s.XX - Otros del s.XX - Manuel Orestes Nieto: Poeta de utilidad pública, 1975
1.
La poesía te escoge, no la escoges.
Te acoge, como un tibio vientre de mujer
en el centro del amor.
Todo lo da en el acto de saber
que todo le debe ser quitado.
No trama, teje para otros. A veces con dolor.
Su principal virtud consiste
en maltratarte lo gratuito.
Acosar la turbiedad de tus días, es su oficio.
2.
Exorcizarte
para que puedan vivir contigo
las vidas que rondan en los diámetros
que es capaz de trazar tu corazón.
Te abandona cuando intentas sortear
sus consecuencias.
Huye de los lugares donde la imaginación
y el asombro han muerto
y evita pasar por donde cohabitan
los ruines de espíritu.
Está hecha de presencias
porque tiene el don de desdoblarse
sin dejar de ser entera.
3.
Hija de la palabra
la han vituperado sin poder tocarla.
Hermana de la historia
ha sido quemada y puesta bajo custodia
de los carceleros.
Con esa cualidad única
de no necesitar del reposo,
no desfallece ni conoce la fatiga.
Falsificados sus textos,
deshonrados sus leales oficiantes,
distorsionada hasta el cansancio,
prefiere la ruta del viajero
antes que vivir en los templos
que pudo edificar
por la magnitud de su luz.
4.
Humilde como ella sola,
entra sin ruido en la casa del hombre,
barre sus rincones,
limpia el polvo más apartado,
repara lo roído
y se encarga de lo roto.
Vidente de los hechos
con que se cuenta el tiempo,
la edad y lo pleno
de la conmoción de quienes se reúnen.
Andamio de lo venidero.
Fragua, constancia,
fuelle, criadora.
5.
Ante ti
hay una vergüenza confesa que aspira
a su purificación.
Alguien que ha desenterrado su piedra angular
para rehacer su pirámide
antes de que la maleza la oculte.
Has clamado porque se detenga
el sacrificio irracional
y la rajadura
de los bárbaros se cierre.
Te has interpuesto
entre la daga y lo indefenso.
Aprendiste que la conmiseración
tiene sus surtidores
en el ojo de agua de lo injusto.
A pesar de tus razones,
te tocó errar como los despatriados forzosos,
cercados y reducidos a la prohibición.
Y te han llevado en andas
largas filas de hombres serios,
estremecidos hasta la perturbación
por lo que puede provocar
la ignominia.
6.
Han querido hacer madre de la lamentación
y la desesperanza.
Velada de colorete, gracia de feria.
Te han prendido inciensos
y construido urnas de cristal.
Han difundido , sin cesar,
que naciste para el ensueño y que la vida
poco tiene que ver con tus costumbres.
Han tratado de adornarte
como joya de escaparte
y te han regalado todos los espejos
para ver en ellos
reflejadas sus conciencias.
Y tu has sabido decirles que no.
7.
Raíz de lo perdurable.
Sonido para la hora amarga
y entusiasmo del peldaño.
Irreductible,
inquebrantable y fortaleza.
Tus vértices de agua
y tu anchura de tierra
son, al mismo tiempo, la alabanza y la rebelión.
Original misterio de la cima,
a tu cita con el hombre
llegas envuelta
en lo extraordinario de lo imprevisto.
Sorpresa sin aviso ni calibre
en las hazañas de ordenar el mundo
y recordarlo.
Milenaria voz de la nuevo.
Conmoción,
viga y soporte de la sacudida.
Abrevadero que se esparce
por los territorios tumbados por aquellos
que enlutecen y degradan la vida.
8.
A tu imaginación y su vuelo
le ha sido dado el temple de no doblarse
ante lo que has tenido que presenciar,
ante lo que ha sido necesario padecer.
Cauterizada
en el rigor de no quejarte
para no complacer a los verdugos.
