s.XX - Poesía social - Ángel González: Poesía y compromiso, 1963


La poesía, como obra del hombre y para el hombre, está sujeta a tantos cambios y mudanzas como el hombre mismo. La Historia de la poesía, la Historia de la literatura, no es más que un fragmento de la Historia, que siempre es del hombre. A veces se omite este hecho, o no se destaca lo suficiente, y se pretende analizar históricamente la poesía, presentándola como un desarrollo que obedece a leyes internas, propias, desarraigándola, en la medida de lo posible, de la actividad humana, o al menos de ciertos aspectos de la actividad humana: las condiciones sociales y económicas en las que esa actividad se manifiesta, la filosofía, etc.

Aceptando que la poesía aparece en el entramado de la Historia, y que la Historia es evolución, es fácil comprender que algunos poetas entre los que me cuento no se planteen el problema de la eternidad del poema, o se lo planteen invirtiendo los términos clásicos: si buscar el asentimiento de los siglos futuros es como tratar de hacer blanco con los ojos cerrados en un objeto en movimiento, es necesario apuntar al tiempo que r se conoce, dirigirse al hombre con el que se limita, con el que se convive. Por esas razones considero legítima la poesía que ha dado en llamarse social, denominación seguramente poco feliz, pero que ha hecho fortuna y sirve unas veces para entendernos y otras para confundirnos. Me refiero a la poesía crítica, que es expresión de una actitud moral, de un compromiso respecto a las cosas más graves que suceden en la Historia que, de alguna manera, estamos protagonizando. A esa poesía se le oponen frecuentemente reparos en nombre de la libertad de la creación artística. Se confunde entonces al creador comprometido con el mediatizado, ya partir de esa confusión, generalmente deliberada, ya nada queda claro.

Pero yo me pregunto: si el artista ha de ser libre para todo, menos para comprometerse, ¿para qué le sirve la libertad? ¿No es ésa una libertad que cierra más caminos de los que abre, que inmoviliza y limita? Sinceramente, no concibo cómo puede haber alguien que se interese por esa libertad sin consecuencias. En rigor, el compromiso es un acto de libertad, un acto libre. Por otra parte, vivimos en un mundo demasiado compro metedor, entre realidades ante las cuales la indiferencia o e desconocimiento son difíciles, por no decir imposibles, incluso para los poetas más embebidos en la contemplación de la hermosura de la Naturaleza.

La temática de esta poesía comprometida suele ser también objeto de críticas, especialmente por parte de los cultivadores de una poesía más tradicional en su forma y en sus objetivos Muchos que, probablemente, no tienen nada que oponer aun; oda escrita a la batalla de Lepanto, manifiestan una viva repugnancia ante un poema dedicado, pongo por caso, a la batalla librada entre los guerrilleros castristas y anticastristas el la bahía de Cochinos. Parece que todo lo vivo y palpitante debía quedar fuera del poema, en el que sólo pueden encontrar cabida problemas individuales y soluciones puramente estéticas Para los que así piensan, la poesía anida en el centro del corazón del hombre como un gusano dentro de una manzana, y nace y se desarrolla, sin contacto con el mundo exterior. Yo pienso, por el contrario, que el poema nace de todos los estímulos que vienen dados al poeta desde fuera, incluida, por supuesto, la tradición literaria, pero teniendo presentes siempre la ideas y las realidades de cualquier tipo que caracterizan al momento histórico en el que el poema se produce.

Al mismo tiempo, me parece que esta temática debe ser presentada no como un simple espectáculo que se ofrece a los ojo: ultrasensibles del poeta, sino como un problema que tiene planteado el hombre que lo sustenta. Inevitablemente, el poema h; de ser necesario para quien lo escribe, si se quiere que después sea legítimo para quien lo lee.

No trato de defender una poesía por su temática, ni de reducir la temática a límites estrechos; trato de hacer exacta menú lo contrario, frente a aquellos que se obstinan en eliminar de poema todo lo que no está previamente puesto (o en ocasione: gastado) por la tradición. Del mismo modo que lo que esperanza, alegra o emociona al hombre, también lo que le preocupa lo que le angustia o lo que le amenaza puede aparecer en lo: poemas que para él se escriben, e incluso es imprescindible que aparezca si no se quiere confinar la poesía en la tierra de nadie de la frivolidad.

Los que afirman que la Historia se repite, se limitan a manifestar un deseo. y si la Historia no se repite (salvo por azar), como yo creo, habrá que admitir que el arte tenga características diferentes en cada momento histórico. Escribiendo desde el centro de la Historia y de acuerdo con su marcha, el escritor se quedará, al menos, en la Historia.

Escribiendo desde la pretendida inmutabilidad de la: naturaleza humana, el escritor se quedará probablemente en el olvido, como si no hubiera existido nunca, aunque su pre-historia inmediata, los residuos culturales que, entre materiales valiosos, arrastra la tradición como una carga muerta, le presten una apariencia de vida, válida sólo ante él o ante quienes se nutren de los mismos residuos.

Madrid, marzo de 1963

De: Francisco Ribes, Poesía última, Taurus, Madrid, 1963. En: Pedro Provencio, Poéticas españolas contemporáneas, Hiperión, Madrid, 1988.

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Proyecto de Edición Libro de notas

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Datos Bio-bibliográficos

Ángel González

(Oviedo, 1925 – Madrid, 2008)

Bibliografía escogida:
A todo amor (antología), Visor, Madrid, 1996.
Palabra sobre palabra, Seix Barral, Barcelona, 2000.
101+19 = 120 poemas, Visor, Madrid, 2000.
Otoños y otras luces, Tusquets, Barcelona, 2001.

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