para acortar de razones, digo lo que se a de observar. Este verso consta de doze sýlabas, es bipartito, tiene seis sýlabas distinctas, y luego otras seis:
Al muy prepotente – Don Iuan el segundo.

Ya sabemos que qualquier género de versos se escande por sus mensuras. Pues éste tiene seis mensuras, cada una de dos sýlabas, según emos dicho. Midiendo, pues, el medio verso, es de saber que el acento de la primera mensura predomina en la segunda sýlaba, y essotros dos acentos en la primera sýlaba de cada mensura. Y lo mismo se a de guardar en el otro medio verso, como:
Cantád músa mía – la más crúda guérra.

Estos son los acentos que en rigor a de llevar. Pero bien puede en la segunda y en la quinta mensura faltar su acento, como:
O dúro accidénte – dolór inhumáno.

Y todos los versos deste género, hechos de otra manera no serán numerosos. Este verso puede también constar de diez sýlabas, por acabar los finales de cada medio verso en acento agudo, como:
Guerrero leal, caudillo español.

También puede ser de onze, como:
Cruel es amor si tal cosa sufre.

También puede ser de treze, como:
Amor solo basta a turbar nuestros ánimos.

La textura destos versos la podréis aprender (que bien fácil es) en las Trezientas de Iuan de Mena. Los versos castellanos de arte menor constan de siete sýlabas, si acaban en acento agudo; de ocho, si en grave; de nueve, si en esdrújulo, como:
Dulce mal, dulce dolor.

7
Tanta gloria en tantas penas.

8
¿No te mueven estas lágrimas?

9

Este verso menor castellano para ser suave y numeroso tendrá el acento sobre la primera sílaba de cada mensura, como:
Cláras fuéntes, mánsos ríos.

También estos versos menores tienen sus quebrados, que es la mitad de un entero, como se ve en aquella compostura de don Iorge Manrique:
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se passa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando.

Destos quebrados se forma también su género de versos de quatro sýlabas, como:
En el prado
de tu olvido
a crecido
mi cuidado.

Y de seis sýlabas, como:
Ved qué tal y cómo
tengo el coraçón,
pues la confusión
por remedio tomo.

De suerte que tenemos en la poesía castellana versos de quatro sýlabas, de seis, de ocho y de doze. Quando vengamos a la lýrica (si no me olvido) os diré cómo se pueden hazer canciones lýricas de verso castellano de arte mayor y menor, aunque cosa nueva y nunca vista.

PIERIO.- Muchas cosas me reserváis para la lýrica. Ya quisiera llegar allá, aunque no con pérdida destotro.

CASTALIO.- Vamos por nuestros passos contados, que poco a poco se anda gran camino.

PIERIO.- La postrera parte de la dictión es la phrasis.

CASTALIO.- Ya lo veo. La frasis poética es algo diferente de la oratoria y de la familiar; que si bien ay pocos términos en prosa que no se puedan usar en verso, ay muchos en verso que no se pueden usar en prosa. El poeta dize: el escudo de Bacco, por la copa; y la copa de Marte por el escudo; los cristales, los mármoles, los espejos del mar, por el agua; salió Phebo de lavar sus cavallos en el Océano, por salió el sol; el silencio de la luna, por la luna menguante; dexó la Aurora el lecho de Titón, por rompió el alba; ceñido las sienes de laurel, por ceñidas las sienes de laurel; habla benigno, ríe dulce, huele suave, mira cruel, por dulcemente, suavemente, cruelmente; dar palabras al viento, por hablar en vano; soltó la voz de la garganta, por habló; y otros infinitos términos regalados en la poesía y no admitidos en la oración soluta. Vulgatíssimo y muy cierto es aquel precepto que la phrasis es de tres maneras: grave, mediana y humilde. Mas esto no se deve tomar a bulto y sin prudencia, porque se engendraría un absurdo torpíssimo. Lo primero avéis de considerar, que la phrasis humilde poética no es humilde respecto de la común, que el verso más baxo se levanta buena cosa del suelo. Es la poesía una cosa divina, y assí la baxeza desta divinidad frisa con la altura del estilo humano. Puestos ya en el cielo de la poesía, emos de imaginar tres grados, uno más alto que otro. Y assí, lo segundo a que se a de mirar es el decoro de la persona del que habla y del que oye: la edad, si es moço o si es viejo; la professión, si es philósopho, governador o soldado; el género, si es varón o si es hembra; la materia, si es grave o si es humilde. En todo esto entra el juizio del buen poeta, y con esto ha de acomodar las phrases convenientemente. La phrasis, en conclusión, a de tener estas siete virtudes: clara, grave, ornata, presta, morata, verdadera, grande. La clara (que también se dize senzilla y pura) se haze con sentencias usadas, con palabras comunes y proprias puestas sin mucha diligencia, como:
Benedetto sia’l giorno, il mese, e l’anno
e la stagion, e’l tempo, e l’hora, e’l punto,
e’l bel paese, e’l loco ond’io fui giunto
da duo begli occhi che legato m’hanno.