Escondida por tus verdades
has sobrevivido a la destrucción
aún en los meandros y las máculas
de quienes te han perseguido
a sangre y fuego.
Resguardada en los santuarios
del secreto repetido
para resistir la embestida y el tropel.
Temida y odiada,
herida y heroica.
Alimento húmedo de la catástrofe.
9.
Sólo a tu corteza de árbol noble
le ha sido concedido crecer
sobre sus hombros cilíndricos,
teniendo todo el pasado como presente
y todo el presente como porvenir.
Perla que produjo el aliento de la marejada.
Sabia y paciente. Aroma para lo duro.
Enemiga de lo descomunal.
Violeta de cielo. Hematoma de lo valiente.
Licuación interna de la matriz de lo posible.
Defensora tenaz y testiga de cargo.
10.
Señal del camino.
Desmesurado afán de conciliar lo que late
con su tiempo de latir.
Que no se escape
lo que hizo de nosotros una huella,
un gesto, una impenitencia.
Que quede dicho lo que fue nuestro intento
y nuestro empinar.
Y también nuestra caída.
Noticia imperecedera de la burla
y los burladores
para que no olviden jamás
que hubo quien mirara por encima del aire
y a través de la muralla,
cuánto pudo el sufrimiento ser revuelto
en manos de la arbitrariedad.
Que pueda leerse por siempre
cómo se atrevió el atropello
a romper los diques de lo tolerable
y dónde está amarrado su maleficio.
Devota y honda confesión,
multiplicándose de boca en boca
11.
He aquí el rastro y el arco de tu horizonte.
Vienes de todo lo que palpita
y te diriges hacia todo lo que se atreve a vivir.
Hemos amado tu territorio,
hurgado en tu destino, indagado en ti,
como una manía de saber de los hombres.
Antiguo don
de quienes al paso de la realidad
fundaron el rito de su crujir
y desenterraron la canción
para sobreponerse al olvido
y a la corrosión del tiempo
en los desaguaderos del recuerdo.
Incrustación
de lo que es capaz de estremecer para siempre.
Orfebrería de palabra y sueño.
Ardor en la memoria
de un mundo a tu nuestro lado.
12.
Nunca fue tu vocación el aislamiento.
Nunca el huir. Nunca el dar la espalda.
Pública y entera
a la hora donde lo humano
ha tensado su cuerda.
En la orilla de lo que ha caído,
al pie de lo que hemos levantado,
justo en el momento de nuestro salto.
Tu voz está hecha de las veces
en que estalló la alegría,
de lo que creció a fuerza de paciencia
y de lo que hicimos con nuestras manos.
De los muros
que contuvieron lo que arrasaba
y también de las veces
en que no pudimos llorar ni ser solemnes,
sino a duras penas habitantes inconsolables
de nuestra propia vergüenza.
De lo que ha muerto a solas
y de todo aquello que nos quitaron.
Peregrina de todos.
Dignidad de resistir.
Y hechura de lo que estamos hechos.
13.
Podrán cerrar las puertas para que no entres.
No querrán saber de tus presagios.
Renunciarán a ver tu rostro.
Intentarán borrar
las pisadas y la memoria
de quienes te conocieron.
Colocarán bandos en las calles
anunciado que te buscan
y se trasnocharán
para apresarte.
Se enajenarán y blasfemarán de ti,
te maldecirán en su impotencia.
Y siempre temerán que reaparezcas.
14.
Todo lo has podido y lo podrás.
15.
Excepto acometer contra lo humano.
Datos Bio-bibliográficos
Manuel Orestes Nieto
(Panamá, 1951)
Bibliografía escogida:
Poemas al hombre de la calle, 1970.
Reconstrucción de los hechos, 1973.
Poeta de utilidad pública, 1975.
Panamá en la memoria de los mares, 1983.
Enlaces:
No me permito llorar (frag.)
El mar de los sargazos (frag.)
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