s.XX - Poesía experimental - Jordi Royo: Poética, 2003


El lenguaje es el gran motor de esa extraña máquina que envejece con el tiempo, máquina que, como en Valéry, fabrica poesía, y añade inquietud y misterio a la imagen poética; donde hombre y naturaleza constituyen un todo común, un cuerpo completo que ratifica los enunciados de la imaginería hiperbólica del poeta y nos sitúa en la frontera dialéctica donde el “saber amanece”.

Pero la comprensión de la poesía necesita de un conocimiento que libere al hombre de muchas de sus experiencias cotidianas, de muchas de sus asociaciones instrumentalistas. La poesía no pretende alterar el orden que el lenguaje ha impuesto sobre el mundo, ni tan siquiera tiene que ser considerada como un imperativo al que hay que atender: es ajena a ese orden que ha encerrado al lenguaje en un complicado sistema de equivalencias que nos encadena y que nos fuerza a entender la realidad con unos esquemas contemplativos previamente concebidos.

La poesía se articula alrededor de un contexto que está determinado por la práctica discursiva del hombre, por unos usos que favorecen la dispersión de un mundo que se ha ido conformando sobre una sutil coherencia lingüística “que no cesa de hablar”; que recoge los distintos modos de intervención del hombre en ese mundo que se han acomodado a las palabras y en las distintas afinidades contemplativas que ello conlleva.

La poesía desborda el significado de los valores adheridos a las palabras utilizadas en el uso cotidiano del lenguaje, porque estos usos no pueden dar cuenta de un lenguaje que sumerge al poeta en unos territorios todavía no descritos por las estrategias contemplativas de la percepción. La poesía necesita llegar a decir lo intuido, a precisar en un lenguaje propio lo que el lenguaje cotidiano no precisa; quiere concebir un nuevo orden de significación que sobrepase el sentido gramatical del texto para poder lograr su realización efectiva.

El poeta no sólo imagina; construye y restituye a la imaginación lo que la imaginación transforma y recuerda. Es por ello que la poesía no sólo informa del discurso de la imaginación, sino que exterioriza la percepción de un mundo que transgrede la conciencia lingüística del hombre que la imaginación quiere mostrar. La imagen poética da acceso a una realidad escindida de lo “irreal”, a un territorio hasta ahora velado a los sentidos del hombre que permanecen ocultos por el constante desafío a los que están sometidos; que trasciende los límites desmedidos de la realidad rebasando normas y convenciones lingüísticas en un esfuerzo por desvelar un lugar originario donde los “ecos del pasado” y las “primitivas palabras” encuentran un nuevo sentir que vaga en la infinitud del nuevo mundo.

La labor del poeta, entonces, es encontrar qué relaciones pueden armonizar con ese mundo de inexplicable fascinación que presagia, qué expresiones enlazan mejor con el sentido primigenio en que la palabra había surgido al hombre. Una palabra que se renueva en ese impulso reconocedor que posibilita la poesía, que aprecia viejas formas y distintos modos de abordar el lenguaje y que incitan al poeta a descomponer y reordenar la estructura del discurso cotidiano; apreciar las singulares cadencias de los sonidos y descubrir otras dependencias que tiene solapadas en los confines de su conciencia.




Inédito para Almacén

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Proyecto de Edición Libro de notas

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Datos Bio-bibliográficos

Jordi Royo

(Barcelona, 1959)

Bibliografía escogida:
Naznava, Anthropos, Barcelona, 1982.
Ipshitilla, T.de Picasso, Barcelona, 1983.
Il Gobbo, Anthropos, Barcelona, 1988.
In memoriam, L’aixa, Barcelona, 1989.
La utilidad de la muerte, Bassarai, Vitoria, 1997.
Okupación del alma, Bassarai, Vitoria, 2002.

Enlaces:
Breve biografía
Selección poética

Otras artes poéticas del autor:

Más información en la wikipedia: Jordi Royo

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