Esta phrasis vendrá a ser gallarda, si las palabras comunes que usamos fueren preparadas y escogidas, dividiendo las cosas que se dixeren para que con la división queden distinctas y con la electión queden elegantes. Esta virtud de la claridad tiene por contraria a la phrasis confusa y obscura, aunque la confusión es a vezes necessaria: Quando queremos significar el affecto de la vergüença, del miedo y de un grande dolor. Que en tales casos, la oración confusa es virtuosa y buena. La obscuridad se deve huir cielo y tierra; que los términos intricados quitan la luz al entendimiento. ¿Y cómo me puede agradar a mí la cosa que no entiendo? Verdad es que el verso, como lleva la obligación de la medida y el concento del número, no puede ir tan senzillo y claro como la prosa. Y ésta no se llama obscuridad, antes numerosa y suave oración. Otras vezes es el verso obscuro por la doctrina que vos en él encerráis y yo no alcanço. Y ésta no es obscuridad del poeta, sino de la ignorancia mía. De manera que solamente vituperamos la phrasis enigmática y obscura aun para los hombres doctos. Grande, magnífica, ilustre y espléndida será, tratando cosas grandiosas, de Dios, de lo sanctos, de los príncipes o de la naturaleza, con graves sentencias, palabras peregrinas y translaticias, con artificiosa composición hechas, como aquella estancia de Lope de Vega Carpio:
Oídme agora en tanto que anticipo
vuestra dichosa edad a la dorada
con el pinzel de Apeles y Lisipo,
en otra tabla de laurel cortada,
que espero Sereníssimo Philipo
ver el águila vuestra coronada
del mismo sol, y que a sus plantas bellas
estén del otro Polo las estrellas.

Ornata será la que se haze con mucha gallardía de palabras nuevas, escogidas, limadas, ilustradas con tropos y figuras, y levantadas de punto con la colocación de sýlabas y dictiones aptamente traídas, como el mismo Carpio:
Ya por el prado o la zabana verde
marchando viene el escuadrón formado,
que de las caxas el compás no pierde,
más que de azero de sobervia armado.
No ay eco en tierra o mar que no concuerde,
poniendo bríos al menor soldado,
para que alegre y arrogante marche
con el acento que despide el parche.

La phrasis presta y apresurada será quando con menudos y espessos incisos, miembros y períodos, y con frequentes interrogaciones, y con palabras significativas de ligereza, incitamos y movemos los ánimos, como aquello de Virgilio:
Ferte citi arma viri, date tela, invadite ferro
Hostiles acies.

Morata es la phrasis que comprehende y descubre las costumbres del hombre, guardando las circunstancias de las cosas, de los officios, del lugar, del tiempo y de todo aquello que llamamos ley del decoro. Y assí la phrasis, unas vezes es magnífica; otras, clara; otras, confusa y obscura; otras, áspera y agra; otras, benigna y dulce; otras, sutil y aguda. Verdadera es la phrasis en que cada uno se mostrará de fuera, qual de dentro está dispuesto, sin fingir ni preparar cosa ninguna; la qual se echa de ver, si lo que dixéredes llevare lisura y llaneza, como cosa dicha extemporalmente. Exempli gratia: Si uno fuesse hallado de repente en un hurto o adulterio, lo que en tal caso dixere siendo preguntado a de ser con palabras desnudas de todo artificio y ornato. La phrasis grave no se dize assí porque hable el poeta con palabras antiguas, nuevas, metaphóricas, remotas del uso quotidiano y gallardamente compuestas, sino aquella que aunque mirando lo interior es grave, no lo parece. En la qual manera tanto más se pone de arte, quanto más en ella la gravedad se dissimula, como:
U son hor le ricchezze, ú son gli honori
e le gemme, e gli scettri, e le corone,
le mitre con purpurei colori?
miser chi speme in cosa mortal pone.

PIERIO.- Bravamente avéis passado vuestra carrera. Con esto avéis concluido, no sin gloria, las cinco tablas de la poesía primeras in genere. Ya estaréis cansado; y lo uno porque cobréis aliento para el trabajo venidero, lo otro porque ya el sol traspone al otro hemispherio, vamos a cenar, que es hora, con que me prometáis que mañana en este mismo lugar acabaréis las otras cinco tablas, cumpliendo vuestra palabra y mi desseo.

CASTALIO.- Harto interesso yo en satisfazer a tan buen gusto, como el vuestro. Yo os prometo, siendo Dios servido, de bolver mañana aquí, con una condición: que os vengáis a cenar conmigo lo que uviere, que entre amigos un ordinario es banquete.

PIERIO.- Acepto. Vamos, que ésta para mí será más que Saliar cena.

***


Proyecto de Edición Libro de notas

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Datos Bio-bibliográficos

Francisco Cascales

(Murcia, 1564-1642)

Bibliografía escogida:
Discurso de la ciudad de Cartagena, Ayuntamiento de Cartagena, 1998
Epístola de Horacio Flaco sobre el arte poética…, Academia
Alfonso X el Sabio, 2000
Tablas poéticas, Espasa Calpe, 1975

Enlaces:
Epístola

Epístola

Discurso de la ciudad de Cartagena

Otras artes poéticas del autor:

Más información en la wikipedia: Francisco Cascales

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